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En este orden de ideas, en primer lugar se realizará una breve acotación respecto de la relación
existente entre la Ley Orgánica del Poder Ejecutivo –Ley Nº 29158– y los Sistemas
Administrativos del Estado. Posteriormente, se definirán aspectos conceptuales relacionados
con la modernización de la gestión pública, incluyendo un sucinto recuento histórico del caso
peruano. Finalmente, se concluirá con los principales aspectos del sistema administrativo de
modernización de la gestión pública así como las conclusiones respectivas.
II. La Ley Orgánica del Poder Ejecutivo y los Sistemas Administrativos del Estado
En el año 2007(1) se dictó la Ley Nº 29158, nueva Ley Orgánica del Poder Ejecutivo (en adelante,
la LOPE), luego de un largo proceso de debate y maduración tanto dentro, como fuera del
Congreso de la República. En este sentido, la LOPE reemplaza al Decreto Legislativo Nº 560,
anterior Ley del Poder Ejecutivo, promulgada en marzo de 1990. Es importante señalar que
desde el año 1990 a la fecha, múltiples cambios se han producido en el contexto económico,
político y social del país, los cuales tuvieron un reflejo en la forma cómo el Estado se organizó y
reformó, a fin de satisfacer las diversas y cambiantes demandas de los ciudadanos. Así, entre las
principales reformas impulsadas en dicho periodo, se pueden encontrar –por ejemplo– el
incremento de la participación privada en la gestión de los servicios públicos (privatizaciones,
concesiones y coparticipación del sector privado); el cambio hacia un modelo económico
diferente (economía social de mercado); y, la implementación –en los últimos años– del proceso
de descentralización que ha obligado al Gobierno Nacional a pasar de un modelo
desconcentrado a uno descentralizado.
En este contexto, era necesario que el Poder Ejecutivo “ordenara” su compleja organización (2),
competencias, funciones, así como las nuevas relaciones que han venido surgiendo con los
gobiernos subnacionales, a través de reglas y principios básicos que orientaran su accionar. Es
por ello que, tras numerosas propuestas legislativas presentadas en el Congreso de la República
en los últimos años, se aprobó finalmente la nueva LOPE. El cambio de LOPE no solo determina
la culminación de un proceso legislativo extenso y complejo sino que tiene consecuencias
directas en la organización y relación de las entidades que conforman al Poder Ejecutivo. Por
razones de espacio y pertinencia, solo nos referiremos a aquellos temas relacionados con el
presente artículo. En primer lugar, la LOPE contiene una serie de principios que deben orientar
la organización y operación de todas las entidades integrantes del Poder Ejecutivo, contenidos
en su Título Preliminar. Dentro de éstos cabe resaltar los principios de legalidad; servicio al
ciudadano; organización e integración; y, competencia. Adicionalmente, la LOPE regula las
relaciones de coordinación del Poder Ejecutivo tanto a nivel horizontal (con otras entidades de
nivel nacional) como vertical –al interior del propio Ejecutivo– (organismos públicos, empresas
públicas, entre otros). Para el primer caso, se trata de delimitar campos de acción,
responsabilidades y procedimientos que requieren la intervención de organismos fuera del
Poder Ejecutivo. Para el caso de las relaciones verticales, pretende lograrse mayores niveles de
rendición de cuentas tanto al interior como con relación a la ciudadanía.
En este punto, es importante detenernos a fin de precisar el alcance del concepto de sistemas
administrativos empleado para la preparación de este artículo. En atención a ello, la LOPE
contempla –como se ha dicho en párrafos anteriores– a los sistemas funcionales y a los sistemas
administrativos. Respecto a los primeros, toda vez que no forma parte del objeto del presente
artículo, solo apuntaremos que su finalidad es asegurar el cumplimiento de políticas públicas
que requieren la participación de todas o varias entidades del Estado, conforme a la propia LOPE.
Sobre los sistemas administrativos, por constituir pieza central en el presente trabajo,
entraremos a analizar brevemente su justificación y la regulación normativa recogida en la LOPE.
La razón de ser de los sistemas administrativos se encuentra en la misma naturaleza del Estado.
