Vous êtes sur la page 1sur 21

ROL DEL ACOMPAÑANTE

TERAPÉUTICO.
Código: “A”

ROL DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO (AT)

1) BREVE HISTORIA DEL SURGIMIENTO DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO.


DEFINICIÓN DEL ROL ESPECÍFICO DEL AT. FUNCIONES DEL AT. EL ROL DEL
ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO EN LA ESTRATEGIA DE UN TRATAMIENTO. EL
APORTE DEL AT COMO MIEMBRO DEL EQUIPO TERAPÉUTICO. EL ESPACIO DE LA
SUPERVISIÓN.

2) PERFIL, HABILIDADES DEL ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO.

3) ESPECIFICIDAD DEL ENCUADRE DEL ACOMPAÑANTE TERAPEUTICO:


Modalidades y áreas de inserción: en proceso psicodiagnóstico, internaciones,
ambulatorio, internación hospitalaria e internación domiciliaria. Hospital de día.
Hospital de noche.
La demanda en el AT.
Momentos del vínculo en el AT.

4) RELEVANCIA DEL ROL DEL AT EN LA ACTUALIDAD EN ARGENTINA.

1|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

1. ROL Y FUNCIÓN DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO


ROL Y FUNCIÓN DEL ACOMPAÑANTE TERAPÉUTICO

“Me moriré de viejo y no acabaré


de comprender al animal bípedo
que llaman hombre, cada
individuo es una variedad de
su especie.”

Don Quijote de la Mancha

1. BREVE HISTORIA DEL SURGIMIENTO DEL AT. DEFINICIÓN DEL ROL ESPECÍFICO
DEL AT. FUNCIONES DEL AT. EL ROL DEL AT EN LA ESTRATEGIA DE UN
TRATAMIENTO. EL APORTE DEL AT COMO MIEMBRO DEL EQUIPO TERAPÉUTICO.
DIFERENCIACIÓN DEL ROL DEL AT. EL ESPACIO DE LA SUPERVISIÓN.

a) Breve historia del surgimiento del acompañante terapéutico (AT)


En el presente apartado se realizara un recorrido por los principales acontecimientos y
hechos que marcaron el surgimiento de la práctica del acompañamiento terapéutico
(AT). Teniendo en cuenta la relevancia que este rol tiene en la actualidad.
Diversos autores convergen en que el AT surge en la década del 60 en nuestro país, a
partir de dicho momento esta práctica ha tenido un gran desarrollo en Latinoamérica,
principalmente Argentina, Uruguay y Brasil, como así también en países Europeos como
España.
Para conceptualizar el surgimiento de esta práctica nos basaremos en las investigaciones
y artículos escritos por Rossi y Pulice (1994).
Dichos autores señalan que no existen actualmente precisiones sobre el comienzo de
esta práctica en la Argentina, dándose distintas versiones acerca de su surgimiento, de
los motivos y de las conceptualizaciones en las cuales pudo haberse orientado.
Existen versiones que ligan su comienzo estrechamente a la práctica psiquiátrica, pero ha
estado vinculado de una manera muy poco rígida a la psiquiatría tradicional, debido a la
especificidad del rol.
Lo que si podemos señalar, en un principio, es que esta función surge a partir del marco
conceptual y del trabajo terapéutico que produce, a nivel mundial, el desarrollo del
Hospital de Día en Salud Mental. Tal hito puede ubicarse luego de la Segunda Guerra
Mundial, y que en nuestro país tiene un gran auge a partir de la década del 60´. Además,
como marco general del surgimiento del AT, tenemos que agregar la influencia que tuvo
en nuestro país la anti psiquiatría, en distintas corrientes, y la importancia que adquiere
aquí el psicoanálisis para el tratamiento y la teorización del campo psicopatológico.

Según lo planteado por Kuras (2002), se asocia el surgimiento de esta práctica al Dr.
Eduardo Kalina. A finales de la década del 60´ surge un agente dentro de la práctica
clínica psiquiátrica al que Kalina llamaba, en un primer momento, amigo calificado. Poco
tiempo después este primer nombre habría sido sustituido por el de acompañante
terapéutico (a.t.). Ya que este cambio de denominación, implicaba un cambio de rol:
“con esto se acentúa el aspecto terapéutico por sobre la amistad, y se establece un
vinculo con el paciente desde un rol establecido y no desde el rol que el paciente quiera”
(Kuras de Mauer y Resnizky, pág. 110).

2|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Al manifestar la necesidad de trabajar desde un abordaje múltiple, incluye esta función


para la atención de pacientes en crisis, o en casos que presentan una interrupción de
tratamientos, y su fracaso, de manera recurrente. Cabe señalar que a la práctica clínica
que el Dr. Kalina se refería y a la cual se dedicaba en ese momento, era el trabajo con
adolescentes con problema. Por lo tanto el rol del a.t. “no agotaba su campo en las
acciones recíprocas propias de la amistad, sino que se fundaba en la asimetría” (Kuras de
Mauer y Resnizky, pág. 110).

Otra de las versiones que puede ser tenida en cuenta, sitúa los orígenes de esta función
dentro de la clínica psiquiátrica, y de una apertura en el interior de esta. Según el Dr.
Jorge García Badaracco, desde 1960 trabajaba con a.t., siendo Jefe de Servicio del
Hospital Borda. Badaracco manifiesta que “es una técnica usada desde hace muchos años
en países como los EEUU porque no es intrusiva, ni invasiva, y resulta altamente
continente”.

También el Dr. Julio Moizeszowicz, especialista en psicofarmacología, comenzó a trabajar


hacia finales de la década del 70 con este recurso, en paciente severamente perturbados,
para “tratar de encarar su enfermedad en el quehacer cotidiano”, mediante el trabajo
interdisciplinario, en red. Reconoce entre sus precursores a los Dres. Badaracco y Kalina,
y conceptualmente toma el modelo de Comunidad Terapéutica Diurna.

Otra de las explicaciones posibles al surgimiento del a. t. la vincula con profesionales que
trabajaron en esta práctica desde principios de los años 70. Desde esta posición, el a.t.
habría comenzado como una alternativa frente a la internación psiquiátrica. Dicha
posibilidad se les planteaba a algunos terapeutas, en su mayoría psicólogos y
psicoanalistas jóvenes, a los que se les solicitaba - desde algunas familias- un
tratamiento de emergencia, para pacientes en crisis para quienes se quería evitar la
internación psiquiátrica. Recurrían entonces a la utilización del a.t. como recurso que
permitía sostener una internación domiciliaria. Por lo que en ese momento la posición del
a.t.- al ser un rol en construcción- se encontraba bastante indiferenciada a la del
terapeuta.

En el presente Curso se utilizará AT para referirnos a acompañamiento terapéutico y at


para acompañante terapéutico.

También cabe mencionar la experiencia relatada por el Dr. Juan Carlos Stagnaro, quien
manifiesta que como terapeuta necesitaba en ocasiones recurrir a otras personas, debido
a las dificultades que se le presentaban para sostener un tratamiento, y utilizaba para
esto recursos cercanos a la familia, o de la realidad social inmediata. Ligaba al
Acompañamiento terapéutico a un trabajo extra muros, realizando los a.t. actividades
relacionadas con la contención en momentos de crisis, o el uso de tiempo libre, o
actividades de animación grupal o socialización.

