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El carácter del hombre en la familia

(con los hijos)

Hoy vamos a considerar por qué es importante que los padres –tanto los ancianos como
todos los cristianos– guíen a sus familias de una manera que honre a Dios.

En 1 Timoteo 3:4-5 leemos: “(Un anciano) gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos
sujetos con toda dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa,
¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?)”. Pablo le dice a Tito de la misma manera que a
los ancianos: que “tenga hijos creyentes, no acusados de disolución ni de rebeldía”. (Tito
1:5-6). Entonces, ¿qué significa esto y por qué es tan importante?

Simplemente significa que el liderazgo del hombre dentro del hogar demuestra su
capacidad para dirigir dentro de la iglesia. Por el contrario, su incapacidad para liderar
dentro del hogar demuestra su incapacidad para liderar dentro de la iglesia. Por esta
razón, la casa en lugar de la oficina o el aula es el campo de pruebas donde confirma la
capacidad de liderazgo de un hombre. ¿Por qué? Como lo explica Alexander Strauch:
“Dirigir la iglesia local se parece más a dirigir una familia que a dirigir una empresa o un
país. Un hombre puede ser un empresario exitoso, un funcionario público capaz, un
brillante gerente de oficina o un líder militar de alto rango, pero puede ser un terrible
anciano de una iglesia o padre de familia. Por lo tanto, la capacidad de un hombre para
supervisar su hogar también es un prerrequisito para la supervisión de la familia de Dios”.

Pero, ¿qué significa entonces para un hombre administrar bien su casa? John Piper ofrece
una traducción alternativa del griego que ilumina bastante el asunto: “líder de una casa
bien ordenada”. Él explica que, “debe tener hijos sumisos. Esto no quiere decir perfectos,
pero sí quiere decir bien disciplinados, que no hacen caso omiso de las instrucciones de
sus padres de manera abierta y regular. Los hijos deben honrar a sus padres y él debe ser
un líder espiritual amoroso y responsable en el hogar”.

Una vez más, si un hombre no puede conducir con ternura y amar sacrificialmente a su
propia familia, no debe dársele el privilegio y la responsabilidad de liderazgo en la iglesia.
Si no puede destacarse en uno, no va a destacarse en el otro. Así que, si un hombre tiene
familia, todo el proceso de evaluación de él como candidato para ser anciano debe
implicar observar de cerca su casa. Thabiti Anyabwile advierte de “hombres que podrían
estar demasiado preocupados con los asuntos de la iglesia y ocuparse muy poco de lo que
está pasando bajo su propio techo. Uno piensa en el reproche precipitado y equivocado de
Eli en cuanto a Ana mientras ella oraba, al mismo tiempo que era descuidado en la
responsabilidad para con sus hijos rebeldes (1 Samuel 1-2). Un anciano atiende los
asuntos de su casa”.

¿Y qué acerca de la gran pregunta sobre lo que significa que los hijos sean creyentes? Se
trata de un texto complicado que ha sido objeto de mucha discusión, pero me encuentro
en un acuerdo sustancial con el hábil manejo que Justin Taylor hace del pasaje. Señala que
la palabra traducida como “creyentes”, –como en “que tenga hijos creyentes”– puede ser
traducida como “fiel”. Esta traducción permite al texto complementarse muy bien con 1
Timoteo 3:4, con su énfasis en el control, la obediencia y la sumisión. Él concluye: “Lo que
no debe caracterizar a los hijos de un anciano es la inmoralidad y la rebeldía
indisciplinada si los hijos están aún viviendo en su casa y bajo su autoridad”.

Ahora bien, ¿qué pasa con los padres cristianos que no son ancianos? ¿Cómo honramos el
texto, incluso en la medida que ampliamos su aplicación? Pues bien, estas otras personas
también deben exhibir la habilidad y la piedad en sus relaciones familiares. Ellos, también
deben tratar de ser ejemplares. Los padres deben dirigir y enseñar amorosamente a sus
hijos, las madres deben cuidar a sus hijos con alegría, ejercitando paciencia y una
autoridad amorosa sobre ellos. Pablo escribe: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a
vuestros hijos, sino criadlos en la disciplina e instrucción del Señor” (Efesios 6:4; ver
también Génesis 18:19; Salmo 78:4; 2 Timoteo 3:15). En la Shemá, Dios a través de
Moisés le dice a los hijos de Israel, tanto a hombres como mujeres: “Y estas palabras que
yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón y diligentemente las enseñarás a tus hijos”
(Deuteronomio 6:6-7; ver también Deuteronomio 4:9; 11:19).

Del mismo modo, los Proverbios describen repetidamente la importancia de disciplinar a


los hijos. “El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; mas el que lo ama, desde temprano
lo corrige” (Proverbios 13:24; ver también Proverbios 19:18; 22:15; 23:13-
14; 29:15, 17). Una gran cantidad de pasajes narrativos muestran el peligro de descuidar
tal atención y disciplina. El autor de Hebreos hace hincapié en la importancia de
disciplinar a los hijos como una expresión de amor hacia ellos. Él pregunta: “¿qué hijo es
aquél a quien su padre no disciplina?” (Hebreos 10:7). De hecho, Dios “nos disciplina
para nuestro bien, para que participemos de su santidad” (versículo 10; véase Hebreos
10:3-11 para el contexto).

