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LA LITERATURA
GRIEGA: épica, lírica,
dramaturgia y novela.
MARÍA GÓMEZ
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La Ilíada
Homero
Editorial Gredos, Barcelona, 2008
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sabemos nada de su perdido lenguaje, no podemos afirma que fue así. También
es creíble que se trate de una invención griega basada en el sistema
indoeuropeo de la cantidad, adaptándose al genio de la lengua griega para
cambiar su tempo y equilibrio interior, adecuándose de esta forma a una gran
variedad de sentimientos.
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cómo actúan y lo que son. Pero no olvidemos que, finalmente, el anciano padre
de Héctor conmueve al héroe que le devuelve el cadáver de su hijo. Así, el
poema acaba con una nota de generosidad dentro del estilo heroico más
depurado. La historia que comenzó con la explosión de su ira, termina con el
apaciguamiento de ésta. Aquiles adquiere en ese momento de compasión una
grandeza que revela toda la talla de su naturaleza heroica y expresa muy bien la
profunda visión humanista de Homero.
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La Odisea
Homero
Editorial Gredos, Madrid, 1982
Cantos V-XIII (los viajes de Odiseo): En el canto V la acción salta hasta Odiseo,
quien se halla en Ogigia, retenido junto a Calipso por culpa de la oposición de
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Posidón a su regreso. Cuando se autoriza su partida de Ogigia, Odiseo llega
(VI) hasta Nausícaa y los feacios (en Esqueria). Allí, en la corte de Alcínoo,
propone un extenso relato (cantos IX – XII) de sus aventuras tras la captura de
Troya: lotófagos, cíclopes, lestrígones, Circe, el descenso al Hades, sirenas, la ira
del Sol…
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y Menéalo; el de las fabulosas aventuras marinas, relatadas por el propio
protagonista; y el de la isla de Ítaca, donde Penélope espera el regreso de su
marido asediada por sus pretendientes), se abre a otros horizontes más
fantasiosos, más costumbristas, más novelescos. Relata las aventuras por mar y
por tierra de ese protagonista que es Odiseo, un personaje mucho más humano
y mucho más moderno. Como en el tratamiento que vimos de Aquiles, Homero
se aparta de la brutalidad de la leyenda primitiva para llegar a algo que encarna
su noción de lo que debe ser un héroe. El honor de Odiseo es ofendido por los
pretendientes, pero cuando les mata, hay algo más en juego que el honor. Se
trata del triunfo del genuino ideal heroico de la hombría sobre una vil
corrupción del mismo.
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Himno a Afrodita
Safo de Lesbos
Alianza Editorial, Madrid, 2000
Los fragmentos de sus poemas que han llegado a nuestros días indican que
Safo enseñó su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una
estrecha relación y para las que componía sus odas nupciales cuando la
abandonaban para casarse. Cuentan también, que allí aprendían a recitar
poesía y a confeccionar coronas de flores… A través de sus poemas, son
muchos los que deducen que Safo se enamoró en ocasiones de sus discípulas y
que mantuvo probablemente relaciones con muchas de ellas. Todo esto la
convirtió en una abanderada del amor entre mujeres y fue a mediados del
siglo VI a. C., cuando el poeta Anacreonte introduce la idea de que Safo sentía
un amor sexual por aquellas mujeres, dando lugar a los términos de
lesbianismo y safismo, que hoy en día, aluden a la homosexualidad femenina.
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la estrofa sáfica. Sabemos además, que hace unos años se descubrió un papiro
con nuevos fragmentos de algunos poemas.
