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Ciencia Política en América Latina

Dieter Nohlen
(de: Diccionario de Ciencia Política, editado por Dieter Nohlen, dos tomos, Ciudad de México: Porrúa 2006)

La C.P. en America Latina ha tenido un desarrollo muy desigual, en íntima relación con el propio desarrollo
político de los diferentes países. La coincidencia se refiere tanto a sus inicios y al camino recorrido hacia una
disciplina científica, como a sus temarios y a sus alcances teóricos y metodológicos. Aunque en términos
generales se puede hablar de un cierto afianzamiento de la C.P. en la región, su estado actual difiere mucho
según los países, lo que restringe fuertemente las generalizaciones. Por lo demás, existe poca autoreflexión sobre
la disciplina y su desarrollo.
(1) Las disparidades del desarrollo de la disciplina se desprenden bien de los balances por país que ha compilado
D. Altman en la Revista de Ciencia Política en su número aniversario XXV de 2005. Mientras que M. Leiras, J.
Abal Medina y M. D’Alessandro observan para Argentina el camino de la institucionalización de la C.P. desde la
retrospectiva, M. Tanaka pone énfasis en la necesidad de establecer aún la C.P. en el Perú. Mientras que para
Venezuela A.E. Álvarez Díaz y S. Dahdah Antar destacan las fortalezas pasadas y llaman la atención sobre las
vulnerabilidades presentes, R. Alfaro Redondo e I. Acuña Chaverri ven en Costa Rica la C:P. todavía en
búsqueda de su identidad disciplinaria. D. Azpuru opina que en Guatemala la C.P. se enfrenta al reto de su
consolidación como disciplina independiente, consistiendo en Brasil el reto para la C.P. en su expansión, según
O. Amorím Neto y F. Santos. En términos generales, pasar de vocación a disciplina, desarrollo exitoso que
atestan A.M. Bejarano y M.E. Wills para Colombia, ha resultado difícil, y en algunos países es obra aún no
acabada. En este proceso, el factor político ha constituido la variable de mayor impacto. El desarrollo tardío y
frágil de la democracia trajó consigo un desarrollo análogo de la C.P. Así lo constatan rotundamente A. Majía
Acosta, F. Freidenberg y S. Pachano para Ecuador. En el caso de Bolivia, M. Varmoux Garay ubica la situación
de la C.P. precisamente entre dos fases políticas, entre la reforma política, muy influida por algunos politólogos,
y la crisis de la democracia. En el caso de México, S. Loaeza considera que el pulso de la disciplina corre parejo
al pulso del cambio político. Sin embargo, en los países de mayor desarrollo de la disciplina, sobre todo en
Argentina, se observan evoluciones que tienen su fundamento en el dinamismo interno de la C.P., relacionado
con el desarrollo de la disciplina en el mundo occidental, o sea, en consideraciones algo desvinculadas del
quehacer político autóctono.
(2) Es difícil determinar de forma precisa el momento fundacional de la C.P. en América Latina, debido a la
dificultad de diferenciar bien entre estudios políticos realizados por académicos provenientes de disciplinas
vecinas, como la historia, la sociología o la economía, y la C.P. como disciplina propia. Hasta hoy día, valiosos

desarrollo de las →Ciencias Sociales en general. Sin embargo, tanto la debilidad de las ciencias sociales como el
estudios de la política se efectúan “fuera” de la C.P. Para la constitución de la disciplina ha sido clave el

predominio de una de ellas podía representar un obstáculo para el establecimiento de la C.P. La sociología,
establecida con anterioridad a la C.P., constituye un ejemplo de esta última condición, en la medida en que sus
enfoques y tradiciones teóricas hayan podido negar la autonomía de lo político y, por consiguiente, la necesidad
de una disciplina específica dedicada al análisis de la política. El caso peruano resulta el más llamativo en este
sentido, con el agregado de que cuando se genera una demanda de estudios políticos, son los propios sociólogos
los que la cubren, invadiendo y ocupando de hecho el ámbito genuinamente politológico. Esto explica la
tardanza en la constitución de la C.P. propiamente dicha en el Perú, tanto en su dimensión de investigación como
de docencia.
Para la mayoría de los países de la región se puede diferenciar entre dos épocas fundacionales, finales de los
años sesenta y principios de los años ochenta. En Venezuela, por ej., la C.P. nace en 1958 con la democracia, en
el contexto de lucha por su constitución, en la que la Universidad desempeñó un papel de abanderado. Allí se

la →Democracia. La disciplina nace con la democracia, que es a la vez norte y objeto de su estudio. Sin
establece por primera vez la relación prioritaria en el desarrollo de la C.P. en América Latina: su vinculación con

embargo, la relación no es del todo fácil. Muchos politólogos de la primera generación se sintieron atraídos por
la política, compromitiéndose con ella, lo que supuso para la C.P una pérdida de recursos intelectuales, dado que
muchos abandonaron el campo académico. El desarrollo de la profesionalidad se vió asimismo negativamente
afectado, en la medida en que las posiciones ideológicas y los enfrentamientos políticos vividos en tiempos de

claramente en el concepto de la →Ciencia Comprometida.


democracia invadieron las oficinas de estudio y las aulas de docencia. Esta última tendencia se expresó más

A partir de 1965, se crearon las primeras cátedras y escuelas de C.P., por ej. en Colombia (1965), Uruguay
(1966), Costa Rica (1968), Chile (1969) y Guatemala (1969). Ya en la fase fundacional, se observa la
peculiaridad de desligar la política internacional de la C.P. En la misma época se crearon las primeras escuelas
de Relaciones Internacionales que ofrecieron programas de estudio independientes de la C.P. En cuanto al lento
pero continuo desarrollo de la disciplina, el caso de Chile es tal vez el más paradigmático: el Instituto de Ciencia

servicio para distintas unidades académicas, en 1973 se desarrolló un post-título en →Relaciones


Política de la Pontificia Universidad Católica se fundó en 1969. Primero se impartieron cursos mínimos y de

preparando el primer programa de doctorado en C.P. La C.P. pudo asentarse incluso bajo el →Régimen
Internacionales, en 1982 se ofreció el primer Programa de Master en C.P., y actualmente (2005) se está

Autoritario de Pinochet. En opinión de los propios politólogos chilenos el desarrollo de la disciplina hubiese
resultado más dificil bajo la democracia preautoritaria, dado el alto grado de ideologización y polarización de sus
iniciadores (cf. Fernández 2005). Si esta afirmación fuera cierta, el caso chileno sería divergente, pues en todo
los demás países donde existía la disciplina, los regímenes militares supusieron una suerte de paréntesis en el
desarrollo de la C:P., de forma que a menudo se habla de un renacimiento o de una refundación acaecida tras la
redemocratización alrededor del año 1980. Esto es epecialmente cierto en los casos de mayor tradición
politológica, el de Argentina, donde los inicios de la disciplina se remontan a los años 1920 y 1930, y en
Uruguay, donde las raíces del estudio de la política datan incluso del siglo XIX. Tales refundaciones sirvieron
para renovar la disciplina en términos teóricos y metodológicos. En otros países, como por. ej. Bolivia, la C.P.
arranca por primera vez con la recuperación de la democracia a principios de los años 1980. En México, la
disciplina existía ya bajo el régimen autoritario, aunque en aquel entonces se lamentaba la escasa producción de
estudios políticos. Con la apertura del régimen, se observa un impresionante crecimiento de la C.P. Desde los
años noventa, “el panorama se enriquece y cobra forma la imagen del corpus de una C.P. méxicana, robusta,
plural y diversa que no se sujeta a un paradígma único sino que se apoya en información e instrumentos
analíticos generados en otras disciplinas. Detrás de este desarrollo disciplinario está el ascenso de la C.P. liberal,
el desplazamiento de la tradición marxista que durante décadas dominó el estudio del poder y del conflicto, así
como la autonomización del estudio de la política de la sociología y del análisis de clase” (Loaeza 2005: 194).
Así, en la segunda época de su desarrollo, la C.P. pudo aprovechar también el cambio en la valoración de la
política en tanto campo autonómo, lo cual implicaba la superación del sesgo antipolítico que dominaba en las

