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Normas secundarias
1) Normas ideales: son normas que no se refieren directamente a una acción, sino que
establecen un modelo óptimo de una clase. Por esa razón, mencionan ciertas virtudes
características dentro de una clase determinada.
2) Costumbres: son especies de hábitos que exigen regularidad en la conducta de un individuo
en las mismas circunstancias. Estas normas tienen carácter social, lo que les da presión
normativa y eso es lo que las distingue de cualquier hábito.
3) Normas morales: estas normas resultan difíciles de identificar y existen distintas
interpretaciones sobre lo que son. Aquí veremos dos interpretaciones filosóficas posibles, a
saber:
a) Teológica: para esta interpretación, las normas morales emanan de dios y, por lo
tanto, son similares a las prescripciones que vimos precedentemente.
b) Teleológica: esta interpretación considera que las normas morales son como reglas
técnicas, es decir, un camino para llegar a un determinado fin.
3) Condición de aplicación: es la circunstancia que tiene que darse para que exista la
oportunidad de realizar el contenido de la norma. Por la condición de aplicación, las
normas pueden clasificarse en las siguientes:
Categóricas: son las normas que solo suponen las condiciones para oportunidad
de realizar su contenido.
Hipotéticas: son las normas que, aparte de la condición de aplicación que
permite una oportunidad para realizar su contenido, prevén condiciones
adicionales que no se infieren de su contenido.
Componentes distintivos: no se encuentran necesariamente en otras normas.
4) Autoridad: es el agente que emite o dicta la norma. Por su autoridad, las normas se
clasifican en a) teónomas (emanan de un agente supra empírico, como, por ejemplo, de
dios), b) positivas (emanan de un ser humano), c) heterónomas (es la norma que un
agente le da a otro) y d) autónomas (es la norma que el agente se da a sí mismo). Las
normas jurídicas son positivas y heterónomas
5) Sujeto normativo: es el agente destinatario de la prescripción. Por sus sujetos, las
normas pueden clasificarse en a) particulares, esto es, cuando se dirigen a uno o a varios
sujetos determinados (es el caso de las sentencias judiciales) y b) generales, es decir,
cuando se dirigen a una clase de sujetos indeterminados por medio de una. Las
prescripciones generales, a su vez, pueden ser: 1) conjuntivamente generales, esto es,
cuando se dirigen a todos los miembros de una clase 2) disyuntivamente generales, es
decir, cuando se dirigen a uno o a varios sujetos indeterminados de una cierta clase. Las
normas jurídicas son generales
6) Ocasión: Es la localización espacial o temporal en que debe cumplirse el contenido de
la prescripción. Una norma con ocasión espacial, por ejemplo, sería aquella que
establece que está prohibido fumar en el hospital. Una norma ocasión temporal sería,
por ejemplo, una norma que disponga que, desde un plazo determinado hasta un
vencimiento, se debe pagar cierto impuesto. Las ocasiones de las prescripciones
también pueden ser: a) particulares, esto es, cuando establecen una ocasión
determinada (por ejemplo, "cierre la puerta de la calle hoy a las nueve de la noche") y
b) generales, las cuales, a su vez, pueden ser 1) conjuntivamente generales, es decir,
cuando menciona una clase de situaciones en las que puede o debe realizarse el
contenido (por ejemplo, "cierra la puerta todas las noches"), 2) disyuntivamente
generales, esto es, cuando su contenido debe realizarse en una cierta clase de ocasiones
(por ejemplo, "puedes ir al cine cualquier día de esta semana") y c) eminentemente
generales, es decir, cuando son generales respecto del sujeto y de la ocasión
Por otro lado, Bunge (1987) explica que mientras los animales inferiores solo están en el mundo,
los hombres tratan de entenderlo y “en este proceso, construyen un mundo artificial: ese
creciente cuerpo de ideas llamado ‘ciencia’ que puede caracterizarse como racional,
sistemático, exacto, verificable y por consiguiente falible”.
