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ESCUELA DE POSTGRADO
MODULO II
EL INTERNET Y LAS TIC´S EN LA EDUCACION MÓDULO II
INTRODUCCIÓN
OBJETIVO DE LA UNIDAD
Conocer otra forma de aprender distinta de la habitual,
fomentando distintas técnicas de
aprendizaje (investigación, descubrimiento, etc.)
Es importante hacer una reflexión en cuanto al análisis del papel del pedagogo ante
la trascendencia de la interactividad y los nuevos medios de comunicación en los
procesos educativos; como también la importancia del uso de algunos medios
interactivos por parte del estudiante en algunos procesos de la enseñanza aprendizaje.
Se puede concluir que cuando los formatos multimedia intervienen en los procesos
de enseñanza y aprendizaje: se aumenta la comprensión de un tema dado; el estudiante
"aprende haciendo”; es decir, se establece la participación activa de éste en el contexto
de un nuevo ambiente de aprendizaje; se establece una implicación completa de los
sujetos al proceso de enseñanza–aprendizaje; se rompen los límites temporales y
espaciales; el aprendizaje se convierte en significativo e interactivo y, surgen nuevos
recursos didácticos que permiten el proceso de mediación.
Es viable afirmar, entonces, que los multimedia son mensajeros técnicos de la
integración organizacional, institucional, cultural y social; el educador, se convierte en
su principal promotor–transformador y, el educando, viene a ser el futuro sujeto capaz
de continuar esta beneficiosa cadena tecnológica dirigida hacia los límites de la
interactividad y el surgimiento de nuevas formas comunicacionales.
A finales del año 2006, los editores de la revista Time modificaron sus criterios
para elegir la portada dedicada al protagonista del año. Tras hacer participar a sus
lectores mediante votaciones por Internet, el elegido fuiste tú. «Tú. Sí, tú. Tú
controlas la Era de la Información. Bienvenido a tú mundo». Este titular iba
acompañado de una fotografía de un ordenador personal en cuya pantalla se
había pegado una lámina de espejo que reflejaba el rostro de cada lector.
Para el director de la revista, Richard Stengel, los individuos son los que
«están cambiando la naturaleza de la era de la información» y son «los creadores
y consumidores del contenido generado por los usuarios los que están
transformando el arte, la política y el comercio» (Nafría 2007, pág. 7). Razones
suficientes para otorgar a los usuarios tan merecido reconocimiento.
Para Nafría (2007, pág. 112), «si la Web 1.0 había sido mayoritariamente un
canal de publicación unidireccional utilizado por las empresas para mandar
información a los usuarios […] la Web 2.0 es un medio bidireccional, de ida y
vuelta, en el que el papel del emisor y del receptor acaban confundiéndose».
La Web 2.0 es participativa por naturaleza. En ella los usuarios no suelen
adoptar una actitud pasiva, sino todo lo contrario. No sólo leen, también discuten,
comentan, valoran, opinan, proponen, anuncian, enlazan, escriben, publican,
intercambian, escogen, corrigen, comparten… Es decir, participan activamente.
De hecho, en numerosas Web 2.0, los usuarios sienten que la web es suya, y ese
sentido de pertenencia está plenamente justificado.
Todos estos tipos de interacciones a los que se refiere Nafría, y que son cada
vez más usuales entre los internautas, han sido recogidas desde la década de los
cincuenta por los teóricos de la educación para elaborar las taxonomías que les
permiten definir los objetivos de aprendizaje en sus planteamientos curriculares.
Sin ir tan lejos en el tiempo, hoy las instituciones educativas trabajan en la
elaboración de perfiles basados en competencias que buscan alcanzar muchas
de las habilidades antes señaladas.
Entre los grandes méritos del e-learning siempre se han considerado como
los primordiales la ruptura del tiempo y del espacio. La Web 2.0 rompe nuevamente
ese espacio permitiendo construir aprendizajes fuera de las plataformas
tradicionales y con otras personas no necesariamente «compañeros de clase».