A partir de lo mencionado anteriormente, se vislumbra que el trabajo clínico con a.t. fue
respondiendo a diferentes necesidades clínicas, y orientándose de manera diversa. La
complejidad en establecer de manera precisa el surgimiento de esta práctica, se refleja
en las características del rol y de su función, ya que de acuerdo a cada explicación
posible de comienzo del AT se explica y se define de manera diferente el campo de
acción de este agente. Por lo que aparecerán- posteriormente- dificultades al momento
de intentar definir y darle una articulación teórico-clínica precisa a esta función.
Es necesario señalar, además, una serie de elementos que determinaron el desarrollo del
AT, ya que constituyen variables a tener en cuenta al desarrollar su historia en la
Argentina, y al comenzar a configurar su función.
En primer lugar, señalamos la carencia en nuestro país de instituciones intermedias en el
ámbito de la Salud Mental; es decir, instituciones que permitan alojar, contener, y tratar
a pacientes que egresan de una internación psiquiátrica, o aquellos pacientes de menor
3|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

gravedad, que no reúnen los criterios actuales de internación, pero que requieren un
tratamiento especifico, en muchos casos sin apoyo socio-familiar. Por lo que el a.t. fue
solicitado así en muchas ocasiones, para favorecer la inserción social del paciente,
permitiendo suplir en algunos casos falencias institucionales de una contención
adecuada.
Por otro lado, Rossi y Pulice (1994) señalan que si el recurso del AT es utilizado con
precisión, representa costos accesibles para una franja de pacientes a los que les puede
resultar inaccesible el tratamiento en una institución privada adecuada.
Por último, otro elemento de incidencia en relación a este desarrollo fue lo que ocurrió
con el aumento de estudiantes y egresados de la carrera de Psicología a partir del año
1983, ya que se modifico el acceso convirtiéndose en ingreso irrestricto. Los autores
señalan que dicho acontecimiento ha tenido gran incidencia en la expansión de la
práctica del AT, ya que se presento como una posibilidad de salida laboral, permitiendo el
contacto y aproximación a los primeros pacientes.
Los hechos mencionados anteriormente, junto con los primeros intentos en la difusión y
formación del rol del a.t. dieron lugar a una mayor institucionalización del acompañante
como un “agente” más de la Salud Mental.
En diversas oportunidades, se presento el AT, como una alternativa más en el abanico de
ofertas de tratamiento de una institución, sin tener en cuenta la valorización real y clínica
de la incorporación de este agente al equipo de trabajo. Lo que perjudicó a la práctica
misma del acompañante ya que, en ocasiones, no estaba definido el lugar propio del at
en la estrategia de abordaje específico del paciente en cuestión. Por lo que fue
contraproducente para el desarrollo de la práctica y a su vez conllevó una desvalorización
de su eficacia terapéutica, debido a su utilización inadecuada e indiscriminada. Dicha
situación, produjo confusiones con respecto al rol, exigiendo a los acompañantes tareas
que son propias de otros roles: enfermeros, cuidadores, terapeutas, etc.; exponiendo al
a.t. a situaciones de maltrato en esta práctica.
En el recorrido del surgimiento y el posterior desarrollo de la práctica del AT, se fue
consolidando como una oferta válida para:
El terapeuta, como una opción para sostener esquemas de tratamientos
ambulatorios con un paciente en crisis, para la reinserción en la familia luego de una
internación, y que se da con un recurso humano que permite un trato más
personalizado, y acotado a una estrategia
específica, en la medida en que se cuente EL AT ES UNA OFERTA VÁLIDA PARA:
con una formación técnica o profesional.
Para la familia, como otro que acompaña y
El terapeuta.
sostiene a este sistema en la situación de
crisis en la que se encuentran, y que permite
una nueva mirada sobre “el enfermo” La familia.
posibilitando nuevas formas de vinculación.
Para el paciente, como una presencia El paciente.
significativa, estable, que permita alojar su
sufrimiento, que lo acompaña sin juzgar. A
partir de este encuentro con un otro puede
construir un vinculo que favorezca la concreción de los objetivos terapéuticos, como
así también dar lugar a la expresión y reconocimiento de su singularidad,
posibilitando el desarrollo de sus potencialidades desde una mirada que rescate la
persona de posibles “rótulos” que lo “patologizan” aún más.

b) Definición del rol específico del acompañante terapéutico


Luego de haber realizado un recorrido por la historia del surgimiento del AT, se intentará
dar cuenta de las características propias del rol del a.t.
En primer lugar, haciendo referencia a la etimología del término y en segundo lugar,
trazando aquellas características generales que se tienen en cuenta al hablar del rol del
Acompañante Terapéutico.

4|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Cabe aclarar que en el presente apartado se tomarán aspectos generales que, luego, en
cada unidad se profundizarán de acuerdo a las modalidades de intervención del a.t., su
área de inserción, etc.
Ahora bien, ¿qué decimos cuando hablamos de acompañar?, más aún, ¿a qué nos
referimos cuando hablamos de Acompañamiento Terapéutico?.

Para responder dichas preguntas recurriremos a la etimología del término:


La palabra acompañamiento tiene la misma
raíz que la palabra compañero y deriva del latín
“comedere” (comer) y panis (pan) que significa
comer del mismo pan, es decir, compartir.
La palabra terapéutico fue tomada del latín
therapeutica que significa tratados de
medicina. Y esta a su vez fue tomada del griego
therapeutikós que significa el trabajo del
sirviente encargado de cuidar a alguien.
Muchos autores han analizado la práctica del AT
en a partir de su definición etimológica. Podemos
decir, entonces, que el acompañamiento
terapéutico se basa en un compartir con un otro,
en un vinculo que se encuentra escrito dentro
del marco del cuidado, en otras palabras en el
marco de la cura. Entendiendo a esta no como
una meta a alcanzar sino como un camino
posible, un sendero por el cual pueden transitar dos personas a partir de un
encuentro, de un modo de vinculación único y saludable.

Cavanga (1996) define al at como un agente de salud entrenado para realizar,


básicamente, una tarea de contención a pacientes crónicos y agudos, en un nivel
vivencial no interpretativo, y para el cual debe poner el cuerpo y constituir una
presencia receptiva, cálida y confiable. La autora señala que el a.t. trabaja inserto en un
equipo terapéutico interdisciplinario, siguiendo la consigna del terapeuta de cabecera,
o del coordinador del equipo. La importancia de esta característica, ya la señalaban
Susana Mauer y Silvia Resniky (1985):
El acompañamiento Terapéutico, al trabajar en un nivel dramático-vivencial, no
interpretativo, muestra al paciente, in situ, modos diferentes de actuar y reaccionar
frente a las vicisitudes de la vida cotidiana. Esto resulta altamente terapéutico.
Primeramente, porque rompe con los modelos estereotipados de vinculación que lo
llevaron a la enfermedad. En segundo lugar, porque ayuda al paciente a aprender, a
esperar y a postergar. Y, finalmente, porque le ofrece la posibilidad de adquirir, por
identificación, mecanismos de defensa más adaptables. (pág 40)

Al decir que el a.t. trabaja en un nivel vivencial, se hace referencia al espacio de la


cotidianeidad del paciente en el cual se inserta y desarrolla su función. Este enfoque de
mínima distancia y gran disponibilidad afectiva favorece una mayor eficiencia
terapéutica.
En el apartado anterior hemos observado cómo se fue gestando el rol a partir de la
necesidad de contar con más posibilidades para tratar pacientes de difícil abordaje y
debido, en parte, a la insuficiencia de los tratamientos convencionales. Hoy la perspectiva
laboral para el AT amplía el abanico de posibilidades, y es llamado para acompañar
situaciones que presentan dificultades de mayor o menor complejidad.
En la actualidad, el acompañamiento terapéutico constituye un rol de múltiples
funciones, compartir, escuchar, observar, ayudar a hacer cosas, frenar impulsos,
contener, estimular pero no interpretar; son las funciones en las que diversos autores
convergen.

