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Don Erasmo Wong Chiang y su mujer, Angela Lu, inculcaron a sus hijos

desde pequeños el negocio familiar. Estudiaban y trabajaban. En los


ochentas, la familia trocó la bodega tipo delicatessen en un supermercado en
el miraflorino Óvalo Gutiérrez, pero manteniendo la atención cálida y casera.
Wong nadó contra la corriente. Mientras se popularizaba el concepto del
supermercado-autoservicio, decidió mantenerse junto al cliente. Durante las
peores épocas del terrorismo publicaron unos sencillos stickers
promocionales. Optimismo, podía leerse en ellos. En los noventas, siguieron
como el salmón: abrieron grandes tiendas mientras otras desaparecían. En
CARETAS 1258, el reportaje ¿Y Cómo lo Hace? expresaba sorpresa ante la
patente expansión de la ya famosa cadena de supermercados. Era abril del
93, y aún los almacenes y tiendas de larga data como Todos, Monterrey,
Oechsle y Saga sufrían afrontando la recesión.

Para Ben Schneider, consultor en temas de negocios y autor del


libro Resilience. Cómo construir empresas exitosas en contextos de
inestabilidad, Wong transformó un negocio de autoservicio impersonal en
uno único. Schneider afirma que la escuela de negocios de la Universidad de
Thunderbird (Arizona) investigó el caso, y concluyó que no hay un
equivalente en calidad de servicio y atención en todos los Estados Unidos.
En términos Wong, es ‘clientizar a la empresa’: la actitud siempre debía
exceder las expectativas del cliente. Al parecer, el cliente limeño es muy
exigente, engreído. Prefieren el trato personalizado al ‘hazlo tú mismo’ de los
autoservicios.

A partir de esa particular forma de atender al cliente, la filosofía de la


empresa se expandió a través de otros aportes, como la entrega de paquetes
al auto sin recibir propina o el no cobrar por las bolsas. Luego, el lustrado de
zapatos gratis, valet parking, guardería, comida preparada, lavandería,
panadería, farmacia y boletería (Teleticket). Pero sobre todo eventos como
el Hallowong y –muy especialmente– el Corso de Fiestas Patrias, con ya 20
años de duración. El Corso es un evento turístico según el Ministerio de
Comercio Exterior y Turismo (sólo se interrumpió en el 92 por el atentado en
Tarata). En el libroMirando la esfera pública desde la cultura en el Perú, el
antropólogo Pablo Ortemberg se despacha sobre su dimensión preformativa.
Para Ortemberg, el Corso miraflorino se equipara a la Parada Militar de 28.
Llama su atención los “colaboradores” (jerga Wong para llamar a los
trabajadores), la mayoría vestidos de chalanes. “(En tiempos de Sendero
Luminoso, Wong) representaba ingresar a un espacio de orden y seguridad,
un paraíso artificial donde todo funcionaba”, dicen los entrevistados en el
libro. La estética del Corso, según el autor, es un cóctel de tradiciones en la
lógica del bricoleur, un collage de mitos según definiciones de Lévi-Strauss.

El Corso continúa. Las 43 tiendas que operan bajo la marca Wong, también:
12 supermercados, 11 Metro y 11 hipermercados Metro, 7 almacenes Eco, 2
tiendas American Outlet y, además, el Centro Comercial Plaza Lima Sur en
Chorrillos. Próximamente, inaugurará Plaza Lima Norte. En julio del 2005, la
cadena de supermercados cambió el E. Wong por Wong a secas. La E aludía
a los hijos Erasmo, Edgardo, Efraín, Eric y Eduardo (su hija se llama Suzette).
Y al fundador, Erasmo, por supuesto

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