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FICHAS IMPUTACION OBJETIVA

(Nota: Las fichas de la Parte I están organizadas de la más antigua a la más


reciente y los datos identificadores de las providencias se encuentran al final.
Las contenidas en la Parte II, están organizadas de la más reciente a la más
antigua y los datos identificadores se encuentran al inicio)

PARTE I

RELEVANTE

Sala de Casación Penal


M. PONENTE : PATRICIA SALAZAR CUELLAR
NÚMERO DE PROCESO : 48801
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP4815-2018
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Barranquilla
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 07/11/2018
DECISIÓN : SI CASA / ABSUELVE
DELITOS : Lesiones personales
ACTA n.º : 377
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 23 / Ley 769 de 2002
art. 2, 66 y 109 / Ley 906 de 2004 art. 180
y 184

TEMA: FALSO JUICIO DE IDENTIDAD - Diferente al falso


raciocinio / FALSO JUICIO DE IDENTIDAD - Por tergiversación:
configuración / CULPA - Deber de cuidado: pautas para
establecerlo / DELITO CULPOSO - Infracción al deber objetivo de cuidado:
infracción a las normas de tránsito / LESIONES PERSONALES CULPOSAS -
No se configura / LESIONES PERSONALES CULPOSAS - En accidente de
tránsito: no se configura cuando el resultado no fue causado por infracción al
deber objetivo de cuidado del conductor acusado / DELITO IMPRUDENTE -
Imputación objetiva: requiere verificar la creación de un riesgo no permitido

Tesis:
«[…] tal y como lo precisó el Fiscal Delegado ante la Corte en la audiencia de
sustentación del recurso de casación, no se trata de un error de apreciación
en la valoración de la prueba, constitutivo de un falso raciocinio, como lo
presentó el demandante, sino de un error de hecho por falso juicio de
identidad, el cual tiene consecuencias trascendentales en el juicio de
responsabilidad deducido por el ad quem en contra del acusado, relacionado
con el delito culposo o imprudente, pues, como se verá a continuación, la
tergiversación de la prueba llevó a la conclusión de que el procesado
incumplió una norma de tránsito, con lo que faltó al deber objetivo de cuidado
y fue el causante del accidente que determinó los daños en el cuerpo y la
salud de la víctima.

En efecto, para la doctrina tradicional, en materia de imputación al tipo


subjetivo y como modalidad de la conducta punible, la culpa se caracteriza
como la infracción al deber objetivo de cuidado necesario para la vida de
relación social (artículo 23 del Código Penal), lo que supone el
desconocimiento por parte del sujeto agente de un mandato de actuación
conforme a una norma de cuidado, orientada a la evitación de situaciones de
peligro para los bienes jurídicos.

Ese deber de cuidado es consecuencia de la existencia de normas o reglas


técnicas, establecidas dentro de los distintos ámbitos de tráfico jurídico, cuyo
origen diverso se encuentra sentado en disposiciones administrativas de
reglamentación de determinado ámbito de actividad social, en normas
expedidas por los agentes sociales intervinientes en el tráfico jurídico
correspondiente o en normas derivadas del consenso social acerca de la
necesidad de regulación y neutralización de los riesgos en particulares
sectores de actividad.

En los últimos tiempos, dentro de la teoría de la imputación objetiva, se ha


venido proponiendo la sustitución del elemento de la infracción del deber
objetivo de cuidado por la idea de creación de un riesgo jurídicamente
desaprobado, en un intento por superar la atribución del resultado por la
mera comprobación de su relación causal con la acción y la omisión, por lo
que el juicio de valor se concreta sobre dos momentos diferentes: la creación
de un riesgo desaprobado por el ordenamiento jurídico y la realización de
dicho riesgo en el resultado. Por lo tanto, resulta importante subrayar que
dicho riesgo no existe, en una perspectiva ex ante, cuando es permitido por el
ordenamiento jurídico.
En relación con las fuentes de determinación del carácter prohibido del riesgo
en el derecho de la circulación, es relevante reseñar que el mismo puede
emanar de las normas jurídicas abstractas de tráfico, cuya infracción
fundamenta en general la creación del peligro no permitido o incremento del
riesgo permitido. Aspecto que en realidad guarda similitudes con el concepto
del hombre medio perteneciente al mismo sector de tráfico jurídico del actor,
según el criterio rector que le otorga la teoría tradicional a ese aspecto en
particular.

De cualquier forma, en la resolución del asunto que en concreto ahora ocupa


a la Corte, la asunción de uno u otro criterio dogmático llevará a los mismos
resultados, por lo que tratándose del tráfico terrestre basta con asumir las
siguientes pautas como directrices para establecer los deberes de cuidado que
competían al conductor del automóvil colisionado:

“1. El autor debe realizar la conducta como lo haría una persona razonable y
prudente puesta en el lugar del agente, de manera que si no obra con arreglo
a esas exigencias infringirá el deber objetivo de cuidado. Elemento con el que
se aspira a que con la observancia de las exigencias de cuidado disminuya al
máximo los riesgos para los bienes jurídicos con el ejercicio de las actividades
peligrosas, que es conocido como el riesgo permitido.

2. [Acatar] las normas de orden legal o reglamentaria atinentes al tráfico


terrestre, marítimo, aéreo y fluvial, y a los reglamentos del trabajo, dirigidas a
disciplinar la buena marcha de las fuentes de riesgos.

3. El principio de confianza, que surge como consecuencia de la anterior


normatividad, y consiste en que quien se comporta en el tráfico de acuerdo
con las normas puede y debe confiar en que todos los participantes en el
mismo tráfico también lo hagan, a no ser que de manera fundada se pueda
suponer lo contrario.

Apotegma que se extiende a los ámbitos del trabajo en donde opera la división
de funciones, y a las esferas de la vida cotidiana, en las que el actuar de los
sujetos depende del comportamiento asumido por los demás.

4. El criterio del hombre medio, en razón del cual el funcionario judicial puede
valorar la conducta comparándola con la que hubiese observado un hombre
prudente y diligente situado en la posición del autor. Si el proceder del sujeto
agente permanece dentro de esos parámetros no habrá violación al deber de
cuidado, pero si los rebasa procederá la imprudencia siempre que converjan
los demás presupuestos típicos (Negrita fuera de texto original).”

Teniendo en cuenta lo anterior, de regreso a las condiciones fácticas que se


vienen de plantear, si se analiza la concreta situación que rodeó el hecho a
partir de un juicio ex ante, tenemos que existían unas normas de cuidado que
todo hombre diligente debe acatar en desarrollo de una actividad peligrosa
como la de conducir vehículos, especialmente la contenida en el artículo 66
del Código Nacional de Tránsito Terrestre - Ley 769 de 2002-, según la cual,
“El conductor que transite por una vía sin prelación deberá detener
completamente su vehículo al llegar a un cruce y donde no haya semáforo
tomará las precauciones debidas e iniciará la marcha cuando le
corresponda”.

Como quedó dilucidado, el acusado transitaba por una vía ordinaria y al llegar
a la vía principal con prelación, detuvo su marcha dentro del carril de
aceleración, que servía de enlace para ingresar a esa última, conocida como
carretera oriental. Por su parte, la motocicleta que transitaba en dirección
sur-norte por la vía principal, paralela a dicho carril de aceleración, al parecer
ingresó al mismo franqueando las líneas segmentadas que le prohibían
ejecutar esa maniobra. En ese instante se produjo la colisión, cuando la moto
chocó contra el espejo retrovisor del automóvil, el cual, se reitera, se
encontraba detenido de manera reglamentaria aprestando su incorporación al
flujo vehicular de la calzada principal.

De ello deviene con toda claridad que el hecho resultante no fue causado por
una infracción al deber objetivo de cuidado del conductor del automóvil, quien
acató la disposición normativa que persigue, precisamente, la evitación del
resultado producido. La consecuencia desencadenada, ajena a su
intervención, se produjo por la actividad desplegada por el otro sujeto
involucrado en el tránsito vial, por lo que no le es imputable, por culpa, al
acusado MP.

Como consecuencia de lo expuesto, la Corte casará la decisión de segundo


grado y, en su lugar, otorgará plena vigencia al fallo de absolución impartido
por el juez a quo en favor del procesado RJMP».

RELEVANTE

Sala de Casación Penal


M. PONENTE : LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA
NÚMERO DE PROCESO : 46612
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP2771-2018
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Bogotá
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 11/07/2018
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Lesiones personales
ACTA n.º : 227
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 9 / Ley 906 de 2004

ASUNTO:
[…] advierte la Corte que son tres los temas que corresponde dilucidar en
orden a establecer si NHN es o no penalmente responsable de las lesiones
sufridas por YPPA: i) si la acción es imputable jurídicamente al procesado, ii) si
la víctima realizó una acción a propio riesgo que determinó su caída o iii) si el
desplome de la joven obedeció a un caso fortuito

TEMA: DELITO IMPRUDENTE - Se configura: cuando el comportamiento


supera el riesgo jurídicamente permitido con infracción del deber objetivo de
cuidado / DELITO IMPRUDENTE - Configuración: no basta con la
demostración de la relación causal entre el comportamiento y el resultado
lesivo, sino que requiere la concurrencia del tipo
subjetivo / RESPONSABILIDAD OBJETIVA - Prohibida en la legislación
nacional / DELITO IMPRUDENTE - Configuración: requiere que la acción se
haya ejecutado sin el cuidado exigible ex ante al sujeto / DELITO
IMPRUDENTE - Imputación objetiva: requiere verificar la creación de un
riesgo no permitido / DELITO IMPRUDENTE - Imputación subjetiva: exige
verificar el conocimiento de que con la acción se creaba o incrementaba el
peligro

Tesis:

«Las acciones imprudentes susceptibles de reproche penal no están definidas


en la ley, dada la naturaleza imprevisible de las innumerables interrelaciones
que a diario se presentan en el intercambio social de las personas. En cada
caso concreto, en consecuencia, le corresponde al juzgador determinar si el
comportamiento investigado se ejecutó de manera imprudente, esto es,
superando el riesgo jurídicamente permitido con infracción del deber objetivo
de cuidado.

El juicio de reproche no recae, por tanto, sobre la acción —conducir un


vehículo, realizar un procedimiento médico, cerrar una ventana, etc— sino
sobre la forma en que la misma se ejecuta, esto es, infringiendo las reglas de
cuidado propias de la actividad realizada, valga decir, los reglamentos de
tránsito, la reglas de la experiencia propias de cada profesión u oficio —lex
artis— y, si no las hay, las pautas de comportamiento social del hombre
promedio. O creando un riesgo jurídicamente desaprobado a partir de la
ejecución imprudente de una acción normalmente trivial.
Ello porque no basta con que se produzca un resultado lesivo para pregonar
la configuración de un delito imprudente. Se requiere, además, que la acción
se haya ejecutado sin el cuidado exigible ex ante al sujeto en atención a su
capacidad individual o al rol que desempeña en la sociedad, pues la mera
causalidad no es suficiente para imputar penalmente el resultado al autor del
comportamiento lesivo, como lo señala el artículo 9º del Código Penal al
indicar que “la causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del
resultado”, lo cual significa que en el sistema penal colombiano está proscrita
la responsabilidad objetiva.

En el delito imprudente, por ende, se requiere demostrar tanto la relación


causal entre el comportamiento examinado y el resultado lesivo como la
concurrencia del tipo subjetivo, entendido como el conocimiento que el sujeto
tenía del riesgo creado con su conducta

[…]

En suma, para imputar al tipo objetivo un resultado lesivo no basta la


causalidad. Es indispensable demostrarla, pero no es suficiente. Se requiere,
además, verificar la creación de un riesgo no permitido y el conocimiento de
que con la acción se creaba o incrementaba el peligro —tipo subjetivo—».

ACCIÓN A PROPIO RIESGO - No se configura: por la intervención de un


tercero que la altera / ACCIÓN A PROPIO RIESGO - Concepto / ACCIÓN A
PROPIO RIESGO - Requisitos / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en
peligro

Tesis:

«El comportamiento que se reprocha a NHN consiste en haber cerrado la


ventana en cuyo marco MPP apoyaba sus pies cuando pretendía descender
del altillo al que había subido a recoger un implemento escolar de MPA
arrojado por JCS.

Ese hecho, el cierre de la ventana por parte del implicado, fue demostrado a
través de la prueba testimonial en tanto ANG, LVJ C y JSRP vieron cuando el
inculpado realizó esa maniobra y así lo declararon en el juicio. Contrario a lo
manifestado por el demandante, entonces, no existe duda sobre este aspecto,
con mayor razón cuando la víctima y los estudiantes MPA y JDRV
manifestaron que aunque no observaron a N cuando cerró la ventana, todos
en el salón decían que él lo había hecho.

Se demostró, por tanto, la intervención del joven inculpado en el curso causal


iniciado por la víctima, situación a partir de la cual se colige que el resultado
lesivo no se produjo como consecuencia de una acción a propio riesgo, como
aduce la defensa, pues aunque YP actuó de manera imprudente al subirse al
altillo del salón sin contar con ningún elemento de seguridad y sin tener la
experiencia ni la pericia para llevar a cabo ese procedimiento, es lo cierto que,
de acuerdo a lo probado en el debate público, la causa de su caída fue el
cierre de la ventana en cuyo marco apoyó los pies, sin que para el efecto sea
relevante si tenía una o las dos extremidades apoyadas, pues lo trascendente
es que esa maniobra la dejó sin punto de sustento y, a la postre, precipitó su
desplome.

La acción que emprendió la joven al subir al altillo a alcanzar los elementos


arrojados por sus compañeros, no incluía la posibilidad de que le quitaran los
pies del sitio utilizado para apoyarse en la maniobra de descenso. Se trata,
por tanto, de dos cursos causales que confluyeron, siendo el causante del
desplome de la víctima, según relataron los testigos del acontecimiento, el
movimiento realizado por NH, el cual interfirió en forma determinante el
accionar desplegado por YP.

Ello porque en la autopuesta en peligro “el daño ha de ser la consecuencia del


riesgo corrido y no de otros fallos adicionales”, como ocurrió en este evento en
el que no era previsible ex ante que alguien interferiría en la maniobra de
descenso emprendida por la joven estudiante.

Recuérdese que en las acciones a propio riesgo la víctima, con plena


conciencia, se pone en tal situación o permite que otra persona la coloque en
esa circunstancia riesgosa, razón por la cual no puede imputarse al tercero el
tipo objetivo, porque quien conscientemente se expone a un acontecer
amenazante se hace responsable de las consecuencias de su propia actuación
(SP1291-2018).

Para que se configuren las acciones a propio riesgo, según la jurisprudencia


de la Sala, es necesario que la persona: “Uno. En el caso concreto, tenga el
poder de decidir si asume el riesgo y el resultado. Dos. Que sea
autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de conocer el
peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la acompañe
capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo. Tres. Que el actor no
tenga posición de garante respecto de ella”.

El riesgo asumido por YPPA no incluía que cerraran la ventana sobre la que
apoyaba su cuerpo al descender del altillo y, aunque sabía del peligro de caer,
no podía imaginar que ello ocurriría por la intervención de un tercero que
alterara sus propias acciones. De esta manera, los requisitos primero y
segundo no se satisfacen, por manera que las lesiones no se produjeron como
consecuencia directa de la autopuesta en peligro por parte de la víctima.

No se configura, por tanto, la acción a propio riesgo que impediría la


imputación objetiva del resultado a NHN».
RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA
NÚMERO DE PROCESO : 49680
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP1291-2018
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Bogotá
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 25/04/2018
DECISIÓN : ABSUELVE / SI CASA
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 127
FUENTE FORMAL : Constitución Política de Colombia de 1991
art. 2 / Ley 599 de 2000 art. 25 / Ley 769
de 2002 art. 83 y 131C / Ley 906 de 2004

ASUNTO:
[…] son dos los temas que corresponde dilucidar en orden a establecer si
JMUR es o no responsable penalmente por el homicidio del joven mayor de
edad BDMH. Son ellos: El primero, si la víctima realizó una acción a propio
riesgo que determinó su deceso. El segundo, si el acusado tenía alguna
posición de garante que lo vinculara con el resultado letal producido

TEMA: ACCIÓN A PROPIO RIESGO - Concepto / IMPUTACIÓN OBJETIVA -


Autopuesta en peligro / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto / IMPUTACIÓN
OBJETIVA - Excepciones / ACCIÓN A PROPIO RIESGO -
Requisitos / ACCIÓN A PROPIO RIESGO - No se configura

Tesis:

«[…] encuentra la Sala que si bien la defensa planteó en la demanda la


violación directa de la ley sustancial derivada de falta de aplicación del
principio in dubio pro reo, interpretación errónea del artículo 83 del Código
Nacional de Tránsito y aplicación indebida del mismo artículo 83 y del 131 C
del referido ordenamiento, lo cierto es que su discurrir apuntó, de una parte,
a señalar que como la víctima era mayor de edad asumió su propio riesgo y,
de otra, a cuestionar que su asistido tuviera posición de garante respecto del
resultado letal finalmente producido, motivo por el cual las censuras serán
resueltas de manera conjunta.

[…]

[…] son dos los temas que corresponde dilucidar en orden a establecer si
JMUR es o no responsable penalmente por el homicidio del joven mayor de
edad BDMH. Son ellos: El primero, si la víctima realizó una acción a propio
riesgo que determinó su deceso. El segundo, si el acusado tenía alguna
posición de garante que lo vinculara con el resultado letal producido.

[…]

En las acciones a propio riesgo o autopuestas en peligro, la víctima, con plena


conciencia, se pone en tal situación o permite que otra persona la coloque en
esa circunstancia riesgosa, razón por la cual no puede imputarse al tercero el
tipo objetivo, porque quien conscientemente se expone a un acontecer
amenazante se hace responsable de las consecuencias de su propia
actuación.

Se trata de categorías desarrolladas por la doctrina y la jurisprudencia que a


partir del artículo 25 de la ley 599 de 2000 permiten establecer en qué
situaciones no hay lugar a la imputación como elemento integrante del tipo
objetivo y, por tanto, no habrá tipicidad como categoría dogmática de la
entidad delictiva.

De acuerdo con la teoría de la imputación objetiva, en no pocas ocasiones


aplicada por la Corte, para que un resultado pueda ser atribuido a un agente,
ha debido crear o incrementar un riesgo jurídicamente desaprobado que
finalmente se concretó en la producción de la consecuencia típica (relación de
determinación entre infracción al deber de cuidado y resultado), de modo que
la autoría no se funda únicamente en criterios causales (relación de
causalidad entre acción y resultado)

La Sala ha señalado que si la infracción al deber de cuidado se concreta en el


desconocimiento de la norma de cuidado inherente a actividades en cuyo
ámbito se generan riesgos o puesta en peligro de bienes jurídicamente
tutelados, es preciso establecer el marco en el cual se realizó la conducta e
identificar las disposiciones que la gobernaban, con el propósito de develar si
mediante la valoración ex ante y ex post, el resultado que se produjo puede
ser imputado al comportamiento del procesado, finalidad en la cual
corresponde al juez, en primer lugar, constatar si se creó un riesgo
jurídicamente desaprobado desde una perspectiva ex ante. En segundo
término, si ese peligro se concretó en el resultado, teniendo en cuanta todas
las circunstancias conocidas ex post.
En la misma decisión se precisó que no se crea un riesgo jurídicamente
desaprobado cuando:

(i) Se trata de una conducta socialmente normal y generalmente no peligrosa,


que por lo tanto no está prohibida por el ordenamiento jurídico, a pesar de
que con la misma haya ocasionado de manera causal un resultado típico o
incluso haya sido determinante para su realización.

(ii) El sujeto agente observa los deberes que le eran exigibles y es otra persona
perteneciente al grupo la que no respeta las normas o las reglas del arte (lex
artis) pertinentes. Lo anterior, en virtud del llamado principio de confianza,
según el cual, quien actúa reglamentariamente, espera de los demás un
comportamiento reglamentario.

(iii) Cuando alguien solo ha participado respecto de la conducta de otro en


una acción a propio riesgo, o una autopuesta en peligro.

Desde luego, se crea un riesgo jurídicamente desaprobado, cuando hay


infracción de normas jurídicas dispuestas para evitar el resultado dañoso o
cuando se eleva el riesgo permitido jurídica y socialmente.

Ahora, en cuanto interesa a esta decisión, la Corte ha señalado que para la


configuración de las acciones a propio riesgo es necesario que la persona:
“Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el
resultado. Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga
posibilidad de conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras
palabras, que la acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del
riesgo. Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella”.

En este asunto se satisface la primera exigencia, pues el joven BDMH, por ser
mayor de edad para el día de los hechos (nació el 3 de marzo de 1988), sin
anomalía alguna que le impidiera comprender su comportamiento, además de
ser estudiante universitario, estaba en condiciones de decidir si se
transportaba o no en la parte de atrás del tráiler cargado con cáscara de coco
proveniente de Cali, esto es, tenía bajo su control la decisión sobre el sí y el
cómo del desarrollo de la situación peligrosa.

Pero en cuanto atañe al segundo requisito referido a que además de ser


autorresponsable conociera el riesgo al cual se sometía, encuentra la Corte
que conforme a lo acreditado, ARS, ayudante de la tractomula, manifestó a
JMU, JLU y BDM que los orificios ubicados en el tráiler eran suficientes para
dar ventilación a quienes allí se transportaran, proceder que ya habían
realizado con coteros traídos desde Buenaventura a Bogotá sin que hubieran
sufrido percance alguno, de modo que la víctima fue equivocadamente
informada acerca del alcance de la conducta que realizaría, esto es, ser
transportado dentro del furgón, de modo que no estuvo en condiciones reales
de ponderar en su exacto alcance el riesgo al cual se sometía, por el contrario,
creyó que no se exponía a ningún peligro para su vida o integridad.

Así las cosas, al no cumplirse tal exigencia, no se configura la acción a propio


riesgo que podría tener la virtud de impedir la imputación objetiva del
resultado a UR y con ello, imposibilitar la configuración del tipo objetivo y en
últimas, la tipicidad de la conducta».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 16636 | Fecha: 20/05/2003 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro Rad: 27357 | Fecha:
22/05/2008 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro Rad:
32582 | Fecha: 27/10/2009 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta
en peligro Rad: 36842 | Fecha: 27/11/2013 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA
- Autopuesta en peligro Rad: 45329 | Fecha: 25/05/2015 | Tema:
IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro Rad: 41245 | Fecha:
29/06/2016 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro Rad:
12743 | Fecha: 04/04/2006 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Excepciones
Rad: 22941 | Fecha: 20/04/2006 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA -
Excepciones Rad: 36854 | Fecha: 27/02/2012 | Tema: IMPUTACIÓN
OBJETIVA - Excepciones

SALVAMENTO / ACLARACIÓN / ADICIÓN DE VOTO: ACLARACIÓN DE


VOTO: EYDER PATIÑO CABRERA
ACLARACIÓN DE VOTO: JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO
NÚMERO DE PROCESO : 46438
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP9308-2017
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Barranquilla
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 28/06/2017
DECISIÓN : CASA
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 204
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 9 y 23 / Ley 906 de
2004
TEMA: RESPONSABILIDAD OBJETIVA - Prohibida en la legislación
nacional / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica
Tesis:
«[…] de acuerdo con el artículo 9º de la Ley 599 de 2000, para la imputación
jurídica del resultado no basta la mera causalidad; es preciso acudir a
valoraciones que permitan imputarle a una persona el resultado lesivo como
obra suya.

Superado el concepto tradicional de culpa vinculado con la causalidad, el


artículo 23 de la citada ley consagra que “la conducta es culposa cuando el
resultado típico es producto de la infracción al deber objetivo de cuidado”, en
cuyo caso es pertinente acudir a criterios de imputación que conduzcan en el
ejercicio de la actividad médica a determinar cuándo el resultado es atribuible
a su autor.

Sin embargo, la constatación de la infracción de ese deber o de la creación o


incremento del riesgo no permitido, no son suficientes para imputar el
resultado siempre que la conducta del médico no tenga repercusión en él,
pues la lesión o la muerte de la persona puede sobrevenir por causa suya y no
del procedimiento de aquél; así lo ha reconocido esta Sala».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 32582 | Fecha: 28/10/2009 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : PATRICIA SALAZAR CUELLAR
NÚMERO DE PROCESO : 47100
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP153-2017
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Ibagué
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 18/01/2017
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Interés indebido en la celebración de
contratos / Contrato sin cumplimiento de
requisitos legales
ACTA n.º :7
FUENTE FORMAL : Constitución Política de Colombia de 1991
art. 336 / Ley 599 de 2000 art. 9, 11, 409 y
410 / Ley 643 de 2001 art. 7, 22, 25 y 60

TEMA: VIOLACIÓN DIRECTA DE LA LEY SUSTANCIAL - Parte de la


aceptación plena de los hechos / DELITOS CONTRA LA ADMINISTRACIÓN
PÚBLICA - Unidad de imputación / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación
Tesis:
«Los problemas de estructuración del cargo, son evidentes. Tratándose de una
violación directa a la ley sustancial, en lugar de aceptar con rigor los aspectos
relacionados con la valoración probatoria o la forma en que los hechos fueron
considerados en los fallos, el demandante cuestiona las conclusiones
valorativas de los jueces de instancia, llevando la controversia a un terreno
que no se corresponde con la realidad procesal, como se verá más adelante,
sin que en forma alguna precise la existencia de los denunciados yerros por
aplicación indebida o falta de aplicación de las disposiciones que, en su
entender, resultaron violentadas.

[…]

[…] se tiene que VO no solamente se dedicó a hacer una solicitud ciudadana a


la Administración Pública, como lo sostiene su defensa, sino que después de
esa actividad desplegó otra que en términos de tipicidad resultó relevante para
el derecho penal, consistente en su voluntario concurso en la celebración de
un negocio jurídico referido al contrato adicional n.º 001 al contrato de
concesión n.º 012 de 2011, suscrito el 7 de diciembre de 2005 entre la Lotería
del […] y la sociedad de Empresarios de Apuestas Permanentes del […], de la
que era su representante legal.

Admitiéndose, como se hace en la sentencia y en el presente cargo lo acepta el


demandante, que el contrato adicional contravenía las disposiciones de la Ley
643 de 2001, es que se viene entendiendo, como fue expuesto en el desarrollo
del cargo primero de esta demanda, que la demostrada tipicidad de esa
conducta se adecúa objetivamente a los artículos 409 y 410 del Código Penal.

De allí que, bajo la comprensión de que tanto el acusado LEEA, como gerente
de la entidad pública, así como LHVO, en calidad de representante legal del
organismo de derecho privado, acudieron a la realización del acto jurídico del
que derivó la elusión del plazo del contrato inicial y de la licitación pública
para la adjudicación de un nuevo contrato, corresponde a cada uno de ellos,
en virtud del principio de unidad de imputación, responder conforme a su
forma de intervención en las conductas punibles. Ello en razón del concepto
que en materia de participación criminal enseña que ante la concurrencia de
varios sujetos activos en la ejecución de delitos especiales o delitos de
infracción de deber, todos quienes intervengan en su realización deben
responder penalmente, manteniéndose para cada uno de ellos la unidad de
imputación y la calidad personal en su participación.

Por lo tanto, en lo que atañe al acusado VO, se evidenció que sin poseer las
condiciones especiales que demandan los tipos penales que le fueron
imputados, tomó parte en la realización de las conductas punibles y esa es la
medida de su responsabilidad penal, relativa a un grado de participación
accesoria por su condición de interviniente frente a las conductas desplegadas
por el autor calificado.

[…]

A partir de estas premisas relativas a la forma de participación que revistió la


actuación desplegada por el procesado VO, debe decirse que el demandante
viene planteando desde la perspectiva de la imputación objetiva que, más allá
de la simple causalidad del comportamiento en relación con el resultado, su
intervención no creó ningún riesgo jurídicamente desaprobado para los bienes
protegidos, por lo que no le podía ser imputable su menoscabo.

Al respecto, debe acotarse que para la teoría de la imputación objetiva, la


determinación de la tipicidad en los delitos de resultado se sirve de criterios
objetivos, que, valga señalar, no tienen que ver con la finalidad o con el dolo
del autor, y se sirve de la siguiente estructura: la relación de causalidad entre
una persona y el resultado; el nexo de determinación; la creación de un riesgo
o peligro no permitido; la realización en el resultado del riesgo no permitido; y,
el alcance del tipo o fin de protección del tipo penal.

La creación del riesgo jurídicamente desaprobado, hacia donde dirige su


interés el demandante, es un elemento general del injusto que aunque fue
desarrollado en principio para el delito imprudente, se le ha venido asignando
una importante función en los delitos dolosos en relación con el ámbito de
protección de la norma, no tanto en la delimitación de la responsabilidad por
la causalidad, como sí en el propósito de limitar los excesos de
responsabilidad penal. En concreto, se significa que en relación con el tipo
penal no es suficiente con el dato ontológico consistente en que la conducta
del acusado haya lesionado o puesto en peligro los bienes jurídicos tutelados,
pues se requiere, además, de un requisito axiológico, esto es, que el peligro se
encuentre desaprobado por el ordenamiento jurídico.

Pues bien, vistos los lineamientos anteriores, observa la Sala que


distanciándose de los fundamentos teóricos invocados en la demanda, el
recurrente conduce el debate a un escenario jurídico distinto a aquel
considerado por las instancias en la realización de las conductas punibles que
fueron imputadas, cuando aduce que la actuación del acusado VO no
representó la creación de riesgo alguno para el bien jurídico, en tanto se limitó
a informar a la Administración Pública que su contrato fenecería en un año y
a solicitar, en consecuencia, que se estudiara la posibilidad de su prórroga

[…]

Bien puede advertirse que el riesgo creado para el bien jurídico en el presente
caso no consistió en que VO, como individuo particular, haya elevado una
petición a la Administración Pública, pues esa es una conducta no solamente
tolerada socialmente sino que constituye el ejercicio de un derecho
constitucional.

En realidad, omite el demandante señalar que el reproche penal que se hizo


en la sentencia confutada, se cifró no en esa petición que el particular elevó a
la Administración, sino en el contrato adicional que prorrogó el anterior
contrato de concesión celebrado entre el procesado y la entidad pública,
violándose de esa manera su término máximo de duración previsto en la Ley
643 de 2001 y omitiéndose el obligado proceso de licitación para seleccionar
al contratista.

[…]

Así las cosas, lo verdaderamente relevante es que el acusado no era en este


caso un simple particular presentando una solicitud en ejercicio de su
derecho de petición, en “los mismos términos que nos comunicamos en los
días y horas hábiles todos los ciudadanos con el Estado”, como quiere
presentarlo el recurrente, sino que era el representante legal de una empresa
comercial atada a un contrato de concesión con la entidad estatal Lotería del
[…] y, bajo esa condición, discutió los términos convencionales del contrato
que regía desde el 13 de junio de 2001 para terminar celebrando el 7 de
diciembre de 2005 un contrato adicional, al que concurrió de manera libre y
voluntaria, conociendo a cabalidad su contenido y las mismas implicaciones
que dicho acuerdo formal tendría frente a la ley que lo gobernaba.

Se ofrece, en este sentido, fuera de cualquier razón, frente a los fundamentos


de la decisión recurrida, sostener que al acusado VO se le imputó el hecho de
no negarse a firmar el contrato conforme a lo aprobado por la propia
Administración Pública, desconociéndose en tan pobre argumento que él era
una de las partes contratantes y como tal decidió, junto con el representante
del Estado, el curso y las condiciones del contrato, pretermitiéndose en ese
propósito el régimen legal propio que reglamentaba esa clase de contratos de
concesión (Ley 643 de 2001) y la regulación estricta existente en materia de
plazos y adiciones.

[…]
De otro lado, con notable impropiedad, el recurrente invoca la presencia de
criterios de determinación del riesgo permitido, alusivos al principio de
confianza, a la prohibición de regreso y al principio de autodeterminación,
pretendiendo con ello justificar la ausencia de responsabilidad del procesado
LHVO.

Tales conceptos obedecen a la idea de la permisión de riesgo relevantes para


los bienes jurídicos y que, como en el caso del principio de confianza y en la
prohibición de regreso, obligan al juez a valorar la actuación de terceros a fin
de determinar los ámbitos de responsabilidad penal por la conducta que
discurre dentro de los riesgos permitidos.

De esta manera, el principio de confianza es un concepto de carácter


normativo que determina la legitimidad de la expectativa que puede tener un
ciudadano en función de la actuación de los demás, en tanto que puede
contar con una actuación idónea de quienes actúan en el mismo contexto de
riesgo dentro del tráfico jurídico, por lo que debe responder por sus propias
actuaciones y no por las de terceros.

Aduce el recurrente que el particular que presentó una solicitud a la


Administración Pública tenía el derecho a confiar y esperar que se le
resolviera de acuerdo a lo que legalmente correspondía. Es decir, que
contrayendo la actuación del procesado a una simple petición, la
responsabilidad de celebrar el contrato de adición y evadir el proceso de
licitación fue del representante de la Lotería del […].

La falsedad de la premisa en el razonamiento del demandante impide


explayarse en el planteado tema del principio de confianza, cuando se sabe
que la actuación relevante del acusado no se supeditó a una simple petición
ciudadana, sino que abarcó su presencia como persona contratante en la
definición de unas cláusulas acordadas y aceptadas que finalmente fueron
consignadas en el contrato como un concurso de voluntades.

Por ese motivo no es aceptable para la Sala la invocación de dicho principio de


concreción del riesgo permitido, cuando el propio acusado fue correalizador
del comportamiento lesivo y, en consecuencia, no podía cifrar en terceros una
actuación debida cuando él mismo participaba de ella, por lo que en asocio
del representante del Estado creó el riesgo para el bien jurídico tutelado.

Sobre este aspecto en particular, bastará puntualizar que no es posible en


este caso invocar el principio de confianza, quien no se ha comportado de
conformidad con la ley y ha sido realizador de la conducta reprochada.

[…]
[…] el principio de confianza se fundamenta en el principio de
autorresponsabilidad, en la medida en que el ámbito de responsabilidad de
cada uno se limita a su propia conducta, de tal manera que el compromiso
deducido a VO deviene de su propia actuación, sin que a ella se extienda
como forma de responsabilidad la reprochada realización lesiva de LEEA.

Valga decir, los ámbitos de responsabilidad son individuales y responden a la


propia conducta del individuo, sin que en este caso se advierta que en los
fallos censurados se asiente el compromiso del acusado en razones diferentes
a su comportamiento

Por ultimo, en relación con la prohibición de regreso, incomprensible resulta


el planteamiento del demandante cuando expone al respecto que como el
acusado no era responsable de tomar las decisiones del Estado, a él no podía
“regresar la imputación jurídico penal”.

La prohibición de regreso, como instrumento de determinación del riesgo


permitido, se refiere a un ámbito de colaboración imprudente, e incluso
doloso, de un tercero a la realización del tipo penal, sin que le pueda ser
trasladada la responsabilidad por el resultado principal porque su
contribución se encuentra prevista dentro del riesgo permitido.

La aplicación de dicha teoría en el presente caso carece de rendimiento


alguno, cuando se ha dado como demostrado que el acusado VO concurrió a
la celebración del contrato de adición en el que se fundamentó la indebida
prórroga del contrato inicial y se eludieron las exigencias de la licitación
pública para la concesión del contrato para los juegos de azar.

De manera que su intervención no consistió, como lo quiere hacer ver la


defensa, en una actuación inocua frente al bien jurídico; tampoco puede
sostenerse que se trató de un comportamiento que no desbordó los contornos
del riesgo permitido. Al contrario, su conducta fue esencial y principal y lejos
de haber servido para el favorecimiento de las conductas dolosas, fue ella, por
esencia, la acción a través de la cual se agotaron los tipos penales».

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
NÚMERO DE PROCESO : 41245
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP8759-2016
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Cali
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 29/06/2016
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Lesiones personales
ACTA n.º : 194
FUENTE FORMAL : Ley 23 de 1981 art. 10 / Ley 599 de 2000
art. 9, y 25 inc. 1 / Ley 906 de 2004 art. 32
inc. 1

ASUNTO:
Determinar si, acorde con los cargos propuestos, el juicio de responsabilidad
fue el resultado de los errores de hecho denunciados; más exactamente, si es
válida la inferencia contenida en el fallo, en el sentido de que el médico
patólogo dr. JÉDE desconoció la lex artis de la patología, con incidencia en la
producción del daño

TEMA: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto / IMPUTACIÓN OBJETIVA -


Elementos para su existencia
Tesis:
«La teoría de la imputación objetiva enseña que para que un resultado le
pueda ser atribuido a un agente, este ha debido crear o incrementar un riesgo
jurídicamente desaprobado, y este riesgo creado debió realizarse en el
resultado típico. Esta teoría, desarrollada en el artículo 25 de la Ley 599 de
2000, viene a replantear aquellas tesis que fundan el concepto de autoría
exclusivamente en la causalidad, esto es, el vínculo o enlace entre acción y
resultado.

[…]

Además de la causalidad natural entre la acción y el resultado, la atribución


jurídica de la responsabilidad culposa exige, además, que con su
comportamiento imprudente el agente haya creado o extendido un riesgo no
permitido por las reglas de conducta a las que debía sujetar su actividad, y
que ese riesgo se concrete en un resultado lesivo, todo ello en el entendido de
que, conforme el artículo 9º del C. Penal de 2000, la causalidad por sí sola no
basta para la imputación jurídica del resultado (CSJ, SP, sentencia del 27 de
octubre de 2009, rad. 32582)».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido: responsabilidad médica, se


configura / RESPONSABILIDAD MÉDICA - Posición de
garante / TIPICIDAD - Comisión por omisión
Tesis:
«Los actos realizados en ejercicio de la práctica médica naturalmente pueden
caer en el ámbito de la imputación objetiva; así acontece cuando habiendo el
agente -profesional de la medicina- asumido voluntariamente la posición de
garante respecto del paciente, esto es, “la protección real de una persona o de
una fuente de riesgo, dentro del propio ámbito de dominio” (artículo 25,
numeral 1º, del C. Penal) inobserva el deber objetivo de cuidado que le impone
la lex artis y, como consecuencia, causa un daño antijurídico.

El incremento del riesgo permitido puede llegar a defraudar la expectativa que


se sustenta en la idoneidad de quien tiene un título académico y cuenta con la
experiencia necesaria que lo legitima para ejercer la profesión médica: lo
anterior, siempre y cuando la superación del riesgo permitido se realice tras la
asunción de la posición de garante, ya sea a través de un diagnóstico,
tratamiento o postratamiento capaz de generar una lesión al bien jurídico que
se habría podido evitar -por ser previsible- de haber actuado el agente con las
precauciones técnicas del caso.

Desde la realización del diagnóstico o tratamiento le es exigible al profesional


la obligación de velar por la curación, mejoría o aminoración de la condición
aflictiva de la salud del paciente, “hasta el límite de realizar la acción posible
indicada en la lex artis para cada patología, en los términos estrictos del
compromiso arrogado de forma potestativa” (CSJ, SP, sentencia del 11 de abril
de 2012, rad. 33920)

[…]

Pues bien, vistos los lineamientos anteriores, la Corte anticipa su conclusión


en el sentido de que los cargos dirigidos contra el fallo de instancia no
acreditan un error ostensible en la apreciación probatoria acogida por el
juzgador, capaz de mutar el sentido de la decisión. Por tanto, el fallo no será
casado.

El proceso demostró los siguientes hechos, que igualmente fueron advertidos


en la sentencia:

i) La idoneidad profesional del patólogo, dr. JÉDE, y su conocimiento sobre la


dificultad que existe para la correcta distinción entre un carcinoma tubular y
la adenosis esclerosante.

[…]

ii) El estudio de inmunohistoquímica es útil para distinguir las dos patologías;


en este caso, dicho examen no se practicó.

[…]
iii) El tejido extraído a la paciente, el mismo que fue examinado por el
patólogo, dr. DE, y que dio lugar a la conclusión mencionada anteriormente,
no fue debidamente identificado en su exacta localización.

[…]

Confrontados los hechos anteriores con los lineamientos esbozados en torno a


la imputación objetiva se tiene lo siguiente:

El médico patólogo, dr JÉDE, asumió la posición de garante respecto de la


paciente MTRC, en virtud de lo normado en el numeral 1º del artículo 25 del
C. Penal y en los términos del artículo 10 de la Ley 23 de 1981, que consagra:
“el médico dedicará a su paciente el tiempo necesario para hacer una
evaluación adecuada de su salud e indicar los exámenes indispensables para
precisar el diagnóstico y prescribir la terapéutica correspondiente”.