Según este último autor, no toda investigación científica busca un conocimiento científico
objetivo. En ese sentido, Bunge divide entre ciencias formales (o ideales) y ciencias fácticas (o
materiales). Respecto de las ciencias formales dice que:
La lógica y la matemática, por ocuparse de inventar entes formales y de
establecer relaciones entre ellos, se llaman a menudo ciencias formales,
precisamente porque sus objetos no son cosas ni procesos, sino, para emplear
el lenguaje pictórico, formas en las que se puede verter un surtido ilimitado de
contenidos, tanto fácticos como empíricos.
Con esa distinción primaria, establece que una gran diferencia entre ciencias formales y fácticas
está dada por la especie entre los enunciados que se proponen establecer: “Mientras los
enunciados formales consisten en relaciones entre signos, los enunciados de las ciencias fácticas
se refieren, en su mayoría, a entes extra científicos: a sucesos y procesos” (Bunge, 1987). Esta
división, además, tiene en cuenta el método en virtud del cual se ponen a prueba los enunciados
verificables:
Mientras las ciencias formales se contentan con la lógica para demostrar
rigurosamente sus teoremas (los que, sin embargo, pudieron haber sido
adivinados por inducción común o de otras maneras), las ciencias fácticas
necesitan más que la lógica formal: para confirmar sus conjeturas necesitan de
la observación y/o experimento. En otras palabras, las ciencias fácticas tienen
que mirar las cosas, y, siempre que les sea posible, deben procurar cambiarlas
deliberadamente para intentar descubrir en qué medida sus hipótesis se
adecuan a los hechos. (Bunge, 1987, p. 8).
Como explica Klimovsky (1997), para algunos epistemólogos “lo que resulta característico del
conocimiento que brinda la ciencia es el llamado método científico, un procedimiento que
permite obtenerlo y también, a la vez, justificarlo”
1) El conocimiento científico es fáctico: parte de los hechos, los respeta hasta cierto punto y
siempre vuelve a ello”
2) El conocimiento científico trasciende los hechos: descarta los hechos, produce nuevos y los
explica”
3) La ciencia es analítica: la investigación científica aborda problemas circunscriptos, uno a
uno, y trata de descomponerlo todo en elementos (no necesariamente últimos o siquiera
reales).
4) La investigación científica es especializada: una consecuencia del enfoque analítico de los
problemas es la especialización. No obstante, la unidad del método científico, su aplicación
depende, en gran medida, del asunto. Esto explica la multiplicidad de técnicas y la relativa
independencia de los diversos sectores de la ciencia
5) El conocimiento científico es claro y preciso: sus problemas son distintos y sus resultados
son claros. El conocimiento ordinario, en cambio, usualmente es vago e inexacto”
6) El conocimiento científico es comunicable: no es inefable, sino expresable; no es privado,
sino público. El lenguaje científico comunica información a quienquiera que haya sido
adiestrado para entenderlo
7) El conocimiento científico es verificable: debe aprobar el examen de la experiencia. A fin
de explicar un conjunto de fenómenos, el científico inventa conjeturas fundadas de alguna
manera en el saber adquirido. Sus suposiciones pueden ser cautas o audaces, simples o
complejas; en todo caso deben ser puestas a prueba
8) La investigación científica es metódica: no es errática, sino planeada. Los investigadores no
tantean en la oscuridad: saben lo que buscan y cómo encontrarlo”
9) El conocimiento científico es sistemático: una ciencia no es un agregado de informaciones
inconexas, sino un sistema de ideas conectadas lógicamente entre sí. Todo sistema de ideas
caracterizado por cierto conjunto básico (pero refutable) de hipótesis peculiares, que
procura adecuarse a una clase de hechos, es una teoría”
10) El conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales y los
enunciados particulares en esquemas amplios. El científico se ocupa del hecho singular en
la medida en que es miembro de una clase o caso de una ley; más aún, presupone que todo
hecho es clasificable y legal
11) El conocimiento científico es legal: busca leyes (de la naturaleza y de la cultura) y las aplica.
