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Los que tergiversan las

escrituras (2 Pedro 3,15-16)


Considerad el que el Señor esté
dispuesto a esperar como una
oportunidad para la salvación, como
nuestro querido hermano Pablo os ha
escrito con la sabiduría que se le ha
concedido, y como dice en todas sus
cartas cuando toca este tema, cartas
que contienen algunas cosas difíciles de
entender, que tergiversan los que no
tienen conocimiento ni un firme
cimiento en su fe, como lo hacen
también con el resto de las Escrituras,
para su propia destrucción.
Pedro cita aquí a Pablo aludiendo a que
enseñaba las mismas cosas que él
mismo. Puede ser que la cita se refiera a
que Pablo estaba de acuerdo en que una
vida piadosa y santa es necesaria a la
vista de la proximidad de la Segunda
Venida del Señor. Pero más
probablemente cita a Pablo, que estaba
de acuerdo en que el que Dios retuviera
Su mano no se debía considerar como
indiferencia de parte de Dios, sino como
oportunidad para arrepentirse y aceptar
a Jesucristo. Pablo habla d¿› los que
rechazan las riquezas de la bondad y la
paciencia de Dios, olvidando que Su
amabilidad tiene el propósito de
conducirnos al arrepentimiento
(Romanos 2:4). Más de una vez, Pablo
hace hincapié en la tolerancia y la
paciencia de Dios (Romanos 3:25; 9:22).
Pedro y Pablo estaban de acuerdo en
que el hecho de que Dios contenga Su
mano no se debe usar nunca como una
excusa para pecar, sino siempre como
una invitación al arrepentimiento y una
oportunidad para la enmienda.
Por su referencia a Pablo, con cierto
tono de crítica, éste es uno de los
pasajes más intrigantes del Nuevo
Testamento. Fue este pasaje lo que hizo
que Juan Calvino estuviera seguro de
que Pedro no escribió Segunda de
Pedro, porque dice que Pedro nunca
habría hablado así de Pablo. ¿Qué
podemos aprender de todo esto?
(i) Aprendemos que por entonces las
cartas de Pablo se conocían y usaban en
toda la Iglesia. Se hace referencia a ellas
de una manera que deja claro que se
habían coleccionado y publicado, y que
estaban disponibles y se leían
ampliamente. Estamos bastante seguros
de que fue hacia el año 90 d.C. cuando
se recogieron y publicaron en Éfeso las
cartas de Pablo. Esto quiere decir que
Segunda de Pedro no puede haberse
escrito antes y, por lo tanto, no puede
ser obra de Pedro, que sufrió el martirio
a mediados de los años sesenta del
primer siglo:
(ii) Nos dice que las cartas de Pablo se
consideraban Escritura. Los que
estaban causando problemas las
tergiversaban de la misma manera que
hacían con las otras Escrituras.
También esto contribuye a demostrar
que Segunda de Pedro debe de haber
surgido en un tiempo más avanzado de
la historia de la Iglesia Primitiva,
porque requeriría varias generaciones el
que las cartas de Pablo se colocaran al
mismo nivel que› las Escrituras del
Antiguo Testamento.
(iii) Es un poco difícil determinar con
precisión la actitud a Pablo que refleja
este pasaje. Escribía «con la sabiduría
que se le había dado.» ¡Bigg dice
claramente que esta frase se puede
tomar lo mismo como una
recomendación que como una
advertencia! La verdad es que Pablo
sufrió la suerte de todos los hombres
extraordinarios. Tuvo y tiene sus
críticos. Sufrió la suerte de todos los
que se enfrentan sin miedo con la
verdad y sin miedo la declaran. Algunos
le consideraban grande pero peligroso.
(iv) Hay cosas en las cartas de Pablo
que son difíciles de entender y que los
ignorantes tergiversan para su propia
ruina. La palabra que usa para difíciles
de entender es dysnóétos, que se usaba
de los pronunciamientos de los
oráculos.
Éstos eran a menudo ambiguos.
Tenemos el ejemplo clásico del rey que
estaba a punto de ir a la guerra y que
consultó al oráculo -en Delfos y recibió
esta respuesta: « Si vas a la guerra,
destruirás una gran nación.» Él la tomó
como una profecía de que destruiría a
sus enemigos; pero lo que sucedió fue
que sufrió tal derrota que su propio país
quedó destruido. Esto era típico de la
peligrosa ambigüedad de los antiguos
oráculos. Esa es la palabra que usa
Pedro refiriéndose a los escritos de
Pablo. Hay en ellos cosas que son tan
difíciles de entender como los antiguos
pronunciamientos de un oráculo. No
sólo, dice Pedro, hay cosas en la escritos
de Pablo que son difíciles de entender;
también hay cosas que uno puede
tergiversar para su propia destrucción.