En el caso presente, al dr. DE se le reprocha que tras realizar el análisis del


tejido mamario de la paciente, el cual arrojó como resultado la existencia de
un carcinoma -lesión maligna-, no realizara un estudio confirmatorio de
inmunohistoquímica, que apoyara la citada conclusión, o bien que la
descartara y en su lugar reportara la existencia de una adenosis esclerosante,
lesión benigna que se suele confundir con la maligna. Lo anterior, teniendo en
cuenta que la biopsia realizada con posterioridad a la mastectomía dio como
resultado que la lesión, efectivamente, resultó ser una adenosis y no un
carcinoma.

[…]

La jurisprudencia de la Sala ha reconocido que los actos propios de la práctica


médica naturalmente acarrean riesgos y estos pueden generar daños
personales; los riesgos asumidos por el profesional de la salud serán
penalmente relevantes si para su producción ha mediado la violación del
deber objetivo de cuidado por parte de aquel. De manera correlativa, no lo
serán cuando el daño ha sido generado dentro del riesgo permitido y la
observación de la lex artis. Así lo ha dicho la jurisprudencia de la Sala en el
pronunciamiento citado en acápite anterior (CSJ, SP, sentencia del 11 de abril
de 2012, rad. 33920, reiterada en sentencia del 6 de junio de 2013, rad.
38904):

“De esta manera, si la conducta del médico, no obstante crear o aumentar un


riesgo se manifiesta dentro del ámbito del peligro que la comunidad normativa
ha edificado como límite a la práctica médica respectiva y, en todo caso, se
produce el resultado infausto o, si consolidado el daño -agravación de la
condición clínica primaria, por ejemplo- el galeno respeta las pautas o
protocolos tendiendo a aminorar los riesgos propios de la intervención
corporal o psíquica o, si pese a la creación o, incremento del peligro permitido,
la acción comisiva u omisiva no se representa en un resultado dañino
derivado necesariamente de aquella y relevante para el derecho penal o en
todo caso, este se realiza por fuera del espectro de protección de la norma, o
se constata que no había un comportamiento alternativo dentro del ámbito de
guarda del bien jurídico que hubiera podido impedir la consumación
censurada, no habrá lugar a deducir el delito de omisión impropia, también
llamado de comisión por omisión.

Para establecer si el facultativo violó o no el deber objetivo de cuidado y, con


ello, creó o amplió el radio de acción del riesgo porque su actuar lo situó más
allá del estándar autorizado o relevante, es imprescindible determinar cuál es
el parámetro de precaución -protocolo, norma, manual, baremo o actividad
concreta conforme a la lex artis- que se debía aplicar al caso específico o que
hipotéticamente podría haber empleado otro profesional prudente -con la
misma especialidad y experiencia- en similares circunstancias, para
enseguida, confrontarlo con el comportamiento desplegado por el sujeto activo
del reato”.

Entendida la lex artis como el conjunto de reglas científicas o de la


experiencia, verificables y actuales, que integran el conocimiento aprobado
por la comunidad científica, es preciso decir, junto a la representante del
Ministerio Público, que estas no pueden ser rígidas y aplicables por igual para
todos los casos; su implementación e idoneidad dependerá de las
circunstancias concretas que singularizan cada caso: no solo por la
complejidad inherente al propio acto médico, sino también por las
características del profesional que lo lleva a cabo (su especialidad,
experiencia, criterio), la incidencia en los posibles resultados de ciertos
factores como los antecedentes del propio paciente -incluidos los familiares-,
los obstáculos o facilidades que ofrezca la organización sanitaria y la
trascendencia vital que para el paciente conlleven las consecuencias del acto
médico.

En el presente caso -se insiste- no se discute la idoneidad profesional o


experiencia del patólogo dr. DE; tampoco se reprocha que hubiese sido
defectuosa la práctica del estudio de patología que aquel llevó a cabo sobre el
material biológico examinado (la observación arquitectural del tejido), pues,
como ilustrativamente lo menciona el casacionista, si el médico vio al
microscopio “cuadrados y triángulos” y ello en patología es cáncer ductal
tubular, entonces su diagnóstico fue precisamente ése. No es, pues, que el
patólogo hubiera visto al microscopio los elementos característicos de una
lesión benigna y, sin más, la hubiera clasificado como maligna.

Lo relevante en este caso fue que, conociendo el dr. D -como bien la conoce
cualquier patólogo competente- la dificultad inherente a la distinción entre la
lesión maligna y la benigna -pues ya se ha dicho que la lesión benigna se
suele presentar como si fuera maligna o, lo que es lo mismo, la lesión maligna
enmascara una condición que en realidad no lo es- se quedó con su
observación inicial y pasó por alto algunos de los factores para valorar la
pertinencia de la lex artis del oficio al tratamiento de la paciente RC, en
particular la trascendencia vital que para la condición de vida de aquella
suponía un diagnóstico de carcinoma, así como los antecedentes del propio
caso.

Lo primero, porque era previsible que un diagnóstico de cáncer incidiría de


manera decisiva en la determinación del mastólogo de realizar la resección
total del seno, con las nocivas consecuencias físicas, sicológicas y daño en la
autoestima personal que semejante lesión supone para una mujer, con el
agravante adicional de que -como lo enseña la experiencia y las características
de la propia enfermedad- el carcinoma bien podría estar ocultando o
enmascarando una adenosis esclerosante, lesión de carácter benigno, cuyo
tratamiento resultaría menos drástico que la mastectomía radical.

En conclusión, un diagnóstico inicial de carcinoma, sin procurar su


confirmación, constituía de por sí, en este caso particular, una elevación del
riesgo no amparada por la lex artis, pues los métodos y prácticas propias de la
patología enseñan que nada tiene de raro que la lesión maligna en realidad no
lo sea.

Ahora bien, asegura el demandante que la responsabilidad de la situación que


condujo a la determinación de hacer la mastectomía fue en realidad del
ginecólogo, por no localizar debidamente el origen del tejido examinado, según
el cuadrante de donde fue extraído.

Al respecto debe decirse que, al contrario de lo que sugiere la defensa, esa


circunstancia no exculpa la omisión del patólogo consistente en no confirmar
su hallazgo inicial, sino que era precisamente un factor importante para tener
en cuenta a la hora de valorar la lex artis aplicable. Por no hacerlo así incurrió
en una segunda conducta que elevó el riesgo permitido.

[…]

Así, la conducta negligente de un tercero -el ginecólogo- ha debido llevar al


agente a incrementar el cuidado debido y su posición de garante y, en
consecuencia, adecuar la lex artis de su disciplina, para así conjurar o, al
menos, minimizar los efectos de la aludida omisión: lo anterior, porque la ya
conocida falta de precisión sobre la ubicación de la lesión seguramente -era lo
previsible- conduciría a que el mastólogo tuviera que extraer todos los
cuadrantes, mientras que, de haberse localizado con precisión el origen del
tejido enfermo, hubiera determinado la extracción del cuadrante
correspondiente.

[…]
Tales circunstancias, suficientemente conocidas por el dr. DE, han debido
conducirlo a extremar el rol de garante (artículo 25, numeral 1º, del Código
Penal), el cuidado debido, y ajustar la lex artis a la particular situación que se
le presentaba, en obedecimiento al mandato consagrado en el artículo 10 de la
Ley 23 de 1981: “el médico dedicará a su paciente el tiempo necesario para
hacer una evaluación adecuada de su salud e indicar los exámenes
indispensables para precisar el diagnóstico y prescribir la terapéutica
correspondiente” (subraya la Sala)».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido: responsabilidad médica, se


configura
Tesis:
«La Corte debe decir que, en materia de procedimientos médicos, los
protocolos no son una especie de lista inflexible previamente elaborada, a la
manera de un catálogo de instrucciones o, en términos jurídicos, una suerte
de código de procedimiento, que fija y manda de manera exhaustiva qué es lo
que se debe hacer frente a situaciones hipotéticas. Sería tanto como pensar
que el operador judicial dispone de un catálogo taxativo de reglas de
experiencia para apreciar las pruebas, o bien que cuenta con un reglamento
que le enseña cuáles pruebas debe practicar frente a un caso dado, para
satisfacer el deber de investigación integral.

El protocolo no opera así; este está configurado por el conjunto de prácticas y


procedimientos médicos que la comunidad científica ha admitido y aceptado
como eficaces, pero su concreción, en últimas, depende de otros factores como
la situación y antecedentes específicos de cada paciente, los medios científicos
al alcance en un momento dado, y el criterio y experiencia del profesional.

Por tanto, que algunos oncólogos o patólogos -la mayoría- hayan conceptuado
que ante un caso como este acudirían al examen especializado que se echa de
menos, y otros -los menos- dijeran que ese examen no era necesario, no
resuelve el tema de si era o no obligatorio practicar el aludido estudio, pues
no se puede afirmar categóricamente con pretensión de verdad universal que
unos estén en lo cierto y los otros fatalmente errados, pues no cabe duda que
unos y otros conocen la lex artis de su profesión.

Lo relevante acá no es cuántos profesionales se inclinan por realizar una


cierta práctica científica y cuantos por otra, sino cuál era la práctica que,
frente a las particulares circunstancias y antecedentes del caso concreto, se
mostraba como la más eficiente para conjurar o, al menos, minimizar los
efectos nocivos que la ausencia de confirmación de la verdadera naturaleza
del tumor encontrado podría traer sobre el bienestar de la paciente.

Así las cosas, la obligatoriedad o no de realizar el examen tantas veces citado


tendría dos fuentes: por una parte, el mandato legal general fijado en el
artículo 10 de la Ley 23 de 1981, según el cual “el médico dedicará a su
paciente el tiempo necesario para hacer una evaluación adecuada de su salud
e indicar los exámenes indispensables para precisar el diagnóstico y prescribir
la terapéutica correspondiente”; pero, además, encuentra fundamento en las
circunstancias particulares que, en cada caso, contribuyen a incrementar el
riesgo».

FALSO RACIOCINIO - No se configura / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo


no permitido: responsabilidad médica, se configura
Tesis:
«El cargo de falso raciocinio, según el cual no era necesario acudir al estudio
de inmunohistoquímica porque al dr. DE no le asistió duda alguna por disipar
al impartir su diagnóstico de carcinoma, carece de sustento, pues en el caso
presente no se reprocha que el patólogo hubiera acudido al criterio
arquitectural, el cual hacía parte de la lex artis de la patología para estos
casos.

Lo que resulta penalmente relevante es que hubiera limitado su estudio a la


sola aplicación del criterio de la observación arquitectural del tejido, sin tener
en cuenta la necesidad de su confirmación. Esta verificación le era exigible
porque -una vez más- concurrían varias circunstancias que incrementaban el
riesgo de llegar a una consecuencia dañosa injustificada por no confirmarse el
criterio inicial; tales circunstancias fueron la omisión negligente del
ginecólogo, el antecedente familiar de cáncer de seno, la posibilidad razonable
de que la lesión maligna en realidad no lo fuera y, en fin, las graves y nocivas
consecuencias para la vida de relación de la paciente que seguramente -era
razonablemente previsible- se generarían debido a un diagnóstico no
confirmado de carcinoma que le acarrearía una mastectomía radical».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido: responsabilidad médica, se


configura / RESPONSABILIDAD MEDICA - Posición de
garante / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Título de participación: coautor,
violación a la posición de garante (médico), comisión por omisión

En estrecha conexión con los lineamientos trazados en acápite anterior sobre


la imputación objetiva, es del caso precisar que en este caso el agente
responde como coautor de la conducta punible, por violación a la posición de
garante, lo que presupone haber dejado de actuar, teniendo el deber legal de
evitar el resultado; la esencia de esta clase de conductas radica en la
infracción del deber especial de impedir el resultado dañoso.

La posición de garante no es una forma de participación sino una condición


que la ley exige para la imputación de la conducta a título de omisión
impropia o de comisión por omisión, acorde con lo previsto en el artículo 25
del Código Penal, que hace que surja en el sujeto el deber jurídico de evitar el
resultado típico (CSJ, SP, auto del 29 de mayo de 2013, rad. 40319), en el
entendido obvio de que al profesional de la medicina no solamente le es
exigible abstenerse de dañar al paciente, sino que además tiene el deber de
conservar, mejorar su estado de salud y, eventualmente, minimizar la
nocividad de los efectos de las prácticas científicas aplicables.

No se discute que el dr. DE no es autor material de la conducta de lesiones


personales, pues no fue él quien realizó directamente el procedimiento
quirúrgico; tampoco se le puede tener como determinador, en la medida en
que a través del ejercicio de sus competencias no indicó el tratamiento a
seguir por el cirujano oncólogo; no es, en fin, un partícipe, porque como
titular del deber objetivo de cuidado desempeña de forma personal un rol
especial; de suerte que la infracción al deber se configura también por su
propia conducta.

Lo relevante, se insiste, es que junto a otros profesionales de la medicina que


asumieron la posición de garante en el tratamiento de la víctima MTR C (en
este caso, el ginecólogo y el cirujano oncólogo), el dr. DE desconoció el deber
objetivo de cuidado y excedió el riesgo permitido, según se reseñó en
precedencia.

Los cargos no prosperan

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 12742 | Fecha: 04/04/2003 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto Rad: 16636 | Fecha: 20/05/2003
| Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto Rad: 22941 | Fecha:
20/04/2006 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto Rad: 27357 |
Fecha: 22/05/2008 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Concepto Rad: 33920
| Fecha: 11/04/2012 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Elementos para su
existencia Rad: 38904 | Fecha: 06/06/2013 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA
- Elementos para su existencia Rad: 40319 | Fecha: 29/05/2013 | Tema:
IMPUTACIÓN OBJETIVA - Título de participación: coautor, violación a la
posición de garante (médico), comisión por omisión

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
NÚMERO DE PROCESO : 45008
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP17436-2015
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Barranquilla
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 16/12/2015
DECISIÓN : CASA PARCIALMENTE Y DE OFICIO /
CONDENA
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 446
FUENTE FORMAL : Constitución Política de Colombia de 1991
art. 29 / Ley 599 de 2000 art. 21, 22, 23,
104, 109 / Ley 906 de 2004

TEMA: CASACIÓN OFICIOSA - Errores en la apreciación


probatoria / APLICACIÓN INDEBIDA DE LA LEY - Configuración / FALTA
DE APLICACIÓN DE LA LEY - Configuración / DOLO EVENTUAL - Frente a
la culpa con representación: en ambos el sujeto se representa la producción
del resultado / CULPA CON REPRESENTACIÓN - Elementos: previsión del
resultado típico /CULPA CON REPRESENTACIÓN - Elementos: confianza en
evitar el resultado típico / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido:
relevancia de los conocimientos especiales del sujeto, frente al dolo y la culpa

Tesis:
«A partir de los hechos estipulados por las partes, así como de la hipótesis
conforme a la cual el disparo obedeció a un juego o broma por parte del
acusado JJFM (pues accionó el arma de fuego sin haberla revisado en forma
adecuada, creyendo que ya no tenía municiones), las instancias lo
condenaron como autor de una conducta de homicidio agravado con dolo
eventual, para lo cual expusieron dos (2) criterios: (i) el sujeto agente debió
haberse representado la realización del resultado típico; y (ii) tenía
conocimientos especiales en el uso y cuidado de su revólver, es decir, sabía
que “con un arma de fuego no se podía jugar”.

Con esta postura, el Tribunal violó de manera directa la ley sustancial por
aplicación indebida del artículo 104 del Código Penal y, a su vez, falta de
aplicación del artículo 109 de dicho estatuto, que consagra el delito de
homicidio culposo.

Las razones son las siguientes:

Representarse la producción del resultado típico no es suficiente para atribuir


dolo eventual, en tanto ello también constituye un presupuesto de la llamada
culpa consciente.
El conocimiento de la situación de riesgo en el autor del injusto se predica, en
términos de imputación subjetiva, tanto para el dolo eventual como para la
imprudencia consciente.

Por un lado, la parte final del artículo 22 de la Ley 599 de 2000, que consagra
en la legislación colombiana la figura del dolo eventual, señala que el
comportamiento también será doloso “cuando la realización de la infracción
penal ha sido prevista como probable y su no producción se deja librada al
azar”. Es decir, la ley contempla en estos casos que el sujeto haya reconocido
la calidad peligrosa de su acción (en el grado de probabilidad) para efectos del
menoscabo del bien jurídico.

Por otro lado, el cuerpo último del artículo 23 del Código Penal, que
contempla la culpa con representación, establece que la acción será
imprudente cuando el agente ha previsto el peligro previsible, pero “confió en
poder evitarlo”. Es decir, el autor del injusto igualmente sabe que su conducta
representa un riesgo para el bien jurídico, susceptible de concretarse en la
realización del resultado que percibió, si bien espera que no se producirá.

Ambas elaboraciones teóricas, por lo tanto, presuponen el conocimiento de los


factores de riesgo para la lesión del bien jurídico respecto de un resultado
contingente. De ahí que afirmar (como lo hizo la primera instancia) que JJFM
“debió haberse representado el resultado dañoso” porque la acción
emprendida permitía “a cualquiera asumir la […] materialización de un hecho
típico”, o sostener (en palabras del ad quem) que el acusado conocía y
entendía que “con un arma de fuego no se puede jugar”, de ninguna manera
conlleva una imputación al tipo subjetivo doloso, por cuanto no fueron más
allá de la descripción de un contexto de obrar imprudente, en el cual el autor,
en tanto ser capacitado para prevenirlos, tuvo que advertir el peligro para el
bien jurídico. Lo anterior es culpa con representación y no dolo eventual.

En otras palabras, no basta tan solo con haber previsto la producción del
resultado para descartar imprudencia e imputar dolo. Debía también
establecerse que el conocimiento del agente sobre la situación riesgosa le
permitía suponer que las condiciones que podrían conducir a la realización de
dicho resultado no estaban bajo su control. O, en el caso de haber contado
con tal suposición de controlar los factores de riesgo, que ello obedeció a un
error o estado irracional, en lugar de uno racional, como por ejemplo
cualquiera relacionado con la eficacia de las medidas que de hecho empleó
para neutralizar el peligro. Los funcionarios judiciales en ningún momento
abordaron esta clase de consideraciones, indispensables para la
estructuración del elemento cognitivo en el dolo eventual.

Sin embargo, como las instancias reconocieron, o por lo menos no


descartaron, que el acusado disparó “creyendo que el arma estaba sin
municiones” y que lo hizo sin descargarla “adecuadamente”, de suerte que
obró “en forma descuidada, en forma juguetona, en forma de retozo”, lo cierto
es que partieron de un contexto fáctico al que no se le podía imputar una
categoría distinta a la de la imprudencia consciente.

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 27388 | Fecha: 08/11/2007 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA – Riesgo no permitido: relevancia de los
conocimientos especiales del sujeto, frente al dolo y la culpa Rad: 32872 |
Fecha: 24/02/2010 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA – Riesgo no permitido:
relevancia de los conocimientos especiales del sujeto, frente al dolo y la culpa
Rad: 38747 | Fecha: 16/09/2013 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA – Riesgo
no permitido: relevancia de los conocimientos especiales del sujeto, frente al
dolo y la culpa

SALVAMENTO / ACLARACIÓN / ADICIÓN DE VOTO:


SALVAMENTO DE VOTO: FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

DOLO EVENTUAL - Frente a la culpa con representación: en ambos el sujeto


se representa la producción del resultado / DOLO EVENTUAL - Se abandona
la teoría estricta del consentimiento y se adopta la de la probabilidad / DOLO
EVENTUAL - Elementos: cognitivo y volitivo, el elemento cognitivo es más
relevante que el volitivo

Tesis:
«Con el respeto de siempre por la opinión mayoritaria de la Sala, y acorde con
las manifestaciones que expresé durante la discusión del proyecto, una vez
derrotada la ponencia que presenté a su consideración, me permito consignar
los motivos por los que no comparto la decisión de casar de oficio y
parcialmente la sentencia de segundo grado, en razón de la trasgresión directa
de la norma sustancial por aplicación indebida del artículo 104 del Código
Penal y la correlativa falta de aplicación del artículo 109 ibídem, en la que
supuestamente incurrió el Tribunal, que condujo a que se condenara al
acusado FM por el delito de homicidio doloso -eventual-, cuando la
calificación jurídica al tipo subjetivo que correspondía, de acuerdo con los
hechos declarados en las instancias, era en la modalidad culposa -culpa
consciente o con representación-.

[…]

No se discute que en orden a establecer la imputación al tipo subjetivo, tanto


el dolo eventual como la culpa consciente suponen un elemento común, cual
es la representación del resultado típico o, mejor, el conocimiento sobre que la
conducta es capaz de producirlo.
Por igual, en una y otra modalidad de conducta el sujeto no quiere el
resultado típico, por lo cual la distinción entre dolo eventual y culpa con
representación gira en torno a la posición que el agente asuma frente a la
representación de la probabilidad de afectación del bien jurídico, y para
diferenciarlas la doctrina ha desarrollado diversas teorías, entre las que se
destacan la teoría de la voluntad o del consentimiento, que hace énfasis en el
aspecto volitivo, y la teoría de la probabilidad o de la representación, que
enfatiza en el elemento cognitivo del dolo.

Ahora, como lo tiene dicho la Sala, a partir de la Ley 599 de 2000, en la


legislación penal vernácula se abandona la teoría estricta del consentimiento y
se acoge la teoría de la probabilidad, en la cual el componente volitivo del dolo
eventual aparece harto disminuido, en tanto que el conocimiento sobre la
capacidad de la conducta de producir el resultado lesivo es prevalente, donde
“el sujeto está conforme con la realización del injusto típico, porque al
representárselo como probable, nada hace por evitarlo”, valga decir, lo deja
librado al azar.

En esa medida, es equivocado sostener, como se señala en la decisión


mayoritaria, que los juzgadores de instancia “no fueron más allá de la
descripción de un contexto de obrar imprudente”, por el hecho de que
reconocieron que la acción emprendida por el acusado permitía a “cualquiera”
advertir el riesgo de lesión para el bien jurídico o que aquel conocía y
entendía, dada su calidad de miembro de la Policía Nacional, que “con un
arma de fuego no se puede jugar”, pues esa no es la nota que permite
distinguir una conducta en la modalidad dolosa -eventual- de una culposa
con representación, según quedó visto.

Lo que se extrae de tales asertos, es el propósito de los falladores de destacar


que dado el conocimiento especial que tenía el procesado FM en el manejo de
armas de fuego, le era posible advertir una altísima probabilidad de que se
produjese el resultado típico o, mejor, que la acción por él realizada,
generadora de un riesgo jurídicamente desaprobado, valga decir, apuntar el
revólver sobre su novia y accionar el disparador, se concretaría en un
resultado antijurídico, habida cuenta que no siguió los protocolos establecidos
para descargarlo, los que le eran exigibles en la situación concreta, dada su
condición de policía con instrucción en el manejo de ese tipo de artefactos, por
lo cual racionalmente no podía suponer o confiar en que todos los cartuchos
habían sido expulsados del arma en cuestión, de donde se sigue que nada
hizo por evitar el resultado lesivo o, en palabras del legislador, lo dejó librado
al azar.

Tampoco es acertado sostener que para la configuración del dolo eventual en


el asunto de la especie, era necesario establecer que el conocimiento del sujeto
sobre la situación riesgosa le permitía suponer que no estaba en posibilidad
de controlar las condiciones de realización del resultado lesivo, o que tal
suposición sobre el control de los factores de riesgo “obedeció a un error o
estado irracional”, relativo a las “medidas que de hecho empleó para
neutralizar el peligro”.

En efecto, con dicha exigencia se soslaya que, según quedó visto, la


jurisprudencia de la Sala ha reconocido que a partir de la Ley 599 de 2000 se
abandonó la teoría del consentimiento como estructura dogmática que busca
diferenciar el dolo eventual de la culpa consciente, tomando partido por la
teoría de la representación, donde lo relevante es el elemento cognitivo, y aun
cuando no desecha totalmente el componente volitivo, éste lo considera
acreditado en la medida que el sujeto, no obstante representarse como
altamente probable el injusto típico, nada hace por evitarlo.

La referencia que hace la Sala mayoritaria en la decisión de la que


respetuosamente me aparto, relacionada con el conocimiento acerca de la
falta de control sobre los factores de riesgo, es propia de algunas tesis que la
doctrina denomina “de la actitud interna”, que pretenden distinguir el dolo
eventual de la culpa consciente a partir de la verificación de algunas
características sustanciales que le son propias a cada una de dichas
modalidades de conducta, entre ellas, la teoría de la “voluntad activa de
evitación del daño” de Kauffman y la tesis del “error sobre la capacidad
preventiva del sujeto” de Kindhäuser, las cuales esencialmente se
fundamentan en que cualquier conducta por parte del sujeto, tendiente a
evitar el resultado lesivo para el bien jurídico, permite afirmar la existencia de
la culpa y excluir el dolo, valga decir, que lo relevante es la actitud del agente
al realizar la acción frente a la probabilidad de realización del injusto.

Sin embargo, tales tesis enfrentan serias objeciones que no son abordadas en
la decisión de la mayoría, tales como, que no son reconocidas como pauta
general para distinguir entre dolo e imprudencia, y que la voluntad de
evitación no constituye elemento esencial de la imprudencia ni es criterio
definitorio del dolo eventual, constituyéndose a lo sumo en una regla de
inferencia probatoria, a pesar de lo cual son acogidas por la Sala como si
fueran las que actualmente imperan en la doctrina y, por contera, se
desconoce la pluricitada jurisprudencia de esta Corporación que acoge la
teoría de la probabilidad.

Al margen de lo anterior, el supuesto fáctico que se declaró probado en las


instancias, valga decir, que el acusado FM, no obstante haber omitido los
protocolos para descargar el arma adecuadamente, la accionó sobre su novia
causándole la muerte, en manera alguna configura el error sobre la capacidad
de evitación que se afirma estructurado por la mayoría de la Colegiatura, por
cuanto, aun aceptando, en gracia de discusión, que la referida teoría es la
imperante en punto de distinguir entre dolo eventual y culpa consciente, el
supranombrado no podía considerar, ni siquiera bajo el supuesto del error,
que controlaba los factores de riesgo de su acción, habida cuenta que no
siguió los protocolos para extraer los cartuchos del revólver utilizando para tal
efecto la varilla extractora, luego lo que racionalmente se imponía conocer de
su parte era todo lo contrario, esto es, su falta de capacidad para evitar el
resultado lesivo y, por ende, su conducta es dolosa aunque no hubiera
querido su producción -dolo eventual-».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Noción / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación en


delitos culposos y dolosos / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido:
relevancia de los conocimientos especiales del sujeto, no sólo es útil para
determinar la vulneración de un deber objetivo de cuidado dado que esta
teoría también aplica para los delitos dolosos

Tesis:
«En la teoría de la imputación objetiva, para que un resultado sea
objetivamente imputable a una conducta se requiere, además de la relación de
causalidad, que la misma haya creado un riesgo jurídicamente desaprobado y
ese riesgo se haya realizado en el resultado, entendido este último en un
sentido normativo y no exclusivamente naturalístico.

Partiendo de tal concepto es posible afirmar, como lo sostiene buena parte de


la doctrina, que la teoría de la imputación objetiva, entendida como el método
que permite establecer el “núcleo de la acción penalmente relevante”, es
aplicable tanto al delito imprudente como a conductas dolosas, aun cuando
prima facie se le relacione con aquel, debido principalmente a que el primero
de sus elementos, valga decir, la creación de riesgos jurídicamente
desaprobados “se la asimila frecuentemente a un concepto que como el deber
de cuidado fue originalmente ideado como requisito propio del delito
imprudente”.

En esa medida, si bien es correcto afirmar que en la determinación de la


creación del riesgo jurídicamente desaprobado uno de los aspectos a tener en
cuenta es el relativo a los conocimientos especiales del individuo, dado que no
a todas las personas le son exigibles las mismas conductas, lo cual dependerá
del ámbito de competencia que le corresponda a cada sujeto, esto es, teniendo
en consideración la posición de garante que tenga, lo que resulta contrario a
la teoría de la imputación objetiva es sostener que como dicho factor es “en
principio [un] criterio de imputación objetiva”, de ello se sigue que está
circunscrito a la vulneración de un deber objetivo de cuidado y, por
consiguiente, tal elemento es insuficiente para determinar en el caso concreto
si el acusado obró con dolo eventual y, en cambio, permite “predicar la
infracción de un deber objetivo de cuidado o, lo que es lo mismo, de una
conducta culposa”.

Con la referida tesis se desconoce que la imputación jurídica del resultado es


aplicable por igual a delitos dolosos e imprudentes, amén que en ella se
confunden la imputación al tipo objetivo, donde tiene cabida la teoría del
mismo nombre, con la imputación al tipo subjetivo que, en el caso concreto,
es la que suscita la controversia planteada en sede del recurso extraordinario.

En otras palabras, cumplidos los presupuestos de la teoría de la imputación


objetiva en orden a establecer que un resultado es atribuible a una conducta
determinada, “no está necesariamente satisfecho el aspecto subjetivo del
delito”, luego la consecuencia lesiva para el bien jurídico bien puede ser
deducida, en el plano de lo subjetivo, en la modalidad dolosa o imprudente,
según sea el caso.

La confusión de la opinión mayoritaria surge de entender que como el factor


atinente a los conocimientos especiales del agente es “criterio de imputación
subjetiva”, lo cual es acertado, tal aspecto solo es relevante para determinar la
infracción del deber objetivo de cuidado, siendo este último elemento
exclusivo de la conducta culposa, inferencia que no consulta la teoría de la
imputación objetiva, según quedó visto.

Ahora, como la atribución jurídica del resultado no se discute en el asunto


particular, cabe anotar que en punto de la imputación al tipo subjetivo, el
pluricitado factor relacionado con los conocimientos especiales resulta
especialmente relevante en orden a establecer si el agente se representó como
altamente probable la realización del tipo objetivo, no obstante lo cual decidió
actuar, valga decir frente al caso concreto, si el acusado FM racionalmente
estuvo en condiciones de considerar la probabilidad de que al accionar el
revólver sobre la humanidad de su novia, no empece haberlo “descargado”, le
causaría daño a su vida o integridad personal, a pesar de lo cual decidió
continuar con la acción.

Por tanto, no resulta acertado, como se considera en la decisión mayoritaria,


calificar de insuficientes las circunstancias que tuvieron en cuenta los jueces
de instancia en orden a sostener la imputación al tipo subjetivo a título de
dolo eventual, habida cuenta que además de estimar demostrado el
conocimiento del procesado acerca del riesgo generado con la conducta de
accionar el arma de fuego sobre la humanidad de la obitada, también
arguyeron que éste estaba en condiciones de conocer la gran probabilidad de
que se produjera el resultado lesivo, pues aun cuando igualmente reconocen
que no hay evidencia de que FM quisiera su realización, el hecho de que éste
no observara el protocolo establecido para descargar el revólver de manera
adecuada y segura, no obstante sus conocimientos especiales en el manejo de
ese tipo de artefactos, evidenciaba la temeridad de su conducta y la
inminencia de la concreción de la infracción penal, luego ante tal supuesto no
es razonable concluir que al procesado debe reconocérsele “la suposición
racional de tener control sobre la fuente de riesgo” y, por ende, que obró
culposamente».
CULPA CON REPRESENTACIÓN - Diferencia con el dolo eventual: teoría de la
decisión a favor de la posible lesión de bienes jurídicos

Tesis:
«Una de las teorías que pretenden diferenciar el dolo eventual de la culpa con
representación es la llamada “decisión a favor de la posible lesión de bienes
jurídicos” formulada por Claus Roxin, según la cual “quien incluye en sus
cálculos la realización de un tipo reconocida por él como posible, sin que la
misma lo disuada de su plan, se ha decidido conscientemente -aunque solo
sea para el caso eventual y a menudo en contra de sus propias esperanzas de
evitarlo- en contra del bien jurídico protegido por el correspondiente tipo”, la
cual ha sido criticada por un sector de la doctrina autorizada por las mismas
objeciones que se formulan a las teorías del consentimiento, abandonas por la
legislación penal vernácula a partir del código de 2000, valga decir, porque se
amplía arbitrariamente el concepto psíquico de “decisión”, semejante al de
“voluntad” de las tesis volitivas, aplicándolo a eventos en los que el agente “no
quiso” determinado resultado; amén de las dificultades que plantea la
constatación de un hecho interno del agente.

Al margen de lo anterior, dicha teoría tampoco sustenta la conclusión de la


Sala mayoritaria en el sentido de que como en el caso concreto el Tribunal
reconoció que en la conducta del procesado no se advertía la intención de dar
muerte a su compañera sentimental, pero además que su obrar obedeció a la
creencia de haber accionado un arma de fuego no cargada, de ello se sigue
que no se evidencia la decisión del mencionado de obrar en contra del bien
jurídico, luego su conducta es imprudente.

En efecto, a tal aserto caben las mismas objeciones que se han venido
formulando a la decisión de la que se disiente, toda vez que afirmar que el
acusado FM “no tuvo la intención directa de atentar contra el bien jurídico” en
manera alguna es argumento suficiente sostener la atribución del resultado
muerte de MJAH en la modalidad de culpa consciente, pues dicho elemento,
esto es, no querer la realización de la infracción penal que se advierte como
probable, es también fundamento del dolo eventual.

Por otra parte, de la acción de “descargar” el revólver tampoco es razonable


inferir que aquel no dejó “la realización de dicho peligro libre o ausente de
cualquier control”, pues dicha tesis desconoce que el supranombrado no
siguió los protocolos para tal efecto, los que debía conocer, especialmente
debido a su condición de miembro de la Policía Nacional, luego racionalmente,
se itera, no le era posible suponer, ni siquiera bajo el supuesto del error, cuya
constatación carece de fundamento probatorio, que la conducta por él
realizada de accionar el arma de fuego sobre su novia, no encerraba un riesgo
concreto, serio e inmediato; es decir, en el caso particular no existió por parte
del acusado voluntad de evitación ni confianza -racional- en la evitación del
resultado lesivo como para excluir la conducta dolosa eventual y reafirmar la
culpa consciente».

PENA - Fines: no influyen en la imputación del elemento subjetivo del tipo

Tesis:
«[…] Al margen de los motivos de política criminal que se esgriman, o de las
funciones de la pena que se arguyan, tales razones en manera alguna se
ofrecen pertinentes para sustentar la atribución de una específica modalidad
de conducta, valga decir, dolo eventual o culpa consciente, frente a un
determinado resultado lesivo.

De ninguna manera los fines de prevención especial o general, positiva o


negativa, retribución justa o cualquiera otro que se considere, tienen relación
con la imputación al tipo subjetivo, por lo que resulta bastante exótico traer a
colación un razonamiento de ese jaez para sostener que en el asunto de la
especie, como las referidas funciones de la pena no aconsejan “imponerle al
acusado una sanción de semejante índole”, esto es, la que le fue aplicada en
las instancias, de ello se sigue que la conducta por él realizada es imprudente
-culpa consciente-.

En ese orden, lo “absurdo” no es mantener la decisión de las instancias que


condenaron al incriminado FM como autor del homicidio de MJAH, a título de
dolo eventual, como se sostiene en la decisión mayoritaria, sino afirmar, como
allí se hace, que por las razones citas ut supra o porque “no hay datos que
respalden la idea de abusos por parte de miembros de la fuerza pública en el
manejo cotidiano de las armas de fuego”, la conducta imputada al
supranombrado es imprudente y no dolosa eventual».

DOLO EVENTUAL - Configuración

Tesis:
«El criterio para determinar si se está ante un delito cometido con dolo
eventual o con culpa con representación, conforme lo ha expresado la Sala a
partir de la teoría de la representación, según viene de recordarse, es el grado
de probabilidad del resultado advertido por el autor, así que si éste se
representa una gran probabilidad de que se producirá y deja su no realización
librada al azar, se estará ante lo primero y, si la posibilidad admitida es lejana
y se confía, racionalmente, en su evitación, se estará ante lo último.

[…]

De los hechos que se acaban de reseñar surge con claridad que el procesado,
por su condición de patrullero de la Policía Nacional, tenía conocimiento sobre
el manejo de armas de fuego, entre otras cosas, de la manera como debían
descargarse y usarse.
En esa medida, sabía que la forma correcta de despojar el arma de los
cartuchos era accionando el seguro del cilindro, proceder a sacar el mismo y,
acto seguido, empujar la varilla extractora para conseguir la expulsión de la
munición alojada en el tambor.

Ese procedimiento no fue seguido rigurosamente por el acusado, pues prueba


de ello es que en el cilindro quedó depositado un cartucho, de donde se sigue
que se limitó a accionar el seguro del tambor y luego lo extrajo, después de lo
cual sacó la munición volteando el arma.

Al respecto es preciso anotar, que la varilla extractora de la que están


provistos revólveres como el que portaba el encartado, garantiza la expulsión
simultánea de todos y cada uno de los cartuchos, por cuanto opera a manera
de émbolo que los empuja, sin que por tanto sea posible que tras accionarla
alguno de ellos quede alojado en el cilindro, pues, de un lado, la prueba
señaló que el arma del incriminado tenía todas sus partes en buen estado de
funcionamiento y conservación, amén de que la forma y robustez de la varilla
en mención hace imposible que a pesar de utilizarse continúe alguna
munición en el interior del tambor, por lo que si se hubiera utilizado no
habría lugar a que se extrajeran 5 de los 6 cartuchos, como a la postre
sucedió.

[…]

Para predicar que un delito se ha cometido con dolo eventual, en síntesis es


necesario evidenciar que el autor se ha representado o conoce de la concreta
probabilidad de la producción del resultado antijurídico en razón de su
conducta y no obstante prosigue en ella con desprecio del bien jurídico puesto
en peligro.

Así las cosas, frente al caso de la especie se tiene que las armas de fuego, por
el peligro real que envuelven, en tanto están diseñadas para lesionar, exigen
del cumplimiento riguroso de protocolos para garantizar su manejo seguro.

Del peligro que significan las armas de fuego y de los protocolos que se deben
seguir para su manipulación segura, era pleno conocedor el procesado, como
quiera que había culminado su instrucción para convertirse en patrullero de
la Policía Nacional, a quien por tal motivo se le había entregado uno de esos
artefactos para el cumplimiento de sus deberes.

Dentro de esos protocolos estaba el que se debe seguir para descargar el arma
de fuego que se le entregó, el cual, como se dejó expuesto, exigía hacer uso de
la varilla extractora con el fin de garantizar la total expulsión de los
cartuchos, incluso contarlos y revisar que el cilindro estuviera vacío,
previsiones que el acusado no atendió, en tanto que solo volteó el arma para
sacarlos, pues de lo contrario no habría quedado uno de ellos alojado en el
tambor, el cual a la postre le segó la vida de la víctima.

Ahora, amén de conocer el riesgo concreto que representan las armas de fuego
y que las mismas no se descargan de la manera que lo hizo, optó por apuntar
contra la víctima y accionar el gatillo, a pesar de que el “Decálogo de
seguridad con las armas de fuego” de la Policía Nacional establece que
“nunca” se debe apuntar un arma hacía objetivos a los que no se pretende
disparar.

En esa medida, como quiera que es claro que el incriminado se representó o


conocía la concreta y elevada probabilidad de la producción del resultado
antijurídico derivado de su conducta y no obstante continuó en su ejecución,
es incontrastable que dejó su no ocurrencia librada al azar, por lo cual no
llama a duda que el atentado contra la vida lo cometió con dolo eventual.

Por tanto, para que pudiera afirmarse con alguna expectativa de éxito que el
homicidio que convoca la atención es culposo, como lo sostiene la decisión
mayoritaria, era necesario que demostrara que la posibilidad del resultado era
remota e igualmente cierta la confianza en poder evitarlo, aspectos que no
fluyen de las pruebas conforme viene de analizarse.

[…]

En esas condiciones, una conducta culposa queda descartada, si se tiene en


cuenta que para arribar a una conclusión de ese jaez, sería necesario que en
el caso de la especie los hechos reflejaran que a pesar de que el procesado
previó el resultado como posible, confió en poder evitarlo; sin embargo, las
circunstancias conocidas ponen de presente todo lo contrario, pues lo cierto
es que previó el resultado como probable y lo dejó librado al azar, de lo que da
cuenta que en medio del total desprecio por el manejo adecuado de su arma
de dotación, aun así, la dirigió contra la víctima, lo que de suyo ya era
peligroso, y no bastándole esto, la accionó a pesar del angustioso ruego de la
occisa de que no lo hiciera.