Las comunidades de aprendizaje que se materializan en la Red, son uno de los
grandes logros de esta nueva forma de aprender. El desarrollo de este tipo de
comunidades, o comunidades de prácticas (Wenger, 2001), pretende dar forma a
un espacio donde es posible construir el conocimiento mediante la interacción
activa de los miembros de esa comunidad.
Podemos decir con certeza que la Web 2.0 potencia al máximo las ideas
pedagógicas planteadas por la corriente constructivista y el constructivismo social
que pone su especial énfasis en la interacción social.
Y ahora que ya contamos con la tecnología adecuada y hemos aplicado ese valor
estratégico a la construcción de espacios colectivos, vamos descubriendo el
verdadero perfil del usuario de hoy en día. Un usuario que produce contenidos y
servicios, transforma el lenguaje simplificando el esfuerzo para lograr la máxima
efectividad y que, conectado en todo momento, crea y accede a comunidades de
forma instantánea.
La idea lejana de que nuestro entorno es lo que «nos rodea», ha sido superada por la
ruptura de las barreras físicas que nos proporciona la Red. El nuevo entorno en el
que nos desenvolvemos está siendo creado por nosotros mismos a través de los
productos que somos capaces de construir. Hoy tenemos la posibilidad de «ser»
en la Red, de crear y participar en comunidades de interés, de mostrarnos al
mundo con productos propios, textos, fotografías, sonidos, vídeos o material
multimedia, de contarle a los demás lo que nos interesa, nos entretiene o forma,
de producir información y reeditarla con la frecuencia que queramos.
Para Wenger (2001, pág. 187) existe una profunda conexión entre la
identidad y la práctica. Desarrollar una práctica exige la formación de una
comunidad cuyos miembros puedan comprometerse mutuamente y, con ello,
reconocerse mutuamente como participantes.
Aprendemos mucho más fuera de las aulas. Somos más de lo que el profesor
puede ver de cada uno. Las interacciones generadas en espacios de aprendizaje
en línea,
«entornos cerrados», reflejan sólo una parte de nosotros mismos. Pero
nuestra identidad digital es mucho más de lo que cada uno pueda hacer en ese
espacio. La formación en línea tiene la posibilidad de integrar a los alumnos como
sujetos activos, con identidades más complejas y relaciones más profundas de las
que se pueden crear en entornos de aprendizaje «formales».
Prompt (2005, pág. 74) señala que no sólo necesitamos una definición
operacional y simple de identidad digital, sino que, además, necesitamos una
buena representación de la situación o del contexto en el que opera una identidad.
A partir de ese análisis de contextos específicos, Fred Cavazzawww1 representa
el universo personal y activo de nuestra identidad conformando el denominado
mapa de identidades digitales (digital identity map). Nuestra actuación en cada uno
de estos espacios conlleva la presentación de más o menos rasgos de nuestro
perfil dependiendo de si hablamos de espacios formales (profesión, certificados…)
o informales (comentarios, hobbies…).
De esta manera, aplicaciones como Flickr o Youtube se integrarían en el
espacio de «Publicación» mientras Amazon, Ebay o Paypal aparecerían en el
espacio «Compras». Una división tan amplia de nuestra identidad confirma nuestra
participación en diferentes ámbitos y contextos de comunicación y aprendizaje que
no necesariamente se ajustan a procesos formales y establecidos.
Cobo y Pardo (2007, pág. 103) analizan la nueva posibilidad que nos brinda la Web 2.0
con la idea ya mencionada de «aprender compartiendo» (learning-bysharing) y
señalan que «el proceso de intercambio de conocimientos y experiencias permite
a los educandos participar activamente de un aprendizaje colaborativo».