5|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Es importante destacar que el a.t. es un agente de salud capacitado para sostener,


cuidar, aliviar y compartir las ansiedades, angustias y desequilibrios de enfermos con
perturbaciones emocionales que se encuentran en crisis y se ven imposibilitados para
generar respuestas adaptativas antes situaciones internas y externas que se presentan
en la vida de la persona.
Un aspecto fundamental se desprende de lo anteriormente señalado, a saber qué: la
relación entre acompañado y a acompañante no es una relación simétrica, de
igualdad ni de amistad. “Sino que el acompañante se inserta en una estrategia, una
estrategia dirigida a una cura y esto es lo que lo diferencia de una situación no
terapéutica en la que solo se comparte algo con el otro” (Cavagna, 2008, pág. 2 ). Este
aspecto es esencial al momento de definir qué es el Acompañamiento Terapéutico
A partir de lo desarrollado, surge entonces la pregunta: ¿qué es entonces lo distintivo del
Acompañamiento Terapéutico? ¿Cuál es su principal herramienta de trabajo?
La respuesta es simple, y a la vez compleja: lo característico del rol del
acompañante terapéutico está dado en el vínculo…
Dicho aspecto particular del rol del AT se desprende del origen mismo del término,
mencionado anteriormente.
En este “compartir“ tan singular, se producen
modificaciones, cambios que son posibles en ROL
tanto y en cuanto se produzca un encuentro, un
vínculo. Vinculo que se posibilita a partir del El acompañante
reconocimiento de un otro, un otro terapéutico es un agente
significativo con el cual puedo construir, armar, de salud capacitado que
desarmar, y volver a armar ese camino de a dos trabaja dentro de un
que solo puede desplegarse a partir de una equipo multidisciplinario.
presencia comprometida. Y es allí donde emerge
el sentido de lo terapéutico, en relación a la
posibilidad de que este vínculo se encuentre
escrito dentro del marco del cuidado, del cuidado
por el otro, del cuidado de sus deseos, intereses, de su sufrimiento. Por lo que, en este
caso, lo terapéutico está inscripto en el vínculo.
Durante medio siglo, la psiquiatría ha tratado de interpretar la mente humana como un
simple mecanismo, y en consecuencia, la terapia de la enfermedad mental como una
simple técnica. En algunos sectores esta situación ha ido abriendo caminos distintos y ha
dado lugar, a poder vislumbrar en el horizonte destellos de humanización. Es allí donde
el rol del AT encuentra tierra fértil para poder desplegarse. A partir de una concepción
psiquiátrica dinámica opuesta a los planteos que excluyen al enfermo mental aislándolo
de su familia, de su entorno, de la comunidad. Por lo que el a.t. como agente auxiliar
de salud comienza a escribir la historia en la corriente que buscar restituir la posibilidad
de dialogo a partir de un encuentro.
Es justamente este vinculo con el otro, el objetivo y a su vez el medio, el instrumento en
el que radica la eficacia del acompañamiento terapéutico. En tanto se construye un
vínculo, una relación estable, donde la presencia de la contención es insustituible. En el
intento de la consolidación de esta relación es donde se evidencia la necesidad de una
postura ética.
Retomando el campo del acompañamiento terapéutico se advierte que en el centro
mismo de su devenir se encuentra la posibilidad de crear un nuevo ritmo de a dos, con
dos, en un solo espacio, no solo físico sino subjetivo, en donde ambos desplieguen las
alas de la creatividad y puedan reconocerse como semejantes, y diferentes a la vez,
respetándose y acompañándose en sus tiempos. Es decir, otro humano que no me es
indiferente, sino que su presencia, así como la mía transforma, libera, tensiona, alivia.
Dejar a un lado su propia subjetividad (entendiendo por ella los propios deseos,
intereses, juicios, etc.) y prepara el terreno para que pueda florecer la subjetividad de
ese otro, y poder juntos cuidarla a partir de la presencia estable, atenta, activa,
disponible, significativa. En esto radica la eficacia del acompañante terapéutico.

6|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

c) Funciones del at
Anteriormente se ha hecho referencia a que el rol del a.t. es un rol de múltiples
funciones. Dichas funciones se relacionan con la posibilidad- que brinda el
acompañamiento terapéutico- de pensar y diseñar la estrategia de tratamiento en
función a la singularidad del paciente. Por lo que, las funciones que desarrolla el at
dependen- en gran parte-de los objetivos
particulares que se planteen en el caso
concreto.
Sin embargo, algunos autores plantean
ciertas funciones “generales” del rol del
acompañante, que se presentan sintetizadas
a los fines didácticos.
Según Kuras de Mauer y Resnizky (2003),
pioneras en la práctica del Acompañamiento
Terapéutico, el a.t. tiene las siguientes
funciones:

Contener al paciente: La contención es fundamental y constituye la primera


función del Acompañante Terapéutico,
cualquiera sea el momento del proceso en
que se hallen los pacientes. El
Acompañante Terapéutico se ofrece como
sostén, auxiliando al paciente en su
imposibilidad de delimitarse a si mismo.
Acompaña y ampara al paciente en su
desvalimiento, su angustia, sus miedos, su
desesperanza, e incluso en aquellos
momentos de mayor equilibrio.

Ofrecerse como referente: El


Acompañante Terapéutico es para su
paciente un "referente”, incluyéndose
como tercero. Cuando hablamos de
"terceridad”, lo hacemos aludiendo a un posicionamiento del Acompañante
Terapéutico que opera en el vínculo a la manera de organizador psíquico que lo
ayuda a regularse.

Ayudar a "reinvestir”: En virtud del grado de vulnerabilidad del Yo en las psicosis,


el Acompañante Terapéutico se ofrece a la manera de un "organizador psíquico”
capaz de intervenir operativamente y decidir por el paciente en aquellos ordenes
donde éste no es aun capaz de hacerlo por si mismo. Asume por momentos
funciones que "el Yo del paciente”, por estar comprometido y debilitado por la
enfermedad, no puede desarrollar.

Registrar y ayudar a desplegar la capacidad creativa del paciente: La


canalización de las inquietudes del paciente cumple un doble objetivo: sirve para
liberar la capacidad creativa inhibida y tiende a la estructuración de la personalidad
alrededor de un eje organizador. Al proponer y ayudar a investir tareas acordes con
los intereses del paciente, se lo ayuda a reencontrarse con la realidad y se promueve
y refuerza en él la noción de proceso, opuesta a la concepción mágica del tiempo y el
espacio, cuyo rasgo distintivo es la dilución en la inmediatez y la negación de lo
procesual.

