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TEORIA GENERAL DEL ESTADO

EL ESTADO VATICANO

Patricia Yunuen Amezcua González

Abril 2019
Índice

El Vaticano, un estado independiente……………………… 3

Como cualquier país……………………..………………… 5

Gobierno y política……………………..…………………… 6

Economía……………………..……………………………… 7

Conclusión……………………..…………………………… 8

Bibliografía……………………..…………………………… 9

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El Vaticano, un estado independiente

La Ciudad del Vaticano es, desde la firma del Tratado de Letrán entre el Reino de
Italia y la Santa Sede, el estado soberano más pequeño del mundo, por número de
habitantes y por extensión de su territorio. Este país, de apenas 44 hectáreas de
superficie en las que viven unas 800 personas, cuenta con todos los símbolos
propios de una nación independiente: bandera, himno, moneda, sellos, ejército y
matrículas propias. Además, desde 1984 la Ciudad está reconocida por la Unesco
como patrimonio cultural y natural de la humanidad.

Los papas fueron dueños y señores de los Estados Pontificios hasta que el reino
creado tras el proceso de unificación italiana (1848-1870) los dejó «prisioneros en
el Vaticano». Esta situación concluirá más de medio siglo después, cuando el
Reino de Italia reconoce la soberanía de la Ciudad del Vaticano en los pactos de
Letrán el 11 de febrero de 1929.

Los firmantes del acuerdo fueron el jefe de gobierno italiano Benito Mussolini y el
cardenal Pietro Gasparri. Los pactos reconocieron asimismo a la Santa Sede el
gobierno de la Iglesia Católica, entonces liderada por el Papa Pío IX y que con el

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Tratado pasaba a ser la oficial de Italia. A partir de entonces, el resto de países
aceptarán la independencia de esta monarquía absoluta en la que el Sumo
Pontífice posee, como Jefe de Estado, plenos poderes ejecutivos, legislativos y
judiciales. [Consulta el Tratado de Letrán (en PDF)]

Las fronteras de este país están delimitadas por las murallas que rodean la Ciudad
-llamadas «leoninas» por el Papa León IV, que mando construirlas- y las dos
columnatas que rodean la plaza de San Pedro, unidas en la parte exterior por una
línea de travertino en el pavimento.

Además del propio territorio de la Ciudad, la jurisdicción del Estado vaticano se


extiende a otros lugares de Roma, como el palacio de Castelgandolfo y las
basílicas de San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor.

La unificación italiana dejó a los papas «prisioneros en el Vaticano»


Se trata de un país sin mar, pero gracias a la Declaración de Barcelona de 1921, el
Vaticano tiene derecho a navegar con barcos propios que ondeen la bandera
pontificia. En cualquier caso, según informa el propio Estado vaticano en su página
web, no ejerce este derecho.

La ciudadanía vaticana no se hereda ni adquiere al nacer dentro de los muros del


Estado, sólo se obtiene a través del servicio prestado a la Iglesia Católica.

Así, son ciudadanos vaticanos los cardenales, los miembros de las


representaciones pontificias, los laicos que trabajan allí y los guardias suizos.

En total, unas 450 personas. Esta ha sido siempre la residencia del Sumo Pontífice
de la Iglesia Universal, aunque a partir de 1309 y durante más de un siglo la sede
papal se trasladó a Aviñón.

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Como cualquier país

La Ciudad tiene su propia moneda de curso legal, el euro vaticano. Ha mostrado


las efigies de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI y pronto lo hará con la de
Francisco. El Vaticano la acuña en Italia, hasta un máximo de un millón de euros al
año. También emite sus propios sellos, edita su propio periódico - L'Osservatore
Romano- y desde Radio Vaticana emite para todo el mundo programas en diversas
lenguas. Incluso tiene matrículas de coche propia: con las letras SCV para los
automóviles propiedad del Estado y CV para los de procedencia externa. La Ciudad
del Vaticano cuenta también con su ejército y policía: la Gendarmería y la Guardia
Suiza. Esta última, uniformada con diseños de Miguel Ángel, vela por la seguridad
del Sumo Pontífice y del Estado.