Frente a la épica, la lírica nos habla del presente, de la vida cotidiana, del
tiempo que no se detiene, del amor que conmueve, del destino que amaga y de
la muerte que acecha. Frente al anonimato del aedo, ahora los poetas se lanzan
a hablarnos de sí mismos y de sus mundos. Siendo esto así, hallamos en Safo
una sensibilidad femenina en la evocación de las cosas y de los ambientes, con
las palabras justas y los adjetivos de color, con aromas, anhelos y añoranzas, y
como no, con ruegos a la diosa del amor, otorgándoles una musicalidad y un
tono muy personales. Concretamente, el Himno a Afrodita es un buen ejemplo
de lo que venimos diciendo. Porque su fuente de inspiración era el amor, y lo
trató con la convicción, agradecida e incuestionable, de que el amor procedía
de Afrodita. Y este poema deja ver en qué términos de intimidad se hallaba
con ella. Afrodita representa la fuerza que daba inspiración a su vida, y Safo la
ve como la autora de lo más mágico y lo más dulce que hay en ella. Cuando la
invita a tomar parte en una ceremonia entre manzanos junto a la corriente de
un arroyo, tiene la certeza de que va a acudir. Y es esta creencia la que irradia
un resplandor celestial a las pasiones de Safo. Al dejarse llevar por ellas, siente
que obedece a una voluntad divina, y que en el sometimiento radicaba el
secreto de su inspiración, y sería en su canto, donde Safo encontraría consuelo.
Porque para ella, todo amor era la prolongación del yo en otro ser, y cuando lo
perdía, se sentía vacía y casi muerta.
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Fue, sin lugar a dudas, una mujer auténtica, sabedora, de no ser como las
demás mujeres. Hizo algo que nadie pudo hacer posteriormente, y aunque la
lírica griega floreció y se amplió después, no pudo competir con ella, sino que
buscaría otros caminos y otros métodos para hablar de esa especie de fuerzas
inconmensurables con las que los dioses llenan los corazones de los hombres.
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La bruja enamorada, Idilio II,
Teócrito de Siracusa
Alianza Editorial, Madrid, 2000
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diferentes: el XI cuenta el amor de Polifemo por la hermosa Galatea; el gusto
por el costumbrismo lo encontramos en el XV…
Muchos dicen, que precisamente su obra maestra es este idilio II, un monólogo
dramático, tenso, en el que una mujer lleva a cabo un rito mágico para
recuperar al amante que la ha abandonado. Mientras hace girar la rueca mágica
para ganarlo de nuevo y mientras funde una imagen suya de cera, para que se
consuma de amor por ella, cuenta su historia y sus penas. Teócrito cala con
plena comprensión en su angustia, en sus cavilaciones, en su intención
despiadada. Ama y aborrece a la vez a su hombre, quiere a la vez su regreso y
su ruina. La primera parte del poema se centra especialmente en el rito mágico,
cuya detallada descripción va enmarcando el estribillo: “Mágica rueda, arrastra
a mi casa a mi hombre”; y la segunda parte, cuenta el caso de la joven como una
secreta confidencia a la luna: “Entérate de dónde vino mi amor, Luna
venerable”.
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Lisístrata
Aristófanes
Ediciones Clásicas, Madrid, 2008
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contemporáneos y subraya su punto de vista. Nunca perdió nada de su
brillantez, ni de su religiosidad, pero sí orientaría su talento hacia rumbos
nuevos y sorprendentes. En el 411 a. C., representaba Lisístrata. El argumento se
centra en la negativa de las mujeres de Atenas y Esparta a dormir con sus
maridos hasta que no se hiciera la paz. Toman esta decisión con cierta rebeldía
cómica, pero, una vez que la han tomado, se muestran firmes, y su decisión da
resultados. Los maridos se hallan tan deseosos de sus esposas que se han
puesto, maliciosa y provocativamente, sus mejores ropas y adornos, que no
pueden pasarse sin ellas y acuerdan la paz. La pieza termina con dos coros, uno
de mujeres atenienses y otro de mujeres espartanas, que entonan cantos de
júbilo y alegría.
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personajes representaran diferentes tipos de carácter. Si se ocupó de problemas
del presente, lo hizo con la carcajada como arma y con la risa como meta.
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Edipo Rey
Sófocles
Editorial Gredos, Madrid, 1998
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impide verla cuando Tiresias se la indica. Al final los hechos concluyen
inevitablemente en él, y se da cuenta entonces de quién es y de que toda su vida
ha sido un engaño. Sobre este trasfondo de ignorancia, el autor coloca a la
humanidad en sus relaciones con los dioses, y a él ajusta su arte.