Aportar una mirada ampliada del mundo objetivo del


paciente: El Acompañante Terapéutico dispondrá de información ampliada sobre su
modo de discurrir en ámbitos diversos, sobre los vínculos que mantiene con los
miembros de la familia, el tipo de personas con las que prefiere relacionarse, las
7|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

emociones que lo dominan. Registrará


también conductas llamativas de la vida
diaria en relación a la alimentación, el
sueño, higiene personal, todo
ello contribuirá a una mejor evaluación de
las alternativas a la hora de trazar una
estrategia clínica.

Habilitar un espacio para pensar: El


acompañante se incluye entre las
actividades terapéuticas del paciente y lo
hace con disposición dialógica. No formula
interpretaciones de formaciones del inconsciente de su paciente. Pero, en muchos
sentidos, resulta ser “su intérprete”. El espacio discursivo que se habilita en el
vínculo, ensancha las fronteras del intercambio comunicativo del paciente. Se
legitima así un ámbito más de procesamiento y metabolización.

Orientar en el espacio social: el paciente perturbado psíquicamente se encuentra


perdido en un espacio social que no domina. Sufre una importante desconexión del
mundo que lo rodea. En la medida en que el tratamiento lo permita, el acompañante
tendrá por función paliar esta distancia facilitándole el encuentro, en forma paulatina
y dosificada, con algo de lo que perdió.

Intervenir en la trama familiar: el acompañante terapéutico puede contribuir,


además, a descomprimir y amortiguar ciertas interferencias en las relaciones del
paciente con su familia. (Pág. 31)

Cabe señalar, que en la actualidad dichas funciones se consideran de manera más flexible ,
con respecto a cada caso en particular, de ningún modo se consideran como
compartimentos estancos desde los cuales se reduce la práctica del a.t. Por el contrario, se
piensan en las mismas como criterios, aspectos generales a tener en cuenta, delimitando
también otras funciones en relación al paciente en cuestión, etc.

Asimismo, la flexibilidad de dichas funciones está dada también por el contexto en el cual se
desarrolla –por lo general- la práctica del Acompañamiento Terapéutico, ya que se llevan a
cabo en espacios cotidianos del paciente, dependiendo del caso: su hogar, un bar, el club.
Espacios que le son propios al habitar en ellos. Tal aspecto es característico del rol del a.t. y
es lo que algunos autores denominan: que el at se entrama en la tela de la vida cotidiana
del acompañado, y sin embargo no es parte de ella.

A partir de lo expuesto en relación a las funciones es que se hace imprescindible una


mención a la posición ética del a.t., ya que no podemos quedarnos solo en la función,
debemos pensar al acompañante como persona. Si solo tenemos en cuenta su función
caeríamos en un reduccionismo del cual sería difícil despegarse. Es decir, si hablamos de
reconocer a un otro significativo debemos partir de un punto nodal, en otras palabras,
debemos reconocernos nosotros a.t. como personas distintas, diferentes, significativas para
otros, con potencialidades propias para poder así reconocer a otro humano. Y al
reconocerme a mí como un ser creativo, el otro-paciente -se reconoce como tal y es posible
que dé respuestas únicas, originales, propias, aspecto que puede manifestarse en el devenir
del AT. Ya que el espacio del acompañamiento, se presenta como un espacio propicio para
desplegar las capacidades creativas prestando especial atención y ayudando a vislumbrar
las potencialidades del paciente.

Aquí radica la importancia de una postura ética al respecto. Aspecto que se desarrollará en
otra unidad del presente curso.

8|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

d) El rol del at en la estrategia de un tratamiento


Para entender este apartado tomaremos
los aportes de Rossi y Pulice (1994)
que plantean que la función del
acompañante terapéutico en un
tratamiento no puede definirse a priori,
es decir, dar una definición
generalizada. Los autores plantean, que
no se puede ubicar la función del
acompañante terapéutico y tratar de
definirla en forma aislada, sin relación a
una práctica, a un encuadre, a la
dirección de un tratamiento, como algo
generalizable y estereotipado. La
función del a.t. sólo puede definirse en
relación a la estrategia de un tratamiento, y se irá precisando, delineando, en relación a
éste y a las particularidades de cada caso.
La forma de pensar la estrategia para un caso debería ser en función de la singularidad
de un sujeto, sino que se irá delineando en relación al despliegue de su problemática
subjetiva. Es dentro de esta línea que se piensa la práctica clínica del acompañante
terapéutico.

e) El aporte del at como miembro del equipo terapéutico


La existencia de un acompañante terapéutico presupone la
existencia del equipo terapéutico, es su ámbito natural de
trabajo. El trabajo en equipo es esencial al rol del a.t., ya que
se considera un rol auxiliar.
Algunos autores acuerdan en que la implementación del at
como miembro del equipo terapéutico, puede responder a dos
necesidades:
Por un lado a una necesidad concreta del terapeuta, de
poder trascender los límites del consultorio;
Por otro lado, se conjuga con una necesidad del paciente y
su familia, que demandan una atención específica en
aquellos casos que se sienten imposibilitados de responder
ellos mismos.
Se considera el trabajo en equipo como único camino posible
para sostener la eficacia de la función del at.
Actualmente, se encuentran nuevas referencias con respecto
al trabajo y relación con distintas profesiones en el tratamiento de pacientes. Algunos
optan por posicionarse desde lo que hoy se conoce como “transdisciplina”, enfatizando en
la necesidad de las diferentes miradas de cada disciplina del mismo sujeto. No es motivo
del presente curso adentrarnos en dicho debate, nos referiremos a consideraciones
generales del trabajo en equipo, entendiendo a éste como el esfuerzo de cada profesional
interviniente de poner su disciplina al servicio del paciente, a partir de un intercambio y
comunicación en relación a criterios comunes y compartidos.
En el ámbito del AT, al hablar de trabajo en equipo se hace referencia a dos aspectos
importantes:
En primer lugar, hace referencia a que el a.t. se incorpora en un equipo
multidisciplinario. El cual está dirigido por un profesional a cargo del tratamiento,
generalmente un psiquiatra o un psicólogo, quien conduce y guía.
En segundo lugar, el espacio de la supervisión del trabajo en equipo de los
acompañantes y la coordinación del mismo con los otros.
En relación al primer aspecto, es la reunión de equipo el lugar propicio en el cual se
planifica la estrategia del tratamiento y del acompañamiento en un trabajo conjunto con
objetivos unificados.
9|Página
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Cada profesional desde su área de trabajo puede manifestar lo observado, etc., para que
allí pueda circular y ser trabajado en función del paciente.
Es importante realizar reuniones de equipo periódicamente porque esto permite
reconocer los logros y las limitaciones con las cuales se enfrentan cada uno de los
profesionales en relación al paciente. Como así también la elaboración de un pronóstico
más ajustado a la realidad y la consecuente planificación de objetivos. La importancia de
dichas reuniones radica en la posibilidad de revisar sistemáticamente la estrategia
elegida para el tratamiento y ofrece la oportunidad de ir realizando las modificaciones
necesarias. La comunicación permanente en el equipo es fundamental para no dar lugar
a fracturas frente al paciente, y poder resistir como una unidad.
Los datos que puede aportar el acompañante en dichas reuniones son muy importantes
ya que es quien se encuentra en contacto con la cotidianidad del paciente, su casa, la
dinámica familiar, etc.
Tal como plantean Dragotto y Frank (2008):
La inclusión de un a.t. cobra un sentido no solo a partir de la necesidad o al pedido que
formule el paciente y/o su familia, sino fundamentalmente a partir del lugar que le hace
el terapeuta que conduce el tratamiento. La inserción del a.t. siempre tiene un “para
que” implícito aún cuando éste no siempre pueda formularse en términos de objetivos; y
ese para qué no se basa en el sentido común sino en una estrategia terapéutica basada
en la evaluación y comprensión que el equipo terapéutico tiene de la problemática del
paciente y de sus síntomas de acuerdo con su marco teórico de referencia (Pág. 2).
El segundo aspecto al que se hace referencia cuando hablamos de trabajo en equipo, es
el espacio de supervisión que todo acompañante debe tener. Entendiendo al mismo
como el espacio en el cual el acompañante puede plantear sus dudas e inquietudes con
respecto al devenir del acompañamiento en el que está trabajando. Se retomará dicho
aspecto posteriormente.

