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OBJETIVO: Concientizar a los papás y padrinos de los compromisos y exigencias que con
los sacramentos (reconciliación y Eucaristía) adquieren, para responder
cristianamente a ellos.
CANTO:
Como ya lo veíamos en el tema anterior; los padres de familia son los primeros y
principales responsables de “formar a sus hijos en la fe y en la práctica de la vida
cristiana, mediante la palabra y el ejemplo” (CDC 774.2), y es tarea de ambos
“alimentar la vida que Dios les ha confiado” (CIC 1251); en este sentido se podría decir
que la celebración de los sacramentos tiene una dimensión marcadamente familiar, y es
que la familia es la comunidad privilegiada para la transmisión y la educación de la fe.
(CT.62)
Los papás deben facilitar el “despertar religioso” de sus hijos, iniciarlos en la oración
personal y comunitaria, educarlos en la conciencia moral, acompañarlos en el
desarrollo del sentido del amor humano, del trabajo, de la convivencia y del compromiso
en el mundo, dentro de una perspectiva cristiana. Los papás, más que transmitir
contenidos, introducen a sus hijos, en un ambiente de vida, propio de una familia
cristiana.
Desde los primeros momentos de la Iglesia, quienes querían recibir los sacramentos de
la iniciación cristiana, después de un exigente catecumenado, tenían que confesar
públicamente su fe en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Esta misma confesión de fe la pide hoy la Iglesia a los padres y padrinos que solicitan los
sacramentos de iniciación cristiana para sus hijos o ahijados. Sería una gran
contradicción que los padres se mostrasen dispuestos a educar a sus hijos en la fe de la
Iglesia, si ellos no están verdaderamente convencidos de la importancia de la fe que han
de transmitirles.
Por esta razón los padrinos tienen un papel muy importante en la recepción de estos
sacramentos, ellos son los representantes de la comunidad cristiana que garantizan,
junto con los papás, la educación e iniciación progresiva del ahijado en la vivencia de la
fe dentro de la comunidad eclesial.
¿Qué es la fe?
La fe es una de las tres virtudes teologales, que recibimos en el sacramento del Bautizo,
por la que el ser humano se entrega libremente a Dios y por ella se esfuerza por conocer
y hacer su voluntad, es un don que da sentido a la vida. La fe es un requisito
fundamental para alcanzar la salvación “Mt 16,16”.
La fe es decir si a las verdades reveladas por Dios, todos los bautizados estamos
llamados a conocerla, confesarla y preservarla.
Conocerla:
Principales verdades de fe, contenidos en el Credo (dogmas).
Lo que es necesario practicar para salvarse: Los mandamientos de la ley de Dios y
de la Iglesia.
Los medios de salvación: Los sacramentos.
Las oraciones fundamentales: Padre nuestro, Ave María.
Confesarla:
Manifestándola con la palabra y los hechos.
Preservarla:
Evitar todo lo que la pueda poner en peligro o debilitarla por ser la fe un don
sobrenatural de inmensa riqueza.
Compartan responsablemente con los papás todos los compromisos y exigencias de los
sacramentos que sus ahijados van a recibir, especialmente, son invitados a
preocuparse y actuar, junto con los papás en la educación cristiana de sus ahijados.
Pueden verse obligados, en ciertos casos, a reemplazar a los papás en esta tarea.
Tristemente, algunos padrinos o madrinas han perdido este sentido tan esencial dentro
de la Iglesia. Con frecuencia notamos que se da más importancia al “compadre” o la
“comadre” por las relaciones sociales, apoyo económico o influencia que al mismo
ahijado en la tarea de educarlo cristianamente.
De ahí que la Iglesia pide ciertas cualidades o características para que alguien pueda
ser invitado de padrino o madrina.
Ser elegido por los papás del niño, a quienes faltando éstos ocupan su lugar.
(CDC 874.1) Por lo tanto el padrino o madrina es responsable de la educación
cristiana de la niña (o).
Debe tener la suficiente madurez para cumplir esta responsabilidad (CDC 874.2)
Ser mayores de edad.
Ser invitado a ser padrino o madrina de alguien, además de ser motivo de alegría
implica cuestionarse la manera de cómo se asume en la vida diaria la fe, ya que el
padrino o la madrina son quienes con el testimonio (manera de vivir) van a guiar a sus
ahijados (as) al encuentro de Jesús (a quien van a empezar a recibir en este sacramento
de la Eucaristía) para fortalecer su fe y su vida cristiana, ayudándoles a ser verdaderos
discípulos y amigos de Jesús, viviendo cada día los valores del Reino de Dios en nuestro
tiempo y lugar.