Como cualquier país, la Ciudad del Vaticano tiene su propia bandera y escudo.
Este último muestra sobre un campo rojo las llaves de San Pedro, de oro y plata,
cruzadas bajo la tiara Papal. La bandera del país tiene en su diseño oficial
proporciones 1-1 -vaya, que es cuadrada- y está formada por dos campos
verticales, amarillo el del asta y blanco el exterior. Sobre la franja blanca figura el
escudo pontificio. La enseña era antes carmesí y amarilla, los colores de la Roma
imperial, pero Pío VII ordenó cambiarlos en 1808 dado que eran utilizados por las
tropas italianas al servicio de Napoleón. Con los pactos de Letrán la insignia -ya
con el diseño actual, que incluye el escudo- se convierte en oficial de un Estado
soberano.

El himno oficial del país es la Marcha Pontificia de Gounod, compositor francés


conocido por su Ave María y por ser el autor de la música de la ópera Fausto. Se
interpretó por primera vez en 1869 en la celebración de la coronación del Papa Pío
IX. Más adelante, otro Pío, el duodécimo, estableció en 1949 la sustitución del
anterior himno -la Marcha Triunfal de Hallmayr- por la Marcha de Gounod, de tono

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más religioso. El himno tiene dos letras, una en italiano, comúnmente cantada y
obra de Antonio Allegra, y otra en latín, de Raffaello Lavagna.

Gobierno y política

El Estado de la Ciudad del Vaticano nació con el objeto de un ser instrumento de la


independencia de la Santa Sede y de la Iglesia católica respecto a cualquier otro
poder externo. El papa, que es cabeza suprema de la Iglesia católica, es también
soberano de la Ciudad del Vaticano y ostenta la plenitud de los poderes ejecutivo,
legislativo y judicial, por lo que se puede considerar a este país como una teocracia
en forma de monarquía absoluta.

El papa administra el Estado mediante la Pontificia Comisión para el Estado de la


Ciudad del Vaticano, salvo en los casos que entienda reservarse a sí mismo o a
otras instancias. Equivale al poder legislativo y está compuesta por cardenales
nombrados por el papa para un quinquenio. El papa delega el poder ejecutivo en el
presidente de la Comisión, coadyuvado por el secretario general y el vicesecretario
general. El presidente de la Comisión tiene también facultad legislativa: puede
emitir ordenanzas, y en casos de urgente necesidad puede adoptar disposiciones
con carácter de ley, siempre que la Comisión las confirme en los 3 meses
siguientes. Asume también la representación diplomática del Estado excepto ante
los Estados extranjeros, función que es reservada al papa. Actualmente el
presidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del Vaticano y de
la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano es el cardenal Giuseppe
Bertello.

El cargo de gobernador del Estado de la Ciudad del Vaticano fue, en una época,
unipersonal y ejercido por el marqués y conocido numismático Camillo Serafini,
desde 1929, año de la fundación del Estado, hasta la muerte de este en 1952.
Ulteriormente, no fue designado sucesor de Serafini, y el cargo propiamente tal

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tampoco fue mencionado en la Ley Fundamental del Estado, emitida por el papa
Juan Pablo II el 26 de noviembre de 2000, y que entró en vigor el 22 de febrero de
2001. El presidente de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del
Vaticano ha ejercido desde 1952 las funciones que antes eran atribuidas al
gobernador, y desde 2001 también recibe el título de presidente de la Gobernación
del Estado de la Ciudad del Vaticano.

Durante el periodo de sede vacante, producido tras la muerte o renuncia del papa,
los poderes recaen en el Colegio Cardenalicio, aunque este únicamente podrá
dictar leyes en caso de urgencia y con su duración limitada a dicho espacio de
tiempo. Será tarea de este colegio de cardenales elegir a un nuevo pontífice en
cónclave.

