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El Arte de Mirar

El pintor James
Northcote decía,
en 1825, al des-
cribir el profundo
efecto que había
provocado en
él una tela de
Velázquez, que le
“parecía hecha
con los colores
todavía húmedos”
y con “toques
aplicados sólo con
el deseo”.

«Venus del espejo», de Velázquez


National Gallery, Londres, hacia 1647-51.
El único desnudo femenino del pintor que se conserva fue, hasta el siglo XX, una obra cuya observación
era, sino clandestina, al menos secreta. Colocada en el techo de un palacio, oculta en bodegas o gabinetes
privados, expuesta a una altura mayor para no ser vista, esta tela reflexiona sobre la seducción que la
belleza ejerce en quien la contempla.

POR SANDRA ACCATINO La vitalidad que transmite la forma en que esta Una belleza que Velázquez deliberadamente re-

L
Venus está pintada, los trazos gruesos y rápidos presentó en el reflejo, velada e imprecisa, para
a «Venus del espejo», que dejan ver el tono ocre subyacente y que afirmar, tal vez con ingenio y agudeza, que a ella,
de Diego Velázquez (1599-1660), dan la luminosidad a la piel y al satén, contrasta, a subjetiva e inquietante, es el espectador quien
produce, al mirarla de cerca, una primera vista, con la actitud reflexiva y aparente- debe imaginarla.
sensación de extraña inmediatez. Las mente lejana de la diosa que, tendida de espaldas
pinceladas son tan rápidas y certeras, y la mezcla a nosotros, contempla la imagen reflejada en el Una pintura secreta
de tonalidades tan bien resuelta, que uno no se espejo que Cupido sujeta frente a ella, y en el
alcanza a convencer que ese lienzo –contempla- que percibimos vagamente su rostro. La sensa- El tamaño de la tela y la inusitada posición de
do mil veces en reproducciones– lleve trescien- ción de ensimismada distancia que el especta- la diosa, encuentran su razón de ser en el encar-
tos sesenta años colgado. El pintor James Nor- dor supone en la figura femenina, se transforma go que hizo a Velázquez, hacia mediados del siglo
thcote decía, en 1825, al describir el profundo cuando descubrimos que la imagen observada XVII, Don Gaspar de Haro y Guzmán, marqués
efecto que había provocado en él una tela de por la diosa en el espejo no es la misma que del Carpio y Heliche, en ese entonces un joven
Velázquez, que le “parecía hecha con los colores nosotros vemos, sino otra. De acuerdo a un prin- tan apasionado por las pinturas como por las
todavía húmedos” y con “toques aplicados sólo cipio básico de la óptica, mientras contemplamos mujeres. El cuadro de Velázquez debía secundar
con el deseo”. el reflejo de su rostro, ella observa el nuestro y a un lienzo veneciano de un formato similar, que
reflexiona, quizás, sobre el efecto que su belle- representaba a una Danae (más tarde converti-
Sandra Accatino es académica del departamento de Arte de la Universi- za nos ha producido. La mirada de la diosa y la da en Venus) desnuda y recostada en la misma
dad Alberto Hurtado. Ha publicado diversos capítulos de libros, artículos y nuestra se encuentran, entonces, en la superficie posición que la Venus del espejo, pero mirando
ensayos sobre pintura europea, arte de la memoria, coleccionismo y artistas brillante y borrosa que sostiene Cupido, símbolo directamente al espectador. Velázquez combi-
chilenos contemporáneos. Fue curadora, junto a Pablo Chiuminatto, de la del deseo amoroso. Al igual que él, en este cua- nó en la figura de la diosa la sinuosa silueta del
muestra «Degas escultor: impresiones de la vida moderna». dro el espectador queda cautivo de la Belleza. «Hermafrodita dormido» y dos modelos pictó-

18 I La Panera
En 1914, la sufra-
gista Mary Raleigh
Richardson asestó
siete hachazos
a la Venus de
Velázquez. Esta
es la fotografía
que apareció en la
prensa y una ima-
gen de la época
que reconstruye el
hecho.

