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Disminuir la brecha digital es posiblemente el mayor desafío que debemos enfrentar como región

en los próximos años, principalmente garantizar un acceso efectivo a Internet de todos los
ciudadanos, en especial aquellos que habitan en una zona rural de baja densidad poblacional, poca
alfabetización digital y áreas geográficas difíciles, creándole a la sociedad oportunidades de acceso
a tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Pero si bien existe claridad y políticas por parte de gobiernos, organizaciones de la sociedad civil y
entidades multilaterales, nos enfrentamos a un gran reto, pues en los esquemas tradicionales de
aprovisionamiento de Internet para zonas rurales, los números no cierran, no solo por el bajo
poder adquisitivo de esta población, sino por las altas inversiones que demandan los diseños de
redes tradicionales y el lento retorno en la inversión.

Algunos gobiernos latinoamericanos han implementado iniciativas para financiar redes troncales
de fibra óptica en regiones apartadas, pero claramente estas iniciativas se han quedado cortas y
no han logrado cumplir con el objetivo, ya que no han garantizado la conectividad final de los
usuarios por falta de proveedores de última milla y esquemas de viabilidad financiera.

¿De qué manera las WISP están logrando disminuir la brecha digital?

El término WISP se refiere a Proveedor de Servicios de Internet Inalámbrico (en inglés, wireless
Internet service provider, abreviado WISP), que prestan servicios de conectividad a Internet
mediante redes inalámbricas, generalmente wifi de tipo focalizado p2p, que, gracias a la
consolidación de estas tecnologías y la reducción en costos del equipamiento, se han masificado y
desplegado como una solución para pequeños proveedores en zonas rurales.

Es por lo anterior, que los operadores de servicios inalámbricos rurales hoy en día son conocidos
como los WISP, dado que brindan internet rural inalámbrico de bajo costo, que gracias a
tecnologías punto a punto y punto-multipunto, han logrado masificar el acceso de los ciudadanos
que habitan las regiones más alejadas del continente. Gracias a esas tecnologías, la tradicional
forma de conectarnos a Internet está cambiando y día a día las WISP ganan mayor porcentaje de
mercado y sin necesidad de instalar un cableado en una zona fuera de las grandes capitales para
prestar un buen servicio.

Los WISP han desarrollado de forma espontánea un modelo exitoso a nivel global, su presencia
está focalizada especialmente en países en vía de desarrollo, tanto en Asia, África como
Sudamérica, convirtiéndose en la fórmula más efectiva (conocida hasta ahora) para la disminución
de la brecha digital, evidenciando más resultados concretos de conectividad, que los planes
gubernamentales y multilaterales, incluyendo la apropiación de las TIC, pues han demostrado ser
capaces de explicar y demostrar en sus comunidades los beneficios que ofrece Internet,
enseñando a sus propios vecinos como aprovechar las herramientas tecnológicas en la vida
cotidiana.

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Para los grandes operadores de telecomunicaciones, especialmente las multinacionales, las zonas
rurales de baja densidad poblacional y alejadas de los centros urbanos no hacen parte de su
modelo de negocio y buscan evitar su presencia en estos lugares apartados, dado que no es
sostenible financieramente. Sin embargo, para los pequeños emprendedores esta situación se
convirtió en una gran oportunidad, pues la mayoría de ellos no puede competir en zonas urbana

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