f) Diferenciación del rol del at


Tal como lo plantea Rossi (2007) el rol del
Acompañante terapéutico ha sufrido desde
sus comienzos muchas dificultades en
relación a su especificidad en la práctica
diaria ya que, en ocasiones, se ha
confundido su función.
Cabe destacar que al a.t. no es ni
psicoterapeuta, ni analista, ni maestra
integradora, ni trabajador social, ni
enfermero, ni cuidador, ni guardia, ni
amigo, ni familiar. En palabras de Rossi
(2007) “aunque a veces tendrá cierto “semblante” que lo acerque a estos lugares,
aunque sea ubicado por el paciente allí, paradójicamente serán estos roles de los cuales
tendrá que diferenciarse en mayor o menor medida de acuerdo a la particularidad del
caso, con su libertad y sus restricciones a cuestas: ahí está la estrategia en al cual se
plantea ese acompañamiento terapéutico” (Pág. 43).
La función del a.t. se va delimitando a partir de la estrategia específica de un
tratamiento y de la singularidad del caso.
Por lo que podemos definir al a.t. como un agente auxiliar que se integra a la tarea del
equipo terapéutico, y que interviene en la cotidianeidad del paciente, a partir de
objetivos previamente pautado por el profesional que dirige el tratamiento. Es a partir
de esto que cobra sentido la connotación de “terapéutico”.
El rol del a.t. debe ser explicitado y aclarado tanto al paciente, como a la familia, al resto
del equipo terapéutico, como también así a todas las personas con las que tendrá que
interactuar, para evitar posibles confusiones con otros roles y funciones. Por ejemplo si
realizamos un acompañamiento escolar, debemos aclarar la especificad del rol, a los
directivos, la maestra de grado y al acompañado-familia.

10 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

g) El espacio de la supervisión
A partir de lo mencionado anteriormente es que comienza a surgir la necesidad de
clarificar algunos aspectos en relación al lugar que tiene el espacio de supervisión en
la práctica cotidiana del acompañamiento terapéutico. Nos preguntamos entonces, ¿en
qué consiste dicho espacio?, ¿cuál es su función?, ¿quiénes participan del mismo?
En relación a las dos primeras preguntas, el Dr. en Psicología, Duarte Barretto (2005),
nos ilumina al respecto:
El AT, aparentemente ofrece un límite muy tenue entre trabajo y recreación. Las
fronteras parecen ser inexistente.s Al comienzo de mi experiencia como acompañante,
sentía que estas separaciones no existían, lo que a pesar de permitirme hacer “un viaje”,
también generaba en mí su monto de angustia.
De esa forma, son incontables las situaciones y momentos en que surgió la duda: ¿será
que estoy trabajando?, ¿será que eso es un trabajo serio? ¿Ésta es mi propia locura
apoderándose de todo o estoy pudiendo lidiar con ella y la del otro? (Pág.34).

Tal es la complejidad del encuentro con otro en el ámbito de lo terapéutico, que la tarea
de supervisión permite en primer lugar, trabajar las dificultades que plantea la
multiplicidad de variables en juego y el modo en que se despliega la transferencia en
nuestros pacientes, como así también los aspectos contra transferenciales, es decir todo
aquello que el acompañado despierta en el acompañante.
Además en este espacio se integran las diferentes transferencias que se juegan con cada
uno de los acompañantes.
Por lo tanto, la supervisión del a.t. será ese espacio donde podrá volcar sus dudas en
cuanto a lo clínico y a su posicionamiento respecto de aquello con lo que interviene. De
algún modo, el espacio de supervisión se constituye como un espacio que acompaña al
acompañante.
Por lo general, dicho espacio es guiado por el Coordinador del acompañamiento, un
psicólogo o acompañante de mayor experiencia que puede ir ayudando a vislumbrar las
dificultades propias del rol.
Dicho espacio puede adoptar distintas características, dependiendo de la modalidad del
acompañamiento, y de la
institución en la cual el
acompañante se encuentre
trabajando. Puede constituirse
como un espacio de
supervisión individual o
grupal. Entendiendo por
individual, al espacio
constituido por el
acompañante y el supervisor;
grupal, al espacio en el cual
participan distintos
acompañantes y un
supervisor.
Los criterios de dichas elecciones son diversos, como así también las técnicas empleadas,
pueden relacionarse a la temática abordada como así también al posicionamiento teórico
y ético desde el cual se trabaje, etc.
La función fundamental del espacio de supervisión es poder ampliar la mirada, debido –
en parte-a la cercanía del rol, por lo que se precisa contar con un espacio que actué
como intermediario entre el impacto de lo cotidiano y el rol terapéutico en dicha trama.
Asimismo, el espacio de supervisión actúa de sostén para el acompañante, permitiéndole
poder plantear sus experiencias, dudas, temores en relación a su acompañado, y al
mismo tiempo poder compartir con otros a.t. las dificultades, alcances y limitaciones
propias del rol.
El espacio de supervisión constituye un elemento fundamental en la tríada de la práctica
del AT: formación-supervisión-espacio personal; éste último no necesariamente

11 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

terapéutico, sino un espacio en el cual el at pueda elaborar sus propias angustias,


frustraciones, miedos, etc.
Todo acompañante terapéutico debería contar con un espacio de supervisión en el
desarrollo de su práctica.

2. PERFIL, HABILIDADES Y CARACTERÍSTICAS DEL AT.


Al comienzo de la unidad se ha desarrollado la historia, el rol y las funciones del
acompañante. Asimismo, el lugar del at en el equipo terapéutico focalizando su importancia
en el intercambio con otros profesionales como así también en su cuidado en el espacio de
supervisión.
Ahora bien, ¿cuál es el perfil de debería tener un a.t.? Hay diversas posturas al respecto.
Tomaremos en cuenta los aportes de Cavagna (1996), quien a partir de su experiencia en el
trabajo con los a.t. plantea ciertas condiciones personales para ser un acompañante
terapéutico. Entre las que cita las siguientes:

Actitud disposicional, que va favorecer la PERFIL DEL AT


escucha, la observación y el carácter vivencial de Actitud disposicional.
la tarea. Receptividad y Contención.
Receptividad y contención. Empatía.
Empatía. Sentido común.
Capacidad lúdica. Capacidades diversas en el
Poder poner el cuerpo y ser presencia. ámbito lúdico como de
Perseverancia. relación.
Sentido común. Respeto, responsabilidad.
Control de los impulsos.
Poder poner límites, firmes no rígidos.
Capacidad de maternaje.
Capacidad para identificarse con el otro, a la vez que una disociación instrumental para
observar y evaluar la interacción.
Respeto y responsabilidad.
Flexibilidad (Pág. 4).