Tres cosas acuden inmediatamente a
nuestra mente. La doctrina de Pablo de
la gracia se tergiversó convirtiéndola en
una excusa y aún razón para pecar
(Romanos 6). La doctrina de Pablo
sobre la libertad cristiana fue
tergiversada convirtiéndola en una
excusa para un libertinaje que no tenía
nada de cristiano (Gálatas 5:13). La
doctrina de Pablo de la justificación por
la fe fue tergiversada para demostrar
que la acción cristiana no tenía ninguna
importancia, como vemos en Santiago
(2:14-26).
G. K. Chesterton dijo una vez que la
ortodoxia era como andar entre riscos:
Un paso hacia cualquiera de los lados
provocaría un desastre. Jesús es. ; Dios y
– hombre; Dios es amor y santidad; el
Cristianismo es gracia y. moralidad; el
cristiano vive en este mundo y también
en el mundo de la eternidad. El exagerar
cualquier lado en estas verdades dobles
produce una herejía destructiva. Una de
las cosas más trágicas de la vida es
tergiversar la verdad cristiana y la
Sagrada Escritura convirtiéndolas en
una excusa y aún razón para hacer lo
que se quiere en lugar de tomarlas como
guías para hacer lo que Dios quiere que
hagamos.

EVITANDO CAER EN EL
ERROR
Pedro está llegando al final de su carta.
Es ya lo último que le queda por decir a
sus lectores. Terminando el tema de
este cap.3 (la certeza de la 2ª venida del
Señor), les ha mostrado que deben
plantear sus vidas en función de esa
certeza; dicho de otro modo, puesto que
es seguro que Cristo viene, deben vivir
de forma que el Señor no les pille
desprevenidos sino por el contrario,
preparados, esperándole y viviendo
vidas santas y piadosas. Pero hay algo
más. Como ya ha hablado del peligro de
los falsos maestros y de los burladores
ignorantes, se despide advirtiéndoles
nuevamente del peligro y diciendo
cómo pueden evitarlo.
Vs.15-16. “Y tened entendido que la
paciencia de nuestro Señor es para
salvación; como también nuestro
amado hermano Pablo, según la
sabiduría que le ha sido dada, os ha
escrito, casi en todas sus epístolas,
hablando en ellas de estas cosas; entre
las cuales hay algunas difíciles de
entender, las cuales los indoctos e
inconstantes tuercen, como también las
otras Escrituras, para su propia
perdición”.
Retoma e insiste en lo que ya ha dicho
en el v.9. El “retardo” de la promesa del
regreso del Señor no se debe ni a
imprevistos ni a incapacidad por parte
de Dios para cumplir Sus promesas.
Dios tiene un propósito en todo lo que
hace y, en este caso, ese propósito es
para salvación. Todavía es el día de
salvación para los hombres y mujeres
impíos del v.7, como también hubo años
de paciencia y oportunidad en los días
en que Noé construía el arca.
Como dijo en el v.8, los creyentes no
debemos ignorar esto. Debemos
entender bien el porqué de Dios en esta
“aparente demora”. No debemos ser
ignorantes (como los del v.5) sino
“entendidos” (Ef.5:17).
Ya lo vimos en la Introducción. La
mención a Pablo y sus cartas ha sido
usada como argumento en contra de
que el apóstol Pedro escribiera esta 2ª
carta (1. Porque las cartas de Pablo se
recopilaron años después de la muerte
de ambos y se les dio categoría de
Escrituras; 2. Por las disensiones entre
ambos).
Aunque ya rebatimos esos argumentos,
mencionaremos algunas cosas al
respecto conforme vamos meditando en
estos dos vers.
Pedro llama a Pablo “nuestro amado
hermano”. Ambos eran apóstoles y
Pedro había reconocido que Pablo había
sido enviado por el Señor a los gentiles
(Gál.1:18; 2:6-9). Aunque luego fue
reprendido públicamente por Pablo
(Gál.2:11-16), no es extraño que en un
apóstol ya anciano, madurado por la
obra del Espíritu Santo haya habido
perdón y reconciliación siguiendo las
enseñanzas del Maestro en Mt.18:21-22
(fue Pedro quien preguntó).
Encontramos una frase importante: “la
sabiduría que le ha sidodada”. Es cierto
que Pablo era un hombre cultivado e
instruido. Había tenido oportunidad de
aprender con el gran maestro Gamaliel
(Hch.22:3; comp. Hch.5:34-39).
Conocía las lenguas griega y latina
(aparte del hebreo) y los dichos de los
filósofos de su época (Hch.17:28; Tito
1:12). Sin embargo, Pedro nos recuerda
que todo –también la sabiduría- nos ha
sido dado (1ª Cor.1:5; 2:7).