los años sesenta prevalecieron corrientes de análisis sociologistas y estructuralistas, el →Marxismo y el neo-
ciencias sociales, si bien este proceso tomó un ritmo distinto en los diferentes países. De hecho, hasta finales de

marxismo, predominante entre los intelectuales de América Latina, por un lado, y el →Cepalismo, predominante

enorme impacto en la →Teoria del Desarrollo y en la C.P. a nivel internacional, que no fue tanto un producto de
entre los economistas de la región, por el otro. En este contexto se generó la teoría de la→Dependencia, de

la incipiente disciplina regional como del →Estructuralismo economicista y sociologista. La fundación de la


Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en Santiago de Chile ha sido la primera respuesta a
este desafío, consistente en superar las limitaciones conceptuales. Actualmente, sigue siendo un reto enorme para
la C.P. de la región no caer en estos u otros enfoques reduccionistas. Otro factor de cambio y de apoyo al
desarrollo de la disciplina consistió en una progresiva superación de la excesiva politización (C.P. militante),
aunque en varios países los politólogos siguieron mostrándose atraídos por la política, siempre dispuestos a
cambiar la mesa de estudio por una función política, administrativa o diplomática.
(3) El campo temático de la C.P. en América Latina está fuertemente determinado por la política nacional. En

sistemas políticos atraviesan en estos procesos. Así, anunciándose o iniciándose el →Cambio de Sistema, el
general, modificaciones de la agenda doméstica derivan en primer lugar de las fases y problemas que los

interés cognitivo se enfocó preferentemente hacia el modelo y camino concreto de la →Democratización, pero
también hacia el diseño institucional con el que fundar y hacer viable la democracia, dentro de un planteamiento

hacia la →Consolidación de la democracia todavía incipiente, debatiéndose los temas originarios de la


normativo: la democracia liberal como norte. Una vez instalada la democracia, el interés cognitivo se dirigió

subdisciplina del →Gobierno: las instituciones de la democracia - la forma de gobierno, el →Sistema Electoral y
el →Sistema de Partidos políticos -, su estructura y su funcionamiento. Lo que interesa especialmente – en el
marco de un concepto de democracia procedural - es la determinación de la influencia que tienen las reglas de
juego para el acceso al poder y para en el proceso político en general. Este interés se articula en el conocimiento

→Gobernabilidad democrática. Los pobres resultados de la labor de los gobiernos, reflejados en las →Encuestas
de la influencia de lo institucional en dos dimensiones: en el desempeño de los gobiernos y en la

debate general bajo el concepto del →Desencanto, fomentan el interés cognitivo por la calidad de la democracia.
en forma de evaluaciones crecientemente negativas del funcionamiento de la democracia y articulados en el

democracia como sustancial y normativo, desde la →Cultura Política, hasta la desigualdad social, lo cual
En esta nueva orientación de los estudios se incluyen todos los fenómenos que invaden el concepto de

contribuye a devaluar lo conseguido como →Democracia Electoral, cuestionando así la democracia misma.
Más allá de estas tendencias temáticas generales, el temario de la C.P. ha seguido la agenda política del
respectivo país. Para Venezuela, por ej., la pregunta se bifurcó: ¿qué explica la estabilidad política de los años
setenta y ochenta, y cuáles son las razones de la inestabilidad de los años 1990, y especialmente de la crisis de la
democracia venezolana a partir de 1999? En Colombia, obviamente, en el centro de atención se situó el tema de
la →Violencia, sobre todo en sus dimensiones políticas. En Guatemala, la subordinación de las fuerzas armadas
al poder civil era y sigue siendo un tema preocupante, además de peligroso. Para cada país se pueden encontrar
algunas peculiaridades, aunque su trato conceptual no se corresponde necesariamente con lo que a nivel

la comunidad internacional. Por ej., en el debate nacional de la C.P. chilena, el concepto de los →Enclaves
internacional se percibe, pues tal percepción suele a menudo estar monopolizada por un solo autor con acceso a

Autoritarios desempeña un rol mucho menor que la presencia de este concepto - derivado del análisis del caso
chileno - a nivel internacional hace suponer. En general, han sido pocos los académicos que pudieron integrarse
en el mainstream internacional, o mejor dicho estadounidense, de la C.P. dedicado al estudio de América Latina.
Sus aportaciones a las “compilaciones comparativas”, que ciertamente no reflejan la amplitud de las
investigaciones nacionales sobre los respectivos temas estudiados, no hacen más que suministrar la información
por país para los balances comparativos de los estudiosos extranjeros. Puede decirse entonces que la relativa
ventaja comparativa de la cual disponen los politólogos latinoamericanos sobre los investigadores extranjeros en
relación al más profundo conocimiento de la historia política de sus propios países no encuentra compensación
ni en el análisis comparativo ni en el refinamiento metodológico. En ocasiones, no se excluye que las
generalizaciones no respeten los resultados inductivos, pues frecuentemente la base teórica no proviene de la
región, sino que se fundamenta en la experiencia histórica de los países industrializados. Solo G. O’Donnell

Burocrático y de →Democracia Delegativa, que, pese a ser controvertidos, han enriquecido el debate teórico
pudo sustraerse de esta tendencia debido a su labor teórica, condensada en los coneptos de→Autoritarismo

sobre el desarrollo de las formas de dominación. Por otra parte, las investigaciones nacionales, muy relacionadas
con las agendas políticas del respectivo país, se desconectan a menudo de los temarios de la C.P. a nivel
internacional. Sólo para Argentina se sostiene que “la agenda temática de la C.P. es similar a la de los centros
universitarios de Estados Unidos que incluyen a países latinoamericanos dentro de sus estudios comparativos”
(Leiras et al. 2005).

diferenciación que enseña G. Sartori (1987). En América Latina prevalece tradicionalmente el →Método
(4) En cuanto a los métodos de investigación, no se distingue bien entre métodos y técnicas de investigación,

