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“El autor declara que el contenido de este trabajo es original. En el caso de existir
contenido de otros autores, se especifica y se entregan las referencias”
INTRODUCCION
Vivimos expectantes ante un mundo que se desarrolla de manera vertiginosa, las luces de
neón ciegan nuestros ojos, nuestra alma y hasta nuestro entendimiento, estamos plagados de
ofertas mercantiles que nos han ido invadiendo en el tiempo y en el espacio, por todas las
aristas de nuestras vidas, incluyendo la Educación, donde se compran y venden sueños,
esperanzas, ideas, voluntades, gustos e intereses, ya la “moda” es la que dirige nuestros
caminos hacia lo que queremos y lo que rechazamos.
Chile fue el primer país en el mundo donde se aplicó el modelo neoliberal tal como fuera
concebido por Hayek y desarrollado por la escuela de Chicago, Chile fue literalmente el
laboratorio, los chilenos fuimos los conejillos de Indias, donde se probó el funcionamiento
del sistema neoliberal (Santos,2006), lo que significó para el entonces Ministro del Interior
de la época, don Sergio Fernández, “un paso histórico de avance de Chile hacia una
sociedad realmente libre, moderna y justa” (citado por Santos, 2006).
En términos educacionales, este experimento llevó a Chile a formar parte del grupo de
países con más alto privatismo, con una participación de matrícula que supera el 50% y
obteniendo más del 50% de sus recursos de fuentes privadas, esto es, de los alumnos y sus
familias en primer lugar y de otras fuentes no gubernamentales. (Brunner, 2007)
Este privatismo conlleva a que se coordinen actividades a través del concepto mercado, en
donde las instituciones compiten por alumnos, recursos y prestigio, con políticas
gubernamentales que intervienen a distancia para regularlo, para impulsar la diferenciación
y especialización de los sistemas a través de la asignación selectiva de recursos a favor de
determinadas instituciones, tal como ocurre acá en Chile (Brunner, 2007).
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Para que lo anterior se cumpla, en Chile se han promovido tres tipos de políticas que tienen
relación a:
que podrán libremente elegir ésta, siempre y cuando tengan el capital social que se necesita
para optar a centros educativos de elevada reputación, de lo contrario sólo podrán elegir
dentro de un conjunto de entidades universitarias de escaso volumen y estatus, resultando
ser un vector de discriminación ya que no todos los alumnos pueden elegir una educación
de calidad, provocando de esta manera profundas desigualdades sociales, que cada vez
aumentan más y que dan la impresión de que vivimos en una sociedad que cada vez se
encuentra más polarizada.
Visto de esta manera, podemos concluir que si bien es cierto se pueden observar grandes
cambios en estos 30 años, no menos cierto es que los resultados concretos que como
ciudadanos podemos esperar, distan mucho de la realidad, luego de años de inversión,
tanto humana como económica, ya que el gran despliegue que se ha manifestado en grandes
infraestructuras universitarias con importantes avances tecnológicos, no han podido lograr
lo que se espera de una institución educacional superior, la cual es competir en el mercado
internacional con una verdadera calidad educativa.
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muy lejos está de preocuparse de estas necesidades, ésta está preocupada de conservar y
aumentar su prestigio académico y su trayectoria reputacional, de captar más y más
alumnos desatándose una competencia por mantener y mejorar su imagen corporativa ya
sea creando nuevos programas y nuevas sedes, formulando ofertas por certificados y
credenciales necesarios para entrar al mercado de ocupaciones profesionales, aumentando
así la matrícula, a través de programas especiales o apertura de mercados regionales, lo que
se traduce en que la oferta de vacantes supera anualmente la demanda por cupos
(Brunner,2007)
Si esto tuviera un sentido social que va en búsqueda de ofrecer más y mejores posibilidades
de estudio, hasta podría pensarse como un maravilloso proyecto educativo donde todos
pueden tener las mismas posibilidades educativas, pero la verdadera razón pareciera ser, es
el poder que está detrás de las grandes potencias universitarias que avalan un sistema
neoliberal globalizado, que busca una parcela donde se formen rebaños de personas que
tengan una cultura uniforme de pensamiento y actuar, como ejemplo de esto, tenemos el
Informe Tuning para América Latina, donde las universidades de América Latina se han
reunido para hacer que éstas se pongan de acuerdo en un conjunto de competencias
genéricas, y que con su cumplimiento lleven a la acreditación de universidades y carreras,
es decir, que lleven a una uniformidad en el hacer, en donde esta uniformidad será
considerada como requisito para poder ser aceptados dentro de esta sociedad globalizada,
con cánones internacionales exigidos por “norma”.
Es verdad que no podemos ir en contra de un sistema que cada vez está más enraizado en
nuestra cultura, en que la esperanza de vida se traduce en un ingreso traducido en un poder
adquisitivo, que a medida que han transcurrido los años “el desarrollo” ha alcanzado
velocidades inmensurables a raíz del desarrollo tecnológico en que, lo que hoy es actual ya
mañana no lo es, traspasando toda lógica de pensamiento, vivimos tan apurados y con tanta
prisa que ni siquiera nos detenemos a pensar, no nos cuestionamos lo que la Universidad
nos entrega, la tecnología nos ha envuelto de tal manera que hasta el contacto de piel se ha
transformado en un toque por Facebook, o un guiño por Messenger, ,el planeta se ha
transformado en una inmensa red de relaciones que operan más allá de las diferencias de
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tiempo y de espacio, en que las emociones son personales e individuales, en que estamos
comunicados con muchas personas y con nadie a la vez, en la soledad de nuestro cuarto.
La Universidad tiene una deuda con la sociedad chilena, debe de alguna manera
compatibilizar la demanda internacional de aunar criterios de competencias, pero sin perder
la individualidad y la humanidad de sus estudiantes, alcanzar el justo equilibrio de la
demanda económica del mercado con la demanda de calidad en la formación del ser
humano.
Tenemos enfrente un gran desafío, es verdad que no podemos competir con las grandes
potencias macroeconómicas, pero sí tenemos las herramientas para hacer de nuestro
quehacer docente una actividad de calidad, en donde le entreguemos a nuestros alumnos
sin importar condición nuestros mejores esfuerzos por hacer de la educación superior una
verdadera educación de calidad.
Referencias bibliográficas
Frei, R.E. (1999). Desarrollo y Globalización. Programa de las Naciones Unidas para el
Desarrollo, PNUD. Secretaría de Comunicación y Cultura. Ministerio Secretaría
General de Gobierno. Chile. Nº2. Pág. 6-16
Santos, H.J. (2006). Anomalías del modelo neoliberal en Chile. La Universidad chilena
hoy: el espejismo de su progreso. Estudios Avanzados Interactivos. Volumen 5.
Nº7.