Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
La Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II nº 11, dice que los Libros Sagrados
tienen una doble paternidad: “En la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres,
que utilizó usando sus propias facultades y medios, de forma que, obrando El en ellos y por
ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería”. Dios es el autor
primero y principal, el escritor sagrado el autor cooperador instrumental, inspirado por Dios,
que escribe la verdad de lo inspirado con su propia inteligencia y creatividad.
Los cristianos creemos que la Biblia es un libro inspirado por Dios que, como dice el Conc.
Vat. II en la Constitución dogmática: “Dei Verbum”, nº 11, dice: “En la composición de los
libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y
talentos. De ese modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores
pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería”.
Y en el nº 12: “Dios ha hablado en la Sagrada Escritura por medio de los hombres y de una
forma humana”. La Historia de la Biblia es la Historia de la Palabra de Dios a los hombres:
“Dios que había hablado muchas veces ya en los tiempos antiguos y de diversos modos a
nuestros padres por medio de los profetas, últimamente, en nuestros días, nos ha hablado
por medio de su Hijo ...” Hebr, 1,1-2.
¿Qué es inspiración? Inspiración es: “la especial influencia o influjo por el que Dios por
medio del Espíritu Santo ilumina la mente y el corazón del escritor sagrado, o escritores
sagrados, para la redacción de los Libros Sagrados”.
La Escritura inspirada por Dios: en la Sagrada Escritura, se atribuyen al Espíritu Santo las
profecías y todos los acontecimientos históricos que hacen referencia a la salvación. La
eficacia salvadora de la Sagrada Escritura radica en el hecho de que ha sido palabra escrita
"inspirada por Dios". Cuando la palabra de Dios se convierte en escritura no se convierte en
letra muerta, sigue siendo palabra eficaz. Para comprender la idea que el A.T. tiene de la
inspiración de la Escritura, sería bueno compararla con la inspiración profética. Los profetas
se saben bajo la ineludible fuerza de la palabra de Dios. Para expresar el impulso divino
hacia la actividad profética, Ezequiel emplea la expresión: "la mano del Señor cayó sobre
mí ".
El autor inspirado sin perder ninguna de sus facultades físicas ni racionales, antes al
contrario valiéndose de ellas, es instrumento inteligente, útil para expresar, comunicar o
redactar aquello que Dios quiere expresar y comunicar a su pueblo.
Por eso se dice que la palabra escrita tiene a Dios como autor inspirador y causa principal y
el escritor sagrado como autor realizador que entiende y escribe aquello que se le ha
inspirado y es a la vez causa instrumental escribiendo lo inspirado con sus propias
palabras, estilo literario, su psicología personal, etc.
El Espíritu De Cristo lleva a la Iglesia a una comprensión cada día más plena de la escritura
inspirada. El Espíritu vivificador introduce en una mayor profundidad de la verdad divina a
todo aquel que desea alimentarse de esta Palabra en la Iglesia. El recto entendimiento de la
Biblia está encomendado a la Iglesia en cuanto tal. Este conocimiento fiel de la Palabra de
Dios lo alcanzan los creyentes particulares en la medida en que éstos procuran entenderla
en el ámbito y en el espíritu de la Iglesia.
El hecho de la inspiración divina dice relación con la Revelación de Dios a los hombres.
¿Qué es la revelación?
Al decir que la Biblia es una “Historia de Salvación” queremos decir que Dios se ha querido
comunicar con el hombre a través de la historia, de decir, de los acontecimientos humanos.
Es en los acontecimientos humanos, principalmente en los más peligrosos, en los
sufrimientos, en los pecados, donde Israel ha experimentado esa salvación de Dios. Para
interpretar bien los sentidos bíblicos se habla de varios sentidos de la Biblia:
Esta tarea ha de hacerse de acuerdo con ciertos criterios y principios fundamentales que
deben ser tenidos en cuenta por todo creyente y también por el creyente que puede ser al
mismo tiempo hombre de ciencia.
1. Reflexión con la ayuda de las ciencias humanas: El intérprete cristiano para comprender
el sentido de la Sagrada Escritura debe de emplear todos los recursos que ponen a su
alcance las ciencias humanas, análogos a los que se aplican a cualquier otro escrito de la
antigüedad, a saber:
La tradición viva de la Iglesia no debe de ser confundida con la rutina, con la mera
repetición mecánica, con la conservación pasiva y estática de la enseñanza recibida a la
manera como se conserva una pieza de museo. La Tradición es continuación del diálogo de
Dios con el hombre en el ámbito de la Iglesia. Aun cuando lo que nos dice hoy Dios en la
Iglesia no constituya una nueva revelación con relación a lo que ya nos dijo por su Hijo
Unigénito y por medio de los Apóstoles, sin embargo, no hemos de imaginar la acción
reveladora de Dios como si Dios ya hubiera enmudecido, como algo perteneciente al
pasado. Dios continua hablando. Por la Tradición no solamente se transmiten palabras, sino
también realidades, algo que va más allá de lo que las palabras puedan expresar: la
realidad del Misterio de Cristo.
Esta Tradición de la Iglesia está presente en la vida de la misma. La Iglesia transmite con
su fe, con su vida, con su praxis lo que ella es, lo que ella vive, lo que ella realiza, lo que
ella cree en el tiempo privilegiado, normativo, de la Iglesia apostólica. En todo caso ni la
Escritura puede ser leída como Palabra de Dios independientemente de la tradición
divino - apostólica conservada en la Iglesia, ni la Tradición de la fe auténtica puede ser
comprendida independientemente de la Escritura. En cierto modo, la Escritura es norma de
la Tradición.