Histórico. Es la opción consecuente para explicaciones genéticas en la medida en que los politólogos se
encierran en lo monográfico nacional. Así, la estructura del sistema de partidos encuentra su explicación en la
evolución histórica, cuya exposición favorece la descripción cronológica. Siendo tal trabajo muy valioso, éste no
se corresponde bien con las aspiraciones de la C.P., consistentes en análisis sistemáticos y conocimientos
generalizables. Los propios politólogos latinoamericanos lamentan la ausencia de estudios comparativos. No es
que no existan estudios comparativos que incluyan varios países de la región y que incluso ubiquen a países en
una perspectiva comparativa con países fuera de la región, pero tales estudios han sido escritos por politólogos
norteamericanos y europeos. Amorím Neto y Santos (2005) expresan la opinión predominante entre los expertos:
Hay que “transformar la disciplina [en una cuestión] menos parroquial, lo que implica incorporar decididamente
el análisis político comparado”. Asimismo, señalan que el problema se origina en la enseñanza: “cursos de
política comparada prácticamente no existen en las graduaciones de ciencias sociales”. Es comprensible que el

excesivo →Parroquialismo, como constatan Álvarez Díaz y Dahdah Antar para Venezuela. Se observa que los
interés cognitivo se centre en los problemas nacionales, sin embargo esta preocupación a la larga conduce a un

países con una C.P. de más larga data parecen tener mayores problemas para reorientar su disciplina hacia lo
comparativo, mientras que una de las más jóvenes, la peruana, está despegando con esta metodología de análisis.
Es cierto lo que afirma Azpuru (2005) para Guatemala: “es difícil comprender la realidad guatemalteca si no se
transcienden las fronteras de lo local; es por ello que las fronteras geográficas de estudio deben ampliarse,
utilizando en particular la C.P. comparada”.
Por otra parte, a partir de los años 1990 se observa una incipiente orientación hacia modelos formales y métodos
empírico-estadísticos. En general, el uso de teorías y técnicas de investigación más modernas en los países
latinoamericanos depende mucho del contacto que sus respectivos institutos e investigadores tengan con centros

Argentina, para el cual se constata una “creciente difusión del →Neo-institucionalismo de inspiración
de investigación en Estados Unidos y Europa. El país mejor integrado en este sentido es probablemente

racionalista, los análisis basados en las teorías de la elección pública, de la elección colectiva, la →Teoría de
Juegos y las técnicas estadísticas” (Leiras et al. 2005: 81). Para Costa Rica, sin embargo – y no es un caso
aislado – se sigue lamentando: “con excepción de los estudios hechos sobre Costa Rica por politólogos
extranjeros, el empleo sistemático de técnicas de observación cuantitativas y cualitativas no sólo es reciente sino
escaso. Buena parte de la producción, además, tiene un carácter ensayístico o bien descriptivo” (Alfaro Redondo/
Acuña Chaverri 2005), lo cual pudiera deberse al hecho de que numerosos estudiosos se sirven de la prensa para
difundir sus opiniones. No sólo entre los países, sino en el seno de las comunidades académicas nacionales
mismas se observa cierta disyuntiva entre una orientación más cuantitativa-anglosajona y otra más cualitativa-
continental-europea, cuyo debate epistemológico aún está pendiente en la región.
(5) La imagen que da a la sociedad la C.P. como disciplina es muy heterogénea. Por un lado, dada su orientación
hacia las elecciones y los partidos políticos, es reconocida experta en estos temas, con un conocimiento
específico en la materia, no sólo para analizarla, sino también de consultoría de los propios actores. De esto

C.P. consiste en el análisis institucional, en el cual se encuentra en competencia con el →Derecho Público, y
resulta la aceptación de la disciplina en la sociedad como ciencia para ganar elecciones. Otra herramienta de la

interdisciplinario muy fecundo, por ej. en el campo del →Derecho Electoral, así como también en el debate
especialmente con el derecho constitucional. Entre estas ramas del saber se ha llegado a dar a veces un diálogo

