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Discursos 2003
Amigos, colegas, buenos días y bienvenidos. Gracias por unirse a nosotros para conmemorar el
Día Mundial sobre seguridad y salud en el trabajo. Quiero expresar mi especial aprecio a los
integrantes de la Mesa redonda: Sr. Antonio Peñalosa, Sr. José Olivio Oliveira, Dra. Janet
Asherson, Sra. Silvana Capuccio y Dr. Joachim Breuer, y a nuestro moderador, el Dr. Gbézo.
Nos solidarizamos hoy con los gobiernos, los trabajadores y los empleadores de muchos países
quienes se han reunido también en esta fecha para poner de relieve la seguridad y la salud en el
lugar de trabajo. Nos complace el hecho de que nuestros mandantes estén representados en esta
conmemoración.
Recordamos hoy a quienes han muerto, se han enfermado o han sufrido lesiones a causa de su
trabajo.
Los recordamos y al mismo tiempo nos movilizamos para garantizar un futuro más seguro para
todas las personas que trabajan.
Todos sabemos que ésta es una tarea enorme, pero es factible si tenemos la voluntad de llevarla a
cabo. Cada año, dos millones de mujeres y hombres pierden su vida a raíz de accidentes y
enfermedades relacionados con el trabajo; cada año hay 270 millones de accidentes de trabajo, y
160 millones de trabajadores que padecen enfermedades profesionales.
Esta es una tragedia a gran escala de pérdida de vidas humanas, sufrimiento e inseguridad. Se
trata de vidas truncas, de la angustia diaria de ir a trabajar en condiciones que entrañan riesgos. Se
trata de la penuria de la pobreza con la que se enfrentan los trabajadores sin protección. Como lo
expresó un trabajador: «Cuando las manos paran, no hay nada para llevarse a la boca».
Más allá del sufrimiento humano, están las empresas cuya productividad disminuye cuando las
condiciones de seguridad y salud de los trabajadores son malas. Por el contrario, las empresas que
logran triunfar saben que el trabajo sin riesgos es rentable.
La OIT debe divulgar el mensaje siguiente: pagar hoy el crecimiento con pérdidas de vidas
humanas supone un callejón sin salida para el desarrollo.
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Debemos propugnar firmemente estrategias que combinen el trabajo y la protección en el trabajo,
con la organización y el diálogo, para lograr resultados que favorezcan al mismo tiempo a los
trabajadores, a los empleadores y a los gobiernos. La seguridad y salud en el trabajo es una de las
cuestio nes más apropiadas para fomentar el consenso mediante el diálogo. Hay numerosos
ejemplos que muestran hasta qué punto esto es verdad.
Por ello, debemos propugnar el trabajo decente, ya que, después de todo, el trabajo decente es un
trabajo sin riesgo.
Las empresas multinacionales pueden utilizar su alcance global y su conexiones locales para
lograr ese objetivo. Con tal finalidad, deberíamos hacer un mejor uso de la Declaración tripartita
de principios sobre las empresas multinaciona les y la política social.
Es necesario que este proceso sea conducido por organizaciones de trabajadores fuertes. Los
gobiernos, a su vez, deben proporcionar el marco adecuado. Las organizaciones y autoridades
locales desempeñan también un importante papel en ese sentido.
Debemos encontrar también mejores formas de utilizar las tecnologías de la información y las
comunicaciones que impulsan la globalización para crear mayor conciencia sobre las cuestiones
relativas a la seguridad y la salud y promover una cultura de la seguridad. Ahora bien, el actual
modelo de globalización plantea a mi juicio dos grandes desafíos.
En primer lugar, no es capaz de generar suficientes empleos. Las cifras oficiales sobre el
desempleo mundial se han duplicado prácticamente en el último decenio. Y sin empleo no hay
trabajo sin riesgo.
La OIT está haciendo frente a esos desafíos. Estamos actuando en los planos nacional e
internacional para lograr que el empleo ocupe un lugar central en la agenda política y para
mostrar que es la vía para superar la pobreza.
Nuestro programa sobre las mejoras del trabajo en las pequeñas empresas (WISE) que utiliza una
metodología específica muestra que es posible mejorar simultáneamente la productividad y las
condiciones de trabajo en empresas muy pequeñas y con limitados recursos.
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Esto prueba que el objetivo es viable, y contamos con las herramientas e instrumentos necesarios
para lograrlo. En pocas palabras, el trabajo sin riesgo para todos es posible, si tenemos la voluntad
necesaria para alcanzar este objetivo.
Sabemos que no será fácil, pero sabemos también que podemos lograrlo si aunamos nuestros
esfuerzos, es decir, insisto, si actuamos todos juntos.
Las empresas, las instituciones y las organizaciones de trabajadores deben comprometerse con
esta causa y asumir la tarea correspondiente, ya que cada uno de nosotros aporta algo al esfuerzo
común.
Lo que está en juego son vidas humanas y medios de vida. Aunando nuestro empeño y nuestras
ideas podemos proteger a los trabajadores, salvar vidas, fortalecer las empresas, propiciar lugares
de trabajo más seguros y preservar nuestros valores comunes.
Debo decir que una de las cuestiones que más me preocupa es el hecho de que no se tenga aún
conciencia de este proble ma. Una y otra vez me encuentro ante una situación en la que se
considera que las cuestiones relativas a la seguridad y salud en el trabajo sólo incumben a los
expertos. Es verdad que es un tema técnico, pero es también un asunto acerca del cual debería
preocuparse el público en general. En vista de las cifras alarmantes, tenemos que transformar la
seguridad y salud en el trabajo en cuestiones inherentes a las esferas económica y social, ya que
afecta a las empresas, a los trabajadores, y a toda la sociedad en su conjunto. Tenemos que
trascender el aspecto técnico y hacer llegar el mensaje a un público más amplio. Tenemos que
convertir la seguridad y salud en el trabajo en un mensaje global. Este es un tema con gran
potencial para el consenso. Podemos lograr que la opinión pública se adhiera a esta lucha por el
trabajo sin riesgo.
Muchas gracias.
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