Este proceso se produce en todas aquellas comunidades o redes sociales
que invierten esfuerzos en lograr que se cumplan ciertos principios básicos
inherentes. El mantenimiento y la actualización de una red se van reduciendo en
la medida en que aumenta el número de usuarios que hacen uso de ella. Esa
característica o cualidad, que va asociada a economías de escala tremendamente
efectivas (revisar los estudios ofrecidos por complete.com como ejemplo en red
del funcionamiento de los proyectos Web 2.0), utiliza en todos los casos modelos
descentralizados acompañados de buenas estrategias de marketing viral.
La sociedad, hoy en día, empuja al individuo a competir con sus semejantes por la
consecución de metas cada vez más elevadas; este modelo está presente en los
ambientes escolares: se fomenta la competitividad tanto por parte de las familias, que
esperan el éxito escolar, como por parte de la propia escuela donde se trabaja la mayor
parte del tiempo de forma individual.
En las últimas décadas se han producido una serie de cambios sociales que han
forzado a los seres humanos a vivir cada vez más cerca unos de otros, formando una
compleja estructura social donde las relaciones interpersonales adquieren día a día
mayor importancia.
La cooperación sería pues, una de las claves para la mejora de las relaciones
sociales y el progreso material de los individuos pero la escuela parece haber olvidado
este segundo componente social. "La fuerza homogeneizadora de nuestras escuelas se
mantenía firme en la no concesión de identidad propia a lo fundamentalmente «no
homologable»"
Ambas formas, competición y cooperación son capaces, aisladamente, de hacer
progresar al individuo. La competición motiva a la consecución de metas cada vez más
elevadas, mientras que en la cooperación el principal factor de progreso es la ayuda
mutua. Por tanto la competición no se caracteriza por ser un encuentro en el que los
"adversarios" partan de igualdad de condiciones, Y así es la realidad de nuestras aulas,
diversas en las que los alumnos difieren entre sí en aspectos tales como el económico,
social, cultural, intelectual, físico, etc. De aquí que la razón fundamental por la que la
competición, en sí misma, no posibilita que todos los individuos progresen por igual, sino
que, por el contrario, incrementa las diferencias individuales y los individuos más
favorecidos son los que tendrán mas facilidades para alcanzar el éxito. Si queremos
hacer realidad una escuela comprensiva atenta a la diversidad, intercultural y que de
respuesta a las necesidades heterogéneas que identifican a los alumnos de nuestras
aulas y centros, deberemos incorporar estructuras de enseñanza aprendizaje
cooperativo, ya que la cooperación es el modo de relación entre los individuos que
permitirá reducir estas diferencias, impulsará a los miembros más favorecidos a ayudar
a los menos favorecidos y a estos a superarse.
De igual modo que en las interacciones sociales que se dan en la vida ordinaria, en
el "aprendizaje cooperativo", el simple hecho de que las personas se relacionen o
coordinen en una situación concreta no supone necesariamente que juntas mejoren lo
que pueden hacer cada una por separado. Para ello será necesario que se produzcan
una serie de condiciones que pretendo queden recogidas en este capítulo.
Utilizaremos los métodos grupales no sólo con fines de socialización sino también de
adquisición y consolidación de conocimientos: Aprender a cooperar y aprender a través
de la cooperación.
Inicialmente, conviene señalar que para la eficacia del aprendizaje tienen gran
importancia las decisiones que se tomen sobre cómo definir las diferentes
estructuras que conforman cualquier estrategia de enseñanza - aprendizaje vistas
anteriormente.
Como todo proceso educativo es necesario el tener unos criterios que permitan el
evaluar la práctica para mejorarla y, en este caso concreto, permita conseguir el
máximo del potencial cooperativo que pueda existir en su diseño y planificación.
Se proponen a modo de cuestiones una serie de aspectos sobre los que
reflexionar y ver en que medida dan contestación a los requisitos básicos que toda
actividad cooperativa debe tener.