Cabe destacar que se realiza una enumeración de dichas características a modo de


presentarlas con fines didácticos. Las mismas se irán vislumbrando en el desarrollo de las
clases de este curso, a partir de los casos presentados y de las temáticas abordadas.
Por lo desarrollado en la unidad, podríamos destacar entre las características, la capacidad
de trabajo en equipo interdisciplinario. De algún modo, dicha capacidad posibilita las distintas
funciones del rol del at, al mismo tiempo que es su fundamento, ya que el rol del at es un rol
auxiliar.

3. ESPECIFICIDAD DEL ENCUADRE DEL AT:


a) Modalidades y áreas de inserción
Antes de adentrarnos en las modalidades,resulta importante definir el concepto de
Encuadre en AT, ya que es un concepto de gran utilidad en esta práctica.
En primer lugar, es un concepto tomado desde el psicoanalisis y en el AT funciona como
brújula, como sostén de la estrategia de trabajo.
El Diccionario de la Real Academia Española se define al verbo encuadrar con los
siguientes significados: “encerrar en un marco o cuadro. Encajar, ajustar una cosa dentro
de otra. Encerrar o incluir dentro de si una cosa;bordearla, determinar sus limites.”
En Psicología el “encuadre”, hace referencia a los siguientes elementos: definición del rol,
espacio,horarios,honorarios,etc.
Veamos ahora las particularidades en el ámbito del AT :
El rol del a.t.: debe ser definido y pautado en su especificidad al paciente, a su
familia y a todas las personas que integran la estrategia de intervención (maestras,
médicos, autoridades escolares, etc.). Este rol debe ser aclarado y diferenciado de
otras funciones, para evitar confusiones.
12 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Espacio: en el AT el espacio se debe fijar en cada caso cual será el lugar de


encuentro donde vayamos a trabajar. En algunos acompañamientos terapéuticos el
espacio de trabajo será el hogar del paciente, en otros un bar, un club, una clínica si
el paciente se encuentra internado, etc.
Horarios: se refiere a la frecuencia y duración de los encuentros, es decir que día y
a qué hora se realizaran los encuentros. El cumplimiento del horario es muy
importante para el devenir del AT. En el caso que intervenga la familia, esta también
debe estar informada de cuáles serán los días y horarios de acompañamiento. En
caso de que el a.t. decida realizar algún cambio en esta variable debe ser informado
al paciente con anticipación y si fuese un niño o alguien que no puede manejarse
solo, debe informarse al padre o tutor.
Honorarios: en esta variable nos referimos a cuanto se paga por el
acompañamiento, a quien y cuando se hará.
Es muy importante aclarar este punto desde ENCUADRE
el inicio del AT, definir cuál será el valor de Definición de rol.
la hora o jornada de trabajo. Como así
también quien será el responsable de Espacios.
realizar el pago, en algunos casos es la
familia, en otras el mismo paciente quien Horarios.
cumple esta función. Y por ultimo hay que
aclarar la frecuencia del pago y a quien se le Honorarios.
va a pagar, ya que algunas veces se abona
al terapeuta, en otros casos al coordinador
de a.t. o al mismo a.t.
En el caso de salidas o paseos debe pautarse previamente quien absorberá los
gastos, ya que algunas veces el a.t. es quien abona o es el mismo paciente , por lo
general los gastos corren por cuenta del paciente.
Es muy importante aclarar todo lo relativo a las interrupciones regladas, es decir,
vacaciones, a imprevistos, modalidad a tomar frente a las llegadas tardes, ausencias
del paciente, etc. Esto debe fijarse con el paciente y debe sostenerse en el tiempo
(Frank 2008).
Todo lo referido al Encuadre es pautado a través de un contrato, en el cual están
presentes todas las variables mencionadas anteriormente, luego de haber sido acordadas
y consensuadas con el paciente. Y con la familia también, en caso de ser necesario.
La importancia de explicitar el encuadre radica en que, en ocasiones, es lo que ayuda a
sostener la tarea, sin perder de vista que se trata de un trabajo.

Modalidades
Según lo planteado por Dragotto y Frank (2008)
el acompañamiento al abordar la singularidad de
cada caso y la necesidad de cada momento va
adoptando diferentes modalidades de acuerdo a
los contextos en las que interviene. Se pueden
nombrar las siguientes modalidades:
Institucionales: el a.t. se inserta en una
institución acorde a una estrategia de un
equipo, es el caso de escuelas, hospitales,
psiquiátricos, geriátricos, hospitales de día, etc. Allí pueden insertarse con el fin de
acompañar un sujeto a partir de la demanda del equipo sosteniendo una estrategia
desde la particularidad del caso, llamaremos a esto acompañamientos individuales.
Dentro de las instituciones también se implementan estrategias grupales de
acompañamiento, uno o dos acompañantes contienen, coordinan, advierten el
advenimiento de la subjetividad individual en un contexto grupal; en talleres de
reinserción social, laboral, comunidades terapéuticas, hospital de día, etc.
Acompañamientos Ambulatorios: en este caso el acompañamiento se desarrolla
fuera de la institución. Desde el abordaje terapéutico institucional o de un consultorio
privado el equipo sostiene un abordaje en la cotidianeidad del sujeto. En estos casos
13 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

será aun más importante la claridad en el encuadre y contrato de trabajo. El a.t.


coordinara la frecuencia, lugar, horas de acompañamiento según la estrategia
planteada por el equipo.
En un acompañamiento puede intervenir un acompañante o varios acompañantes de
acuerdo a la posibilidad vincular y de conexión como de la cantidad de horas a cubrir
con el acompañamiento. Cuando la estrategia incluye varios a.t. es recomendable
que se incorpore un coordinador que junto al terapeuta o miembro a cargo del
equipo tendrán todos los recaudos a la hora de implementar la estrategia.
Internaciones domiciliarias: en caso
de ser necesarias se cubren todas las
horas del día con un grupo rotativo de
acompañantes, en este caso es de
fundamental importancia evaluar bien la
implementación por su alto costo, no solo
económico, sino de desgaste del equipo.
Se arman turnos rotativos de a.t.s que
abarcan las 24 hs del día, o las horas
diurnas o las horas nocturnas, según la
estrategia planteada. En estos casos es
importante contar con la presencia de un
coordinador del equipo de a.t. Cabe
agregar que esta estrategia solo se
utiliza ante casos de alto riesgo de auto o
heteroagresión, algunas desintoxicaciones u otras crisis, cuando se descarta una
internación por diversos motivos, o como primer paso posterior a una internación
institucional (Pág. 6).

