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Son cinco los componentes de la inteligencia emocional que interaccionan entre ellos y entre el resto de
inteligencias hacia un desarrollo personal exitoso: autoconocimiento, autorregulación, empatía,
motivación y habilidades interpersonales.
Automotivación (Compromiso)
Es la habilidad para dirigir las emociones hacia las metas en vez de contra los problemas, mantenerse
motivado en la consecución de los objetivos. Mentalidad emprendedora y positiva ante las
adversidades. Estas personas suelen tener un alto impulso hacia el logro y un gran compromiso en los
proyectos en los que se envuelven.
Empatía (Externa)
La empatía es el reconocimiento de las emociones ajenas. Saber cómo se siente la otra persona por sus
expresiones, gestos nos ayudará a mantener unas buenas relaciones sociales, más reales y duraderas
que nos permitirán identificarnos con las emociones y con las personas creando vínculos más fuertes.
Las personas con alta empatía fomentan y retienen talento con mayor facilidad, muestran una
sensibilidad interpersonal e intercultural mayor, por lo que parece que tendrán más éxito en trabajos
que implique trato con el cliente.
Los seres humanos tenemos estados afectivos, a los cuales llamamos emociones. Las emociones son
reacciones de nuestro organismo a los estímulos externos. En otras palabras, lo que sucede a nuestro
alrededor nos afecta directamente en nuestro interior. Las emociones son cambios repentinos en el
estado de ánimo, como la tristeza, la ira, la alegría o el miedo, a diferencia de los sentimientos que son
posicionamientos afectivos, es decir, lo que siento por alguien o algo.
Cuando alguien nos comunica una buena noticia es muy probable que experimentemos una cierta
satisfacción. Si conseguimos superar un objetivo académico o profesional, tendremos previsiblemente
una reacción de orgullo. Cuando un amigo nos cuenta un chiste gracioso, lo que escuchamos nos
produce una alegría momentánea. Los ejemplos anteriores ilustran el concepto de emoción positiva.
Como es lógico, las emociones negativas son aquellas que producen desasosiego en nuestro interior.
Los celos en la pareja, la sensación de culpabilidad cuando nos equivocamos o la preocupación ante un
problema son reacciones alejadas del placer y, por lo tanto, se trata de emociones negativas.
Independientemente del tipo de reacción que experimentemos, todas las emociones funcionan como
un mecanismo adaptativo. Los psicólogos consideran que todas las emociones están relacionadas con la
supervivencia. Al contrario de lo que a veces se piensa, las emociones se pueden controlar. Quien sabe
controlar sus emociones, especialmente las negativas, puede sentirse mucho mejor consigo mismo. En
este sentido, una persona con inteligencia emocional es aquella que sabe gestionar adecuadamente sus
reacciones internas.
En ocasiones constantes intento no olvidar cuáles son mis cualidades, mis fortalezas, y de esta manera
estaremos protegerme psicológicamente de los factores externos que puedan afectar mis emociones.
Es bueno aprender a distraernos para desbloquear situaciones emocionales dañinas y meditar sobre
nuestras reacciones de manera desapasionada y con la mayor objetividad posible. En pocas palabras, la
gestión de las emociones es algo que se aprende y que se puede desarrollar. Cuando me encuentro ante
una situación de conflicto suelo reaccionar de manera calmada, aun cuando estoy muy asustada
normalmente me quedo quieta y trato de controlarme y no reaccionar de manera violenta o agresiva.
Aunque las emociones negativas aseguran la supervivencia de nuestra especie, dejarnos llevar por ellas
puede dar lugar a un desequilibrio mental que no hace otra cosa que perjudicarnos. Es necesario saber
cómo gestionarlas para no caer en esta espiral de sufrimiento. Ante una emoción negativa debemos ser
conscientes y reconocer la situación que enfrentamos, es importante pararse a ver cómo nos sentimos,
ponerle nombre a nuestra emoción y, saber que es solo una emoción, que no somos así. Solo sabiendo
qué nos pasa podremos encontrar la forma de cambiarlo. Particularmente ante condiciones no
agradables, mis estado de ánimo cambia de manera casi que inmediata, por lo cual, estoy tratando de
concientizarme de tener un mejor manejo ante este tipo de eventualidades, haciendo un pare, pensando
un poco en la situación, llenarme de paciencia y tomar tiempo para no dejarme afectar por una emoción
negativa.
Expresar las emociones supone una parte fundamental de nuestras vidas y nuestras relaciones, tanto
con los demás como con nosotros mismos, y las dificultades para identificarlas y expresarlas
correctamente pueden crearnos problemas y un alto grado de malestar. Las emociones forman parte
de nuestra existencia. Todos tenemos emociones negativas y positivas, y ambas son necesarias para
nuestra supervivencia. Eso sí, las emociones positivas son mucho más deseables y, sentirlas, nos hace
estar felices y contentos, al contrario de lo que sentimos cuando experimentamos emociones negativas.
Las emociones son universales pero se manifiestan de un modo único e irrepetible en cada ser humano,
lo cual estará dado por el carácter, el temperamento, la personalidad, la cultura, como así también por
el contexto en que se desenvuelvan.