El conocimiento científico inserta los hechos singulares en pautas generales llamadas leyes
naturales o leyes sociales”
12) La ciencia es explicativa: intenta explicar los hechos en términos de leyes y las leyes en
términos de principios. Los científicos no se conforman con descripciones detalladas.
13) El conocimiento científico es predictivo: trasciende la masa de los hechos de experiencia,
imaginando cómo puede haber sido el pasado y cómo podrá ser el futuro. La predicción es,
en primer lugar, una manera eficaz de poner a prueba las hipótesis, pero también es la clave
del control y aun de la modificación del curso de los acontecimientos
14) La ciencia es abierta: no reconoce barreras a priori que limiten el conocimiento. Si un
conocimiento fáctico no es refutable en principio, entonces no pertenece a la ciencia, sino
a algún otro campo.
15) La ciencia es útil: porque busca la verdad. La ciencia es eficaz en la provisión de herramientas
para el bien y para el mal.
Explica Vernengo (1988) que conocer el derecho, normalmente, significa conocer el derecho de
un país, pero no cualquier tipo de conocimiento, sino un conocimiento que calificamos de
objetivo y que pretende la dignidad de científico: queremos lograr un conocimiento científico,
y, por ende, objetivo, de un cierto derecho positivo.
Toda ciencia debe delimitar con rigor el campo objetivo en el cual pone su atención. El campo
objetivo, ya sea el tema u objeto de una ciencia, va a determinarse en el transcurso de la
actividad científica, mediante la especificación de ciertos conjuntos finitos de notas que son
definitorias de los objetos de su dominio.
Afirma Vernengo que para que un discurso científico pueda proveer de cierta información
susceptible de verdad o falsedad este debe revestir coherencia. Un discurso científico para ser
válido o verdadero como información exige que sus enunciados sean confrontables entre sí.
En ese sentido, primero debe tenerse en cuenta que el derecho argentino es un conjunto de
normas que regulan la forma de actuar de los miembros de una sociedad (los argentinos). Con
eso en mente, la ciencia jurídica es, para Vernengo, una disciplina científica que se ocupa de
desarrollar el estudio objetivo de diversos aspectos de los sistemas normativos que se
encuentran vigentes en una sociedad y en sus grupos componentes.
Han existido distintas concepciones de la ciencia que no hacían un lugar a la jurisprudencia como
conocimiento científico. Entre ellas, la concepción racionalista (para la cual la jurisprudencia era
un arte práctico) y la positivista (para la cual la jurisprudencia permanecía apartada porque no
realizaba su trabajo sobre hechos experimentales, sino sobre proposiciones dadas e intocables
–las normas jurídicas–).
El autor habla desde una concepción moderna de ciencia. En ese sentido, sostiene que:
“las proposiciones científicas, según los modernos metodólogos, no son
proposiciones incondicionalmente verdaderas, en el sentido de que
reproduzcan por intuición (la idea) o a través de una operación experimental (el
hecho) una verdad, ideal o, de hecho, presupuesta. Sin más bien proposiciones
rigurosas”
Entonces, en este modelo, se pasa “de la verdad al rigor.” En ese sentido:
La cientificidad del discurso no consiste en la verdad, es decir, en la correspondencia del
enunciado con la realidad objetiva, sino en el rigor de su lenguaje, es decir, en la
coherencia de un enunciado con todos los demás enunciados que forman un sistema
con aquel (Bobbio, 1990)
Por ende, el valor científico en este modelo se da por el uso de un lenguaje riguroso. Aquí
podemos ver algunas notas distintivas con lo expuesto primeramente por Vernengo (quien
exigía, además, la veracidad de los enunciados).