[…]

El Código Penal —artículo 21— expresa que la conducta será dolosa cuando
la realización de la infracción penal ha sido prevista como “probable”, así que
a propósito de esto, la teoría de las probabilidades enseña que la frecuencia de
un acontecimiento dependerá de las condiciones en que se realice el evento
(CSJ SP, 26 oct. 2011, rad. 36357).

En esa medida, no llama a dudas, frente al caso que concita la atención, que
si se repitiera el evento conforme las precisas circunstancia presentadas y
vista la manera como el procesado descargó su arma de fuego, la probabilidad
de que el resultado se produjera era inminente, pues al respecto baste
recordar que el primer respondiente, el policial EPO, quien también había sido
armerillo, al ser interrogado acerca de si al descargar el tambor alguna vez se
le había quedado munición adentro, expresó que “a veces ocurre que la
munición no es nueva, o sea, lleva cierto tiempo y la pólvora tiende a
expandirse un poco… [y] … por el polvo, por lo sudado que el arma está, por
lo mojado que pueda estar, se traba, por eso el revólver tiene una manija, una
varilla”.

Así las cosas, a la extrema irresponsabilidad del acusado en el manejo de su


revólver de dotación, se añade un ingrediente que incrementó la temeridad de
su comportamiento, pues no bastándole con omitir los procedimientos
establecidos, apuntarle indebidamente a la víctima y accionar efectivamente el
revólver; dejó librada al azar la probabilidad de que a dicho artefacto se le
podían quedar cartuchos en el tambor, dado que no había empleado el
procedimiento adecuado para el descargue del mismo».

SALVAMENTO DE VOTO: EYDER PATIÑO CABRERA

DOLO EVENTUAL - Elementos: cognitivo y volitivo: el elemento cognitivo es


más relevante que el volitivo

Tesis:
«Con el habitual respeto por la decisión mayoritaria, salvo parcialmente mi
voto porque, si bien los juzgadores de primera y segunda instancias -según lo
dejó consignado la Corte- de manera errónea entremezclaron elementos de la
culpa y del dolo eventual cuando, por ejemplo, adujeron que el procesado
actuó en forma descuidada, juguetona o de retozo, soy del criterio que no
había lugar a casar oficiosamente la providencia de segunda instancia, toda
vez que JJFM actuó con dolo eventual.

Tradicionalmente el dolo tiene dos componentes, el cognitivo y el volitivo. En


la teoría de la imputación objetiva -no desconocida por la jurisprudencia de
esta Corporación y la que se hizo mención en el fallo del que me aparto- el
segundo no resulta absolutamente necesario para la conceptuación del dolo
eventual».

POSICIÓN DE GARANTE - Noción / POSICIÓN DE GARANTE -


Circunstancias "constitutivas de posiciones de garantía"

Tesis:
«La persona, entendida como una construcción social, es sujeto de imputación
a partir de las expectativas y las defraudaciones. Para tales efectos, se debe
tener claro cuáles son sus deberes generales y concretos y cuáles sus roles,
pues, en razón de estos, adquiere la posición de garante. Si defrauda esos
roles, procede el juicio de imputación.

Bajo este norte, para el injusto penal resulta relevante la relación existente
entre “expectativas-defraudaciones”, en cuanto el hombre, entendido como un
ser social, está llamado a desarrollar ciertos cometidos y, en ese orden, de
cada uno se espera que cumpla con ese papel que le corresponde. De modo
que si actúa conforme a aquél, esto es, como se espera, colma las
expectativas, empero, si ejerce su función en forma imperfecta, las defrauda.

El delito, entonces, se traduce en un comportamiento que defrauda las


expectativas.

Al amparo de esta postura, se visualizan dos vertientes para efectos de la


imputación: (i) la creación de un riesgo desaprobado -compete constatar si la
conducta desplegada por el hombre crea o no un riesgo para el bien jurídico- y
(ii) la producción de un resultado, tras la gestación de un riesgo no permitido.
Solo habrá imputación del resultado si éste es producto de la conducta
humana que creó un riesgo no permitido.

El juicio de imputación se hace desde la delimitación del ámbito de


competencia del sujeto. Por ende, solo se responde por aquellas conductas
que surjan del ámbito de su responsabilidad y que se desprenden de su
posición de garante. De manera que antes de examinar si la conducta era
evitable o cognoscible, debe verificarse si el sujeto tenía posición de garante.

Ahora bien, para demarcar esa esfera de competencia al que corresponde su


protección se debe examinar la posición de garantía del sujeto, ya sea por su
rol institucional o por el riesgo creado. Y, para concretar este componente, es
forzoso analizar a) el riesgo permitido, atendiendo que hay situaciones que
constituyen riesgo de daño, pero que son admitidas por la sociedad, por la
comunidad -por ejemplo, las competencias automovilísticas o el avión-. No
obstante, esos riesgos tienen límites que no se pueden sobrepasar. De manera
que si el individuo los supera, el mal causado se le ha de imputar; b) el
principio de confianza, que implica que el hombre debe actuar conforme a los
comportamientos que le corresponden, acorde a lo que le compete dentro de
esa relación “expecativas-defraudaciones”; c) acciones a propio riesgo, que
tiene íntima relación con la autopuesta en peligro de la víctima, esto es, no
habrá lugar a imputarle a ésta hecho dañoso cuando faltó a los deberes de
autoprotección, y d) prohibición de regreso, que si dentro del riesgo permitido
se facilita a otro cometer conductas dolosas o culposas.

Una vez demostrada la existencia del riesgo creado, es preciso comprobar que
por razón del mismo se produjo el resultado final.
En esta ocasión se constata que no existía un riesgo permitido. Es más, se
muestra socialmente desaprobado que el procesado, patrullero de la Policía
Nacional, apunte con un arma de fuego a una persona indefensa (su novia), a
casi 10 centímetros de su oído, que no ha desplegado conducta alguna que
permita inferir que cometerá una conducta punible y accione el gatillo
atentando contra su humanidad.

El policial, por tener bajo su dominio un elemento peligroso -arma de fuego-,


estaba obligado a ejecutar todas las medidas de seguridad a su alcance para
mantener ese riesgo dentro de los límites permitidos. No hacerlo, conduce a
imputarle responsabilidad penal».

DOLO EVENTUAL - Frente a la culpa con representación / DOLO


EVENTUAL - Se abandona la teoría estricta del consentimiento y se adopta la
de la probabilidad / IMPUTACIÓN OBJETIVA - Riesgo no permitido:
relevancia de los conocimientos especiales del sujeto, frente al dolo y la
culpa / DOLO EVENTUAL - Configuración

Tesis:
«Para la mayoría de la Sala, el proceder de FM se adecua en la categoría de la
culpa con representación y no a la del dolo eventual.

Al respecto, debo admitir que distinguir entre esas dos formas en que se
manifiesta el hecho punible no ha sido tarea fácil para la doctrina y la
jurisprudencia, en cuanto la línea divisoria es bastante delgada, pero no
invisible.

A la luz de nuestro ordenamiento penal, ambas formas de responsabilidad


parten de una estructura común, esto es, que el autor: (i) no desea el
resultado y (ii) reconoce la posibilidad de que este último se produzca. Sin
embargo, esa proximidad se fractura en cuanto en la primera el sujeto confía
en que el resultado no se produzca, pero en el eventual se deja librada al azar
la producción o no del resultado (artículo 22 de la Ley 599 de 2000).

Entre las varias teorías formuladas por la doctrina para superar la dificultad,
está (i) la del consenso o consentimiento, conforme a la cual el elemento
distintivo es la aprobación interior de la realización del resultado, esto es, que
al autor consiente en la posibilidad del resultado; (ii) la de la probabilidad, en
virtud de la cual se verifica la representación que el autor se haya hecho del
resultado advertido, por ende, habrá dolo eventual “cuando el autor advirtió
una gran probabilidad de que se produjese el resultado” y culpa con
representación o consciente si la posibilidad del resultado “reconocida por el
autor era muy lejana”.

Difícil es ahondar en la esfera íntima del sujeto, no obstante, para efectos de


determinar ante qué modalidad de responsabilidad estamos, es preciso
adelantar una juiciosa valoración de los elementos probatorios llevados al
juicio, en cuanto permiten analizar los sucesos previos (actos preparatorios) y
posteriores a la ocurrencia del hecho.

Según el fallo del cual discrepo, el procesado no tuvo la intención de atentar


contra el bien jurídico de la vida y tampoco dejó la producción del resultado
librada al azar, puesto que había descargado el revólver, aunque admite que
sin seguir el procedimiento protocolario, y de manera equivocada consideró tal
proceder suficiente para no generar daño alguno.

Tal afirmación, en mi parecer, es desacertada porque pasa por alto un aspecto


fundamental: la cláusula de exigibilidad.

Al procesado se le imponía obrar de forma distinta, le correspondía adoptar


mayores precauciones que otra persona, justamente por su calidad policial.
No hacerlo, esto es: (i) no descargar el revólver siguiendo los parámetros
institucionales debidos y perfectamente conocidos por su condición de
patrullero, (ii) apuntar con el arma a tan corta distancia y (iii) accionar el
gatillo, pone en evidencia que dejó la producción del resultado al azar.

En sentido opuesto a lo sostenido por la Sala mayoritaria, los conocimientos


especiales del autor se muestran significativos para atribuir el dolo eventual.
No contar siquiera los cartuchos que había extraído previamente del arma
(revólver) -operación que resulta ser simple, pues tan solo son seis- permite
colegir no que se representó un riesgo y confió en poder evitarlo sino en que se
representó el resulta como probable, pero no le importó, o se conformó con su
posible producción».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : PATRICIA SALAZAR CUÉLLAR
NÚMERO DE PROCESO : 42784
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP7409-2015
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Bogotá
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 16/12/2015
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 446
FUENTE FORMAL : Ley 906 de 2004

TEMA: FALSO RACIOCINIO - Principios de la lógica / FALSO RACIOCINIO -


No se configura por descuerdo en la valoración probatoria / DELITO
CULPOSO - Infracción al deber objetivo de cuidado

Tesis:
«Principio lógico de la razón suficiente.

De acuerdo con ese principio, planteado por el filósofo alemán Wilhelm


Leibniz, no puede hallarse ningún hecho verdadero o existente, ni ninguna
enunciación verdadera, sin que haya una razón suficiente para que sea así y
no de otro modo. En otras palabras, todo obedece a una razón y nada es
porque sí. Todo, en fin, tiene una razón de ser.

Si en el caso examinado, según se expresa en la demanda, el Tribunal


concluyó que el conductor de la buseta incrementó el riesgo permitido al
cambiar la ruta e ingresar a una zona residencial y lo disminuyó al manejar a
una velocidad inferior a la permitida, no entiende la Sala por qué ese
argumento quebrantó el mencionado principio supremo de la lógica. La
casacionista dice que por pasarse por alto en el juicio, que la víctima y demás
ciudadanos tenían derecho “a confiar plenamente en acudir a las calles sin
esperar que buses y busetas públicas en forma arbitraria y peligrosa se
adentraran en esas calles prohibidas para ellos”.

Claramente, como se puede advertir, no es la falta de motivos en el argumento


del Tribunal lo que reprocha la apoderada de las víctimas. Para la Corporación
judicial -eso es claro— la razón del incremento del riesgo permitido, asociada
al cambio de ruta de la buseta, fue su desplazamiento por una zona
residencial donde las personas no están habituadas a ese tipo de vehículos en
sus calles. Y la razón para estimar que el conductor, al tiempo que aumentó el
riesgo lo disminuyó, fue su conducción a una velocidad moderada, inferior a
la autorizada.

De los dos hechos el juzgador no derivó la ocurrencia de un homicidio


culposo. Si el conductor de la buseta ingresó a una zona residencial no
prevista como vía de su recorrido y lo hizo despacio, se descarta en una
situación así que haya omitido su deber objetivo de cuidado e incurrido, en
consecuencia, en la conducta que se le atribuyó.

La casacionista simplemente opuso su punto de vista a esa conclusión del


juzgador. Según ella, los ciudadanos confiaban legítimamente que a su barrio
no entrarían buses y busetas. Ni -en razón de la hora— camiones de
abastecimiento y de mudanzas. El planteamiento tácito de la abogada, acorde
con lo precedente, inaceptable como es obvio, sería que las lesiones
personales y homicidios causados en un lugar como el de los hechos, en los
cuales esté implicado un bus, una buseta o un camión, son responsabilidad
de los conductores de dichos automotores, con independencia de las
circunstancias en que tuvieron ocurrencia».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
NÚMERO DE PROCESO : 45427
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP5176-2015
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Santa
Marta
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 09/09/2015
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 314
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 25 / Ley 600 de 2000
art. 47, 204 y 205 / Ley 57 de 1887 art.
1494

TEMA: DELITO CULPOSO - Infracción al deber objetivo de cuidado:


infracción a las normas de tránsito marítimo
Tesis:
«El impugnante pasa así por alto las conclusiones judiciales acerca de la
violación del deber objetivo de cuidado por parte de LP, al haberse acreditado
que navegaba en horas no permitidas, ya que lo hacía avanzada la noche, en
un bote que no estaba en óptimas condiciones —pues según la declaración de
CVA antes de iniciar el viaje al bote le faltaba aire—, el cual incluso carecía de
luces o al menos cintas reflectoras, trasportando a un bebé de escasos 28
meses de edad sin que llevara chaleco salvavidas.

Esa falencia le impide desvirtuar que el condenado generó un riesgo que


superó el umbral de lo permitido el cual se materializó en la muerte del
menor.

(...)
En las instancias se concluyó de acuerdo con el material probatorio, que la
caída del niño al mar y su consecuente ahogamiento obedeció a la total
desatención por parte de LP en la conducción del bote al no portar el mínimo
elemento de supervivencia del chaleco, en una embarcación que por demás
carecía de los permios para la navegabilidad, pues no era apta para
actividades recreativas al "no contar con un casco que contenga la altura de la
borda para evitar precisamente la caída de los ocupantes al mar".

En estas condiciones el reparo no será admitido ».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : FERNANDO ALBERTO CASTRO
CABALLERO
NÚMERO DE PROCESO : 46095
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP4379-2015
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Bogotá
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 05/08/2015
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 271
FUENTE FORMAL : Ley 906 de 2004 art. 180, 181 / Ley 599 de
2000 art. 23

TEMA: DELITO CULPOSO - Infracción al deber objetivo de cuidado:


infracción a las normas de tránsito

Tesis:
«Sobre el incumplimiento de los reglamentos que regulan la actividad de
conducción por parte del motociclista, es cierto que se determinó que las
llantas del vehículo se encontraban en mal estado, lo cual pudo haber
incidido en que resbalara en el terreno gredoso por el que se desplazaba junto
con el bus de transmilenio. Sin embargo, el indebido incremento del riesgo fue
atribuido al conductor de este último en razón a la deducción del Tribunal
acerca de que éste no guardó la respectiva distancia respecto de la motocicleta
y que no adoptó medidas de precaución que le eran exigibles dadas las
condiciones de la vía que tenía que compartir con vehículos de menor
tamaño».
M. PONENTE : JOSÉ LEONIDAS BUSTOS MARTÍNEZ
NÚMERO DE PROCESO : 45329
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP2780-2015
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 25/05/2015
DELITOS : Homicidio
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 176, 213, 310 / Ley
599 de 2000 art. 83, 84, 109, / Ley 769 de
2002 art. 55, 63, 74, / Ley 57 de 1887 art.
2356, 2357

DELITO CULPOSO - Deber objetivo de cuidado / DELITO CULPOSO -


Infracción al deber objetivo de cuidado: Infracción a las normas de tránsito

«El deber de cuidado ha sido analizado por la doctrina desde dos aspectos: (a)
el deber de cuidado interno, que obliga a advertir la presencia del peligro y (b)
el deber de cuidado externo que consiste en la carga de comportarse
externamente conforme con la norma de cuidado y que tiene tres
manifestaciones principales: (i) el deber de estar debidamente preparado para
realizar acciones peligrosas y en su defecto abstenerse le realizarlas; (ii) el
deber de prepararse e informarse previamente a emprender acciones que
puedan resultar peligrosas y; (iii) el deber de actuar prudentemente en
situaciones peligrosas.

En el presenta asunto, la Sala advierte que el procesado cumplió con los dos
primeros deberes, es decir, el procesado contaba con licencia de conducción
que lo acreditaba como persona idónea para realizar la actividad de conducir
y con una experiencia de 12 años en el desarrollo de la actividad. Igualmente,
era conocedor de las circunstancias de luminosidad, pues informó que
recorría desde hace varios meses la ruta en la que se desató el fatídico
accidente.

Sin embargo, es el tercer deber el que no acató, como quiera que no realizó la
actividad de conducir con la máxima atención para evitar la lesión de bienes
jurídicos propios o ajenos pudiendo hacerlo, es decir, violó el deber de no
actuar imprudentemente.
Ahora bien, debido a que no existe un catálogo de deberes de cuidado, la
doctrina y la jurisprudencia han sistematizado una serie de pautas que sirven
de directrices para establecerlo, que han sido concretadas por la Corte.

(...)

Si se analiza la concreta situación que rodeó el hecho a partir de un juicio ex


ante, tenemos que existía una norma de cuidado que todo hombre diligente
debe acatar, contenida en el artículo 74 del Código Nacional de Tránsito
Terrestre, según la cual, los conductores deben reducir la velocidad a 30
kilómetros por hora cuando se reduzcan las condiciones de visibilidad.

Es cierto que el tráfico terrestre exige la ejecución de actividades peligrosas,


pero en este caso concreto, el riesgo que entrañaba conducir un rodante de
las dimensiones de una buseta de servicio público era para el conductor
experimentado un riesgo previsible y si bien el riesgo de manejar en
condiciones de escasa luminosidad se encuentra permitido con carácter
general, su zenit se halla constituido justamente por la norma de cuidado que
le indica que en tales circunstancias debía disminuir la velocidad a 30
kilómetros por hora, límite que CAPC, imprudentemente superó dejando de
aplicar el deber de cuidado que debió acatar desde el punto de vista del
observador objetivo.

Así, el hecho resultante fue causado por la infracción al deber de cuidado del
conductor, pues es preciso recordar que la imprudencia no es un concepto
psicológico sino normativo, en donde lo decisivo es la infracción a la norma de
cuidado, que al ser violada, como en este caso, torna la acción imprudente por
sí misma y la agrava al causarse el resultado lesivo del bien jurídico vida de
dos ciudadanos que constituye el resultado que la norma pretende evitar.

(...)

Frente a este aspecto concluye la Sala que el procesado si violó el deber


objetivo de cuidado que le era exigible».

HOMICIDIO CULPOSO - Conductor: Posición de garante

«Yerra la demandante al afirmar que el procesado, en su condición de


conductor del autobús, no tenía posición de garante de los peatones que se
hallaban en estado de ebriedad puesto que la norma indica que los
transeúntes en esas condiciones deben estar acompañados por una persona
mayor de 16 años de edad y que es esta quien tiene el deber de garante
respecto de aquellos.

Contrario a lo propuesto por la censora, no hay duda que CAPC tenía posición
de garante de los peatones y, entre ellos también de las víctimas, pues el
artículo 55 de la Ley 769 de 2002 se lo adjudica al exigirle en el desarrollo de
la actividad peligrosa un comportamiento que no obstaculice, perjudique o
ponga en riesgo a los demás, al tiempo que el artículo 63 ibídem le impone el
deber de respetar los derechos e integridad de los caminantes,
responsabilidad que no desaparece porque otras personas tengan también
asignadas cargas en igual sentido o porque no las cumplan».

HOMICIDIO CULPOSO - Auto puesta en peligro

Tesis:
«La Sala examinará si la muerte de los peatones fue producto de una acción a
propio riesgo que pueda excluir la imputación objetiva, para lo cual la
jurisprudencia de la Corporación ha venido exigiendo:

"falta la creación del riesgo desaprobado cuando alguien sólo ha participado


con respecto a la conducta de otro en una “acción a propio riesgo”, o una
“autopuesta en peligro dolosa”, para cuya procedencia la Sala ha señalado los
siguientes requisitos:

Para que la acción a propio riesgo o autopuesta en peligro de la víctima


excluya o modifique la imputación al autor o partícipe es necesario que ella:

Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado.

Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de


conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo.

Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella".

De acuerdo a lo anterior, es necesario considerar que ON y GO estaban en


tercer grado de embriaguez, con lo cual un eventual conocimiento del peligro y
su consentimiento para la auto puesta en peligro, que no implica su renuncia
al mantenimiento del bien jurídico vida, es ineficaz, mientras que, como se ha
expuesto el procesado tenía normativamente frente a ellas posición de
garante.

De esta forma, mal puede afirmarse que el principio de seguridad es


inaplicable porque las víctimas eran mayores de edad y tenían plenas
facultades mentales para cuando ocurrieron los hechos, pues las pruebas
demuestran justamente lo contrario: que tenían un elevado grado de
alicoramiento, en otras palabras, la auto puesta en peligro no fue decidida de
manera auto responsable y fue empeorada con el actuar imprudente del
autor, quien no puede aducir que la lesión al bien jurídico causada por él
hubiera sido producida por el hecho impudente de otro, pues él mismo había
rebasado el límite de lo autorizado por la norma de tránsito creando un riesgo
no permitido, cuya realización se produjo con el resultado muerte.

(...)

La colisión se produce porque el conductor no avizora a los peatones que


venían cruzando la vía -casi totalmente- y cuando los observa, ya es
demasiado tarde para evitar la colisión, pues la velocidad a la que transitaba
el rodante lo impidió y justamente por esa velocidad con que transitaba, el
cuerpo de MGO presentó una huella de arrastre de 13.10 mts. Y el de JFON
de 15.00 mts. generándose la consecuencia lesiva.

(...)

No es válido afirmar que el resultado lesivo se causó con la conducta


imprudente de las víctimas, pues la responsabilidad penal resulta atribuible
exclusivamente al procesado, toda vez que el material probatorio no permite
concluir racionalmente que los peatones se le hubieran abalanzado al
vehículo, o que estuvieran en condiciones en que muy probablemente también
habrían sido arrollados aunque el conductor se desplazara a la velocidad
normativamente debida.

Contrario a lo anterior, de haber respetado el procesado la prudencia


normativa y adoptado ex ante las precauciones que el deber de cuidado le
demandaba, el resultado no se hubiera producido».

RESPONSABILIDAD CIVIL - Actividades peligrosas

«La Sala ha estimado en respuesta del cargo anterior cómo la muerte de las
víctimas tuvo ocurrencia por violación al deber de cuidado por parte del
procesado y de qué manera el estado de embriaguez de las víctimas no es
determinante para eximir de responsabilidad al encartado. Por tal motivo, el
presupuesto fáctico del que parte este ataque carece de veracidad, pues, en
momento alguno le ha sido imputada la responsabilidad al acusado basada en
factores objetivos sino que por el contrario, la culpa exclusivamente a él
atribuible fue suficientemente demostrada.

(...)

En el presente asunto, la causa determinante del accidente no fue extraña


sino que se fundó en la violación del procesado al deber de cuidado; por tanto,
la responsabilidad civil también le es atribuible».

INDEMNIZACION DE PERJUICIOS - Concurrencia de culpas


«Con base en el numeral primero del artículo 368 del Código de Procedimiento
Civil, la recurrente acusa la sentencia de ser directamente violatoria del
artículo 2357 del Código Civil por falta de aplicación, al considerar que el
Tribunal pasó por alto que en este caso debe reducirse la indemnización por
concurrencia de culpas porque las víctimas se expusieron al riesgo de manera
imprudente y, por ello, dejó de aplicar debiendo, la norma civil en cuanto a la
concurrencia de culpas, máxime cuando, en su opinión, el Tribunal aceptó y
tuvo como punto de partida fáctico de que las víctimas se expusieron
imprudentemente al perjuicio que sufrieron.

Parte nuevamente la recurrente de una falsa premisa: el reconocimiento por el


Tribunal del actuar imprudente de las víctimas, pues contrario a ello, la
valoración probatoria lo condujo a determinar que la causa del punible fue
exclusivamente la violación al deber objetivo de cuidado por parte del
procesado. Así las cosas, mal podría aplicarse la compensación de culpas de
que trata el artículo 2357 del Código Civil.

Valga señalar que, para que proceda la reducción de la indemnización por


este concepto, no es suficiente la comprobación de la culpa de las víctimas-
que se repite, en este caso no ocurrió-, sino que resulta necesario que se
determine el nexo causal con el daño y su relevancia para producirlo, tal y
como lo ha afirmado la Sala Civil de esta Colegiatura:

"La aplicación de este precepto determina que, primeramente, se deba


averiguar por el nexo causal entre la culpa de la víctima -al igual que debe
hacerse antes con la del demandado- y el daño padecido, pues solo si aquella
tiene incidencia en éste hay que considerar dicha culpa con miras a buscar
una reducción en la indemnización correspondiente; y seguidamente, o sea
después de establecido dicho nexo o incidencia de la culpa concurrente del
reo, el juez, en ejercicio de la que otorga la ley, ha de señalar en qué
proporción debe operar la reducción de la indemnización que se reclama".

En este asunto, el ad quem imputó la producción del accidente que condujo a


la muerte de las víctimas a la infracción de la norma de cuidado por parte del
acusado, específicamente por exceso de velocidad. De esta forma, solo en la
mente de la defensora está que el juez de segundo grado reconoció el actuar
imprudente de las víctimas, pues lo cierto es que no logró acreditar que la
actividad de las víctimas concurrió a la producción del daño. Téngase en
cuenta que la Sala de Casación Civil ha expresado que:

"La aplicación de las disposiciones atinentes a la denominada compensación


de culpas presupone, no simplemente de una actividad imprudente de la
víctima, abstractamente considerada, sino también de la existencia de un
nexo causal entre ese específico proceder y el daño. De donde hipotéticamente
el sentenciador no obstante encontrar demostrados los anotados factores, no
aplicase o aplicase indebidamente las disposiciones que regulan el fenómeno
en cuestión, sería factible imputarle un error netamente jurídico. Pero si por
el contrario, como aquí sucede, el Juzgador entiende que la actividad de la
víctima no concurrió a la realización del daño, no puede pretender el censor
que se da aplicación a la norma sustancial en cuestión sin antes acreditar que
el acervo probatorio indica que tal incidencia si existió, o, lo que es lo mismo,
deberá comprobar que el fallador se equivocó al no haber encontrado en el
material probatorio, la demostración de dicha circunstancia".

Contrario a lo anterior, el criterio fundamental de imputación en este asunto


consistió en estimar acreditado que el exceso de velocidad fue la causa
determinante del accidente. El contenido del fallo evidencia que los aspectos
señalados por la defensora no le merecieron la entidad que reclama y no fue
determinante para explicar la producción del resultado.

El cargo no prospera».

M. PONENTE : PATRICIA SALAZAR CUELLAR


NÚMERO DE PROCESO : 41257
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP2178-2015
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 29/04/2015
DELITOS : Homicidio
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 12 / Ley 906 de 2004

IMPUTACION OBJETIVA - Aplicación en Colombia

Tesis:

«No está de más advertir que “la teoría de la imputación objetiva” a la cual
aludió el Tribunal en la sentencia recurrida extraordinariamente no es lo
mismo que la “responsabilidad objetiva”. La primera es una doctrina general
de la conducta típica que en manera alguna desconoce que los sujetos
imputables en derecho penal responden únicamente cuando cometen una
conducta típica, antijurídica y culpable. La segunda -erradicada del derecho
penal nacional a través del artículo 12 del Código Penal— consiste en el
reproche a una persona por la sola causación del resultado, sin consideración
a su culpabilidad».
RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : GUSTAVO ENRIQUE MALO FERNÁNDEZ
NÚMERO DE PROCESO : 43363
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP4451-2014
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Cúcuta
CLASE DE ACTUACIÓN : SEGUNDA INSTANCIA
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 09/04/2014
DECISIÓN : REVOCA / ABSUELVE
DELITOS : Peculado culposo

TEMA: DELITO CULPOSO - Aspectos generales: Creación de un riesgo y su


nexo causal con el resultado

Tesis:
«Huelga señalar, la responsabilidad penal opera no por virtud de desatender
mínimos funcionales, sino en atención al efecto que ello produce.

(...)

No se requieren profundas lucubraciones jurídicas o elaboradas tesis, del


tenor de las presentadas en su alegato por la defensa, para advertir que en la
definición de responsabilidad penal por el delito culposo se erigen basamentos
fundamentales los referidos a la creación del riesgo jurídicamente
desaprobado y el nexo causal que ata esa circunstancia con el resultado
dañoso.

Bajo esta perspectiva si se quiere simple, lo primero que obliga determinar es


si, en efecto, la procesada creó un riesgo jurídicamente desaprobado, vale
decir, en términos del Tribunal, si efectivamente se advierte el
desconocimiento de las normas funcionales que signan su labor, de cara al
hecho específico por el cual se le acusó».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 36554 | Fecha: 09/08/2011 |


Tema: DELITO CULPOSO - Aspectos generales: Creación de un riesgo y su
nexo causal con el resultado
SALA DE CASACIÓN PENAL
M. PONENTE : EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
NÚMERO DE PROCESO : 35803
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP1618-2014
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Cundinamarca
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 02/04/2014
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Trafico, fabricación, o porte de
estupefacientes
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 254

TEMA: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Prohibición de regreso


Tesis:
«Si bien dentro de la teoría de la imputación objetiva, uno de los criterios para
descartar la atribución del resultado a la persona es la denominada
prohibición de regreso, según la cual, cuando una persona realiza una
conducta culposa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella
facilita, propicia o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por
parte de otra, no le puede ser imputable el comportamiento criminoso de esta
última, excepto si tiene posición de garante, no corresponde a la realidad
probada que el procesado en su calidad de miembro de la institución policial
simplemente hubiera desatendido sus deberes al estar en el puesto de
vigilancia que le había sido confiado».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : EUGENIO FERNANDEZ CARLIER
NÚMERO DE PROCESO : 39674
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP1487-2014
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Bucaramanga
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 27/03/2014
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Fraude procesal
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 9

TEMA: IMPUTACION OBJETIVA - Aplicación en Colombia


Tesis:
«Pues no han sido pocas las providencias en las cuales la Sala se ha valido,
con base en el inciso primero cuerpo segundo del artículo 9 del Código Penal
(según el cual «[l]a causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica
del resultado»), de los criterios de la teoría de la imputación objetiva para
solucionar problemas en el orden jurídico colombiano. Y, por otro lado, se
trata de una postura contradictoria, en la medida en que el mismo
demandante reconoció en la sustentación del cargo que la «Sala Penal de la
Honorable Corte Suprema de Justicia ha resuelto casos con fundamento en la
teoría de la imputación objetiva y concretamente ha admitido […] como
criterios jurídicos para imputar […] resultados el de la autopuesta en peligro
[…] y el de la prohibición de regreso» (folio 63).».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Prohibición de regreso


Tesis:
«La figura de la prohibición de regreso como tesis excluyente de imputación
objetiva se presenta, en palabras de la Corte en la sentencia CSJ SP, 4 abr.
2003, rad. 12742, «cuando una persona realiza una conducta dolosa,
irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia o
estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, excepto
si tiene posición de garante». Y, como se acaba de ver en este asunto, GGG
tenía una relación de garantía frente a la protección del patrimonio económico
de MCC».

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : FERNANDO ALBERTO CASTRO
CABALLERO
NÚMERO DE PROCESO : 43033
NÚMERO DE PROVIDENCIA : AP1018-2014
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de
Barranquilla
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : MIXTA
FECHA : 05/03/2014
DECISIÓN : INADMITE / DECLARA PRESCRITA LA
ACCIÓN PENAL / CESA PROCEDIMIENTO /
CASA PARCIALMENTE Y DE OFICIO
DELITOS : Homicidio / Homicidio
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 207, 212, 213 y 216 /
Ley 599 de 2000 art. 25, 32, 83, 86, 89 y
90 / Ley 1709 de 2014 art. 99

TEMA: ERROR DE TIPO - Sobre el nexo causal: Aberratio ictus / ERROR


DE TIPO - Se estructura
Tesis:
«Resulta oportuno recordar lo que la Sala ha expresado en torno al error,
valga decir, que de conformidad con las teorías estricta y limitada de la
culpabilidad acogidas por el Código Penal de 2000, en su artículo 32 num.
10º, se consagra el error de tipo como aquél que recae sobre los elementos que
integran el llamado tipo objetivo, el cual supone que el dolo en su aspecto
cognoscitivo no abarca tales particularidades, que en los delitos de resultado
de lesión, en términos generales, están integradas por el sujeto, el objeto, la
conducta, el resultado y el nexo causal entre aquella y éste (CSJ AP, 19 May.
2008, Rad. 28984 y CSJ SP, 20 Oct. 2004, Rad. 21695).

Cuando el error recae en el nexo causal que debe existir entre la conducta y el
resultado, por desviación del desarrollo del suceso (error in personan,
aberratio ictus, dolus generalis), la doctrina considera que se está frente a un
error de tipo, pues dicha relación hace parte de la faz objetiva de la tipicidad,
como quedó atrás visto, cuya potencialidad de excluir el dolo radica en que
«En todos estos supuestos se da una divergencia entre el curso causal que el
autor se representó en el momento de la acción y el que realmente ocurrió: en
la medida en que la producción causal del resultado sea un elemento del tipo,
debe ser objeto del conocimiento del dolo» .

En lo relativo a los casos de aberratio ictus, la opinión dominante considera


que cuando el autor concibe una acción sobre determinado objeto, pero a
causa de su defectuosa ejecución o por desviación del desarrollo de los
hechos, lesiona en realidad otro de la misma especie, no incluido en su
representación, aquél deberá responder por tentativa de homicidio respecto
del resultado inicialmente proyectado, en concurso con el delito culposo en
relación con la consecuencia no querida.».

DELITOS CULPOSOS - Aplicación de la teoría de la imputación objetiva


Tesis:
«En relación con el delito culposo, la jurisprudencia de la Corte ha
considerado que el tipo objetivo de dicha modalidad de conducta encuentra
explicación en la teoría de la imputación objetiva, cuya pretensión no es otra
que determinar, a partir de una concepción normativa desprovista de
consideraciones ontológicas, cuándo una conducta resulta atribuible o
imputable objetivamente a determinada persona, en tanto ésta (i) haya creado
un riesgo jurídicamente desaprobado y (ii) dicho riesgo se haya realizado en el
resultado penalmente relevante. Análisis que no puede prescindir de los
criterios normativos que en determinados eventos excluyen la imputación al
tipo objetivo, entre ellos, (i) el riesgo permitido, (ii) el principio de confianza y
(iii) las acciones de propio peligro.».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro


Tesis:
«Cuando una persona de manera consciente y voluntaria se expone a un
riesgo, en desmedro del deber de autoprotección, asume exclusivamente la
responsabilidad por los efectos negativos que se concreten en razón de dicho
riesgo, por tanto es improcedente imputar al tipo objetivo la causación del
daño derivado de ese actuar.

(...)

Examinados desde una perspectiva ex ante los requisitos de las llamadas


acciones a propio riesgo o de autopuesta en peligro, en orden a determinar si
en el caso analizado excluyen la imputación al tipo objetivo, vale decir, si el
hoy occiso JACG se hallaba en condiciones de conocer la existencia del riesgo
y de asumirlo, se advierte que los mismos concurren a cabalidad.

(...)

Así las cosas, la muerte de CG obedeció a su autopuesta en peligro y no a


culpa de quien hizo el disparo mortal. ».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 28984 | Fecha: 19/05/2008 |


Tema: ERROR DE TIPO - Sobre el nexo causal: Aberratio ictus Rad: 36842 |
Fecha: 27/11/2013 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Autopuesta en peligro

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO
NÚMERO DE PROCESO : 42000
NÚMERO DE PROVIDENCIA : SP1458-2014
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Ibagué
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 12/02/2014
DECISIÓN : CASA PARCIALMENTE
DELITOS : Homicidio / Lesiones culposas
ACTA n.º : 040
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 400 / Ley 600 de 2000
art. 170 núm. 4 / Código de Procedimiento
Civil art. 305 / Código Civil art. 2357

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Aplicación: Aun cuando el sujeto actúa


de manera imprudente
Tesis:
«El juzgador colegiado una vez consideró el desvalor de la acción y del
resultado, o en otros términos examinó la parte objetiva del tipo penal en
relación con la infracción de la norma de cuidado del conductor del vehículo y
la lesión al bien jurídico protegido, como también su extremo subjetivo (la
representación que se pudo tener del resultado), se ocupó de lo concerniente
al principio de confianza -entendido como la expectativa del individuo frente a
la sociedad al entrañar que cada quien confíe en que los demás asuman y
cumplan sus deberes-, y así encontró que nunca le era ajeno a quienes se
desplazaban en la bicicleta, no obstante las prendas de vestir que utilizaba su
conductora.

Efectivamente, el principio de confianza al estar relacionado con el riesgo


permitido es predicable aun respecto de quien actúa imprudentemente, pues
aunque obre sin el debido cuidado tiene el derecho de esperar que los demás
asuman acciones ajustadas a los reglamentos, como aquí ocurrió respecto de
los ocupantes de la bicicleta toda vez que por el número que allí se desplazaba
y por las prendas utilizadas por la conductora, intentaron el cruce de la vía
confiados en que el vehículo que venía a la distancia no invadiera la vía
contraria y menos que se desplazara a excesos de velocidad. ».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : EYDER PATIÑO CABRERA
NÚMERO DE PROCESO : 39270
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Neiva
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 11/12/2013
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Contrato sin cumplimiento de requisitos
legales
ACTA n.º : 419-
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 212 y 213

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Aplicación


Tesis:
«La pretendida aplicación del principio de confianza como circunstancia
excluyente de responsabilidad parte de suponer que quien se comporta en el
tráfico jurídico, por ejemplo, en ámbitos laborales donde opera la división de
trabajo conforme a las normas preestablecidas puede confiar en que todos los
participantes en él también lo hagan, a no ser que fundadamente se pueda
suponer lo contrario.

En el asunto de la especie, dicho axioma no tiene cabida pues tal como lo


destaca el juez de la causa, siendo el procesado el rector y ordenador del gasto
de la institución educativa oficial asumió la responsabilidad de velar, entre
otras cosas, por la salvaguarda de los principios que rigen la contratación
administrativa. No obstante, el enjuiciado desatendió absolutamente esta
obligación pese a que su capacidad volitiva, cognoscitiva e intelectiva le
permitía conocer las consecuencias lesivas del comportamiento doloso a él
endilgado ».

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : FERNANDO ALBERTO CASTRO
CABALLERO
NÚMERO DE PROCESO : 41934
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Ibagué
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 11/12/2013
DECISIÓN : INADMITE / ADMITE INSISTENCIA
DELITOS : Homicidio culposo
ACTA n.º : 419
FUENTE FORMAL : Ley 1395 de 2010 art. 90 / Ley 906 de 2004
art. 178,183 y 184.

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Noción


Tesis:
«EI actor confunde el principio de confianza propio del tráfico automotor,
según el cual toda persona que toma parte del mismo obra bajo el
convencimiento de que los demás que intervienen en él se comportan
observando rigurosamente las normas de circulación, esto es, que lo hacen de
forma cuidadosa, atenta y diligente, pero además, acatando las disposiciones
reglamentarias.

Por su parte, el principio de confianza legítima "consiste en que la


administración por medio de su conducta uniforme hace entender al
administrado que su actuación es tolerada. Es decir, que las acciones de la
administración durante un tiempo prudencial hacen nacer en el administrado
la expectativa de que su comportamiento es ajustado a derecho"
Precisado lo anterior, se observa que mal puede el libelista predicar del
procesado que actuó bajo el principio de confianza porque vio ingresar a la vía
un vehículo y luego observó que en el carril contrario no observó luces que le
permitieran deducir la presencia de un vehículo que se aproximaba, pues se
sabe que las condiciones climáticas eran difíciles y por tanto la visibilidad era
reducida, de modo que si el implicado hubiese actuado de conformidad con el
postulado anotado, habría tenido en cuenta lo previsto en el artículo 73 de la
Ley 769 de 2002 (Código Nacional de Tránsito Terrestre), conforme al cual no
se debe adelantar otros vehículos “cuando la visibilidad sea desfavorable” y
“en general, cuando la maniobra ofrezca peligro”.».