Lo anterior se explica si consideramos que el Estado tiene por “fin supremo” –conforme a
nuestra Constitución Política (3) – “la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad”.
De acuerdo con ello, todas las acciones estatales debieran estar orientadas a garantizar que
dicho mandato constitucional se efectivice. Bajo esta lógica, la garantía del ciudadano –o más
ampliamente, de la persona humana– frente a la Administración Pública, la constituye el
principio de legalidad, mediante el cual los órganos estatales se encuentran sometidos al
ordenamiento jurídico nacional, encabezado por la Constitución. Dicho principio recorta la
discrecionalidad de la Administración Pública respecto de su actuación, toda vez que para
sustentarla deberá basarse plenamente en el marco normativo vigente. Para lograr lo anterior,
se han seguido dos fórmulas. La primera, y más directamente vinculada con el propio ciudadano,
ha sido garantizar que las actuaciones de la Administración Pública que tienen un efecto directo
sobre la esfera jurídica (derechos y deberes) de las personas, se encuentren encauzadas
debidamente. Este “cauce” por el cual transcurren –de ambos lados– solicitudes y actos
administrativos, se denomina procedimiento administrativo, según la Ley Nº 27444, Ley del
Procedimiento Administrativo General (4). El segundo grupo de medidas corresponde a aquellas
que garantizan que la relación mediatizada (o indirecta) entre el ciudadano y el Estado se vea
revestida de ciertas características que le permitan a la Administración Pública –de un lado–
realizar las actuaciones administrativas necesarias para utilizar los recursos públicos con
eficiencia y transparencia; y, –de otro lado– al ciudadano tener la seguridad de que dichas
actuaciones serán llevadas a cabo con el propósito de lograr el bien común y no el propio
beneficio de los funcionarios. Si bien es cierto que el primer grupo de relaciones entre el Estado
y los ciudadanos es aquel que ocupa un lugar preponderante en la literatura sobre la materia,
es también correcto afirmar que la discrecionalidad administrativa en el uso de recursos de las
entidades públicas -propio del segundo grupo de medidas- tiene un impacto significativo,
aunque indirecto y difícil de cuantificar, en el beneficio de la sociedad. Es precisamente esta
condición indirecta de la relación entre el Estado y los ciudadanos aquella que determina la
necesidad de regulación más profusa. Sin embargo, no se trata de establecer regulaciones por
el solo hecho de crearlas. La razón que subyace a este tipo de regulaciones –como apuntáramos
previamente– se encuentra ligada a la reducción de espacios de actuación discrecional por parte
de la Administración Pública.
En este contexto, los entes rectores, de un lado, son una expresión clara de la rectoría que el
nivel de gobierno nacional -generalmente a través del Poder Ejecutivo- ejerce respecto de sus
competencias. De otro lado, hacen explícita un tipo de relación entre las entidades públicas,
relación que obliga a que –sin perjuicio de su autonomía– todas las instituciones del Estado se
encuentren sujetas a determinados procesos técnicos dictados por una autoridad central. Con
relación a sus atribuciones, la LOPE detalla a que se refiere la responsabilidad de reglamentar y
operar los sistemas administrativos encomendada a los Entes Rectores. A este respecto, señala
una serie de atribuciones que le son propias, conforme se aprecia en el Cuadro a continuación.
Teniendo claros los principales aspectos relacionados a los sistemas administrativos del Estado,
en el siguiente apartado se abordará de manera particular lo referido al sistema administrativo
de modernización de la gestión pública, materia de la presente sección.
• Gestión de RecursosHumanos;
• Abastecimiento;
• Presupuesto Público;
• Tesorería;
• Endeudamiento Público;
• Contabilidad;
• Inversión Pública;
• Planeamiento Estratégico;
• Control; y,
En este sentido, la LOPE ha evitado señalar una lista exhaustiva con los nombres de los sistemas
administrativos del Estado empleando, más bien, una técnica diferente orientada a señalar las
materias respecto de las cuales se conforma un Sistema Administrativo. La elección de la LOPE
permite una mayor flexibilidad al legislador al momento de regular específicamente los sistemas
correspondientes a las materias señaladas en dicho cuerpo normativo. Comoquiera que la
materia del presente documento lo exige, específicamente nos referiremos al Sistema
Administrativo de Modernización de la Gestión Pública. Para ello, primero señalaremos los
principales hitos en la evolución del tema materia de análisis para luego detenernos un poco en
algunos conceptos asociados al sistema. Finalmente, precisaremos los principales aspectos del
sistema bajo comentario.
