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Alrededor del amor se tejen muchas definiciones y concepciones. Para cada persona, de acuerdo
con el contexto tiene un significado distinto. El amor es de esos conceptos que uno llamaría
definición de la palabra, la RAE dice que es, “un sentimiento intenso del ser humano que,
partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser” (RAE,
2018).
Vista desde la religión católica, el amor es el primer y único mandamiento que Dios dejó al
mundo, “amarás a tu prójimo como a ti mismo, no hay otro mandamiento mayor que este”,
sentencia Marcos 12:31. Como esta, las sagradas escrituras están llenas de citas que hacen
De ahí que la cita más preciosa y que sirve, en mi opinión, para definir el amor como un
sentimiento que mueve la vida, más allá de las definiciones universales, está en el libro de 1
Corintios.
cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;
todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. (1
Corintios, 13:4-8)
Sin embargo, aun cuando en el común denominador, siempre se relaciona el amor con la pareja,
en un sentido más amplio y más estricto, el amor es un concepto, como ya lo dijimos: universal.
Por ello, Mena (2001) habla del amor dentro del proceso biológico. “Amar no es una entidad
organización humana y que luego se transforma en sistemas sociales” (p. 26). Este es
precisamente el enfoque de estas líneas, resaltar por qué el amor como emoción humana es el
Para empezar, me gustaría aclarar que he tomado varios textos como referencia que aluden al
concepto de amor desde la biología. Considero como Maturana (2001), que el amor como
emoción ayuda a constituir las relaciones sociales, de manera que, si no hay aceptación entre las
El amor es la emoción central de la historia evolutiva humana desde su inicio, y toda ella
necesaria para el desarrollo físico, conductual, psíquico, social y espiritual normal del
niño, así como para la conservación de la salud física, conductual, psíquica social y
concepto más simple del amor, como emoción que transforma la vida de los seres humanos.
Maturana (2001) plantea que los humanos somos dependientes del amor.
Desde nuestro nacimiento, los seres humanos experimentamos una primera relación de conexión
con nuestra madre, que, por instinto, es amor. Desde ahí, vamos explorando las relaciones
humanas, pero todo nuestro desarrollo como persona se da desde la aceptación entre madre e
hijo. Maturana (2001) afirma que las interacciones recurrentes en el amor amplían y estabilizan
la convivencia.
A medida que las personas, desde el núcleo de su hogar, crean relaciones con otros y mantienen
una convivencia, las sociedades se estabilizan. De esta manera, el amor permite que las
Por eso, en una sociedad como la que vivimos en Colombia, actualmente llena de polarizaciones
y odios, es el amor en sus pequeñas formas, desde los hogares, lo que mantiene unida a la
Aunque el amor sea parte fundamental de la vida humana, este autor (Maturana, 2001), aclara
que el amor no debe entenderse como una emoción especial. Más bien, como una emoción que
En este punto, entra en disyuntiva los conceptos de emoción y sentimiento. Según lo citado al
inicio de este texto, una de las definiciones más populares del amor, hace referencia a que es un
Así las cosas, ya no estamos hablando del sentimiento amor, del que habla la literatura o la
poesía, sino de una fuerza biológica, innata a nuestro ser, que nos impulsa a actuar.
emociones en que se fundan, porque no sabemos que ellos y todas nuestras acciones
tienen un fundamento emocional, y creemos que tal condición sería una limitación a
Dicho fundamento emocional, mencionado por el autor (Maturana 2001), puede ser muchas
veces el amor. He aquí mi tesis: el amor nos impulsa a tomar acciones y decisiones, que en
Incluso, Maturana (2001) afirma que “no es la razón la que nos lleva a la acción, sino la
emoción” (P. 9). Esta premisa cuestiona lo que creemos respecto al hombre como ser racional.
Desde nuestra manera de ver la vida, el hombre es racional, por lo cual, creemos que las buenas
decisiones deben ser tomadas desde la razón. Pero realmente, muchas de ellas se impulsan desde
la emoción, desde el amor y en nuestra mente asociamos los argumentos que nos llevaron a tal,
A veces nos cuesta asimilar que las decisiones tienen un componente emocional y que eso no las
hace erradas. Pero con esto, no me refiero a la premisa de las películas y libros románticos, o las
vida, donde la emoción, no vista como el sentimiento sino como fuerza biológica que nos
impulsa.
En ejemplos cotidianos, podemos decir que todas (o la mayoría) de las acciones se mueven por el
amor. Maturana (2004) expresa “este elemento del amor, por tanto, está dado a priori, es el
fundamento de nuestra existencia y la base misma sobre la cual nos movemos los humanos” (P.
226).
Nuevamente, no estamos hablando solo del amor de pareja, que hace parte también de la vida,
sino del amor cómo elemento que le da sentido a todo. El autor (Maturana, 2004), en este mismo
texto expresa que, “nos sentimos bien cuando nos preocupamos de otros” (P. 226).
Para esta premisa, el usa un ejemplo tan sencillo cómo ayudar a sobrevivir a un pequeño, y en
base a eso uno podría decir que casi todas las buenas acciones del mundo están cargadas de
amor. Desde los descubrimientos científicos, todos los aportes que buscan mejorar la calidad de
vida del hombre desde cualquier ciencia o arte, todos buscan lo mismo, se preocupan por el otro,
Y sin embargo, en el común denominador seguimos relacionando el amor con el final feliz de la
pareja que se amará para toda la eternidad y que, prefiere morir con tal de estar juntos. Mi
propósito, y siento que también ha sido el propósito de este autor (Maturana), es desmitificar el
En la vida cotidiana el ejemplo sublime es el del amor de madre, que como la cita bíblica de
Corintios, todo lo soporta y nunca deja de ser. Pero más allá de ello, el amor debe ser visto, como
es interpretado por la Iglesia Católica, como esa fuerza que todo lo mueve, y que, en casi
cualquier acto bienintencionado está presente, generalmente en forma de emoción innata, no de
sentimiento.
Referencias bibliográficas
Maturana, Humberto. Del ser al hacer, los orígenes de la biología del conocer. 2004.