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ
NÚMERO DE PROCESO : 36842
PROCEDENCIA : Juzgado Penal de Circuito de Medellín
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 27/11/2013
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Lesiones culposas
ACTA n.º : 393
FUENTE FORMAL : Ley 599 de 2000 art. 9 / Ley 599 de 2000
art. 25

TEMA: IMPUTACION OBJETIVA - Elementos para su existencia


Tesis:
«La teoría de la imputación objetiva permite determinar los eventos en los
cuales una acción causal puede ser considerada típica, pues para esta
corriente doctrinal aunque el nexo causal constituye presupuesto esencial de
toda imputación, no es suficiente para considerar realizado el tipo objetivo
porque, adicionalmente, se requiere, i) que el agente haya creado un peligro
para el bien jurídico no cubierto por el riesgo permitido, ii) que se concrete el
resultado y, iii) que no se haya materializado una acción a propio riesgo o
autopuesta en peligro(3).

En efecto, se parte de considerar la existencia de una serie de actividades


cotidianas que aunque generan riesgos jurídicamente relevantes deben ser
permitidas, siempre y cuando se respeten las reglas de cuidado previstas en la
ley o el reglamento, a efectos de garantizar la convivencia social, verbi gratia,
el tráfico automovilístico, aéreo, marítimo, las actividades deportivas, las
intervenciones médicas, entre otras. ».

IMPUTACION OBJETIVA - Excepciones


Tesis:
«A la par con las conductas riesgosas permitidas por el ordenamiento jurídico
para garantizar el normal funcionamiento de la colectividad, existen otras
acciones que, acorde con la teoría citada, no son imputables al tipo
objetivo(4), así:

“a) No provoca un riesgo jurídicamente desaprobado quien incurre en una


“conducta socialmente normal y generalmente no peligrosa”, que por lo tanto
no está prohibida por el ordenamiento jurídico, a pesar de que con la misma
haya ocasionado de manera causal un resultado típico o incluso haya sido
determinante para su realización.

b) Tampoco se concreta el riesgo no permitido cuando en el marco de una


cooperación con división del trabajo en el ejercicio de cualquier actividad
especializada o profesión el procesado observa los deberes que le eran
exigibles y es otra persona perteneciente al grupo la que no respeta las
normas o las reglas del arte (lex artis) pertinentes. Lo anterior, en virtud del
llamado principio de confianza, según el cual “el hombre normal espera que
los demás actúen de acuerdo con los mandatos legales, dentro de su
competencia”(5).

c) Igualmente, falta la creación del riesgo desaprobado cuando alguien sólo ha


participado con respecto a la conducta de otro en una acción a propio riesgo,
como la denomina Jakobs(6), o una autopuesta en peligro dolosa, como la
llama Roxin(7)”(8).».

IMPUTACION OBJETIVA - Autopuesta en peligro


Tesis:
«En cuanto a la autopuesta en peligro, ésta se concreta cuando, i) el agente se
pone en riesgo a sí mismo o ii) cuando, con plena conciencia de la situación,
se deja poner en dicha situación por otra persona, eventos en los cuales no
puede imputarse al tercero el tipo objetivo porque quien conscientemente se
expone a un acontecer amenazante se hace responsable de las consecuencias
de su propia actuación.

La Sala reiteradamente ha señalado los presupuestos para pregonar la


configuración de una acción a propio riesgo, así:

“Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado.
Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de
conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo.
Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella”(9).

Así mismo, la doctrina considera que el resultado lesivo debe ser


consecuencia del riesgo asumido y no de acciones adicionales no asumidas
por la víctima, pues, si concurren otros factores, el daño se concreta en razón
a éstos y no exclusivamente al peligro aceptado. Así,

“En primer lugar, el daño ha de ser la consecuencia del riesgo corrido y no de


otros fallos adicionales, y el sujeto puesto en peligro ha de tener la misma
responsabilidad por la actuación común que quien le pone en peligro. Y
además aquél, al igual que la autopuesta en peligro, ha de ser consciente del
riesgo en la misma medida que quien le pone en peligro. Si se dan estos dos
supuestos habrá “asumido” el riesgo. … en cambio, debería tener lugar la
imputación si el conductor persuade al pasajero que vacila con buenos
motivos, o si le hubiera ocultado o minimizado los riesgos o si el accidente se
debió a fallos en la conducción independientes del riesgo aceptado”(10).

Entonces, no basta con que una agente asuma voluntaria y conscientemente


el riesgo a que otra persona lo somete sino que, además, se requiere que el
mismo no se incremente con acciones diversas no consideradas ni
consentidas por la víctima.

De igual forma, se requiere el pleno conocimiento del riesgo afrontado para


excluir la imputación jurídica, condición que comporta que la víctima esté en
condiciones de discernir y de valorar ex ante el peligro al que se somete.

(...)

resulta indiscutible que (...) al conducir el vehículo bajo el influjo de bebidas


embriagantes vulneró el deber objetivo de cuidado, desarrollando una
actividad peligrosa sin contar con las condiciones adecuadas para ello.
De esta manera, la autopuesta en peligro pregonada en la demanda, con
fundamento en la cual se afirma la imposibilidad de imputar al procesado el
resultado lesivo, no se configura por cuanto está ausente un presupuesto
esencial de dicha figura jurídica, a saber, la capacidad plena de la víctima de
entender el alcance del riesgo.

Lo anterior por cuanto (...), según lo declarado en el proceso, no tenía la


capacidad de discernir sobre el riesgo y el posible resultado del mismo, dado
que también se encontraba en estado de alicoramiento(13), situación que, a
no dudarlo, le impedía valorar en toda su dimensión el peligro de abordar el
vehículo dirigido por el procesado puesto que tenía sensiblemente
disminuidas sus facultades intelectivas.».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 27388 | Fecha: 8/11/2007 |


Tema: IMPUTACION OBJETIVA - Excepciones Rad: 12742 | Fecha: 4/4/2003
| Tema: IMPUTACION OBJETIVA - Excepciones Rad: 22941 | Fecha:
20/4/2006 | Tema: IMPUTACION OBJETIVA - Excepciones Rad: 36082 |
Fecha: 25/1/2012 | Tema: IMPUTACION OBJETIVA - Excepciones Rad:
16636 | Fecha: 20/5/2003 | Tema: IMPUTACION OBJETIVA - Autopuesta en
peligro Rad: 16636 | Fecha: 20/5/2003 | Tema: IMPUTACION OBJETIVA -
Excepciones

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : FERNANDO ALBERTO CASTRO
CABALLERO
NÚMERO DE PROCESO : 38904
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Cúcuta
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 26/06/2013
DECISIÓN : CASA
DELITOS : Homicidio culposo
ACTA n.º : 195
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000

TEMA: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación en Colombia / IMPUTACIÓN


OBJETIVA - Elementos para su existencia
Tesis:
«Sobre la teoría de la imputación objetiva frente a casos como el que ocupa la
atención, la Sala ha precisado:

(...)

Hacia la imputación jurídica del resultado de los injustos imprudentes


conforme al dogma de la imputación objetiva basado en la infracción al deber
objetivo de cuidado y recogido en el actual canon 23 de la Ley 599 de 2000, la
sentencia del 22 de mayo de 2008 proferida por esta Corporación, radicación
27.357, resulta ser apropiada para comprender los presupuestos actualmente
necesarios para la atribución penal del resultado lesivo de los bienes jurídicos
tutelados por el derecho penal, que admiten la responsabilidad culposa, la
que en su parte más representativa señala:

”En conclusión, de acuerdo con la evolución doctrinaria y jurisprudencial del


delito imprudente, lo esencial de la culpa no reside en actos de voluntariedad
del sujeto agente, superando así aquellas tendencias ontologicistas que
enlazaban acción y resultado con exclusivo apoyo en las conocidas teorías de
la causalidad —teoría de la equivalencia, conditio sine qua non, causalidad
adecuada, relevancia típica—, sino en el desvalor de la acción por él realizada,
signado por la contrariedad o desconocimiento del deber objetivo de cuidado,
siempre y cuando en aquella, en la acción, se concrete, por un nexo de
causalidad o determinación, el resultado típico, es decir, el desvalor del
resultado, que estuvo en condiciones de conocer y prever el sujeto activo.

En la doctrina penal contemporánea, la opinión dominante considera que la


realización del tipo objetivo en el delito imprudente (o, mejor dicho, la
infracción al deber de cuidado) se satisface con la teoría de la imputación
objetiva, de acuerdo con la cual un hecho causado por el agente le es
jurídicamente atribuible a él si con su comportamiento ha creado un peligro
para el objeto de la acción no abarcado por el riesgo permitido y dicho peligro
se realiza en el resultado concreto.

Lo anterior significa que si la infracción al deber de cuidado se concreta en el


desconocimiento de la norma de cuidado inherente a actividades en cuyo
ámbito se generan riesgos o puesta en peligro de bienes jurídicamente
tutelados, es necesario fijar el marco en el cual se realizó la conducta y
señalar las normas que la gobernaban, a fin de develar si mediante la
conjunción valorativa ex ante y ex post, el resultado que se produjo, puede ser
imputado al comportamiento del procesado.

En otras palabras, frente a una posible conducta culposa, el juez, en primer


lugar, debe valorar si la persona creó un riesgo jurídicamente desaprobado
desde una perspectiva ex ante, es decir, teniendo que retrotraerse al momento
de realización de la acción y examinando si conforme a las condiciones de un
observador inteligente situado en la posición del autor, a lo que habrá de
sumársele los conocimientos especiales de este último, el hecho sería o no
adecuado para producir el resultado típico.

En segundo lugar, el funcionario tiene que valorar si ese peligro se realizó en


el resultado, teniendo en cuenta todas las circunstancias conocidas ex post.
En aras de establecer cuándo se concreta la creación de un riesgo no
permitido y cuándo no, la teoría de la imputación objetiva integra varios
criterios limitantes o correctivos que llenan a esa expresión de contenido, los
cuales también han tenido acogida en la jurisprudencia de la Sala :

No provoca un riesgo jurídicamente desaprobado quien incurre en una


«conducta socialmente normal y generalmente no peligrosa» , que por lo tanto
no está prohibida por el ordenamiento jurídico, a pesar de que con la misma
haya ocasionado de manera causal un resultado típico o incluso haya sido
determinante para su realización.

Tampoco se concreta el riesgo no permitido cuando, en el marco de una


cooperación con división del trabajo, en el ejercicio de cualquier actividad
especializada o profesión, el sujeto agente observa los deberes que le eran
exigibles y es otra persona perteneciente al grupo la que no respeta las
normas o las reglas del arte (lex artis) pertinentes. Lo anterior, en virtud del
llamado principio de confianza, según el cual «el hombre normal espera que
los demás actúen de acuerdo con los mandatos legales, dentro de su
competencia» .

Igualmente, falta la creación del riesgo desaprobado cuando alguien sólo ha


participado con respecto a la conducta de otro en una «acción a propio
riesgo» , o una «autopuesta en peligro dolosa» .
(…)
En cambio, «por regla absolutamente general se habrá de reconocer como
creación de un peligro suficiente la infracción de normas jurídicas que
persiguen la evitación del resultado producido».
Así mismo, se crea un riesgo jurídicamente desaprobado cuando concurre el
fenómeno de la elevación del riesgo, que se presenta «cuando una persona con
su comportamiento supera el arrisco admitido o tolerado jurídica y
socialmente, así como cuando, tras sobrepasar el límite de lo aceptado o
permitido, intensifica el peligro de causación de daño» .“ (Subrayas fuera del
texto original).

Se extrae de esta cita que, más allá del solo nexo de causalidad entre la acción
y el resultado, la atribución de responsabilidad en grado de culpa demanda
que el comportamiento imprudente del sujeto activo de la infracción se
despliegue creando o extendiendo un riesgo no permitido o jurídicamente
desaprobado —en relación con las normas de cuidado o reglas de conducta—
y necesariamente se concrete en la producción del resultado típico, lesivo de
un bien jurídico protegido.

Esto, teniendo en cuenta que en vigencia de la Ley 599 de 2000 (artículo 9º),
«la causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica

«Ahora bien, la teoría descrita también ha sido la postura reiterada de la Sala


en temas atinentes a la estructuración de conductas punibles imprudentes en
el ejercicio de la profesión médica. Así lo señaló en sentencia del 28 de
octubre de 2009, radicación 32.582, cuando sostuvo que «la jurisprudencia
viene insistiendo en que para constatar la causalidad natural se requieren
unas pautas mínimas, por lo tanto, jamás serán suficientes para la atribución
de un resultado antijurídico. Conforme con esto, una vez determinado el nexo,
es imprescindible confrontar si por causa del agente se creó o incrementó el
riesgo jurídicamente desaprobado para la producción del resultado. Conforme
a estos postulados, comprobada la necesaria causalidad natural, la
imputación del resultado requiere además verificar si la acción del autor ha
generado o incrementado un peligro jurídicamente desaprobado para la
producción del resultado lesivo.”

En efecto, el profesional de la medicina no es ajeno a la eventualidad de


ejecutar acciones disvaliosas capaces de afectar la salud, la integridad
personal e incluso la vida, lo que ocurre cuando habiendo asumido
voluntariamente la posición de garante frente a su paciente, esto es, en los
términos del numeral 1º del artículo 25 del Código Penal, arrogándose la
«protección real de una persona (…)», aquél no guarda el deber objetivo de
cuidado que conforme a la lex artis le es inmanente y, como consecuencia de
ello, le causa un daño antijurídico.

Claramente, el aumento del riesgo normativamente tolerable puede llegar a


defraudar la expectativa que en torno a la idoneidad del galeno se debiera
predicar por ser portador de un título académico y de la experiencia que lo
autoriza y legitima para ejercer la profesión; ello, siempre y cuando la
violación del estándar socialmente admitido se realice tras la asunción
efectiva de la posición de garante, esto es, con el diagnóstico, tratamiento o
postratamiento capaz de causar un efecto nocivo y correlacional del bien
jurídicamente tutelado, que se habría podido evitar —por ser previsible— de
haberse actuado con las precauciones técnicas del caso.

Es así que, la posición de garante surge desde el primer momento en que el


facultativo inicia la atención médica y es justamente este el punto de partida
desde el cual le es exigible la obligación de velar por la curación, mejoría o
aminoración de la condición aflictiva de la salud de su paciente, hasta el
límite de realizar la acción posible indicada en la lex artis para cada patología,
en los términos estrictos del compromiso arrogado de forma potestativa —no
se requiere un contrato formal— .
(...)
Es de este modo claro que la obligación del galeno de actuar con el cuidado
que el ordenamiento le impone para evitar la creación o intensificación de un
riesgo innecesario —fuera del admitido en la praxis— y la consecuente
realización de un daño relacionado con la fuente de riesgo que debe custodiar,
determina la asunción de la posición de garante que se materializa en no
ejecutar ninguna conducta que perturbe la idoneidad del tratamiento médico
especializado que la ciencia y las normas jurídicas mandan en cada evento o,
en otras palabras, en adecuar su comportamiento al cuidado que le es debido
de acuerdo con las fórmulas generales de la actividad.

De esta manera, si la conducta del médico, no obstante crear o aumentar un


riesgo se manifiesta dentro del ámbito del peligro que la comunidad normativa
ha edificado como límite a la práctica médica respectiva y, en todo caso, se
produce el resultado infausto o, si consolidado el daño —agravación de la
condición clínica primaria, por ejemplo— el galeno respeta las pautas o
protocolos tendiendo a aminorar los riesgos propios de la intervención
corporal o psíquica o, si pese a la creación o, incremento del peligro permitido,
la acción comisiva u omisiva no se representa en un resultado dañino
derivado necesariamente de aquella y relevante para el derecho penal o en
todo caso, este se realiza por fuera del espectro de protección de la norma, o
se constata que no había un comportamiento alternativo dentro del ámbito de
guarda del bien jurídico que hubiera podido impedir la consumación
censurada, no habrá lugar a deducir el delito de omisión impropia, también
llamado de comisión por omisión.

Para establecer si el facultativo violó o no el deber objetivo de cuidado y, con


ello, creó o amplió el radio de acción del riesgo porque su actuar lo situó más
allá del estándar autorizado o relevante, es imprescindible determinar cuál es
el parámetro de precaución —protocolo, norma, manual, baremo o actividad
concreta conforme a la lex artis — que se debía aplicar al caso específico o que
hipotéticamente podría haber empleado otro profesional prudente —con la
misma especialidad y experiencia— en similares circunstancias, para
enseguida, confrontarlo con el comportamiento desplegado por el sujeto activo
del reato.
Y es que si hay una actividad peligrosa en la que se debe consentir la
existencia de un riesgo permitido, esa es la medicina. En verdad, se admite
cierto nivel de exposición al daño inherente a su ejercicio, en tanto se trata de
una ciencia no exacta cuya práctica demanda para el colectivo social la
necesidad de aceptar como adecuada la eventual frustración de expectativas
de curación o recuperación, siempre que no se trascienda a la estructuración
de una aproximación al daño evitable o no tolerado.
En esa medida, se debe ser muy cuidadoso al establecer si una conducta
superó o no el riesgo permitido. Sobre el particular, ROXIN señala que este
aspecto marca el punto desde el que se avanza a la edificación de la
imprudencia. Con ese propósito, si bien en algunos casos eficiente suele ser la
revisión del cumplimiento de las reglamentaciones sanitarias que rigen
determinada práctica, atendiendo el carácter dinámico de esta ciencia y la
multiplicidad de actividades terapéuticas y asistenciales que para el
tratamiento de cada patología coexisten, lo indispensable es acudir a los
parámetros de la lex artis —objetivos, consensuados, vigentes y verificables—
y determinar, si el método o técnica científica aplicada por el galeno, así
parezca ortodoxo o exótico —que no experimental o improvisado y en todo
caso avalado por la comunidad científica— , satisfizo la expectativa de
recuperación, curación o aminoración de la aflicción, trazada desde un inicio
y si por consiguiente, el bien jurídico protegido se mantuvo a salvo.
Es de esta manera que en su artículo 16 de la Ley 23 de 1981 (por la cual se
dictan normas en materia de ética médica), dispone que «[l]a responsabilidad
del médico por reacciones adversas, inmediatas o tardías, producidas por
efectos del tratamiento, no irá más allá del riesgo previsto. El médico advertirá
de él al paciente o a sus familiares o allegados».

Y de acuerdo con el artículo 13 del Decreto 3380 del mismo año, se prevé que
«[t]eniendo en cuenta que el tratamiento o procedimiento médico puede
comportar efectos adversos o de carácter imprevisible, el médico no será
responsable por riesgos, reacciones o resultados desfavorables, inmediatos o
tardíos de imposible o difícil previsión dentro del campo de la práctica médica
al prescribir o efectuar un tratamiento o procedimiento médico».

Una lista —no exhaustiva, por supuesto— de las precauciones que con
carácter general debe atender el profesional de la medicina se podría integrar
con las obligaciones de i) obtener el título profesional que lo habilita para
ejercer como médico y especialista o subespecialista en determinada área, lo
que no significa que la posición de garante surja natural de la simple
ostentación de aquel, pues se demanda la asunción voluntaria del riesgo, o
sea de la protección de la persona, ii) actualizar sus conocimientos con
estudio y práctica constante en el ámbito de su competencia, iii) elaborar la
historia clínica completa del paciente, conforme a un interrogatorio adecuado
y metódico iv) hacer la remisión al especialista correspondiente, ante la
carencia de los conocimientos que le permitan brindar una atención integral a
un enfermo, v) diagnosticar correctamente la patología y establecer la terapia
a seguir , vi) informar con precisión al sujeto, los riesgos o complicaciones
posibles del tratamiento o intervención y obtener el consentimiento informado
del paciente o de su acudiente , vii) ejecutar el procedimiento —quirúrgico o
no— respetando con especial diligencia todas las reglas que la técnica médica
demande para la actividad en particular y, viii) ejercer un completo y
constante control durante el postoperatorio o postratamiento, hasta que se
agote la intervención del médico tratante o el paciente abandone la terapia.
Tal como se viene sosteniendo, no basta la constatación de la infracción al
deber objetivo de cuidado para atribuir el comportamiento culposo; tampoco
el incremento o creación del riesgo no permitido. Se insiste, la conducta
negligente del facultativo debe tener repercusión directa en el disvalor de
resultado, pues si la lesión o la muerte de la persona sobreviene como
derivación de situaciones al margen de la práctica médica o por alguna táctica
distractora del tratamiento asumida por parte del paciente —autopuesta en
peligro o acción a propio riesgo—, no habría lugar a imputar el delito
imprudente al galeno, pues sería a aquél y no a éste, entonces, a quien se
debería atribuir la contribución al desenlace transgresor del interés jurídico
tutelado” ».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 33920 | Fecha: 11/04/2012 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación en Colombia Rad: 27357 | Fecha:
22-05-2008 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación en Colombia Rad:
32582 | Fecha: 28-10-2009 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Aplicación en
Colombia Rad: 11073 | Fecha: 15-12-1995

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
NÚMERO DE PROCESO : 39023
PROCEDENCIA : Juzgado Penal de Circuito de Cali
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 16/11/2012
DECISIÓN : CASA PARCIALMENTE / CONDENA EN
PERJUICIOS
DELITOS : Lesiones culposas
ACTA n.º : 343

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Noción /PRINCIPIO DE CONFIANZA -


Aplicación en el tráfico de automotores
Tesis:
«Sobre el principio de confianza, esta Colegiatura ha precisado que tiene su
origen en la dinámica y complejidad del mundo moderno, en el que se
presenta un actuar conjunto que involucra diversos aportes especializados
(división de trabajo) dirigidos a la consecución de un fin, sin que sea viable
que una sola persona controle todo el proceso ni exigible que cada individuo
revise el trabajo ajeno. Así, es claro que uno de los soportes de las actividades
de equipo con especialización funcional es la confianza entre sus miembros,
situación que se aplica a aquella actividad compleja por su especialización
funcional que conocemos como el tráfico rodado. ».
IMPUTACIÓN OBJETIVA - Superación del riesgo permitido: Eximente de
responsabilidad, principio de confianza
Tesis:
«El principio de confianza guarda estrecha relación con el concepto de riesgo
permitido. Se dice, entonces, que la simple relación de causalidad material no
es suficiente para concluir en la responsabilidad penal del procesado (“la
causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado”
artículo 9º del Código Penal) y, por tanto, es preciso acreditar que la
consecuencia lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su comportamiento
como ser humano; en últimas, que le es atribuible.

Le es imputable al agente un determinado resultado (imputación jurídica u


objetiva) si con su comportamiento despliega una actividad riesgosa, es decir,
va más allá del riesgo jurídicamente permitido o aprobado. Si así actúa, entra
al terreno de lo jurídicamente desaprobado porque crea un riesgo no
permitido, y el resultado dañoso le será atribuible si, además del ejercicio de
la actividad riesgosa y la superación de un riesgo permitido, el resultado
antijurídico tiene vínculo con dichos antecedentes. Dicho de otra forma, a la
asunción de la actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo
legalmente admitido y a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal.

En contraste, la imputación jurídica no se configura, o desaparece, si aún en


desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima.

Ahora bien, una circunstancia que exime de la imputación jurídica u objetiva


por disolución de la actividad peligrosa o por desaparición de la superación
del riesgo permitido, es el denominado principio de confianza, en virtud del
cual el hombre normal espera que los demás actúen de acuerdo con los
mandatos legales que le corresponde observar. ».

IMPUTACION OBJETIVA - Limitaciones al principio de confianza


Tesis:
«Como no todo principio es absoluto, se tiene que el de confianza se exceptúa
por el también conocido como principio de seguridad. Este postulado significa
que el hombre medio debe prever que si bien su comportamiento puede, en
general, sujetarse al principio de confianza y así tener una cierta seguridad en
cuanto a que aquel con quien interactúa también cumplirá su función, de
todos modos existen circunstancias excepcionales en las que, con el fin de
evitar el riesgo y el consiguiente daño antijurídico, debe actuar conforme el
principio de defensa y así adecuar su comportamiento a una excepcional
situación en la que no tiene vigencia el principio de confianza. Si así no lo
hiciere, el agente creará un riesgo no permitido y le será imputable el
resultado dañoso que se produzca como consecuencia de no obrar conforme el
principio de defensa.

Sobre las situaciones específicas en las que se exceptúa el principio de


confianza, especialmente en el tráfico vehicular, se ha citado, entre otras, el
comportamiento de individuos, quienes por sus especiales características o
por la alteración de sus facultades mentales superiores (v. gr. menores de
edad, ancianos, personas en estado de embriaguez) no se espera de ellas
razonablemente que ajusten su actuar como lo haría una persona en
condiciones normales.

Pero más allá de estas particulares situaciones, la jurisprudencia de la


Corporación ha señalado que la excepción del principio de confianza está
guiada por la apreciación racional de las pautas que la experiencia brinda o
de las concretas condiciones en que se desenvuelve una actividad u
organización determinada, porque son elementos que posibilitan señalar si
una persona, al satisfacer las reglas de comportamiento que de ella se
esperan, está habilitada para confiar en que el dolo o la culpa de los demás
que interactúan en el tráfico jurídico no la van a afectar.

De regreso al caso presente, se tiene que el juzgador, al fijar los hechos


relevantes, admitió que la volqueta tenía el semáforo en verde, pero que la
situación que reinaba en el cruce donde ocurrió el choque revestía tales
características de anormalidad y peligrosidad que el conductor de dicho
vehículo, en aras de extremar la prudencia como le era exigible, debía hacer
caso omiso de la luz del semáforo y, por tanto, suspender la marcha, con el fin
de vigilar y atender el paso de los demás vehículos que transitaban por la vía
que tenía elel semáforo dañado. El fallador apreció que, por no hacerlo así,
siéndole exigible, (...) e desencadenó el siniestro, al tiempo que el automóvil
Mazda que conducía la víctima, como así lo demostró la prueba, observó las
precauciones que le imponía la especial situación y, aún así, no pudo prever
que la volqueta no actuaría de igual manera.

(...)

El hecho de que la citada norma, o bien los artículos 23 y 120 del Código
Penal, no establezcan de manera taxativa cuáles son las situaciones
anormales y excepcionales que desvirtúan la vigencia del principio de
confianza y, en consecuencia, hacen prevalecer el de defensa, no configura el
yerro de interpretación normativa que pregona el casacionista, pues, como ya
se dijo y se subrayó, la determinación de la efectividad del principio de
confianza en un ámbito de interrelación está guiada por la apreciación
racional de las pautas que la experiencia brinda o de las concretas
condiciones en que se desenvuelve una actividad u organización determinada,
de suerte que no es procedente ni exigible fijar, de manera taxativa y
excluyente, las particulares situaciones que hacen prevalecer el principio de
defensa frente al de confianza.».

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO
NÚMERO DE PROCESO : 32606
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de San Gil
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 24/10/2012
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Homicidio culposo
ACTA n.º : 395-
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000 art. 400 / Ley 23 de 1981
art. 14 / Ley 23 de 1981 art. 10

TEMA: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Elementos para su existencia


Tesis:
«El modelo actual de imputación jurídica del resultado de los injustos
imprudentes superó el concepto clásico que atendía solamente al nexo de
causalidad entre la acción y el resultado, para, en cambio, hacer esa
inputación únicamente cuando existiendo dicho vínculo secuencial -entre
acción u omisión y daño antijurídico- se compruebe la infracción al deber
objetivo de cuidado por parte del sujeto activo del comportamiento delictivo y
éste se traduzca en la lesión efectiva del bien jurídico tutelado por el
ordenamiento jurídico penal.

En ese horizonte, únicamente bajo la creación o extensión de un riesgo no


permitido por el ordenamiento legal o jurídicamente desaprobado -en relación
con las normas de cuidado o reglas de conducta- que finalmente se concrete
en la producción del resultado típico, transgresor de un interés jurídico
protegido, habrá lugar a la imputación objetiva de aquél».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica


Tesis:
«Distinto a lo adverado por el recurrente, tampoco por este aspecto, cumplió
con los prudentes cuidados de que trata el artículo 10 de la Ley 23 de 1981 y,
en cambio, no protegió a su paciente del sufrimiento, no mantuvo incólume
su integridad, ni usó los métodos y medicamentos a su disposición, como lo
consagran los artículos 1, numeral 3, y 13 ejúsdem.

Ahora, estando vinculado el procesado a un centro asistencial de primer nivel


y siendo la preeclampsia una enfermedad progresiva y de la mayor prioridad y
gravedad, con los juzgadores, la Corte es del criterio que el galeno investigado
no realizó la remisión oportuna de la paciente a una institución hospitalaria
de tercer o cuarto nivel, y no cumplió con el deber de informarle desde un
inicio los riesgos a que se exponía de continuar siendo atendida en ese lugar.

(...)

Es evidente que al equivocar el diagnóstico y prescribir un tratamiento médico


incoherente con la afección hipertensiva que padecía María Yaneth, el doctor
Prada Becerra incrementó de forma relevante el riesgo permitido
jurídicamente, pues por falta de terapia preventiva adecuada se perdió tiempo
valioso entre el momento que aquella aquejó los primeros síntomas de la
preeclampsia y desarrolló la eclampsia.

De este modo, distinto a lo aseverado por el censor, no es que se hubiere


efectuado una suerte de extensión de la cláusula de posición de garante para
hacerlo responsable por todo aquello que sucedió con posterioridad a que
egresara del Hospital San Antonio. No, a Alfonso Prada Becerra se lo acusó y
condenó por la falta de sujeción a los protocolos médicos de atención en
urgencias para la detección y tratamiento de la preeclampsia, específicamente,
por haber observado los signos evidentes del síndrome y no tomar las medidas
terapéuticas indispensables para evitar el compromiso multisistémico a que
condujo la eclampsia » .

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica / RESPONSABILIDAD


MEDICA - Posición de garante / RESPONSABILIDAD MEDICA - Deber
objetivo de cuidado
Tesis:
«No en pocas ocasiones la Corte ha tenido la oportunidad de señalar que dada
la posición de garante asumida por el profesional de la medicina respecto de
su paciente -desde que lo valora hasta que lo da de alta (incluyendo el
postoperatorio) o lo remite a otro facultativo o el paciente abandona la
terapia-, le es exigible respetar el deber objetivo de cuidado, cuyo estándar
está reglado en los preceptos jurídicos y los protocolos que la lex artis le
impone.

Sobre el deber de evitar la consumación de un resultado lesivo de la


integridad personal o la vida del paciente -disvalor de resultado- cuando el
médico ha asumido el riesgo de custodiar la salud como fuente de riesgo,
respetando para el efecto los baremos esenciales que de manera consolidada
rijan la lex artis, la Corte ha precisado:
“(…) la obligación del galeno de actuar con el cuidado que el ordenamiento le
impone para evitar la creación o intensificación de un riesgo innecesario
-fuera del admitido en la praxis- y la consecuente realización de un daño
relacionado con la fuente de riesgo que debe custodiar, determina la asunción
de la posición de garante que se materializa en no ejecutar ninguna conducta
que perturbe la idoneidad del tratamiento médico especializado que la ciencia
y las normas jurídicas mandan en cada evento o, en otras palabras, en
adecuar su comportamiento al cuidado que le es debido de acuerdo con las
fórmulas generales de la actividad.

(...)

Para establecer si el facultativo violó o no el deber objetivo de cuidado y, con


ello, creó o amplió el radio de acción del riesgo porque su actuar lo situó más
allá del estándar autorizado o relevante, es imprescindible determinar cuál es
el parámetro de precaución -protocolo, norma, manual, baremo o actividad
concreta conforme a la lex artis(72)- que se debía aplicar al caso específico o
que hipotéticamente podría haber empleado otro profesional prudente -con la
misma especialidad y experiencia- en similares circunstancias, para
enseguida, confrontarlo con el comportamiento desplegado por el sujeto activo
del reato.

(...)

Atendiendo el carácter dinámico de esta ciencia y la multiplicidad de


actividades terapéuticas y asistenciales que para el tratamiento de cada
patología coexisten, lo indispensable es acudir a los parámetros de la lex artis
-objetivos, consensuados, vigentes y verificables- y determinar, si el método o
técnica científica aplicada por el galeno, así parezca ortodoxo o exótico -que
no experimental o improvisado y en todo caso avalado por la comunidad
científica-(74), satisfizo la expectativa de recuperación, curación o
aminoración de la aflicción, trazada desde un inicio y si por consiguiente, el
bien jurídico protegido se mantuvo a salvo.

(...)

Una lista -no exhaustiva, por supuesto- de las precauciones que con carácter
general debe atender el profesional de la medicina se podría integrar con las
obligaciones de i) obtener el título profesional que lo habilita para ejercer
como médico y especialista o subespecialista en determinada área, lo que no
significa que la posición de garante surja natural de la simple ostentación de
aquel, pues se demanda la asunción voluntaria del riesgo, o sea de la
protección de la persona, ii) actualizar sus conocimientos con estudio y
práctica constante en el ámbito de su competencia, iii) elaborar la historia
clínica completa del paciente, conforme a un interrogatorio adecuado y
metódico iv) hacer la remisión al especialista correspondiente, ante la carencia
de los conocimientos que le permitan brindar una atención integral a un
enfermo, v) diagnosticar correctamente la patología y establecer la terapia a
seguir, vi) informar con precisión al sujeto, los riesgos o complicaciones
posibles del tratamiento o intervención y obtener el consentimiento informado
del paciente o de su acudiente, vii) ejecutar el procedimiento -quirúrgico o no-
respetando con especial diligencia todas las reglas que la técnica médica
demande para la actividad en particular y, viii) ejercer un completo y
constante control durante el postoperatorio o postratamiento, hasta que se
agote la intervención del médico tratante o el paciente abandone la terapia.

Tal como se viene sosteniendo, no basta la constatación de la infracción al


deber objetivo de cuidado, para atribuir el comportamiento culposo; tampoco
el incremento o creación del riesgo no permitido. Se insiste, la conducta
negligente del facultativo debe tener repercusión directa en el disvalor de
resultado.

(...)

Conforme al anterior orden de ideas, a efecto de establecer si la muerte o las


lesiones causadas a un paciente pueden ser imputadas objetivamente a título
de culpa al médico (comisión u omisión) se debe verificar si el riesgo o el
incremento se realizó en el resultado, para lo cual corresponde determinar si
con su comportamiento creó un peligro superior al tolerado por el compendio
normativo, teniendo por consecuencia directa el incremento de la probabilidad
de causar el daño antijurídico.

Para este propósito es indispensable estudiar las circunstancias cognoscibles


ex ante así como las conocidas luego de producido el resultado típico para de
esta forma elaborar un juicio en el que sea posible establecer si la acción -u
omisión- efectivamente desplegada creó o elevó un riesgo por encima de la
conducta alternativa, adecuada y permitida -sujeta a la lex artis-.

(...)

Lo censurado en este punto por la magistratura, como un acto ajeno a la lex


artis y al parámetro normativo según el cual el médico esta obligado a
“considerar y estudiar al paciente, como persona que es, en relación con su
entorno, con el fin de diagnosticar la enfermedad y sus características
individuales y ambientales, y adoptar las medidas, curativas y de
rehabilitación correspondiente”(106), es que el procesado hubiere prescrito un
tratamiento específico para una enfermedad ácido péptica que no padecía (...)
-con ranitidina, hidróxido de aluminio y metoclopramida-, como producto de
un diagnóstico errado pese a la existencia de signos clínicos manifiestos de
preeclampsia severa e inminencia de eclampsia, esto es, por violentar la lex
artis y adecuar su conducta al injusto por el que se lo condenó.

(...)

La víctima no solo era una paciente de alto riesgo, en la medida que cursaba
su cuarto embarazo y había superado la semana 20 de gestación sino que
exhibía para ese primigenio momento dos signos característicos de la fase más
severa de la preeclampsia: epigastralgia nivel 10 y vómito, y dos síntomas de
la fase moderada de la enfermedad: presión arterial de 140/90 y ausencia de
movimientos fetales por 3 días, cuadro clínico conforme al cual cualquier
médico especialista en ginecología y obstetricia, no confundiría estos síntomas
para enfocarlos en otras dolencias, quedando impelido a descubrir la
enfermedad en progreso hacia una eclampsia, tal como incluso lo hizo el
médico general que con menos capacitación y experiencia la atendió en el
servicio de urgencias.

(...)

Partiendo de la presunción de competencia que le asistía al médico (...) por


contar con los títulos de médico y especialista en el área de ginecología y
obstetricia y franca experiencia de por lo menos 4 años en este campo, es
diáfano que desde este primer momento faltó a la técnica médica, habida
cuenta que erró en el diagnóstico, el cual, dadas las exactas circunstancias
del caso no daba lugar a ninguna confusión.

(...)

Correspondía al acusado identificar los signos clínicos de la paciente,


adecuarlos a un diagnóstico certero que incluso de tenerse por provisional en
un primer momento debería haber podido ser confirmado rápidamente con los
exámenes de laboratorio de rutina, a fin de iniciar el tratamiento indicado por
la ciencia médica y remitirla oportunamente a un centro asistencial de mayor
nivel; no hacerlo así, entraña una nula práctica médica, pues ante un mal
mayor, prevenir no es un método errado sino favorable a la salud de los
pacientes.

(...)

Se recaba, la negligencia reprobada al procesado lo es debido a que teniendo


suficientes elementos de juicio para identificar desde muy tempranas horas de
la mañana el verdadero padecimiento de la gestante, los ignoró, para hacerlos
coincidir con los de una patología gástrica que en los mismos términos fue
medicada, permitiendo que se agravara a niveles críticos que terminaron por
causarle la muerte a (...).
(...)

Pese a ser conciente el procesado de que la paciente para ese instante tenía
una preeclampsia, pues así lo admitió en la injurada(128) y en la audiencia
pública de juzgamiento -y lo reitera con especial énfasis el recurrente en la
demanda-, inexplicablemente dicho galeno permaneció inmutable frente al
tratamiento adecuado para evitar que evolucionara hacia una eclampsia.

(...)

La ruptura de los parámetros que informan la lex artis en el tratamiento de la


preeclampsia se exacerbó cuando a las 2:45 p.m. el doctor (...) reiteró la
instrucción de continuar con la misma terapia implementada desde que
valoró a la paciente por primera vez, determinación que sostuvo inflexible
hasta las 3:30 p.m. pese a la previa aparición de manifestaciones irrefutables
de la enfermedad: pies dormidos y náuseas a las 2:30 p.m.; cefalea, náuseas,
visión borrosa y presión arterial de 200/120 a las 3:00 p.m. y presión arterial
de 200/125 a las 3:10 p.m..

(...)

La conducta exigible a un profesional de la medicina especializado en


ginecología y obstetricia de importante trayectoria, frente a las inocultables
limitaciones técnico logísticas de los centros asistenciales de primer nivel del
país y un cuadro clínico claro de preeclampsia era la inmediata remisión de la
gestante a un hospital de mayor jerarquía (tercer o cuarto nivel).

Sin embargo, no lo hizo oportunamente y, en cambio, ordenó su


hospitalización, según lo manifestó el recurrente para cumplir con el
contenido normativo del artículo 10º de la Ley 23 de 1981, según el cual “[e]l
médico dedicará a su paciente el tiempo necesario para hacer una evaluación
adecuada de su salud e indicar los exámenes indispensables para precisar el
diagnóstico y prescribir la terapéutica correspondiente”.

Pero, ocurrió justamente lo contrario, esto es, no evaluó adecuadamente la


condición de salud de la paciente, tampoco estableció con los exámenes de
rutina el diagnóstico correspondiente y, por lo tanto, ni la remitió
oportunamente a un nivel de atención de mayor nivel, ni le brindó el
tratamiento efectivo para evitar que la preeclampsia degenerara en eclampsia.

(...)

Para la imputación objetiva del resultado se requiere como primer nivel de


adecuación, una conexión de causalidad entre el disvalor de acción y el de
resultado y, en este caso, la creación del riesgo jurídicamente desaprobado
por emplear métodos y medicamentos que no respetaron el estándar mínimo,
es impostergable atribuir responsabilidad penal al enjuiciado por este
específico aspecto » .

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 33920 | Fecha: 11/04/2012 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica /

SALA DE CASACION PENAL


M. PONENTE : SIGIFREDO DE JESÚS ESPINOSA PÉREZ
NÚMERO DE PROCESO : 36422
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala 001 Penal de
Bucaramanga
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 02/05/2012
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Peculado culposo / Peculado por
apropiación
ACTA n.º : 155.
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Aplicación


Tesis:
«Tales reflexiones no fueron discutidas por el demandante, quien simplemente
se dedica a hacer aserciones fácticas no tratadas en el fallo, desconociendo
que la aplicación del principio de confianza no opera automático, sino que,
como lo tiene establecido la jurisprudencia(5), su reconocimiento parte del
supuesto de que el agente que lo invoca ha cumplido a cabalidad con todas
las actividades propias de su rol, de manera que no se le puede imputar, ni la
creación ni la agravación de riesgos jurídicamente desaprobados, en tanto la
realización del riesgo en el resultado resulta imputable a otra persona.

