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DESARROLLO PERSONAL

1. DEFINICION
El desarrollo y, en general, la vida del ser humano se desenvuelve a través de
sucesivas etapas que tienen características muy especiales. Cada una de ella
se funde gradualmente en la etapa siguiente. Sin embargo, no hay un acuerdo
unánime para determinar cuantas y cuales son las etapas. Tampoco se puede
decir cuando comienza exactamente y cuando termina cada etapa, pues en el
desarrollo influyen diversos factores individuales, sociales y culturales. Por eso
se dice que cada ser humano tiene su propio ritmo de desarrollo.
En general, se considera que las etapas del desarrollo humano son las
siguientes:
 Prenatal
 Infancia
 Niñez
 Adolescencia
 Juventud
 Adultez
 Ancianidad

2. LA ETAPA PRE-NATAL
Se desarrolla en el vientre materno, desde la concepción del nuevo ser hasta
su nacimiento. Pasa por tres periodos:
 Periodo zigótico: Se inicia en el momento de la concepción, cuando el
espermatozoide fecunda al óvulo y se forma el huevo o zigoto. Este
comienza entonces a dividirse y subdividirse en células y aumenta de
tamaño hasta formar el embrión, que al final de la segunda semana se
arraiga en el útero.
 Periodo embrionario: Dura unas 6 semanas, en las cuales el embrión se
divide en tres capas que se van diferenciando hasta formar el esbozo de
los diversos sistemas y aparatos corporales.
 Periodo fetal: Es la culminación del embrión. El feto ya tiene la definida
forma de un ser humano, que después de desarrollarse aceleradamente
durante 7 meses, abandona el claustro materno en el acto del
nacimiento.
Hoy en día se da mucha importancia a esta etapa, puesto que se ha
comprobado que precedentemente al nacimiento hay formas de actividad. La
madre, con sus situaciones psicoafectivas troquela en el feto su propia
urdiembre. Por medio de ella llegan al niño los primeros mensajes de la vida.
Recepta la alegría o la contrariedad del padre, el alborozo o fastidio de sus
hermanitos, las angustias y satisfacciones de la madre.
Esta etapa es la materia prima de las demás. Se está gestando ya el futuro de
su personalidad. Todo lo que pasa dentro y fuera de su fuente vital deja huella
en su ser.
A partir de los tres meses la personita responde a los estímulos internos y desde
los seis meses a los externos. Hay, pues, formas de sensación y actividad.
Se puede suponer un psíquico elemental, difuso, con un estado indistinto de
sueño, con variaciones afectivas de malestar y bienestar.

3. LA INFANCIA

Es la etapa comprendida entre el nacimiento y los seis o siete años.

Desarrollo físico y motor: El neonato pesa normalmente entre 2.5 a 3 kgs y


tiene una estatura promedio de 0.50 m. Tiene una cabeza desproporcionada en
relación con su cuerpo y duerme la mayor parte del tiempo. Pero no es un ser
completamente pasivo ya que gradualmente va reaccionando a la variedad e
intensidad de los estímulos de su nuevo ambiente. Aparecen los primeros actos
reflejos:

 Succión del pecho materno


 Contracción pupilar.
 Reacción ante sonidos fuertes y ante diversos sabores.
 Realiza movimientos espontáneos e indiferenciados:
 Agita y retuerce su cuerpo.
 Mueve los brazos y piernas (pedalea).
 Reacciones emocionales indiscriminadas de agitación y excitación que
acompañan a los movimientos espontáneos y que se producen ante
estímulos agradables o desagradables.
 En el desarrollo motor observamos lo siguiente:
 A las 15 semanas: Puede coger un objeto perfectamente.
 A las 25 semanas: Se sienta solo.
 A las 45 semanas: Gatea
 A los 15 meses: Ya camina solo.
 A los 2 años: Sube las escaleras solo.
 A los 3 años: Corre de una manera más uniforme, puede lavarse y
secarse las manos solo, alimentarse con una cuchara sin ensuciar
demasiado, ir al baño, responder a instrucciones.

Desarrollo cognoscitivo: Según Piaget, el infante, hasta los 6 o 7 años, pasa


por los siguientes periodos de desarrollo de la inteligencia:

1. Periodo de inteligencia senso – motora: El infante se interesa en ejercitar sus


órganos sensoriales, sus movimientos y su lenguaje que le van permitiendo
el ir afrontando determinados problemas. Así, entre los 5 y 9 meses, el bebé
moverá su sonaja para escuchar el ruido.

2. Periodo de la inteligencia concreta:

 Está colocada como un adorno. Sus hermanos salen a jugar (sin llevar la
pelota de siempre, sucia y pequeña) y le dicen al niño que traiga la pelota;
él llevará la que está de adorno porque para él no hay más pelota que la
que le regalaron.
 Fase del pensamiento intuitivo (4 – 7 años) Se basa en los datos
perceptivos. Así dos vasos llenos de la misma cantidad de bolitas, el niño
dirá que hay más en el vaso largo. En este periodo el desarrollo del niño
va consiguiendo estabilidad poco a poco, esto lo consigue creando una
estructura llamada agrupación. El niño comienza a razonar y a realizar
operaciones lógicas de modo concreto y sobre cosas manipulables.
Encuentra caminos diversos para llegar al mismo punto (sabe armar
rompecabezas).

En la infancia se produce el egocentrismo, es decir, todo gira entorno al


"yo" del infante y es incapaz de distinguir entre su propio punto de vista y
el de los demás. También en este periodo predomina el juego y la
fantasía, por lo que el infante gusta de cuentos, fábulas y leyendas.
Mediante su exaltada fantasía dota de vida a los objetos y se crea un
mundo psicológico especial.

Desarrollo afectivo, sexual y social: Se distinguen tres fases:

Fase oral: El niño nace preparado a conservar la vida mamando, y mientras se


nutre tiene las primeras relaciones con los demás, creando de este modo un
nexo entre afecto y nutrición y entre necesidad de los otros y actividad oral. El
niño llevará – para experimentar y comunicar con los demás: todo a la boca,
(siente placer).

La relación oral incluye la comunicación a través del tacto, el olor, la posición del
cuerpo, el calor, los nexos visuales, el rostro de la madre, etc.

Esta etapa se supera, pero siempre nos quedan rezagos tales como mascar
chicle, fumar, llevar objetos a la boca.

Hay casos en que no se supera esta etapa, entonces tenemos el carácter oral
como el sujeto totalmente dependiente e inseguro.

Fase anal: Se denomina así porque el niño ya comienza a controlar sus


esfínteres y obtiene un placer reteniendo los movimientos intestinales que
estimulaban la mucosa anal.

Hay que tener en cuenta que el efectivo control de la defecación se alcanza sólo
luego que ha sido posible el control muscular a través de la maduración de los
rasgos nerviosos de la médula espinal. Por tanto, una educación prematura a la
limpieza lleva a fijar a la persona en el carácter anal; por ejemplo: El avaro. El
coleccionar objetos es un rezago de analidad.

Fase elíptica: El infante desarrolla un intenso amor por el progenitor del sexo
opuesto. El niño se apega a la madre y la niña al padre.

El niño es posesivo, de aquí que el padre es sentido un intruso y un rival


(complejo de Edipo). En esta rivalidad frente al padre, el niño teme ser destruido
por el padre (complejo de castración). Al mismo tiempo nace una angustia en el
niño o por el temor confirmado de poder ser destruido por el padre o por su
hostilidad frente a un padre que, pese a todo, lo quiere (sentimiento de culpa).
Finalmente, el niño descubre que para llegar a poseer a su madre tiene que llegar
a ser todo un hombre como su padre (principio de identificación). Aquí es cuando
el niño comienza a interiorizar las normas de los padres conformándose el "super
yo". Analógicamente se llega a la identificación de la niña con su madre.

La mayoría de los problemas en las etapas posteriores tienen su origen en un


Edipo no resuelto. Son manifestaciones de una fijación en esta etapa cuando
hay falta de identificación con su propio sexo. Concluimos afirmando que, en esta
etapa, el niño aprende a ser varón y la niña a ser mujer.

4. LA NIÑEZ

Se sitúa entre los 6 y 12 años. Corresponde al ingreso del niño a la escuela,


acontecimiento que significa la convivencia con seres de su misma edad. Se
denomina también "periodo de la latencia", porque está caracterizada por una
especie de reposo de los impulsos institucionales para concentrarnos en la
conquista de la socialidad.

Las socializad que comienza a desarrollar es "egocéntrica": "Todo sale de mí y


vuelve a mí", "Te doy para que me des". Sus mejores amigos son los que le
hacen jugar, le invitan al cine o un helado".
El niño, al entrar en la escuela da pie al desarrollo de sus funciones
cognoscitivas, afectivas y sociales.

F. Cognoscitivas: El niño desarrolla la percepción, la memoria, razonamiento,


etc.

F. Afectivas: En cuanto que el niño sale del ambiente familiar donde es el centro
del cariño de todos para ir a otro ambiente donde es un número en la masa;
donde aprende y desarrolla el sentimiento del deber, respeto al derecho ajeno
amor propio, estima de sí, etc.

F. Social: La escuela contribuye a extender las relaciones sociales que son más
incidentes sobre la personalidad.

Características principales en esta etapa:

Aprende a no exteriorizar todo, aflora, entonces, la interioridad.

Son tremendamente imitativos, de aquí que necesiten el buen ejemplo de sus


padres.

El niño se vuelve más objetivo y es capaz de ver la realidad tal como es.
Suma, resta, multiplica y divide cosas, no números.

Adquiere un comportamiento más firme sobre sus realidades emocionales.

5. LA ADOLESCENCIA
Es la etapa en que el individuo deja de ser un niño, pero sin haber alcanzado
aún la madurez del adulto. Sin embargo, es un tránsito complicado y difícil que
normalmente debe superar para llegar a la edad adulta. Se considera que la
adolescencia se inicia aproximadamente a los 12 años promedio, en las mujeres
y a los 13 años en los varones. Este es el momento en que aparece el periodo
de la pubertad, que cambia al individuo con respecto a lo que hasta entonces era
su niñez.
En la adolescencia se distinguen dos etapas:

1. Pre-adolescencia (fenómeno de la pubertad).


2. Adolescencia propiamente dicha.

a) La Preadolescencia:

Desarrollo físico:

Se produce una intensa actividad hormonal. Se inicia a los 11 o 12 años en las


mujeres y a los 13 o 14 años en los varones. En las mujeres aparece la primera
menstruación y en los varones la primera eyaculación; pero en ambos todavía
sin aptitud para la procreación. En ambos sexos aparece el vello púbico.

Se da también un rápido aumento de estatura, incremento en el peso, aparición


de caracteres sexuales secundarios; en las mujeres: senos, caderas, etc. En los
varones: Mayor desarrollo muscular, fuerza física, aumenta el ancho de la
espalda, cambio de voz, pilosidad en el rostro, etc.

Desarrollo cognoscitivo:

No confunde lo real con lo imaginario y por tanto puede imaginar lo que podría
ser.

 Usa con mayor facilidad los procedimientos lógicos: análisis, síntesis.


 Descubre el juego del pensamiento.
 Desarrollo su espíritu crítico.
 Discute para probar su capacidad y la seguridad del adulto.
 En ocasiones es fantasioso, pero con poca frecuencia. Hay una
proyección de sí en el porvenir; pero también a veces evade lo real.

Desarrollo tendencial:

Tiene necesidad de seguridad, pero a la vez una necesidad de independencia


de sus padres.

Esto hace que despierte la necesidad de libertad, de ser independiente y libre;


para ello emplea la desobediencia como una necesidad.

Desarrollo afectivo:

 Gran intensidad de emociones y sentimientos.


 Hay desproporción entre el sentimiento y su expresión.
 Las manifestaciones externas son poco controladas y se traducen en tics
nerviosos, muecas, refunfuños, gestos bruscos, gritos extemporáneos.
 Pasa con facilidad de la agresividad a la timidez.

Desarrollo social:

 Creciente emancipación de los padres.


 Busca la independencia, pero a la vez busca protección en ellos.
 Se da mutua falta de comprensión (con sus padres)
 Tiene necesidad de valorarse, de afirmarse, de afiliación y de sentirse
aceptado y reconocido por los de su entorno.
 Su principal interés son las diversiones, el deporte, etc.
 Desarrollo sexual:
 Tendencia a la separación entre chicos y chicas.
 Gran curiosidad por todo lo relacionado con la sexualidad

Desarrollo social:

 Va pasando de la heteronomía a la autonomía.


Aquí influye mucho la moral de la familia como testimonio. Así el
adolescente será capaz de:
- Fijar metas y objetivos propios.
- Organizar su actividad en conformidad con sus proyectos.
- Organizar mejor y eficientemente su tiempo libre.
 Desarrollo religioso.
 El desarrollo religioso puede ser problemático cuando:
- Cuando Los padres no dan testimonio, usan la religión como
disciplina y no son estables.
- Cuando el muchacho encuentra serias dificultades en el ramo de la
sexualidad.
- Cuando la religión, en el ambiente social, es considerado como "cosa
de mujeres", "pueril".
- la catequesis recibida en la infancia ha sido formalista y separada de
la vida.
- De lo contrario el desarrollo religioso es satisfactorio.

b) La Adolescencia propiamente dicha:

Desarrollo Cognoscitivo: La adolescencia es la etapa donde madura el


pensamiento lógico formal. Así su pensamiento es más objetivo y
racional. El adolescente empieza a pensar abstrayendo de las circunstancias
presentes, y a elaborar teorías de todas las cosas. Es capaz de raciocinar de un
modo hipotético deductivo, es decir, a partir de hipótesis gratuitas y, procediendo
únicamente por la fuerza del mismo raciocinio, llegar a conclusiones que pueden
contradecir los datos de la experiencia.

La adolescencia es también la edad de la fantasía, sueña con los ojos abiertos


ya que el mundo real no ofrece bastante campo ni proporciona suficiente materia
a las desmedidas apetencias de sentir y así se refugia en u mundo
fantasmagórico donde se mueve a sus anchas.
Es también la edad de los ideales. El ideal es un sistema de valores al cual tiende
por su extraordinaria importancia. El adolescente descubre estos valores y trata
de conquistarlos para sí y para los demás. Aunque este hecho no afecta a todos
los adolescentes. Depende de la formación recibida.

Desarrollo motivacional: Según Schneiders , en el adolescente sobresalen los


siguientes motivos:

Necesidad de seguridad: Se funda en un sentimiento de certeza en el mundo


interno (estima de sí, de sus habilidades, de su valor intrínseco, de su equilibrio
emocional, de su integridad física) y externo (económica, su estatus en la familia
y en el grupo). El adolescente puede sufrir inseguridad por los cambios
fisiológicos, la incoherencia emotiva o por la falta de confianza en los propios
juicios y decisiones.

Necesidad de independencia: Más que una existencia separada y suficiencia


económica, significa, sobre todo, independencia emocional, intelectual, volitiva y
libertad de acción. Se trata de una afirmación de sí.

Necesidad de experiencia: Fruto del desarrollo y la maduración que en todos


sus aspectos son dependientes de la experiencia. Este deseo de experiencia se
manifiesta claramente en las actividades "vicarias" (TV, radio, conversación,
cine, lecturas, juegos, deportes). Por esto mismo se meten en actividades poco
recomendables: alcohol, drogas, etc.

Necesidad de integración (de identidad): Que es un deseo inviolable y de


valor personal.

Necesidad de afecto: Sentir y demostrar ternura, admiración, aprobación).

Desarrollo afectivo: Es difícil establecer si la adolescencia es o no un periodo


de mayor inestabilidad emotiva. Pero nada impide reconocer la riqueza emotiva
de la vida del adolescente y su originalidad.

La sensibilidad avanza en intensidad, amplitud y profundidad. Mil cosas hay ante


las que ayer permanecía indiferente y, hoy, patentizará su afectividad. Las
circunstancias del adolescente, como la dependencia de la escuela, del hogar,
le obligan a rechazar hacia el interior las emociones que le dominan. De ahí la
viveza de su sensibilidad: al menor reproche se le verá frecuentemente rebelde,
colérico. Por el contrario, una manifestación de simpatía, un cumplido que recibe,
le pondrán radiante, entusiasmado, gozoso. El adolescente es variado en su
humor.

Desarrollo social: Tanto el desarrollo cognoscitivo, como el motivacional y


afectivo agilizan el proceso de socialización. El adolescente tiene en su
comportamiento social algunas tendencias que conviene reseñar:

A medida que crece, son mayores y más variadas sus experiencias sociales.
Este mayor contacto con la sociedad favorece un conocimiento más real de la
sociedad.

Mayor conciencia de los demás, así como una progresiva conciencia de


pertenencia a una clase social.

Otras tendencias importantes son la madurez de la adaptación heterosexual, la


búsqueda de status en el grupo de compañeros de la misma edad y la
emancipación de la familia.

En este proceso de socialización encontramos en el adolescente una serie de


oscilaciones tales como:

- Oscilación entre excitación y depresión: trabajo y ocio, buen humor y


llanto.
- Oscilación entre sociabilidad e insociabilidad: delicados e hirientes,
tratables e intratables.
- Oscilaciones entre confianza y desconfianza de sí mismos.
- Oscilaciones entre vida heroica y sensualidad.

