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Este documento discute el concepto de "reglas de la sana crítica", que es un método de valoración probatoria que combina lógica formal y experiencia. Se origina en el derecho español y es equivalente a las "máximas de experiencia" del derecho alemán. Las reglas de la sana crítica justifican valoraciones atípicas de la prueba y se consolidan cuando soluciones similares se repiten. Sin embargo, aún falta investigación para identificar cuáles son estas reglas específicas.
Este documento discute el concepto de "reglas de la sana crítica", que es un método de valoración probatoria que combina lógica formal y experiencia. Se origina en el derecho español y es equivalente a las "máximas de experiencia" del derecho alemán. Las reglas de la sana crítica justifican valoraciones atípicas de la prueba y se consolidan cuando soluciones similares se repiten. Sin embargo, aún falta investigación para identificar cuáles son estas reglas específicas.
Este documento discute el concepto de "reglas de la sana crítica", que es un método de valoración probatoria que combina lógica formal y experiencia. Se origina en el derecho español y es equivalente a las "máximas de experiencia" del derecho alemán. Las reglas de la sana crítica justifican valoraciones atípicas de la prueba y se consolidan cuando soluciones similares se repiten. Sin embargo, aún falta investigación para identificar cuáles son estas reglas específicas.
Con la fórmula del epígrafe, se procura identificar un sistema de
valoración judicial de pruebas intermedio entre el método de prueba legalmente tasada o de valoración apriorística y el de íntima convicción o de percepción en conciencia. Originariamente sólo se aplicaba a la prueba testimonial, aunque también en algún supuesto se lo tenía en cuenta para apreciar la fuerza probatoria de las presunciones (1), pese a que está por verse si éstas son un medio de prueba o - como se afirma actualmente- un modo de razonar del juez porque mientras se está produciendo, no puede, obviamente ser controlada por las partes lo que es propio de todo verdadero medio de prueba. En la hora actual, son consideradas pautas generales de valoración de cualesquier medio de prueba (2). Ahora bien: qué son, cuál es su contenido? Pues “las reglas de la sana crítica son pautas valorativas de la prueba contingentes y variables según el tiempo y lugar de que se tratare, conformadas por una mixtura entre la experiencia y los principios lógicos del buen pensar” (3). Igualmente, Couture enseña: “Y tratando de concretar esta idea, en una definición provisional por la naturaleza misma de este estudio, diríamos: reglas de la sana crítica son reglas del correcto entendimiento humano, contingentes y variables con relación a la experiencia del tiempo y del lugar, pero estables y permanentes en cuanto a los principios lógicos en que debe apoyarse la sentencia” (4). Las raíces históricas de la locución “reglas de la sana crítica”, cuya fecundidad es innegable, fue jurídicamente humilde. Su partida de nacimiento son los arts. 147 y 148 del Reglamento del Consejo Real de España, ordenamiento administrativo que data de comienzos del siglo XIX, que regimentaban la valoración de la prueba testimonial. Con relación al punto, nos ilustra Caravantes: “Una disposición análoga (se refiere al art. 317 de la Ley de Enjuiciamiento Civil española de 1855) se había prescripto anteriormente en el Reglamento del Consejo Real, puesto que en sus artículos 147 y 148 se prevenía que no pudieran ser examinados como testigos los ascendientes, descendientes, hermanos, tíos y sobrinos por consanguinidad o afinidad de una de las partes, ni su conjunta persona; debiendo ser los demás examinados como testigos sin perjuicio de que las partes pudieran proponer acerca de ellos y el Consejo calificar, según las reglas de la sana crítica, las circunstancias conducentes a corroborar o disminuir la fuerza probatoria de sus declaraciones” (5). Falcón, por su parte, ha concretado un excelente y completo estudio acerca de las fuentes históricas de la locución que nos ocupa (6). Llegados aquí, advertimos la necesidad de volver un tanto atrás para precisar de cuál Lógica debe hablarse cuando se menciona a la que integra la fórmula “reglas de la sana crítica”. Es que existen muchas “Lógicas” distintas aplicables en materia jurídica. Traemos a cuento, por ejemplo, a la Lógica de la argumentación jurídica también denominada “Nueva Retórica”, a la Semiótica jurídica o análisis lógico del lenguaje jurídico y, también, a la Lógica