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EL DCN Y LA PRÁCTICA DE LA EDUCACION POR COMPETENCIAS:

¿REALIDAD O POSIBILIDAD LEJANA?

¿Cuáles son los fines de la educación básica regular? O mejor ¿Cuál es la finalidad de las
asignaturas dictadas en ella? Dejando de lado las definiciones técnicas lo cierto es que se
busca formar personas que puedan integrarse dentro de la sociedad y contribuir a su
mejoramiento, o de ser el caso incluso lograr su cambio total.

¿El DCN actual y sus aplicaciones están en el camino correcto a conseguir ese fin de toda
educación de calidad y humana? Comencemos diciendo que el currículo nacional plantea
un enfoque por competencias. Una competencia se entiende actualmente como una unidad
macro que se compone o se logra mezclando diferentes capacidades, a su vez cada
capacidad es evaluada en su dominio en base a desempeños, los cuales se miden en base a
su cercanía a los estándares de aprendizaje; para hacerlo más entendible, una competencia
es en términos prácticos un saber hacer, es poder realizar algo sobre la base de un
conocimiento; es decir un conocimiento que puede aplicarse. Esta competencia se puede
dividir a nivel pedagógico y programático (en un programa educativo) en diferentes
competencias o capacidades más pequeñas.

Por ejemplo, para la competencia de “Lee diversos textos en su lengua materna”, se


establecen tres capacidades 1) Obtener información, 2) interpretar e inferir y 3) reflexionar
y evaluar la forma y contenido del texto. Estas capacidades según el grado de desarrollo o
dominio que alcancen, dan lugar a estándares o metas a lograr en cada nivel de educación.
En resumen se trata de leer comprensivamente un texto en la lengua materna del estudiante,
entendiendo las diferentes relaciones dentro del mismo y su estructura o composición
interna. Finalmente la teoría o tema tradicional deben estar orientados a lograr la aplicación
de la competencia y/o capacidades.

Ahora bien ¿Por qué se ha optado un DCN por competencias? debemos entender que
tiempo atrás no se hablaba de competencias, el énfasis estaba en términos generales puesto
en los conocimientos o informaciones que el estudiante adquiría, esto supone también una
creencia poco común y rara vez sospechada, la cual es que la información por si sola era
suficiente para que el estudiante comenzara a aplicarla y sobre todo a comenzar a
desenvolverse en la vida adulta en sociedad. Como es de esperarse no basta una simple
información, si esta no se integra y menos aún se ve su aplicación a una situación concreta
o real en el aula, lo cual se hacía pocas veces, pues eran los cursos eran en su mayoría de
dictado y preguntas sobre el tema dictado; sobre todo preguntas de memorización.

Pero esto no es nuevo, a principios del siglo XX John Dewey lo explicaba diciendo que una
tendencia en la educación era hacerla exclusivamente lógica, es decir los temas de un curso
estaban ya resumidos, esquematizados, divididos y los conceptos listos para solamente
recordarlos, Dewey objetaba esta orientación recordándonos que el pensamiento siempre
surge de una situación concreta, esto es, de un problema de nuestro entorno que nos afecta,
una situación que debemos resolver para poder volver a estar en equilibrio, por ejemplo: Si
una persona está en el centro de la ciudad y debe llegar a un extremo en menos de una hora,
analizara los medios de transporte que puede tomar, la distancia de cada uno, y en base a
eso imaginara la mejor solución a su alcance, la cual finalmente tomara en una acción
concreta; como vemos es el problema concreto quien mueve a pensar. Incluso entre
profesionales los problemas diarios son quienes los orientan a pensar para resolverlos,
trazar hipótesis, investigar y tomar acciones. Esta situación se entiende mejor si tomamos
en cuenta que en el caso de la educación regular los jóvenes (a diferencia de profesionales
que saben a qué se dedican porque así lo han decidido) no han tomado una decisión
voluntaria de ir a clases, también desconocen cuales son los conocimientos finales y
competencias que van a adquirir. Todo ello dificulta la tarea educativa.

El pensamiento no puede surgir entonces de la pura formalidad, sin mediar, sin encontrarse
en un contexto real, sobre todo en la escuela. El pensamiento formal o lógico surge
después, cuando reflexionamos sobre el problema resuelto y trazamos una forma o
explicación para el mismo. Este fue uno de los grandes errores de la educación y que
mantuvo y quizás aún mantiene: la sola mención de la idea sin un contexto y acción, de
parte de quien lo escucha, no produce automáticamente que esta persona o estudiante
domine el pensamiento, el conocimiento y lo aplique.

Ahora las grandes interrogantes en este punto son: ¿El DCN actual realmente entiende lo
que son competencias? Y aún más importante ¿El DCN y la praxis educativa general,
entienden cómo poder desarrollar las competencias, sobre la base de creación de contextos
y realidades donde aplicarlas?

Si analizamos el DCN actual, encontraremos los propósitos más generales en la lista del
perfil del egresado de EBR; por ejemplo para el caso del curso de lenguaje encontraremos:
“El estudiante se comunica en su lengua materna, en castellano como segunda lengua y en
inglés como lengua extranjera de manera asertiva y responsable para interactuar con otras
personas en diversos contextos y con distintos propósitos”, aquí observamos claramente
que la teoría esta en función de la práctica y aplicación a nivel social y personal, es decir en
base a competencias; como afirma el DCN: “La competencia se define como la facultad
que tiene una persona de combinar un conjunto de capacidades a fin de lograr un propósito
específico en una situación determinada, actuando de manera pertinente y con sentido
ético”. Complementando todo esto, se encuentran los enfoques transversales que aportan
concepciones sobre el entorno, las personas, sus relaciones, valores, que se traducen en
diferentes actitudes y comportamientos que orientan en todo momento el proceso
educativo. Como podemos ver todo está orientado a la aplicación y praxis.