En esta época aparecen rivalidades y luchas para obtener el poder y ejercerlo


sobre los demás. Prueba sus fuerzas físicas y así se convierte en agresivo, lo
que se manifiesta con ciertos actos exteriores (se golpean unos a otros),
palabras agresivas (se insultan), manifestaciones reprimidas y ocultas,
agresividad contra sí mismos, agresividad contra las cosas.

La situación del adolescente frente a la familia es ambivalente: Por una parte,


está la emancipación progresiva de la familia, lo que implica un
riesgo; y por otra, el adolescente percibe que su familia es fuente de seguridad
y ayuda, con miedo a perderla.

Esta situación puede o no ser conflictiva. Depende cómo los hijos son educados.
Será entonces, conflictiva:

- Por las relaciones personales precedentes defectuosas.


- Por el sentido de inutilidad por parte de los padres.
- Por sobreprotección parental o por abandono.
- Por dudas de parte de los padres en torno a la responsabilidad de
sus hijos.
- Por el fenómeno de la constancia perceptiva, a través de la cual a los
hijos se les ve siempre "niños".

Por las frustraciones de los padres proyectadas a sus hijos que llevan a una
identificación a la inversa y a una mala interpretación.

Los padres afrontan los problemas de hoy en contexto de ayer.

Por el hecho de que los padres son adultos y representan a la clase privilegiada,
que niega al adolescente el "status" del mismo género.
Por el "conflicto de generaciones" debido a los contrastes que pueden surgir por
la diferencia de edad entre dos generaciones.

Una línea de solución está en la comprensión, en un gradual proceso decisional


comunitario. Durante la adolescencia, la escuela favorece la reorganización de
la personalidad sobre la base de la independencia. La escuela facilita:

- La emancipación de los padres.


- Un status autónomo fundado sobre su propia acción.
- La constitución de grupos.
- Una mayor independencia volitiva al tratar con los adultos.

Pero también la escuela puede presentar los siguientes obstáculos:

- Puede desatender problemas vitales (si se limita a lo intelectual).


- Ignora al estudiante como individuo (sólo exige rendimiento) .
- Prolonga las relaciones adulto – niño.

Algunas escuelas son el campo de batalla de contiendas ideológicas y políticas.

Hemos de ver también las relaciones entre adolescentes: La amistad entre


adolescentes se caracteriza por la sinceridad, el altruismo, la delicadeza. Se
precian de tener los mismos gustos y opiniones, se imitan, se tienen mutua
confianza, se quieren con exclusividad, se sacrifican unos por otros.

Entre ellos predominan los grupos primarios, se reúnen con frecuencia,


participan de las mismas diversiones, peligros y emociones. El grupo
proporciona a los adolescentes bienes diversos:

- Les da sentimiento de seguridad, protección y solidaridad.


- Facilita las amistades.
- Es una escuela de formación social.
- Ayuda a emanciparse de sus padres.
- Reduce el conjunto de frustraciones.

 Desarrollo sexual: La sexualidad del adolescente no es sólo un


fenómeno psico - fisiológico, sino también socio – cultural. Los valores,
costumbres y controles sexuales de la sociedad en que vive el
adolescente determinan en gran parte su actitud y comportamiento
psicosexual.

Todos los adolescentes en un momento dado se preocupan más o menos de su


desarrollo sexual, pero de ello no hablan espontáneamente sino en un clima de
gran confianza. La tensión sexual que tiene todo adolescente es el resultado de
tres tipos de estimulantes que operan de forma compleja: La acción de mundo
exterior, la influencia de la vida psíquica y la acción del organismo.

En la adolescencia comienzas las primeras atracciones heterosexuales, la chica


es más corazón y el chico es más cuerpo. La chica es más exhibicionista que el
chico.
 Desarrollo moral: La moral para los adolescentes no es una exposición
de principios, ni un conjunto de convenciones sociales; es, ante todo, un
comprometer todo su ser a la búsqueda de la imagen ideal de sí mismo,
donde pone a prueba la fuerza de la voluntad, la solidez de las
posibilidades y cualidades personales. Hay algunos valores morales que
ellos prefieren por ser más brillantes, más nobles y porque exigen un don
de sí más absoluto.

- El sentido del honor: sentimiento de la nobleza y de la dignidad del


hombre frente al hombre.
- La sinceridad, signo de una personalidad que se afirma.
- La valentía, motor de muchos actos.
- La lealtad.

 Desarrollo religioso: En la adolescencia se pone en movimiento


exigencias particulares como el encuadramiento del propio yo en un
mundo que tiene un sentido absoluto; estas exigencias hallan respuesta
sólo en una específica dimensión religiosa. En esta edad, lo trascendente
son afirmados como tales. Sin duda que para esto influye la educación
dada por los padres, la ecuación de la escuela y el medio ambiente.

El grupo de compromiso en la fe ahonda la religiosidad del adolescente y


lo abre a los demás.

6. LA JUVENTUD

Es la etapa comprendida aproximadamente de los 18 a los 25 años. Es la etapa


en la que el individuo se encuentra más tranquilo con respecto a lo que fue su
adolescencia, aunque todavía no ha llegado al equilibrio de la adultez. El joven
es capaz de orientar su vida y de ir llegando a la progresiva integración de todos
los aspectos de su personalidad.

En el campo del conocimiento: El joven es más reflexivo y analítico. Es la mejor


época para el aprendizaje intelectual, porque el pensamiento ha logrado frenar
cada vez más los excesos de la fantasía y es capaz de dirigirse más
objetivamente a la realidad. Tiene ideas e iniciativas propias, pero no deja de ser
un idealista; sus ideales comienzan a clarificarse. De ahí nace el deseo de
comprometerse.

En el aspecto moral: Los valores empiezan a tener jerarquía en la que predomina


la justicia y es capaz de distinguir lo prioritario y lo urgente. Rechaza la
imposición, no con agresividad sino con una sana rebeldía. Asume una
conciencia propia de sus actos y les da el valor moral que les corresponde.

Su desarrollo puede desembocar en la autonomía y entonces sabrá integrar a


sus convicciones personales los valores presentados por la sociedad, la religión,
el grupo y el ambiente de trabajo o de estudio.
Pero también puede desembocar en la dependencia, entonces será arrastrado
por lo que los otros, será como un barco sin anclas en el que las olas le harán
bailar hasta que la primera tempestad le haga naufragar.

Nace en el joven el concepto de bien y de mal.

En el ámbito vocacional: Es el momento en el que el joven se orienta hacia una


profesión, hacia el mundo del trabajo, todo se concretiza en el PROYECTO DE
LA EXISTENCIA. Ese proyecto es el conjunto de valores en el que el joven crece,
le da una orientación a la propia vida y lo orienta dinámicamente hacia el futuro.
Puede el joven desviarse escogiendo un proyecto consumístico, egocéntrico; un
proyecto válido ha de tener en cuenta el hecho fundamental de la existencia, las
convicciones religiosas, el compromiso.

Todo esto supone una opción inteligente y libre. En esa medida será una opción
que responda al hecho fundamental de la existencia: "ser para el otro" será una
opción de amor.

En la vida afectiva y sexual: Mirando hacia atrás, un joven se ríe de sus fracasos
sentimentales, porque empieza a descubrir lo que es realmente el amor. El joven
varón, luego de sentirse atraído por el físico de las chicas y por las chicas que
llenaban determinadas cualidades, ahora necesita amar a una sola persona con
quien proyectar posteriormente una comunidad de vida.

La joven deja de soñar en su príncipe azul, para aceptar un muchacho como es,
e iniciar un diálogo de amor auténtico.

El amor ya no es para él o para ella un simple pasatiempo, una necesidad social,


un escape, una compensación, sino un compromiso serio y respetuoso con la
persona a quien ama. Todo esto implica que el joven es ya dueño de sí, controla
sus impulsos y así se desempeña oportunamente.

Su socialización: Frente a los demás, el joven actúa responsablemente, es decir,


haciendo uso de su libertad es capaz de responder de cada uno de sus actos,
de tener conciencia de lo que dice y hace en orden a la realización del proyecto
de vida. Esto significa que el joven:

- Asume la vida como tarea.


- Es consciente de su solidaridad con los demás.
- Está convencido que su vida es para los demás.
- Está abierto a nuevas responsabilidades.
- El joven va concluyendo la emancipación de la familia mientras que
se abre cada vez más a múltiples relaciones sociales. Descubre las
ideologías y se orienta por un ideario político, pero también entra en
conflicto ante diversas pretensiones totalizantes que lo llevan a
relativizar todo (para él vale tanto Julio César, como Mao, Jesucristo
o Mahoma). Otro peligro es caer en la politiquería.

Desarrollo religioso del joven: En el joven se verifican profundas


transformaciones en el pensamiento religioso. Así, el joven fundamenta
críticamente la religión con mayor base motivacional, pero también puede
acentuar su crítica sobre determinadas formas institucionales que se oponen al
ideal de un pueblo de Dios en marcha.

Para algunos jóvenes la visión religiosa del hombre y del mundo puede servir de
soporte a la autonomía moral. A las antiguas motivaciones de origen parental (es
malo porque está prohibido por los padres) o de rigen social (es malo porque
está prohibido por el grupo o la sociedad) se sustituye la mueva motivación
racional y religiosa (es malo porque está contra el orden establecido por Dios
para la realización del hombre).

En esta época se presentan las dudas religiosas. Aquí hemos de distinguir entre
una duda positiva y otra negativa. La duda positiva es de la persona que busca
una más grande verdad, desarrollando una función de ulterior maduración. La
duda negativa, en cambio, es síntoma de una personalidad religiosa en crisis
fruto de un pasado religioso harto de dificultades.

El joven al ingresar a la universidad o a un centro de estudios superiores, se


encuentra con una serie de ideologías que pretenden dar una explicación
exhaustiva del hombre y del mundo. Frente a este fenómeno el peligro es el de
querer relativizar todo.

7. LA ADULTEZ

Es la etapa comprendida entre los 25 a los 60 años aproximadamente, aunque


como es sabido, su comienzo y su término dependen de muchos factores
personales y ambientales.

En esta etapa de la vida el individuo normalmente alcanza la plenitud de su


desarrollo biológico y psíquico. Su personalidad y su carácter se presentan
relativamente firmes y seguros, con todas las diferencias individuales que
pueden darse en la realidad.

Así, hay adultos de firme y segura personalidad capaces de una conducta eficaz
en su desempeño en la vida; hay otros de una personalidad no tan firme ni
segura; finalmente existen los que adolecen de una pobre y deficiente manera
de ser (personalidad) que los lleva a comportamientos ineficaces y hasta
anormales.

El adulto maduro se distingue por las siguientes características:

- Controla adecuadamente su vida emocional, lo que le permite


afrontar los problemas con mayor serenidad y seguridad que en las
etapas anteriores.
- Se adapta por completo a la vida social y cultural. Forma su propia
familia. Ejerce plenamente su actividad profesional, cívica y cultural.
Es la etapa de mayor rendimiento en la actividad.
- Es capaz de reconocer y valorar sus propias posibilidades y
limitaciones. Esto lo hace sentirse con capacidad para realizar unas
cosas e incapaz para otras. Condición básica para una conducta
eficaz.
- Normalmente tiene una percepción correcta de la realidad
(objetividad), lo cual lo capacita para comportarse con mayor eficacia
y sentido de responsabilidad.

El adulto inmaduro presenta características completamente opuestas:

- Es contradictorio en su comportamiento (incoherente) y no controla


sus reacciones emocionales.
- No percibe la realidad tal como ésta es (falta de objetividad).
- Menos consciente, responsable y tolerante (falla en el trabajo)
- No se adapta adecuadamente a la vida social (inadaptado).

8. LA ANCIANIDAD

La etapa final de la vida, conocida también como tercera edad, se inicia


aproximadamente a los 60 años. Se caracteriza por una creciente disminución
de las fuerzas físicas, lo que, a su vez, ocasiona en la mayoría una sensible y
progresiva baja de las cualidades de su actividad mental.

La declinación biológica se manifiesta por una creciente disminución de las


capacidades sensoriales y motrices y de la fuerza física; las crecientes
dificultades circulatorias, ocasionadas por el endurecimiento de las arterias; y en
general, el progresivo deterioro del funcionamiento de los diversos órganos
internos.

El anciano va perdiendo el interés por las cosas de la vida, y viviendo cada vez
más en función del pasado, el mismo que evoca constantemente, ya que el
presente y el futuro le ofrecen pocas perspectivas. Por eso es
predominantemente conservador y opuesto a los cambios, pues así se siente
seguro.

Como consecuencia de la declinación biológica, y por factores ambientales,


también se van deteriorando las funciones intelectuales (inteligencia, memoria,
pensamiento, etc.). Pero este deterioro es muy distinto en las diversas personas,
dándose el caso de ancianos de avanzada edad que se conservan en excelente
forma.

Los rasgos de la personalidad y del carácter se van modificando. Los ancianos


que han tenido una adultez inmadura no saben adaptarse con facilidad a sus
nuevas condiciones de vida. Manifiestan entonces una marcada tendencia a la
desconfianza, el egoísmo, la crítica aguda (especialmente a los jóvenes) y
reaccionan agriamente contra sus familiares y el ambiente social.

En cambio, otros ancianos, que fueron adultos maduros, se adaptan mejor a su


nueva situación y muchos hasta parecen exagerar el optimismo, buen humor y
generosidad. Esto se deba a que, en el fondo, en la vejez se acentúan los rasgos
que distinguieron el carácter en la adultez, por lo mismo que el individuo ya no
es capaz de ejercer un completo control y dominio de sus manifestaciones
psicológicas.

En los individuos especialmente dotados, la ancianidad es una etapa de gran


comprensión, equilibrio y productividad. Tal es el caso de personalidades ilustres
que siguieron contribuyendo activamente a la vida social y cultural de su época
cuando ya la mayor parte de sus coetáneos descansaban en sus cuarteles de
invierno.

La ancianidad es la etapa final de la vida y de be merecer el más grande respeto,


consideración y protección.

La actitud que más comúnmente se prolonga en las sucesivas etapas de nuestro


crecimiento es el EGOCENTRISMO de la niñez y de la infancia. Este
egocentrismo genera en nosotros diversas manifestaciones que las vamos a
resumir en el siguiente cuadro:

- SUAVE
- ASPERO
- ACTIVO
- VEDETTE
- NERON
- PASIVO
- MENINO
- QUELONIO

El Vedette: Busca la admiración por la admiración. La fama y popularidad es


sinónimo de superioridad. Alardea, exagera, miente, hace comedias con tal de
ser visto y tomado en cuenta. Cuando no tiene público se siente deprimido y
apagado.

El Vedette vive sujeto a las opiniones de los otros. Se deprime cuando le han
criticado y ridiculizado y se exalta cuando se siente elogiado.

Su personalidad tiene poco fondo. Por eso trata de revestirse de formas: fama,
dinero, admiración, popularidad. Poco a poco su rostro se va tornando en
fachada hecha de fanfarronería, grandilocuencia, engreimiento y mentira.
Cuando nadie le alabe, él mismo lo hará.

En el fondo es un fracasado, pero no lo acepta. Los amigos se compadecerán


de él y entonces se volverá agresivo o se hundirá en el aislamiento.

El Nerón: No le importa brillar, sino gobernar e imponer. Su máxima emoción es


“manejar” los acontecimientos y las personas, saber que se hace lo que él
ordena.

La imagen de su Yo es el conquistador: César, Napoleón, Hitler… Su máxima


pesadilla es descubrir su debilidad. Saber que alguien es más fuerte que él.
Busca el influjo social para decidir. Los demás deben aceptar su superioridad y
sentirse menos que él. Siempre se hizo su voluntad, sus padres fueron los
primeros súbditos. Jamás se le privó de un capricho.

El Menino: El menino vive de la compasión de sus amigos. Engendra compasión


exagerando sus sufrimientos o inventándolos. Cuando más compasión busca,
más se alejan los amigos. Roto este círculo, toda la vida del menino puede
convertirse en alegría.

La imagen de su Yo es generalmente del “bebé” abandonado y desprotegido. Su


pesadilla es quedarse sin protectores.

El Quelonio: Busca la soledad y rehúye molestias, metiéndose dentro de su


propio caparazón. Se oculta de su propia impasibilidad y renuncia al mundo
asumiendo la actitud de la zorra ante las uvas.

No se preocupa de él y, entonces, se encierra cada vez más y se aísla. La


imagen de su Yo es la de Diógenes en su tonel, es como un cuarto oscuro.