En este contexto uno de los problemas identificados por el equipo económico del entonces
Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de Economía y Finanzas Juan Carlos Hurtado
Miller fue el tamaño de la burocracia pública asociada a una necesaria reforma del Estado. De
hecho, al presentar su Plan de Gobierno al Congreso en agosto de 1990, Hurtado Miller solicitó
facultades delegadas para legislar en materia de reforma integral del Estado.
Por cuestiones políticas, el Congreso le negó tales facultades. Seguidamente, Carlos Torres y
Torres Lara durante su primera exposición al Congreso incorporó el tema de la reforma de la
administración pública como parte de las medidas a ejecutar por su gestión, para lo cual solicitó
nuevamente facultades extraordinarias para legislar en tal materia. No obstante la urgencia del
tema, el Congreso volvió a brindar una respuesta negativa a tal pedido del Gobierno.
Posteriormente, sucediendo a Hurtadi Miller, Torres y Torres Lara fue reemplazado por Alfonso
de los Heros.
Al igual que lo planteado por sus predecesores, De los Heros solicitó facultades delegadas para
legislar en materia de Reforma del Estado, considerándola parte del conjunto de reformas
institucionales que debían llevarse a cabo para lograr la estabilización del país. Comoquiera que
el Congreso se encontraba en abierto enfrentamiento con Fujimori por su postura contraria a la
acción de los partidos políticos, las facultades fueron nuevamente negadas. De los Heros fue el
último Presidente del Consejo de Ministros que tuvo Fujimori dentro del marco constitucional
previo al autogolpe del 5 de abril de 1992, dado que -una vez producido este-De los Heros
renunció. A pesar de que en el mensaje de Fujimori, luego del autogolpe el asunto relativo a la
modernización de la gestión pública estuvo presente al mencionar el tema de la “Modernización
de la Administración Pública”, en los hechos, los años ulteriores a 1992 no hubo organismo ni
persona en el gobierno que impulsara decididamente el proceso. En el año 1995 fue disuelto el
Instituto Nacional de Administración Pública, quedando algunas de sus competencias repartidas
entre la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM) y el Ministerio de Economía y Finanzas
(MEF), otras varias quedaron sin autoridad que -en la práctica- se hiciera cargo de ellas.
Posteriormente, ya en el marco de la Constitución de 1993, la Ley Nº 26553, Ley de Presupuesto
del Sector Público para 1996, publicada el 14 de diciembre de 1995, en su Octava Disposición
Transitoria y Final autorizaba al Poder Ejecutivo a ejecutar un “proceso de modernización
integral en la organización de las entidades que lo conforman” así como en “la asignación y
ejecución de funciones y en los sistemas administrativos”.
La finalidad del acotado proceso debería ser mejorar la gestión pública. Las materias específicas
sobre las cuales estaba autorizado a legislar eran (i) reorganización, modificación de sistemas
administrativos en general; y, (ii) asignación y ejecución de funciones, derivados de las leyes
sectoriales. Luego, en noviembre de 1995 se expidió la Resolución Suprema Nº 394-95-PCM,
mediante la cual se encargó a la Presidencia del Consejo de Ministros la dirección general del
proceso de modernización del Estado. Cabe precisar que dentro de la parte considerativa de la
acotada resolución se define a la modernización del Estado como “una actividad intersectorial
de la función política administrativa del Estado”. En el marco de la delegación de facultades
legislativas otorgadas por la Ley Nº 26553, se expidió el Decreto Legislativo Nº 834, denominado
“Ley Marco de la Modernización de la Administración Pública”. En dicha norma se identificaba
el objetivo del proceso como el desarrollo en el Estado de “las instituciones y procesos que le
permitan cumplir con sus fines fundamentales”.