sobre el →Presidencialismo y el →Parlamentarismo. La sociedad en general, sin embargo, no está tan interesada
en las reglas, sino en los resultados del juego. La falta de cultura institucional, por un lado, y las necesidades
económicas y sociales, por el otro, llevan al público a priorizar en su interés político los desempeños de los
gobiernos en el campo de las políticas sectoriales. La C.P. en América Latina aún no se considera como experta
en políticas públicas, pues no se le supone un conocimiento para gobernar bien. Lo cual, por cierto, excluye al
mismo tiempo tendencias hacia gobiernos tecnócratas, aun cuando politólogos entren en ellos. En varios países,
los politólogos han influido en el desarrollo político, pero más bien a título personal y no como representantes de
una disciplina experta en las diversas carteras. En la medida en que los politólogos partipan en la política
activamente, la disciplina puede perder credibilidad, contagiándose de la crisis de la democracia al perder la
distancia con su objeto de estudio. Por otra parte, los politólogos - aunque menos que antes – se ven influídos por
la política y por agudos conflictos políticos e ideológicos, lo que sigue repercutiendo fuertemente en el desarrollo
de la disciplina como comunidad científica. A pesar de no existir más que un pequeño grupo de politólogos,
éstos suelen no tomar nota de los demás, bien sea ignorando los escritos de los otros, bien no citándolos en sus
propios trabajos. La autopercepción de la comunidad politológica se parece mucho a lo que G.A. Almond (1999)
ha descrito como “disciplina segmentada”.
(6) Lo que observa M. Tanaka (2005) para el caso peruano, es válido para toda la región: “la politización de la
academia ha disminuido considerablemente, se ha legitimado el estudio de la política desde cánones científicos,
los politólogos (aunque todavía muy pocos) tienen mejor formación y están más al tanto de la literatura
internacional”. Es conveniente señalar que estos logros se consiguieron en el marco de un entorno financiero
precario, en el que se encuentra en general toda la academia latinoamericana. Es apropiado también mencionar el
aporte internacional al desarrollo de la disciplina regional a través de programas de cooperación entre centros de
estudios latinoamericanos, por un lado, y estadounidenses y europeos, por el otro. Especial mención merecen las
fundaciones científicas y políticas por sus programas de becas. El reclutamiento de politólogos para ejercer la
C.P. universitaria, es decir, para la investigación y la docencia, pasa en la actualidad por estudios de doctorado
en Estados Unidos o Europa, siendo el lugar del estudio muy indicativo para la orientación epistemológica del
profesional. Respecto al futuro de la C.P. en América Latina, referiéndonos nuevamente a los balances
nacionales de su estado actual en la Revista de Ciencia Política (2005), el objetivo general y mayormente
aceptado es el consolidar el establecimiento de la disciplina y fomentar su profesionalidad. Se piensa, por un
lado, en el desarrollo de un mayor pluralismo temático (especialmente a través de una mayor orientación hacia el
análisis de las políticas públicas) y metodológico (sobre todo mediante la aplicación del método comparativo en
sus múltiples dimensiones) y, por el otro, en la superación de tendencias endogámicas, o sea, en el desarrollo de
un mayor sentido de comunidad científica como comunidad de debate y crítica. Como señales positivas en esa
dirección se pueden interpretar la creciente cantidad de revistas politológicas y, en general, la mayor actividad de
las asociaciones nacionales de C.P., así como la fundación en 2003 de la Asociación Latinoamericana de Ciencia
Política, cuyos muy frecuentados congresos se celebran anualmente. Por otra parte, el crecimiento de la
disciplina plantea también un reto desde un punto de vista más material, que a menudo se tematiza en los debates
internos. Se trata, en primer lugar, del financiamiento de los estudios, en segundo lugar, de la calidad de la oferta
académica y su evaluación según criterios homologados y, por último, del ingreso de los licenciados en C.P. en
el mercado laboral a un nivel correspondiente a su formación.
Método Comparativo, procedimiento de la comparación sistemática de casos de análisis que
en su mayoría se aplica con fines de generalización empírica y de la verificación de hipótesis.
Cuenta con una larga tradición en la metodología de las ciencias sociales; aunque también se
encuentra en otras disciplinas, puede decirse que en grado especial es propia de la →Ciencia
Política.
No obstante, es muy diverso lo que bajo el término del M.C. se entiende exactamente en los tratados
metodológicos y en la práctica de investigación: entre otros factores, es una consecuencia de que el concepto
muchas veces se emplea de manera sinónima con comparación, →Análisis comparativo, investigación
comparativa (comparative research). De esta forma, M.C. puede incluir todo método que sirve a la comparación
o se aplica metodológicamente en el →Gobierno Comparado o en →Sistemas Políticos Comparados
(→Comparative Politics). En consecuencia, se distingue entre diferentes M.C. e incluso a veces el →Análisis de
Caso es comprendido como un método de la investigación comparativa. En oposición a estas circunstancias se
encuentran los intentos (véase Lijphart 1971) de concebir el M.C. de manera más estricta como método de
comparación de una selección de casos limitada y argumentada que se aplica en situaciones de investigación
donde no existen condiciones para la utilización de otros →Métodos (→Experimento, métodos estadísticos). A
esta comparación cualitativa se opone la cuantitativa que utiliza procedimientos estadísticos (→Cross national
studies) sobre la base del mayor número posible de casos y que, en el aspecto metodológico, debe ser tratada más
bien entre los métodos estadísticos. Sea como fuere, con la decisión del investigador de proceder
comparativamente no se resuelve el problema metodológico, sino apenas empieza el razonamiento conciente del
método.
1. De la práctica de empleo del término M.C. resultan dos entendimientos básicos, uno más lato y otro más
estricto. Para el más lato sería más adecuado hablar de la comparación o del comparar: el concepto de método
debería quedar reservado al uso planificado de la comparación para la obtención de conocimientos científicos.
En el ámbito del entendimiento más amplio de M.C. pueden distinguirse para la comparación diferentes
asignaciones de significado o de función: (1) La comparación es inherente a cualquier procedimiento científico,
el método científico es inevitablemente comparativo y toda política es de alguna manera política comparativa
(Grosser 1973: 19). De esta perspectiva se deriva que la idea de un M.C. autónomo parece resultar redundante
(Lasswell 1968: 3) o también, que en las ciencias sociales deben igualarse el M.C. y el método científico
(Almond 1966: 877 y s.). Estas valoraciones tienen la desventaja de que no individualizan lo suficientemente los
diferentes métodos en las ciencias sociales. Ciertamente, en la aplicación de cualquiera de los métodos
individuales (el estadístico, comparativo, experimental, etc.) se comparará en alguna fase del proceso de análisis.
No obstante, en este caso se trata de un parecido procedural cuya importancia es muy sobrevaluada en
detrimento de las particularidades relevantes para la investigación que presentan los diferentes métodos si
definimos sin diferenciar todos los métodos de las ciencias sociales como comparativos; y de alguna manera
quedaría sin fundamento la reflexión metodológica.
(2) La comparación entre las complejas acumulaciones de experiencias políticas y sociales es el fundamento para
la formación de conceptos politológicos. Éstos no se orientan por el fenómeno individual. Incluso las
→Descripciones simples trabajan con una conceptuación comparativa: «Los aspectos considerados relevantes
con los que se describe un acontecimiento individual son universalidades» (Grosser 1973: 19). Con mayor razón,
las generalizaciones no pueden prescindir de ella. La figura conceptual del →Tipo, utilizada con frecuencia en la
ciencia política, demuestra claramente cuan inherente es ya la perspectiva comparativa a los términos
politológicos. Si nos enfocamos en la conceptuación de la ciencia política, no existe propiamente ningún estudio
politológico que no proceda (implícitamente) de manera comparativa.
(3) La comparación es el criterio de la interpretación valorativa de los resultados empíricos. Si bien no es «el
principio del conocimiento científico» –como éste debe considerarse más bien el postulado del examen crítico de
teorías–, permite «la evaluación comparativa de los resultados empíricos» (Hartmann 1980: 51 y s.). Ahora, la
realidad social y política de un país puede ser confrontada con concepciones normativas del «buen orden» (la
comparación relativa a valores o axiológica fue usual en el anterior →Gobierno Comparado), en el método ideal-
típico, con →Modelos (un procedimiento frecuente en el discurso del asesoramiento político), y en la
comparación empírica, con informaciones de carácter cuantitativo y cualitativo sobre los sistemas políticos de
otros países. En todos estos casos se trata de valoraciones, a veces de preferencias y opciones que se
fundamentan por medio de la comparación.
(4) Como otros fines de la comparación pueden considerarse, siguiendo a A. Grosser (1973: 19 y ss.): (a) hacer
comprensibles las cosas desconocidas a partir de cosas conocidas mediante la analogía, la similitud o el contraste
(la llamada comparación pedagógica); (b) señalar descubrimientos nuevos o resaltar lo peculiar (la llamada
comparación heurística); (c) sistematizar, enfatizando precisamente la diferencia (la llamada comparación
sistematizadora), «considerando lo particular del objeto analizado no como singularidad sino como
especificidad» (ibid.: 21). Todas las tres finalidades son de importancia en la lógica de la comparación como
método científico que utiliza especialmente la ciencia política.
A pesar de la omnipresencia y diversidad de funciones de la comparación existen, en parte, reservas notables en
cuanto a su utilidad. Éstas se expresan en lenguaje coloquial en frases como éstas: «esto no se puede comparar»,
o «sería como comparar peras y manzanas». Uno de los patrones de argumentación más utilizados en diálogos
tanto de sentido común como científicos es la afirmación que sólo las cosas parecidas pueden compararse. En
particular –se dice– es lo singular y extraordinario que se escapa de la comparación. Estas ideas son paradójicas
en tanto que a la constatación de la incomparabilidad ya le precedió una comparación. ¿Cómo podríamos
constatar el carácter singular o extraordinario de un fenómeno si no fuera a través de una comparación? Las
reservas ante la comparación se alimentan también del temor de que con la pura comparación las diferencias
entre los fenómenos puedan ser niveladas e incluso la comparación ser instrumentalizada implícitamente para
negar las diferencias, minimizar un acontecimiento o tratar de compensarlo con otro. A veces, incluso se
argumenta que debido a este peligro la comparación debe quedar reservada a los «maestros». A los «discípulos»
se les responde a la comparación elegida con alguna de las frases arriba mencionadas. La posibilidad de un