LA INCLUSION SOCIAL Y EL DESARROLLO HUMANO

La inclusión social es un concepto relativamente nuevo promovido,


especialmente, por la Unión Europea (UE). La UE define la inclusión social como
un "proceso que asegura que aquellos en riesgo de pobreza y exclusión social,
tengan las oportunidades y recursos necesarios para participar completamente
en la vida económica, social y cultural disfrutando un nivel de vida y bienestar
que se considere normal en la sociedad en la que ellos viven". Por lo tanto, se
entiende por inclusión social tanto un concepto relativo donde la exclusión puede
ser juzgada solamente comparando las circunstancias de algunas personas (o
grupos o comunidades) relativa a otras, en un determinado lugar y en un
determinado momento y como un concepto normativo que pone énfasis en el
derecho de las personas de "tener una vida asociada siendo un miembro de una
comunidad". Con objeto de lograr estos derechos, las políticas de inclusión
tienen que abordar las ineficiencias institucionales que se derivan de actos de
exclusión por parte de agentes que se basan en el poder y en actitudes sociales
y que resultan en desventajas basadas en género, edad, etnicidad, ubicación,
situación o incapacidad económica, educativa, de salud, etc. Las políticas de
inclusión social corrigen los resultados negativos de las políticas, sean éstos
intencionales (discriminación sistemática) o no intencionales (fracaso en
reconocer el impacto diferencial de las políticas sobre los individuos o grupos).

¿Cómo complementa la Inclusión Social la preocupación del PNUD


por el desarrollo humano?

Ambos conceptos tienen un enfoque en las personas y van más allá del bienestar
material. El desarrollo humano enfatiza la significación de la educación, el acceso
a servicios sociales adecuados (en particular salud y educación), sostenibilidad
del medio ambiente, garantías para la libertad política básica, equidad de género
y respeto a los derechos de los ciudadanos. La restricción de cualquiera de estos
elementos se percibe como perjudicial para la libertad de elección de los seres
humanos. De manera similar, la exclusión social puede ser entendida como la
deprivación de la "capacidad" que va más allá de la deprivación del ingreso. En
efecto, es difícil para un país alcanzar altos niveles de desarrollo humano si
persiste la exclusión social. La inclusión social añade la dimensión institucional
de la exclusión (agentes, instituciones y procesos que excluyen) al concepto de
desarrollo humano. Por lo tanto, una perspectiva de inclusión social puede
contribuir para agudizar las estrategias con el propósito de lograr el desarrollo
humano, abordando la discriminación, exclusión, falta de poder y deficiencias en
la rendición de cuentas, que yacen en la raíz de la pobreza y en otros problemas
del desarrollo. Ambos conceptos son complementarios en las políticas con
respecto al desarrollo humano, sosteniendo enfoque más enérgico en "qué" se
debe lograr y la inclusión social en "cómo" debe lograrse. Los marcos de políticas
para el desarrollo humano e inclusión dependen mucho de la voluntad política,
excepto en la UE donde los estados miembros han acordado reducir la pobreza
y la exclusión social para 2010 y esta obligación esta monitoreada por un marco
de medición común (Indicadores Laeken). Fuera de la UE, el marco de los ODM
(adaptado a los contextos nacional o local) podría ser utilizado para monitorear
ambos, los resultados del desarrollo humano, así como los de inclusión social.
Sin embargo, para este propósito, las metas e indicadores de los ODM deben
reflejar las prioridades y riesgos nacionales y locales.

Midiendo la Inclusión Social y el Desarrollo Humano

Aun cuando desde diferentes perspectivas, tanto el marco de la inclusión social


como el del desarrollo humano abordan cuestiones de marginalización y
exclusión. Por lo tanto, parece lógico esperar que los indicadores utilizados sean
semántica y contextualmente cercanos. En efecto, tanto los indicadores de
inclusión social como los de desarrollo humano enfatizan la pobreza, el empleo,
y la participación en educación, salud, cívica y política. La inclusión social, siendo
un concepto relativo, enfatiza medidas de inequidad. Dada la riqueza de estos
desafíos y la diversidad de sus determinantes, ningún indicador individual puede
captar los desafíos adecuadamente. Es por ello que los indicadores de inclusión
social y desarrollo humano (al igual que los indicadores ODM nacionales) no son
sustitutivos sino altamente complementarios y deberían verse como diferentes
matices de una realidad multidimensional compleja. Ambos marcos también
comparten desafíos similares con respecto a la disponibilidad de datos. Puesto
que la exclusión se produce en el ámbito local o comunitario, los datos
desagregados por ubicación y características, tales como etnicidad o
incapacidad, son un prerrequisito para monitorear el progreso hacía la inclusión
social. Sin embargo, tales datos frecuentemente no existen o son considerados
muy difíciles o sensibles de recopilar. El verdadero desafío del monitoreo es ir
más allá de los promedios nacionales relevantes de inclusión social y desarrollo
humano.

Perspectiva

Es posible que la inclusión social sea más prominente en los esfuerzos


internacionales de desarrollo al proporcionar el espacio para abordar desafíos
difíciles relativos a discriminación social, inequidades y fragmentación social. Al
enfatizar el derecho de las personas a una calidad de vida decente, llama más
la atención con relación al desarrollo humano y contribuye directamente a
mejorar las oportunidades para el desarrollo humano. Un trabajo innovador
acerca de mediciones y datos puede aunar aún más ambos conceptos en el
futuro.

CAPITAL HUMANO

Surgimiento del Capital Humano

Hace mucho tiempo y desde la propia evolución que ha tenido la atención,


administración o dirección y control de la fuerza de trabajo, de las personas que
trabajan, de los recursos humanos, o del capital humano, ha existido y aún existe
una polémica y puntos de vistas diferentes sobre el nombre que debe llevar esta
actividad y hasta el de la unidad organizativa, dentro de la estructura, que la
desarrolla directamente.

La atención a los recursos humanos ha evolucionado en el mundo condicionado


al desarrollo y los adelantos científico-técnicos. El concepto de fuerza de trabajo
surge desde la primera mitad del siglo XIX, pero es Carlos Marx en su obra “El
Capital” quien la definió como una mercancía específica.

Y, en efecto, el poseedor de dinero encuentra en el mercado esta mercancía


específica: la capacidad de trabajo o la fuerza de trabajo. Entendemos por
capacidad o fuerza de trabajo el conjunto de las condiciones físicas y espirituales
que se dan en la corporeidad, en la personalidad viviente de un hombre y que
éste pone en acción al producir valores de uso de cualquier clase. Se hablaba y
escribía en aquella época de fuerza de trabajo, mercado de trabajo, de la
atención a la fuerza de trabajo.

En una época posterior llamada de fabricación consistía en el control de la


asistencia y puntualidad. No existía el marketing, ni una tecnología y la calidad
no interesaba mucho. Después se evolucionó a la época del control de la calidad
donde aparece la actividad de personal y el Departamento de Personal, y todavía
no está presente el marketing.

Más tarde surge la época de las ventas en la que la demanda es igual o menor
a la oferta, aparece la Dirección por Objetivo, el concepto de competitividad, el
aseguramiento de la calidad y surge el marketing no estratégico. Nos
encontramos ante la administración de personal primero, y la administración de
los recursos humanos después.

La próxima etapa es la del marketing estratégico, con un enfoque hacia el cliente,


gestión de la calidad, por valores, por competencias laborales y se desarrolla la
Gestión de los Recursos Humanos. Surge desde la segunda mitad del siglo XX
el concepto de Capital Humano. Posteriormente aparece la etapa del marketing
ecológico y social y sigue perfeccionándose la Gestión de los Recursos
Humanos, el Capital Humano.
Surge un nuevo concepto el de Capacidad Humana. Estas etapas no están bien
delimitadas en el tiempo, en algunos lugares se superponen, los términos y
definiciones son convencionales y actualmente en determinados países
conviven varias de ellas.

No compartimos algunos matices de estas definiciones y las ponemos solo para


ilustrar el asunto. Pero se puede llegar a la conclusión de que la gestión de los
recursos humanos ha tenido una evolución en el mundo desde el concepto de
fuerza de trabajo y administración de personal, hasta la gestión del conocimiento,
el capital humano. Podemos afirmar que desde hace más de 40 años el modelo
“Recursos Humanos” trascendió el modelo de “Personal” y siguió evolucionando.

Conceptos de Capital Humano


En la actualidad se escuchan con frecuencia expresiones que seguramente
ayer no se percibían. Entre esas expresiones figuran las siguientes:

- La gente es nuestro capital más preciado.


- Nuestra estrategia está basada en el conocimiento.
- Las personas son todo lo que poseemos.
- Nuestra estrategia está basada en el manejo del capital humano.
- Hemos aprendido a manejar el capital intelectual.
- Aplicamos la inteligencia emocional en los procesos de liderazgo y
gerencia.

El Capital Humano es hoy en día una expresión muy tratada por los economistas
partiendo de los cambios organizacionales y el rol predominante que el
conocimiento y talento humano juega en la Nueva Economía. El término “Capital
Humano” se menciona en ocasiones como una forma de capital, indicando con
ello “aprovechamiento al máximo del aporte humano”, al que como activo
intangible se le asigna un valor y se considera como capital.

Para los economistas clásicos, “Capital” es “riqueza utilizada en la producción de


más riqueza, o riqueza en proceso de intercambio”. Pero para todos los casos
capital es riqueza.

Para los marxistas, “Capital” es una relación social de producción, en la cual el


trabajo es fuente y valor de las riquezas.

La teoría marxista argumenta además que:

En la producción y sus relaciones tecnológicas, por un lado, se tiene la


transformación de materias primas en productos y por otro lado la transmisión
de habilidades y tipos de conocimientos de un trabajador para otro, modificando
habilidades y conocimientos, con ello creando nuevas riquezas mediante el
trabajo. A este aporte de valor Marx le denominó Trabajo General. Es una
posición marxista muy válida en nuestros días.

Los economistas de la época se refieren al Capital Humano y lo tratan de la


siguiente forma:
Capital Humano el stock de conocimientos y habilidades humanas más bien
referidas a la educación, formación y escolaridad adquirida. El stock de Capital
Humano de un país tiene que ver más con la calidad que con la cantidad de la
mano de obra. Un mayor Capital Humano aumenta la productividad de la mano
de obra. Cuanto más rápido y equitativo sea el proceso de acumulación de
Capital Humano, se tenderá alcanzar procesos de crecimiento económico
sostenido, resolver el problema de la cantidad y calidad de empleo, resolver el
desequilibrio externo y disminuir el grado de la pobreza y la desigualdad en la
distribución de ingresos.

Becker a mediados del siglo pasado en, La Inversión en Talento como valor de
futuro, define Capital Humano.

El Capital Humano se entiende como la inversión en dar conocimientos,


formación e información a las personas; esta inversión permite a la gente dar un
mayor rendimiento y productividad en la economía moderna y aprovecha el
talento de las personas.

Para Pablo L. Belly, reconocido como uno de los máximos exponentes del capital
intelectual en Hispanoamérica, el capital humano es el conocimiento que posee
cada individuo y a medida que el individuo incremente sus conocimientos crecerá
su capital humano. Sigue exponiendo que el futuro depende de la fuerza mental
y no de la fuerza muscular. Este autor, como muchos otros, constriñe el capital
humano sólo al conocimiento, a la educación y formación.

El Capital Humano de la empresa ocupa el cuadrante superior derecho,


encarnado en las personas cuyo talento y experiencia crean productos y
servicios por los cuales los clientes acuden a ella en lugar de la competencia. Es
un capital.

Y para reafirmarlo aún más cito a (Johan Roos)

Creemos que el valor del Capital Humano surge de la competencia, de la actitud


y de la agilidad intelectual.

En nuestro país se ha creado una Red de Capital Humano como idea del GECIT
por tal motivo se realizó el 27 y 28 de marzo del 2008 un evento en la Habana
donde hubo una participación de todas las provincias del país y se expusieron
diferentes trabajos de Capital Humano a en este trabajo se hace referencia a
algunos de ellos.

Conjunto de conocimientos, experiencias, habilidades, sentimientos, actitudes,


motivaciones, valores y capacidad para hacer, portados por los trabajadores
para crear más riquezas con eficiencia. Es además conciencia, ética, solidaridad,
espíritu de sacrificio y heroísmo.

En Cuba hoy se habla de Sistema Integral de Capital Humano el cual definen


como conjunto de políticas, objetivos, metas, responsabilidades, normativas,
funciones, procedimientos, herramientas y técnicas que permiten la integración
interna de los procesos de gestión interna de Capital Humano y externa con la
estrategia de la empresa, a través de competencias laborales, de un desempeño
laboral superior y el incremento de la productividad del trabajo.

Conjunto de conocimientos, experiencias, habilidades, sentimientos, actitudes,


motivaciones, valores y capacidad para hacer, portados por los trabajadores
para crear más riquezas con eficiencia. Es además conciencia, ética, solidaridad,
espíritu de sacrificio y heroísmo.

El capital humano, para nosotros el más importante y decisivo, se define por


muchos autores como el stock de conocimiento individual de una organización,
representado por sus empleados. Nosotros, para partir de un criterio definitivo
estamos convencidos y quizás así lo hemos hecho saber con el análisis de
diferentes citas de este trabajo, que el Capital Humano es lo que poseen las
personas, sin dejar de tener muy presente que no podemos separarlo de la
persona cuando nos referimos a ello.

La necesidad de dinamizar la capacidad de generación de activos intangibles en


una empresa constituye el factor estratégico como fuente de ventaja competitiva.

BIEN COMUN

se refiere en general al bien (estar) de todos los miembros de una comunidad y


también al interés público, en contraposición al bien privado e interés particular;
también puede definirse como el fin general o como los objetivos y valores en
común, para cuya realización las personas se unen en una comunidad.

Como ya indicamos, el concepto de bien común ha sido propuesto desde


tendencias filosóficas y políticas diversas. Aquí desarrollaremos:

- el liberalismo filosófico y político.


- el liberalismo bienestarista.
- el comunitarismo.
- los totalitarismos.
- el enfoque de las capacidades.

Con el advenimiento de la modernidad, el individuo pasó a ser el centro de


atención de la ética social y política. Lo que caracteriza al individuo
autosuficiente es su capacidad de elegir los medios para conseguir unos
fines que no forman parte integral de su «yo». La sociedad es aquí un
proyecto racional, un contrato social entre sujetos que tienen sus propias
concepciones sobre lo que es bueno: la moralidad es un producto de las
elecciones individuales, que no pueden ser juzgadas por criterios externos.
Por tanto, la organización de la sociedad prescinde del concepto de bien y lo
sustituye por el de derecho. La coordinación social de las acciones
individuales proviene de una moralidad común fundada en el respeto a unos
derechos humanos universales. Los puntos de vista morales o religiosos de
las personas no tienen un papel relevante en esa sociedad.

El liberalismo político clásico confía la consecución de los objetivos sociales


al libre mercado, regido por el interés personal, y a un Estado mínimo. Para
las ramas conservadoras y libertarias del liberalismo clásico, el bien común
se identifica con el interés general, y se determina por consenso como la
suma de los bienes privados elegidos por cada ciudadano a partir de su
función de utilidad individual: en clave utilitarista, el bien común es el mayor
bien (privado) para el mayor número de individuos. Por su parte, el Estado
está al servicio del bienestar de los ciudadanos, cuya libertad debe proteger.
Los liberales bienestaristas forman hoy el conjunto de corrientes dominantes
en el pensamiento político occidental. Parten de los supuestos individualistas
del liberalismo, pero hacen notar que el agente, al tratar de llevar a la práctica
su proyecto de vida en el ámbito del libre mercado, se encuentra ante
posiciones de partida muy distintas. Es tarea del Estado (éticamente neutral,
como en el liberalismo filosófico) garantizar esa igualdad, asegurando y
distribuyendo equitativamente las libertades y los recursos que los individuos
necesitan para llevar las vidas que libremente hayan elegido. De ahí la
centralidad del concepto de justicia
.
El concepto de bien común incluye, además de la realización del bien
personal de los agentes, unos resultados sociales en términos de igualdad,
nivelación de las condiciones de partida y provisión de un Estado de
bienestar universal. El mercado es el ámbito de la eficiencia y de la creación
de riqueza, en tanto que el Estado es el de la solidaridad y la redistribución
y, como ambas esferas son, en última instancia, incompatibles, se producirá
siempre un continuo choque entre ellas. El bien común acaba siendo, pues,
el proceso por el que los ciudadanos acuerdan formar una sociedad que
consideren justa y que promueva el bienestar de todos: es, pues,
instrumental para el bien de los individuos, que sigue siendo el objetivo final
de la vida en sociedad.

En el debate político, los comunitaristas son, sobre todo, críticos del


liberalismo, tanto kantiano como utilitarista. La persona no es un ser
individualista, autosuficiente, separado de la comunidad, preocupado solo
por su interés particular y dotado de unos derechos y libertades básicas
anteriores a la propia definición del orden social, sino que su «yo» está
formado por lazos comunales, de los que no puede prescindir. La persona
no conoce el bien humano por la vía de principios abstractos, sino en el
contexto vital y social en el que se mueve. La comunidad es mucho más que
un agregado de individuos, y se convierte en un espacio moral donde las
cosas tienen valor en la medida en que la cultura vigente les dé sentido.