• Focalización de la acción del Poder Ejecutivo en las necesidades de los sectores más
deprimidos.
Dichos principios debían ser seguidos durante todo el proceso, el mismo que quedó a cargo del
Programa de Modernización de la Administración Pública, creado también en dicho Decreto
Legislativo.
Ello se dio, básicamente a que la relevancia que lo había presedido tiempo atrás pasó a un
segundo plano por decisiones de carácter político. No obstante, las líneas de acción del
Programa de Modernización y pese a la acción de sus miembros(7), finalmente éste fracasó al
impulsar la aprobación de determinadas leyes de modernización así como al intentar fortalecer
el rol rector de los Ministerios frente a las entidades descentralizadas, desconcentradas y
proyectos especiales.
La resistencia de los propios Ministerios a eliminar de su estructura orgánica a las entidades bajo
su supervisión supuso un escollo importante al proceso(8). El tema de la modernización de la
gestión pública fue sustraído de la agenda pública durante algunos años, luego de las acciones
reseñadas anteriormente. No obstante ello, y pasados unos años, en el discurso de asunción de
mando del Presidente Toledo en julio de 2001, él volvió a retomar el asunto de la modernización
de la gestión pública. Consecuentemente con ello, y con una mayoría momentánea en el
Congreso, el Poder Legislativo creó -en el 2001- la Comisión de Modernización de la Gestión del
Estado. Esta Comisión se encargó de ver propuestas de ley relativas al proceso de
modernización, aprobando -debido al consenso político sobre el tema- la Ley Nº 27658, Ley
Marco de Modernización de la Gestión del Estado. El consenso político se evidenció al establecer
como responsables del proceso de modernización tanto a la Secretaría de Gestión Pública (9) de
la Presidencia del Consejo de Ministros como a la Comisión de Modernización de la Gestión del
Estado.
A diferencia del proceso anterior, este se caracterizó por la concepción del proceso como algo
programático e integral; es decir, se declaró a todo el Estado peruano en proceso de
modernización, en sus tres niveles de gobierno. La finalidad del proceso es la obtención de
mayores niveles de eficiencia del aparato estatal, de manera que se logre una mejor atención a
la ciudadanía, priorizando y optimizando el uso de los recursos públicos. Se establecen una serie
de acciones a seguir para la consecución de la finalidad del proceso y al modelo de Estado que
se buscaba.
En el Cuadro siguiente se relacionan, de manera preliminar los rasgos del Esta do que se
pretende alcanzar con el proceso con las acciones principales propuestas por la Ley Marco de
Modernización de la Gestión del Estado.
La acotada Ley estableció una serie de criterios para diversas materias. Dentro de estas se
encuentran los siguientes temas:
• Obligaciones generales de los servidores públicos para con los ciudadanos, estableciendo una
clara orientación hacia el servicio al ciudadano.
Conforme el artículo 12º de la Ley Nº 27658, el proceso de modernización tenía previsto dos
líneas de acción principales. De un lado, encontramos los Convenios de Gestión; y de otro, la
implementación de Programas Pilotos de Modernización. Mientras que los primeros estaban
relacionados directamente a promover la eficiencia en la gestión de recursos públicos mediante
la superación de problemas de agencia. La segunda línea de acción estaba encaminada a
retomar lo que para el Programa de Modernización de la década pasada había sido un escollo
importante: la reorganización interna de los Ministerios. Se sumó una tercera línea, que sería
retomada con el segundo gobierno de García, orientada a la racionalización de entidades
desconcentradas y descentralizadas dependientes de los Ministerios (Organismos Públicos
Descentralizados, Proyectos y Programas Especiales, entre otros). Asimismo, vía el Decreto
Supremo Nº 030-2002-PCM –norma que aprobó el Reglamento de la Ley Marco–, se estableció
la necesidad de opinión previa de la Secretaría de Gestión Pública de la PCM para la aprobación
de normas referidas a la organización del Estado (creación o reorganización de entidades, por
ejemplo) así como la participación dentro del proceso de aprobación de Convenios de Gestión y
de Programas Piloto de Modernización.
