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PREPARÁNDONOS PARA CELEBRAR EL PENTECOSTÉS

También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo
Éxodo 23:16

Propósito general: Devoción1


Tema: La fiesta de pentecostés
Palabras Clave: celebración, abundancia, integridad, comunidad, solidaridad, inclusión

EXORDIO:
La fiesta toma parte en el proceso formativo de la vida espiritual de los cristianos. El Señor
instituyó tres fiestas anuales para el pueblo de Israel, éstas encerraban un simbolismo cuyo
sentido se esclareció al cumplirse en Jesucristo. No somos israelitas, ni buscamos emular su
cultura, pero en estas fiestas encontramos una fuerte carga simbólica de carácter teológico.
INTRODUCCIÓN AL TEXTO BÍBLICO:
La fiesta de Pentecostés era una de las tres fiestas anuales del pueblo de Israel (Éxodo 23:14-
19). Ésta se celebraba cincuenta días después de la Pascua: “Y contaréis desde el día que sigue
al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas
cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día contaréis cincuenta días; entonces
ofreceréis el nuevo grano a Jehová” (Levítico 23:15,16). Dicha fiesta era conocida como la fiesta
de la siega (Éxodo 23:16), la fiesta de las semanas (Éxodo 34:22; Levítico 23:15; Deuteronomio
16:10) o la fiesta de las primicias (Números 28:26). Se conoce como la “Fiesta de Pentecostés”
por la traducción que la Septuaginta, traducción del Antiguo Testamento en hebreo y arameo al
griego, hace de la expresión “cincuenta días” (Pentecostés) de Levítico 23:16. En el Antiguo
Testamento la fiesta representaba los primeros frutos de la labor realizada en los campos; en el
Nuevo testamento fue el día en que el Señor envió al Espíritu Santo, representando, en algún
sentido, el fruto de la obra de Cristo como cumplimiento de su promesa (Hechos 1:8; 2:1-4).
PROPOSICIÓN:
El propósito de este sermón es prepararnos para la celebración de la fiesta de Pentecostés,
recordar la venida del Espíritu Santo. Esta fiesta ha de celebrarse en abundancia y generosidad,
en integridad delante de Dios y en solidaridad con el prójimo; reconociendo que para ello
tendremos que hacer frente a muchas cosas que ya hemos interiorizado de nuestra cultura.
CONFIRMACIÓN:
I. Celebrando en abundancia y generosidad
Una primera característica de la cultura actual es la razón instrumental. Los sujetos se
desprenden con reserva de los bienes que poseen, dosifican los recursos previendo los riesgos
que a futuro se podrían correr, y se hacen reservas de inversiones de talentos para nuevas
posibilidades o mejores oportunidades según sus propios criterios de valor.
Desde la perspectiva bíblica la generosidad, o entrega sin reserva de lo mejor que tenemos, es
lo que debe caracterizar al hombre que ha experimentado la conversión a Cristo y la presencia
del Espíritu Santo en su vida. En la fiesta de Pentecostés se entregaban los primeros frutos que