Las mujeres desempeñan un papel específico y vital en la familia. Pablo instruye a Tito,
“Asimismo, las ancianas deben ser reverentes en su conducta: no calumniadoras ni
esclavas de mucho vino, que enseñen lo bueno, que enseñen a las jóvenes a que amen a
sus maridos, a que amen a sus hijos, a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar,
amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” (Tito 2:3-
5). Una vez más, Pablo escribe: “Por tanto, quiero que las viudas más jóvenes se casen,
que tengan hijos, que cuiden su casa y no den al adversario ocasión de reproche” (1
Timoteo 5:14).

De principio a fin la Biblia coloca a todos los padres bajo la responsabilidad de enseñar y
formar a los hijos y de esa manera de ejercer el cuidado y la amorosa supervisión sobre
ellos.

Auto-evaluación

Entonces, ¿qué en cuanto a ti? Te animo a reflexionar sobre estas preguntas a


continuación para ver cómo puedes crecer en tu liderazgo en el hogar:

 ¿Estás buscando formas de mejorar en la manera que enseñas y disciplinas a tu


familia?
 Cuando tu familia está expuesta públicamente, ¿están tus hijos fuera de control,
o siguen por lo general tu ejemplo y responden a tu corrección?
 ¿Puedes hablar del estado espiritual de tus hijos? ¿Conoces la condición de sus
almas? ¿Oras por ellos de manera específica?
 Padres, ¿dirigen a sus familias espiritualmente? ¿Son los devocionales
familiares parte de su rutina? Madres, ¿enseñan y entrenan a sus hijos? ¿Oran
con ellos y los disciplinan con amor?

Puntos de oración

Nuestro Padre celestial anhela ayudar a los padres terrenales (y, por supuesto, a las
madres). Considera la posibilidad de orar de esta manera en la medida que buscas con
humildad y denuedo ser un buen padre de familia:

 Oro para que hagas de mí un líder fiel y paciente en mi casa.


 Oro para que me ayudes a mostrar a mis hijos que los quiero, tanto de una
manera firme como de una manera tierna.
 Oro para que pueda mostrar el Evangelio en la forma en que amo, dirijo y cuido
de mis hijos.
 Oro para que pueda tener una comprensión más profunda de lo que significa
que Dios es mi Padre y que así pueda imitarlo en la forma en que cuido de mis
hijos.

(con su esposa)

Dios creó la familia y sólo habrá bendición si cada miembro desempeña su papel de
acuerdo a la Voluntad de Dios, no diciéndose el uno al otro lo que Dios le demanda, sino
velando por lo propio.

Lo que la palabra de Dios NO quiere decir


Colosenses 3:19; Efesios 5:25-33; 1 Pedro 3:7
 Recuerde que su esposa es su compañera y no su propiedad.
 El hombre debe entender que “Son una sola carne”, si no trata bien a su esposa, en
realidad se hace mal a sí mismo.
 No menosprecie a su esposa.
 El amor no es sólo un sentimiento, sino una serie de conductas.
 No busque su propia comodidad.
 El hombre que es egocéntrico, no trata a su esposa como “coheredera de la gracia
divina” y por ende se sale de la Voluntad de Dios.
 No mida a su esposa desde el punto de vista masculino, acéptela como Dios la hizo.
 No deje sobre su esposa toda la responsabilidad de instruir a los hijos en el camino del
Señor. Deben hacerlo juntos.
 No piense que sus asuntos, no son asuntos de su esposa.

Lo que la palabra de Dios SÍ quiere decir


 Los esposos deben rendir sus vidas a Jesús de tal manera que su familia
encuentre a Cristo en él, por su ejemplo, no por coerción.

 Los esposos cristianos deberían entregar su vida en servicio amoroso a su esposa


para que la sumisión de ella se dé voluntariamente "Esposos, amen a sus
esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella" Efesios 5:25.

 Dé un paso a la vez para llegar a ser un esposo piadoso, en el camino a la


humildad y la bendición.
 Mantenga el amor de su esposa de la misma manera que lo ganó.
 Coopere con su esposa en establecer la disciplina familiar.
 Ejerza su autoridad con firmeza pero con amor, no con autoritarismo.
 Tome la responsabilidad sacerdotal y edifique el hogar como tarea primordial.
 Llegue a su casa con jovialidad.
 Recuerde que su hogar debe mantenerse santo.
 Ame a su esposa como Cristo amó a su iglesia.
 Sea amable con su esposa, respetando su femineidad, no sea áspero.
 Trátela como vaso frágil. Es frágil emocionalmente, es más sensible, no es débil,
sino que es un atributo que Dios le dio para ejercer su rol de madre.
 Escúchela con atención cuando ella habla.
 La mujer que se siente amada y comprendida, rara vez reflejará rebeldía.
 Tome tiempo para dialogar con ella, saber qué piensa, qué siente.
 Aprecie el esfuerzo de su esposa y manifestarle cariño y comprensión. Ello
renovará sus fuerzas al sentirse apoyada.
 Se consigue muchísimo más con un beso que con órdenes y críticas.
 Provea un sustento digno y cubrir a su familia con fe, oración y amor.
 Sea más comunicativo con los hijos, es importante saber qué sienten o que
piensan.
 Como cabeza es responsable de la familia, es la autoridad principal no la única.
 Es colaborador de Dios.
 Debe estar bajo la autoridad de Cristo "Ahora bien, quiero que entiendan que
Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la
mujer y Dios es cabeza de Cristo" 1Corintios 11:3.
 No debe anular a la mujer, debe sí importarle su opinión y valorar la ayuda que
Dios le dio.

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