En dichos estudios, se propone la clasificación de las políticas de reforma del Estado -más
precisamente de su núcleo estratégico- en siete grupos de acciones, a saber:
En esta misma línea, el ROF PCM –aprobado mediante Decreto Supremo N° 063-2007-PCM–
señala que la Secretaría de Gestión Pública coordina y dirige el proceso de modernización de la
gestión pública. A mayor abundamiento, recoge explícitamente que las materias respecto de las
cuales la Secretaría es competente son las siguientes:
• Simplificación administrativa; y,
• Ética y transparencia
Es importante señalar que las consideraciones teóricas son importantes a efectos de que
puedan delimitarse las líneas de acción relacionadas con cada una de las materias relacionadas
con el Sistema Administrativo bajo análisis.
A su vez, el estado actual del proceso de modernización, impulsado por el PMDE, servirá de base
para determinar las actividades concretas que componen el Sistema Administrativo de
Modernización de la Gestión Pública. En razón a ello, cada una de las tres materias
(funcionamiento y organización del Estado; simplificación administrativa; y ética y
transparencia) contienen líneas de acción y actividades concretas que serán señaladas en
ulteriores artículos especializados a fin de lograr comprender la totalidad de las acciones que
corresponden al sistema administrativo de modernización de la gestión pública.
IV. Conclusiones
La Ley Orgánica del Poder Ejecutivo supuso un cambio de paradigma dentro de la Administración
Pública nacional. Lo anterior se debe, principalmente, a la preferencia a definir funciones antes
que estructuras así como la incorporación –como rectores de la actuación de los funcionarios
del Poder Ejecutivo- de determinados principios en su Título Preliminar. Dichos principios
conforman garantías al ciudadano frente a la acción del Estado, considerándolo como la razón
de ser del mismo.
De otro lado, la LOPE busca reducir la discrecionalidad administrativa en la gestión pública. Para
tal efecto, y de acuerdo a lo visto en el presente informe especial, reduce los problemas de
agencia existentes entre el Estado y los ciudadanos al introducir sistemas administrativos. Los
sistemas administrativos, de acuerdo a la regulación general de la LOPE, tienen su razón de ser
en el necesario control que otras entidades del Estado y la propia ciudadanía debe ejercer
respecto de las actuaciones de la Administración Pública.
En esta misma línea, los sistemas administrativos cuentan con determinadas características
mínimas reguladas en la LOPE. Están a cargo del Poder Ejecutivo, salvo el sistema nacional de
control, a través de un “ente rector” que opera y reglamenta el Sistema. Su creación se da por
ley, bajo determinadas condiciones.
La materia relacionada con la modernización de la gestión pública ha tenido una serie de hitos
importantes en lo que se refiere a su proceso de concreción como sistema administrativo, tal y
como es regulado en la actualidad. A este entender, luego de accidentados intentos se logró
aprovechar en dos oportunidades ventanas de oportunidad para aprobar normas que
proveyeran el marco necesario para modernizar la administración pública. El último de dichos
contextos permitió la aprobación de la Ley Nº 27658, Ley Marco de Modernización de la Gestión
del Estado.
El ente rector del sistema de modernización de la gestión pública –si bien no cuenta con ley
expresa que le otorgue dicha facultad sería la Secretaría de Gestión Pública de la Presidencia del
Consejo de Ministros. El alcance de dicho sistema administrativo está dado por los ámbitos de
competencia de la citada Secretaría. Lo anterior no excluye que dentro de estos ámbitos de
competencia existan líneas de acción y actividades concretas que formen parte del sistema.
¿A QUÉ SE LE DE DENOMINA MODERNIZACIÓN DE LA GESTIÓN PÚBLICA EN EL PERÚ?
La realidad cambia rápidamente, por tanto, la gestión que debe estar a su compás, debe cambiar
también, pues solamente así el Estado podrá satisfacer las necesidades de los ciudadanos y, así
ganar legitimidad.