El bien común ya no es la suma de bienes particulares: la comunidad es un


bien común en sí misma y una fuente de bienes comunes para los individuos.
No hay un bien común universal, sino que cada comunidad tiene su propia
concepción de dicho bien, que adquiere primacía ante el bien de los
ciudadanos, porque le deben lealtad y compromiso. Se trata, pues, del bien
de la comunidad, no del bien de las personas en cuanto miembros de la
comunidad. El Estado no puede ser neutral: su misión va más allá de la
garantía de los derechos y libertades de los individuos, para tener una
concepción propia de lo que es bueno de acuerdo con los valores que
reconoce en la comunidad.
El concepto de bien común ha sido también utilizado por los totalitarismos de
diverso signo (comunismo, nazismo y fascismo), pero en un sentido
radicalmente distinto del de la corriente personalista, porque la persona se
concibe solo como una parte de la sociedad, a la que está subordinada, y
porque la pretensión totalitaria de imponer unos contenidos concretos del
bien común a sus ciudadanos se opone a la idea de un bien que es, al mismo
tiempo, de la persona y de la sociedad.

Esta última pretensión es la que ha llevado a autores de diversas tendencias


a oponerse al concepto de bien común, como incompatible con la democracia
y con la libertad de las personas. Y, obviamente, este riesgo existe cuando se
atribuye al Estado no ya la promoción, sino la definición y la puesta en práctica
del bien común de la sociedad. Es por ello que la tradición personalista afirma
que el bien común, antes que un deber del Estado es un deber de todos los
miembros de la sociedad, y que «todos tienen también derecho a gozar de
las condiciones de vida social que resultan de la búsqueda del bien común».

Al Estado compete promoverlo, pero no definirlo ni imponerlo, aplicando el


principio de subsidiariedad y el de solidaridad, y fomentando la participación
de los ciudadanos.

En la teoría y en la práctica del desarrollo económico, crecer ha sido sinónimo


de acrecentar el volumen de recursos materiales de un país. Los resultados,
sin embargo, han sido en muchos casos insuficientes y aun negativos, lo que
ha llevado a buscar enfoques alternativos. Y uno de los más sugerentes es
el de Amartya Sen, para quien el desarrollo puede verse como el proceso de
expansión de las libertades reales que la gente disfruta. Para él, la pobreza
radica no tanto en una carencia de medios materiales como en la ausencia
de ciertas libertades, cuya causa está en la negación de ciertas.

Sen no utiliza el concepto de bien común, aunque su enfoque de las


capacidades se aproxima a él, sin llegar a coincidir. Sen entiende las
capacidades como orientadas a la libertad para elegir, en la línea de las
teorías liberales, de modo que el bien común no es el bien de la comunidad
como un todo y, simultáneamente, el bien de sus miembros, sino solo el bien
de estos.

Desarrollando la teoría de las capacidades, identifica el bien común con la


vida humana con el conjunto de los derechos humanos, o con una lista de
capacidades humanas centrales. En la tradición aristotélico-tomista, el
concepto de bien común va más allá de la vida humana buena entendida en
clave individualista: es la vida común de la comunidad y las condiciones
estructurales para esa vida humana. El listado de los derechos humanos no
es suficiente para definir el bien común, porque no capturan toda su
profundidad y riqueza, aunque, por supuesto, forman parte de él.
¿qué papel tiene el bien común hoy?

El concepto de bien común dista mucho de ser aceptado por muchos


filósofos y científicos sociales, y los que lo usan asumen concepciones muy
distintas del mismo. Cuando se identifica con un conjunto de libertades
democráticas o de derechos humanos, o con el objeto genérico de políticas
sociales y redistributivas, el concepto goza de una amplia aceptación. Pero
cuando se presenta como un bien que no solo es compartido por los
ciudadanos, sino que tiene una existencia propia, el número de adhesiones
se reduce considerablemente. En este orden de cosas, cita cinco objeciones,
de los filósofos sociales actuales y los expertos en ciencia política, al
concepto clásico de bien común:

Es solo el reconocimiento de la necesidad de llegar a acuerdos


institucionales para promover el bienestar de los ciudadanos. O sea, el bien
común es instrumental para el bien de los individuos. Ya criticamos antes
esta concepción: la consecución de la vida buena de la persona exige
participar en bienes que trascienden al individuo, de modo que el bien común
es parte de esa vida buena personal.

Si no es instrumental, el bien común se convierte en un instrumento


totalitario. Pero si entendemos que el bien común es el bien no solo de la
sociedad, sino también de las personas, esa amenaza desaparece: se puede
tiranizar a los ciudadanos invocando el bien común, pero se tratará de un
concepto equivocado de bien común.

En la práctica, el bien común no es sino otro nombre para los bienes públicos
de los que hablan los economistas. Pero esos bienes públicos son
exclusivos: puestos, en principio, al servicio de todos, pasan a ser de
provecho exclusivamente privado cuando se asignan a un usuario concreto,
mientras que el bien común no excluye a las demás personas, sino que, al
contrario, promueve su participación.

Es otra forma de hablar de un bien que es común a la vida humana y, por


tanto, se reduce a una lista de derechos humanos o de capacidades
necesarias para una vida humana buena. Pero si esa vida es solo personal,
no incluye el bien común, que abarca también la vida común y las
condiciones estructurales que la hacen posible.

Es un concepto irrealizable porque, en una sociedad multicultural, no es


posible alcanzar un acuerdo sobre los bienes que lo integran. Entonces, o
bien se abandona el concepto de bien común, o se reduce a una discusión
los bienes comunes parciales propios de una comunidad. Pero esta sería
una concepción relativista: si no existe un bien compartido por todos los
humanos por el hecho de serlo, acabaremos separando unas comunidades
de otras. El hecho de que el bien común descrito aquí no se pueda reducir a
un listado de realizaciones que los políticos son, más bien, una fortaleza de
este concepto, porque nunca podrá cristalizar en un conjunto definido de
estructuras que sostengan la buena vida humana en común, lo que sería la
misma negación del dinamismo del bien humano en sociedad.

El concepto de bien común, tal como se entiende en la filosofía social y


política clásica y en la doctrina social de la Iglesia católica, no goza de una
amplia aceptación en medios seculares. No obstante, tenemos ya la
experiencia de que, la búsqueda exclusiva del interés propio desligada de
consideraciones sobre el bien de la sociedad da malos resultados, desde
luego para algunos, pero probablemente también, a la larga, para todos.

Quizá por ello muchos hablan hoy de bien común, pero con un sentido que
se queda, por lo menos, corto: como suma de bienes personales, como
interés general, como ejercicio de la justicia, como reconocimiento de la
conveniencia de tener en cuenta las consecuencias de las acciones propias
sobre los demás (lo que los economistas llaman externalidades de la acción),
como instrumento de diálogo social o de negociación entre contrarios…
Frente a todo ello, la consideración de un concepto rico y bien fundado de
bien común puede ayudar a redefinir el papel de la política, si los filósofos y
políticos están dispuestos a abandonar sus recelos sobre un concepto que,
como dijimos, es uno de los pilares de la doctrina social de la Iglesia católica.
Pero esto no quiere decir que la puesta en práctica del bien común en la
política sea una tarea fácil: exige visión de conjunto de los problemas y la
consideración de los efectos de las políticas sobre los ciudadanos pero no solo
sobre sus intereses privados, sino también sobre la creación y conservación
de las condiciones que permiten a los ciudadanos y a las comunidades
menores la consecución de su perfección. No admite una descripción
concreta y detallada de en qué consiste ese bien común, para luego imponerla
a la ciudadanía.

No es monolítico: se va realizando en cada comunidad, y también en la


comunidad global, histórica y concretamente, de modo plural. No puede ser
garantizado por las estructuras políticas, económicas o técnicas, si no se
apoya en la responsabilidad de las personas y las instituciones. Es, por tanto,
una llamada a todos a asumir sus responsabilidades comunes.

EL ESTADO

El origen del Estado en las sociedades matriarcales, anteriores a la aparición


de la familia monogámica y de la propiedad privada, el poder social se distribuía
de forma escalonada a partir de los consejos de ancianos y de
las estructuras tribales. Las relaciones entre los miembros de la sociedad eran
de tipo personal y la cohesión del grupo se basaba en prácticas religiosas y ritos
sociales de tipo tradicional.

El surgimiento de la agricultura y la consiguiente distribución de la tierra entre los


miembros de la sociedad favoreció la aparición de la propiedad privada, de los
derechos hereditarios y, por consiguiente, de la familia patriarcal, en la que la
descendencia debía asegurarse mediante un sólido vínculo matrimonial
de carácter monogámico (la mujer sólo podía tener un marido). Los primeros
Estados, en Egipto, Mesopotamia, China, la India, Mesoamérica, los Andes,
etc., surgieron, por una parte, como una delegación del poder social en una
estructura política capaz de asegurar el derecho de propiedad frente a
competidores internos (ladrones) o externos (invasores) y, por otra, como una
organización destinada a hacer posible la realización de los trabajos colectivos
(construcción de canales, presas, acequias, etc.) necesarios para el conjunto de
la comunidad.

Estos primeros Estados se caracterizaron por ejercer un poder absoluto y


teocrático, en el que los monarcas se identificaban con la divinidad. Por
consiguiente, el poder se justificaba por su naturaleza divina, y eran las
creencias religiosas de los súbditos las que lo sustentaban.

La primera experiencia política importante en el mundo occidental se realizó


en Grecia hacia el siglo V a.C. La unidad política griega era la poli, o ciudad-
Estado, cuyo gobierno en ocasiones fue democrático; los habitantes que
conseguían la condición de ciudadanos de la que estaban excluidos los esclavos
participaban en las instituciones políticas. Esta democracia directa tuvo su más
genuina expresión en Atenas.

Para los filósofos griegos, el núcleo del concepto de Estado se hallaba


representado por la idea de poder y sumisión. Platón, en sus obras La
república y Las leyes, expuso que la soberanía política debía someterse a
la ley y que sólo un Estado en el que la ley fuera el soberano absoluto, por
encima de los gobernantes, podría hacer felices y virtuosos a todos los
ciudadanos. Platón esbozó el modelo de una ciudad-Estado ideal, en el que la
ley ejercía una función educadora tanto de los ciudadanos como del
Estado. Aristóteles distinguió varias formas de gobierno y de constitución, y
admitió límites al ejercicio del poder mediante el derecho y la justicia.

La organización política de Roma fue inicialmente similar a la griega; la civitas


ciudad era el centro de un territorio reducido y todos los ciudadanos participaban
en el gobierno de la misma. Con la expansión del imperio y de las leyes
generales promulgadas por Roma, se respetaron las leyes particulares de los
diferentes pueblos sometidos. Marco Tullo Cicerón, orador y filósofo romano,
expuso que la justicia es un principio natural y tiene la misión de limitar el
ejercicio del poder.

Los arquetipos políticos griegos y las ideas directrices de Cicerón ejercieron una
influencia decisiva en san Agustín y en todos los seguidores de su doctrina. Para
san Agustín, el Estado está constituido por una comunidad de hombres unida
por la igualdad de derechos y la comunidad de intereses: no puede existir
Estado alguno sin justicia. Sólo la iglesia, modelo de la ciudad celeste, puede
orientar la acción del Estado hacia la paz y la justicia.

En el Medievo surgió como elemento nuevo la teoría de que el poder emanaba


del conjunto de la comunidad y, por tanto, el rey o el emperador debían ser
elegidos o aceptados como tales por sus súbditos para que su soberanía fuese
legítima. Este enfoque, según el cual el poder terrenal era autónomo con
respecto al orden divino, dio lugar al nacimiento de la doctrina de un "pacto" que
debía convenirse entre el soberano y los súbditos, en el que se establecían las
condiciones del ejercicio del poder y las obligaciones mutuas, con la finalidad de
conseguir el bien común. La ley humana, reflejo de la ley divina, debía apoyarse
en la razón. Santo Tomás de Aquino reflejó esta concepción sobre el poder en
su obra Summa theologica.

El desarrollo del Estado moderno. La concepción antropocéntrica del mundo que


adoptaron los renacentistas trajo consigo la secularización de la política.
Nicolás Maquiavelo, en su obra El príncipe, abogó por un Estado secular fuerte,
capaz de hacer frente al poder temporal del papado. Según Maquiavelo, el
Estado tiene su propia razón que lo guía: la razón de Estado, independiente de
la religión y de la moral. El Estado renacentista se caracterizó por las siguientes
notas: existencia de un poder independiente con un ejército, una hacienda y
un burocracia a su servicio, superación de la atomización política medieval, base
territorial amplia y separación entre el Estado y la sociedad.

En el siglo XVI, Jean Bodin añadió a la idea de independencia del poder político
la noción de soberanía: el Estado es soberano y no ha de reconocer en el orden
temporal ninguna autoridad superior, lo cual le conferirá una consistencia
jurídica. A este contenido racional, aportado por el Renacimiento, se debe la
aparición del Estado moderno, que se distingue por estar constituido por
una población amplia que normalmente reúne características nacionales,
asentada en un territorio definido y regida por un poder soberano.

Desde el siglo XVI, el Estado ha conocido las siguientes configuraciones: Estado


autoritario, Estado absoluto, Estado liberal, Estado socialista o comunista,
Estado fascista y Estado democrático.

La primera fase del Estado moderno se caracterizó por el reforzamiento del


poder real, aunque sus medios de acción política se vieron limitados aún por
la privatización de los cargos públicos. El ejemplo más conocido de Estado
autoritario fue el imperio hispánico de Felipe II. En el proceso de secularización
y racionalización del poder, el absolutismo (siglos XVII y XVIII) supuso la
definitiva desvinculación del Estado con respecto a los poderes del imperio y el
papado, por una parte, y de la nobleza y las corporaciones urbanas, por otra. La
soberanía, capacidad de crear el derecho y de imponer la obediencia a las leyes,
quedó concentrada en el Estado, identificado con el monarca absoluto. Luis XIV
de Francia fue el máximo exponente del absolutismo monárquico.

El ascenso económico de la burguesía planteó en la segunda mitad del siglo


XVIII la necesidad de encontrar fórmulas políticas que recogieran sus
planteamientos sobre la configuración de la sociedad y el Estado: participación,
igualdad jurídica, libertades individuales y derecho de propiedad.
Nuevas teorías políticas contribuyeron a conformar la ideología de la burguesía
revolucionaria. Thomas Hobbes, defensor aún del Estado absolutista, introdujo
el individualismo radical en el pensamiento político y estableció las bases
teóricas del concepto moderno del contrato social, que posteriormente sería
desarrollado por Jean Jacques Rousseau John Locke expuso el carácter natural
del derecho a la vida y a la propiedad y defendió una división de poderes
orientada a combatir el centralismo absolutista. El barón de Montesquieu definió
la configuración clásica de esta división de poderes en ejecutivo, legislativo y
judicial.
Los Estados contemporáneos. La revolución francesa tuvo como consecuencia
la creación de un nuevo marco político adaptado a las transformaciones
económicas que estaba experimentando la sociedad con el desarrollo
del capitalismo. Para garantizar las libertades individuales, la igualdad legal y el
derecho de propiedad, se limitaron las prerrogativas reales y se sometió la
actuación estatal al imperio de la ley. Con el precedente de las constituciones
Estadounidense y francesa, pronto empezaron a surgir en los países europeos
y americanos textos constitucionales en los que se consagraba el
fraccionamiento del poder como garantía efectiva de los derechos del individuo.
La misión principal del Estado liberal radicaba en la protección de las libertades
individuales y en el mantenimiento de un orden jurídico que permitiese el
libre juego de las fuerzas sociales y económicas. Para cumplir esta misión, el
Estado se valía de los medios legales que establecía la constitución.

El crecimiento del proletariado industrial y los conflictos imperialistas entre las


potencias europeas favorecieron el deterioro y el descrédito de los regímenes
liberales desde finales del siglo XIX. El socialismo utópico y, después, el
anarquismo y el marxismo negaron la legitimidad del Estado liberal y propusieron
nuevos modelos de sociedad en los que el hombre pudiera desarrollar
plenamente sus capacidades.

Realizó el anarquismo una crítica directa contra el Estado, por considerarlo un


instrumento de opresión de los individuos. Los anarquistas mantenían que todo
poder era innecesario y nocivo, y propugnaban la sustitución de las relaciones
de dominio establecidas a través de las instituciones estatales por una
colaboración libre entre individuos y colectividades. Representantes destacados
de las distintas corrientes anarquistas fueron Max Stirner, Pierre-Joseph
Proudhon, Mijaíl Bakunin y Piotr Kropotkin.

Para Karl Marx, Friedrich Engels y los marxistas posteriores, la igualdad jurídica
y las declaraciones formales de libertades en los Estados liberales encubrían
una desigualdad económica y una situación de explotación de unas clases
sociales por otras. El Estado capitalista era el medio de opresión de la burguesía
sobre el proletariado y las demás clases populares. Según la teoría
del materialismo histórico, el propio desarrollo del capitalismo y el crecimiento
del proletariado desembocarían en la destrucción del Estado burgués y en su
sustitución por un Estado transitorio, la dictadura del proletariado, que finalmente
se extinguiría para dar paso a la sociedad sin clases. La revolución rusa, y
posteriormente la china, la cubana y otras, trataron de llevar a la práctica el
Estado socialista o comunista de la dictadura proletaria en sus diferentes
interpretaciones.