abuso, sin embargo, no limita la relevancia científica general de la comparación.
2. El M.C. en sentido estricto busca examinar nexos causales y trata de aislar los factores que pueden ser
considerados como causa (variable independiente) de un efecto (variable dependiente) (→Causalidad). El M.C.
es el sustituto del experimento en las ciencias sociales. Principalmente, se puede distinguir entre un modo de
utilización cualitativo y otro cuantitativo. La distinción se refiere primordialmente al número (n) de los casos
examinados. La reflexión metodológica en torno al M.C. se refiere primordialmente a su variante cualitativa, ya
que en este caso es casi imposible una estandarización del M.C. porque típicamente éste se aplica sobre todo allí
donde los métodos estandarizados de las ciencias sociales no funcionan debido a lo específico del objeto a
analizar, ya sea porque éste no puede ser examinado de manera experimental o porque el número de casos es tan
escaso que no pueden utilizarse procedimientos estadísticos.
A. Lijphart (1971) confrontó al M.C. en su aplicación cualitativa tres métodos propios de las ciencias sociales: el
experimento, el método estadístico y el estudio de caso. Describió la función, las fuerzas y debilidades del M.C.
sobre todo en delimitación del procedimiento estadístico; este hecho es relevante para la valoración que hizo
Lijphart de la eficiencia científica del M.C. en su práctica de uso cualitativo. Lijphart parte de la igualdad
estructural de ambos métodos y favorece estrategias de investigación que permitan una transición del M.C. hacia
procedimientos estadísticos, otorgándoles un mayor valor metodológico. Para la variante estadístico-cuantitativa
proveyó Lijphardt (1995) un excelente ejemplo con su estudio «Electoral Systems and Party Systems».
3. Para el M.C. de aplicación cualitativa es característica la situación de que se investigará un gran número de
variables con un número pequeño de casos; pero precisamente en este hecho reside su dificultad peculiar. Los
criterios de análisis seleccionados son, en su mayoría, configuraciones de gran extensión como una sociedad, un
Estado o un sistema político cuyo número es limitado, su estructura compleja y su selección no es fácil de
determinar si se pretende hacer o verificar afirmaciones generalizadas. La discusión metodológica se orienta
hacia la aclaración de la función del M.C. en el proceso de investigación y de la adecuación científica de sus
diferentes formas de aplicación. En ambos aspectos los comparatistas expresan puntos de vista controvertidos.
(1) Al M.C. se le asignan diferentes funciones en el proceso de investigación. Éstas pueden caracterizarse grosso
modo como (a) heurísticas, (b) empíricamente generalizando, (c) generando hipótesis, (d) empíricamente
cuantificando, (e) verificando hipótesis. Las funciones no son disyuntivas, de ninguna manera se excluyen
utilizaciones multifuncionales.
La función del M.C. es heurística en tanto que la perspectiva comparativa permite obtener una visión más
profunda de la complejidad del respectivo objeto de análisis y estimula preguntas que captan de manera más
precisa lo individual del caso concreto. En este sentido afirma H. Stretton (1969: 247): «Comparison is strongest
as a choosing and a provoking, not a proving device: a system of questioning, not of answering [La comparación
tiene su mayor fuerte como mecanismo de elección y provocación, no de verificación].» La utilización heurística
del M.C. permite también formar hipótesis muy específicas y enfocadas en la particularidad del caso individual.
En los otros cuatro casos –en contribuciones de diferente peso a la formación de teorías– se busca lo general o
bien se pretende la generalización, ya sea en la forma de la constatación empírica, la vinculación de los
resultados empíricos con →Leyes, la →Medición de variables, la confirmación o →Falsación de teorías. G.
Sartori (1970: 1033) destaca para el M.C. la función de la medición, Lijphart (1975: 159) la del test empírico.
No se cuestiona que un →Caso Divergente (deviant case) en la investigación comparativa no conduce a la
falsación de una teoría ya probada.
(2) Las múltiples formas de aplicar la comparación exponen el M.C. necesariamente al razonamiento
metodológico. Si se pretende hacer afirmaciones →Nomológicas o cuasi-nomológicas, entonces la selección de
los casos incluidos en el estudio es decisiva para la calidad y el alcance de los resultados científicos. «The
prudent comparativist does not choose his countries by choice: he is guided by pertinent criteria [El
comparatista prudente no escoge sus países por gusto: se guía por los criterios pertinentes» (Dogan/Pelassy
1981: 38). La selección puede efectuarse siguiendo diferentes aspectos: según el objeto/ámbito de objeto,
→Contexto, tiempo o espacio. Criterios importantes son el número de casos y la proporción entre las variables
contextuales y las operativas, es decir, las examinadas. A diferencia del experimento en las ciencias naturales, el
científico social no puede mantener constantes las condiciones marginales en el ámbito de objeto analizado.
Puede suponer constancia para las variables no examinadas, incluso si en realidad existe varianza en el tiempo
mas estas desviaciones y cambios no trascienden una medida determinada. Puesto que hay pluralidad en los
objetos científicos que se persiguen con el M.C., los criterios mencionados deben y pueden ser manejados sin
rigidez. Dependiendo del planteamiento del problema, por ej. un estudio (binario) sobre dos países puede arrojar
resultados más fructíferos que un análisis orientado por el ideal de la cuantificación estadística, que examina una
gran cantidad o un número artificialmente aumentado de casos. Las ventajas de ambos métodos no se pueden
maximizar. Con el aumento del número de casos observados se reducen, por regla general, los elementos
cualitativos del análisis. Lo que la hipótesis gana en validez general, lo pierde en el contenido informativo. Así,
ambos criterios mencionados se encuentran también en una relación conflictiva que no puede resolverse por
principio sino que debe aprovecharse de manera razonable en cada caso, ya que es constitutiva para el M.C.
4. La siguiente presentación esquematizada de las formas más usuales de aplicación del M.C. no puede
delimitarlas individualmente en el sentido de una →Clasificación ya que resultan algunas interferencias. El
comparatista debe, además, tomar decisiones armonizadas entre sí en varios aspectos para lograr esa relación
metodológicamente razonable que permite observar más de cerca algunas variables, descuidando otras, en una
selección fundada de casos.
(1) Ámbito de objeto: Se debe distinguir entre las comparaciones de configuraciones de gran extensión
(sociedades, sistemas políticos), por una parte, y segmentos (→Partidos, →Sindicatos, etc.), por la otra. El
→Funcionalismo representa un requisito esencial para comparaciones fructíferas de sistemas políticos enteros.
La comparación pudo extenderse más allá de los países parecidos en el aspecto sociocultural (las democracias
occidentales), pero en la práctica de la investigación quedó muchas veces limitada en cada uno de los casos a
unos cuantos países. Las variables analizadas (por ej. las del sistema de instituciones) se observan en el contexto
de factores socioculturales específicos. El contexto superior de sistema se mantiene cuando se analizan funciones
individuales (por ej. la →Legislación). Al comparar partes de sistemas políticos, el número de casos puede
aumentarse casi discrecionalmente, descuidando las variables de contexto (por ej. los sindicatos en el mundo).
Los intentos de explicar las diferencias que se presenten (por ej. en la estructura y el desarrollo de los sindicatos)
terminan necesariamente en las variables culturales, sociopolíticas o del sistema entero, más allá de un
→Framework of Analysis centrado sólo en el segmento mismo (véase Dogan/Pelassy 21990).
(2) Contexto: Se tiene que distinguir, además, si el contexto de las variables analizadas es homogéneo o
heterogéneo. Para un estudio de los sindicatos en los países industrializados occidentales puede suponerse hasta
cierto grado la homogeneidad, pero no para un estudio sobre sindicatos a escala mundial. El examen de variables
en contextos heterogéneos se facilita con la comparación de equivalentes funcionales.
(3) Tiempo: Se distingue entre tres dimensiones de comparación: (a) Comparación diacrónica (longitudinal, en
tiempos distintos) (primordialmente dentro de un país, por ej. entre Weimar y Bonn/Berlín): el número de casos
es escaso, las variables de contexto son relativamente constantes aunque, naturalmente, también sujetas al
cambio. Una ventaja consiste en que se pueden tomar en cuenta aspectos histórico-genéticos; una desventaja
representa la situación desigual de los datos que puede mantener limitada la comparación al nivel de →Datos
Agregados. (b) Comparación sincrónica (horizontal, simultánea) (primordialmente entre países, pero también
dentro de un país entre unidades territoriales): el número de casos es variable (es decir, puede ser grande
también), las variables de contexto son más difíciles de controlar, los intentos en este sentido se realizan
mediante la selección encauzada en el contexto de casos parecidos (homogéneos) o con el →Area Approach
(enfoque de área). (c) Comparación diferida en el tiempo, una forma mixta entre la comparación diacrónica y
sincrónica; por ej. en la teoría de las instituciones, entre Weimar y la Va. República en Francia o en la
investigación sobre el desarrollo según niveles de desarrollo desfasados (la comparación de países en la fase de
su →Industrialización por medio de la →Sustitución de Importaciones): el número de casos es variable, en la
práctica de investigación hasta la fecha, mas bien escaso (en su mayoría, binario), las variables de contexto están
parcialmente controladas ya que la selección de los casos muchas veces se realiza por su similitud, es decir, por
la homogeneidad en las variables de contexto.
(4) Espacio: Se distingue entre cuatro espacios de comparación: (a) nacional (nation). La unidad seleccionada
con mayor frecuencia es el Estado/sistema político, por lo que se habla del nation-bias [inclinación por las
naciones] en la investigación comparativa. (b) intranacional (intranation). Las unidades son formadas por los
niveles políticos (Estados, entidades públicas regionales) o también por territorios socioculturales-históricos. El
estudio clásico es de Linz/de Miguel: Within Nation Differences and Comparisons: The Eight Spains
[Diferencias y comparaciones intranacionales: Las ocho Españas] (en: Merritt/Rokkan 1966). (c) supraestatal.
Esta unidad comprende regiones internacionales (África, América Latina, etc.), pero sobre todo los espacios de
integración (Unión Europea) o de homogeneidad (los países industrializados occidentales) son la base de la
comparación de sistemas. (d) sociedad mundial. En un espacio tan extenso se establecen las comparaciones entre
Pax Romana y Pax Americana o, en los enfoques marxistas, las comparaciones diacrónicas en cuanto al
desarrollo del →Capitalismo o del→Sistema Mundial. Con respecto a los cuatro criterios mencionados y la
dimensión de comparación «tiempo», resultan las características descritas en el Cuadro no. 7.