Con respecto a sus personajes, Sófocles revela sus características a través de las
situaciones, las personalidades están establecidas de antemano por la leyenda, y
siempre son presentados a grandes rasgos. Edipo es un buen rey, un hombre de
acción, previsor, decidido, y dispuesto a hacer todo aquello que le pide su
pueblo. Sólo un hombre así podría resolver el enigma de la esfinge y ser
nombrado rey de Tebas. Pero su terrible destino es precisamente que todo esto,
le impide descubrir la verdad, haciéndola más dura cuando se sabe. Es esta
adecuación de las situaciones y de los destinos lo que da realismo a los
personajes de Sófocles. A su manera, están muy esquematizados, pero eso no
afecta la realidad que tienen en su propio mundo: podemos ver por qué obran,
cómo obran, y formar sobre ellos nuestros propios sentimientos y nuestros
propios juicios.
El autor muestra a sus protagonistas con imparcialidad, sin dividirlos en malos
y buenos. Si sus villanos más transparentes tienen cualidades que les redimen,
sus criaturas más atrayentes tienen rasgos de debilidad. En el Edipo rey, desde
un principio Edipo ha cumplido su destino de matar a su padre y de casarse
con su madre, y puesto que esto lo convierte en un ser aborrecible ante los
dioses, colabora en los designios de éstos cegándose a sí mismo. A pesar de ser
los dioses quienes gobiernan la acción, no los tenemos en cuenta a la hora de
juzgar a los personajes humanos. El enorme abismo que hay entre los
pensamientos de los dioses y los de los hombres es precisamente lo que hace de
Edipo una figura tan conmovedora e inquietante.
Como decíamos al principio, a nuestro autor se le considera a menudo como un
ejemplo de despego clásico, de sublime distanciamiento, que confirmaría esas
anécdotas que lo describen como un hombre feliz y contento. Pero esto, poco
tendría que ver con su arte. Sófocles tiene sus momentos de pathos, pero lo que
refleja un sus obras es algo menos reconfortante. Desea dejar claro qué es el
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sufrimiento. Su mundo es a veces brutal en sus acontecimientos y en sus
actitudes. Los atenienses vivían rodeados de violencia y de muerte, y uno de los
propósitos de la tragedia era precisamente conseguir que la gente los viera sin
abatirse y los aceptase. Cuanto más violenta es la prueba a la que somete al
hombre, mayor es la oportunidad que tiene de mostrar su genuina naturaleza.
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Dafnis y Cloe
Longo de Lesbos
Editorial Gredos, Madrid, 1997
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excepcionales, por su belleza absoluta y su independencia con respecto a las
modas. Es posible. El autor logra que el lector actual se introduzca en aquel
mundo perdido en el que los jóvenes se bañaban desnudos en el río sin pudor y
en el que las personas no se contorsionaban con ritmos frenéticos sino con el
sonido y la armonía de los cuerpos celestes, o como mucho, con la música que
surge de una pastoril siringa.
Su desarrollo está dividido en doce secciones, a su vez subdividida en pequeñas
escenas. Dentro de este singular esquema, en algunos momentos, la acción de
los dos protagonistas se mueve paralelamente. Su tono intemporal parece
situarnos durante la época de las póleis autónomas. Su innovación es la extrema
sencillez de su argumento. Su situación es esencialmente estática con la
importancia concedida al amor, a la naturaleza, a la religión y a la música. Su
tema de fondo, la representación de los poderes y de los misterios de amor. El
erotismo, es el centro de la novela y el núcleo, la pasión inocente de dos
adolescentes. Pero este erotismo y esta sensualidad, paradójicamente no están
reñidos con la moral. Para nuestro autor el erotismo es otra dimensión de la
naturaleza. Y la naturaleza es un marco idealizado y utópico. La flora y la fauna
aparecen integradas en la vida de los protagonistas. Por lo que no se limita a
adoptar un idealismo bucólico sino que además, lo impregna con cierta
religiosidad. La cuestión de dónde termina el arte y dónde comienza la
religiosidad, es que es precisamente bajo la tutela de Eros con el que nos
iniciamos en el amor. Un dios omnipresente, cosmogónico y todopoderoso.
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