En la primera mitad del siglo XX, la crítica al Estado liberal se desarrolló también
a partir de las ideologías fascistas, basadas en una concepción radical
del nacionalismo. Tanto el fascismo italiano como el nacionalsocialismo alemán
defendieron los intereses de la nación sobre la libertad de los individuos. El
Estado, encarnación del espíritu nacional debía concentrar todas las energías
individuales con el fin de conseguir sus objetivos últimos y trascendentales.
Históricamente, el fascismo constituyo una reacción contra el auge
del movimiento obrero y el comunismo internacional después de
la revolución rusa, y una justificación ideológica del imperialismo para dos
Estados que habían quedado al margen del reparto del mundo por parte del resto
de las potencias occidentales.

Después de la segunda guerra mundial, dos sistemas políticos y económicos se


disputaron el poder sobre el planeta. En el bloque socialista, disuelto entre 1989
y 1991, los Estados mantuvieron sus características totalitarias, basadas en el
poder absoluto de un partido único considerado intérprete de los intereses de
la clase trabajadora. En el bloque occidental, el Estado liberal se consolidó
mediante la adopción, iniciada desde principios de siglo, de diversos principios
democráticos y sociales: sufragio universal (antes era censitario, es decir, sólo
para las clases ricas), voto femenino, desarrollo de los servicios públicos y
sociales (Estado del bienestar), intervención estatal en la economía, etc. Por otra
parte, la tradicional división de poderes se mantuvo formalmente, pero el
reforzamiento del poder ejecutivo se generalizó en casi todos los países. A fines
de la década de 1990, la globalización llevó a los Estados nacionales a integrarse
en mercados comunes e instituciones de gobierno supranacionales.

ESTADO.
En todas las sociedades humanas, la convivencia pacífica es posible gracias a
la existencia de un poder político que se instituye sobre los intereses y
voluntades particulares. En Estado, organización que acapara este poder en las
civilizaciones desarrolladas, ha tendido a conseguir el bien común mediante
distintas formas de gobierno a lo largo de la historia.

En nuestra opinión, es la organización política soberana de una sociedad


humana establecida en un territorio determinado, bajo un régimen jurídico, con
independencia y autodeterminación, con órganos de gobierno y
de administración que persiguen determinados fines mediante actividades
concretas.

ANÁLISIS DEL CONCEPTO DE ESTADO.


Independientemente de las concepciones teóricas, consideramos que el Estado
es una realidad social, y a ella corresponde una realidad jurídica, con
características específicas, que son:

- Es la organización política de una sociedad humana que corresponde


a un tiempo y espacio determinados.
- Su realidad está constituida por los siguientes elementos:
- Una agrupación social humana, que viene a ser la población;
- Un territorio, que es la realidad físico-geográfica;
- Un orden jurídico;
- Soberanía, que implica independencia y autodeterminación; y
- Un gobierno.
Además de lo anterior, los autores coinciden en que el Estado tiene fines y,
aunque no son elementos que lógicamente formen parte del concepto, sí son
constantes y, en última instancia, pueden identificarse con el bien común, la
felicidad de la sociedad, la justicia social, etc.

CONCEPCIÓN DEL ESTADO.


Para tratar el tema de la Administración Pública Federal es necesario tener una
ligera idea de cómo la doctrina jurídica concibe al Estado. De una manera
general podemos decir que el Estado aparece como una sociedad políticamente
organizada y dirigida por el poder soberano en un determinado territorio. La
teoría tradicional ha sostenido que el Estado tiene como elementos esenciales
para su formación: población, territorio y poder soberano.

Otras doctrinas han afirmado que el Estado no está reconocido por la Ley y
que la personalidad de aquél se manifiesta en órganos típicamente diferenciados
como pueden ser el Parlamento, la Corona, etc.

PERSONALIDAD DEL ESTADO.


Dado que no es nuestro propósito tratar extensivamente el tema del Estado sino
el de la Administración Pública, es suficiente saber que el Derecho
Positivo Mexicano reconoce la personalidad del Estado, pues a éste y a otras
entidades, la Constitución Política del los Estados Unidos Mexicanos les otorga
personalidad jurídica con derechos y obligaciones. La Suprema Corte de Justicia
de la Nación, máxima autoridad del Supremo Judicial Federal, en el decurso de
su historia ha reconocido que el Estado Mexicano tiene una doble personalidad.
En su obra de Derecho Administrativo, Gabino Fraga afirma que el Estado
ostenta una personalidad única y que cuando se habla de la personalidad del
Poder Ejecutivo, del Legislativo o del Judicial, se trata de la misma personalidad
del Estado, pero manifestada en forma diferente.

Aunque la doctrina tradicional no reconoce que la Administración Pública


Federal tenga personalidad jurídica, la realidad ha demostrado la necesidad de
que actúe con esa personalidad. La Administración Pública es
una persona jurídica que comprende muchos órganos con personalidad.
En México se reconoce personalidad no sólo a las Secretarías de Estado,
Departamentos Administrativos y demás dependencias de la Administración
Pública centralizada, sino además, a las entidades de la Administración Pública
paraestatal.

LA ACTIVIDAD DEL ESTADO.


La actividad del Estado se origina en el conjunto de operaciones, tareas y
facultades para actuar jurídicas, materiales y técnicas, que le corresponden
como persona jurídica de derecho público y que realiza por medio de los órganos
que integran la Administración Pública, tanto federal como local y municipal. Las
actividades jurídicas del Estado están encaminadas a la creación y cumplimiento
de la ley, las actividades materiales son simplemente desplazamientos de la
voluntad y las actividades técnicas son las acciones y aptitudes subordinadas a
conocimientos técnicos, prácticos, instrumentales y científicos, necesarios para
el ejercicio de una determinada actividad que capacitan al hombre para mejorar
su bienestar.

El Estado es un producto social, una obra humana que se integra a lo largo de


un proceso histórico, pletórico de luchas sociales y de intensa transformación de
los grupos.

FINES DEL ESTADO.


La actividad general del Estado es lo que debe hacerse de acuerdo con el orden
jurídico imperante en un país.

El Estado es una obra colectiva y artificial, creada para ordenar y servir a la


sociedad. Su existencia se justifica por los fines que históricamente se le viene
asignando. El Estado existe para realizar esos fines y se mantendrá en tanto se
le encomienden esas metas. Con su fuerza irresistible, no puede prescindir de lo
que es el alma de la organización política, su principio vital, su motor interno: el
fin. Es la finalidad del Estado. Es la idea objetiva de un bien superior, que no
puedan realizar las comunidades menores, la que aglutina las voluntades de los
miembros de la sociedad para constituirse en Estado.

El Estado es el ordenamiento total, es un determinado territorio, y regulado por


fines que son el resultado de un proceso histórico.

La actividad del Estado, es decir, lo que el Estado debe hacer, se define por el
conjunto de normas que crean órganos, fijan su funcionamiento y los fines que
deben alcanzar. La exigencia lógica del Estado se precisa por los fines o
propósitos que una sociedad organizada le ha venido señalando de acuerdo con
su propia naturaleza.

El Estado, dice Maurice Hauriou, no tiene el monopolio de lo que es público, ni


de utilidad pública, ni del bien público, ni de los servicios públicos, de tal suerte
que el desarrollo de la vida pública no significa necesariamente el desarrollo de
la administración del Estado.

El Estado y el derecho son medios, organizaciones o instrumentos, hechos por


los hombres y para los hombres. Para asegurar sus fines la sociedad crea o
reconoce el poder del Estado y lo somete al derecho para hacerlo racional y
lógico. El Estado no es un organismo dotado de alma. Porque no hay otro espíritu
que el de los propios seres humanos, ni hay otra voluntad que la voluntad de
ellos. El Estado puede definirse como una institución creadora de instituciones.
CLASIFICACION DE LA ACTIVIDAD DEL ESTADO.

Siguiendo el derrotero señalado por la doctrina, podemos mencionar las


siguientes formas que asume la intervención estatal, en cumplimiento de las
políticas económicas y políticas.

- Acción de ordenamiento. Alude al establecimiento del orden jurídico


nacional, tanto federal como local.
- Acción de regulación. El Estado influye activamente en
el mercado con diversos instrumentos financieros.
- Acción de sustitución. El Estado protagonista del proceso económico
o sea una participación directa en organizaciones que
producen bienes y servicios en el mercado.
- Acción de orientación y coordinación. Plan Nacional de Desarrollo y
Planes particulares y específicos de actividad económica. El Estado
Rector de la Economía Nacional.

El Estado en su doble carácter de gobierno y administración concreta sus fines,


cometidos o competencias en sus órganos jurídicos que forman
una estructura especial.

Las funciones del Estado y los poderes públicos que le corresponden, son
potestades constitucionales que dividen, lógica y políticamente, la acción del
Estado con fines democráticos y técnicos y evitan la concentración de la fuerza
estatal en una persona o entidad.

Dos aspectos del bien del Estado:


1. La existencia del Estado implica, a su vez, la defensa contra sus enemigos,
que pueden existir en su interior o en el exterior.

2. La conservación del Estado supone el buen funcionamiento de su máquina


administrativa, y supone, además, la existencia de una sana economía estatal.
La acción del Estado puede tener por objeto:

a) La reglamentación, la vigilancia y el control de la actividad privada.


b) La ayuda a la iniciativa privada y a las empresas privadas
de interés colectivo.
c) La creación y la gestión de servicios públicos.
d) La administración juzgando los conflictos, es decir, lo que se denomina
el contencioso administrativo.

En el último tercio del siglo XX pueden identificarse cuatro fines fundamentales


del Estado, en los cuales se pueden integrar la totalidad de sus actividades; en
primer lugar, los fines de la política general y orden público; en segundo lugar,
los fines de desarrollo económico; en tercer lugar, los fines del desarrollo social.
Tales son considerados en su aspecto material, los principales fines de la
actividad administrativa: el de la economía, el de la educación y el de los
valores espirituales. Los elementos formales del bien público se concretan en
tres categorías: la necesidad de orden y de paz; la necesidad de coordinación,
que es también orden, pero desde este especial punto de vista; y la necesidad
de ayuda, de aliento y eventualmente de suplencia de las actividades privadas.

DOCTRINAS CONTEMPORÁNEAS QUE DETERMINAN LA


EXTENSIÓN DE LOS FINES DEL ESTADO.
La extensión de las atribuciones del Estado guarda una estrecha relación con las
diversas tendencias o sistemas sociales, que históricamente han surgido en el
transcurso de la evolución social.

En el Estado actual de este debate, se precisan diversas tendencias que se


disputan el lugar preeminente. El liberalismo, el socialismo y el comunismo con
sus numerosas ramas y desviaciones.

El liberalismo capitalista es la exaltación del hombre como base del progreso


social. En el ser humano existen elementos propios y vigorosos para estimular
el desarrollo social que se debe concretar y proteger. Son esas fuerzas las que
lo sostienen, sin necesidad de intromisiones peligrosas que destruyan las
libertades fundamentales. Es el fortalecimiento de los intereses que tiene a su
cargo el Estado.

El Estado sólo se justifica por los servicios públicos y por los fines sociales que
tiene a su cargo.

Las tendencias socialistas, modernas se sitúan desde la organización


democrática del Estado Federal, el socialismo cristiano, o el socialismo integral
o solidarista, hasta las tendencias más radicales como el socialismo planificado.
El socialismo cuenta con numerosos sistemas, doctrinas, opiniones, que
organizan en formas muy complicadas la acción del Estado moderno. El
socialismo de actualidad se nutre en los principios de un socialismo moderado,
que se opone al principio colectivista del comunismo, en sus dos corrientes
principales: la organización soviética y la democracia popular china, apoyada en
las grandes tesis del marxismo, la concepción materialista de la historia y
la socialización de los instrumentos de producción.

El liberalismo como sistema o doctrina está liquidado o en proceso de su total


liquidación, porque ha llenado su misión histórica y es una mera referencia a un
sistema caduco en la historia de las instituciones políticas y económicas.

Liberalismo, desde los siglos XVIII y XIX a la fecha. Respecto al valor histórico
del liberalismo, nada tenemos que objetar, pues el liberalismo cumplió su misión
gloriosa al destruir en su época las formas arcaicas de la vida social del Estado
monárquico absolutista y despótico, que amparaban intereses y prejuicios de
otros tiempos.
Los defensores actuales del liberalismo sostienen que éste es un sistema de
principios universales y hasta eternos, los cuales no podrán desaparecer, porque
sobreviven en los principios o verdades que toda sociedad juzga como invariable,
y agregan que muchos de los males de la era moderna, se deben al olvido o
negación de esos valores o ideales del viejo liberalismo.

El orden de nuestros días es radicalmente diferente al orden que gobernó al


Estado liberal.
LAS FUNCIONES DEL ESTADO.
Los fines del Estado constituyen direcciones, metas, propósitos o tendencias de
carácter general que se reconocen al Estado para su justificación y que
consagran en su legislación.

Las funciones del Estado son los medios o formas diversas que adopta el
derecho para realizar los fines del Estado.

El concepto de función constituye la base de este desarrollo: "La misma


etimología de la palabra función determina cumplidamente su concepto: proviene
de "Fungere", que significa hacer, cumplir, ejercitar, que a su vez deriva de
"Finire", por lo que dentro del campo de las relaciones jurídicas de cualquier
clase que ellas sean, la función significará toda actuación por razón del fin
jurídico en su doble esfera de privada y pública".

Las funciones del Estado tienen un apoyo lógico y jurídico. Por medio de los fines
se reconocen las etapas para alcanzar una meta, por las funciones se
consagran procedimientos de la legislación que necesitan para su realización de
las tres funciones esenciales del Estado.

La doctrina clásica y la legislación positiva han reconocido tres actividades


esenciales del Estado para realizar los fines, resultado del principio lógico-
jurídico de la división del trabajo aplicado a la teoría constitucional.

a) La función legislativa, que es la función encaminada a establecer las


normas jurídicas generales. El Estado moderno es el creador del orden
jurídico nacional.
b) La función administrativa, que es la función encaminada a regular la
actividad concreta y tutelar del Estado, bajo el orden jurídico. La ley debe
ser ejecutada particularizando su aplicación. En sentido moderno el
Estado es el promotor del desarrollo económico y social de un país.
c) La función jurisdiccional, que es la actividad del Estado encaminada a
resolver las controversias, estatuir o declarar el derecho. La superioridad
del Poder Judicial en la sociedad moderna, lo coloca como el órgano
orientador de la vida jurídica nacional.

La actividad del Estado se expresa en nuestra constitución, artículo 49, en las


tres funciones clásicas, cuyos respectivos órganos ejercitan partes del poder
estatal, que es único, aunque las funciones son múltiples y constituyen la forma
de ejercicio de las atribuciones.
La relación entre poder y función debemos pasar al estudio de las funciones del
Estado.

En puridad a cada poder debería corresponder una función específica, es decir,


al Poder Legislativo le corresponde la función legislativa, al Poder Ejecutivo la
función Administrativa, y al Poder Judicial la función jurisdiccional.

Al Poder Administrativo además de la función administrativa, le corresponden


otras actividades por ejemplo la facultad reglamentaria, que en un acto de
naturaleza legislativa; las controversias en material fiscal, agraria, obrera, que
son actos materialmente jurisdiccionales.

El Poder Judicial además de ejercer la función jurisdiccional realiza otros actos


no propiamente de esa naturaleza, por ejemplo, el nombramiento de su personal
que es un acto administrativo.

LA ACTIVIDAD LEGISLATIVA DEL ESTADO.

EL ESTADO LEGISLADOR: CONSTITUYENTE Y ORDINARIO

El Estado moderno, a diferencia de otras épocas, se caracteriza por ser el


creador del Derecho.

EL PODER CONSTITUYENTE DEL ESTADO.

La función constituyente es la actividad fundamental del Estado, encaminada a


la creación, adición o reforma de las normas constitucionales. Ella tiene por
objeto la formulación de normas jurídicas generales, relativas a la organización
y funcionamiento de los órganos supremos del poder público, sus modos de
creación, sus relaciones y el régimen de garantías que protejan al ciudadano en
contra de los abusos de las autoridades.

LA ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA DEL ESTADO.

LA FUNCIÓN ADMINISTRATIVA.

Los fines del Estado señalan los propósitos generales o metas por alcanzar que
se incorporan a los textos constitucionales y desarrolla la legislación
administrativa.

El poder del Estado, unitario y coactivo, desenvuelve su actividad por medio de


las funciones de este.

Las funciones del Estado comprenden a la función legislativa que tiene como
acto básico la ley, a la función administrativa el acto administrativo y la función
jurisdiccional a la sentencia.

CONCEPTO JURÍDICO DEL ESTADO.


El concepto del Estado no es completo si no lo referimos al aspecto jurídico. El
Estado se auto limita sometiéndose al orden jurídico que lo estructura y da forma
a su actividad. El Estado es sujeto de derechos y deberes, es persona jurídica,
y en ese sentido es también una corporación ordenada jurídicamente. El sustrato
de esa corporación lo forman hombres que constituyen una unidad de
asociación, unidad que persigue los mismos fines y que perdura como unidad a
influjo o por efecto del poder que se forma dentro de la misma. Esta personalidad
jurídica del Estado no es una ficción; es un hecho que consiste en que el
ordenamiento jurídico le atribuye derechos y deberes, derechos y deberes que
crean en el hombre la personalidad jurídica y en los entes colectivos la
personalidad moral.