Por lo tanto, el reconocimiento del aludido principio de confianza está sujeto a


la prueba del cumplimiento de las expectativas de comportamiento de quien
en él se ampara, aspecto descartado en el fallo, según las consideraciones
trascritas, razón por la cual la invocación del principio de confianza para que
se excluya la imputación del peculado por apropiación culposo a… no está
llamada a prosperar.».
SALA DE CASACION PENAL
M. PONENTE : JULIO ENRIQUE SOCHA SALAMANCA
NÚMERO DE PROCESO : 38067
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala 001 Penal de Cali
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 18/04/2012
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Homicidio / Homicidio / Fabricación, tráfico
y porte de armas y municiones de uso
restringido, de uso privativo de las Fuerzas
Armadas o explosivos.
ACTA n.º : 139
FUENTE FORMAL : Ley 906 de 2004 art. 180,181 y 184 /
Constitución Política de Colombia art. 29

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Aplicación / IMPUTACION OBJETIVA -


Principio de confianza
Tesis:
«El “principio de confianza” que alega como vulnerado no tiene aplicación en el
contexto debatido, pues aquél axioma es propio de la teoría de la imputación
objetiva y ostenta relevancia en tratándose del delito imprudente, para la
atribución de un resultado dañoso (tipo objetivo) ocurrido en desarrollo de
actividades peligrosas en las que intervienen distintos individuos obligados
cada uno a observar las normas que la disciplinan, de suerte que con base en
la citada regla quien se comporta en la concreta actividad de acuerdo con los
reglamentos puede y debe confiar en que todos los participantes en la misma
también lo hagan, a no ser que de manera fundada se pueda suponer lo
contrario.».

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 27325 | Fecha: 24/10/2007 |


Tema: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Aplicación / IMPUTACION OBJETIVA -
Principio de confianza

SALA DE CASACION PENAL


M. PONENTE : AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN
NÚMERO DE PROCESO : 33920
PROCEDENCIA : Juzgado Segundo Penal del Circuito
Nominado Adjunto de Cali
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 11/04/2012
DECISIÓN : NO CASA / SI CASA
DELITOS : Lesiones culposas
ACTA n.º : 121
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000

TEMA: CASACIÓN DISCRECIONAL - Desarrollo de la jurisprudencia:


Imputación objetiva / CASACIÓN DISCRECIONAL - Clase de providencia que
decide sobre la admisión de la demanda
Tesis:
«No obstante, una nueva aproximación que consulta el principio de legalidad y
le confiere eficacia normativa al axioma de prevalencia del derecho sustancial
sobre el formal, convoca a la Corte a precisar aquella postura en orden a
establecer, que las demandas de casación invocadas por la vía discrecional
bien pueden ser admitidas mediante auto suscrito por el ponente o por la Sala
de Casación Penal en pleno.

En efecto, como el auto que admite la demanda no es de carácter


interlocutorio en los términos del artículo 171 de la Ley 600 de 2000, sino de
sustanciación o de mero trámite -y en ese orden, su fin es el de dar impulso a
la actuación procesal-, resulta claro que en principio, “los autos de
sustanciación serán dictados por el magistrado ponente”, al tenor del inciso 1º
del artículo 172 ibídem.

Sin embargo, ninguna limitación existe para que la decisión de avocar el


conocimiento de una demanda invocada por la ruta discrecional sea adoptada
con el voto favorable de la Sala, por virtud de la facultad excepcional que le ha
sido confiada en procura de ejercer un control constitucional y legal sobre los
fallos de segundo grado dictados respecto de delitos que no excedan los ocho
(8) años de prisión o no hayan sido proferidos por los tribunales superiores de
distrito judicial y el Tribunal Penal Militar, cuando quiera que “lo considere
necesario para el desarrollo de la jurisprudencia o la garantía de los derechos
fundamentales, siempre que reúna los demás requisitos exigidos por la Ley”.».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Noción


Tesis:
«La atribución de responsabilidad en grado de culpa demanda que el
comportamiento imprudente del sujeto activo de la infracción se despliegue
creando o extendiendo un riesgo no permitido o jurídicamente desaprobado
-en relación con las normas de cuidado o reglas de conducta- y
necesariamente se concrete en la producción del resultado típico, lesivo de un
bien jurídico protegido.

Esto, teniendo en cuenta que en vigencia de la Ley 599 de 2000 (artículo 9º),
“la causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del
resultado.”».

IMPUTACIÓN OBJETIVA - Responsabilidad médica


Tesis:
«Tal como se viene sosteniendo, no basta la constatación de la infracción al
deber objetivo de cuidado, para atribuir el comportamiento culposo; tampoco
el incremento o creación del riesgo no permitido. Se insiste, la conducta
negligente del facultativo debe tener repercusión directa en el disvalor de
resultado, pues si la lesión o la muerte de la persona sobreviene como
derivación de situaciones al margen de la práctica médica o por alguna táctica
distractora del tratamiento asumida por parte del paciente -autopuesta en
peligro o acción a propio riesgo-, no habría lugar a imputar el delito
imprudente al galeno, pues sería a aquél y no a éste, entonces, a quien se
debería atribuir la contribución al desenlace transgresor del interés jurídico
tutelado

(...)
Aunque dependiendo del tipo de procedimiento practicado al paciente, la fase
postquirúrgica o de postratamiento se ciñe a diferentes tipos de
especificaciones, entre ellas, la impartición de una gran variedad de
precauciones a tener en cuenta por la persona intervenida y/o sus
acudientes, la Ley 23 de 1981 y sus decretos reglamentarios prevén como
parámetro general que debe ser estrictamente acatado por el profesional de la
salud a fin de mantener su actividad dentro del margen del riesgo permitido,
el de no exponer a su paciente a riesgos injustificados (artículo 15),
entendidos estos como “(…) aquellos a los cuales sea sometido el paciente y no
correspondan a las condiciones clínicopatológicas del mismo” (canon 9º del
Decreto 3380 de 1981).

(...)

Aunque es una complicación probable -así está documentado- que por lo


tanto, eventualmente, podría estar dentro del riesgo permitido, ello lo será
siempre que sobre el particular el paciente sea claramente informado y emita
el consentimiento respectivo y que no se incurra en maniobras que no
respeten la técnica quirúrgica según la cual no es recomendable hacer
liposucciones a nivel superficial por los efectos nocivos que puede generar.
(...)
Corresponde entonces, examinar si las medidas tomadas por el cirujano
acusado desde que evidenció el eritema -al tercer día de la cirugía-,
infringieron el deber objetivo de cuidado y si con ello, aumentó o creó un
riesgo no permitido para luego determinar, si se concretó en el resultado ya
conocido.

(...)
Nótese que, tal como se expuso atrás, cuando hay evidencia de sufrimiento de
la piel, es indispensable que el médico tome todas las medidas
imprescindibles para evitar -como era su obligación médica- que la lesión
terminara degenerándose en una fascitis necrotizante como la que padeció la
ofendida. Así, se tiene que atendiendo la “evolución y deterioro en la piel
abdominal”, el deber objetivo de cuidado le demandaba al galeno en términos
del dictamen médico pericial un “tratamiento especializado”.

(...)
el objeto de examen se dirige a identificar si se incurrió en un riesgo
jurídicamente desaprobado durante la actividad médica realizada durante la
fase postquirúrgica. Por ello, es necesario remitirse al consentimiento
informado, que constituye el contrato mediante el cual el paciente manifiesta
libre y voluntariamente la aceptación de la práctica del procedimiento con los
riesgos y complicaciones expresamente consignadas en el documento, bajo el
supuesto de haber sido previamente conocidas en detalle por aquél y
advertidas por el galeno.

No podría ser de otra manera, pues el límite entre el riesgo permitido y


desaprobado lo brindan los protocolos de la lex artis y el cumplimiento del
deber de información que se concreta en el consentimiento informado.

(...)
Además, de cualquier manera, de ser laxos, o sea, de entender que la
advertencia sobre los riesgos del procedimiento incluyó por lo menos, a la
infección, la cual evidentemente aparece expresa en el consentimiento
informado para liposucción, para entonces, sugerir que la conducta del
procesado respetó en todo caso el riesgo permitido, lo cierto es que lo probado
en el expediente refleja que pudiendo actuar de forma más diligente, es decir,
aplicando las terapias correctivas establecidas por la comunidad científica
para aminorar los efectos nocivos del eritema, el inculpado dejó que la
patología avanzara hacia su nivel más devastador habiendo tenido la
oportunidad de evitarlo, permitiendo que pasara por la epidermólisis -jamás
advertida a la paciente como probable riesgo- hasta la fascitis necrotizante de
la mayor parte del abdomen que luego de la desbridación, debió ser tratada
con éxito por otros profesionales especializados en dermatología e infectología
a efecto de conjurar la infección.

(...)
En cambio, como se viene demostrando, fue la actitud imprudente del galeno
en el manejo médico de la patología la que ocasionó el resultado típico que le
generó a la víctima la deformación definitiva de su abdomen.

(...)
Así las cosas, es posible concluir que el resultado -lesiones en el plexo
subdérmico que corresponden a una deformidad permanente en el cuerpo- es
una expresión concreta de la conculcación por parte del enjuiciado de los
protocolos y normas que regulan el deber objetivo de cuidado, que por
consiguiente, le es imputable.».

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : JAVIER ZAPATA ORTIZ
NÚMERO DE PROCESO : 36854
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Medellín
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : AUTO INTERLOCUTORIO
FECHA : 27/02/2012
DECISIÓN : INADMITE
DELITOS : Homicidio / Lesiones culposas
ACTA n.º : 57
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000

TEMA: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Elementos para su existencia


Tesis:
«Esta Sala, desde considerable tiempo atrás, se ha pronunciado sobre la teoría
de la imputación objetiva en los delitos culposos y específicamente, sobre la
concurrencia de riesgos, tanto de terceros, como la de la misma víctima.
En efecto, en el fallo de 20 de mayo de 2003, radicación No. 16636, entre
otros aspectos, precisó:

“Finalmente, el actor busca negar la imputación al conductor afirmando que


el resultado lesivo fue producto de la autopuesta en peligro emanada de la
conducta de la propia víctima.

Respóndese:

a) Es sabido que el comportamiento de la víctima, bajo ciertas condiciones,


puede eventualmente modificar y hasta excluír la imputación jurídica al
actor.

b) Para que la acción a propio riesgo o autopuesta en peligro de la víctima


excluya o modifique la imputación al autor o partícipe es necesario que ella:

Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado.

Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de


conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo.

Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella.

(...)

Posteriormente y con similitud fáctica a la objeto de impugnación, en la


sentencia de 2 de julio de 2008, radicación 28441, se analizó que:

(...)

El fenómeno de concurrencia de riesgos, o concausalidad, ha sido uno de los


temas más complejos a través de la dogmática jurídico penal. De acuerdo con
dicha figura, en la realización del resultado intervienen varios cursos lesivos,
los cuales pueden ser producto de la acción de un tercero o por la propia
víctima, esto último en especial cuando infringe sus deberes de auto
protección.

Frente a esa constelación de casos “existen supuestos en los que concurre, sin
duda alguna, una conexión suficiente entre el riesgo inicial creado por el
autor y el resultado final, y en los que esa conexión no se ve desvirtuada por
una conducta de la víctima o una conducta de otro sujeto. En los supuestos
en los que se trata de una conducta concurrente de otro sujeto, cuando son
dos los riesgos que explican el resultado —cadena de imprudencias—, la
solución es sencilla: se tratará de un supuesto de autoría accesoria, ambos
sujetos responderán”.

Si de conformidad con los lineamientos básicos de la teoría de la imputación


objetiva —como viene de verse— o de otros esquemas dogmáticos bajo la
óptica del instituto de la concausalidad, en caso de confluir varios cursos
lesivos del bien jurídico de un tercero la solución está orientada hacia la
responsabilidad conjunta de los autores, no parece apropiada, en principio, la
salida adoptada en el presente caso por el Tribunal consistente en eximir de
toda responsabilidad a (...), salvo demostrarse que su conducta no tuvo
conexión suficiente con el resultado producido.

En orden a establecer la conexidad entre el riesgo y el resultado producido, la


teoría de la imputación objetiva ha diseñado mecanismos en la mayoría de las
veces de gran utilidad para su determinación apelando a los denominados
cursos causales hipotéticos, conforme a los cuales se asume que aún frente a
un comportamiento diverso del autor la consecuencia en todo caso se hubiera
producido, básicamente porque “un resultado no puede serle imputado al
creador de un riesgo jurídicamente desaprobado si dicho resultado se hubiere
producido incluso con una conducta diversa del autor”, problemática que
conduce a confrontar esta situación con la inevitabilidad del resultado.

(...)

Para la Sala es claro que en tales circunstancias el conductor imprudente


generador del riesgo inicial debe responder por todos los resultados
producidos directamente conectados con su actuar contrario a derecho, en
cuanto le son imputables no sólo desde una perspectiva causal sino objetiva y
jurídicamente.

De esa manera si, por ejemplo, un conductor que al ejecutar dicha maniobra
imprudente ocasiona que un primer vehículo que viene en sentido contrario
por evadirlo se precipite a un abismo produciendo la muerte de la mayor parte
de sus ocupantes y lesiones a los restantes y que un segundo rodante que
viene inmediatamente detrás de éste colisione contra una vivienda, por la
imposibilidad de reaccionar adecuadamente, falleciendo todos sus ocupantes,
así como los habitantes que se encontraban en el inmueble —y así
sucesivamente en cuanto la cadena de consecuencias esté conectada con la
conducta riesgosa— al autor, sin lugar a duda, le serán imputables todos los
resultados producidos.” (negrillas fuera de texto).

Además, en la misma sentencia traída a colación en la demanda, se evocó


otra, que se encarga del asunto. El auto de 2 de septiembre de 2009,
radicación 32174, hace remisión a la sentencia de 30 de mayo de 2007,
radicación 23157, donde la Corte dijo:
“Se ha tenido la teoría de la imputación objetiva del resultado como el
instrumento teórico idóneo para explicar la relación que debe mediar entre la
acción y el resultado, entre otros, en los delitos culposos. Reemplaza una
relación de causalidad sobre bases exclusivamente naturales, introduciendo
consideraciones jurídicas, siguiendo las pautas marcadas por la teoría de la
relevancia. En este marco, la verificación de la causalidad natural será un
límite mínimo, pero no suficiente, para la atribución del resultado. Conforme
a estos postulados, comprobada la necesaria causalidad natural, la
imputación del resultado requiere además verificar si la acción del autor ha
creado o incrementado un peligro jurídicamente desaprobado para la
producción del resultado y si el resultado producido por dicha acción es la
realización del mismo peligro —jurídicamente desaprobado— creado por la
acción. En el caso de faltar algunos de estos dos condicionantes
complementarios de la causalidad natural, se eliminaría la tipicidad de la
conducta y, por consiguiente, su relevancia para el Derecho penal. Recuérdese
que el causalismo se preguntaba si la acción era la causa de un resultado, en
cambio la imputación objetiva se pregunta si una relación de causalidad
concreta es la que quiere ser evitada por el ordenamiento jurídico. Por ello
ahora la cuestión jurídica principal no es averiguar si se presentan
determinadas circunstancias sino establecer los criterios conforme a los
cuales se quiere imputar determinados resultados a una persona.

(...)

Resáltese el influjo que en el curso causal de las imprudencias y en la


gradación de las mismas puede tener lugar la llamada culpa de la víctima. La
concurrencia de esta última circunstancia puede llegar a exonerar de
responsabilidad al autor del hecho culposo cuando la naturaleza de la misma
sea de tal entidad que minimice la causalidad de la conducta desencadenante
del resultado o cuando jurídicamente el resultado no pueda ser imputable a la
acción riesgosa.

(...)

Adicional a lo anterior, también se podrán consultar las decisiones de 11 de


mayo de 2005, radicación 22511; de 28 de octubre de 2009, radicación
32582; y, de 20 de mayo de 2003, radicación 16636. »

JURISPRUDENCIA RELACIONADA: Rad: 16636 | Fecha: 20/05/2003 |


Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Elementos para su existencia Rad: 32174 |
Fecha: 02/09/2009 | Tema: IMPUTACIÓN OBJETIVA - Elementos para su
existencia
SALA DE CASACIÓN PENAL
M. PONENTE : MARÍA DEL ROSARIO GONZÁLEZ MUÑOZ
NÚMERO DE PROCESO : 36082
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Bogotá
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 25/01/2012
DECISIÓN : DECLARA DESIERTO EL RECURSO / CASA
/ CONFIRMA SENTENCIA CONDENATORIA
DELITOS : Homicidio
ACTA n.º : 13
FUENTE FORMAL : Ley 906 de 2004

TEMA: SISTEMA PENAL ACUSATORIO - Imputación objetiva: Noción


Tesis:
«La teoría de la imputación jurídica implica que la realización del tipo objetivo
se cumple cuando el hecho causado por una persona crea un riesgo
jurídicamente desaprobado y el mismo se concreta en un resultado
determinado, siempre y cuando exista relación de causalidad entre el riesgo
creado y el resultado.

En otros términos, como lo dispone el artículo 9º del Código Penal, “La


causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado",
pues a aquella es necesario añadir otras razones, como “las que demuestran
que la consecuencia lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su
comportamiento como ser humano”.»

RELEVANTE

SALA DE CASACIÓN PENAL


M. PONENTE : AUGUSTO J. IBÁÑEZ GUZMÁN
NÚMERO DE PROCESO : 35899
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Penal de Cartagena
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 05/12/2011
DECISIÓN : NO CASA
DELITOS : Ocultamiento, retención o posesion ilicita de
cedula: art. 395
ACTA n.º : 431
FUENTE FORMAL : Ley 600 de 2000

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Noción


Tesis:
«Por razón de este postulado, como la Sala ya ha tenido la oportunidad de
señalarlo, la sociedad actual se encuentra debidamente organizada y a cada
individuo se le impone la satisfacción de determinados roles; ello conlleva, la
carga correlativa de confiar en que en idénticas condiciones, los demás actúen
de acuerdo con los requerimientos socio-culturales impuestos por la
comunidad en que conviven. Es por esto que, no se imputan objetivamente los
resultados producidos por quien ha obrado esperando que otros actúen de
acuerdo con los mandatos legales dentro de su competencia, salvo que
concurran ciertas circunstancias, entre ellas:

(i) Cuando la ley establece expresamente a quien encomienda la labor, que lo


haga bajo su responsabilidad; (ii) en los eventos en que existe división de
trabajo y el que dirige la tarea dentro del ámbito de sus competencias, es
garante de que las personas a su cargo lo desempeñen correctamente; (iii)
siempre que se incumple un deber y por ello, se transgrede el derecho.»

PROHIBICIÓN DE REGRESO
Tesis:
«En el campo de la imputación del resultado, y con el propósito inequívoco de
morigerar o tal vez enmendar la teoría de la equivalencia de las condiciones en
materia de causalidad material, el derecho penal a partir de la teoría de la
imputación objetiva ha desarrollado unos filtros, dirigidos a evitar que
algunos comportamientos inocuos para el derecho penal, por vía de sus
resultados terminen siendo atribuidos penalmente a quien desplegó cualquier
tipo de comportamiento y causalmente participa en la acción. De ahí que se
haya desarrollado, entre otros, el principio de confianza, el postulado de la
competencia de la víctima y la prohibición de regreso.

Tratándose de sujetos a quienes se atribuye la posición de garante, cobra


especial relevancia la prohibición de regreso, temática sobre la que la Sala ha
expuesto:

“La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus inicios


para corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones en materia de
causalidad material-, afirma que cuando una persona realiza una conducta
culposa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia
o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto si tiene
posición de garante, excede los límites del riesgo permitido y conoce la
posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por parte de la otra”.
(subraya fuera del texto)

Por virtud de este principio, no se imputa objetivamente un resultado a quien


al ejecutar un comportamiento inocuo para el derecho facilita la comisión de
un delito por cuenta de un tercero, salvo que ostente la posición de garante y
con su comportamiento haya excedido los limites del riesgo permitido.

Por el contrario, habrá lugar a imputar el resultado típico cuando la acción


discutida, aunque irrelevante para el derecho facilite y estimule la comisión de
un delito doloso o culposo por parte de un tercero y (i) se tenga la posición de
garante respecto del bien jurídico puesto en peligro o vulnerado; (ii) el
comportamiento cuestionado sobrepase los límites del riesgo permitido y, (iii)
se tenga el conocimiento de la probable comisión del delito.»

INDAGATORIA - Imputación jurídica


Tesis:
«El artículo 338 de la Ley 600 de 2000, vigente en la fecha en que se realizó la
diligencia de injurada, establece la obligación del funcionario judicial de
ponerle de presente al indagado los hechos que originan su vinculación y la
imputación jurídica provisional; todo ello, con estricto acatamiento al derecho
de defensa.

La Sala, tras examinar el contenido del artículo 338 de la Ley 600 del 2000,
advierte, como ya se anticipó, que su finalidad es la de garantizarle al
indagado el conocimiento de los hechos que se investigan y las consecuencias
jurídicas de tal comportamiento, pues ello incide de manera directa en el
derecho de defensa, ya que le permite al estrado defensivo diseñar la
estrategia con la que va a afrontar el proceso; además, le asegura al sindicado
que no va a ser sorprendido con decisiones en las que se le imputen
circunstancias fácticas y/o jurídicas desconocidas al momento de su
vinculación.

Por esta razón, para que la censura prospere, se debe acreditar que aquel al
momento de rendir indagatoria no se enteró de los hechos por los que se le
investigaba y las consecuencias jurídicas de su actuar, lo que a su turno, le
impidió cimentar una apropiada estrategia defensiva. »

RELEVANTE

SALA DE CASACION PENAL


M. PONENTE : LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO
NÚMERO DE PROCESO : 37249
PROCEDENCIA : Tribunal Superior Sala Familia de Cali
CLASE DE ACTUACIÓN : CASACIÓN
TIPO DE PROVIDENCIA : SENTENCIA
FECHA : 30/11/2011
DECISIÓN : CASA
DELITOS : Homicidio culposo
ACTA n.º : 425

TEMA: PRINCIPIO DE CONFIANZA - Noción: Normas jurídicas que regulan el


tráfico de automotores
Tesis:
«En casos semejantes, es elocuente que cuanto procede es el principio de
confianza, por establecer un parámetro de referencia frente a los demás
vehículos o peatones que concurren en la vía, de los que por sus condiciones
propias es fundadamente esperable que actúen de cierta manera y sólo si
advierte la eventualidad de una acción irreglamentaria acudir a su
preservación en virtud del principio de defensa que, sólo entonces los
privilegiaría atendiendo a la condición excepcional que tengan (niños,
ancianos, minusválidos, etc.).»

PARTE II

11/11/1986

CAUSALIDAD

Los doctrinantes se plantean el interrogante si nuestro Código Penal tiene


orientación causalista o si admite la posibilidad de interpretarlo bajo la
estructura de la acción final. Fundamentos de una y otra posiciones.

PONENTE(S) : DR.GUSTAVO GOMEZ VELASQUEZ

Auto Segunda Instancia


FECHA : 11/11/1986
DECISION : Confirma parcialmente el auto apelado
DELITOS : Prevaricato
PROCESO : 1986
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : DR.GUILLERMO DUQUE RUIZ - Aclaración de
voto
DR.JAIME GIRALDO ANGEL - Aclaración de
voto
CAUSALIDAD /IMPUTACION OBJETIVA

Si el comportamiento del ofendido es de tal magnitud que termina por


presentarse como el factor de producción de esa consecuencia, pues se estará
en una ausencia de conducta culposa en el procesado que, muy seguramente,
recibió el influjo de una fuerza mayor o un caso fortuito. Pero mientras éste
exhiba en su haber un actuar culposo significativo, lo atinente a la víctima
solo amortiguará, en los terrenos indicados, esas resonancias propias, pero no
llegará a sofocar totalmente la exigible reacción del organismo penal de
justicia, que se ve así excitado e indescartable en su ejercicio.

En los delitos susceptibles de culpa, la observación cobra mayor mérito


puesto que los deberes de prudencia, aptitud, diligencia, observación de
fundamentales reglamentos, etc., juegan más delicadas e intensamente, pues
mantienen su individual capacidad e intensifican su potencia y conexión al
justipreciarse en globo, suscitándose como insoslayable la sanción, así el
concurso se muestre de gran complejidad en orden a separaciones que ya no
quiere el legislador se hagan pues la relación causal es de múltiple y
parificada composición.

PONENTE(S) : DR.GUSTAVO GOMEZ VELASQUEZ

Sentencia Casación
FECHA : 23/06/1994
DECISION : No Casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 8603
PUBLICADA : Si

14/09/1995

IMPUTACION OBJETIVA

La teoría de la imputación objetiva ha sufrido modificaciones, pues en un


principio su aplicación se ha restringido al problema de la imputación del
resultado, es decir, a la atribuibilidad de la lesión o la puesta en peligro del
bien jurídicamente protegido; y posteriormente la doctrina la ha incluido en
las formas peligrosas de comportamiento, en las que encuentra su
fundamento la producción del resultado que ha de tener como base en la
creación de un riesgo legalmente desaprobado.
Sobre el principio de confianza la doctrina ha considerado que el radio de
acción de la teoría se debe extender a todas aquellas actividades en las cuales
participen pluralidad de personas y por ello, la división del trabajo debe tener
como su soporte a la confianza.

Empero, la división del trabajo se debe entender dentro de sus respectivos


límites y uno de ellos es cuando una persona dentro de la empresa no cumple
a cabalidad con las funciones que le han sido asignadas, no puede
posteriormente entrar a justificar su comportamiento con base en que los
demás sujetos que conforman el conglomerado laboral sí deben hacerlo y
menos, cuando una de sus tareas sea precisamente la de verificar el
cumplimiento de labores del personal que está a su cargo.

PONENTE(S) : DR.EDGAR SAAVEDRA ROJAS

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 14/09/1995
DECISION : Confirma sentencia condenatoria
DELITOS : Falsedad ideológica en documento público
PROCESO : 9973
PUBLICADA : Si

18/10/1995

CONCAUSALIDAD

El testimonio de oídas, llamado también indirecto o de referencia, no es de por


sí prueba deleznable, sino medio de persuasión serio y creíble cuando aparece
corroborado o respaldado por otros elementos de convicción que no permiten
dudar de la veracidad del relato hecho por otras personas al testigo.

PONENTE(S) : DR.NILSON PINILLA PINILLA

Sentencia Casación
FECHA : 18/10/1995
DECISION : No Casa
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 9226
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo Semestre de 1995
24/10/1995

IMPUTACION OBJETIVA

Si lo programado como se insiste fue una biopsia, no ha debido llegarse a la


resección tumoral sin el consentimiento del paciente, y sin las cautelas
médicas previas que indica la lex artis. Con el procedimiento contrario, sin
duda, se incurre en la creación de un riesgo no autorizado por el paciente,
para el cual, además, no se contaría con la preparación del intervenido, ni la
del campo de acción quirúrgica.

PONENTE(S) : DR.FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 24/10/1995
DECISION : No Casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 9651
PUBLICADA : Si

06/06/1997

IMPUTACION OBJETIVA

Imputación Objetiva: En el mismo sentido providencias del 23 de junio de


1994 M.P. Dr. Gustavo Gómez Velásquez; 14 de septiembre de 1995, M.P. Dr.
Edgar Saavedra Rojas; 24 de Octubre de 1995, M.P. Dr. Fernando Arboleda
Ripoll

PONENTE(S) : DR.JORGE E. CORDOBA POVEDA

Casación Discrecional
FECHA : 06/06/1997
DECISION : Declara inadmisible el recurso de casación
excepcional
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 12826
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

10/07/1997
CONCAUSALIDAD

Lejos de conceder la ley a esta Colegiatura la posibilidad de modificar,


complementar, adicionar o corregir los planteamientos del casacionista, la
operancia del principio de limitación, coherente con la naturaleza de la
casación como recurso extraordinario, técnico y rogado, la obliga y restringe a
analizar y a responder con exclusividad los cargos que de manera expresa
formule en su alegación el recurrente (artículo 228 del Código de
Procedimiento Penal), pues es de la exclusiva iniciativa de éste la proposición
del recurso extraordinario, incluyendo en ello la selección de la causal, los
motivos y sentido de la violación legal, como su fundamentación. No se ignora,
es cierto, que ese principio trae como excepción la intervención oficiosa de la
Corte para casar en casos de nulidad o violación de garantías
constitucionales.

PONENTE(S) : DR.JUAN MANUEL TORRES FRESNEDA

Sentencia Casación
FECHA : 10/07/1997
DECISION : No Casa
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 9781
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo Semestre de 1997
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

CAUSALIDAD/ PRINCIPIO DE CONFIANZA

El resultado. El peculado por culpa es un delito de resultado material porque


se exige la constatación de los fenómenos del extravío, la pérdida o el daño de
los bienes. Esta exigencia deriva de las expresiones regulativas "dé lugar a
que se extravíen, pierdan o dañen", cuya significación patética es la de que se
produzca un cambio en el mundo exterior.

Claro que, como lo dice la fiscal impugnante, no es necesario probar el hurto


de las cosas por un tercero para poder imputar el delito de peculado culposo a
la funcionaria, pero para la Sala sí es imprescindible que aparezca
demostrado que dichos elementos se extraviaron, se perdieron o se dañaron
por obra de la incuria del servidor oficial encargado de los mismos. El vigente
artículo 137 no concede espacio para sugerir la necesidad de la intervención
dolosa de un tercero en relación con los bienes perdidos, rezago de
legislaciones anteriores para poder imputar el peculado culposo al funcionario
que los custodiaba, pues se han deslindado perfectamente las conductas de
uno y otro actor irregular, aunque fenomenológicamente la negligencia del
servidor público puede facilitar la apropiación por parte del tercero, caso en el
cual sí procedería la atribución del peculado por culpa.

Sería imposible el desenvolvimiento de un despacho judicial si, por razón de la


complejidad de su actividad funcional, el funcionario director ni siquiera
tuviera derecho a entregar desempeños materiales o jurídicos al personal
subalterno o auxiliar, y a confiar en que ellos realizarán la tarea con el mismo
criterio de delicadeza y probidad. Pero, se insiste en que el principio de
confianza no otorga derechos sobre los demás, simplemente obedece a una
regla de la experiencia que razonablemente rige la interacción humana,
motivo por el cual sólo el cumplimiento del individuo en lo que le obliga y es
su aporte al trabajo mancomunado, lo habilitaría para confiar y no verse
afectado por la malicia o despreocupación de los demás partícipes.

En relación con el exceso de trabajo y la prelación dada por la funcionaria a


las actuaciones y decisiones judiciales, sobre todo las relacionadas con la
libertad de las personas involucradas en las demás investigaciones que ella
adelantaba, como justificante esgrimida para el descuido de otras actividades
presuntamente administrativas, bien vale la pena recordar lo que sobre el
particular y con precisión dijo la Sala en la sentencia de segunda instancia
fechada el 26 de noviembre de 1992, que en tal sentido acogió y reprodujo lo
pertinente del concepto de la Delegada, en los siguientes términos:

"No puede olvidarse que si bien es cierto la función judicial es la ocupación


primordial de un Juez de la República, ello no quiere decir en manera alguna
que la función administrativa implique menos atención, pues una y otra
actividad vienen en últimas a recoger el concepto general de lo que es la
‘buena administración de justicia’, siendo una complemento de la otra. Nada
positivo se obtendría de que un juez procure cumplir su tarea estrictamente
judicial mientras al mismo tiempo tiene en completo abandono la debida
vigilancia y control sobre sus subalternos, o de los elementos propios de la
oficina o de los mismos procesos y hasta la forma como se atiende al público
que acude al servicio de la justicia. La actividad administrativa hace parte
integral de la labor judicial y como tal merece la debida y adecuada atención
por parte del funcionario" (Ponentes: Doctores Gustavo Gómez Velásquez y
Dídimo Páez Velandia).

La relación de determinación. No es suficiente, a los fines del establecimiento


del delito de peculado culposo y la responsabilidad de la acusada, hacer los
reparos de negligencia antes expuestos, porque es necesario demostrar el
nexo de causalidad decidido entre la violación del deber de cuidado y el
resultado dañino; es preciso dejar sentado que dicha violación fue la
determinante del evento.
La relación de causalidad como nexo de determinación no es una exigencia
caprichosa de la doctrina, por el contrario, se apuntala en la propia redacción
del tipo legal de peculado por culpa (art. 137). En efecto, describe este
precepto que incurre en el delito aquel servidor público que "por culpa dé
lugar a que se extravíen, pierdan o dañen" los bienes que administra o
custodia. La preposición "por", de acuerdo con el Diccionario de Uso del
Español de María Moliner, expresa el sentido de causa cuando se utiliza con
un nombre, un adjetivo o un verbo en infinitivo. La misma preposición se
inserta en la definición general de culpa que hace el artículo 37, lo cual
significa rotundamente que el extravío, la pérdida o el daño del bien deben
sobrevenir a causa de la culpa del agente. Esta exigencia racional de la ley y
la doctrina, por lo demás, impide la sanción de conductas por ser meramente
disvaliosas, pues el desvalor de resultado no dependería en tal caso de ellas
sino de otras causas determinantes (versari in re illicita).

La constitución de parte civil por solicitud de la Fiscalía General de la Nación,


obedece al mandato del artículo 36 de la Ley 190 de 1995, pues dicha
entidad, como encargada de la custodia y conservación de bienes de
particulares o de los que deban pasar a poder del Estado o que deban
afectarse a la indemnización de terceros, habrá de responder por una eventual
distracción de los mismos y, salvo su propia culpa, puede resultar
perjudicada directamente al estructurarse la obligación de resarcir lo que se
causó por el mal desempeño de alguno de sus funcionarios.

PONENTE(S) : JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 16/09/1997
DECISION : Confirma sentencia absolutoria, expide copias
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 12655
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

27/05/1999

CAUSALIDAD

La problemática generada por la aplicación del principio de causalidad


contemplado en el artículo 21 del Código Penal, sufrió modificación en
Colombia con la supresión de la previsión específica del llamado homicidio
concausal en el Código Penal de 1980 (Decreto 100), circunscribiéndose la
controversia a dos hipótesis: existencia real de la causa determinante del
hecho punible, atribuible a la acción u omisión del agente, o de la concausa
que por sí sola sea suficiente o idónea para producir el resultado dañino,
evento en el cual desaparecería o tendría una materialización diferente el
hecho punible como tal, en concreto.

PONENTE(S) : DR.NILSON PINILLA PINILLA

Casación Discrecional
FECHA : 27/05/1999
DECISION : No acepta el recurso de casación excepcional
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 12869
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

12/11/1999

CAUSALIDAD-Limitantes normativas: Suficiencia del riesgo/


CONCAUSALIDAD

Es cierto que el legista adujo que las heridas no podían calificarse como
"esencialmente mortales", dado que eran "susceptibles de modificación por
tratamiento" (cuaderno 1, fs. 154), pero tal calificación no descartaba su
aptitud para producir la muerte, precisamente por la penetración a tórax,
máxime si en la acción se alcanza a lesionar la cúpula diafragmática. Es que
las heridas son "esencialmente mortales" cuando, a pesar de cualquier
tratamiento médico, el herido inexorablemente fallecerá; pero, las lesiones
también se clasifican "de naturaleza simplemente mortal" (como las del caso),
cuando por su misma ubicación y conformación resultan idóneas y suficientes
para generar la muerte, así ésta se llegare a impedir por la intervención
médica oportuna y eficaz.

De otra parte, como el médico del pueblo hizo todo lo que estaba al alcance de
sus herramientas y posibilidades de desempeño, no es procedente atribuir a
culpa suya la no detección oportuna de la pequeña lesión diafragmática. Mas,
si en gracia de discusión se admitiere como negligente la conducta, bien de
parte del galeno ora por la víctima, no hay que perder de vista que a lo sumo
se trata de descuidos comunes y corrientes, que como tales no interrumpen el
nexo causal, pues con ellos, al igual que con la posibilidad de la muerte,
cuenta normalmente el sujeto que se decide a inferir lesiones penetrantes a la
cavidad torácica o abdominal, dado que el error común en el tratamiento está
dentro de las previsiones de la más elemental experiencia humana.

En casos como el sub-exámine, no deja de ser útil la aguda recomendación


del profesor uruguayo …, en su obra sobre el delito de homicidio, autor según
el cual será estricta la exigencia de separación que debe existir entre la lesión
y la concausa, pues "siempre que por la naturaleza de la lesión, por el lugar
en que se ejecutó el delito, o por las condiciones en que deba verificarse la
asistencia, la concausa colabore ordinariamente con la lesión, jurídicamente
procede el rechazo del homicidio concausal…" (pág. 49). Esto es, en armonía
con la eliminación de la figura del homicidio concausal en la legislación penal
colombiana y el entendimiento de que el problema se remite entonces a las
reglas generales sobre causalidad, antijuridicidad y culpabilidad, en los
eventos mencionados por el tratadista es incuestionable el nexo causal.

No se trata de aplicar escuetamente la teoría de la equivalencia de las


condiciones (conditio sine qua non), según la cual la causa es cualquier factor
sin el cual el resultado material no se habría producido, definición que se
inscribe entonces dentro de una serie causal indefinida que daría lugar a
reprobables injusticias por violación de los principios tutores de la lesividad y
la culpabilidad. Si la "causa de la causa es causa del mal causado", como
finalmente se individualiza por la doctrina dicha teoría, bastaría entonces
verificar que sin las lesiones ocasionadas por el procesado no eran
concebibles los procedimientos posteriores de internación hospitalaria, la
posible equivocación en el tratamiento médico, la agravación del daño y la
muerte subsiguiente, razón por la cual ese acto inicial de lesionamiento
indudablemente estaría vinculado causalmente con el evento letal.

La condición de mortalidad ya estaba envuelta en la naturaleza misma de las


lesiones ocasionadas, por ser penetrantes a tórax y haber comprometido el
diafragma, y no apareció con el desarrollo fisiopatológico de las heridas,
aunque éste indudablemente incrementó el riesgo de muerte. Esa
potencialidad letal de las heridas desde el momento mismo de su irrogación,
aparte de que afirma el nexo causal una vez constatada la muerte sin
interferencias abruptas o extraordinarias de otros sucesos concurrentes o
sobrevinientes (grave descuido técnico o incremento malicioso de las secuelas
por la víctima o intervención dolosa de tercero), igualmente introduce el
principio tutelar de la antijuridicidad material en el ámbito de la solución del
caso, como límite a la simple causalidad, pues se exige de la conducta que per
se dañe o ponga en peligro la vida como bien jurídico protegido, acorde con la
idea regulativa de que la función de la norma penal es la tutela de
importantes intereses jurídicos para mantener la coexistencia pacífica (art. 4°
C. P.).

De igual manera, la previsibilidad por parte del sujeto del riesgo de muerte de
quien es lesionado con tal magnitud y de las fallas corrientes en el diagnóstico
y tratamiento posteriores de las heridas, así como la asunción voluntaria de lo
que el individuo prevé, son manifestaciones existenciales de la exigencia del
principio rector de la culpabilidad, otra limitación normativa a la mera
causalidad (art. 5° C. P.).
PONENTE(S) : DR.JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 12/11/1999
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio
PROCESO : 10776
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet
DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON -
Salvamento Parcial de Voto

18/10/2000

CAUSALIDAD

Al margen de la violación al principio de autonomía de los cargos y de la


ausencia de una debida demostración del yerro argüido, debe destacarse
adicionalmente como un verdadero desatino predicar simultáneamente la
violación de la norma que consagra el principio del in dubio pro reo con el de
causalidad y el de integración de materias, todo ello a consecuencia de la
supuesta falta de análisis de un medio probatorio, pues mientras el primero
hace referencia al derecho universal del procesado para que en todo caso de
duda ésta se absuelva a su favor por falta del estado de conocimiento de
certeza de parte del Juez sobre la responsabilidad penal, el segundo refiere al
necesario ligamen que debe existir entre la acción o la omisión desplegada por
el sujeto y el resultado constitutivo de hecho punible, de tal suerte que sin
esta relación no se le puede condenar, mientras que el tercero, de carácter
netamente procesal, tiene que ver con la aplicación subsidiaria del Código de
Procedimiento Civil en todos los casos en que no exista norma penal que
específicamente regule una situación planteada.