Áreas de inserción
Si bien el AT surgió en un primer momento para abordar aquellos pacientes con
patologías severas que presentaban un desafío para el terapeuta, como psicosis,
adicciones, etc., con el pasar del tiempo ha ido ampliando su campo de abordaje a muy
diversas patologías y diferentes contextos, sin perder la especificidad y singularidad de
rol.
Sin embargo, a medida que el campo de acción se va ampliando, nos vemos obligados a
pensar y formular las especificidades teóricas y técnicas para cada una de estas áreas.
Hoy en día podemos distinguir las siguientes áreas de inserción:
ADICCIONES
BULIMIA Y ANOREXIA
DEPRESIONES Y TRASTORNOS DEL ESTADO DE ANIMO
FOBIAS Y ATAQUES DE PANICO
PACIENTES CON RIESGO SUICIDA
PSICOSIS
RETRASO O DISCAPACIDAD MENTAL
AREAS DE INSERCIÓN
AUTISMO Y TRASTORNOS GRAVES
INFANTO-JUVENILES El campo de acción
comprende diversas
NIÑOS CON DIFICULTADES DE
patologías y
INTEGRACIÓN ESCOLAR
diferentes contextos
PATOLOGIAS GENÉTICO/NEUROLÓGICAS
donde el AT
EN ADULTOS Y EN NIÑOS
desempeña su rol
PACIENTES CON CUIDADOS PALIATIVOS
criteriosamente.
TERCERA EDAD

14 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

b) La demanda en el AT
¿A qué nos referimos al hablar de demanda en el AT? ¿Por qué es importante su
análisis?
Al hablar de demanda incluimos lo que se llama el “pedido” del acompañamiento
terapéutico. El mismo se considera a partir del llamado telefónico, que puede realizar un
profesional, la familia del paciente o el paciente mismo.
Es fundamental poder desgregar los distintos elementos que conforman el pedido del at.
Es decir, considerar la urgencia y gravedad del caso, el contexto en el que está inmerso,
quién realiza el pedido, el modo en que lo hace, las expectativas con respecto a la
función del acompañante allí, etc.
Al esclarecer dichos aspectos, se “limpia” el terreno en el cual posiblemente se
intervendrá .La tarea del análisis de la demanda es primordial, ya que, en cierto modo
podrá marcar el devenir de ese acompañamiento en particular.
El acompañamiento terapéutico puede ser indicado por un psicólogo, psiquiatra o
psicoanalista, además puede ser solicitado por equipos interdisciplinarios en Salud,
Educación Especial y Discapacidad.
También puede ser solicitado directamente por la familia de un paciente. En estos casos,
si no cuenta con un profesional a cargo, se evalúa la pertinencia de indicación de una
asistencia terapéutica específica.

c) Momentos del vínculo en el AT


Hemos destacado que lo primordial en el AT es lo vincular. Kuras de Mauer y Resnizky
(2003) plantean que en el vínculo acompañante terapéutico-acompañado se pueden
distinguir los siguientes momentos:
Primer momento: Inicio de la
Relación
Las actitudes dominantes, al
comienzo de la relación del paciente
con su acompañante, pueden ser de
sospecha y desconfianza o de
transferencia masiva, abrupta y
prematura.
Cuando el sentimiento
predominante es el primero – es decir, el malestar, sospecha y desconfianza, se
evidencia un marcado predominio de ansiedades persecutorias que generan
conductas tendientes a acentuar la distancia y a poner freno a todo lo que pueda
propiciar un proceso de integración y colaboración con el tratamiento.
Cuando predomina la transferencia masiva abrupta se produce una relación con
características casi simbióticas, donde predomina una marcada idealización de la
persona acompañante.

Segundo Momento: Mayor


aceptación del vinculo
Luego de un tiempo de
reconocimiento y mutuo ajuste, la
relación acompañante-paciente
comienza a hacerse más accesible
para ambos.
La empatía y el sentido común del
acompañante se hacen aquí
necesarios para desplegar las
distintas maniobras terapéuticas
fijadas en la estrategia de abordaje que el equipo establezca.

15 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

En esta etapa, las actividades ya pueden planificarse junto con el paciente, siempre
que éste manifieste una actitud de mayor compromiso con el tratamiento.
A medida que a.t. desarrolla su tarea, el paciente va comprendiendo los roles que
aquel cumple dentro del equipo.

Tercer momento: Consolidación


del Vinculo
Es difícil hacer una división en
etapas de la evolución de una
relación que es afectiva y, a la vez,
terapéutica. Pero aludiendo a un
periodo de consolidación del
vínculo nos referimos al momento
del proceso en que el paciente y su
a.t. comparten algo más que un
contrato de trabajo con objetivos a cumplir. La frecuencia del vinculo y las
características de esta convivencia gestan relaciones de alto compromiso reciproco.
Este hecho suele promover tanto en el a.t. como en el paciente constantes
replanteos respecto del significado de sus roles.
Cuarto momento: Finalización
del Acompañamiento
Podemos distinguir dos
modalidades en el cierre de un
proceso de acompañamiento. La
primera es aquella que
desearíamos de antemano: una
separación planificada, gradual,
respetuosa del tiempo del paciente
y elaboradora del duelo por la
despedida.
La otra modalidad son las separaciones abruptas, en aquellas situaciones donde el
paciente es “arrancado” del tratamiento, sin un espacio ni tiempo siquiera para
explicitar las sensaciones que despertaba en él dicha interrupción (Pág. 34)

En el transitar del presente Curso, iremos vislumbrando la necesidad de tener en cuenta


dichos momentos en lo que se refiere al vínculo, ya que dicha claridad ayuda a sostener
la tarea y función técnica. Al mismo tiempo que posibilita una definición del rol que se
aleje de crear dependencias difíciles de manejar tanto para el acompañado como para el
acompañante. Entendiendo que el rol del a.t. se utiliza como una herramienta en un
momento y contexto determinado, con ciertos objetivos y funciones, que una vez
alcanzados se hacen necesarias otras intervenciones tendientes a la autonomía e
independencia del acompañado.

4. RELEVANCIA DEL ROL DEL AT EN LA ACTUALIDAD EN ARGENTINA.


En la actualidad el rol del at tiene un mayor reconocimiento. Graciela Bustos (2011) se refiere
a dicho proceso haciendo hincapié en que la capacitación que reciben actualmente les
permite integrar equipos de atención domiciliaria, acompañamiento en la internación y en
domicilio de los pacientes, contener a los sujetos en momentos de crisis dentro y fuera de la
institución; así como también sumarse a las tareas de Promoción de Salud. Los A. T. se
integran a los equipos de salud realizando un verdadero trabajo interdisciplinario,
dinamizando la tarea, realizando intervenciones en el ámbito familiar y comunitario que
permite ampliar las redes de contención de los personas con problemas de Salud Mental.
(pág 55)
Asimismo, la autora señala los efectos y aportes de este recurso terapéutico:

(…) permite abreviar los tiempos de la internación, fortalecer los vínculos con la
familia y la comunidad, favorece la reinserción social del paciente; bajo la dirección de un
16 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

director de tratamiento o de un coordinador de equipo experimentado, la tarea que realiza


es sumamente valiosa para lograr revincular a las personas con su entorno de una manera
más saludable y respetando la singularidad de la persona y atendiendo a su proceso de
subjetivación.
Es una nueva estrategia de tratamiento que implica abordar un territorio nuevo en el campo
de la clínica que es trabajar en el domicilio del paciente, acompañándolo en su cotidianeidad,
esto obliga a repensar el encuadre de trabajo, a reinventar y recrear las técnicas que
conocemos para poder pensar la tarea en un territorio totalmente ajeno a las instituciones o
al consultorio. (pág 56)