TERRITORIO.

EL TERRITORIO, ELEMENTO FÍSICO DEL ESTADO

Existen agrupaciones humanas en las que el territorio no es de importancia


primordial; por ejemplo: la Iglesia, las organizaciones internacionales, etcétera.
Pero tratándose del Estado, el territorio es un elemento de primer orden,
colocado al lado del elemento humano en cuanto a que su presencia es
imprescindible para que surja y se conserve el Estado.

Los hombres llamados a componer el Estado, deben estar permanentemente


establecidos en su suelo, suelo que se llama patria; que deriva de dos vocablos
latinos: terra patrum (tierra de los padres).

La formación estatal misma supone un territorio. Sin la existencia del territorio no


podría haber Estado.

Desde este momento hacemos la aclaración de que no por afirmar lo anterior


queremos decir que el territorio forma parte de la esencia del Estado.
Simplemente afirmamos que es un elemento necesario para su vida. Este hecho
se expresa por Jellinek diciendo que el Estado es una corporación territorial.

Hay autores que niegan lo anterior, que el territorio sea un elemento


indispensable para el Estado. Tratan de desmaterializar totalmente al Estado con
la mira de asegurar en cualquier hipótesis la preponderancia del elemento
humano sobre el territorio.

Pero es absurdo desmaterializar instituciones que de hecho postulan un


elemento material.

El hombre, compuesto también de materia y espíritu, depende en su


personalidad física del espacio, del suelo.

Por otra parte, no puede hacerse parangón del Estado con la Iglesia, en este
aspecto territorial, porque la misión y fines de la Iglesia, puramente espirituales,
son diferentes de la misión y fines del Estado, en los que se involucran
fundamentalmente intereses materiales. La tierra, interés material, tiene en la
comunidad política una categoría y una función primordiales.
La extensión del territorio del Estado no tiene trascendencia decisiva, en lo que
se refiere a los principios de la doctrina política. Lo importante es que exista ese
territorio; la mayor o menor extensión territorial y la abundancia o escasez de
bienes materiales en el Estado, determinarán su mayor o menor extensión, e
incluso tendrá repercusión en lo que se refiere, según veremos oportunamente,
a las formas de Estado; en su mayor o menor riqueza y poderío, pero no son
esenciales a la existencia del Estado en determinada cantidad. Siempre han
existido Estados ricos y pobres, grandes y pequeños, pero Estados, al fin y al
cabo.

El Estado es una agrupación política, no una expresión geográfica o económica.


El territorio comprende además de la superficie terrestre, el subsuelo,
la atmósfera y el mar territorial, comprendiendo en el mismo la plataforma
continental.

FUNCIONES DEL TERRITORIO.


El territorio tiene dos funciones: una negativa y otra positiva.

Tiene una función negativa en cuanto circunscribe, en virtud de las fronteras, los
límites de la actividad estatal y pone un dique a la actividad de los Estados
extranjeros dentro del territorio nacional. Estos límites se encuentran.
establecidos por el Derecho Internacional.

El Estado fija sus límites por una autonomía sujeta naturalmente a las
contingencias históricas y a la convivencia con los otros Estados.

Pero la función del territorio no se circunscribe a estos límites. A esta función


negativa se añade una función positiva, que consiste en constituir el asiento
físico de su población, la fuente fundamental de los recursos naturales que la
misma necesita y el espacio geográfico donde tiene vigor el orden jurídico que
emana de la soberanía del Estado.

El Estado, para realizar su misión y sus fines, tiene necesidad de un territorio, es


decir, de una porción determinada del suelo que le proporcione los medios
necesarios para satisfacer las necesidades materiales de su población. Esta
obligación que tiene el Estado de proporcionar los medios necesarios a su
población es una de sus obligaciones específicas.

El Estado, dentro de su territorio, está capacitado para vigilar a los habitantes


que se encuentren dentro del mismo. El dominio de un espacio determinado le
permite controlar a la población, le permite considerar a esa población como
población del mismo Estado.

Por otra parte, en el aspecto internacional, goza de la exclusividad con que posee
su territorio y en caso de invasión puede defenderlo de acuerdo con sus
posibilidades militares.
El Estado que pierde su territorio desaparece, pues ya no tiene espacio donde
hacer valer su poder, donde desarrollar su misión. Del territorio depende también
su independencia frente al extranjero.

Por tanto, concluimos que el Estado tiene un derecho sobre su territorio.

LA POBLACIÓN.
Los hombres que pertenecen a un Estado componen la población de éste. La
población desempeña, desde el punto de vista jurídico, un papel doble. Puede,
en efecto, ser considerada como objeto o como sujeto de la actividad estatal. La
doctrina que ahora exponemos tiene su antecedente en la distinción, esbozada
por Rousseau, entre súbdito y ciudadanos. En cuanto súbditos, los hombres que
integran la. población háyanse sometidos a la autoridad política y, por tanto,
forman el objeto del ejercicio del poder; en cuanto ciudadanos, participan en la
formación de la voluntad general y son, por ende, sujetos de la actividad del
Estado. Es, pues, completamente falsa la tesis que concibe a éste dividido en
dos personas distintas, no ligadas por vínculo jurídico alguno: el soberano, por
una parte, y el pueblo, por la otra.

En cuanto objeto del imperio, la población revelase como un conjunto de


elementos subordinados a la actividad del Estado; en cuanto sujetos, los
individuos que la forman aparecen como miembros de la comunidad política, en
un plano de coordinación.

La calidad de miembros de la comunidad jurídicamente organizada supone


necesariamente, en quienes la poseen, el carácter de personas y, por ende, la
existencia, en favor de los mismos, de una esfera de derechos subjetivos
públicos.

El conjunto de derechos que el individuo puede hacer valer frente al Estado


constituye lo que en la terminología jurídica recibe la denominación de estatus
personal. Las facultades que lo integran son de tres clases, a saber:

1. Derechos de libertad.
2. Derechos que se traducen en la facultad de pedir la intervención del
Estado en favor de intereses individuales.
3. Derechos políticos.

EL PODER.
Toda sociedad organizada ha menester de una voluntad que la dirija. Esta
voluntad constituye el poder del grupo.

Tal poder es unas veces de tipo coactivo; otras, carece de este carácter. El poder
simple, o no coactivo, tiene capacidad para dictar determinadas prescripciones
a los miembros del grupo, pero no está en condiciones de asegurar el
cumplimiento de aquéllas por sí mismo, es decir, con medios propios. Cuando
una organización carece de poder coactivo, los individuos que la forman tienen
libertad para abandonarla en cualquier momento. Ello aparece con toda claridad
incluso en las organizaciones no estatales más poderosas del mundo, como la
Iglesia Católica. Esta última no puede, por sí misma, constreñir a sus fieles o a
sus sacerdotes a que permanezcan en su seno, a no ser que el Estado le preste
su apoyo.

Si una organización ejerce un poder simple, los medios de que dispone para
sancionar sus mandatos no son de tipo coactivo, sino meramente disciplinarios.
El poder de dominación es, en cambio, irresistible. Los mandatos que expide
tienen una pretensión de validez absoluta, y pueden ser impuestos en forma
violenta, contra la voluntad del obligado.

Cuando una agrupación no estatal ejerce un poder de dominación, éste tiene su


fuente en la voluntad del Estado. Ello equivale a sostener que no se trata de un
poder propio, sino derivado. Dicho principio, universalmente admitido en
nuestros días, no posee, sin embargo, valor absoluto. En las épocas en que el
poder político no se había consolidado, habría sido imposible postularlo. Durante
la Edad Media, por ejemplo, hubo agrupaciones no estatales que gozaban, en
mayor o menor medida, de un poder de dominación independiente. Éste fue el
caso de la Iglesia Católica, que a menudo hizo valer su autoridad aun en contra
del Estado. Lo mismo ocurrió con numerosos señores feudales, cuyo poder no
era siempre el producto de una delegación de origen estatal.

LOS DIVERSOS PRINCIPIOS DE REPARTIMIENTO DE LAS


POBLACIONES ENTRE LOS ESTADOS.
Una primera reflexión sobre la población de los Estados nos permite darnos
cuenta de que se agrupan en muy diversa cantidad en los mismos, que
igualmente tienen muy diversas condiciones geográficas de extensión,
localización en el globo terrestre, etcétera, y es que, como explica Dabin, la
población se encuentra repartida entre los diversos Estados que existen en la
superficie terrestre; es decir, no existe un Estado que abarque toda la población
mundial. Pero si tratamos de averiguar las causas de esa división ¿qué criterio
seguiremos para explicar el reparto de la población en diversos Estados
existentes?

El primer criterio es el territorial. De acuerdo con el espacio geográfico en que se


encuentran, se explica su correspondencia a diferentes Estados.

Además, y éste es el segundo criterio, podemos explicar su pertenencia a


diferentes Estados tomando en cuenta sus características. Es decir,
agruparemos aquellas poblaciones que presenten características homogéneas;
una misma raza, o una misma lengua, por ejemplo.

Por último, y éste es el criterio generalmente seguido, una clasificación mixta. Se


toma en cuenta la población de un mismo territorio y se ve, además, si presentan
homogeneidad de características los habitantes de un territorio para explicar que
formen un Estado diferente.
EL GOBIERNO.

El Gobierno es esencialmente la acción por la cual la autoridad impone una línea


de conducta, un precepto, a individuos humanos. Los gobernados son los
habitantes del Estado, nacionales y extranjeros, que se encuentran en el territorio
estatal.
La actividad de la autoridad en su aspecto de Gobierno es dar órdenes. Puede
también proceder por vía de sugestiones, pero solo supletoriamente. Su misión
principal es ordenar. Naturalmente que esas órdenes no deben ser arbitrarias,
sino que han de dirigirse hacia la consecución del bien público.

El campo propio de esas órdenes se extiende a todas las materias que hemos
visto integran el bien público, materias que de cerca o de lejos, en el orden de
los fines o de los medios, se refieren al bien público temporal.

Se trata de relacionar los individuos entre sí y a éstos con los órganos del Estado,
o bien, de relaciones entre los distintos sectores del gobierno.

El ordenar cubre normalmente todo el campo delimitado por los fines de la


agrupación política.

Esas órdenes de la autoridad pueden revestir, diferentes características. A veces


son generales, dictadas a priori, para todos o para determinado grupo, en forma
abstracta.

Estamos en presencia entonces de leyes, reglamentos, jurisprudencia y, en


forma supletoria, de las costumbres y la doctrina. Pero los mandatos también
pueden ser particulares; el Gobierno puede tomar una decisión en vista de un
caso concreto. Entonces estamos frente a las sentencias, las concesiones
administrativas y en general los actos administrativos en sentido estricto.

Las leyes, entre otras particularidades, revisten el carácter de ser imperativas o


supletorias.

Por tanto, observamos que este primer aspecto o primera tarea de la autoridad
se confunde con la misión del Derecho positivo en sentido amplio y que
comprende reglas generales y funciones concretas o administrativas. La
autoridad está en aptitud de crear el Derecho positivo.

Vemos que el Derecho en esta forma nace del aspecto de la actividad de la


autoridad que hemos considerado como Gobierno.

Esta función de elaboración del Derecho en su aspecto formal por medio de las
órdenes que dicta el Estado se ve condicionada por la orientación hacia la
consecución del bien público.

El Estado se ve precisado a fijarse en la necesidad de buscar el fundamento de


sus decisiones en las normas que rigen la conducta humana, especialmente
desde el punto de vista moral. La autoridad no podrá hacer que reinen el orden
y la paz, si no comienza por concebir las relaciones de los hombres entre sí sobre
las bases de justicia y de caridad definidas por la moral social. Esto es, la fuente
material del Derecho positivo debe ser siempre el Derecho natural entendiendo
a éste como el recto ordenamiento de la conducta de los hombres, que deriva de
su peculiar naturaleza individual y social. La autoridad, por razones técnicas o
políticas, podrá o no, reproducir todas las normas del Derecho natural en normas
de Derecho positivo; pero éste, no deberá nunca contradecir al Derecho natural,
y si esto ocurre, los particulares podrán justificadamente abstenerse de acatar la
norma positiva.

LA PERSONA HUMANA

DEFINICIÓN DE PERSONA HUMANA


La más célebre definición de la persona es la formulada por Boecio: "Sustancia
individual de naturaleza racional". Todos los conceptos integrados en esta
fórmula son de origen aristotélico. Por sustancia individual se entiende aquí lo
que Aristóteles llama la sustancia primera: una realidad indivisa en sí misma y
separada, en cambio, de las demás realidades. Pero, por ser sustancia, su
individualidad es, digámoslo así, más radical que la del accidente, dado que éste
no se individua por sí mismo, sino por la sustancia. Ahora bien, la persona está
clausurada, cerrada en su propio ser, no en virtud de su naturaleza racional, sino
por ser un individuo subsistente.

a) Tiene cuerpo y alma.

En la unidad de cuerpo y alma, el hombre, por su misma condición corporal, es


una síntesis del universo material, el cual alcanza por medio del hombre su más
alta cima y alza la voz para la libre alabanza del Creador. No debe, por tanto,
despreciar la vida corporal, sino que, por el contrario, debe. tener por bueno y
honrar a su propio cuerpo, como criatura de Dios que ha de resucitar el último
día.

La constitución del hombre se divide en dos: en un cuerpo físico sujeto a


las leyes biológicas de todos los seres vivos (nacimiento, nutrición,
crecimiento, reproducción y muerte). Y un alma, principio de movimiento de todo
ser vivo, qué es diferente al de los demás seres vivos ya que está dotado
de inteligencia y voluntad. La inteligencia, es la potencia espiritual del hombre de
conocer la verdad, y la voluntad, la potencia espiritual del hombre de buscar o
tender al bien.

En virtud de su dignidad, todos los hombres, porque son personas, es decir,


estén dotados de razón y voluntad libre, y provistos de
una responsabilidad personal, están presionados, por su naturaleza misma, y
obligados, por obligación moral, a buscar la verdad. Están obligados también a
adherirse a la verdad tan pronto como la conocen y a reglamentar toda su vida
según las exigencias de esta verdad.

b) Es individual.
Fernando Bastos en su enciclopedia de la Doctrina Social de la Iglesia dice al
respecto; Persona Humana: del latín persona. Es el individuo de naturaleza
racional, portador de potencialidades que se desarrollan a través de la vida, en
el seno de la familia y de la comunidad. Como individuo, la persona humana
presenta dos características fundamentales:
1. Es distinta de todos los otros miembros de la especie humana, es decir,
aunque participe de la misma naturaleza, constituye una totalidad en sí.
2. Es una unidad, que no puede dividirse sin perecer. Se compone de alma
y cuerpo, espíritu y materia, que en ella forman una unidad sustancial,
cuya ruptura es la muerte.
3. Es social.

El hombre es un ser consciente, racional y libre, y, por eso mismo, es también


un ser social, que sólo en la compañía de sus semejantes encuentra las
condiciones necesarias para el desarrollo de su conciencia, racionalidad y
libertad, características que lo distinguen de los otros animales. Y precisamente
por ser consciente, racional y libre, el hombre posee derechos inalienables y
deberes morales, mientras el animal sólo tiene instintos y hábitos. De ese
conjunto de condiciones que caracterizan a la persona humana: ser consciente,
racional y libre, y por lo tanto social, sujeto de derechos y deberes, resulta la
misma dignidad absoluta y la misma igualdad esencial para todos los hombres,
independientemente de su color, situación socioeconómica, religión o cultura.
Es una dignidad absoluta porque no depende de ninguna cualificación, sino
basándose en el mero hecho de tratarse de una persona humana, dignidad que
le confiere un valor inestimable y la coloca como razón de ser de todas
las instituciones sociales, políticas y económicas. Y esa dignidad debe ser
respetada, ya sea persona rica, ya sea pobre y sin cultura o bien culta, de esta
o de aquella raza, de aquel pueblo o de aquel credo religioso. Aun en el caso en
que el hombre se envilezca por el vicio, transformándose en alcohólico, corrupto
y criminal, no pierde su dignidad esencial, y a él se debe respeto, lo cual es
privilegio de todas las criaturas humanas. El hombre está compuesto y unido por
un cuerpo y un alma (que se compone de inteligencia y de voluntad), en donde
existe una individualidad que hace diferente a cada ser humano. De la
inteligencia y la voluntad se desprenden características esenciales del hombre
como la dignidad, la Igualdad y la Libertad.

NATURALEZA DE LA PERSONA HUMANA


1. LEY NATURAL.

En la profundidad de su conciencia descubre el hombre una ley que no se da él


a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz suena con claridad a los
oídos del corazón cuando conviene, invitándole siempre con voz apagada a
amar y obrar el bien y evitar el mal: haz esto, evita lo otro. El hombre lleva en su
corazón la ley escrita por Dios, a la que su propia dignidad le obliga a obedecer
y según la cual será juzgado.