PONENTE(S) : DR.JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 18/10/2000
DECISION : No casa
DELITOS : Acceso carnal violento
PROCESO : 12767
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet
15/11/2000

IMPUTACION OBJETIVA

1. Así el defensor de la ex Fiscal no lo tenga claro al entremezclarlo con la


ausencia probatoria sobre los delitos que dice se subsumirían en el de
concusión, pues en un plano estrictamente analítico, el fenómeno de
realización de la prohibición típica, o en términos neoclásicos, de la
adecuación típica, para los efectos estrictamente jurídicos se da por
descontada la problemática probatoria, la cual de todas maneras y a fin de
responder plenamente la impugnación será tratada más adelante, es claro
que, en criterio de este apelante, no son varias las acciones que deben
desvalorarse en contra de su defendida, y por ende, diversos resultados
típicos a imputarle, sino una sola, la relacionada con el delito contra la
Administración Pública, pues, los delitos de falsedad pasarían a ser medios de
aquella conducta, es decir, actos que la integran, irrelevantes autónomamente
como hechos punibles objeto de reproche.
(...)
Es, entonces, por el decurso de la alegación que, para el apelante, o la acción
ónticamente comprendida tiende siempre a un fin, el cual, dirigido por la
voluntad, hace que, previo el conocimiento causal, la exteriorice poniendo en
marcha unos determinados medios, que se entienden idóneos para lograr ese
objetivo propuesto, y precisamente en ellos estarían ubicados los que el
Tribunal consideró constitutivos de falsedad y fraude procesal, esto es, que no
son elementos de la acción final, actos integradores de ella, sino acciones
también finales, independientes y autónomas caracterizadas, igualmente, por
ser típicas o que existiendo multiplicidad de conductas causalmente
ejecutadas y valoradas, es su relevancia jurídica en punto del tipo de
concusión la que permite colegir, diríamos que de acuerdo con su contenido y
alcance, que en esa prohibición se desvaloran, así mismo, las conductas
tipificadas por el a quo como constitutivas de falsedad y fraude procesal, o en
últimas, que a base de afirmaciones sueltas, aun en estas condiciones, los
resultados de estas acciones no le son jurídicamente imputables a la
incriminada.

Todas estas hipótesis dogmáticas explorables para determinar si en este caso


y en relación con la ex Fiscal (...), los referidos delitos quedan subsumidos en
la conducta concusionaria, o si el tipo penal imputable es únicamente el que
prohíbe esta acción contra la Administración Pública, bien podrían
plantearse, aun excediendo, y en qué medida, las infundadas aseveraciones
del impugnante, que a la postre -como ya se dijo- se remiten a afirmar, simple
y llanamente que, desde el punto de vista jurídico, sólo le es atribuible a su
defendida el delito de concusión o que, debido a la ausencia de prueba,
también es imperativo llegar a similar conclusión.
Sin embargo y siendo el delito único a lo que contrae la pretensión, necesario
resulta precisarle, que ni aun dando por entendido que su petición se haya
inspirado en alguna de las posibles soluciones dogmáticas propuestas por la
doctrina para abordar los baremos de la acción y por ende, de la problemática
concursal, le asiste la razón.

Si el fenómeno se aborda desde la perspectiva finalista, claro se debe tener


que su fundamento óntico no está implicando ni sinónimo de impunidad ni
un deslinde dogmático que conlleve a un desconocimiento de la normatividad
positiva, pues de ser este el enfoque que pretenda dársele, necesariamente
habría que colegir su absoluto rechazo siquiera para ser considerada su
filosofía como sustento de una de las formas de concebir el derecho penal y
específicamente, la teoría del delito. El problema es diverso, es el de recuperar
respecto de la acción su real contenido, que no es otro que la voluntad para
oponerlo a la voluntariedad propia de la concepción causal de la conducta, y
si para ello se parte de lo óntico, no se puede olvidar que es precisamente el
reconocimiento de la acción como una de las estructuras lógico objetivas, a
las cuales recurrió Welzel para que el sistema penal contara con un "sistema
de conceptos puros supratemporales", esto es, en contra de un sistema
temporal perecedero, lo que hace que se acepte una determinada estructura
de la acción, de conformidad con la cual la fijación en el individuo del fin que
pretende alcanzar exige, además del conocimiento causal normal, la ya
referida elección de medios, de los idóneos para lograr ese propósito y así acto
seguido, previo conocimiento, igualmente, de las circunstancias
concomitantes a su actuar (base para solucionar la problemática del dolo
eventual), exteriorizar la acción interna y traspasar a la externa, en la que se
cumple el fin propuesto dirigido por la voluntad.
Esta estructura, aplicable tanto a las acciones lícitas como ilícitas, ya en
punto de las prohibidas (no creadas por el legislador, sino vedadas por éste),
impone el claro deslinde de las cadenas finales, es decir, establecer cuándo
subsisten diversas acciones finales y cuando se trata de una sola, y respecto
de esta labor, si bien el factor temporal y demás circunstancias que rodeen el
actuar pueden ser útil ayuda para ello, es el análisis integral de la acción la
que lo determina, pues el fin debe corresponder no únicamente al objetivo
propuesto sino que éste, para lograrse, debe haber empleado los medios
necesarios para su obtención, siendo posible que sean diversos los fines que
pretenda lograrse en un momento dado.

Entonces, impera cuestionarse si para la consumación de la conducta


concusionaria era imprescindible la falsificación documental de que aquí se
trata y posteriormente para ocultar el delito o buscar su impunidad, engañar
a la justicia?. Es claro que no. Pero, es que, además, el establecimiento de
esos medios debe verse de acuerdo a la acción prohibida, es decir, que con
base en la conducta elevada a la categoría de delito por el legislador, es ella la
que debe valorarse para que sea con esa fuente que se determine si fue la que
su autor quiso realizar y realizó y qué medios empleó para lograrlo, o para ser
más precisos, en lo que atañe al presente caso, se impone partir de la acción
prohibida típicamente para inferir en su respecto cuál fue su desarrollo
interno y externo, sin que sea posible a motu proprio adicionarle otras que,
tanto temporal como espacialmente, no aparecen como medios de la primera y
por el contrario, surgen como correspondiente a otra finalidad, pues en tales
eventos, si esas conductas también se encuentran típicamente prohibidas,
imprescindiblemente corresponderán a una tipicidad autónoma.

Y, si esto ocurre frente a la concepción final de la acción y dentro de su


sistema, así en el neoclásico la voluntad no sea considerada, strictu sensu,
como su contenido -a pesar que hoy en día, los mismo causalistas no duden
en este reconocimiento, no obstante que la dinámica de su sistemática
delictual implique otros alcances-, es del mismo modo evidente que frente al
causalismo y a su integral percepción del hecho punible, tampoco, y con
mayor razón, puede afirmarse unidad de acción delictiva cuando partiendo de
una definición jurídica, es decir, creada por el legislador -contrario a la final,
que es prejurídica-, de conducta causal, el individuo realiza diversas acciones
típicas, pues frente a las bases teóricas que la inspiran, suficiente resultaría
la exteriorización de un tal comportamiento para que concurra la tipicidad del
mismo, predicable homogénea o heterogéneamente de la pluralidad de su
ejecución.

Ahora, si tanto causal como finalísticamente unas determinadas acciones


aparecen óntica y jurídicamente independientes, no se ve cómo, en punto de
tipicidad, no lo puedan ser; y si el análisis se pretendiere llevar al campo del
"desvalor del resultado", como lo da a entender de modo inconexo el
recurrente, si es que con dicha expresión quiere referirse a la doctrina según
la cual, por razones eminentemente político criminales, en determinados
casos la vulneración al bien jurídico objeto de tutela es prácticamente
intrascendente, es obvio que para eventos como el presente, una tal teoría ni
siquiera sería dable considerarla, como que se trata de la fe pública y la
administración de justicia, de por sí trascendentes, tanto desde el punto de
vista jurídico como social; por demás, una tal alternativa se evidencia
contradictoria, ya que precisamente la intrínseca vinculación entre la
dogmática y la política criminal tiene como básico sustento, en
cuestionamiento al finalismo sobre la trascendencia dada a la acción, el bien
jurídico, siendo su protección finalidad del derecho penal y por ende, el objeto
de protección sustentatio, a su turno, del porqué de la prohibición típica;
entiéndese por qué, precisamente, sea respecto de los delitos contra el
patrimonio económico donde con mayor facilidad se suele enfocar esta
alternativa.

Pero además, si lo que se pretende significar es que los resultados típicos de


falsedad y fraude procesal quedan desvalorados, subsumidos, en el de la
concusión, tampoco se ve viable esa posibilidad para unificar la conducta,
pues tratándose de varias autónomas, es lo entendible que el desvalor de
acción y el de resultado son independientes para efectos de inferir su
correspondencia con la prohibición típica, siendo problema distinto el que
concierne con la pena, ya en punto del tratamiento de los concursos delictivos
que cada legislación consagre o de la acumulación jurídica de penas, como
sucede en nuestra legislación.

Y para acabar de englobar este marco teórico a fin de proceder a confrontarlo


con lo probado en este proceso, no está por demás observar, que ni aun
recurriendo a la teoría de la imputación jurídica u objetiva como se denomina
más comúnmente dentro de esta corriente, y lejos de que sea el Código Penal
próximo a regir el Estatuto que, en su artículo noveno la exija expresamente,
ya que aún frente a la presente regulación, si así se quisiese, también se ha
argumentado su reconocimiento, pues es sabido cómo la corriente
funcionalista entiende que corresponde a una exigencia jurídica aplicable sin
norma positiva que así lo imponga, toda vez que se trata -para su mayoría- de
una nueva exigencia conceptual tácita del tipo, tampoco resulta viable
siquiera pensar en la posibilidad a que aspira el impugnante, ya que,
debidamente separadas causalmente cada una de las conductas, el solo hecho
de entender que frente a las mismas se ha creado el riesgo, ya sea al bien
jurídico para unos o a la expectativa de inviolabilidad de la norma, para otros,
excluye tal posibilidad.

Dentro de tal concepción, si, frente al punible de concusión que se imputa a


los procesados, su elemento abuso del cargo se entiende como la mala,
excesiva, injusta, impropia o indebida utilización de la investidura con que el
servidor público ha sido dotado, al punto que su simple ostentación resulte
suficiente para infundir en el asociado el temor de perjuicios mayores si no se
accede a las torcidas pretensiones de aquél, es indudable que el delito de
falsedad documental no puede considerarse subsumido en un tal
comportamiento abusivo, pues, si bien, un hecho de esa naturaleza no se
comprende dentro del ámbito funcional de los servidores del Estado, su
comisión, para los efectos del verbo rector de la concusión, no refleja
precisamente una mala utilización del cargo, sino una conducta material y
jurídicamente autónoma que impone igual tratamiento, así se verifique con la
finalidad de ocultar la ilícita exigencia.

En otros términos, si un servidor público, haciendo anómala, excesiva o


indebida ostentación de su cargo, constriñe o induce a una persona a dar o
prometer al mismo empleado del Estado, o a un tercero, dinero o cualquier
otra utilidad, o los solicite, la concreción de todos esos elementos obligará a
tener por adecuada su conducta al tipo penal de concusión, es decir, la
concurrencia de ellos hace evidente la consumación de la acción lesiva de la
administración pública; pero si, además, para efectos de cumplirse el acto a
que eventualmente se haya comprometido a cambio de la solicitada utilidad,
el servidor público va más allá de la simple ostentación del cargo y ejecuta
comportamientos que encuentran igualmente adecuación típica, es evidente
que también ha de responder por la comisión de éstos habida cuenta que se
constituyen así en hechos que, aunque ligados por algún nexo con la
concusión, tienen plena independencia material y jurídica, tanto que, de no
haberse ejecutado, el ilícito de concusión seguiría existiendo.

2. La evidencia procesal permite aseverar la comisión concursal del punible de


falsedad de particular en documento público, no obstante que también
respecto de su tipicidad el recurrente, defensor de la doctora (...), plantee
inconformidad en punto del sujeto activo en el sentido de considerar
incoherente y contradictorio que a su defendida se le condene a la vez en una
doble calidad: como servidora pública por el delito de concusión y como
particular por los ilícitos contra la fe pública, situación que para la Sala, no
puede presentarse extraña porque ella emerge de la ley misma y, además,
porque la argumentación en que se basa el cuestionamiento del recurrente
resulta sofística, restringida y, en cierto modo, errónea.

En primer término, nada se opone a que un servidor público adecue sus


diversos comportamientos a descripciones que sólo pueden ser desarrolladas
en esa condición o a otras que indistintamente puede ejecutar cualquier
persona, con o sin la calidad de empleada del Estado, pues es claro que, no
por la calidad oficial, todos los actos del servidor han de considerarse
públicos, cuando es innegable que aun ostentando esa condición, también
desarrolla actividades que no son posibles de cobijar por la característica de
oficiales.

Los actos que el servidor público ejecuta, por fuera del ámbito funcional que
le es propio, son, en términos generales, actos de particular, sin perjuicio,
obviamente de todas aquellas descripciones típicas en que se sanciona
específicamente el ejercicio excesivo de las mismas o la realización de unas
diversas a las que legalmente le corresponde, como sucede en los abusos de
autoridad y en los de funciones públicas.

En segundo lugar, de manera equívoca pretende el recurrente que al nomen


iuris del tipo penal se le asigne una trascendencia que evidentemente no tiene
frente a la descripción del hecho, pues aunque el artículo 220 del Código
Penal denomina al ilícito como "falsedad de particular en documento público"
es patente que la referencia a la condición del sujeto activo no puede
entenderse limitada al extremo que señala el defensor de la ex Fiscal, cuando,
ya en la descripción, se utiliza el pronombre indeterminado "el que",
comprendiendo dentro del mismo a toda persona, ostente o no el carácter de
servidor público; luego, cuando en el título del tipo se emplea la expresión
"particular" no se hace con la finalidad de excluir a sujetos que se hallen
revestidos de un cargo público, toda vez que, como ya se ha dicho, no todo los
actos de los servidores del Estado, son oficiales.
En otros términos, siendo el tipo penal en cuestión de sujeto activo
indeterminado, y así se refleja en la utilización del transcrito pronombre, es
innegable que pueden cometerlo, tanto las personas que no se encuentren al
servicio del Estado como aquellas que, al tenor del artículo 63 del Código
Penal puedan ser calificadas como servidoras públicas, sólo que éstas habrán
de no estar en las especiales circunstancias previstas en los artículos que
preceden a aquella descripción, esto es "en ejercicio de sus funciones" pues,
de estarlo, entonces el delito ya no sería de falsedad de particular en
documento público, sino de "falsedad material de servidor público en
documento público" o de "falsedad ideológica en documento público".

PONENTE(S) : DR.CARLOS AUGUSTO GALVEZ


ARGOTE

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 15/11/2000
DECISION : Confirma sentencia condenatoria
DELITOS : Falsedad material de particular en doc. púb.,
Concusión, Fraude procesal
PROCESO : 14815
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en – Internet

11/05/2001

CAUSALIDAD

1. Sencillamente, reconocer la concurrencia de conductas culposas, tanto en


la víctima como en el procesado, es un primer aspecto que de suyo no dilucida
desde el punto de vista jurídico el problema del compromiso penal, pues como
bien se ha precisado la causalidad resulta ser una condición mínima pero no
suficiente de responsabilidad y todos estos factores incidentes en la
producción del hecho tienen mayor o menor preponderancia según la
apreciación judicial que de ellos se haga, desde luego, respetando el marco
general que los derroteros de la sana crítica señalan.

Y, desde este punto de vista, es claro que el juzgador tuvo en cuenta la


condición de la víctima, como una circunstancia más que confluyó al
momento de suceder el accidente, pero no la calificó de factor o causa eficaz
en la realización del hecho, conforme se desprende de la referida cita del fallo,
en la que sólo estima como causa asociada al evento aquella condición que
efectivamente lo determinó, esto es, la manera como el conductor del campero
abandonó el separador, pues, así reconocidos los hechos, el reproche penal se
entendió recaía sobre quien fue procesado y no sobre quien falleció en el
accidente.

PONENTE(S) : DR.CARLOS AUGUSTO GALVEZ


ARGOTE

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2001
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 14360
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

20/06/2001

PRINCIPIO DE CONFIANZA/

1. Olvida que dicho principio (de confianza) más que una simple "locución",
es una condición sine qua non operante en el tráfico automovilístico, que se
funda en la garantía que deben tener los usuarios de las vías públicas de que
todos los demás participantes en el tráfico rodado se comportan en forma
prudente, como de manera expresa lo contempla el Código Nacional de
Tránsito Terrestre, cuando prescribe en su artículo 109 que

"Toda persona que tome parte en el tránsito como conductor o como peatón,
deberá comportarse en forma que no incomode, perjudique o afecte a las
demás y deberá conocer y cumplir las normas de tránsito que le sean
aplicables, así como obedecer las indicaciones que le den las autoridades de
tránsito. Además observará las señales de tránsito que determine el Instituto
Nacional de Transporte y Tránsito".

___________________________
* Sala Penal. Cfr, por ejemplo, Sentencias del 26 de septiembre del año 2000.
M.P. Carlos E. Mejía Escobar; 25 de febrero del 2001. M. P. Jorge E. Córdoba
Poveda y del 15 de marzo del 2001. M. P. Fernando E. Arboleda Ripoll.
** Por ejemplo, sentencia del 29 de julio de 1999, M. P. Fernando Arboleda
Ripoll.

PONENTE(S) : ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 20/06/2001
DECISION : No casa
DELITOS : Lesiones personales culposas, Homicidio
culposo
PROCESO : 17174
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en – Internet

16/07/2001

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. Aunque lo discutido no es la pertinencia o impertinencia de las excepciones


de fondo plantadas por el tercero responsable, sino la ausencia de
pronunciamiento expreso sobre las mismas, no puede dejar de precisarse que
en materia penal el tercero carece de legitimidad para controvertir la
responsabilidad penal del procesado, como también la validez de la actuación
procesal relacionada con el mismo, y que esto hace que la alegación orientada
a controvertir dichos aspectos, deba además ser desestimada por ausencia de
interés. Su actuación en el proceso penal, ha sido dicho por la Corte, está
circunscrita a los aspectos relacionados con su responsabilidad civil, y la
legalidad del trámite relacionado con su vinculación (Cfr. Casación de 15 de
diciembre del 2000, Magistrado Ponente doctor Jorge Córdoba Poveda, entre
otras).

PONENTE(S) : FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Casación
FECHA : 16/07/2001
DECISION : No casa
DELITOS : Lesiones personales culposas, Homicidio
culposo
PROCESO : 15488
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en – Internet

13/11/2001

HOMICIDIO CULPOSO-Nexo causal

1. Finalmente, no es cierto, como lo afirma el casacionista, que los falladores


hayan interpretado erróneamente el artículo 21 del C. Penal, en el sentido de
que hayan entendido que no exigía la relación causal concreta entre la acción
del agente y el resultado antijurídico, bastando la violación de la norma
administrativa, esto es, el desvalor de acto para darla por establecida, sino
que, por el contrario, en las dos sentencias, que forman una unidad
inescindible, se estimó necesario el nexo causal material entre la conducta del
agente y el resultado para la configuración del punible, ya que teniendo en
cuenta la manera como ocurrieron los hechos y, particularmente, el estado
de alicoramiento del procesado y que no respetó la prelación de la vía,
coligieron que este comportamiento, a la vez negligente e imprudente, fue la
causa física determinante del insuceso, habiendo, además, descartado la
culpa de la víctima y el caso fortuito.

PONENTE(S) : JORGE E. CORDOBA POVEDA

Sentencia Casación
FECHA : 13/11/2001
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo agravado
PROCESO : 14389
PUBLICADA : No

21/03/2002

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. En lo que tiene que ver con el argumento que la defensa basa en el


denominado principio de confianza, de cuya vigencia no duda la Sala,
tampoco es atendible.

Es cierto que una de las características del mundo contemporáneo es la


complejidad de las relaciones sociales y, en materia de producción de bienes o
servicios, la especialización en las diferentes tareas que componen el proceso
de trabajo. Esta implica la división de funciones entre los miembros del
equipo de trabajo y por lo tanto un actuar conjunto para el logro de las
finalidades corporativas. Como no siempre es controlable todo el proceso por
una sola persona y en consideración a que exigir a cada individuo que revise
el trabajo ajeno haría ineficaz la división del trabajo, es claro que uno de los
soportes de las actividades de equipo con especialización funcional es la
confianza entre sus miembros. Esta, cuando ha precedido una adecuada
selección del personal, impide que un defecto en el proceso de trabajo con
implicaciones penales se le pueda atribuir a quien lo lidera, a condición
naturalmente de que no lo haya provocado dolosamente o propiciado por
ausencia o deficiencia de la vigilancia debida.

La Sala acepta que el trabajo es funcionalmente dividido en un Departamento,


que el Gobernador como jefe de la administración se encuentra en
imposibilidad de asumir directamente todos los asuntos, que para eso cuenta
con una serie de secretarios que le colaboran, que establece con los mismos
-es lo que se supone-una relación de confianza de doble vía y que por efecto
de la que él deposita puede incurrir en hechos típicos originados en la
actividad de sus colaboradores, frente a los cuales, sin embargo, es
eventualmente admisible la realización de una conducta inculpable, por
mediación del fenómeno del error.
_________________________________________________
* Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección 2ª. Sentencia de junio
20/95. C.P. Dolly Pedraza Arenas.
** Cfr., por ejemplo, las providencias de julio 8/76, junio 29/89, enero 14/91,
octubre 23/92 y agosto 28 de 1992, relacionadas por la Sala en la sentencia
de julio 22/98, radicación 6.989, en la cual se resolvió con esta misma
orientación.

PONENTE(S) : CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 21/03/2002
DECISION : Condena, cesa por otros hechos, no condena
en perjuicios, niega subrogado
DELITOS : Peculado por aplicación diferente
PROCESO : 14124
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON -
Aclaración de voto
Véase también en - Internet

19/07/2002

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. La actuación del doctor (...) no puede señalarse, como lo reclama su


defensor, amparada por el principio de confianza. La Corte no halló ninguna
evidencia que señalara que el sindicado haya actuado en cumplimiento de los
deberes legales que su propio rol de Secretario de Hacienda y de miembro
permanente de la Unidad le imponían. Al revés, lo que se observa es la
intención clara de infringir esas obligaciones. No se trata de un problema de
responsabilidad ajena no controlable, sino de la intención propia de apartarse
de la ley. Aunque el principio de confianza es necesario dentro de relaciones
de interactuación, el defensor pasa por alto el escenario dentro del cual
reclama el reconocimiento de tal principio como excusa de la actuación de su
representado. Se trataba de un proceso de contratación administrativa dentro
del que la ley le imponía un deber concreto y específico a él y a los demás
miembros de la Unidad. Su función no era, como lo entiende la defensa,
simplemente formal, bajo el entendido que todo debía venir adecuadamente
preparado por la Secretaría interesada en el contrato. No, era una función
legalmente reglamentada; de verificación de requisitos legales y de
cumplimiento de principios tan caros a la contratación pública como el de
"selección objetiva". La asunción de ese deber legal de manera tan
descuidada no puede explicarse en otra cosa que en la, por lo menos,
indolencia frente al manejo del presupuesto público. Esa indiferencia - dolosa
para la Corte - no encuentra excusa en el principio de confianza, pues la
función de la Unidad, se repite, no era solo la de aprobar, era la de verificar y
recomendar o improbar. Verificar, significa justamente no confiar en lo que el
otro hace, sino en que lo que hizo se ajusta a los requisitos legales, o
reglamentarios, según sea el caso.
...

El principio de confianza no puede llevarse al extremo de reducir el


cumplimiento de las propias obligaciones que a cada uno le corresponden.
Como atrás se indicó, la Ley nacional y el Decreto departamental exigían
atender al deber de selección objetiva. Ese deber legal no podía ser excusado
bajo parámetros de confianza en actividades ajenas, menos aún cuando toda
la información y el conocimiento indicaban la turbiedad de las propuestas que
finalmente fueron aprobadas.

_____________________________
* Segunda Instancia. Auto que revoca la revocatoria de una medida de
aseguramiento. Radicación. 19.659. Procesado Miguel Angel Escobar
Cardona. Magistrado Ponente: Jorge Córdoba Poveda.

PONENTE(S) : CARLOS EDUARDO MEJIA ESCOBAR

Auto Unica Instancia


FECHA : 19/07/2002
DECISION : Profiere resol. acusación, impone medidad de
aseg., niega libertad, ........
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 12339
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : PROVIDENCIA - EN RESERVA

24/09/2002

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. En una primera aproximación al estudio de la figura, esta Corporación


expresó lo siguiente en providencia de junio 8 de 1982 (G.J. 2408, pags. 287 y
ss):
"… la razón de ser de este dispositivo penal radica en la necesidad por parte
del Estado, de mantener la función administrativa dentro de moldes de
corrección básica, atendida de manera fiel, sin que el interés particular del
funcionario llegue a opacar la rectitud que debe implicar ese ejercicio…

Conviene recordar, para obtener un mejor entendimiento del asunto


cuestionado, que resulta criterio equivocado requerir como elemento típico de
la conducta analizada, que exista una norma legal que prohiba, con toda
precisión, al funcionario la actividad realizada. El error aparece evidente ya
que el sistema administrativo opera en forma muy diferente y lo mismo ocurre
con la regulación penal. Lo primero porque la pretensión sería la contraria, o
sea, exigir la norma legal que permitiera en forma expresa, al empleado
público, comportarse en la forma como lo hizo, esto es propender por su
provecho propio, y dejar de lado esta regla: "los intereses de la administración
pública son administrativos, económicos y morales. La incompatibilidad
puede resultar también de la incoherencia de diversos cargos, de la
prohibición de acumulación de ellos, y de la posible pero inadmisible
subordinación del interés público al del funcionario, cuando esos intereses no
son, por regla general, paralelos o coincidentes".

…Ese interés personal, de provecho particular, traduce la conducta


censurable, ya que el Código Penal la recoge, por sí, como actividad
incompatible con la función pública. El Código Penal vigente, en parte
(artículo 145), corresponde a este mismo régimen, el cual cambia en el
artículo 144, que exige como elemento típico el quebranto de una
incompatibilidad o de una inhabilidad. En otros términos debe advertirse que
cuando se olvida una de esas prohibiciones, el delito se da aunque el
funcionario sea ajeno a conveniencias personales. Y, al contrario, si se
"interesa" de modo particular cuando ejercita una atribución pública, así no
ofenda el reglamento de inhabilidades e incompatibilidades, incurre en el
hecho punible comentado…

…persigue mantener la función en lo que debe ser: separar el instrumento u


órgano del Estado, de la apetencia o "interés" particular. Además la naturaleza
de este delito es ser formal y no de resultado. De ahí que Soler enseñe: "la
prohibición se funda en la idea de prevención genérica de los daños que con
mucha más frecuencia se derivarían si se adoptara el criterio opuesto", vale
repetir, dejar que los funcionarios públicos, simultáneamente con la
realización de sus actividades oficiales, atiendan y satisfagan sus "intereses
privados".".

La razón de ser de este tipo penal radica en la necesidad de mantener la


función pública dentro de los moldes de corrección básica, sin que el interés
particular del funcionario llegue a opacar la rectitud que debe implicar ese
ejercicio, y por ello la ilicitud del comportamiento se circunscribe al "interés"
que en provecho propio o de un tercero tenga el funcionario en cualquier clase
de contrato u operación en que deba intervenir por razón de su cargo.

Ese interés se vincula inexorablemente con los principios que rigen la


contratación administrativa, según viene en juzgarlo la Sala al señalar que
éste no ha de ser necesariamente pecuniario, sino simplemente consistir en
mostrar una inclinación de ánimo hacia una persona o entidad, con
desconocimiento pleno o parcial de los principios de neutralidad, objetividad,
transparencia, igualdad de oportunidades y selección objetiva, elemento
subjetivo esencial para la estructuración del delito en mención (Cfr. Sent.
Septiembre 27/00, Rad. 14170).

De manera que cuando estos postulados que dimanan de la constitución y la


ley (artículos 209 de la constitución política y 23 y ss., de la ley 80 de 1993),
resultan quebrantados por el funcionario encargado de la contratación
estatal, al interesarse indebidamente, en provecho propio o de un tercero, en
cualquier clase de contrato u operación en que deba intervenir por razón de
su cargo o de sus funciones, surge inmediatamente la ilicitud.

No es menester, como parece entenderlo la defensa, que el sujeto activo tenga


la doble posición de servidor público contratante y contratista, pues aún en el
caso que el funcionario se interese en provecho de un tercero el delito se
estructura, según se establece de los términos de formulación del tipo, evento
éste en que la posición simultánea se descarta lógicamente pues es el tercero
(y no el servidor público) quien funge como parte contratista.

PONENTE(S) : FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 24/09/2002
DECISION : Declara nulidad y remite a fiscalía, condena,
niega subrogado, se abstiene de ..
DELITOS : Prevaricato por acción, Interés ilícito en
celebración de contratos
PROCESO : 17392
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

19/11/2002

IMPUTACION OBJETIVA
1. Sin embargo, pese a que es una verdad inocultable que el procesado recibió
en préstamo el vehículo de una persona con interés en un asunto sometido a
su conocimiento, no acontece igual respecto de la trascendencia social y
jurídica de la utilidad recibida, pues tal como tuvo la Sala la oportunidad de
juzgarlo, precisamente al conocer de este mismo asunto en relación con el
otro interviniente en el hecho (Cfr. auto de marzo 12 de 2002, Rad. 16065), la
conducta por este aspecto resulta atípica.

En ese sentido juzgó la Corte que era preciso valorar el comportamiento,


asimismo, con referencia a la afectación del bien jurídico objeto de
protección, pues lo contrario equivaldría a afirmar la imputación por la mera
relación causal, desconociendo el imperativo legal que exige su imputación
jurídica, esto es, valorativo-normativa; la cual no puede hacerse sino en
relación a la conducta prohibida, que a su turno ha de estar fundamentada en
la protección de bienes jurídicos, es decir, que la acción debe exteriorizarse
como lesiva para un bien jurídico y concretarse en el resultado típico, caso en
el cual éste sería jurídicamente imputable.

En los términos del artículo 9º del código penal, la causalidad por sí sola no
basta para la imputación jurídica del resultado, necesariamente típico;
establecida la causación material del resultado, por mandato legal resulta
imperativo entender dentro del esquema adoptado por la Corte en aquella
oportunidad que "la imputación no podrá ser simplemente causal sino que
ésta debe ser jurídica, es decir, que se requiere tener como fuente para
establecerla, el tipo penal, o más exactamente, la prohibición típica, a la cual
igualmente se impone fijarle su sentido, o como la enseña una última
doctrina, el "alcance típico" es decir hasta qué clase de conductas prohibe ese
tipo penal, juicio éste que no podrá ser abstracto si teniendo en cuenta su
objeto de protección, que no puede ser otro que el bien jurídico que con la
misma se pretende tutelar, y bajo un tal sustento sí determinar si la acción
objeto de análisis corresponde a la prohibida, esto es, si con ella se ha puesto
en peligro o vulnerado el bien jurídico protegido penalmente, lo cual exige
recurrir a aquellos criterios valorativo-normativos que jurídico-socialmente
confronten la conducta en cuestión dentro del alcance típico del supuesto de
hecho".
...

No obstante existir relación causal material entre la entrega de la utilidad y su


recepción, si se toma en cuenta que la utilidad que se hubiese podido obtener
con esa acción no lo fue para beneficio del servidor judicial sino para la
comunidad académica de la región, la administración pública no alcanzó a
verse afectada en ninguno de sus contenidos y proyecciones.

En tal supuesto, los beneficios secundarios que podría recibir el funcionario,


como la buena imagen personal que genera un evento exitoso por su buena
organización, pasan a un segundo plano y carecen de trascendencia frente al
bien jurídico objeto de protección.

Quien juzga la conducta del funcionario no puede sustraerse a las


circunstancias del medio donde se desarrolla, pues no es lo mismo realizar un
evento académico en una de las grandes capitales del país que en otra de
importancia regional o local, donde la realización de una actividad como la
programada por la Fiscalía general de la nación adquiere gran importancia e
involucra de alguna manera a toda la dirigencia local, como en efecto acaeció
en este evento, pues no sólo los mandos militares y de policía, y las
autoridades departamentales y municipales, sino también la propia
ciudadanía, contribuyeron con su apoyo a la realización del seminario,
precisamente por gestión personal adelantada por el Fiscal (...), como lo
reconoció la propia coordinadora general del seminario.

2. El Tribunal no niega que el préstamo del vehículo se hizo en beneficio del


acto académico, pero le otorga un alcance excesivo al considerar que de todas
maneras, en tanto sació la necesidad de brindar una atención esmerada y
especial a los integrantes de la comitiva que arribó de Bogotá y se proyectó
como un ahorro dinerario tanto para el procesado como para la organización
del evento, corresponde a la acepción lingüística y jurídica del término, pero
sin entrar en consideraciones respecto a la irrelevancia social del acto.

Sin incurrir en generalidades y extremos peligrosos, es imprescindible tener


en cuenta que, no obstante que la utilidad puede ser de cualquier clase,
existen conductas que se inscriben dentro de un marco de interés general que
carecen de relievancia jurídica, por cuanto la misma sociedad las tolera y
admite como riesgos propios de la vida en comunidad, con lo cual es claro que
no pueden comprenderse como prohibidas dentro del tipo de cohecho que nos
ocupa.

Por eso mismo concluyó la Sala al juzgar la conducta de (...), en criterio que
resulta perfectamente aplicable al caso, que "aquí el Fiscal no ha sido objeto
fin, quien recibe la utilidad, sino el medio material para un beneficio colectivo,
de la comunidad….es evidente que valorativa y normativamente, con un tal
comportamiento no se vulnera la administración pública, por cuanto con esta
clase de conductas no se la pone en peligro, esto es, que aquí con la acción
desarrollada por (...) no se generó el riesgo requerido para que su acción sea
típica, y por tanto, no siendo la acción catalogable de riesgosa mal podría
afirmarse que se realizó o que corresponde al resultado típico censurable de
ser jurídicamente imputable, más aún, si se tiene en cuenta que el aquí
sindicado actuaba como político de la región, y de suyo le interesaba
presentarse como colaborador para esta clase de actividades, y que de
acuerdo con lo probado, todo se remitió al traslado de una de las
organizadoras del evento del aeropuerto al hotel y la otra, la de transportar
algunos directivos de la Fiscalía General al Concejo Municipal para una
reunión con los Ediles con el fin de tratar algunos aspectos relacionados con
el ente acusador, que como Vivas Tafur lo expresó en su indagatoria, el uso
del carro por su parte, no fue "más de una hora", no siendo la única persona
que lo manejó…".

PONENTE(S) : DR.FERNANDO ARBOLEDA RIPOLL

Sentencia segunda Instancia


FECHA : 19/11/2002
DECISION : No decreta nulidad, revoca condena, absuelve,
devuelve caución
DELITOS : Cohecho impropio
PROCESO : 16547
PUBLICADA : Si
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04/04/2003

PROHIBICION DE REGRESO/ IMPUTACION OBJETIVA-Superación del riesgo


permitido

1. La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus inicios


para corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones en materia de
causalidad material-, afirma que cuando una persona realiza una conducta
culposa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia
o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto si tiene
posición de garante, excede los límites del riesgo permitido y conoce la
posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por parte de la otra.

En el caso de autos, se observa lo siguiente: I. Los viajeros, al superar el retén


si detenerse, violaron reglamentos, es cierto, pero esa acción, per se, es
indiferente para el derecho penal. II. La conducta de los ocupantes,
específicamente del conductor, no facilitaba, propiciaba ni estimulaba, dentro
de la lógica y el sentido común, la comisión de un delito doloso de homicidio.
III. Ninguno de los ocupantes tenían posición de garante para resguardar el
derecho a la vida del agente ultimado. IV. El comportamiento de los señores
Medina, Espitia y Norato (s) no sobrepasó los límites del peligro permitido,
respecto de la vida del agente de la policía, que fue eliminada dolosamente por
"Natas" -Buitrago Barrera-. V. Nada indicaba, en las escenas antecedentes,
que fuera posible calcular la perpetración de un delito doloso o culposo de
homicidio. Y si a todo ello sumamos que el conductor -Medina- guiaba
presionado por "Natas" y que éste descendió intempestivamente del automotor
para disparar sobre el policial, la conclusión es nítida: ninguna
responsabilidad es predicable de los procesados, porque al "regresar" los
sucesos, a su comportamiento no les es objetivamente imputable el resultado.

Y agréguese que -a propósito de que el Tribunal también alude a la


responsabilidad por "organización"-, como con razón ha dicho el Ministerio
Público en su concepto, "Jakobs precisamente trae el ejemplo del conductor
de taxi, que "no responde del delito cometido por su cliente una vez llegado al
punto de destino, aunque éste se lo haya anunciado durante el trayecto" (La
imputación objetiva en derecho penal. Bogotá, Universidad Externado de
Colombia, 1994, pág. 72)".

- La superación del riesgo permitido.

El Tribunal, sin decirlo expresamente -pero contrariando al A quo, quien


explicó por qué los procesados no habían sobrepasado el riesgo permitido- da
a entender que sí fueron más allá de lo admitido jurídicamente y que, por ello,
colaboraron en la producción del resultado lesivo.

La respuesta tiene que ser negativa. En efecto, los ocupantes del vehículo, al
desatender las normas que les imponía la obligación de respetar el "retén", se
excedieron, sin duda alguna, con lo cual fueron más allá del riesgo permitido
y, en abstracto, aumentaron la posibilidad de riesgo, pero no del riesgo
consistente en que alguien -"Natas"- fuera a utilizar el arma de fuego para
apagar la vida del agente. Aquí es suficiente tener en cuenta que aun en los
casos de incremento de riesgo, la persona queda exenta de imputación
jurídica cuando el resultado que se produce ocurre por algo que se sale del
canal que ordinariamente crea la conducta jurídicamente desaprobada.

Dicho de otra manera, el desconocimiento de las normas sí puede generar


peligros. Pero peligros inherentes a ese desconocimiento, es decir, que la
infracción no se vincula para nada con resultados extraños a lo que suele
suceder. Por eso la doctrina considera, por ejemplo, que "la imputación al tipo
objetivo presupone que en el resultado se haya realizado precisamente el
riesgo no permitido creado por el autor. Por eso está excluida la imputación,
en primer lugar, si, aunque el autor haya creado un peligro, para el bien
jurídico protegido, el resultado se produce, no como efecto de plasmación de
ese peligro, sino sólo en conexión casual con el mismo" (Claus Roxin. Derecho
penal. Parte general. Tomo I. fundamentos. La estructura de la teoría del
delito. Madrid, Civitas, 1997, T: Diego-Manuel Luzón Peña y otros -de la 2a.
edición alemana-, página 373); que "En el segundo de los niveles en el que se
trata la cuestión de la imputación objetiva es el de la exigencia de que el
riesgo (no permitido) creado por la acción sea el que se realiza en el
resultado..." (Enrique Bacigalupo. Principios de derecho penal. Parte general.
Madrid, Akal, 5a. edición, 1998, página 195); que "tampoco se realiza en el
resultado el riesgo no permitido cuando se produce más tarde sobre una
víctima que en el momento de la creación del riesgo no estaba amenazada por
éste" (Enrique Bacigalupo, obra citada, página 196); y que si se concibe como
complicidad "el incremento del riesgo jurídicamente desaprobado, causal
para el resultado típico", en general ha de entenderse que es cómplice quien
"posibilita, facilita, intensifica o asegura el hecho mediante su contribución. El
caso más claro de participación es la posibilitación, tal como se presenta por
ejemplo en la entrega de un veneno al autor, que no puede ser detectado en el
cuerpo del asesinado y que no puede ser conseguido de otra manera. El caso
más frecuente es seguramente el de la acción de facilitar: mediante consejos,
la entrega de armas e instrumentos, etc. La intensificación consiste en el
refuerzo del impulso del autor, por ejemplo mediante el consejo de golpear
más fuerte, sustraer más, etc. Finalmente, el aseguramiento se expresa en
vigilar y asumir otras funciones de protección" (Claus Roxin. Dogmática penal
y política criminal. Lima, Idemsa, 1998, T: Manuel Abanto Vásquez, páginas
403 y 420/1).

