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Ver galería de
fotos . A sólo dos horas de la ciudad de puno se encuentra el bosque de piedras
de Macusani-Corani, con sus imponentes formaciones rocosas y cavernas que
esconden antiquísimos petroglifos y pinturas rupestres.
Roberto Ochoa B.
Parece que fue ayer cuando un accidentado viaje por la provincia de Carabaya, en
Puno, nos llevó a explorar los alrededores de Macusani en busca de la fotografía
que sirviera para ilustrar el título de “capital alpaquera del Perú”.
Seguíamos a unos desconfiados pastores cuando la noche cayó casi sin aviso. En
medio de las tinieblas perdimos el rastro de las alpacas pero más allá de
comprobar que estábamos perdidos, nos preocupaba saber que estábamos a más
de cuatro mil metros sobre el nivel del mar... y ese es un pequeño detalle que se
siente en cada paso al andar, peor aún si es una noche cerrada.
No había luz de Luna y estábamos tan agotados que provocaba descansar sobre
las mochilas sólo para gozar el inolvidable espectáculo de un cielo estrellado
hasta en su más íntimo rincón. Y recuerdo que debió ser octubre pues Alfa y Beta
Centauro, los brillantes “ojos” de la llama cósmica, sumergían su intenso brillo
hacia occidente, entre los picos de la cordillera vecina.
Uno de los pastores volvió sobre sus pasos y nos invitó a su choza no sin antes
advertirnos que no soportaríamos el frío nocturno. Nuestro amable anfitrión supo
compartir su pobreza y un trozo de charqui como para recuperar las fuerzas y
soportar la noche puneña.
Decidimos partir antes del amanecer pero nos detuvimos ante un espectáculo
sobrecogedor: los primeros disparos de luz formaban siluetas fantasmagóricas
como de guerreros que se desplazaban sobre un telón de fondo formado por
inmensas rocas que emergen de la tierra como si se tratara de árboles
petrificados.
Cuando amaneció di gracias al Sol por calentar el ambiente y por haber permitido
gozar el amanecer en el bosque de piedras más grande del Perú.
Dicen que toda comparación es una ofensa, pero en este caso se hace necesaria.
Las formaciones pétreas de la meseta de Marcahuasi, en Lima, son un jardín
infantil al lado de este bosque de piedras ubicado a sólo dos horas de recorrido
por el tramo de la carretera interoceánica que va hasta Juliaca y Puno.
Esta nueva ruta turística es complementada con otros circuitos como el “Pacucha
Ñam”, que incluye la visita a comunidades alpaqueras no sin antes contemplar el
imponente nevado Allincapac y sus vecinos Huaynacapac, Tacocapac y
Chichicapac, luego de visitar los restos arqueológicos de Pitumarca. Pero no todo
es puna y montaña en Carabaya.