Pero si bien el DCN entiende a nivel teórico las competencias, es en la praxis de aplicación
de las competencias y en la creación de contextos donde aplicarlas donde se presentan las
dificultades. La primera dificultad está referida a la comprensión confusa que se hace del
nuevo DCN por parte de una cantidad de la comunidad docente.

En diferentes grupos a nivel de escuela e incluso a nivel de redes sociales de profesores, se


constata rápidamente que uno de los principales problemas y preocupaciones es el de la
programación anual, de unidades y las sesiones de aprendizaje. De entre estas
preocupaciones se destacan sobre todo las preguntas sobre cómo elaborar las sesiones y
cómo las competencias y capacidades, las preguntas más frecuentes son aquellas que
implican sus diferencias, conceptos y aplicaciones en las programaciones. Quizás esa sea la
razón por la que el MINEDU incluso ha sacado ya videos explicando lo que son las
competencias; ahora bien lejos de esclarecer el problema ha terminado complicándolo más
con la aparición de las rutas de aprendizaje cuyas competencias son diferentes a las del
DCN y con la aplicación de las rubricas que son instrumentos nuevos del proceso
evaluativo. Dichas acciones por parte del MINEDU agregan más documentación que debe
ser elaborada por el docente y que a la par aumenta la carga de su trabajo y lo complica y
entorpece si tomamos en cuenta de que aun el tema de las competencias no ha sido del todo
entendido. El resultado es una praxis poco eficiente en la que el docente, en algunos casos,
pasa más horas rellenando los documentos que preparando las sesiones de aprendizaje, que
dicho sea de paso son la esencia misma del proceso educativo.

Un segundo problema, en relación con el primero, evidencia que el tema de las


competencias aun en el caso de haber sido aprendidos, no son aplicados adecuadamente.
Este problema no es tanto de comprensión como del paradigma educativo, o mejor las
creencias y bases sobre las que sucede el proceso de aprendizaje. Basta con echar un
vistazo a las clases de un colegio para constatar que las clases no han cambiado mucho, es
decir, en el papel de la sesión de aprendizaje se consigna que ahora hay una parte
introductora, de motivación y conocimiento previos, pero al llegar a la parte central, son
casi siempre las mismas lecturas o explicaciones por parte del profesor.

Aún más, la motivación y contextualización del tema se hacen desde el puro dictado o clase
magistral, si recordamos ahora las objeciones de Dewey no basta con hablar de un contexto,
si el estudiante no tiene o no siente al menos la experiencia concreta que apareja la
necesidad de resolver un problema. Que yo diga que en una entrevista se debe usar una
buena dicción, inicia la acción del estudiante de imaginar la situación pero no es suficiente
para hacerlo vivirla y menos aún tomar acción, por lo que su mente ha comenzado a
moverse pero no lograr concretar un pensamiento, puesto que inmediatamente después de
eso llega la lectura del texto que por lo demás no siempre es interesante o atrayente.

Lectura a la que sigue, al finalizar la sesión, preguntas del tipo ¿Qué es la dicción? ¿Qué
características tiene una buena dicción? y por supuesto hemos dejado de lado toda posible
representación de una experiencia o de una lectura que venga del mundo del estudiante, ese
mismo mundo donde vive, donde tiene dudas vitales o triviales que lo mueven fuera de la
escuela a buscar respuestas. Hemos dejado la experiencia o mínimo una simulación de lado;
si al menos hubiéramos hecho a la par de las preguntas también una lectura, una entrevista,
los estudiantes se habrían movido a intentarlo y el analizarla habrían caído en la cuenta de
las cosas que les faltaban; de esta forma habrían podido investigar, pensar en que les faltaba
y es ahí donde el tema de la dicción podía ser embonado, mencionado, analizado para
finalizar con una nueva practica que resolviera el conflicto, que mostrara finalmente como
la teoría se integra en una acción practica y nos ayuda en nuestra vida.

La creencia de que los conceptos lógicos garantizan de por si su aplicación en el mundo y


de que el contexto o situación vital que debe experimentar el estudiante basta con su
mención en palabras, siguen como podemos ver, vigentes. Los conceptos de la educación
por competencias pueden ser comprendidos pero no todavía aplicados en las mentes de los
docentes que mantienen creencias que el MINEDU no se ha ocupado de evidenciar,
cuestionar y ayudar a cambiar, sumado a la carga nueva de documentos, tenemos los
resultados confusos que actualmente vive la educación peruana.
En tanto el MINEDU no tome enserio su tarea de cambiar los paradigmas y difundir
apropiadamente todo los procesos y bases que implica una educación por competencias,
ésta será todavía una posibilidad lejana más que una realidad, como lejana aún está la
promesa de una mejor vida peruana. Sin embargo aun cuando el ministerio no se mueva,
queda aún en los docentes la posibilidad, la misión histórica, de estos tiempos de iniciar los
cambios necesarios para que los estudiantes, aprendan pensando, aprendan experimentado,
preparación practica que hará que puedan aplicar esos aprendizajes en el sociedad y cuando
sean profesionales o actores sociales, puedan al fin ayudar a crear un mejor mañana, para
nuestra nación.

Hacemos un llamado a cada docente comprometido, con vocación, que la nueva educación
y generación no se pierdan por falta de acción del gobierno y menos aún de nuestra
comunidad magisterial. Hagamos de la posibilidad una realidad.

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