El principio supremo de la ley natural humana se expresa muy brevemente: "haz


el bien y evita el mal". Cada hombre y mujer tiene dignidad, libertad e igualdad
ante los demás seres de su misma especie ya que cada uno de ellos son seres
racionales pero diferentes unos de otros; es decir, son seres individuales que
están inclinados hacia el bien. Se necesita que éste viva en sociedad; esta
característica, se encuentra inscrito en el orden de la ley divina que se refleja en
la ley natural. Santo Tomás de Aquino explica claramente cuáles son las
inclinaciones naturales del hombre: "todas las cosas hacia las cuales el hombre
se inclina por su naturaleza, la razón las percibirá naturalmente buenas y, por
consiguiente, como metas de acción, y las que le son contrarias, como malas y
que se deben evitar. Por lo tanto, según la jerarquía de las inclinaciones
naturales se estableceré la jerarquía de los preceptos como de la ley natural. En
efecto:

1. Hay, en primer lugar, inscrita en el hombre una inclinación al bien, según


lo que éste tiene en común con todas las otras sustancias, en el sentido
en que toda sustancia aspira a la conservación de su ser según su
naturaleza. En virtud de esta inclinación, depende de la ley natural todo lo
que interese para la conservación de la vida humana e impida lo que le
es contrario.
2. Esté inscrita en el hombre, en segundo lugar, una inclinación a
ciertos bienes más específicos, según lo que tiene en común con los otros
animales. En virtud de lo cual se dirá que le toca a la ley natural "lo que la
naturaleza enseñó a todos los animales". Es decir, la unión de los
sexos, la educación de los hijos y otras cosas similares.
3. En tercer lugar, hay inscrita en el hombre una inclinación conforme a la
naturaleza de la razón, la cual le es propia: así el hombre tendrá
una inclinación natural a conocer la verdad sobre Dios y a vivir en
sociedad". En virtud de esto, le toca a la ley natural lo que se relaciona
con una inclinación de este orden, por ejemplo: que el hombre evite la
ignorancia, que no ofenda a aquéllos que viven en la misma sociedad que
él y las otras prescripciones que esto implica.

Como ya lo explica Santo Tomás, el hombre está inclinado hacia el bien y a vivir
en sociedad. Es parte de su naturaleza estar rodeado de otros seres de su misma
especie para su propia autorrealización que la conseguirá por medio de la
sociedad.

2. NATURALEZA SOCIAL DEL HOMBRE:

El hombre es naturalmente un animal político y social. Esto resulta evidente por


el hecho de que un hombre no se basta él solo para vivir. Pero el orden de la
providencia no le quita a ninguna cosa lo que le es natural, sino más bien lo
provee de todo de acuerdo con el orden de su naturaleza. Luego el orden de la
providencia no ha querido que se suprima la vida social del hombre.

a) El Hombre es un ser social por naturaleza.

Pero el hombre, por ser racional e individual, no es autosuficiente; necesita de la


ayuda y cuidado de los demás seres de su especie. No puede vivir aislado, tiene
que vivir en sociedad para así poder satisfacer sus necesidades tanto físicas
como espirituales: "debe saberse que, puesto que el hombre es un animal social
por naturaleza - como todo el que para subsistir necesita de muchas cosas que
por sí mismo no puede procurarse -, es lógico que el hombre sea naturalmente
parte de una comunidad, que le proporcione lo que le ayude a vivir bien". "En
efecto, el principal recurso del hombre es, junto con la tierra, el hombre mismo.
Es su inteligencia la que descubre las potencialidades productivas de la tierra y
de las múltiples modalidades con que se pueden satisfacer las necesidades
humanas. Es su trabajo disciplinado, en solidaria colaboración, el que permite la
creación de comunidades de trabajo cada vez más amplias y seguras para llevar
a cabo la transformación del ambiente natural y la del mismo ambiente humano.
Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen la comunidad
civil son conscientes de su propia insuficiencia para lograr una vida plenamente
humana y perciben la necesidad de una comunidad más amplia, en la cual todos
conjuguen a diario sus energías en orden a una mejor procuración del bien
común. Por ello forman comunidades políticas.

b) La búsqueda del bien. La felicidad.

El hombre al ser un animal social y racional por naturaleza busca con los demás
hombres satisfacer sus necesidades. Pero no basta con que los hombres se
agrupen en comunidades o sociedades para poder satisfacer sus necesidades,
el hombre no se queda tan sólo en la búsqueda del bien material; por ser racional
tiene una inclinación hacia el bien espiritual que además busca su
perfeccionamiento con la búsqueda de su desarrollo personal e integral para así
poder llegar a su anhelo aquí en la tierra: la felicidad.

Hay en el hombre una inclinación al bien correspondiente a su naturaleza


racional, inclinación que es específicamente suya; y así el hombre tiene
tendencia natural a conocer las verdades divinas y a vivir en sociedad. Desde
este punto de vista, pertenece a la ley natural todo lo que se refiere a esa
inclinación, desterrar la ignorancia, evitar las ofensas con quienes se debe
conversar.

c) El fin último del hombre. Dios.

Más aún, la búsqueda del hombre en sociedad no termina con satisfacer sus
necesidades ni con la felicidad en la tierra; debe ir más allá de lo que este
universo le puede dar, debe de buscar su perfeccionamiento y desarrollo con el
creador:

Como el hombre virtuoso está destinado a otro fin, que consiste en la visión de
Dios es necesario que la sociedad tenga el mismo fin que el hombre. No es el
último fin del hombre constituido en sociedad el vivir según la virtud; es alcanzar
por medio de la virtud goces de la bienaventuranza eterna. Si a ese fin pudiera
llegarse sin otro auxilio que el de las fuerzas naturales, a los reyes pertenecería
dirigirlos a ese fin.

El hombre tiene un alma espiritual e inmortal; es una persona, dotada


admirablemente por el Creador con dones de cuerpo y espíritu; es en realidad,
como decían los antiguos, un pequeño mundo que supera extraordinariamente
en valor a todo el inmenso mundo inanimado. Dios es el último fin exclusivo del
hombre en la vida presente y en la vida eterna.
Buscando el último fin, que es llegar a Dios, es como se desarrolla y autorrealiza
el hombre.

PROPIEDADES DE LA PERSONA
1. DIGNIDAD

Creando al hombre varón y mujer, Dios da la dignidad personal de igual modo al


hombre y a la mujer, enriqueciéndolos con los derechos inalienables y con las
responsabilidades que son propias de la persona humana.

Pasando ya al estudio concreto de esos derechos inherentes a la persona


humana, primero se encuentra la dignidad:

a) Definición.

Deriva del latín dignitas, del adjetivo dignus, cuya forma arcaica dec nos revela
su origen del verbo decet: decente. Es la actitud de respeto a sí mismo y a los
otros, por el reconocimiento que toda criatura humana posee características que
la elevan por encima de los otros seres. El respeto a esa dignidad es la garantía
suprema del orden social.

En pocas palabras es el respeto que se tiene en sí mismo y en los demás. Es


una estima que se tiene la persona por tener inteligencia y voluntad y que
además tiene esa misma estima o respeto para con los demás seres de su
misma especie.

b) Naturaleza.

La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a


la unión con Dios. El hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en
cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado
personalmente. El hombre logra esta dignidad humana cuando, liberado
totalmente de la cautividad de las pasiones, tiende a su fin con la libre elección
del bien y se procura medios adecuados para ello con eficacia y esfuerzo
crecientes.

La naturaleza de la dignidad humana consiste en conseguir el fin último del


hombre; en buscar los medios más eficaces y adecuados para lograr el bien de
la persona misma y el bien de las demás personas.

c) La dignidad en la vida social.

El género humano debe establecer un orden político, económico y social que


esté más al servicio del hombre y permita a cada uno y a cada grupo afirmar y
cultivar su propia dignidad La dignidad humana requiere, que el hombre actúe
según la conciencia y libre elección; los hombres, mucho más conscientes de su
propia dignidad y deber, desean participar cada vez más activamente en la vida
social y sobre todo en la económica y política.
Para poder desarrollar la dignidad de la persona humana, se necesita de un
estado que esté al servicio del hombre y permita a éste una libre elección, hecha
a conciencia, en la participación de la vida política del estado. Que el hombre,
porque tiene dignidad, pueda escoger a sus gobernantes, pueda tener libertad
en el trabajo, en la religión, en la participación económica social, en pocas
palabras: que tenga libertad, con responsabilidad individual y social, en su vida.

El hombre recibe de Dios su dignidad esencial y con ella la capacidad de


trascender todo ordenamiento de la sociedad hacia la verdad y el bien. Sin
embargo, está condicionado por la estructura social en que vive, por
la educación recibida y por el ambiente. Estos elementos pueden facilitar u
obstaculizar su vivir según la verdad.

No hay más Ley justa que la que detalla las exigencias que se desprenden de la
igual dignidad de los hombres, y del fundamento de esta dignidad.

d) Medios para el desarrollo de la dignidad humana

No puede llegarse a este sentido de la responsabilidad [individual y social] si no


se facilitan al hombre condiciones de vida que le permitan tener conciencia de
su propia dignidad. Las instituciones humanas, privadas o públicas, esfuércense
por ponerse al servicio de la dignidad y del fin del hombre. También en la vida
económico social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona
humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad.

El estado tiene el deber de facilitar al hombre las condiciones de vida necesarias


creando instituciones públicas y privadas que protejan la dignidad del hombre y
le permitan que pueda desarrollar todas sus potencias para que, a su vez, el
estado se desarrolle también. Es decir, se debe de proteger al hombre
garantizándole el desarrollo pleno de sus facultades dándole los medios
necesarios y suficientes en su vida; tales medios son la protección a los derechos
humanos. Por lo tanto, un estado que quiera aspirar a la justicia y al bien común,
debe de respetar y desarrollar, por medio de múltiples instituciones (escuelas,
hospitales, centros culturales etc.), la dignidad humana otorgándole garantías
para su crecimiento y respetando, a su vez, la libertad que tiene el hombre para
participar en la vida política y económica del país.

2. LIBERTAD

De hecho, el hombre se realiza a sí mismo en la libertad. Y a esta realización,


cada vez más plena, debe tender, sin detenerse únicamente en exaltaciones
verbales o retóricas, como ocurre demasiado a menudo, sin dar la vuelta al
mismo sentido de la libertad y sin "cultivar de mala manera, como si todo fuera
lícito a condición de que guste, incluido el mal" al contrario debe ver y alcanzar
estrechamente, conceptualmente y de hecho, la libertad como consecuencia de
la "dignidad" proveniente del hecho de ser él mismo signo altísimo de la imagen
de Dios.

De la dignidad del hombre se desprenden dos grandes derechos o bienes


inherentes a la persona humana; tales son la libertad y la igualdad.
a) Definición.

Del latín libertas, de Liber: libre. La libertad es la capacidad del ser racional y
consciente de autodeterminarse, ante la multiplicidad de alternativas de opción
que se le ofrecen, en cada situación concreta. En este sentido, es un dato
inmediato de la conciencia y se identifica con el libre albedrío: todos
experimentamos que podemos ser un principio absoluto de acción, actuando o
dejando de actuar, actuando de esta o de aquella manera. Es una facultad
exclusiva del ser racional, capaz de interiorizar el mundo bajo una gran variedad
de aspectos.

La libertad es la parte de la voluntad (elemento constitutivo de las personas


humanas) de poder elegir entre uno o más bienes. Es la elección del bien que
perfecciona, eso es una verdadera libertad: con responsabilidad.

b) Naturaleza.

Esta es la dignidad que exige que el hombre actúe según opciones conscientes
y libres, esto es, movido e inducido por convicciones personales y no por un
ciego impulso interno o por mera coacción externa.

La libertad del hombre proviene de la ley natural que es el reflejo de la ley divina.
El hombre es libre por naturaleza y libremente tiene la facultad de decidir la
elección que más le convenga para su perfeccionamiento.

La verdadera libertad es signo eminente de la imagen divina en el hombre. Dios


ha querido dejar al hombre en manos de su propia decisión, para que así busque
espontáneamente a su Creador y, adhiriéndose libremente a éste, alcance la
plena bienaventurada perfección. La orientación del hombre hacia el bien sólo
se logra con el uso de la libertad, la cual posee un valor que nuestros
contemporáneos ensalzan con entusiasmo. Y con toda razón. Con frecuencia,
sin embargo, la fomentan de forma depravada, como si fuese pura licencia para
hacer cualquier cosa, con tal que deleite, aunque sea mala.

c) Libertad en la Vida Social.

Aplicada al plano social y político, libertad significa un estado de ausencia de


coacción proveniente del grupo, principalmente del poder público. Es libre, en
este sentido, el individuo, que puede hacer todo lo que no está prohibido por la
ley. En esta acepción, al término se opone tanto a opresión como a libertinaje,
porque éste impide a los demás el uso legítimo de esos mismos derechos. El
único sentido auténtico de la libertad política dentro de un régimen democrático
es el uso responsable de los derechos y el ejercicio consciente de los deberes.
En este orden de ideas, importa tener presente la distinción entre libertad teórica
y real. La primera es el mero permiso legal para actuar, la segunda exige la
creación de estructuras sociales que den realmente a todos la posibilidad de
obrar, en el sentido de hacer uso de los derechos del hombre y del ciudadano.
No corresponde al estado solamente el deber de otorgar a todos la libertad
de enseñanza; debe, además de eso, crear un sistema escolar que pueda
atender a todos los que desean ejercer este derecho.

d) Libertad y Justicia.

La libertad, junto con la justicia constituyen los objetivos más altos de la doctrina
social de la iglesia: atender a las exigencias de la justicia mediante el uso
responsable de la libertad.

3. IGUALDAD

Pero ningún grupo humano se puede engreír de poseer sobre otros una
superioridad de naturaleza, ni de ejercer ninguna discriminación que afecte a los
derechos fundamentales de la persona.

La Igualdad es otra característica de la persona que proviene de la dignidad


humana. Todos los hombres y mujeres del mundo son, por el simple hecho de
ser personas, iguales.

En su dignidad personal de hijos de Dios el hombre y la mujer son absolutamente


iguales, como también con respecto al fin último de la vida humana, que es la
unión eterna con Dios en la felicidad del cielo. Es gloria imperecedera de la
Iglesia el haber restituido a su lugar y a su debido honor esta verdad y el haber
librado a la mujer de una degradante servidumbre contraria a la naturaleza. Pero
el hombre y la mujer no pueden mantener y perfeccionar esta su igual dignidad
si no es respetando y poniendo en práctica las cualidades particulares que la
naturaleza ha concedido al uno y a la otra, cualidades físicas y espirituales
indestructibles, cuyo orden no es posible desbaratar, sin que la misma naturaleza
venga siempre a restablecerlo de nuevo.

Del latín aequalitas, del radical aequus: igual, que, como sustantivo, denota, en
la forma aequor, aequoris, el mar, la llanura. Es una de las más profundas y
auténticas aspiraciones democráticas, pero como tantas otras es también una
de las más explotadas por una demagogia irresponsable. El fundamento
filosófico de la igualdad democrática es la identidad esencial de todos los
hombres, todos ellos tienen la misma dignidad esencial, como seres racionales
y libres.

La igualdad fundamental entre todos los hombres exige un reconocimiento cada


vez mayor. Porque todos los hombres, dotados de alma racional creados a
imagen de Dios, tienen la misma naturaleza y el mismo origen. Y porque
redimidos por Cristo, disfrutan de la misma vocación de idéntico destino.

Definición.

a) Naturaleza.

Al igual que la libertad y la dignidad, la Igualdad proviene de la ley natural. No


importa la cultura, raza, país de origen, religión ni ninguna otra característica
cualitativa que tenga el hombre. Todos los seres humanos son iguales ante la
ley por el simple hecho de ser personas y el estado tiene la obligación de proteger
y hacer valer esto. Aunque existen diversidades justas entre los hombres, sin
embargo, la igual dignidad de la persona exige que se llegue a una situación
social más humana y justa.

b) Igualdad e Identidad.

Es evidente que no todos los hombres son iguales en lo que toca a la


capacidad física y a las cualidades intelectuales y morales. Pero todos por ser
personas tenemos los mismos derechos y por lo tanto valemos lo mismo.
Igualdad no significa en absoluto identidad: significa que todos somos diferentes,
pero que todos tenemos derecho al mismo respeto.

Cabe destacar, que el estado, respetando esa individualidad de cada quien,


concede más derechos a unos que a otros; más obligaciones a unos que a otros,
pero todo en razón de una proporcionalidad existente en todos los miembros de
la sociedad. Es decir, una anciano tendrá más derechos que un joven, la mujer
tendrá algunos derechos distintos que el hombre, el rico tiene la obligación de
pagar más impuestos que el pobre etc. Pero esta distinta proporcionalidad, no le
quita la propiedad de igualdad que tienen los seres humanos.

c) Conclusión.

De lo anterior se puede concluir que todas las personas somos, ontológicamente,


iguales (todos estamos constituidos por un cuerpo y un alma) pero debido a las
distintas habilidades o capacidades de cada persona cada uno aportará y recibirá
del estado, de manera justa, lo que su condición personal le permita o necesite.