Si No ¿
Si No ¿
Si No ¿
e. ¿Se puede conocer y valorar el progreso realizado por los distintos alumnos
desde el inicio hasta el final del trabajo? ¿Posibilita el éxito de los componentes
más débiles del grupo? ¿ Proporciona al grupo medios y criterios de evaluación
del propio trabajo?
Si No ¿
f. ¿Se han anticipado las dificultades más previsibles que pueden encontrar los
alumnos en el proceso de trabajo?
Si No ¿
Si No ¿
Si No ¿
i. ¿Se dispone de una cierta gama de recursos que puedan orientar o guiar el
proceso en los grupos con menos recursos? ¿Se puede realizar de forma
autónoma?
Si No ¿
DIMENSIÓN PEDAGÓGICA DE LOS ENTORNOS
VIRTUALES DE
APRENDIZAJE
En el escenario de la educación virtual (en adelante E.V.), caracterizado por
visiones que instrumentalizan el proceso educativo y que simplifican el concepto de lo
virtual al mero uso de plataformas digitales, pensar la pedagogía constituye un asunto
de relevancia significativa. Asimismo, aproximarse a la construcción de la dimensión
pedagógica no sería posible sin tener en cuenta algunos de los asuntos que hoy
descentran al sistema educativo: el entorno social, cultural y tecnológico configurado en
el espacio de las redes de información y comunicación; los modos y las formas en las
cuales los sujetos se asumen y toman cuerpo en la red; las subjetividades que allí
emergen; los lenguajes y las comunicaciones que transitan en la web; la transición entre
lo real y lo “virtual”; entre otros.
El lugar desde el cual se teje la dimensión pedagógica sirve de referente para explorar
las elaboraciones que, desde los trabajos de investigación analizados, permiten dibujar
el estado de la investigación en esta materia. Análisis que se centró en tres focos de
observación:
Relaciones entre quienes intervienen en el acto pedagógico. Se busca así
identificar los actores que participan en el entorno mediado tecnológicamente
y desde el cual se construyen otras subjetividades, otras formas de
comunicación, otros roles de maestros y estudiantes y desde donde emergen
otros actores que construyen el proceso.
Información - conocimiento. Relación que hace explícita las concepciones
que fundamentan lo educativo y lo pedagógico.
Ambiente educativo. La comprensión de E. V. asociada al uso de
plataformas pone de relieve el diseño de Ambientes Virtuales de Aprendizaje
(AVA) o de Entornos Virtuales de Aprendizaje (EVA) en donde se supone tiene
lugar el proceso educativo. Aquí se hace importante considerar la relación con
el contexto, las diferencias culturales, los estilos cognitivos y los estilos de
aprendizaje, entre otros asuntos que van configurando una manera de asumir
lo pedagógico en espacios mediados tecnológicamente. Aspectos referidos
más a un ambiente educativo que a un ambiente de aprendizaje.
Los aportes del grupo de la UOC reconocen los ambientes híbridos entorno
digital y escenario presencial como adecuados para la construcción de
conocimiento, a partir de estrategias de resolución de problemas que procuran
desarrollar habilidades de búsqueda, análisis e interpretación de información
desde escenarios de aprendizaje colaborativos que también se implementan por
parte de los docentes. Se reconoce como constante la reflexión y el análisis para
el diseño de estrategias de formación que reconocen las particularidades de los
estudiantes y sus intereses.
Los trabajos clasificados en esta sección orientan su análisis desde perspectivas que
consideran la complejidad de los procesos culturales en relación con las
transformaciones propias del entorno digital. Así, preguntas por las identidades,
por los lenguajes y por la imbricación de los escenarios “real” y virtual permiten
matizar otras formas de comprensión de las problemáticas que demandan ser
estudiadas cuando de educación virtual se trata.