Bustos, enfatiza también en la necesidad de la formación y capacitación remarcando que


estos nuevos requerimientos hacen necesario profundizar en la formación y capacitación
rigurosa, de los A. T. desde el ámbito académico generando planes de estudio que garanticen
conocimientos y prácticas previas para el desenvolvimiento profesional requerido.(pag 56)
El camino en la consolidación del rol del at continúa, y en dicho proceso es que fueron
surgieron cursos, jornadas y tecnicaturas de Acompañamiento Terapéutico.
En la actualidad la carrera se cursa en varias universidades privadas del país y en algunas
provincias existen formaciones terciarias reconocidas por el Ministerio de Educación. Es un
momento de transición entre las formaciones informales al margen del sistema educativo y la
lucha por lograr el reconocimiento y la oficialización definitiva del título dentro del sistema
educativo formal. (Pág 58)
Graciela Bustos señala, que la inserción de los acompañantes terapéuticos en el campo de la
Salud Pública sigue siendo una necesidad y un desafió; su incorporación implica cambiar
viejos modelos asistenciales, por nuevas estrategias de tratamiento, que eviten el
confinamiento y el aislamiento de las personas que sufren alguna patología mental o alguna
discapacidad grave. (pág 58)
A partir del crecimiento en el reconocimiento profesional del A. T. se ha visto reflejado en la
nueva legislación que ha comenzado a regular el ejercicio profesional en distintas provincias y
en la presentación de numerosos proyectos de Ley impulsados en diferentes lugares de la
Argentina.(pág 60)

Otro hito importante en la legislación es la mención de los Acompañantes Terapéuticos en la


de Ley de Salud Mental de la Nación y en la
recientemente sancionada Ley 9848 de Protección de EN LA ACTUALIDAD
la Salud Mental en Córdoba; en cuyo texto el
Acompañamiento terapéutico aparece mencionado en Profundizar la
cuatro artículos (pág 61), posibilitando así un mayor formación y
reconocimiento jurídico del rol y funciones. capacitación rigurosa
Bustos, sostiene que en este camino de de los AT es
reconocimiento del rol se suma la iniciativa de la primordial.
Asociación de Acompañantes Terapéuticos de la
República Argentina (AATRA) quien en el transcurso
del año 2010, redacto el Código de Ética que tiene
como propósito proveer tanto principios generales
como normativas deontológicas orientadas a las situaciones con que pueden encontrarse los
acompañantes terapéuticos en el ejercicio de su profesión, estableciendo así las reglas de
conducta profesional que han de regir su práctica. (pág 62)

El Acompañamiento Terapéutico se plantea hoy como un desafío en lo que respecta al trabajo


en Salud Mental. Un desafío que exige respuestas novedosas de formación, capacitación y
una postura ética comprometida con respecto al ser humano, a su sufrimiento, a sus
aflicciones, a su existencia.

17 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

BIBLIOGRAFIA

• Bustos, G & Frank. M. L. (2011) Acompañamiento Terapéutico. Innovaciones en la Clínica


.Inscripción Institucional. Còrdoba. Ed.Dunken.
• Cavagna, N (1996) Mesa redonda sobre acompañamiento terapéutico. Congreso de la
asociación argentina de Psiquiatría. Buenos Aires.
• Cavagna, N. (2008) ¿Qué es el acompañamiento terapéutico?
• Real Academia Española. (2001)Diccionario de la lengua española. Madrid. Ed. Arthur.
• Dragotto, P. & Frank M.L. (2008) Acompañamiento terapéutico. Artículo Publicado en el
apunte de la cátedra de Psicología Clínica de la Facultad de Psicología de la UNC.
• Duarte Barreto, K. (2005) Ética y Técnica en el acompañamiento terapéutico. Andanzas
con Don Quijote y Sancho Panza. Brasil. Editora Unimarco.
• Frank, L. (2008) Encuadre y acompañamiento terapéutico. Ficha.
• Kuras de Mauer, S & Resnizky, S. (1985) ) Acompañantes terapéuticos y pacientes
psicóticos.Campinas:Papirus
• Kuras de Mauer, S & Resnizky, S. (2003) Acompañantes terapéuticos. Actualización
Teórico Clínica. Buenos Aires. Editorial Letra Viva.
• Kuras de Mauer, S & Resnizky, S. (1995) Acompañantes terapéuticos y pacientes
psicóticos: manual introductorio a una estrategia clínica. Buenos Aires. Ed. Trieb.
• Pulice, G. & Rossi, G. (1994) Acompañamiento terapéutico. Buenos Aires. Ed. Polemos
• Rossi, G (2007) Historia del AT. Movimientos sociales y en salud mental en Argentina en
los años 60. Psicomundo. Fundamento Clínico del acompañamiento terapéutico.
www.edupsi.com/atdupsi.com
• Rossi, G. (2007) Acompañamiento Terapéutico. Lo cotidiano, redes y sus interlocutores.
Buenos Aires. Ed. Polemos.

18 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

EJERCITACION DE CONCEPTOS EXPLICADOS EN LA UNIDAD A


(para realizar con el docente en la clase presencial)

1. Señale los aportes de los primeros profesionales que comenzaron a hablar de AT


2. A partir de lo leído, elabore una definición de Acompañamiento Terapéutico, teniendo en cuenta su
diferenciación de otros roles, el análisis de la demanda, etc.
3. Según Kuras y Resnizky, ¿cuáles son las funciones básicas del acompañante terapéutico?
4. Desarrolle los momentos del vínculo del acompañamiento terapéutico , teniendo en cuenta los
aportes de Susana Kuras y Silvia Resnizky
5. Explique con sus palabras que significa que el acompañante terapéutico trabaja en un “nivel
dramático-vivencial, no interpretativo”.
6. Desarrolle la función principal del espacio de supervisión.
7. A partir de lo desarrollado en la unidad, elija tres características del perfil de un at y desarrolle su
importancia en la práctica.
8. Conteste: ¿Cuáles son las principales áreas de inserción?
9. A partir de lo trabajado en la unidad: ¿Qué aportes considera ud que puede hacer un at al equipo
terapéutico?
10.Trabajo de caso clínico: escriba brevemente una descripción del caso en el que se encuentra
trabajando. Desarrolle, rol y funciones del at, objetivos del Acompañamiento Terapéutico, momentos
del vínculo.
Si ud no se encuentra trabajando en algún caso, puede diseñar una descripción de un caso ficticio y
realizar la misma consigna.

CRITERIOS DE EVALUACIÓN:

• Claridad conceptual.
• Pertinencia de las respuestas.
• Capacidad de fundamentar las afirmaciones.

19 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

20 | P á g i n a
ROL DEL ACOMPAÑANTE
TERAPÉUTICO.

Código: “A”

Formulario de preguntas

Profesor: ________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

Formulario de preguntas

Profesor: ________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

Formulario de preguntas

Profesor: ________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

Formulario de preguntas

Profesor: ________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

_________________________________________________________________________________

21 | P á g i n a

Vous aimerez peut-être aussi