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El propósito de devoción consiste en intensificar en los creyentes el sentimiento de amorosa devoción para con Dios, así como de guiarles en
la expresión apropiada de la adoración que Dios merece.
se levantaban: “También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres
sembrado en el campo” (Éxodo 23:16); dichos frutos se entregaban en abundancia voluntaria
según la bendición de Dios: “Y harás la fiesta solemne de las semanas a Jehová tu Dios; de la
abundancia voluntaria de tu mano será lo que dieres, según Jehová tu Dios te hubiere
beneficiado” (Deuteronomio 16:10); y esta sería una ofrenda nueva: “Además, el día de las
primicias, cuando presentéis ofrenda nueva a Jehová en vuestras semanas, tendréis santa
convocación; ninguna obra de siervos haréis” (Números 28:26). La ofrenda consistía en lo
primero, en lo abundante y en lo nuevo; todo ello apela al espíritu generoso que se involucraba
con esperanza en la celebración, confiando en el Señor.
La fiesta de Pentecostés nos insta a pensar que ante Dios no podemos actuar con una razón
instrumental respecto a lo que le entregamos, él no ha actuado así con nosotros: “pues Dios no
da el Espíritu por medida” (Juan 3:34). Si hemos creído y confiado en la generosidad de Dios,
también debemos tener la misma actitud cuando al Señor entregamos lo que somos y tenemos.
II. Celebrando con integridad delante de Dios
Una segunda característica de la cultura actual es la negación de lo absoluto. Se niega la
existencia de un ser trascendental, lo cual lleva a privilegiar una ética situacional y una axiología
relativista. Esto ha provocado la ausencia de hombres y mujeres que viven y enseñan a vivir en
integridad, pues toda acción se realiza con fines utilitaristas alejados de criterios espirituales.
Desde la perspectiva bíblica se reconoce a Dios como ese Ser que “es”, a quien debemos adorar,
ante quien habremos de tener una vida en santidad, y con quien debemos vivir en íntima relación.
En la fiesta de Pentecostés se entregan tres tipos de ofrendas: 1) Dos panes cocidos con levadura
para ofrenda mecida de flor de harina, siete corderos sin defecto, un becerro de la vacada y dos
carneros; (Levítico 23:17,18; Números 28:27-29), esto habría de ser “olor grato para Jehová”
(Levítico 23:18; Números 28:27); con esta ofrenda se reconocía a Dios como el único a quien
se habría de adorar. 2) Un macho cabrío por expiación (Levístico 23:19; Números 28:30), lo
cual significaba ofrenda para ser purificados del pecado. 3) Dos corderos de un año en sacrificio
de ofrenda de paz (Levítico 23:19), lo cual significaba un sacrificio de comunión. El
reconocimiento de que Dios “es”, vivir en pureza respecto al pecado y en estrecha relación de
paz con Dios, era el sentido de vida que ofrecían a los creyentes todos aquellos elementos
simbólicos que formaban parte de la fiesta.
La fiesta de Pentecostés debe recordarnos que Dios “es” y es soberano, digno de toda adoración;
que en Cristo, único sacrificio válido para la expiación de nuestros pecados, podemos llevar una
vida en santidad, y que somos llamados a una vivir en relación de paz con Dios. Para que todo
ello se dé, hemos de vivir bajo la única influencia del Espíritu Santo (Efesios 5:18).
III. Celebrando en solidaridad con el prójimo
Una tercera característica de la cultura actual es el individualismo y la exclusión del que es
diferente a mí. A pesar de la aparente interrelación que la globalización cultural y el mundo
cibernético han creado entre los sujetos, el individualismo y la exclusión están anclados en el
espíritu humano, provocando el levantamiento de barreras aparentemente inquebrantables.
Desde la perspectiva bíblica la fraternidad, la solidaridad y la inclusión toman relevancia como
como valores para fomentar una determinada forma de vida. En la fiesta de Pentecostés, en torno
al trabajo y al fruto que éste redituaba, se promovía la vida en comunidad caracterizada por la
solidaridad y la inclusión. El llamado a esta fiesta incluía la siguiente orden: “Cuando segareis
la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el
pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios” (Levítico 23:22); “Y te alegrarás
delante de Jehová tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus
ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que estuvieron en medio de ti” (Deuteronomio
15:11). Esta celebración, que fomentaba el espíritu comunitario del pueblo, incluía al individuo,
a la familia, a los trabajadores, a los que estaban en necesidad y a los extranjeros; a estos últimos
se les cedía parte de lo que se habría de cosechar para que pudieran sostenerse. Comunión,
solidaridad e inclusión era el espíritu de Pentecostés.
La fiesta de Pentecostés nos llama a fomentar entre propios y extraños la comunión, en la cual
se da la inclusión y la solidaridad. El cristiano que vive bajo el impulso del Espíritu Santo es
movido a hacer partícipes de sus bienes a quienes viven en necesidad, y a incluir en su vida a
aquellos que piensan, viven y creen de manera diferente a él (1 Corintios 9:19-23).
EPÍLOGO:
El Pentecostés nos invita a entregarle a Dios con generosidad, haciendo frente a la razón
instrumental; a tener una vida en integridad, haciendo frente al resquebrajamiento del ser, a la
ética situacional y a los valores relativistas; a ser solidarios con el prójimo, haciendo frente al
individualismo y a la exclusión. El Pentecostés nos invita a vivir en contracultura.
RESOLUCIÓN:
Amados hermanos de la Iglesia Bautista Casa Blanca, preparémonos para celebrar la venida del
Espíritu Santo. Todo lo que esta celebración encierra contribuye a la formación de nuestra fe en
Jesucristo y a una vida que se desarrolla bajo la dirección del Espíritu Santo. La promesa de
Jesús se ha cumplido, el Espíritu nos ha sido dado, agradezcamos al Padre por tan rico don.
Pastor Abraham Banda Robles
Iglesia Bautista Casa Blanca
28 de Abril de 2019

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