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 04/04/2003
DECISION : Si casa, absuelve a los procesados
DELITOS : Homicidio agravado
PROCESO : 12742
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Primer semestre de 2003
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20/05/2003

IMPUTACION OBJETIVA-Elementos para su existencia/ IMPUTACION


OBJETIVA/ CAUSALIDAD /IMPUTACION OBJETIVA-Frente al principio de
confianza/ PRINCIPIO DE CONFIANZA/ IMPUTACION JURIDICA-Autor o
partícipe: Puede ser modificada por la autopuesta en peligro de la víctima/
VICTIMA-Autopuesta en peligro

1. Como es evidente, la simple relación de causalidad material no es suficiente


para concluir en la responsabilidad penal de un procesado. A ello es menester
agregar otras razones, entre ellas, las que demuestran que la consecuencia
lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su comportamiento como ser
humano. O, como se dice en el nuevo Código Penal, que plasma expresamente
aquello que desde mucho tiempo atrás se viene exigiendo, "La causalidad por
sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado" (artículo 9o.).
En casos como el analizado, la imputación jurídica -u objetiva- existe si con
su comportamiento el autor despliega una actividad riesgosa; va más allá del
riesgo jurídicamente permitido o aprobado, con lo cual entra al terreno de lo
jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo, siempre que exista
vínculo causal entre los tres factores. Dicho de otra forma, a la asunción de la
actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo legalmente admitido y
a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal.

Dentro del mismo marco, la imputación jurídica no existe, o desaparece, si


aún en desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima.

5. Si se admite que la posición de garante es predicable del autor o partícipe


de todo tipo de delito, sea doloso, culposo, comisivo u omisivo, no hay duda
que (...) tenía posición de garante, no solamente porque la normatividad varias
veces reseñada le imponía deberes, sino porque el artículo 109 del Código de
Tránsito derogado obligaba a varias personas, entre ellas al conductor de
automotores, a comportarse en forma "que no incomode, perjudique o afecte a
los demás". Si tenía esa postura y dejó de lado sus deberes, vulneró, entonces,
la posición de garantía.

2. Una circunstancia que exime de la imputación jurídica u objetiva por


disolución de la actividad peligrosa o por desaparición de la superación del
riesgo permitido, es el denominado principio de confianza, en virtud del cual
el hombre normal espera que los demás actúen de acuerdo con los mandatos
legales, dentro de su competencia.

Seguramente, en ese principio tenía fé el finado y probablemente Escobar


también esperaba comportamiento correcto de aquél, es decir, del usuario.

Sin embargo, el principio de confianza tiene limitaciones como ocurre en


eventos como el ahora analizado.

Al principio de confianza se opone, y prima sobre él, el principio de defensa,


también conocido como principio de seguridad.

Este postulado significa que el hombre medio debe prever que si bien en la
actividad diaria está sujeto al principio de confianza, determinadas personas
pueden obrar en contra de los reglamentos, como sucede con los niños, los
infantes, los minusválidos, los enfermos y, por supuesto, los ancianos. Así, el
conductor tenía que dar primacía a este principio y procurar, insistiendo al
señor Puentes Navarro, que se hiciera en otro lugar que le propiciara
seguridad, porque, no se olvide, era un ciudadano de elevada edad, estaba
ebrio o tomado y que persistió en permanecer sentado casi que en la entrada
del bus; o, si se quiere, más fácil: ya que se desplazaba con la puerta abierta,
cerrarla para proteger a don (...).
...

Las obligaciones del conductor, por el tipo de actividad peligrosa que


desarrollaba, eran indelegables. Sobre quien timonea un automotor, recae
-por cuanto en él se han discernido normativa y socialmente el deber de la
prudencia y la obligación de preservar la seguridad de peatones y usuarios del
servicio-, el compromiso de proteger su vida de los riesgos que del desarrollo
de esa actividad se deriven. Las obligaciones de quienes despliegan
actividades peligrosas -y conducir autos lo es-, no pueden hacerse extensivas,
por delegación, a las personas que laboran a su cargo, con el fin de eludir
responsabilidades de carácter penal, puesto que un proceder de esa
naturaleza contraría el principio de confianza que las rige.

3. Es sabido que el comportamiento de la víctima, bajo ciertas condiciones,


puede eventualmente modificar y hasta excluír la imputación jurídica al actor.

Para que la acción a propio riesgo o autopuesta en peligro de la víctima


excluya o modifique la imputación al autor o partícipe es necesario que ella:

Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado.

Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de


conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo.

Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella.

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 20/05/2003
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 16636
PUBLICADA : Si
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27/05/2003

IMPUTACION OBJETIVA
1. Antes y después de la vigencia de la ley 599 de 2000, han existido
pronunciamientos de la Sala en punto a la causalidad y como ella no basta
por sí sola para la imputación jurídica del resultado, en tanto que establecida
la causación material del resultado, resulta imperativo por mandato legal,
entender que la imputación no podrá ser simplemente causal sino que ésta
debe ser jurídica, en tanto se requiere tener como fuente para establecerla, la
prohibición típica, a la cual igualmente se impone fijarle su sentido, el cual no
podrá ser abstracto sino tener en cuenta su objeto de protección, esto es el
bien jurídico que con la misma se pretende tutelar, y bajo tal sustento
determinar si la acción objeto de análisis corresponde a la prohibida, es decir
si con ella se ha puesto en peligro o vulnerado el bien jurídico penalmente
protegido, lo cual exige recurrir a aquellos criterios valorativo-normativos que
jurídico-socialmente confronten la conducta en cuestión dentro del alcance
típico del supuesto de hecho*.

-----------------------
* Podrían consultarse, entre otras providencias, la de nov.15/2000, rad.
14.815, M.P. Carlos A. Gálvez Argote; marz.12/2002, rad. 16.065, M. P.
Carlos A. Gálvez Argote; nov.19/2002, rad. 16.547, M.P. Fernando E.
Arboleda Ripoll y abr.4/03, rad. 12.742, M. P. Alvaro Orlando Pérez Pinzón.

PONENTE(S) : DRA.MARINA PULIDO DE BARON

Casación Discrecional
FECHA : 27/05/2003
DECISION : Inadmite la demanda presentada
DELITOS : Lesiones personales
PROCESO : 19988
PUBLICADA : No

24/07/2003

CAUSALIDAD

...

Si el ataque contra la sentencia se dirige a la violación del principio de


causalidad, debió el censor demostrar que no existe ninguna relación entre la
omisión de los deberes del procesado y el resultado conocido.

Es un desacierto técnico confundir en un mismo reparo violación al in dubio


pro reo con daño a la norma que regula el principio de causalidad, porque son
institutos que exigen una demostración de elementos diferentes, como
distintas son también las normas jurídicas a aplicar en sede de casación si de
reparar el yerro judicial se trata.
...

PONENTE(S) : DR.JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Casación
FECHA : 24/07/2003
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio agravado
PROCESO : 18003
PUBLICADA : No

30/06/2004

IMPUTACION OBJETIVA

De otra parte, las teorías sobre la causalidad y la imputación jurídica del


resultado no son ajenas a las decisiones de la Corte, y en ese sentido los
libelistas pasan por alto que:

"... antes y después de la vigencia de la ley 599 de 2000, han existido


pronunciamientos de la sala en punto de la causalidad y como ella no basta
por si sola para la imputación jurídica del resultado, en tanto que establecida
la causación material del resultado, resulta imperativo por mandato legal,
entender que la imputación no podrá ser simplemente causal sino que esta
debe ser jurídica, en tanto se requiere tener como fuente para establecerla, la
prohibición típica, a la cual se impone igualmente fijarle su sentido, el cual no
podrá ser abstracto sino tener en cuenta su objeto de protección, esto es el
bien jurídico que con la misma se pretende tutelar y bajo tal sustento
determinar si la acción objeto de análisis corresponde a la prohibida, es decir
si con ella se ha puesto en peligro o vulnerado el bien jurídico protegido, lo
cual exige recurrir a criterios valorativo normativos que jurídico socialmente
confronten la conducta en cuestión dentro del alcance típico del supuesto de
hecho."**

---------------------------
** Casación discrecional 19988. Mayo 27 de 2003. M-P. Marina Pulido de
Barón
Cfr. Radicación 14815, noviembre 15 de 2000. M.P. Carlos Gálvez Argote
Radicación 16065, marzo 121 de 2002. M.P. Carlos Gálvez Argote
Radicación 16547, noviembre 19 de 2002, M.P. Fernando Arboleda
Ripoll
Radicación 12742, abril 4 de 2003, M.P. Alvaro Orlando Pérez Pinzòn.

PONENTE(S) : DR.MAURO SOLARTE PORTILLA

Casación Discrecional
FECHA : 30/06/2004
DECISION : Inadmite la demanda presentada
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 21770
PUBLICADA : Si
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17/09/2003

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. Tal principio de confianza opera en una comunidad determinada de


interrelación, cuando quien realiza el riesgo tolerado conforme a las normas
que disciplinan la actividad correspondiente puede esperar que quienes
intervienen en el tráfico jurídico también observen a su vez las reglas
pertinentes, de modo que no se le puede imputar un resultado antijurídico en
desarrollo de la actividad riesgosa permitida conforme al deber de atención, si
en ésta interfiere un tercero que desatiende la norma de cuidado que le es
exigible, o si a pesar de no atender la norma de cuidado esta desatención no
fue determinante en tal producto, sino la injerencia, dolosa o culposa, de ese
tercero.

La determinación de la efectividad del principio de confianza en un ámbito de


interrelación está guiada por la apreciación racional de las pautas que la
experiencia brinda o de las concretas condiciones en que se desenvuelve una
actividad u organización determinada, porque son elementos que posibilitan
señalar si una persona, al satisfacer las reglas de comportamiento que de ella
se esperan, está habilitada para confiar en que el dolo o la culpa de los demás
que interactúan en el tráfico jurídico no la van a afectar.

PONENTE(S) : JORGE ANIBAL GOMEZ GALLEGO

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 17/09/2003
DECISION : Condena en perjuicios
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 17765
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet
29/10/2003

CONCAUSALIDAD

1. Como en este asunto se dedujo en el fallo atacado la circunstancia de


agravación genérica determinada por la posición distinguida del procesado en
la sociedad por su carácter de funcionario judicial (numeral 11 artículo 66 del
Decreto 100 de 1980, numeral 9º, artículo 58 de la Ley 599 de 2000), la cual
no fue planteada expresamente en la resolución acusatoria, corresponde
mediante este proveído prescindir de su aplicación, pues según lo ha expuesto
recientemente la Sala, sólo debe ser tenida en cuenta cuando haya sido
atribuida en la resolución de acusación** a fin de garantizar el principio de
consonancia entre la acusación y el fallo.
-----------------------------

** Providencia del 23 de septiembre de 2003. M.P. Dr. Herman Galán


Castellanos.

PONENTE(S) : DRA.MARINA PULIDO DE BARON

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 29/10/2003
DECISION : Confirma sentencia condenatoria con
aclaraciones
DELITOS : Prevaricato por acción
PROCESO : 20478
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo semestre de 2003
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27/10/2004

IMPUTACION OBJETIVA-Elementos para su existencia

Desde la perspectiva de la imputación objetiva, "no todo engaño que pudiera


concebirse causal respecto del resultado perjudicial permite la imputación del
resultado a la conducta del autor, pues, de acuerdo con el argumento
victimológico, la víctima debe de acudir a los mecanismos de autotutela
exigibles, porque será entonces punible el comportamiento capaz de
sobrepasar la barrera de contención que supone la actitud negligente del
procesado."**
Sin que lo que se afirme signifique cambiar el concepto que la Sala tiene al
respecto, como quiera que se trata de un pensamiento elaborado para una
situación muy distinta a la que ahora se estudia*** , se debe recordar que la
imputación jurídica del resultado, que se constituye en el primer nivel de
desarrollo de la teoría de la imputación objetiva, se sustenta en el principio de
que el riesgo jurídicamente desaprobado que se concreta de manera efectiva
en la producción del resultado, es el fundamento de la imputación, con lo cual
se pretende superar aquellas tendencias ontologicistas que enlazaban acción y
resultado con exclusivo apoyo en las conocidas teorías de la causalidad (teoría
de la equivalencia, conditio sine qua non, causalidad adecuada, relevancia
típica).

En ese margen, los criterios de imputación objetiva parten de dos supuestos


básicos: el de riesgo permitido y el principio de confianza, que determinan el
estado de interacción normal de las relaciones sociales y de los riesgos que en
ellas se generan. De manera que, sólo cuando la víctima asume
conjuntamente con otro una actividad generadora de riesgos (lo cual acá no
ocurre), puede eventualmente imputársele el resultado a la víctima, siempre
que esta tenga conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el
autor quien recorre la conducta descrita en el tipo penal (quien crea el riesgo),
el resultado debe serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra
dentro del principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el ámbito de
competencia que le impone la organización.

Si se quisiera ir más allá, podría también decirse que "actualmente el juicio de


imputación se fundamenta en la delimitación de ámbitos de competencia: solo
se responde por las conductas o resultados que debo desarrollar o evitar en
virtud de los deberes que surgen de mi ámbito de responsabilidad y que se
desprenden de los alcances de la posición de garante. Lo demás -salvo los
deberes generales de solidaridad que sirven de sustento a la omisión de
socorro - no le concierne al sujeto, no es de su incumbencia."****

También, sin duda, desde esta perspectiva, la imputación jurídica del


resultado, que para el caso del delito de estafa se traduce en el perjuicio
económico, le es imputable a los procesados, pues a ellos y nadie más que a
ellos les correspondía evitar un perjuicio que surge de su ámbito de
responsabilidad, que no al comprador, como equivocadamente se piensa.

--------------------------------------------
** Corte Suprema de Justicia, salvamento de voto. Fernando Arboleda Ripoll,
Jorge Córdoba Poveda y Carlos Galves Argote. Sentencia de mayo 11 de 1999.
Radicado 13015. M.P. Fernando Arboleda Ripoll.
*** Corte Suprema de Justicia, sentencia de 12 de junio de 2003. Radicado
17196. M.P. Alvaro Pérez Pinzón.
**** Se trata de un supuesto de hecho diferente: en que en esa época se juzgó,
el comprador era consciente de que se le vendía un bien gravado con hipoteca.
***** Corte Constitucional, sentencia SU 1184 de noviembre 13 de 2001. M.P.
Eduardo Montealegre Lynnet

PONENTE(S) : DR.MAURO SOLARTE PORTILLA

Sentencia Casación
FECHA : 27/10/2004
DECISION : No casa
DELITOS : Estafa
PROCESO : 20926
PUBLICADA : Si
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DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON -
Salvamento de Voto

24/11/2004

PRINCIPIO DE CONFIANZA/

1. Menos aún se puede condenar penalmente a una persona por un delito de


homicidio, por el hecho de no llevar el seguro obligatorio contra accidentes
consigo, o por salir a cumplir una ruta de bus no autorizada, mientras tales
infracciones de tránsito no se hallen en relación de causalidad con el
resultado lesivo, lo cual en éste caso no se presenta. Tales situaciones son
susceptibles de sancionarse desde el ámbito administrativo, pero no se
pueden sumar por sí mismas a la manera de conducir, para derivar de ellas
un comportamiento culposo.

La imputación jurídica del resultado implica establecer una relación de


causalidad entre la creación del riesgo, al momento de producirse la conducta
punible, y el daño producido. Para el caso que nos ocupa se requeriría
identificar si la manera de conducir al instante del accidente fue la causante
del daño (muerte) o no. Y por lo que se ha podido detallar del análisis de las
pruebas cercenadas por el Tribunal, es que la conducción del rodante estaba
dentro de las exigencias de los reglamentos de tránsito (sentido de la vía
adecuado, velocidad baja) sin perjuicio de un ameno diálogo que se sostenía
con el ayudante. Así que el riesgo no lo creó el conductor del bus sino el otro
usuario de la vía, vale decir, el peatón al actuar de la manera como en líneas
anteriores se señaló.

PONENTE(S) : MAURO SOLARTE PORTILLA


Sentencia Casación
FECHA : 24/11/2004
DECISION : Si casa, absuelve al procesado
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 21241
PUBLICADA : Si
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06/12/2004

PRINCIPIO DE CONFIANZA/ PROHIBICION DE REGRESO

Si bien no explicó por qué es imprescindible que la jurisprudencia de la Corte


desarrolle temas como el riesgo permitido, el principio de confianza y la
prohibición de regreso, ni expuso sobre qué aspectos debería hacerse, lo cierto
es que, por las circunstancias precisas en que sucedieron los hechos
investigados, se presenta suficiente la postulación a efectos de que la Sala se
ocupe de esos temas.

La Sala de Casación Penal no ha sido ajena al análisis de esos institutos,


ciertamente de vieja data pero en los últimos tiempos vinculados a las
denominadas teorías de la imputación objetiva.

Por vía de ejemplo, recuérdese:

a) En relación con el principio de confianza se pronunció mediante sentencias


de única instancia del 21 de marzo del 2002 (radicado número 14.124, M. P.
Carlos Eduardo Mejía Escobar) y del 17 de septiembre del 2003 (radicado
número 17.765, M. P. Jorge Aníbal Gómez Gallego).

b) El mismo principio y el riesgo permitido fueron objeto de estudio en el fallo


de casación del 20 de mayo del 2003 (radicado 16.636).

c) Finalmente, respecto de la prohibición de regreso y de la superación del


riesgo permitido fue explícita la sentencia de casación del 4 de abril del 2003
(radicado 12.742).

Todo lo anterior comprueba que la Corte sí se ha ocupado de los temas


propuestos, lo cual no obsta, reitérese, para que observe la necesidad de
volver sobre ellos desde la óptica de la concreta situación investigada.

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Casación Discrecional
FECHA : 06/12/2004
DECISION : Admite la demanda, corre traslado a
procurador delegado
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 22941
PUBLICADA : No

09/02/2005

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Límites

1. La aplicación del principio de confianza que deriva de la realización de


actividades que involucran un número plural de personas y que presupone
que cada responsable de una parte de la tarea puede confiar en que los
restantes responsables del proceso han llevada a cabo su labor correctamente,
encuentra como uno de sus limites, precisamente, aquellos eventos en que se
deba objetar y, en su caso, corregir los errores manifiestos de otros, así como,
cede ante las hipótesis en que el interviniente en la labor que se surte
mediante división de tareas tiene asignado como rol el de vigilancia de la
correcta realización de los demás roles****.

------------------------------------------
**** CLAUX ROXIN, Derecho Penal, Parte General, Tomo I, Editorial Civitas,
1997, pag. 1006

PONENTE(S) : MARINA PULIDO DE BARON

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 09/02/2005
DECISION : Condena, niega subrogado, concede prisión
domiciliaria
DELITOS : Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 21547
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

11/05/2005

CAUSALIDAD /IMPUTACION OBJETIVA-Elementos para su existencia/


IMPUTACION OBJETIVA-Frente al principio de confianza/ PRINCIPIO DE
CONFIANZA/

1. "Por otra parte, la Sala considera oportuno aclararle al defensor de la


procesada que el principio de confianza que esgrime para presentar sus tesis
defensivas no tiene el alcance que le imprime, pues no se puede afirmar que
las conductas ilícitas que se le imputan a la procesada se debieron a la
confianza que le inspiraba el titular del despacho por tener éste una mayor
experiencia; e igualmente el hecho de que la secretaria no puede ser vigilante
de los actos del juez, ni de cualquier funcionario del despacho judicial, porque
entonces donde quedaría la división del trabajo "necesario en todo tipo de
actividades de los cuales no se escapa el realizado en un juzgado?". Así las
cosas, concluye el defensor que a la procesada no se le puede imputar
objetivamente las conductas ilícitas por las cuales se le profirió sentencia
condenatoria".

"Günther Jakobs, autor en quien la defensa soporta las tesis defensivas, es


uno de los máximos exponentes de la teoría de la imputación objetiva, el cual
en sus estudios académicos, pretende que los principios de garantías
demoliberales en torno a la protección del individuo cedan a favor de los fines
del Estado. De ahí que se hable de la teoría de la adecuación social".

"Sobre los anteriores principios fue concebida la teoría de la imputación


objetiva como una forma de la imputación jurídico-penal, partiendo de los
juicios éticos y del deber del ciudadano que busca eliminar en principio las
tesis causalistas o materialistas para encontrar las causas del delito y
centrarse en las teorías puramente o de contenido normativo...".

"Es así como la teoría de la imputación objetiva ha sufrido modificaciones,


pues en un principio su aplicación se ha restringido al problema de la
imputación del resultado, es decir, a la atribuibilidad de la lesión o la puesta
en peligro del bien jurídicamente protegido; y posteriormente la doctrina la ha
incluido en las formas peligrosas de comportamiento, en las que encuentra su
fundamento la producción del resultado que ha de tener como base en la
creación de un riesgo legalmente desaprobado".

"Sobre el principio de confianza la doctrina ha considerado que el radio de


acción de la teoría se debe extender a todas aquellas actividades en las cuales
participen pluralidad de personas y por ello, la división del trabajo debe tener
como su soporte a la confianza".

"Empero, la división del trabajo se debe entender dentro de sus respectivos


límites y uno de ellos es cuando una persona dentro de la empresa no cumple
a cabalidad con las funciones que le han sido asignadas, no puede
posteriormente entrar a justificar su comportamiento con base en que los
demás sujetos que conforman el conglomerado laboral sí deben hacerlo y
menos, cuando una de sus tareas sea precisamente la de verificar el
cumplimiento de labores del personal que está a su cargo".

"Es cierto que el titular de un Juzgado es el que ejerce el control entre sus
subalternos conforme a los reglamentos y a la ley, pero si el Juez transgrede o
no cumple con sus funciones ello no autoriza a los demás funcionarios para
que desatiendan sus tareas y después de cualquier irregularidad advertida,
pueda ampararse en el principio de confianza".

Posteriormente, el 20 de mayo del 2003 (radicado 16.636), expuso:

"1. Como es evidente, la simple relación de causalidad material no es


suficiente para concluir en la responsabilidad penal de un procesado. A ello es
menester agregar otras razones, entre ellas, las que demuestran que la
consecuencia lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su comportamiento
como ser humano. O, como se dice en el nuevo Código Penal, que plasma
expresamente aquello que desde mucho tiempo atrás se viene exigiendo, "La
causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado"
(artículo 9o.)".

"2. En casos como el analizado, la imputación jurídica -u objetiva- existe si


con su comportamiento el autor despliega una actividad riesgosa; va más allá
del riesgo jurídicamente permitido o aprobado, con lo cual entra al terreno de
lo jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo, siempre que
exista vínculo causal entre los tres factores. Dicho de otra forma, a la
asunción de la actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo
legalmente admitido y a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal".

"Dentro del mismo marco, la imputación jurídica no existe, o desaparece, si


aún en desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima...".

"3. Parangonado lo anterior con el expediente, se obtiene:"

"a) Don..., conductor del vehículo, desarrollaba, por este solo hecho, una
actividad peligrosa. El tráfico automoviliario, por sí, implica un
comportamiento arriesgado. No obstante, ese riesgo es jurídicamente
admitido".

"b) Como lo dice toda la prueba -repítese-, sobrepasó el riesgo que se permitía
pues en contra del Código Nacional del Tránsito Terrestre de la época, que en
el inciso segundo de su artículo primero decía que el tránsito era libre pero
estaba sujeto a la intervención y reglamentación de las autoridades, para
garantía de la seguridad y comodidad de los habitantes -en fórmula
esencialmente igual a la adoptada en el artículo 1-2 del actual Estatuto-,
transgredió amplia normatividad del mismo...".

"c) Al llegar el automotor a una curva, don... -anciano; ebrio; según alguien
dormido; sentado en el estribo, en la escala, o de pie cerca de la puerta- cayó
al pavimento, choque del cual devino su deceso".
"La relación causal, entonces, está clara: conducción de un bus, es decir,
actividad peligrosa. Luego, superación del riesgo permitido, con pluralidad de
infracciones; y después, finalmente, caída de la víctima por conducta culposa
imputable al guía de la máquina...".

"e) Una circunstancia que exime de la imputación jurídica u objetiva por


disolución de la actividad peligrosa o por desaparición de la superación del
riesgo permitido, es el denominado principio de confianza, en virtud del cual
el hombre normal espera que los demás actúen de acuerdo con los mandatos
legales, dentro de su competencia".

"Seguramente, en ese principio tenía fe el finado y probablemente... (el


procesado) también esperaba comportamiento correcto de aquél, es decir, del
usuario".

"Sin embargo, el principio de confianza tiene limitaciones como ocurre en


eventos como el ahora analizado".

"Al principio de confianza se opone, y prima sobre él, el principio de defensa,


también conocido como principio de seguridad".

"Este postulado significa que el hombre medio debe prever que si bien en la
actividad diaria está sujeto al principio de confianza, determinadas personas
pueden obrar en contra de los reglamentos, como sucede con los niños, los
infantes, los minusválidos, los enfermos y, por supuesto, los ancianos...".

"4. Finalmente, el actor busca negar la imputación al conductor afirmando


que el resultado lesivo fue producto de la autopuesta en peligro emanada de la
conducta de la propia víctima".

"Respóndese:"

"a) Es sabido que el comportamiento de la víctima, bajo ciertas condiciones,


puede eventualmente modificar y hasta excluir la imputación jurídica al
actor".

"b) Para que la acción a propio riesgo o autopuesta en peligro de la víctima


excluya o modifique la imputación al autor o partícipe es necesario que ella:"

"Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado".

"Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de


conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo".
"Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella".

"Si se vuelven a mirar los folios, concretamente aquellos que constituyen la


prueba, la conclusión es fácil: don..., dado su estado de ebriedad, el sueño
que tenía según un testigo, y su edad, sentado en el estribo del automotor, no
contaba con la posibilidad de decidir si asumía o no riesgos; por las mismas
razones, no tenía suficiencia para determinar si con su conducta se colocaba
en situación de riesgo; y, por último, que podría ser lo primero y único, el
conductor tenía posición de garante, como se dijo atrás, respecto del
ofendido".

"Es claro, así, que el comportamiento de la víctima, en este supuesto, no


podía atomizar ni disolver la imputación que se ha hecho a...".

Recientemente, el 27 de octubre del 2004 (radicado 20.926), sobre los mismos


temas se pronunció así:

"De otra parte, y con el objeto de responder el planteamiento del Ministerio


Público, ciertamente la Corte ha estimado que, desde la perspectiva de la
imputación objetiva, "no todo engaño que pudiera concebirse causal respecto
del resultado perjudicial permite la imputación del resultado a la conducta del
autor, pues, de acuerdo con el argumento victimológico, la víctima debe de
acudir a los mecanismos de autotutela exigibles, porque será entonces
punible el comportamiento capaz de sobrepasar la barrera de contención que
supone la actitud negligente del procesado".

"Sin que lo que se afirme signifique cambiar el concepto que la Sala tiene al
respecto, como quiera que se trata de un pensamiento elaborado para una
situación muy distinta a la que ahora se estudia, se debe recordar que la
imputación jurídica del resultado, que se constituye en el primer nivel de
desarrollo de la teoría de la imputación objetiva, se sustenta en el principio de
que el riesgo jurídicamente desaprobado que se concreta de manera efectiva
en la producción del resultado, es el fundamento de la imputación, con lo cual
se pretende superar aquellas tendencias ontologicistas que enlazaban acción y
resultado con exclusivo apoyo en las conocidas teorías de la causalidad (teoría
de la equivalencia, conditio sine qua non, causalidad adecuada, relevancia
típica)".

"En ese margen, los criterios de imputación objetiva parten de dos supuestos
básicos: el de riesgo permitido y el principio de confianza, que determinan el
estado de interacción normal de las relaciones sociales y de los riesgos que en
ellas se generan. De manera que, sólo cuando la víctima asume
conjuntamente con otro una actividad generadora de riesgos (lo cual acá no
ocurre), puede eventualmente imputársele el resultado a la víctima, siempre
que esta tenga conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el
autor quien recorre la conducta descrita en el tipo penal (quien crea el riesgo),
el resultado debe serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra
dentro del principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el ámbito de
competencia que le impone la organización".

"Si se quisiera ir mas allá, podría también decirse que "actualmente el juicio
de imputación se fundamenta en la delimitación de ámbitos de competencia:
solo se responde por las conductas o resultados que debo desarrollar o evitar
en virtud de los deberes que surgen de mi ámbito de responsabilidad y que se
desprenden de los alcances de la posición de garante. Lo demás -salvo los
deberes generales de solidaridad que sirven de sustento a la omisión de
socorro- no le concierne al sujeto, no es de su incumbencia".

2. Si bien de las decisiones de la Corte que el actor cita, y de las utilizadas por
la Sala en esta sentencia, se desprende que sí se ha ocupado del principio de
confianza y de aquello que lo compone, se responde:

a. El fenómeno de la elevación del riesgo se presenta cuando una persona con


su comportamiento supera el arrisco admitido o tolerado jurídica y
socialmente, así como cuando tras sobrepasar el límite de lo aceptado o
permitido, intensifica el peligro de causación de daño.

b. Para que exista imputación jurídica del resultado es menester que la


creación del riesgo, por superación o por intensificación del mismo, genere el
resultado lesivo, es decir, que haya nexo de fundamento a consecuencia entre
uno y otro.

c. Si una persona realiza conducta contraria a las normas, pero su


comportamiento no es la razón de ser del resultado reprochable, puede
invocar el principio de confianza. Afirmar lo contrario equivaldría a admitir la
imputación a título de responsabilidad anómala o meramente objetiva.

3. Para casos como éste, al cual el casacionista vincula el principio de


confianza y aquello que traslada de la doctrina con el nombre de "deber de
observación", es posible acudir a los fenómenos denominados "compensación
de culpas" y "concurrencia de conductas", este último superación de aquél. En
virtud del primero, en materia penal no existe esa forma de extinguir las
obligaciones pues si varias personas intervienen en el hecho, cada una
responde por lo suyo; y según el segundo, la discusión sobre la
responsabilidad de los concurrentes se resuelve acreditándola a quien ha
hecho el aporte definitivo, cuando no es predicable de los dos o más
imputados o acusados.

5. Para casos como éste, al cual el casacionista vincula el principio de


confianza y aquello que traslada de la doctrina con el nombre de "deber de
observación", es posible acudir a los fenómenos denominados "compensación
de culpas" y "concurrencia de conductas", este último superación de aquél. En
virtud del primero, en materia penal no existe esa forma de extinguir las
obligaciones pues si varias personas intervienen en el hecho, cada una
responde por lo suyo; y según el segundo, la discusión sobre la
responsabilidad de los concurrentes se resuelve acreditándola a quien ha
hecho el aporte definitivo, cuando no es predicable de los dos o más
imputados o acusados.

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 11/05/2005
DECISION : Desestima, no casa, casa parcial y de oficio
sobre pago de perjuicios, decreta n
DELITOS : Lesiones personales culposas, Homicidio
culposo
PROCESO : 22511
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

03/08/2005

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. La determinación de la efectividad del principio de confianza en un ámbito


de interrelación está guiada por la apreciación racional de las pautas que la
experiencia brinda o de las concretas condiciones en que se desenvuelve una
actividad u organización determinada, porque son elementos que posibilitan
señalar si una persona, al satisfacer las reglas de comportamiento que de ella
se esperan, está habilitada para confiar en que el dolo o la culpa de los demás
que interactúan en el tráfico jurídico no la van a afectar.
...

Siendo ello así, puede advertirse que el invocado principio de confianza no se


desconoció, al contrario se evidencia su presencia y ello elimina cualquier
imputación penal que se le pretenda reprochar al procesado, pues estaba en
posición de esperar que aquellos otros funcionarios que tuvieran injerencia de
alguna u otra forma en los trámites de los procesos judiciales y la custodia de
los elementos incautados, observaran a su vez precisas pautas de
responsabilidad y honestidad.

Entonces, cabe señalar que valorada la situación ex ante, si se ubica a un


administrador de justicia cuidadoso y diligente en la labor de instrucción
criminal que actúa conforme a las pautas de administración de bienes ajenos
y de acuerdo a los postulados de la justicia no cabe ninguna imputación en su
contra.

PONENTE(S) : YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 03/08/2005
DECISION : Revoca sentencia, absuelve
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 22901
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

10/08/2005

PRINCIPIO DE CONFIANZA/

1. Sobre el principio de confianza, la Corte ha sentado que:

"Es cierto que una de las características del mundo contemporáneo es la


complejidad de las relaciones sociales y, en materia de producción de bienes o
servicios, la especialización en las diferentes tareas que componen el proceso
de trabajo. Esta implica la división de funciones entre los miembros del
equipo de trabajo y por lo tanto un actuar conjunto para el logro de las
finalidades corporativas. Como no siempre es controlable todo el proceso por
una sola persona y en consideración a que exigir a cada individuo que revise
el trabajo ajeno haría ineficaz la división del trabajo, es claro que uno de los
soportes de las actividades de equipo con especialización funcional es la
confianza entre sus miembros. Esta, cuando ha precedido una adecuada
selección del personal, impide que un defecto en el proceso de trabajo con
implicaciones penales se le pueda atribuir a quien lo lidera, a condición
naturalmente de que no lo haya provocado dolosamente o propiciado por
ausencia o deficiencia de la vigilancia debida.

La Sala acepta que el trabajo es funcionalmente dividido en un Departamento,


que el Gobernador como jefe de la administración se encuentra en
imposibilidad de asumir directamente todos los asuntos, que para eso cuenta
con una serie de secretarios que le colaboran, que establece con los mismos
-es lo que se supone-una relación de confianza de doble vía y que por efecto
de la que él deposita puede incurrir en hechos típicos originados en la
actividad de sus colaboradores, frente a los cuales, sin embargo, es
eventualmente admisible la realización de una conducta inculpable, por
mediación del fenómeno del error." (Sentencia única instancia del 21 de marzo
de 2002, M. P. Carlos Eduardo Mejía Escobar, radicación 14.124).
...

Por otra parte se podrá sostener que a los servidores públicos les asiste el
deber de vigilancia sobre los aspectos y asuntos que han sido materia de
delegación, que se derivaría del inciso 2º del artículo 209 constitucional
cuando estipula que "Las autoridades administrativas deben coordinar sus
actuaciones para el adecuado cumplimiento de los fines del Estado", y que (...)
no desplegó los adecuados controles para precaver cualquier anomalía en la
fase precontractual o en las posteriores ejecución y liquidación de los
contratos.

PONENTE(S) : SIGIFREDO ESPINOSA PEREZ

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 10/08/2005
DECISION : Absuelve al procesado
DELITOS : Peculado por apropiación, Contrato sin cump.
de requisitos legales
PROCESO : 21489
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

22/09/2005

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. Debido a su desbordada confianza en empleados subalternos,


imprudentemente omitió verificar la realidad de la información que le era
suministrada. De haber procedido acorde con su deber funcional, habría
puesto de manifiesto la existencia de diferencias entre los precios
representativos del mercado y aquellos por los que se hizo la contratación con
menoscabo del erario de la Cámara.

Se refiere la Corte a la violación del deber objetivo de cuidado, por ende a la


creación de riesgos jurídicamente desaprobados y la efectiva realización de
éstos.

PONENTE(S) : MAURO SOLARTE PORTILLA


Auto Unica Instancia
FECHA : 22/09/2005
DECISION : Profiere resolución de acusación, precluye a
otros procesados
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 18029
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : PROVIDENCIA - EN RESERVA

20/10/2005

PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. Al principio de confianza en punto del delito de peculado culposo se ha


referido esta Sala en oportunidad anterior, en los siguientes términos:

". Si (...), a pesar de tener plenas facultades para ello, no controlaba la


selección de cotizaciones, escogencia de contratistas y evaluación de las
propuestas, para darle un manejo de transparencia al proceso de contratación
pues estas funciones las había delegado en sus representantes y en los demás
miembros del Comité de Compras, y sólo realizaba la etapa final de la
suscripción del contrato, se hace necesario precisar si en ese ámbito de
interactuación el principio de confianza, criterio de exclusión de la
imputación, se activó como lo sostiene la defensa.

Tal principio de convicción opera en una comunidad determinada de


interrelación, cuando quien realiza el riesgo tolerado conforme a las normas
que disciplinan la actividad correspondiente puede esperar que quienes
intervienen en el tráfico jurídico también observen a su vez las reglas
pertinentes, de modo que no se le puede imputar un resultado antijurídico en
desarrollo de la actividad riesgosa permitida conforme al deber de atención, si
en ésta interfiere un tercero que desatiende la norma de cuidado que le es
exigible, o si a pesar de no atender la norma de cuidado esta desatención no
fue determinante en tal producto, sino la injerencia, dolosa o culposa, de ese
tercero.

La determinación de la efectividad del principio de confianza en un ámbito de


interrelación está guiada por la apreciación racional de las pautas que la
experiencia brinda o de las concretas condiciones en que se desenvuelve una
actividad u organización determinada, porque son elementos que posibilitan
señalar si una persona, al satisfacer las reglas de comportamiento que de ella
se espera, está habilitada para confiar en que el dolo o la culpa de los demás
que interactúan en el tráfico jurídico no la van a afectar.*"
_______________________________________
* CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sentencia de única instancia de julio 6 de
2005, radicación No.17.829, M. P., Dr. YESID RAMÍREZ BASTIDAS.

PONENTE(S) : YESID RAMIREZ BASTIDAS

Auto Unica Instancia


FECHA : 20/10/2005
DECISION : Se inhibe de abrir investigación
PROCESO : 13351
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : PROVIDENCIA - EN RESERVA

07/12/2005

IMPUTACION OBJETIVA

"1. Como es evidente, la simple relación de causalidad material no es


suficiente para concluir en la responsabilidad penal de un procesado. A ello es
menester agregar otras razones, entre ellas, las que demuestran que la
consecuencia lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su comportamiento
como ser humano. O, como se dice en el nuevo Código Penal, que plasma
expresamente aquello que desde mucho tiempo atrás se viene exigiendo, "La
causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado"
(artículo 9o.)".

"2. En casos como el analizado, la imputación jurídica -u objetiva- existe si


con su comportamiento el autor despliega una actividad riesgosa; va más allá
del riesgo jurídicamente permitido o aprobado, con lo cual entra al terreno de
lo jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo, siempre que
exista vínculo causal entre los tres factores. Dicho de otra forma, a la
asunción de la actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo
legalmente admitido y a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal".

"Dentro del mismo marco, la imputación jurídica no existe, o desaparece, si


aún en desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima...".

"3. Parangonado lo anterior con el expediente, se obtiene:..."

"La relación causal, entonces, está clara: conducción de un bus, es decir,


actividad peligrosa. Luego, superación del riesgo permitido, con pluralidad de
infracciones; y después, finalmente, caída de la víctima por conducta culposa
imputable al guía de la máquina...".

Recientemente, el 27 de octubre del 2004 (radicado 20.926), sobre los mismos


temas se pronunció así:

"De otra parte, y con el objeto de responder el planteamiento del Ministerio


Público, ciertamente la Corte ha estimado que, desde la perspectiva de la
imputación objetiva, "no todo engaño que pudiera concebirse causal respecto
del resultado perjudicial permite la imputación del resultado a la conducta del
autor, pues, de acuerdo con el argumento victimológico, la víctima debe de
acudir a los mecanismos de autotutela exigibles, porque será entonces
punible el comportamiento capaz de sobrepasar la barrera de contención que
supone la actitud negligente del procesado".

"Sin que lo que se afirme signifique cambiar el concepto que la Sala tiene al
respecto, como quiera que se trata de un pensamiento elaborado para una
situación muy distinta a la que ahora se estudia, se debe recordar que la
imputación jurídica del resultado, que se constituye en el primer nivel de
desarrollo de la teoría de la imputación objetiva, se sustenta en el principio de
que el riesgo jurídicamente desaprobado que se concreta de manera efectiva
en la producción del resultado, es el fundamento de la imputación, con lo cual
se pretende superar aquellas tendencias ontologicistas que enlazaban acción y
resultado con exclusivo apoyo en las conocidas teorías de la causalidad (teoría
de la equivalencia, conditio sine qua non, causalidad adecuada, relevancia
típica)".

"En ese margen, los criterios de imputación objetiva parten de dos supuestos
básicos: el de riesgo permitido y el principio de confianza, que determinan el
estado de interacción normal de las relaciones sociales y de los riesgos que en
ellas se generan. De manera que, sólo cuando la víctima asume
conjuntamente con otro una actividad generadora de riesgos (lo cual acá no
ocurre), puede eventualmente imputársele el resultado a la víctima, siempre
que esta tenga conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el
autor quien recorre la conducta descrita en el tipo penal (quien crea el riesgo),
el resultado debe serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra
dentro del principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el ámbito de
competencia que le impone la organización".

