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docentes
Heather C. Hill
Profesora en Educación
Escuela de Posgrado en Educación de Harvard
Introducción
El desarrollo profesional de los docentes está omnipresente en Estados Unidos y otros países más
desarrollados, con 88% de los docentes que reportan participar en este tipo de actividades anualmente (OCDE,
2014). El desarrollo profesional también implica costos sustanciosos para los sistemas educativos; en Estados
Unidos, por ejemplo, el desarrollo profesional representa en promedio un 3% de los gastos de los distritos,
permaneciendo en un rango de entre 1% y 9% (Corcoran, 1995; Miller, Lord y Domey, 1994; Miles, Odden,
Fermanich y Archibald, 2004; The New Teacher Project, 2015). Finalmente, el desarrollo profesional varía
ampliamente; existen cientos de proveedores en cada zona y los programas son diversos en contenido
(matemáticas, lenguaje, ciencias), enfoque (contenido de las materias, aprendizaje de los estudiantes, grupos de
estudio dirigidos por docentes que se reúnen semanalmente durante el año escolar, coaching) y estilo
pedagógico (dirigido por el docente, dirigido por el facilitador). Para este módulo, al hablar de desarrollo
profesional de los docentes se estará hablando de las actividades de aprendizaje que los docentes realizan
después de haber iniciado su desempeño en su primer puesto laboral.
No es sorprendente que exista una amplia literatura que describe el impacto del desarrollo profesional sobre el
aprendizaje y la enseñanza. Con frecuencia, los investigadores universitarios conducen estos estudios para
examinar el impacto de los programas que ellos desarrollan, programas ampliamente utilizados en las escuelas
o, en el caso de las evaluaciones internacionales, para determinar el potencial de programas específicos para
tener un efecto sobre los resultados de los estudiantes. Una revisión de esta literatura ofrece algunos puntos
clave.
Desarrollo Profesional de los Docentes
En el 2002, el financiamiento del gobierno de los Estados Unidos comenzó a favorecer el uso de experimentos
aleatorizados por agrupaciones para evaluar los programas de desarrollo profesional. Estas evaluaciones aíslan
las variables de selección al asignar aleatoriamente a profesores voluntarios, bien sea a un grupo de tratamiento
o a un grupo de control. Estos resultados fueron sorprendentes para muchas personas. Por ejemplo, un estudio
examinó el desarrollo profesional duradero (68 horas de tiempo de contacto), enfocado en el contenido
(matemáticas) y que permitía la colaboración entre los docentes y la retroalimentación (Garet et al., 2010). En
este caso en particular, no se presentó ningún impacto en los resultados. Pronto siguió una ola de estudios con
resultados nulos (p.e., Jacob, Hill y Corey, 2016; Santagata, Kersting, Givvin y Stigler, 2011; Schneider y Meyer,
2011).
Uno podría pensar que observar este conjunto de estudios recientes arrojaría mensajes más claros sobre qué
características del desarrollo profesional funcionan para mejorar los resultados de los estudiantes. Sin embargo,
revisarlos no ha conducido a ninguna respuesta. Los programas que resultaron fallidos trataban las necesidades
de contenido de los docentes, las técnicas de instrucción y su conocimiento de los estudiantes. Lo mismo puede
decirse para la comparación entre los programas más cortos o más largos, o dirigidos por un docente o por un
facilitador, al igual que con los programas que se enfocaban en la enseñanza directa o centrada en los
estudiantes. En estudios realizados en países en desarrollo, la imagen es muy similar. Debido a que muchos
programas comparables han resultado fallidos o exitosos, es imposible generalizar los tipos de programas y
formatos efectivos. También parece que el viejo consenso en relación a lo “que funciona” no se mantiene.
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Desarrollo Profesional de los Docentes
Habiendo dicho esto, una lectura reciente de 60 rigurosos estudios de desarrollo profesional e intervenciones
curriculares sugiere algunas hipótesis preliminares sobre lo que puede funcionar para mejorar la enseñanza y los
resultados de los estudiantes. Los mismos se describen a continuación.
No se sabe si los programas de entrenamiento más típicos, parecidos a los que operan en la mayoría de los
países de Estados Unidos, afectan la enseñanza y los resultados de los estudiantes. Los resultados pueden
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asemejarse a los arrojados por el programa Content-Focused Coaching (CFC) (Matsumura, Garnier y Spybrook,
2012), en donde los entrenadores reportaron haberse desviado de su trabajo con los docentes para fungir como
tutores de los estudiantes, gestionar las pruebas y analizar los datos de las evaluaciones de los estudiantes.