Como refiere el equipo de la UOC (Gil, Felliu, Rivero, 2003), “la generación
educada en este inicio de siglo XXI también es audiovisual, pero lo que la
caracteriza, es que emerge ya en el interior de una cultura digital, que, como
señala Tapscott es una generación que llegará a la mayoría de edad bañada en
bits”. De este modo se subraya la necesidad de analizar la cultura de la actual
generación: sus formas de relación, de comunicación; las ideas de futuro, de
trabajo; sus deseos, sus identidades. Análisis realizados con la intención de
actualizar los viejos problemas de una educación descentrada entre otras por las
demandas de una sociedad posmoderna carente de certezas y por la adopción sin
más de tecnologías y medios que facilitan el acceso a grandes volúmenes de
información y desde donde se proponen otras formas de relación y construcción
de conocimiento.
El mismo trabajo se ocupa de indagar por esas prácticas de los jóvenes por
fuera de la institución escolar que aportan desde experiencias no oficiales a la
construcción de conocimiento, a la configuración de identidades y a la producción
de sentidos, significados y símbolos emergentes desde esa otra cultura y que, de
manera indefectible, requieren ser considerados en propuestas de E. V.
f
Para Coll (2004), las comunidades virtuales son: “(...) grupos de personas o
instituciones conectadas a través de la red que tienen como foco un determinado
contenido la tarea de aprendizaje. Las CVA se caracterizan por la existencia de una
comunidad de intereses y por el uso de las TIC en una doble vertiente: como
instrumento para facilitar el intercambio y la comunicación entre sus miembros y
como instrumento para promover el aprendizaje. Conviene señalar, sin embargo,
que la mera utilización de las TIC por un grupo de personas o instituciones no basta
para que dicho grupo funcione automáticamente como una Comunidad de
Aprendizaje” (p. 4).
De la misma forma Salinas (2003) subraya que “(...) mientras que las
comunidades físicas tienen unas determinadas relaciones, las comunidades
virtuales tienen otro tipo de lógica y otro tipo de relaciones, pero también son
comunidades, es decir, generan sociabilidad, relaciones humanas, normas de
comportamiento y generan mecanismos de organización..., aunque en muchos
aspectos no coinciden con las comunidades físicas” (p. 4).
Para los últimos autores, los modos de agrupamiento humano pueden situarse
un continuo, desde lo simples agrupamiento de personas, con mayor o menor deseo
de envolverse en un emprendimiento común, hasta los grupos caracterizados por
un alto nivel de envolvimiento y cohesión. De esta manera, para Henri y Pudelko
f
(2002 y 2003), en la caracterización de las comunidades, parece importante la
intencionalidad y la cohesión que se establece entre los participantes. “Estas
comunidades comparten características comunes, pero en grados diferentes. De la
comunidad de interés a la comunidad de práctica, el compromiso, la participación,
la ayuda mutua, el compartir de significaciones comunes y la afirmación de la
identidad común ganan en intensidad a medida que se afirma la intención de realizar
el proyecto comunitario y que se estrechan los vínculos entre los miembros de la
comunidad. Así pues, el proyecto de una comunidad puede desarrollarse y
precisarse al compás de las interacciones de los participantes” (Henri y Pudelko,
2002, p. 5).
Dillenbourg y otros. (2003) miran la dinámica de la comunidad mucho más
relacionada con repartición de intereses y con la conquista de un objetivo común.
En este sentido, los autores citados pretenden un instrumento que pueda medir
algunas dimensiones de las comunidades y, no tanto, una taxonomía que intente
caracterizar las comunidades en la globalidad de sus características (Develotte y
Mangenott, 2004). Las comunidades no tienen necesariamente de evolucionar,
pueden cristalizar, transformarse o adquirir nuevas propiedades dentro del mismo
tipo de comunidad, o simplemente extinguirse.