La Modernización de la Gestión Pública alcanza a todas las entidades públicas que conforman el
Estado, sin afectar los niveles de autonomía que les confiere la ley.
Conclusión
La Nueva Gestión Pública es una respuesta a la necesidad de adaptación de
la Administración Pública al entorno socioeconómico reciente, puesto que el
Modelo Tradicional de gestión pública no responde a los cambios que se van
produciendo en los distintos países.
La Nueva Gestión Pública es un enfoque que pretende comprometer al ciudadano en
las soluciones de los diversos problemas que le redituaran en mejores beneficios.
No obstante, la aplicabilidad y efectividad de los postulados que configuran la NGP es
una tarea ardua para las Administraciones Públicas de los distintos países, incidiendo
con diferente intensidad en los mismos, incluso, pudiendo variar
considerablemente de un país a otro y de una jurisdicción a otra.
Anteriormente el establecimiento de la NGP ha cambiado notablemente la
forma de actuación de las distintas Administraciones Públicas, volviéndolas
más transparentes, más abiertas a los ciudadanos y con mayor flexibilidad en su gestión.
Si bien es cierto que la nueva gestión pública ha dinamizado la administración de las
instituciones de gobierno se hace necesario afianzar la transparencia de
gestión, en base no sólo al acceso virtual, sino también con la formación de un
organismo ciudadano que permita la verificación en in situ.
5.5. La Secretaría de Gestión Pública-SGP, como órgano rector del Sistema de Modernización
de la Gestión Pública viene trabajando interesantes propuestas y atendiendo, dentro de sus
limitaciones presupuestales y evidente falta de apoyo político, el tema de la reestructuración y
modernización del Estado.
5.6. Mientras se siga privilegiando, desde el MEF, hacer más presupuesto que planes, mientras
se siga impulsando programas de modernización y de incentivos sin coordinación con la PCM y
el Caplan, continuaremos con una política de parches. Esperamos, ahora que tenemos la
Política y el Plan de Implementación de la Modernización de la Gestión Pública, se trabaje de
manera más técnica, pensando también en el mediano y largo plazo; al menos así lo prevé el
plan de implementación, impulsado por la SGP de la PCM, que tiene un alcance al 2016.
5.7. Considerando las breves reflexiones sobre la política y plan de implementación, referidas
en el punto anterior, se evidencia una falta de voluntad política para financiar una oportuna
reforma integral de la gestión pública con enfoque para resultados y en función del modelo de
la modernización continua centrada en el ciudadano. Una vez más, la agenda política está lejos
de comprender la agenda técnica y de espalda a las necesidades del país
RESUMEN
La modernización de la gestión pública en el Perú es uno de los pilares más importantes para el
desarrollo sostenible del país, se requiere de una voluntad política consensuada entre los
poderes del Estado, de un marco legal que comprenda al gobierno central, regional y local en
forma integral dentro de una concepción sistémica, que tome en cuenta las experiencias
comprendidas en los logros alcanzados y sus aspectos restrictivos, con respecto a la
jurisprudencia de leyes sobre la reforma de la administración pública del país, que fueron
promulgadas e implementadas por los diversos gobiernos en estas últimas décadas y cuyos
resultados no fueron satisfactorios en términos generales. Esta breve caracterización de la
problemática requiere de un mayor análisis, que servirá de base para proyectar un dispositivo
legal, que por la naturaleza de su contenido, requiere ser ampliamente debatido en las
diversas instancias de los poderes del Estado para su aprobación, además deberá responder a
las exigencias de una gestión pública de excelencia, que contribuya a mejorar la calidad de los
servicios que se presta a la sociedad y a una revalorización del trabajador del sector público.
Para tal efecto es importante revisar los antecedentes de reformas de la administración
pública, que se han desarrollado en países que han tenido éxito y tomar en cuenta su
incidencia en el desarrollo de la regionalización de los sectores productivos y de servicios, con
el propósito de conocer las fortalezas y debilidades del frente interno nacional y las
oportunidades y amenazas del entorno y en este contexto plantear una Reforma de la
Administración Pública, que tome en cuenta las tecnologías de las informaciones y de las
comunicaciones electrónica.