A) Cuando todas las palabras de las proposiciones primitivas del sistema están
definidas, o sea, cuando están establecidas todas las reglas de su uso y no son
nunca usadas más que respetando tales reglas.
B) Cuando están establecidas las reglas en base a las cuales de las proposiciones
primitivas se puedan recabar proposiciones derivadas y no se usan otras reglas
fuera de las establecidas.}
Por lo tanto, aquí la ciencia es un sistema cerrado y coherente de proposiciones definidas:
mientras más coherente, es más científico. Es necesario, entonces, desde un primer momento,
la elaboración de un lenguaje científico.
En esta concepción de ciencia presentada por Bobbio, la jurisprudencia sí puede ser considerada
científica.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de ciencia jurídica? Acepciones del término.
Núñez Vaquero (2014) sostiene que “pese a ser una discusión que dura ya varios siglos… no
está claro de qué estamos hablando cuando usamos la expresión ‘ciencia jurídica’ u otras
similares”
Sin embargo, el autor sistematiza diferentes acepciones del término en virtud de posiciones que
toman distintos autores. De esta manera, por ciencia jurídica puede entenderse
Dogmática Jurídica
Explica Nino que es una modalidad de ciencia jurídica caracterizada por "ciertas actitudes
ideológicas e ideales racionales respecto del derecho positivo, por determinadas funciones que
cumple en relación a él y por ciertas técnicas de justificación de las soluciones que propone"
(Nino, 2004)
A pesar de ello, sostiene el autor, la dogmática realiza esta importante tarea de manera
encubierta, puesto que utiliza un aparato de concepción retóricamente efectivo "que cumple la
función de hacer aparecer las soluciones originales que ella propone como si derivaran de algún
modo, a veces misterioso, del derecho positivo”
Como podemos ver, Nino (2004) considera que la dogmática jurídica cumple una función
sumamente relevante, solo que no lo hace de manera abierta, sino por medio de ciertas
técnicas, cuyos resultados aspiran a tener carácter científico.
1) El modelo dogmático del legislador racional: para Nino, una de las formas en la que la
dogmática jurídica reformula al derecho positivo y lo adecua a ciertos ideales -a la vez que hace
aparecer su tarea como una descripción "que el derecho encierra en forma latente" es a través
de la atribución al legislador de ciertas propiedades de racionalidad que se encuentran muy lejos
de las propiedades de un legislador real. En ese sentido, para la dogmática jurídica, el legislador
es
un único individuo que ha dictado todas las normas que integran el ordenamiento
jurídico;
Es imperecedero, en tanto mantiene con su voluntad la validez de las normas (incluso
las dictadas por hombres que ya han muerto);
es consciente de las normas que sanciona;
es omnisciente porque conoce todas las circunstancias fácticas comprendidas por la
norma que dicta;
es operativo porque no dicta normas que carecen de aplicabilidad;
es justo porque les imputa a sus propósitos las soluciones interpretativas
axiológicamente más adecuadas;
es coherente porque su voluntad no puede contradecirse consigo misma;
es omnicomprensivo porque no deja ninguna situación jurídica sin regular;
es preciso porque su voluntad posee siempre una dirección unívoca con independencia
de las imperfecciones del lenguaje que utiliza.
La dogmática jurídica le atribuye al legislador ciertas características que no son reales. De esta
forma, sostiene Nino, los juristas dogmáticos pueden atribuirle al legislador soluciones que, en
realidad, proponen ellos mismos para, de esa manera, poder adecuar el sistema jurídico a ciertos
estándares axiológicos vigentes, cerrar lagunas, eliminar contradicciones, precisar términos
vagos, etcétera, sin que ello aparezca como una modificación del ordenamiento jurídico, sino,
antes bien, como si se tratara de una descripción del derecho vigente; en suma, como si de esa
forma realmente lo hubiese pensado el legislador.