formal aristotélica que edifica los principios generales del buen pensar a partir de cuatro principios. Faltaríamos a la verdad si no dijéramos que resulta bastante evidente que cuando la doctrina autoral menciona las reglas de la Lógica como parte integrante de la “sana crítica” se está refiriendo a la Lógica formal aristotélica. Ya en tren de precisiones debemos recalcar que lo correcto sería hablar simplemente de sana crítica cuando se alude al método prevaleciente de valoración de las pruebas judiciales porque la expresión “reglas de la sana crítica” debería emplearse únicamente cuando la reiteración de precedentes y opiniones en igual sentido hubieran consolidado una solución constante. En verdad, se trata de una tarea pendiente muy importante la de descubrir cuáles son ellas entresacándolas de lo resuelto y escrito acerca de valoración de la materia probatoria. Tanto es así que Arazi, con razón, expresa que “a pesar de su uso, ninguna ley indica cuáles son las reglas de la sana crítica” (7). Ciertamente, existen serios intentos de elaborar un catálogo de ellas pero entendemos que las propuestas no son reglas de la sana crítica porque se apartan del origen y funcionalidad históricas de ellas, y también de la aplicación que tradicionalmente han recibido en la praxis (8). En cuanto a sus funciones, cabe decir que de ordinario la sana crítica y las reglas de la sana crítica son invocadas para asignar mayor o menor fuerza probatoria que la corriente a medios probatorios producidos o para legitimar alguna alteración en la ortodoxia del derecho probatorio. Sin embargo, abogados y jueces, jueces y abogados no mencionan (debiendo hacerlo) cuando las aluden cuál es concretamente la regla de la sana crítica aplicada y tampoco en qué consistió el análisis de sana crítica aislado efectuado. En realidad, bastaría con que alegaran que han hecho uso de la sana crítica, y nada más; salvo, claro está, cuando se tratara de una verdadera regla y no de una solución aislada. Dado que una de las pocas reglas de la sana crítica “descubierta” es aquella que en materia de Derecho probatorio considera que lo diferente y excepcional merece ser valorado de manera distinta, sucede que aquellas no sólo se invocan para valorar las resultas de los distintos medios de prueba, sino también por ser el eje, explicación y justificación de plurales novedades doctrinarias y jurisprudenciales que presenta el Derecho probatorio actual (9). Así, vg.r, sirven para legitimar la “prueba difícil” (que es aquella que versa sobre una cuestión cuya prueba, objetivamente, escapa a lo normal y corriente, lo que convalida que se aligere el rigor probatorio) (10). Ya hemos tenido ocasión de señalar: “Para tranquilidad de tribunales y jueces encontramos que la aplicación de la teoría de la “prueba difícil” tiene apoyo -hasta si se quiere legal- en las reglas de la sana crítica, fórmula de origen humilde pero de aplicación constante. Es que tal fórmula permite -y como se verá, hasta obliga- apreciar el material probatorio de manera más o menos rigurosa según fueren las circunstancias el caso (11). Lo mismo puede predicarse de las llamadas “pruebas leviores” que son aquellas que sin recaer sobre una cuestión de prueba objetivamente difícil, su demostración se ha tornado azarosa en razón de circunstancias particulares del caso (12). Y qué decir de las cargas probatorias dinámicas, que también en mérito de singularidades de la causa desplazan el “onus probandi” desde quien primigeniamente aparecía como soportando dicho esfuerzo hacia la parte contraria. Tan importante instituto, también encuentra convalidación en las reglas de la sana crítica (13). Igual sucede con la llamada “carga de explicitación” (14). Asimismo el denominado “indicio vehemente” (15) -que es aquél que forma presunción judicial a partir de un solitario indicio- reclama especial injerencia de las reglas de la sana crítica. Note el lector que en todos los supuestos reseñados, la regla de la sana crítica que se ha aplicado es la siguiente: “lo diferente en materia probatoria, debe mensurarse de manera distinta; apartándose de lo que es normal y corriente”. Para finalizar, debemos subrayar que interpretamos que las reglas de la sana crítica y las máximas de experiencia (16) no son institutos distintos y diferenciados. Veamos: la doctrina especializada en la materia, reconoce que las máximas de experiencia presuponen ingredientes empíricos y también otros provenientes de la Lógica formal. Así las cosas, vislumbra el lector alguna diferencia de contenidos entre las máximas de