Un problema de miradas

El 10 de marzo de 1914, justo cuando cejaban las largas polémicas por la


autenticidad de su atribución a Velázquez y la vulgaridad o inmoralidad de la
pintura, el cuadro fue atacado con un hacha de carnicero por Mary Raleigh
Richardson, una sufragista que buscaba llamar la atención sobre la violencia
que sufría en la cárcel Emily Pankhurst, la líder del movimiento en Inglaterra.
Tiziano, «Venus de Urbino» (1538), óleo sobre tela, 119 cm x 165 cm. Galería degli Uffizi, Florencia. Durante su detención, Richardson afirmó: “He intentado destrozar la pintura
de la mujer más bella del pasado mitológico como protesta contra los actos
ricos surgidos en Venecia: la «Venus ante el es- del gobierno, que están destrozando al personaje más bello de la historia
pejo con Cupido» y la «Venus recostada», de los moderna. La justicia puede ser un elemento que posea tanta belleza como el
que existían distintas versiones realizadas, entre color o la línea en el lienzo”.
otros, por Tiziano, Veronese y Rubens. El cuadro En las imágenes y en los textos de los periódicos se opuso la violencia y el
de Velázquez, sin embargo, se alejó de todas las largo y anodino traje oscuro de la sufragista a la desnudez y vulnerabilidad
obras anteriores y es, todavía hoy, una obra que de la diosa, como si la pintura, de pronto, hubiera cobrado vida y no fuera la
deslumbra por su ingenio y composición. tela la violentada sino un cuerpo femenino al que otra mujer le había infligido
La Venus del espejo y la Danae veneciana fue- “crueles heridas” en el cuello, los hombros y la espalda. Muchos años más
ron colocadas, junto a otras tres imágenes de tarde, en 1952, Richardson afirmaría que lo que le molestaba de la pintura,
contenido erótico, en el techo de uno de los era, precisamente, la mirada de los hombres, la forma, dijo, en que “los
salones del palacio del cultivado y disoluto mar- hombres la miraban todo el día en la galería”.
qués, una ubicación que reservaba el goce de
ellas sólo a quienes, previo aviso, alzaran su mi- Originalmente, la vo propietario se dispuso a encontrar una ubica- mente solicitada para una exhibición de antiguos
rada para verlas. Venus del espejo ción para el “precioso trasero de Venus”, según él maestros en la Royal Academy de Londres, pudo
Tras la muerte del marqués, su hija, la duquesa debía acompañar, mismo le señaló en una carta al escritor Walter ser apreciada por un vasto público y en especial
de Alba, descolgó la pintura y la regaló, junto a en el techo de uno Scott. Dando un nuevo giro a una mirada que por los estudiantes de arte que, según la prensa
la Danae, a Manuel Godoy, un coleccionista que de los salones del se definía otra vez como masculina y secreta, el de ese tiempo, la consideraron la tela más atrac-
las mantuvo nuevamente al resguardo de otras palacio del mar- lugar elegido por Morritt (sobre la chimenea de tiva de la sala en la que se exhibía. El importante
miradas en su gabinete privado, que más tarde qués del Carpio, su biblioteca, en lo más alto de la pared) permi- aumento de la popularidad que vivió entonces la
decoró con otras pinturas eróticas, entre las que a esta imagen de tía que “las damas desviaran modestamente la «Venus del espejo» culminó con su adquisición
se encontraban las célebres «Maja desnuda» y origen veneciana mirada sin dificultad, y que con una ojeada los en 1905 por la National Art-Collections Fund,
«Maja vestida», de Goya, inspiradas, no en la Ve- de una Danae entendidos admitieran las referidas posaderas en que la entregó a la National Gallery, tras haber
nus velazqueña –como se suele pensar–, sino en (hoy convertida en su compañía”. También cuando, en 1857, Morrit recibido el cuantioso aporte de un anónimo be-
la Danae que la acompañaba. una Venus). prestó la tela de Velázquez para la gran exposi- nefactor. Según estudios recientes, éste habría
En los años que siguieron a la invasión france- ción en Manchester de los Tesoros del Reino sido el rey Eduardo VII, quien, luego de una larga
sa a España, la obra fue comprada, en Inglaterra, Unido, la pintura fue colgada tan alta que el mi- visita a la galería en la que se exhibía, reconsideró
por el viajero y erudito John Morritt. En Rokeby llón y medio de visitantes apenas pudo reparar su desinterés por el arte frente, al parecer, su
Hall, la mansión que poseía en Yorkshire, el nue- en ella. Sólo en 1890, cuando la tela fue nueva- conocida fascinación por las mujeres.

1. Tiziano, «Venus
con un espejo»,
hacia 1555, óleo
sobre tela, 124.5
x 105.5 cm,
National Gallery,
Washington.

2. En Roma,
Velázquez mandó
a hacer copia para
la colección real
del «Hermafrodita
dormido».

Los gobiernos tienen el deber de difundir la Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas, entre niños, niñas, jóvenes y personas adultas. La Panera I 19

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