Cuadro 7: Formas de aplicación de la comparación


Espacio Tiempo Número de casos Variables de contexto
Nacional { sincrónico elevado heterogéneas
diacrónico escaso homogéneas
intranacional sincrónico elevado homogéneas
supranacional sincrónico escaso heterogéneas
sociedad mundial diacrónico escaso heterogéneas

La combinación de distintas unidades espaciales no es rara: muy atractiva es la comparación intranacional-


internacional, por ej. en forma de la comparación de diferentes periferias (por ej. regiones en desarrollo dentro de
la Unión Europea) en el marco del →Modelo Centro-Periferia.
5. Dentro del M.C. se aplican diferentes estrategias de investigación. Fundamental es la distinción entre el
→Método de Concordancia y el → Método de Diferencia cuya formulación ideal-típica se debe a J.St. Mill en
«A System of Logic [Un sistema de lógica]» (81972, 1ª. ed. 1843). Los términos de concordancia y diferencia se
refieren aquí a las variables operativas; homogeneidad y heterogeneidad, a las variables de contexto que no se
analizarán. El método de concordancia exige similitud en la →Variable operativa (tanto la dependiente como la
independiente) y heterogeneidad de la variable de contexto. El supuesto es éste: si para explicar un fenómeno en
un contexto totalmente heterogéneo se puede aislar una variable restante que, además de la variable a explicar, es
la única similar, es ésta la que entra en consideración como causal. El método de diferencia requiere diferencia
en las variables operativas (tanto explicativas como a explicar) y homogeneidad en las variables de contexto.
Según Mill se trata de comparar situaciones «in which a phenomenon does occur, with instances in other
respects similar in which it does not [en las que un fenómeno ocurre, con situaciones similares en otros aspectos
en las que esto no sucede». Si las variables consideradas independientes son las únicas distintas además de las
consideradas como dependientes, las primeras se toman en cuenta para explicar los fenómenos distintos.
Las estrategias que desde entonces se han desarrollado varían en sus denominaciones de manera, en parte,
confusa pero pueden ser clasificadas en su mayoría, remitiéndose a Mill, dentro de los métodos, ya sea de
concordancia o de diferencia. Esto es posible en el mayor grado con el →Enfoque/ Diseño de los Sistemas más
Diferentes (Most different system approach, o también Most dissimilar cases design) y el Enfoque de los
sistemas más Similares (Most similiar system approach, o Most similar cases design) que se distinguen de los
métodos de concordancia y de diferencia en cuanto sus denominaciones no se refieren a las variables analizadas
sino a las condiciones contextuales. El Most different system approach corresponde al método de concordancia,
el Most similiar system approach al método de diferencia (véase Smelser 1976, Sartori 1991). Sin embargo, esto
no significa que las dos estrategias de investigación se definan como idénticas en sus respectivos procedimientos
y objetivos a aquéllos de los métodos de concordancia y de diferencia. Coinciden, empero, en Smelser y Sartori,
entre otros, en que la variable dependiente (similar o no similar) es un valor conocido, que se busca la variable
dependiente y una serie de variables de contexto (heterogéneas o bien homogéneas) no entran en consideración
como factores causales.
Otros comparatistas identificados prefieren ocasionalmente otras definiciones y fines del Most dissimilar y Most
similar cases design. Por ej. M. G. Schmidt (1995: 625) considera el Most dissimilar cases design como
especialmente adecuado «para identificar el efecto que las diferencias en las estructuras básicas, por ej. en el
nivel de desarrollo socioeconómico, tienen sobre los procesos políticos y sociales». De acuerdo con esto, las
«estructuras básicas» no similares de los casos analizados pertenecen a las variables analizadas, dicho con más
precisión, independientes. Schmidt atribuye al Most similar cases design una adecuación especial para aquellos
análisis que «buscan registrar diferencias en los casos analizados respecto de tendencias de evolución social y
política que varían de modo relativamente independiente de las estructuras básicas». En este diseño de
comparación las «estructuras básicas» similares de los casos analizados se cuentan entre las variables de
contexto, es decir, las que no se analizarán. Schmidt renuncia a la simetría de la diada ya que en el primer diseño,
las disimilares son las variables independientes y en el segundo, las similares las variables de contexto que no se
analizarán. De esta forma se expresa el estatus metodológico heterogéneo de las «estructuras básicas» en las
estrategias respectivas. En comparación con Mill y Sartori los diseños de investigación de Schmidt pueden
caracterizarse de tal forma que la variable (que siempre no es similar) es un valor conocido, que se pregunta por
sus efectos (variables dependientes) y que ni la similitud o no-similitud de la variable operativa ni la
heterogeneidad o homogeneidad de la variable de contexto forman un criterio de distinción sistematizador de
ambas estrategias de investigación. Ciertamente, Schmidt (1982) descubrió antes en sus investigaciones sobre la
actividad del Estado el valor conocido (la composición partidista de los gobiernos) como factor importante de
influencia en comparación con otras variables explicativas.
La estrategia de los casos comparables recomendada por A. Lijphart (1971,1975) puede clasificarse dentro del
método de diferencia. «Comparable cases […] are similar in a large number of important characteristics, but
dissimilar with regard to the variables between which a relationship is hypothesized [Los casos comparables son
similares en un gran número de características importantes pero no similares con respecto a las variables entre
las que se supone que existe una relación» (Lijphart 1975: 159). Dentro de un contexto relativamente parecido
(homogéneo) (por ej. las democracias pluralistas) se quiere que algunas variables aisladas (por ej. los sistemas
electorales y de partidos) sean distintas para poder analizarlas respecto de dependencias: una expresión menos
estricta de los requisitos casi experimentales con los que Mill confrontó el método de diferencia.
Lijphart aboga, en cuanto a las estrategias de investigación, por una reducción de la varianza en las variables de
contexto y un aumento de la varianza en las variables operativas. Él desarrolló su →Estrategia de Casos
Comparables en el contexto de reflexiones de cómo puede reducirse el problema fundamental del M.C. (muchas
variables, pocos casos) y lograrse el máximo aprovechamiento de las posibilidades potenciales del M.C. La
estrategia de los casos comparables parte primordialmente de las condiciones contextuales. Se pretende que en
este aspecto los casos seleccionados sean lo más similares («comparables») posible. Por lo tanto, la estrategia
recoge el problema de las variables en oposición a otras estrategias discutidas por Lijphart que se refieren a los
casos cuyo número debe ser aumentado: (a) añadiendo comparaciones diacrónicas, o (b) diferenciando los casos
mediante comparaciones intranacionales, o (c) ampliando las expresiones de variable, el property space [margen
de características], las variables, es decir, ampliando los conceptos para poder incluir más casos. En el diseño de
investigación, Lijphart quiere seguir ambas estrategias a la vez: la reducción de la varianza en las variables de
contexto y el aumento de la varianza en las variables operativas.
Respecto de la aplicación del M.C. se maneja de diferentes maneras la pregunta con cuál de las variables
operativas, la independiente o la dependiente, se vinculará la diferencia o la similitud (concordancia). Esta
cuestión representa también un criterio para la selección de los casos. Con bastante frecuencia es la similitud en
la variable fijada como dependiente, en el historical outcome [resultado histórico], la que guía la selección: por
ej. cuando se comparan sólo países que presentan sistemas pluripartidistas, o sólo países que experimentaron la
decadencia de la democracia, o (con una selección aún más estrecha) únicamente países en los que el
→Fascismo llegó al poder. Si se realiza esta selección, el criterio de concordancia es aplicado doblemente:
respecto de la variable de contexto y de la variable dependiente. El concepto de los casos comparables que según
Lijphart se refiere a las condiciones contextuales es reducido a la concordancia de las variables analizadas (de
resultado), creyendo que sólo lo similar en este sentido es comparable razonablemente (por ej. el
parlamentarismo británico con el australiano, pero no con el sistema presidencial norteamericano). En este caso
el prejuicio de que no se pueden comparar «peras con manzanas» se opone de la forma más decisiva a los
requisitos del método de diferencia. Ésta no solamente no excluye la diferencia simultanea entre las variables