No sabemos a qué epístolas se refiere
Pedro, pero sí es evidente que conocía
algunas y había tenido la oportunidad
de leerlas. Y ambos tratan asuntos y
doctrinas comunes. Ya lo hemos visto
en esta serie de estudios; en muchas
ocasiones, citamos textos de las
epístolas de Pablo que dicen lo mismo.
En este caso, por el contexto, Pedro se
refiere al asunto que está tratando de la
2ª venida de Cristo y de la paciencia de
Dios en la demora (por ejemplo,
Ro.2:4).
Es cierto que encontramos en las
Escrituras cosas que nos cuesta
entender. Tenemos el recurso de la
oración y el Espíritu Santo (Stgo.1:5;
Ef.1:1). Ver también Lecciones para mi
Vida.
Siempre ha habido, y siempre habrá,
personas que se burlen y que
cuestionen las palabras de la Biblia;
quienes usen los textos
incorrectamente y “les hagan decir” lo
que no dicen. A éstos, Pedro les califica
de dos formas:
a) Indoctos. (También traducido por
“ignorantes”.V5). Unos de forma
voluntaria y otros porque no han sido
instruidos (Jn.3:9-10).
b) Inconstantes. Son personas que
cambian de opinión con facilidad.
Unos y otros se caracterizan por
“torcer” las Escrituras; no sólo los
escritos de Pablo sino también las otras
Escrituras (el AT). Vemos, por ejemplo,
la Doctrina de la Gracia (Ro.6) y la
Doctrina de la Libertad Cristiana
(Gál.5:13. Comp. 1ª P.2:16). El fin de los
que tuercen las Escrituras es: su propia
perdición.
Como ya vimos en 3:2, Pedro vuelve a
poner en el mismo nivel las Escrituras
del AT y los escritos de los apóstoles y
lo que para nosotros es el NT. En el
caso de Pablo, Pedro reconoce que el
mismo que le inspira a él al escribir es el
que inspira a Pablo: el Espíritu Santo
(1:21).
RECOMIENDA LOS ESCRITOS DE
PABLO
Pablo en sus escritos también habló de
“estas cosas” (con excepción de los
cielos nuevos y la tierra nueva). Por lo
tanto, Pedro hace referencia a los
escritos de Pablo para fortalecer sus
propios escritos, especialmente en lo
referente al juicio gubernamental y
disciplinario que Dios ejerce sobre los
creyentes. Pablo también recalca
claramente y repetidas veces este
asunto en sus escritos (1 Co. 11:30-32;
He. 12:5-11; 2:3; 4:1; 6:8;10:27-31, 39;
12:29; 1 Co. 3:13-15; 4:4-5; 2 Co. 5:10; Ro.
14:10). Ésta debe de ser la razónpor la
cual Pedro recomienda los escritos de
Pablo.
¡Cuánta belleza y excelencia hay en esta
recomendación! Aunque los corintios
intentaron dividir a Pedro y a Pablo
según sus preferencias facciosas (1 Co.
1:11-12),
Pedro elogia a Pablo, diciendo que éste,
tal como él, enseñaba “estas cosas”, y
que los escritos de Pablo no deben ser
torcidos, sino que deben ser
considerados como “las otras
Escrituras” y merecen el mismo respeto
que el Antiguo Testamento. Es muy
significativo que Pedro haga tal
recomendación, pese a que Pablo en
cierta ocasión lo reprendió cara a cara
tocante a la fe neotestamentaria (Gá.
2:11-21). Esto indica que Pedro no tuvo
reparos en admitir que los primeros
apóstoles, tales como Juan, Pablo y él
mismo, aunque difirieran en estilo,
terminología, expresión, en ciertos
aspectos de sus puntos de vista y en la
manera de presentar sus enseñanzas,
todos ellos eran partícipes del mismo y
único ministerio, el ministerio del
Nuevo Testamento (2 Co. 3:8-9; 4:1).
Tal ministerio sirve a las personas el
Cristo todo-inclusivo como
corporificación del Dios Trinó, quien,
después de pasar por el proceso de
encarnación, vivir humano, crucifixión,
resurrección y ascensión, se imparte,
por medio de la obra redentora de
Cristo y por la operación del Espíritu
Santo, en Su pueblo redimido como su
única porción de vida, su suministro de
vida y su todo, a fin de que sea edificada
la iglesia como Cuerpo de Cristo, cuya
consumación será la expresión plena, la
plenitud, del Dios Trinó, conforme al
propósito eterno del Padre.
En 3:16 Pedro dice que los indoctos e
inconstantes tuercen los escritos de
Pablo y también las otras Escrituras,
para su propia destrucción. Esto indica
que los burladores (2 P. 3:3) y sus
seguidores han de haber torcido las
Escrituras y las enseñanzas de los
apóstoles.
Según el contexto, la palabra
destrucción del versículo 16 no se
refiere a la perdición eterna, sino al
castigo infligido en conformidad con la
disciplina gubernamental divina.

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