El idioma más hablado es el italiano. La moneda, según un acuerdo suscrito con la


Unión Europea (UE), es el euro.

En enero de 2014 eran 180 Estados los que mantenían relaciones diplomáticas con
la Santa Sede, reconociendo la existencia del microestado. Entre los países que no
tienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede se encuentran China, Corea del
Norte, Vietnam y Arabia Saudita.

Es el único país del mundo en donde no hay votaciones para elegir cargos de
gobierno.

Economía

El Vaticano no puede mantenerse a merced de la actividad productiva de su propio


territorio, limitada a la venta de recuerdos turísticos, libros, sellos y entradas a
museos. Pero cuenta con los ingresos de la organización católica en todo el
mundo, provenientes de: las aportaciones económicas de los Estados donde

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cuenta con acuerdos (llamados Concordatos) de financiación (por su tradición
católica); las donaciones de los católicos (a nivel personal o empresarial); y los
beneficios de las empresas, escuelas, universidades y bancos propiedad de la
Iglesia.

La economía estaba seriamente dañada hacia 1979, y tres años más tarde se
produjo la quiebra de uno de los bancos más ilustres de Italia, el Banco
Ambrosiano, que llevaba las finanzas internacionales del Vaticano, y el asesinato
de su director Roberto Calvi: las investigaciones consiguientes revelarían que el
banco se dedicaba al blanqueo del dinero de la mafia. Más tarde, el papa Juan
Pablo II trasladó la responsabilidad de la economía vaticana, el cual, a partir de
1984, se encargaría de las finanzas. Cinco años más tarde, el papa lleva a cabo
una reestructuración de la organización económica y la dirección de la economía
había sido encargada a cinco financieros reconocidos internacionalmente (bajo la
supervisión de una comisión de cinco cardenales). La Administración del
Patrimonio de la Sede Apostólica se encarga de estos controles.

Conclusión

Por lo antes expuesto podemos decir que la Santa Sede es considerada, al menos,
en el ámbito internacional, como uno de los sujetos de derecho internacional
público. Asimismo, que es la única autoridad que ostenta la iglesia católica, la
Santa Sede, es su autoridad moral y la solidez de sus principios. En consecuencia,
ésta no busca la representación sino una participación activa en todos los foros
internacionales que estime pertinente, con el fin de llevar el fermento del evangelio
a dichos foros.

De esta forma, la Santa Sede con una atención vigilante, muestra su preocupación
e interés en seguir de cerca los problemas que la humanidad debe enfrentar hoy en
día, por cierto todos ellos de la máxima importancia, tales como, el desarme y la

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paz, la colaboración internacional en los dominios de la cultura y de los graves
problemas humanitarios que constituyen el subdesarrollo, el hambre y los
refugiados.

Destacamos también, el interés y la preocupación con que la Santa Sede ha estado


atenta a las cuestiones relacionadas con la familia, justicia y el respeto a los
derechos inalienables de los hombres, como son los Derechos Humano.

Sólo nos resta señalar que "la Iglesia Católica debe estar atenta a los signos de los
tiempos" y tales signos, exigen de ella una participación activa no solamente en las
cuestiones directas y esenciales vinculadas al espíritu y a la fe, sino que en
aquellas otras, ciertamente más contingentes que parecen ser el rasgo distintivo de
nuestros tiempos.

Pues la diplomacia estimula, por lo tanto, la construcción de la casa común. En


perseguir tal objetivo, "la diplomacia es en cierto modo, el arte de la esperanza,
vive de la esperanza y busca discernir aun los signos más débiles.

La diplomacia tiene que dar esperanza". Una esperanza que procede, no de


teorías, sino de la certeza, que nace del hecho de que Dios se ha hecho hombre: la
Esperanza se ha encarnado y "ha venido a vivir en el mundo, en el corazón de la
familia humana".

Bibliografía

 E, Somavilla,
Organización de los Estados Pontificios y estructura de la Santa Sede,
www.revistas.uned.es/index.php/EEII/article/download/19978/pdf.
Año 2017.

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