dependiente e independiente en los casos seleccionados; por el contrario, esta lógica de comparación es incluso
la más convincente para reconocer una eventual relación causal: la causa A provoca el efecto X, la causa B, el
efecto Y (o más concretamente: el sistema electoral de mayoría relativa conduce al sistema bipartidista, el de
representación proporcional pura al sistema pluripartidista).
Para la práctica de la investigación es, además, importante la distinción entre casos idénticos y contrarios. En el
caso del método de diferencia en sentido estricto «la ausencia de la causa excluye la presencia del efecto»
(Durkheim 1961: 209). Los casos contrarios son aquellos casos en los que una de las variables observadas no se
presenta con la otra, es decir, que la causa A no provoca el efecto X sino que coincide con el fenómeno Y ó Z
(sistema de mayoría relativa con sistema pluripartidista) o que está presente el efecto X pero no el fenómeno A
(sistema bipartidista sin sistema de mayoría relativa). El mayor interés del investigador en la comprobación que
en la falsación ante los resultados de su propia investigación refuerza la inclinación por escoger casos idénticos
que se parecen en la expresión de la variable operativa y de añadir, en dado caso, otros casos idénticos en la
constelación de las variables. Ya Durkheim (22001) censuró la preferencia de los comparatistas de acumular
simplemente los casos como comprobantes en lugar de seleccionarlos críticamente. Un ejemplo es la
investigación de fracasos de la democracia (breakdown of democracy) en la que el resultado histórico fija ya la
identidad de la variable dependiente, y la búsqueda de una causa única (por ej. el sistema proporcional o el
presidencialismo) también la identidad de la variable explicativa. Los casos nuevos tomados en consideración
siguen la lógica de confirmación, ya sea que sólo se escogen casos idénticos o, si se tienen en cuenta casos
contrarios, éstos se consideran →Casos Divergentes (deviant cases). Los casos contrarios sirven para el examen
crítico de teorías, la determinación más precisa de sus condiciones de validez: por lo tanto, deberían tener un
lugar fijo en el diseño de la investigación comparativa.
6. La cuestión de concordancia y diferencia se plantea de manera muy diferente con respecto a los términos o
conceptos con los que se trabaja en la investigación comparativa. La comprensión fundamental que cabe resaltar
primero es: ninguna comparación sin conceptos (Grosser 1973: 40; Dogan/Pelassy 1984: 3 y s s ., 24). Los
conceptos deben ser precisos y trasparentes. Sartori (1991: 247 y ss.) advirtió sobre los diferentes peligros de la
formación y aplicación de conceptos en la investigación comparativa de la política: (a) parochialism
[pueblerinismo]: la desestimación de términos y conceptos teóricos establecidos. Obviamente, esto no aplica
para →Dilucidaciones, el desarrollo de conceptos útil para la investigación; (b) missclassification (clasificación
equivocada): la clasificación errónea de casos analizados dentro de conceptos (por ej. de sistemas
semiautoritarios entre las democracias en la forma de democracias con adjetivo; véase Linz 2000: XL); (c)
degreeism: la fijación arbitraria o manipuladora de puntos límite (cut-off-points [puntos de corte]) en los que la
cualidad de un fenómeno se transforma en otra (por ej. las democracias en la fase de transición, en democracias
consolidadas); (d) conceptual stretching: la excesiva extensión de un concepto mediante la ampliación de sus
dimensiones de características, por medio de un exceso de diferencia interna. Bajo la presión de «muchas
variables, pocos casos» el comparatista se inclina por estirar los conceptos: una estrategia de reducir el número
de variables y, al mismo tiempo, aumentar la cantidad de casos. Pero al atenuar un problema fundamental del
M.C. se genera otro. Como ejemplo puede servir el concepto de effective threshold [umbral efectivo] de Lijphart
(1994) que absorbe dos fenómenos, distintos en cuanto a las causas y, en parte, a los efectos también: la barrera
natural de representación que se forma por el (escaso) número de mandatos a repartir en la circunscripción
electoral, y la →Barrera Legal. El grado de diferencia (la heterogeneidad) en los conceptos arroja consecuencias
para la diferenciación de los resultados de investigación. El concepto de una idéntica clase de fenómenos se basa
en las propiedades concordantes de éstos. La diferencia debe de existir entre los conceptos y, por tanto, entre las
clases de una clasificación. Sartori ha señalado repetidamente este nexo al tratar la relación conflictiva entre el
alcance y la intensidad/especifidad de los conceptos. Bajo el alcance se entiende el número de fenómenos a que
se refiere el concepto, bajo intensidad/especifidad las propiedades del concepto, su precisión y controlabilidad
empírica. Un conflicto existe en cuanto al aumentar el alcance del concepto (por ej. en lugar de democracia de
los países industrializados occidentales, todos los países que se conciben como democracia) disminuye la
intensidad/especifidad del concepto (ya no importa una mayor diferenciación según calidad democrática, Estado
de derecho, Estado social, etc.). Por esta relación inversa orientó Sartori su escala de abstracción que al subir o
bajarla sugiere preguntar al comparatista si las supuestas propiedades del concepto siguen siendo las mismas (o
si más bien disminuyeron o aumentaron). Sólo después de este examen conceptual-clasificador (siguiendo el
principio del «uno de dos» categorial) es posible una medición (según el principio del más o menos o bien del
grado). Cuan mayor el grado de abstracción, tanto menos adecuada es la perspectiva del grado, en oposición al
nivel de abstracción más bajo donde es la adecuada (Sartori 21992: 301). Partiendo de estas reflexiones, la
ciencia política, especialmente la empírica, tiene la función –en el rango medio de la escala de abstracción donde
el alcance y la intensidad/especifidad de los conceptos se equilibran– de aplicar el M.C. de manera fructífera
para los fines de generalización empíricamente comprobable.
7. La estructuración de la comparación, la diferenciación de concepto, el nivel de abstracción son de importancia
determinante para la formación de la teoría, en especial para el tipo de teoría que procede de investigaciones
comparativas. Como punto de partida de un intento de asignación escogeremos, basándonos en Sartori (21992:
300), el alcance de la comparación en el sentido de la dimensión de las unidades analizadas. Si éste es grande, es
decir, sobrepasa un área e incluye unidades heterogéneas, los conceptos utilizados serán de gran extensión y
poco especificados, que son los requisitos para teorías globales de gran alcance y de difícil acceso para la
comprobación empírica. «Para ser fructífera, la comparación no tiene por que ser universal. Por el contrario, su
delimitación será frecuentemente la condición para que sea fructífera» (Grosser 1973: 136). Si el alcance es,
entonces, limitado –por ej. dentro de un área, considerando únicamente casos homogéneos– supuestamente
predominarán las definiciones clasificadoras y la extensión e intensidad de concepto estarán equilibradas. Se
supone que, por regla general, los casos estarán seleccionados de tal modo que permitan hacer generalizaciones,
resaltando la concordancia en el sentido de homogeneidad y similitud (totalmente en el sentido de Lijphart) en
perjuicio de la diferencia en el sentido de disimilitud y singularidad; aún estará garantizada la comprobabilidad
empírica. El tipo de teoría será, entonces, de alcance medio. Si el alcance de la comparación es escaso como en
los estudios de caso que tienen un enfoque individualizador (ideográfico), para los que el contexto respectivo es
primordial en la definición de los conceptos también y en los que se destaca la diferencia en el sentido de
disimilitud y singularidad ante la concordancia en el sentido de la similitud con otros casos, entonces el alcance
teórico de estas investigaciones es escaso. El Cuadro 8 resume de modo esquemático los nexos entre el alcance
de la comparación, la diferenciación conceptual y el tipo de teoría. No obstante, en la práctica de la investigación
habrá condiciones divergentes en tanto que muchas veces una comparación de escaso alcance (dos o tres
sociedades que el investigador conoce bien) da motivo a generalizaciones o tipos de teoría de alcance mayor sin
que se mantenga el carácter hipotético o se persiga un fin heurístico y sin captar los problemas metodológicos
con los que se enfrenta una ciencia política comparativa que pretende formular teorías globales. Estas reflexiones
señalan la necesidad de poner a disposición de la investigación comparativa de la política, con la aplicación
meditada del M.C. el instrumentario para su rendimiento teórico y su confiabilidad empírica.