Grupo
Reagrupación
f
4.4. LAS COMUNIDADES DE INTERÉS INTELIGENTE.
Una comunidad de este género puede comportar varios grupos o equipos que
influencian su dinámica de trabajo. Los grupos toman forma con base en un saber
explícito que alimenta un aprendizaje en un dominio de saber específico, pero que
puede servir para alimentar el aprendizaje colaborativo e iniciar el desarrollo de
una comunidad. El trabajo colaborativo en que asientan estas comunidades sirve
para crear y mantener la solidaridad en el seno del grupo, para tener conciencia
de la división del trabajo y de la responsabilidad para con la comunidad. El que
distingue las comunidades de simples grupos de estudios es el hecho de los
alumnos armonizar el aspecto social de su relación con el aspecto del aprendizaje
escolar (Dillenbourg y otros., 2003).
f
comunidades de formación on-line presupone que todos los miembros del grupo,
incluido el e-formador, se encuentren implicados en un esfuerzo de participación,
de compartir y de construcción conjunta de representaciones del nuevo
conocimiento” (Días, 2004, p. 15). Cabe al formador o tutor la responsabilidad de
elaborar las actividades conforme el nivel de desarrollo de los miembros y de las
condiciones del contexto institucional. Las actividades propuestas a sus miembros
visan la preparación para la participación en las comunidades de práctica. Esta
perspectiva está de acuerdo con la posición de Johnson (2001): “(...) las
comunidades virtuales tienen la característica de ser especialmente inductoras da
la emergencia de comunidades de práctica” (p. 54). Henri y Pudelko (2003)
apellidan estas comunidades las comunidades de aprendices (communautés
d’apprenants).
f
La comunidad, como grupo de un determinado dominio del saber, es bastante
relevante, bien como la calidad de las relaciones que se establecen entre los
miembros y la delimitación de la frontera entre el que está fuera y el que está
dentro de la comunidad. Como refiere Wenger (2004), “una comunidad de práctica
no es simplemente un site o biblioteca Web. Implica que la gente interaccione y
que se desarrollen relaciones que permitan abordar problemas y compartir
conocimiento” (p. 3).
f
de práctica son estructuras emergentes (Wenger, 1998; 2001). Como tal, no está
claro donde comienza y donde terminan y no se puede planificar su nacimiento
o su desarrollo. Emergen, si existir voluntad de los participantes en aprender en
conjunto y se pueden desarrollar, si los procesos de aprendizaje colaborativo se
mantienen activos.
No se entiende muy bien donde comienza una comunidad de práctica, ni
donde termina. No tiene fecha de inicio, ni plazo de validad. En este sentido, estas
comunidades se distinguen de los grupos o equipas de trabajo dado que,
contrariamente a un grupo de trabajo, que normalmente tiene un inicio y un fin de
existencia determinado, en la comunidad de práctica no hay inicio o un final
delineado (Wenger, 2000). Las comunidades, por veces, se desarrollan con la
entrada de nuevos miembros, que contribuyen con otros intereses y pueden
desplazar la atención en otras direcciones. También mudanzas de organización
pueden determinar la importancia de la comunidad y colocar nuevos desafíos. A
pesar de no haber una jerarquía definida, las comunidades de práctica no son
entidades completamente horizontales, pero desarrollan una cierta dinámica
interactiva, en que algunos individuos son más centrales que otros. En la
comunidad existen diferentes niveles de participación y envolvimiento (figura 2).
Frontera
Coorde nador
Los ambientes electrónicos y las actividades grupales que eses ambientes suportan
ofrecen un inmenso potencial para la colaboración. La premisa para la comunidad
f
virtual de aprendizaje es la colaboración (Pazos y otros., 2001). En la opinión de
Cabero (2006), las comunidades virtuales se relacionan directamente con
aspectos de sociabilidad e interacción social entre sus miembros, el que requiere
un envolvimiento colaborativo y no de aislamiento. La participación en una
comunidad es necesariamente para aprender, una vez que la necesidad de saber
y de compartir es una de las motivaciones principales para pertenecer a una
comunidad (Dillenbourg y otros. (2003).