NECESIDADES DE LA PERSONA
Este tema va directamente relacionado con el bien común; las necesidades del
hombre se dividen en necesidades materiales (casa, alimento, vivienda,
educación etc.) y espirituales o inmateriales, ambas son objeto de estudio del
bien común, por lo tanto, sólo señalo a la justicia que es una virtud relacionada
con la libertad y a la felicidad que es una consecuencia de satisfacer esas
necesidades y es un fin propio del hombre.

JUSTICIA
Por todas partes se aspira a una justicia, se desea una paz mejor asegurada en
un ambiente de respeto mutuo entre los hombres y entre los pueblos.

La libertad y la justicia van de la mano; se complementa una con la otra. Si la


justicia es la virtud de darle a cada uno lo que le corresponde por derecho;
entonces, es necesario que se ejercite la libertad con justicia. Es decir, el hombre
al elegir entre varios bienes tiene que tenerlos disponibles. El estado tiene que
otorgarle a cada persona lo que por derecho le corresponde a cada una de ellas.

a) Definición.
Del latín justicia. Es el deber moral de dar a cada uno lo que le es debido. Es la
base insustituible de toda relación no sólo de las personas, entre sí, sino también
entre las personas y el estado, y de los estados entre sí. En su más amplia
acepción, la voz latina iustitia es un término abstracto que significa una igualdad
o adecuación objetivamente exigible. Por el contrario, la palabra injusticia va
asociada a la idea de una cierta desigualdad o falta de adecuación. De una
manera vulgar, pero esencialmente correcta, suele definirse la justicia como la
virtud de darle a cada uno lo que le pertenece. Esta definición es una abreviatura
de la fórmula perpetua et constants voluntas ius suum unicuique tribuendi
(Ulpiano).

La doctrina social de la iglesia explica que no basta sólo con que las personas
den a cada uno lo que le corresponde sino también al estado y a los estados
entre sí. El estado es el primero en impartir la justicia a todos sus miembros ya
que son personas y éstas, a su vez, tienen que practicar esta virtud. Fernando
Bastos agrega:

Sin justicia, la vida social se convierte en una inmensa hipocresía y un latrocinio


organizado. Una de las mayores responsabilidades de la educación es la de
inculcar, mediante la palabra y el ejemplo, el sentido de la justicia, que se traduce
en una conciencia clara de los propios derechos y deberes, y en el respeto a los
derechos de los otros.

b) Clasificación.

La justicia tiene varias categorías, según los sujetos de las relaciones que la
especifican:

1. La justicia legal: que tiene como sujeto a todos los ciudadanos con
relación al estado, y los obliga a prestar a la comunidad todo lo que le es
debido para realizar el bien común. Se llama legal, porque sus exigencias
son normalmente fijadas en leyes. Es en virtud de ella como tenemos el
deber moral, por ejemplo, de pagar los impuestos. Debido a ella, todo acto
u omisión contra el bien común no es sólo una falta de civismo, sino que
es también una culpa moral.

2. la justicia distributiva: es incumbencia de todos los que están investidos


de una autoridad, y los obliga a distribuir las cargas y las ventajas de la
vida social. La falta moral contra esta justicia es el favoritismo que se guía
por preferencias personales e interesadas.

3. la justicia conmutativa: que reglamenta las relaciones de las personas


entre sí, obliga a cada uno a dar a los otros lo que es debido, ya sea un
bien material, como el salario justo, ya sea un bien inmaterial, como la
fama y la reputación. La falta contra esta justicia constituye un robo, y, por
esto, implica el deber moral de la restitución.

4. la justicia social: Además de esas tres categorías, existe una cuarta que
incumbe a las comunidades solidariamente consideradas: es la justicia
social. Por ella, somos todos responsables, cada uno en el ámbito de sus
posibilidades, de la realización de estructuras sociales que permitan a
todos los miembros de una comunidad alcanzar niveles de vida
compatibles con su dignidad.

c) Injusticia.

Para satisfacer las exigencias de la justicia y de la equidad, hay que hacer todos
los esfuerzos posibles para que, dentro del respeto a los derechos de las
personas y a las características de cada pueblo, desaparezcan lo más
rápidamente posible las enormes diferencias económicas que existen hoy y que
frecuentemente aumentan, vinculadas a discriminaciones individuales y sociales.
La justicia y la equidad exigen también que la movilidad, la cual es necesaria en
una economía progresiva, se ordene de manera que se eviten la inseguridad y
la estrechez de vida del individuo y de su familia.

Resulta escandaloso el hecho de las excesivas desigualdades económicas y


sociales que se dan entre los miembros o los pueblos de una misma familia
humana. Son contrarios a la justicia social, a la equidad, a la dignidad de la
persona humana y a la paz social e internacional. El hombre no puede tener una
verdadera libertad si el estado no le proporciona con justicia lo que realmente
merece. El estado y las personas serán más buenas en cuanto más justas sean
y, en cambio, serán más injustas en cuanta más injusticias hagan.

Concluye que, como el peor de los hombres es aquél que usa la maldad no sólo
hacia sí mismo sino también hacia los amigos, así decimos que el mejor es aquel
que usa o practica las virtudes no sólo hacia sí sino también en relación a los
demás.

d) Justicia Social.

A cada cual, por consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los


bienes, siendo necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se
ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona
sensata ve con que gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia
actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud
de los necesitados.

El estado debe, por lo tanto, buscar una equidad en la repartición de bienes y los
hombres deben de buscar ser justos en su vida social. Y así progresará el
país. El cumplimiento, por tanto, de los deberes propios de la justicia social
tendrá por efecto una intensa actividad que, nacida en el seno de la vida
económica, madurará en la tranquilidad del orden y demostrará la
entera salud del Estado, de la misma manera que la salud del cuerpo humano se
reconoce externamente en la actividad inalterada y, al mismo tiempo, plena y
fructuosa de todo organismo.

3. FELICIDAD
La felicidad es un bien común al que todos los hombres pueden llegar, a menos
que se van impedidos por un obstáculo.

Este término, en un principio, puede parecer algo "Romántico", que no es de gran


trascendencia en la política; pero esto es totalmente falso. Este concepto es tan
importante, que para algunos países ha sido considerado como un derecho
inalienable del hombre.

a) Definición.

Del latín felicitas, en un primer sentido, el término connota la idea de suerte


favorable; en esta acepción, ella sería el resultado de factores puramente
aleatorios. En un sentido más amplio, el término connota la idea de plena
satisfacción, e implica, negativamente, la ausencia de sufrimientos físicos o
morales, y, positivamente, una sensación de alegría, de paz y de plenitud interior.
La felicidad en su sentido más preciso: ausencia de todo mal; fruición de todo
bien de que es capaz la naturaleza humana y certeza absoluta de la
permanencia definitiva del estado. Es esta plenitud de felicidad lo que todo
hombre desea oscuramente a través de sus esfuerzos y trabajos. Ella es el polo
oculto que magnetiza el dinamismo humano.

La palabra felicidad tiene varias acepciones, se puede ver como un estado de la


persona en donde ha satisfecho todas sus necesidades y no tiene ningún mal
que le aqueje o como un simple placer. La verdadera felicidad radica en alcanzar
el bien que, en el caso del estado, es el Bien común.

b) En donde se encuentra la verdadera felicidad.

La felicidad es aquello que todos buscan, aunque adopten caminos diferentes


para alcanzarla. Unos imaginan que la encuentran en las riquezas, porque
suponen que con el dinero todo se compra y que la felicidad es una mercancía
como cualquier otra. La verdad es que, sin embargo, hay muchos ricos que se
mueren de tedio, y que las más altas tasas de suicidios se registran en los países
y en las categorías más ricas. Otros se imaginan que encuentran la felicidad en
el disfrute de los placeres; desde los placeres más altos del espíritu, el placer del
descubrimiento y de la creación intelectual, el placer estético, hasta los placeres
que más de cerca limitan con la animalidad: la sexualidad y la glotonería. Otros,
en fin, esperan alcanzarla en la fruición de la honra, del prestigio que acompaña,
por lo general, en el ejercicio del poder. Si la felicidad no se encuentra en la
riqueza, ni en el placer, ni en el poder, ni en la honra, ¿En dónde se
encuentra?; no es posible que el único ser del cosmos, en el cual fulgura la idea
de una plenitud de felicidad, sea irremediablemente condenado a jamás
alcanzarla. La verdadera felicidad está en ser mejor persona, en buscar en la
muerte el inicio de la verdadera vida, en la infinidad con Dios. Pero, aquí en la
tierra, la felicidad se encontrará con la entrega del ser humano con los demás,
en servir y practicar las virtudes buscando el perfeccionamiento individual y
social. Es, por consiguiente, necesario que el estado ayude a la persona a
encontrar la felicidad dándole los medios necesarios (como educación, cultura,
descanso etc.) para que pueda alcanzarla.
EL ESTADO Y LA PERSONA

1. PERSONA HUMANA Y SU RELACIÓN CON EL ESTADO

No puede haber verdadera democracia, si no se reconoce la dignidad de cada


persona y no se respetan sus derechos.

La persona es una sustancia individual de naturaleza racional (está constituido


por cuerpo y alma) en donde cada individuo es diferente de los demás y cada
uno tiene derechos fundamentales inherentes a él que provienen de sus
características o propiedades principales (Dignidad, Libertad e Igualdad). Pero
el hombre no puede vivir aislado, necesita de los demás para poder sobrevivir y
desarrollarse como persona, es por eso que vive en sociedad y crea al estado
para que éste proteja sus derechos y satisfaga todas sus necesidades (tanto
materiales como espirituales) y así pueda llegar a su fin propio que es la felicidad
y la búsqueda de Dios. Es decir, todo lo anteriormente expuesto se puede
resumir en que:

El Estado está al servicio del hombre, debe de respetar a cada individuo que lo
constituye, protegiendo sus derechos fundamentales y buscando el desarrollo
íntegro de cada persona satisfaciendo todas sus necesidades para así lograr el
fin último del hombre.

La importancia de la persona humana en el estado se manifiesta claramente en


la situación que tengan de hecho los derechos humanos en la vida social. No
tiene sentido el reconocimiento de los derechos humanos en una sociedad en la
que las personas se consideran momentos transitorios y accidentales en la
existencia y evolución del estado:

Dirijo mi llamada, sobre todo, a vosotros, Jefes de Estado y Responsables de las


Naciones, a quienes está confiada la tutela suprema del estado de derecho en
los respectivos Países. Ciertamente, cumplir esta alta misión no es fácil, pero
constituye una de vuestras tareas prioritarias. Ojalá que los ordenamientos de
los Estados a los que servís puedan ser para los ciudadanos garantía de justicia
y estímulo para un crecimiento constante de la conciencia civil.

2. SOCIEDAD

Es la misma naturaleza la que exige a voces que la sociedad proporcione a los


ciudadanos medios abundantes y facilidades para vivir virtuosamente, es decir,
según las leyes de Dios, ya que Dios es el principio de toda virtud y de toda
justicia.

Todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que
Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la haz de la tierra, y tienen
también el mismo fin último, que es Dios; Los hombres, las familias y los diversos
grupos que constituyen la comunidad civil son conscientes de su propia
insuficiencia para lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad
de una comunidad más amplia, en la cual todos conjuguen a diario sus energías
en orden a una mejor procuración del bien común. Por ello forman comunidad
política según tipos institucionales varios.

Como el hombre es social por naturaleza, forma comunidades para satisfacer


sus necesidades. La conciencia más viva de la dignidad humana ha hecho que
en diversas regiones del mundo surja el propósito de establecer un orden
político-jurídico que proteja mejor en la vida pública los derechos de la persona.
Dichas comunidades están dotadas de un poder de mando originario que
establece el orden político y jurídico: el Estado. Éste debe de procurar el
desarrollo de cada una de las propiedades de la persona (ya anteriormente
mencionadas) y así lograr el bien común. La comunidad política nace, para
buscar el bien común, en el que encuentra su justificación plena y su sentido y
del que deriva su legitimidad primigenia y propia. Cada día es mayor el número
de los hombres y mujeres, de todo grupo o nación, que tienen conciencia de que
son ellos los autores y promotores de la cultura de su comunidad. En todo el
mundo crece más y más el sentido de la autonomía y, al mismo tiempo, de la
responsabilidad, lo cual tiene enorme importancia para el desarrollo íntegro del
género humano. Esto se ve más claro si fijamos la mirada en la unificación del
mundo y en la tarea que se nos impone de edificar un mundo mejor en la verdad
y en la; justicia. De esta manera somos testigos de que está naciendo un
nuevo humanismo, en el que el Hombre queda definido principalmente por la
responsabilidad para con los demás.

Es evidente que la comunidad política y la autoridad pública se fundan en la


naturaleza humana, y, por lo mismo, pertenecen al orden previsto por Dios:

Así como un organismo viviente no se atiende suficientemente a la totalidad del


organismo si no se da cada parte y a cada miembro lo que éstos necesitan para
ejercer sus funciones propias, de la misma manera no se puede atender
suficientemente a la constitución equilibrada del organismo social y al bien de
toda la sociedad si no se da a cada parte y a cada miembro, es decir, a los
hombre, dotados de la dignidad de persona, todos los medios que necesitan para
cumplir su función social particular.

3. DERECHOS HUMANOS.

La dignidad de la persona exige que el ser humano sea defendido y protegido,


desde el momento de su concepción, en los derechos fundamentales.

En la sociedad humana, a un determinado derecho natural de cada hombre


corresponde en los demás el deber de reconocerlo y respetarlo. Porque cualquier
derecho fundamental del hombre deriva su fuerza moral obligatoria de la ley
natural, que lo confiere e impone el correlativo deber.

a) Definición.

Todo ser humano, por el mismo hecho de ser hombre, por su inalienable dignidad
de persona humana, tiene derecho natural a todo aquello que es necesario a su
propia realización. Se incluyen en esta exigencia: derecho a la vida, al trabajo, a
la libertad, a condiciones dignas de existencia, en fin, a todo lo demás que
permita al hombre realizarse como hombre. Puestos a desarrollar, en primer
término, el tema de los derechos del hombre, observamos que éste tiene derecho
a la existencia, a la integridad corporal, a los medios necesarios para un
decoroso nivel de vida, cuales son, principalmente, el alimento, el vestido, la
vivienda, el descanso, la asistencia médica y, finalmente,
los servicios indispensables que a cada uno debe prestar el Estado. De lo cual
se sigue que el hombre posee también el derecho a la seguridad personal en
caso de enfermedad, invalidez, viudedad, vejez, paro y, por último, cualquier otra
eventualidad que le prive, sin culpa suya, de los medios necesarios para su
sustento.

b) Naturaleza.

Tales derechos nacen de la misma naturaleza del hombre y, en este sentido, son
derechos naturales, es decir, no son otorgados por el Estado con base en el
ordenamiento jurídico de la sociedad; estos derechos provienen de la ley natural,
el Estado, al reconocerlos y regularlos en la ley lo único que hace es protegerlos,
hacerlos valer. Los Derechos humanos son inviolables, universales, inalienables
e indivisibles. Al ser los hombres por naturaleza sociables, deben convivir unos
con otros y procurar cada uno el bien de los demás, por esto, una convivencia
humana rectamente ordenada exige que se reconozcan y se respeten
mutuamente los derechos y los deberes. De aquí se sigue también que cada uno
debe aportar su colaboración generosa para procurar una convivencia civil en la
que se respeten los derechos y los deberes con diligencia y eficacia crecientes.

c) Garantías Individuales.

No es lo mismo Derechos Humanos que Garantías Individuales. Los Primeros


son los derechos naturales, los inherentes a la persona que se desprenden de
sus principales características (Igualdad, Libertad y Dignidad). Los segundos son
los derechos humanos que el Estado reconoce y protege. La diferencia estriba
en que los derechos humanos provienen de la ley natural y los segundos
provienen de la ley humana, pero ambos se basan en la Ley Divina.

d) Obligación del Estado de protegerlos.

No puede haber verdadera democracia, si no se reconoce la dignidad de cada


persona y no se respetan sus derechos". El papa León Xlll definía como
"obligación esencial del Estado tutelar el campo intangible de los derechos de la
persona humana, urgiendo al mismo tiempo, el cumplimiento de sus deberes".
Pablo VI en su discurso en la ONU, explícita, con mayor vigor, el fundamento de
los derechos humanos: "ellos se basan no sólo en la dignidad del hombre, sino
en su sacralidad, porque se trata de la vida del hombre, y la vida del hombre es
sagrada; ninguno puede atreverse a ofenderla". En resumen, todos los
pronunciamientos de la Doctrina Social de la Iglesia sobre los derechos humanos
tanto universales, derecho a la vida, a una existencia digna, derecho de los
trabajadores, de la mujer, de los minusválidos etc., se sintetizan en el binomio
justicia y libertad: atender a las exigencias de la justicia en el respeto a la libertad;
garantizar el uso responsable de la libertad como el medio más eficaz de
promover la justicia. Y es deber y obligación del Estado proteger estos derechos
si quiere el desarrollo del país.

Una cultura de los derechos humanos supone una cultura de responsabilidad


y solidaridad, porque todos deben ser conscientes de que el respeto y la
promoción de los derechos básicos debe ser parte esencial de la propia vida y
de todas las acciones que se entrelazan en el gran tejido social.

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