Esto, junto a una elevada tasa de desgaste de los docentes, pareció obstaculizar la eficacia del programa CFC,
que no tuvo un impacto general sobre los resultados de los estudiantes. De forma similar, la evidencia del uso del
entrenamiento en los países menos desarrollados es escasa y menos alentadora (Yoshikawa et al., 2015). Estos
descubrimientos sugieren que la forma exacta en que esté estructurado el programa de entrenamiento es
relevante – los entrenadores deben observar activamente y ofrecer retroalimentación a los docentes para mejorar
sus prácticas. Las barreras para la observación y la retroalimentación – bien sea en la escuela o a nivel
interpersonal (p.e., cuando los entrenadores no quieren hacer sugerencias por temor a ofender a los docentes)
pueden dificultar el éxito del programa. Una solución puede ser emplear un conjunto de entrenadores externos a
la escuela, como se describe en el texto de Allen presentado más abajo.
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Alfabetización Colaborativa.
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Coaching enfocado en el contenido.
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Existen muchos ejemplos de programas similares, desde los que fomentan en los docentes la reflexión y análisis
de videos de enseñanza (p.e., Roth et al., 2015) hasta los que ofrecen oportunidades profundas para aprender a
enseñar nuevos materiales (p.e., Roschelle et al., 2011). Una de las características principales de estos
programas es que los docentes hacen o analizan colaborativamente las lecciones que posteriormente enseñarán
a los estudiantes, ofreciéndose una oportunidad de aprender el contenido de las materias y la forma en que el
currículo trata el contenido; los docentes también analizan de cerca los movimientos de sus pares en relación a
estos materiales y anticipan las posibles respuestas de los estudiantes.
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Estudio de Lecciones.
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primaria, lo que genera ganancias relativamente mayores a las de las materias, tradicionalmente mejor
enseñadas, como la lectura o las matemáticas. Sin embargo, en los países en desarrollo, los programas que
buscan mejoras en la enseñanza de matemáticas o lenguaje pueden disfrutar de ventajas similares. En Belice,
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por ejemplo, el Programa Teacher-Led Math Inquiry tuvo éxito al ofrecer a los docentes talleres presenciales,
además de acompañamiento de mentores, que se enfocaban en la creación de conocimientos, así como en la
investigación de los estudiantes y la exploración práctica (Hinerman, Hull, Chen, Booker y Naslund-Hadley,
2014). En Estados Unidos, diversos programas comparables han fallado (p.e., Jacob, Hill y Corey, 2016).
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Investigación en Matemáticas Guiada por el Profesor.
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Desarrollo Profesional de los Docentes
Puede que familiarizar a los docentes con los datos no genere diferencias significativas en la enseñanza. Por
ejemplo, Cavalluzzo supone que los profesores no son capaces de traducir lo que han aprendido de los datos en
la práctica de los salones de clase debido a que no han desarrollado tales habilidades y conocimientos con el
programa – comprendiendo los errores de los estudiantes y planificando la enseñanza para aminorarlos. Hasta
que sean realizados más estudios en relación al uso de datos por parte de los docentes, sería sabio evitar
realizar inversiones significativas en este tipo de programas.
En resumen, el desarrollo profesional debe estar alineado muy de cerca con los materiales de los currículos, las
políticas de enseñanza, las evaluaciones de los estudiantes y otras fuentes de lineamientos que siguen los
docentes. En los sistemas escolares con pocas políticas de este estilo, en contraste, el desarrollo profesional
tiene más probabilidades de funcionar.
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Desarrollo Profesional de los Docentes
en la condición de control reciben desarrollo profesional en temas no relacionados, haciendo que la evaluación
sea más fácil de implementar. En la conclusión del programa, los evaluadores comparan los resultados de los
estudiantes entre los grupos, normalmente utilizando los logros previos de los mismos como método para hacer
más precisos sus estimados de impacto del programa. Únicamente a través de la realización de estudios
vigorosos podemos progresar en el establecimiento de programas y contenidos que mejoren los resultados de
los estudiantes. Si están diseñando un programa de desarrollo profesional y creen que existe una posibilidad de
realizar un estudio de este tipo, por favor contacten a un experto en evaluación en alguna universidad cercana, o
contáctenme escribiendo un correo a heather_hill@harvard.edu.
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