experiencia y las reglas de la sana crítica? La respuesta debe ser contundente: no. Por ello pensamos que estamos hablando de la misma cosa, aunque distinguidas voces doctrinarias no parecen sustentar igual opinión. Es decir “reglas de la sana crítica” y “máximas de experiencia” son el mismo producto. La primera formulación, como ya hemos visto, proviene de la doctrina española y es de frecuente uso en los cuerpos legales. La segunda, en cambio, reconoce fuentes germanas y no cuenta con numerosas alusiones legislativas. Pero algo más diferencia (aunque sea lo mismo, en esencia), a los referidos institutos jurídicos: las máximas de experiencia han sido identificadas jurisprudencialmente en mayor número que las reglas de la sana crítica que permanecen en una mayor penumbra. Para verificar nuestra tesis puede el lector consultar dos autores emblemáticos en la materia como son Couture y Stein (17), quienes señalan iguales contenidos para las “reglas de la sana crítica” y para las “máximas de la experiencia”. En suma: “reglas de la sana crítica” y “máximas de experiencia” son dos modos distintos de referirse a lo mismo. El cometido pendiente, insistimos, es desentrañar del cúmulo de precedentes judiciales y de criterios doctrinales cuáles concretas reglas de la sana crítica (o de máximas de experiencia si se prefiere esta formulación) han alcanzado el rango de fórmulas recibidas y aceptadas. Recapitulando: la sana crítica, mezcla de Lógica formal aristotélica y experiencia, es un método de valoración probatoria aplicable a cualquier medio de prueba, cuyo origen es hispano; constituyendo un instituto equivalente al de las germanas máximas de experiencia. Cuando se la invoca, habitualmente ello obedece a que se procura justificar una valoración atípica o una interpretación heterodoxa del derecho probatorio. Cuando se repiten soluciones similares inspiradas en la sana crítica se consolida una regla de la sana crítica. Lamentablemente, faltan más investigaciones medulosas acerca de cuáles serían tales reglas, que existen pero que deben ser halladas dentro de la plétora de precedentes judiciales y de opiniones doctrinarias. En la actualidad, una de las reglas de la sana crítica legitima el funcionamiento y aplicación de importantes y nuevas herramientas del Derecho probatorio. – N O TAS - (1) Conf. Art. 226 del CPC Santafesino.
(2) Vide artículo 386 del CPN.
(3) DEVIS ECHANDÍA, Hernando; “Teoría general de la prueba judicial”,
Buenos Aires 1970, Editorial Víctor de Zavalía, tomo 1, página 105.
(4) COUTURE, Eduardo; “Las reglas de la sana crítica en la apreciación de
la prueba testimonial”, J.A. 79-85, sec. doctrina.
(5) DE VICENTE y CARAVANTES, José; “Tratado histórico, crítico,
filosófico de los procedimientos judiciales en materia civil”, Madrid
1856, tomo I y II n° 1003. (6) FALCÓN, Enrique; “Tratado de Derecho Procesal Civil y Comercial”,
Santa Fe 2006, Editorial Rubinzal Culzoni, Tomo II, página 713.
(7) ARAZI, Roland; “Derecho Procesal Civil y Comercial”, Santa Fe 1999,
Editorial Rubinzal Culzoni, tomo 1, página 354.
(8) FALCÓN, Enrique; op. cit., pág. 739/40.
(9) PEYRANO, Jorge W. ; “El perfil deseable del juez civil del siglo XXI”
en “Procedimiento civil y comercial. Conflictos procesales”, Rosario
2002, Editorial Juris, tomo 1, página 96: “pero también -continuando en materia probatoria- deberán valorar los elementos de convicción producidos de igual modo. Dicha “aplicación adecuada” es la que legitima, por ejemplo, las siguientes figuras pretorianas, pruebas leviores, prueba difícil y cargas probatorias dinámicas”. (10) PEYRANO, Jorge W.; “La prueba difícil” en Revista del Instituto Colombiano de Derecho Procesal”, n° 30, página 63. (11) Ibídem, página 62. (12)PEYRANO, Jorge W.; “Aproximación a la teoría de las pruebas leviores”, en “Estrategia procesal civil”, Santa Fe 1982, Editorial Rubinzal Culzoni, página 93 y siguientes. (13) PEYRANO, Jorge W.; “Nuevos lineamientos de las cargas probatorias dinámicas”, en “Cargas probatorias dinámicas”, Rosario, Santa Fe, 2004, Editorial Rubinzal Culzoni, página 23. (14) PEYRANO, Jorge W.; “Anotaciones sobre la carga procesal de explicitación” en “Procedimiento Civil y Comercial. Conflictos procesales”, tomo 1, página 609. (15) PEYRANO, Jorge W., “El indicio vehemente” en “Procedimiento civil y comercial. Conflictos procesales”, tomo 1, página 477. (16) CARNELLI, Lorenzo; “Las máximas de experiencia en el proceso de orden dispositivo”, en “Estudios de Derecho Procesal en honor de Hugo Alsina”, Bs.As, 1946, Ediar, página 126 al pie. (17) Ibídem, passim