Cuadro 8: Acerca de la relación entre comparación, diferenciación de concepto y tipo de


teoría*
Comparación: Diferenciación de concepto Tipo de teoría
alcance y características
inter-área gran extensión teorías globales
heterogéneo poca intensidad
conceptos abstractos
escasa comprobabilidad empírica
gran alcance
intra-área proporción equilibrada entre extensión e mediano alcance
intensidad medianas
homogéneo
conceptos clasificadores (marcadores de
diferencia)
estudios de caso gran intensidad escaso alcance
poca extensión
conceptos determinados por el contexto
2
* basado en Sartori 1992: 300.

8. Una de las ventajas del M.C. reside en que éste deja al investigador mucha libertad para el desarrollo de un
diseño propio de investigación adecuado a la situación. Él sólo tiene que aprender a dominar el juego con la
concordancia y la diferencia. Esto incluye para el politólogo que desarrolle un entendimiento flexible y, sin
embargo, un manejo controlado de las alternativas en cuanto a las estrategias de investigación.
(1) Los contextos homogéneos y heterogéneos, los supuestos de contexto estrictos de los métodos de diferencia o
bien de concordancia son en la realidad nunca totalmente homogéneos o heterogéneos. Tampoco son, como
tales, invariablemente constantes. En la forma flexible, el investigador decide sobre la selección de las
características que presenten los casos incluidos en la comparación, con base en los cuales considera suficiente la
similitud o disimilitud de las variables de contexto para aplicar, ya sea una u otra estrategia de investigación. (2)
Los métodos de concordancia y de diferencia en sentido estricto suponen la neutralidad total del contexto.
Empero, de ninguna manera puede excluirse que las variables de contexto no analizadas influyan sobre la
variable dependiente, ya sea en forma directa o indirectamente por medio de efectos que ejerzan sobre la variable
tenida como independiente u otras que también puedan entrar en consideración en cuanto variables explicativas.
Esto lo indican sobre todo las investigaciones en las que se estudian los efectos de la misma variable
independiente en dos contextos diferentes pero homogéneos contemplándolos independientemente uno del otro.
La expresión tal vez distinta, en dado caso, se explica del contexto diferente. Es decir, si se supone que el
contexto sea homogéneo, no se está deduciendo que no tenga ninguna importancia para el nexo causal hipotético
de las variables operativas. En el entendimiento flexible de las estrategias de investigación las variables de
contexto deben analizarse siempre con respecto a sus posibles efectos en las variables principalmente
examinadas. Las estrategias de investigación del M.C. en los requisitos estrictos formulados por Mill se acercan
tanto al experimento que para ellas también aplica lo que para el experimento: que no es aplicable al objeto de
las ciencias del espíritu y sociales. Los enfoques estrictos siguen la idea de causalidad lineal. Además, se supone
al fenómeno a explicar como dependiente de una causa única (singular). Al tipo ideal se le acerca la estrategia
preferida por Durkheim, que parte de la similitud principal de un caso empíricamente examinado con otros casos
y, además, supone que el fenómeno a explicar depende esencialmente de una sola causa. En estas premisas de
concordancia se basa la formación de teorías deterministas de gran alcance. La estrategia de investigación
comprometida con Max Weber (véase Ragin/Zaret 1983) se aboca, por el contrario, al estudio de muchos casos,
destacando sus diferencias históricas. La pregunta esencial se refiere a las diferentes causas de estas diferencias y
a su ponderación. Estas premisas de diferencia se vuelven constitutivas para la formación de teorías de alcance
más bien medio. Tan sólo el hecho de suponer una multicausalidad y de verificar su existencia significa que se
está siguiendo un entendimiento flexible de las estrategias de investigación. Éste se ajusta más a la experiencia
de las ciencias sociales de que frecuentemente existen conjuntos de factores que proporcionan en cada caso
explicaciones parciales, tal vez estén interconectados estructural y/o dinámicamente y formen cadenas de causas.
Además prevalecen patrones teóricos sobre una causalidad más compleja, por ej. el conocimiento de que los
efectos reaccionan sobre las causas (→Cibernética Política), de modo que la causalidad supuesta no es de
naturaleza lineal sino circular-dinámica, o la perspectiva de la teoría de sistemas, según la cual los fenómenos
(sistemas políticos) están en conexión con su contexto (su entorno social) y dependen en su evolución de las
relaciones de intercambio entre el sistema y su entorno. Las estrategias de investigación comparativas no se
deben cerrar ante patrones de explicación sensibles al contexto, no lineales y sistémicos.
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