"Si se quisiera ir más allá, podría también decirse que "actualmente el juicio
de imputación se fundamenta en la delimitación de ámbitos de competencia:
solo se responde por las conductas o resultados que debo desarrollar o evitar
en virtud de los deberes que surgen de mi ámbito de responsabilidad y que se
desprenden de los alcances de la posición de garante. Lo demás -salvo los
deberes generales de solidaridad que sirven de sustento a la omisión de
socorro- no le concierne al sujeto, no es de su incumbencia...".

…. El censor hace hincapié en el principio de confianza y en el fenómeno


conocido como elevación del riesgo, para concluir que el conductor del
vehículo pesado no es responsable del hecho. Añade que como la Corte no se
ha pronunciado concretamente sobre tal tema, debe hacerlo para efectos de la
"unificación de la jurisprudencia"...

Si bien de las decisiones de la Corte que el actor cita, y de las utilizadas por la
Sala en esta sentencia, se desprende que sí se ha ocupado del principio de
confianza y de aquello que lo compone, se responde:

a. El fenómeno de la elevación del riesgo se presenta cuando una persona con


su comportamiento supera el arrisco admitido o tolerado jurídica y
socialmente, así como cuando tras sobrepasar el límite de lo aceptado o
permitido, intensifica el peligro de causación de daño.

b. Para que exista imputación jurídica del resultado es menester que la


creación del riesgo, por superación o por intensificación del mismo, genere el
resultado lesivo, es decir, que haya nexo de fundamento a consecuencia entre
uno y otro.

c. Si una persona realiza conducta contraria a las normas, pero su


comportamiento no es la razón de ser del resultado reprochable, puede
invocar el principio de confianza. Afirmar lo contrario equivaldría a admitir la
imputación a título de responsabilidad anómala o meramente objetiva...

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Casación
FECHA : 07/12/2005
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 24696
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

16/03/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Aplicación
…. Al formular este cargo el defensor de (…) hizo referencia a la teoría de la
adecuación social-cuya potencial aplicación admite esta Sala**- para
enmarcar dentro de ella el comportamiento de su representado en cuanto
aparece cubierto por el principio de confianza en la actuación de un delegado
funcional idóneo, principio que efectivamente, como lo sostiene el censor,
opera en la administración pública según lo ha expresado esta Corporación en
jurisprudencia del siguiente tenor:

"Es cierto que una de las características del mundo contemporáneo es la


complejidad de las relaciones sociales y, en materia de producción de bienes o
servicios, la especialización en las diferentes tareas que componen el proceso
de trabajo. Esta implica la división de funciones entre los miembros del
equipo de trabajo y por lo tanto un actuar conjunto para el logro de las
finalidades corporativas. Como no siempre es controlable todo el proceso por
una sola persona y en consideración a que exigir a cada individuo que revise
el trabajo ajeno haría ineficaz la división del trabajo, es claro que uno de los
soportes de las actividades de equipo con especialización funcional es la
confianza entre sus miembros. Esta, cuando ha precedido una adecuada
selección del personal, impide que un defecto en el proceso de trabajo con
implicaciones penales se le pueda atribuir a quien lo lidera, a condición
naturalmente de que no lo haya provocado dolosamente o propiciado por
ausencia o deficiencia de la vigilancia debida.

La Sala acepta que el trabajo es funcionalmente dividido en un Departamento,


que el Gobernador como jefe de la administración se encuentra en
imposibilidad de asumir directamente todos los asuntos, que para eso cuenta
con una serie de secretarios que le colaboran, que establece con los mismos
¾es lo que se supone¾ una relación de confianza de doble vía y que por efecto
de la que él deposita puede incurrir en hechos típicos originados en la
actividad de sus colaboradores, frente a los cuales, sin embargo, es
eventualmente admisible la realización de una conducta inculpable, por
mediación del fenómeno del error."***

__________________________________

***CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sent, de única instancia del 21 de marzo


de 2002, rad. 14.124.

PONENTE(S) : YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Casación
FECHA : 16/03/2006
DECISION : No casa
PROCESO : 20669
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

20/04/2006

IMPUTACION OBJETIVA-Principio de confianza/ IMPUTACION OBJETIVA-


Riesgo permitido/ IMPUTACION OBJETIVA-Limitaciones al principio de
confianza/ IMPUTACION OBJETIVA-Prohibición de regreso/ IMPUTACION
OBJETIVA-Superación del riesgo permitido

1. En lo que tiene que ver con el argumento que la defensa basa en el


denominado principio de confianza, de cuya vigencia no duda la Sala,
tampoco es atendible.

Es cierto que una de las características del mundo contemporáneo es la


complejidad de las relaciones sociales y, en materia de producción de bienes o
servicios, la especialización en las diferentes tareas que componen el proceso
de trabajo. Esta implica la división de funciones entre los miembros del
equipo de trabajo y por lo tanto un actuar conjunto para el logro de las
finalidades corporativas. Como no siempre es controlable todo el proceso por
una sola persona y en consideración a que exigir a cada individuo que revise
el trabajo ajeno haría ineficaz la división del trabajo, es claro que uno de los
soportes de las actividades de equipo con especialización funcional es la
confianza entre sus miembros. Esta, cuando ha precedido una adecuada
selección del personal, impide que un defecto en el proceso de trabajo con
implicaciones penales se le pueda atribuir a quien lo lidera, a condición
naturalmente de que no lo haya provocado dolosamente o propiciado por
ausencia o deficiencia de la vigilancia debida" (sentencia de única instancia,
21 de marzo del 2002, radicado 14.124).

2. En casos como el analizado, la imputación jurídica -u objetiva- existe si con


su comportamiento el autor despliega una actividad riesgosa; va más allá del
riesgo jurídicamente permitido o aprobado, con lo cual entra al terreno de lo
jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo, siempre que exista
vínculo causal entre los tres factores. Dicho de otra forma, a la asunción de la
actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo legalmente admitido y
a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal.

Dentro del mismo marco, la imputación jurídica no existe, o desaparece, si


aún en desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima...

3. Al principio de confianza se opone, y prima sobre él, el principio de defensa,


también conocido como principio de seguridad.
Este postulado significa que el hombre medio debe prever que si bien en la
actividad diaria está sujeto al principio de confianza, determinadas personas
pueden obrar en contra de los reglamentos, como sucede con los niños, los
infantes, los minusválidos, los enfermos y, por supuesto, los ancianos. Así, el
conductor tenía que dar primacía a este principio y procurar, insistiendo al
señor... que se hiciera en otro lugar que le propiciara seguridad, porque, no se
olvide, era un ciudadano de elevada edad, estaba ebrio o tomado y que
persistió en permanecer sentado casi que en la entrada del bus; o, si se
quiere, más fácil: ya que se desplazaba con la puerta abierta, cerrarla para
proteger a... No obstante, el guía del bus no hizo nada para ello.

En fin, si... creó el riesgo no permitido, puesto que las reglas de tránsito
prohíben dejar las puertas abiertas de un vehículo cuando se lo tiene bajo
mando, y si además una de sus funciones como titular del ejercicio de la
actividad peligrosa de conducir era cerrarlas, su comportamiento no halla
ninguna justificación social y legal, por cuanto la ley, mientras la costumbre
no se integre a ella, prevalece sobre los usos de los miembros de una
determinada comunidad. Su deber era, en su condición de garante de un
derecho, y ante la negativa del usuario a internarse en el bus para no correr el
riesgo de caerse, proceder a ajustar las puertas o negarse a transportarlo, así
en el medio en que desarrollaba su actividad fuera de buen recibo la conducta
contraria (sentencia de casación del 20 de mayo del 2003, radicado 16.636).

4.La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus inicios


para corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones en materia de
causalidad material-, afirma que cuando una persona realiza una conducta
culposa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia
o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto si tiene
posición de garante, excede los límites del riesgo permitido y conoce la
posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por parte de la otra.

5. el desconocimiento de las normas sí puede generar peligros. Pero peligros


inherentes a ese desconocimiento, es decir, que la infracción no se vincula
para nada con resultados extraños a lo que suele suceder. Por eso la doctrina
considera, por ejemplo, que "la imputación al tipo objetivo presupone que en
el resultado se haya realizado precisamente el riesgo no permitido creado por
el autor. Por eso está excluida la imputación, en primer lugar, si, aunque el
autor haya creado un peligro, para el bien jurídico protegido, el resultado se
produce, no como efecto de plasmación de ese peligro, sino sólo en conexión
casual con el mismo" (Claus Roxin. Derecho penal. Parte general. Tomo I.
fundamentos. La estructura de la teoría del delito. Madrid, Civitas, 1997, T:
Diego-Manuel Luzón Peña y otros -de la 2a. edición alemana-, página 373);
que "En el segundo de los niveles en el que se trata la cuestión de la
imputación objetiva es el de la exigencia de que el riesgo (no permitido) creado
por la acción sea el que se realiza en el resultado..." (Enrique Bacigalupo.
Principios de derecho penal. Parte general. Madrid, Akal, 5a. edición, 1998,
página 195); que "tampoco se realiza en el resultado el riesgo no permitido
cuando se produce más tarde sobre una víctima que en el momento de la
creación del riesgo no estaba amenazada por éste" (Enrique Bacigalupo, obra
citada, página 196); y que si se concibe como complicidad "el incremento del
riesgo jurídicamente desaprobado, causal para el resultado típico", en general
ha de entenderse que es cómplice quien "posibilita, facilita, intensifica o
asegura el hecho mediante su contribución. El caso más claro de
participación es la posibilitación, tal como se presenta por ejemplo en la
entrega de un veneno al autor, que no puede ser detectado en el cuerpo del
asesinado y que no puede ser conseguido de otra manera. El caso más
frecuente es seguramente el de la acción de facilitar: mediante consejos, la
entrega de armas e instrumentos, etc. La intensificación consiste en el
refuerzo del impulso del autor, por ejemplo mediante el consejo de golpear
más fuerte, sustraer más, etc. Finalmente, el aseguramiento se expresa en
vigilar y asumir otras funciones de protección" (Claus Roxin. Dogmática penal
y política criminal. Lima, Idemsa, 1998, T: Manuel Abanto Vásquez, páginas
403 y 420/1).

Como se ve con facilidad, si se afirma que... aumentaron el riesgo


jurídicamente inadmitido, no es posible hacerles imputación jurídica alguna,
por cuanto el hilo que permitiría el reproche objetivo había sido roto,
desfigurado, por el comportamiento de..., totalmente separado de aquella
conducta generadora de riesgo no permitido (sentencia de casación del 4 de
abril del 2003, radicado 12.742).

PONENTE(S) : DR.ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia casación
FECHA : 20/04/2006
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 22941
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en – Internet

27/07/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción
1. De acuerdo con este principio, no se imputan objetivamente los resultados
producidos por quien ha obrado confiando en que otros se mantienen dentro
de los límites del peligro permitido.*

Se enuncia diciendo que toda persona, en el diario discurrir, puede creer que
las demás actúan dentro de las normas y de acuerdo con los requerimientos
socio-culturales dominantes, a menos que "existan datos que hagan pensar lo
contrario"**

Este postulado, ab initio admisible, no es absoluto, pues para eventos como el


ahora examinado, varios motivos excluyen su aplicación. Por ejemplo los
siguientes:

Uno. Porque la ley puede exigir a quien confía en otro que lo haga bajo su
responsabilidad, cumpliendo con un cuidado especial, evento en el cual no se
puede escudar en el axioma mencionado.

Dos. En la división vertical del trabajo, porque siempre hay una o más
personas que se encargan de vigilar que los "subordinados" hayan
comprendido a cabalidad las instrucciones dadas; en ese sentido, el ámbito de
competencia de estas personas que se encargan de vigilar las labores de
terceras personas son garantes a efectos de que estas se desempeñen
correctamente.***

Tres. Si uno de los requisitos para esquivar la responsabilidad con


fundamento en el principio de confianza es el de que quien lo aduzca se haya
comportado correctamente**** , cuando se infringe el derecho por
incumplimiento de los deberes que este impone, no es posible acudir a ese
postulado.

Por eso, con razón Günter Stratenwerth escribe:

Además, el principio de confianza no puede regir en la medida en que el deber


de cuidado está dirigido, precisamente, a la vigilancia, control o cuidado del
comportamiento de otras personas.

El que obra descuidadamente no podrá invocar el principio de la confianza. Y
esto es así porque la elevación del peligro de la producción del resultado,
fundamenta la responsabilidad cuando el peligro, cualquiera sean las razones,
se convierte en resultado. El principio de la confianza caracteriza el límite del
deber de cuidado, pero no significa una autorización para obrar
descuidadamente confiando en el cuidado de los otros*****

Cuatro. Por último, recuérdese que tampoco puede ser exonerado de


imputación con fundamento en el principio de confianza, quien divide el
trabajo con personal sin suficiente cualificación profesional para desplegar
determinadas tareas, pues en este supuesto se requiere de su parte aún más
vigilancia, custodia y supervisión estricta.******
-----------------------------------------------------
**Margarita Martínez Escamilla. La imputación objetiva del resultado. Madrid,
Edersa, 1992, página 334.
***David Fernando Panta Cueva. Algunas observaciones al principio de
confianza en la teoría de la imputación objetiva: problema de autonomía y
repercusiones normativas. En, Universidad de Guayaquil, Ara Editores, XVII
Congreso Latinoamericano, IX Iberoamericano, I Nacional de Derecho Penal y
Criminología. Lima, Universidad de Guayaquil, 2005, página 391.
****Margarita Martínez Escamilla, obra citada, página 335
*****Derecho Penal. Parte general, I. El hecho punible. Madrid, Edersa, 1982,
traducción de Gladys Romero, de la 2ª edición alemana (1976), páginas 339 y
340.
******Cfr. Yesid Reyes Alvarado. Imputación objetiva. Bogotá, Temis, 3ª.
Edición, 2005, páginas 162/3.

PONENTE(S) : ALVARO ORLANDO PEREZ PINZON

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 27/07/2006
DECISION : Confirma la sentencia condenatoria
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 25536
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : Véase también en - Internet

28/09/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción

1. El principio de confianza

Este postulado invocado por la defensa y el Procurador Judicial Delegado ante


el Tribunal a favor del procesado, ha sido definido por la doctrina en los
términos acogidos y desarrollados por la Sala en la siguiente forma*:

"De acuerdo con este principio, no se imputan objetivamente los resultados


producidos por quien ha obrado confiando en que otros se mantienen dentro
de los límites del peligro permitido**.

Se enuncia diciendo que toda persona, en el diario discurrir, puede creer que
las demás actúan dentro de las normas y de acuerdo con los requerimientos
socio-culturales dominantes, a menos que "existan datos que hagan pensar lo
contrario"***.

Este postulado, ab initio admisible, no es absoluto, pues para eventos como el


ahora examinado, varios motivos excluyen su aplicación. Por ejemplo los
siguientes:

Uno. Porque la ley puede exigir a quien confía en otro que lo haga bajo su
responsabilidad, cumpliendo con un cuidado especial, evento en el cual no se
puede escudar en el axioma mencionado.

Dos. En la división vertical del trabajo, porque siempre hay una o más
personas que se encargan de vigilar que los "subordinados" hayan
comprendido a cabalidad las instrucciones dadas; en ese sentido, el ámbito de
competencia de estas personas que se encargan de vigilar las labores de
terceras personas son garantes a efectos de que estas se desempeñen
correctamente****.

Tres. Si uno de los requisitos para esquivar la responsabilidad con


fundamento en el principio de confianza es el de que quien lo aduzca se haya
comportado correctamente*****, cuando se infringe el derecho por
incumplimiento de los deberes que este impone, no es posible acudir a ese
postulado.
(...)
Cuatro. Por último, recuérdese que tampoco puede ser exonerado de
imputación con fundamento en el principio de confianza, quien divide el
trabajo con personal sin suficiente cualificación profesional para desplegar
determinadas tareas, pues en este supuesto se requiere de su parte aún más
vigilancia, custodia y supervisión estricta."******

Excluida la posibilidad de la delegación por parte del doctor


(.................................................) de la custodia material de los valores
incautados, es necesario precisar en qué forma interactuó con sus
colaboradores, integrantes de su equipo de trabajo conforme está concebido
en el Manual de Funciones de la Fiscalía, así estuviera fragmentado en la
Unidad dirigida por el procesado, según destaca el Ministerio Público, por
dificultades comunicativas entre sus miembros y estar ubicados sus espacios
laborales en sitios diferentes, factores estos perfectamente superables en el
caso analizado, pues a partir de dicho punto se estudiará si opera el principio
de confianza, cuya aplicación han solicitado la defensa y el Ministerio Público.

La prioridad laboral otorgada por el Fiscal a la productividad judicial y de la


cual dieron fe sus colaboradores (.......................................) y
(...................................................), no lo autorizaba para abstenerse de
ejercer otras medidas de control sobre los dineros decomisados, diferentes al
dictado de las resoluciones mandando la constitución de los depósitos
judiciales, ni para confiar absolutamente en que la primera, en su condición
de Técnico Judicial II, así llevara vinculada a la Fiscalía General de la Nación
doce años, estaba ejecutando oportunamente dichas providencias.
__________________________________________________________________
* CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, rad. 25.536, ibídem.
** Enrique Bacigalupo. Principios de derecho penal. Parte General. Madrid,
Akal, 5ª edición, 1998, página 191.
*** Margarita Martínez Escamilla. La imputación objetiva del resultado.
Madrid, Edersa, 1992, página 334.
**** David Fernando Panta Cueva. Algunas observaciones al principio de
confianza en la teoría de la imputación objetiva: problema de autonomía y
repercusiones normativas. En, Universidad de Guayaquil, Ara Editores, XVII
Congreso Latinoamericano, IX Iberoamericano, I Nacional de Derecho Penal y
Criminología. Lima, Universidad de Guayaquil, 2005, página 391.
***** Margarita Martínez Escamilla, obra citada, página 335.
****** Cfr. Yesid Reyes Alvarado. Imputación objetiva. Bogotá, Temis, 3ª.
Edición, 2005, páginas 162/3.

PONENTE(S) : YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 28/09/2006
DECISION : Confirma integralmente la sentencia
condenatoria impugnada
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 24031
PUBLICADA : Si

19/10/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Aplicación

1.Implantar adecuados sistemas de control interno tendientes a optimizar los


recursos y la salvaguarda de los bienes."

Este modelo de organización le imposibilita al Comandante asumir


directamente todos los asuntos a su vez lo convierte en administrador del
riesgo en el manejo de los recursos públicos motivo por el cual cuenta con
una serie de colaboradores con quienes establece o debe hacerlo una
relación de confianza de doble vía en que, por efecto de la que él deposita,
puede incurrir en hechos típicos originados en la actividad de sus
dependientes, como ocurre cuando frente a ellos ha actuado de manera
deficiente al no ejercer la vigilancia debida y/o al abandonar su rol creando
situaciones de riesgo jurídicamente desaprobadas, generadoras a su vez de
resultados dañosos para los bienes estatales sobre los cuales ostenta la
posición de garante, razón por la cual la actuación del Comandante (...), del
Segundo Comandante (...) y del Jefe de Logística (...), estos dos últimos
encargados de la fiscalización y control de los mencionados recursos, roles de
los cuales también se apartaron, no está cubierta por el referido principio,
según esbozó la casacionista.

PONENTE(S) : YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Casación
FECHA : 19/10/2006
DECISION : No casa, casa otra demanda y revoca
absolución
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 22354
PUBLICADA : Si

26/10/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA

….Tal como lo declara la doctora (................................), quien reemplazó al


Fiscal acusado para el mes de febrero de 1998, al llegar al despacho solicitó
que se le diera inventario de las diligencias que tenía la Fiscalía Local de
Corinto, sin que dentro del reporte se encontraran estas cuatro denuncias.

Incluso, es el propio denunciante, es decir, el Fiscal Local designado a partir


del mes de junio de 1998, quien aseguró que por mera casualidad se
encontraron las denuncias y sus anexos en el escritorio de la Secretaria pues
ésta había salido a vacaciones, cosa que corrobora aún más que fue esta
empleada judicial la que conservaba los documentos judiciales sin pasárselos
al Fiscal pues ni siquiera, dice el Fiscal denunciante, había radicado las
denuncias.

Es aquí donde la Sala encuentra, y en ello comparte la tesis del Tribunal de


Popayán, la convergencia del principio de confianza, pues dada la actividad
desplegada por un Fiscal, compleja por demás, es meridianamente entendible
que haya delegado la posibilidad de recibir documentos a sus subalternos, de
sellar los recibidos, de archivar o almacenar información, por ejemplo, cosa
que no puede confundirse con la delegación para adoptar determinaciones
propias de la órbita funcional, que no es el caso como erradamente lo asegura
el recurrente.

Es decir, el Fiscal estaba en todo el derecho de confiar en que la información


que se recibiera por Secretaría se la harían llegar, lo que al no haberse hecho
así, no puede trasladarse indiscriminadamente esa responsabilidad a título de
simple juicio de reproche objetivo.

Esta situación desvirtúa las réplicas del censor cuando se asegura que el
Fiscal "delegó" la toma de decisiones, lo que no es cierto, pues a simple vista
se aprecia en la sentencia y en la relación fáctica de este proceso, que la
delegación a la que se hace referencia es para recibir cierta información o para
radicarla o archivarla mas no para proferir resoluciones o autos.

PONENTE(S) : JORGE LUIS QUINTERO MILANES

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 26/10/2006
DECISION : Confirma la sentencia absolutoria
DELITOS : Prevaricato por acción, Prevaricato por omisión
PROCESO : 20160
PUBLICADA : No

30/11/2006

PRINCIPIO DE CONFIANZA

Téngase en cuenta que en la denuncia manifestó que el 17 de octubre llegó a


la Fiscalía Local de Socha a cumplir con las funciones de Fiscal y la auxiliar
judicial le manifestó que se encontraba pendiente de firmar un oficio dirigido
al Banco Agrario en el que se ordenaba la entrega de un título judicial por
valor de $516.015,00, y además se indicaba que la beneficiaria había
autorizado al particular (.......) para recibir el dinero.

Lo anterior, sin duda alguna, es demostrativo de que(......) dimensionó desde


la perspectiva ilícita la coyuntura que se presentaba y la confianza que el
funcionario le había depositado y la capitalizó para cumplir con sus fines
protervos. En efecto, la mención en el oficio de que la beneficiaria del título
autorizaba a (......) para cobrarlo trasunta que el espurio mandato como se
estableció posteriormente, hacia parte de los elementos de convicción que
tenía a la mano para persuadir al acusado de firmar el oficio si este lo exigía,
pues de otra forma en el oficio no se hubiera anotado que la beneficiaria
autorizaba a un tercero que también se determinó procesalmente, fue
suplantado.

La forma como el funcionario descubrió que había sido engañado por(.......) y


el reproche que ulteriormente le hizo, cuando fue avisado de que en el cobro
del título judicial había mostrado interés el compañero sentimental de
aquella y, por sí mismo, determinó que el expediente respectivo no había
dejado huella de la autorización a la cual se hacía mención, no dejan duda de
que aquella le aludió su existencia, aun cuando no se haya preocupado por
revisar su contenido.

Ante tal panorama el acusado afanosa y fallidamente intentó establecer


comunicación con la señora (......) con el fin de verificar si ella había
autorizado a alguna persona para reclamar el valor de la caución que había
prestado en el proceso que se le adelantó.

Pero, como en uno y otro momento actuó convencido de la existencia de la


autorización, al punto que al día siguiente, cuando lo llamó el técnico judicial
para informarle que tenía que cambiar el oficio porque había quedado mal
elaborado, se apresuró a dar solución y asintió en que le enviaran uno nuevo
con el interesado, todo bajo la certidumbre de que existía como en efecto
existió la autorización, respecto de la cual se estableció era falsa.

Luego, si bien es cierto, como lo destaca la defensa y el Ministerio Público,


existió negligencia por parte del acusado por no haber revisado el expediente y
la pretendida autorización, no se puede afirmar que tal circunstancia
determinó el resultado, porque de las pruebas se desprende que quienes
tramaron la defraudación tenían el control al cual difícilmente hubiese
escapado el funcionario, pues la simple exhibición de la autorización era
suficiente para persuadirlo de la supuesta legalidad del aludido trámite, en
un proceso que ya había terminado y estaba archivado.

Al respecto, esta Sala de la Corte, en decisión que citan los apelantes, en


torno al deber objetivo de cuidado puntualizó:

"La violación del deber de cuidado objetivo se evalúa siempre dentro de un


ámbito situacional determinado, es decir, por medio de un juicio de la
conducta humana en el contexto de relación en el cual se desempeñó el actor,
y no en el aislamiento de la fealdad de lo que este hizo o dejó de hacer"
(Sentencia de 2ª Instancia, Radicación 12655.

En este sentido, téngase en cuenta que la finalidad del funcionario, como lo


manifestó en la indagatoria, no fue diferente a la de querer cumplir
oportunamente con las funciones que le habían sido asignadas como Fiscal
Local de Socha, como las propias del cargo de Fiscal Local de Paz de Río, del
cual era titular, para lo cual obligatoriamente debía confiar en el trabajo
desarrollado por sus subalternos.

Sobre esto último, es decir, el principio de confianza, la Corte en la sentencia


que se viene de citar, de manera puntual señaló:

"Inútil resulta el esfuerzo de diluir la responsabilidad en torno a un


innecesario escrutinio sobre la posibilidad de delegación o de comisión de la
fiscal en su cuestionado auxiliar judicial, pues, en orden a examinar la
violación del deber de cuidado objetivo, rige la regla de confianza, elaboración
doctrinaria que parte del hecho de la intersubjetividad permanente del ser
humano, razón por la cual, quien participa de una actividad riesgosa,
compleja o delicada, en la medida que actúa diligente y cuidadosamente, tiene
derecho a confiar en que los demás partícipes harán lo propio.

"Sería imposible el desenvolvimiento de un despacho judicial si, por razón de


la complejidad de su actividad funcional, el funcionario director ni siquiera
tuviera derecho a entregar desempeños jurídicos o materiales al personal
subalterno o auxiliar, y a confiar en que ellos realizarán la tarea con el mismo
criterio de delicadeza y probidad. Pero, se insiste en que el principio de
confianza no otorga derechos sobre los demás, simplemente obedece a una
regla de la experiencia que razonablemente rige la interacción humana,
motivo por el cual sólo el cumplimiento del individuo en lo que le obliga y es
su aporte al trabajo mancomunado, lo habilitara para confiar y no verse
afectado por la malicia o despreocupación de los demás partícipes".

Y posteriormente, sobre el mismo tema, en sentencia de 3 agosto de 2005


dictada dentro del Radicado 22901, siguiendo la misma línea de pensamiento,
señaló:

La determinación de la efectividad del principio de confianza en un ámbito de


interrelación está guiada por la apreciación racional de las pautas que la
experiencia brinda o de las concretas condiciones en que se desenvuelve una
actividad u organización determinada, porque son elementos que posibilitan
señalar si una persona, al satisfacer las reglas de comportamiento que de ella
se esperan, está habilitada para confiar en que el dolo o la culpa de los demás
que interactúan en el tráfico jurídico no la van a afectar.

El Fiscal acusado en desarrollo de las funciones que le fueron adicionadas, no


estaba en condiciones de asumir un comportamiento diferente al que observó
y obligatoriamente debía confiar en los empleados que laboraban en la
Fiscalía 31 Local de Socha, específicamente en quien desde hacía varios años
estaba encargada del manejo de los títulos judiciales, respecto de quien no
tenía noticia de actividades irregulares en el desempeño de sus funciones,
trasuntando que eran ejecutadas con absoluta responsabilidad y honestidad.

PONENTE(S) : JULIO E. SOCHA SALAMANCA

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 30/11/2006
DECISION : Revoca Integralmente fallo impugnado y
absuelve
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 21168
PUBLICADA : No

30/11/2006

CASACION DISCRECIONAL-Desarrollo de la jurisprudencia: Imputación


objetiva

Tampoco la Sala de Casación Penal ha sido ajena al estudio de los institutos


que como el riesgo permitido, el principio de confianza y la prohibición de
regreso, vinculados en los últimos tiempos a las denominadas teorías de la
imputación objetiva, pretende el censor su desarrollo jurisprudencial. Así lo
recordó la Sala cuando recientemente dijo que:

a) En relación con el principio de confianza se pronunció mediante sentencias


de única instancia del 21 de marzo del 2002, Rad. 14.124; y del 17 de
septiembre del 2003, Rad. 17.765.
b) El mismo principio y el riesgo permitido fueron objeto de estudio en el fallo
de casación del 20 de mayo del 2003, Rad.16.636.
c) Y, respecto de la prohibición de regreso y de la superación del riesgo
permitido fue explícita la sentencia de casación del 4 de abril del 2003, Rad.
12.742.

Sobre dichos temas, extensamente se disertó en la sentencia de casación del


11 de mayo de 2005, Rad. 22.511, y hace poco en la de abril 20 de 2006,
Rad. 22.941, precisamente la que el censor cita en su libelo en los apartes
pertinentes que estima son de su interés.

En el pronunciamiento de segunda instancia del pasado 27 de julio, Rdo.


25.536, la Sala hizo aún más explícito su pensamiento en relación con la
materia, pues amén de que fijó el concepto de la posición de garante, realizó
un examen pormenorizado de las preceptivas contenidas en el Art. 25 de la
Ley 599 de 2000 y, tras el rastreo legislativo pertinente, tanto en el derecho
interno como en el derecho comparado, arribó a la siguiente conclusión:

"(…) La muestra atendida permite inferir que por lo menos en muchísimas


legislaciones -si no en todas- se ha plasmado una disposición que en materia
de delitos de comisión por omisión pune a quien teniendo el deber jurídico de
impedir un resultado evitable se abstiene hacerlo. Y nótese en esa muestra
que ninguna de las normatividades restringe la comisión por omisión a ciertos
y expresamente determinados bienes jurídicos.
"En la materia, entonces, coinciden la primera parte del artículo 25 del Código
Penal Colombiano y las regulaciones similares de otros países, en cuanto las
conductas conocidas como de omisión impropia que emanan del
incumplimiento de las obligaciones impuestas al hombre por la Constitución
y/o por la ley no se circunscriben exclusivamente a unos pocos delitos.

"Como se ve, la letra de la ley, la estructuración de la normatividad pertinente,


la historia reciente del articulado, y el derecho comparado, permiten afirmar
lo dicho al comienzo de este sector de esta sentencia: el artículo 25 del Código
Penal está conformado por dos grandes partes: la primera, que comprime la
posición de garante al deber impuesto por la Constitución y la ley o, más
exactamente, por el derecho, en relación con todo bien jurídico; y la segunda,
que extiende la posición de garante a los fenómenos conocidos como el ámbito
de dominio, la comunidad estrecha, la actividad plural arriesgada y la
injerencia, casos estos solamente admisibles frente a los bienes jurídicos vida
e integridad persona, libertad individual y libertad y formación sexuales.

"Y si el derecho impone a una persona una obligación, y ésta se sustrae a la


misma con intención y querer o por omisión del deber de cuidado en el caso
concreto, con lo cual produce una ofensa al ordenamiento jurídico, viola la
posición de garante pues infringe sus deberes (...)"

Por modo que, hecha pública la concepción jurisprudencial de la Sala acerca


de que la posición de garante en los delitos de comisión por omisión no se
circunscribe exclusivamente a las conductas punibles enlistadas en el
Parágrafo del Art. 25 del C. Penal, bien puede afirmarse que las nociones de
las que se nutre la teoría de la imputación objetiva son aplicables "en relación
con todo bien jurídico", como así lo hizo evidente la Corte al interpretar la
previsión normativa contenida en el inciso 1° del precepto en mención.

PONENTE(S) : DR.SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

Casación Discrecional
FECHA : 30/11/2006
DECISION : Inadmite la demanda
PROCEDENCIA : Juzgado 2 Penal del Circuito
CIUDAD : Itagui/Antioquia
PROCESADO : ARBELAEZ LEON, JUAN CARLOS

DELITOS : Abuso de confianza


PROCESO : 26012
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo semestre de 2006
03/10/2007

PROHIBICION DE REGRESO-Inaplicabilidad/ IMPUTACION OBJETIVA-


Prohibición de regreso: Inaplicabilidad

1. El problema dogmático planteado por el señor defensor se reduce a


establecer si la participación imprudente de un individuo en un hecho doloso
cometido por otros puede generar responsabilidad penal, a título de culpa, en
el primero.

De acuerdo con la tradicional teoría de la prohibición de regreso, la respuesta


a este interrogante era a todas luces negativa, pues con base en los
postulados propios del causalismo, o más bien como un fundamento corrector
del mismo, se aplicaba el criterio unánime e incondicional para cualquier caso
de que toda intervención imprudente en una realización dolosa resultaba
impune.

Esta postura, sin embargo, fue corrigiéndose e incluso ampliándose de


manera paulatina en la medida en que la estructura del delito iba
abandonando las hoy consideradas obsoletas concepciones causalistas y
cientificistas del siglo XIX a cambio de lo que, en la actualidad, forma parte de
la llamada teoría de la imputación objetiva y en particular de las nociones de
riesgo permitido y principio de confianza.

La anterior evolución representó para el caso que nos ocupa que el criterio de
la prohibición de regreso se relativizara para el partícipe imprudente en la
medida en que el resultado típico le pudiera ser o no atribuido de acuerdo con
las reglas generales de la imputación objetiva, para lo cual se elaboraron
incluso varias posiciones personales. Así, por ejemplo, Hans-Heinrich
Jescheck opinaba que "[s]i la lesión al deber de cuidado ya contiene en sí el
peligro de la producción del resultado típico, entonces, la utilización de la
situación favorable para un hecho doloso queda en el marco del riesgo
jurídicamente desaprobado".(1)

Günther Jakobs, a su vez, ha llegado a la conclusión de que "el reparto de


trabajo en Derecho penal no presupone la concurrencia de dolo, sino
meramente el reparto de trabajo que es necesario llevar a cabo hasta llegar a
la realización del tipo"(2) . Y añade:

Conforme a estas reglas, también existe participación imprudente en un


hecho doloso que, como acabo de exponer, siempre se denomina autoría
imprudente. Por ejemplo, si el poseedor de un arma de fuego la guarda de
manera descuidada y otro la usa para cometer un delito, responde por
comisión imprudente del delito, tratándose desde el punto de vista material de
una participación imprudente en el delito. Por lo tanto, no es correcta la
antigua afirmación de que quien actúa imprudentemente detrás de un autor
doloso siempre queda libre de responsabilidad en virtud de una prohibición de
regreso(3)
.
Claus Roxin, por su parte, antepone a la prohibición de regreso el criterio del
"fomento o favorecimiento de la perceptible inclinación al hecho delictivo"(4) ,
según el cual tanto el principio de confianza como cualquier riesgo permitido
quedarían desvirtuados, y por lo tanto no habría razón alguna para excluir
una imputación por una conducta punible imprudente, "cuando un sujeto
que actúa sin dolo ha creado el peligro intolerable de un delito doloso"(5) .

La Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia no ha sido en modo alguno


ajena al tema de los criterios reguladores de la imputación objetiva y, en
particular, ha señalado sobre la actual concepción de la prohibición de
regreso lo siguiente:

La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus inicios para


corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones en materia de
causalidad material-, afirma que cuando una persona realiza una conducta
dolosa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia
o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto si tiene
posición de garante, excede los límites del riesgo permitido y conoce la
posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por parte de la otra
(subraya la Corte) (6).

En este orden de ideas, salta a la vista que la impunidad que proponía la vieja
teoría de la prohibición de regreso para las participaciones imprudentes en los
hechos dolosos no es ni puede ser sostenida hoy en día de manera absoluta
por la doctrina ni por la jurisprudencia, pues, como se acabó de contemplar,
depende más que todo de valoraciones relativas a la posibilidad de que se
pueda atribuir el hecho a su autor, como la posición de garante, el principio
de confianza y el riesgo permitido, entre otros criterios de imputación objetiva.

En el asunto que concita el interés de la Sala, la actuación imprudente por


parte de la doctora (...) (que por cierto no fue cuestionada de ninguna manera
por parte del recurrente) se encuentra probada, entre otras circunstancias,
por las siguientes:

a) La Fiscal Seccional 22 de Chiriguaná no aceptó la propuesta del teniente


del Ejército Nacional Carlos Fernando Arias Cendales de escoltar y
transportar la mercancía incautada a la sede de la DIAN en Valledupar.

En efecto, la oferta que le hizo el oficial del Ejército a la procesada está


demostrada no sólo por las manifestaciones que bajo la gravedad del
juramento hizo el primero en ese sentido ("le ofrecimos garantizar la
seguridad, del movimiento de dicha mercancía, hasta Valledupar, para
colocarlo a disposición de la DIAN, la doctora dijo que no, que los dueños de
la mercancía ya habían contratado una bodega para el almacenamiento de
ésta y nos hizo desplazarla hasta esa bodega en Chiriguaná(7)" ), sino además
por la constancia que expresamente consignó el militar en el escrito de fecha
28 de febrero de 2000 mediante el cual dejó a disposición de la Fiscalía los
bienes incautados ("2) Se ofreció escoltar la mercancía para ponerla a
disposición de la DIAN en Valledupar como sugerencia, la cual no tuvo
aceptación por parte de la Fiscal 22 Seccional [de] Chiriguaná"(8) ), e incluso
por los testimonios de oídas del procurador Atilio Araújo Murgas ("me
manifestó el oficial militar que le explicaban que recibiera la mercancía y, una
vez relacionada, que ellos le hacían el favor y se la trasladaban a Valledupar,
petición y disponibilidad por parte de los militares que no fue acatada por la
Fiscalía"(9) ) y de la funcionaria de la DIAN Valledupar Martha Calderón
Peñaranda ("el comandante me contó que le había dicho a la Fiscal que le
entregara la mercancía, que le devolviera la mercancía, porque la iba a llevar a
Valledupar y según el mismo comandante la Fiscal se negó a entregársela
porque ya la había recibido"(10) ).

Ante la contundencia de las referidas pruebas, no sobra agregar que para


nada resulta atendible el relato de la procesada (..), en el sentido de que ni la
conversación con el teniente Arias Cendales ni la propuesta de trasladar la
mercancía incautada a la DIAN Valledupar alguna vez existieron, máxime
cuando el único e insuficiente argumento que esgrimió para desestimar las
afirmaciones del militar consistió en señalar que en su relato él la describió en
forma inusitadamente detallada, pues incluso se refirió a las cicatrices que
tiene en las piernas, las cuales ella siempre se ha cuidado de ocultarlas(11) .

b)La Fiscal 22 Seccional aceptó la oferta que le hizo el abogado defensor Fidel
Antonio Rocha Díaz de depositar la mercancía incautada por el Ejército en un
inmueble abandonado de propiedad de su hermana.

En efecto, el hecho de que la casa situada en la carrera 4ª con calle 8B de


Chiriguaná pertenece a una persona allegada al abogado de los detenidos
Fidel Antonio Rocha Díaz se halla probado por las declaraciones de (...) ("[e]sa
casa creo que era de una hermana del doctor Fidel Rocha" (12)) y Pedro
Hernán Pérez Cogollo ("[e]sa casa era de Yolanda Rocha"(13) ), e incluso por la
admisión de la referida circunstancia por parte de la doctora (..) en diligencia
de ampliación de indagatoria ("Preguntado. ¿Por qué razón se guardó la
mercancía incautada en casa perteneciente a una hermana del doctor Fidel
Rocha Díaz si éste era sujeto procesal? Contestó. En Chiriguaná es muy
difícil, y en esos momentos más, de conseguir una casa o una bodega que no
había para guardar esa mercancía y en esos momentos hicieron el
ofrecimiento de esa casa que estaba desocupada, que creo que era la
única"(14) ).
c) Al momento de realizar la inspección de fecha 29 de febrero de 2000 sobre
los bienes incautados(15) , la funcionaria instructora dejó constancia en el
sentido de que el inmueble de la calle 4ª con calle 8B esquina no sólo
correspondía a "una casa que se encuentra desocupada y en reparación(16)"
sino que además presentaba "muy poca seguridad a la mercancía"(17) .

d) Por último, la única medida de seguridad que la doctora (..) solicitó para la
protección de la mercancía incautada fue la que aparece en la resolución de
fecha 29 de febrero de 2000, mediante la cual solicitó a la policía de
Chiriguaná que prestara vigilancia sobre el inmueble .(18)

Del cumplimiento de dicha solicitud, el vigilante Martín Muñoz Cuadro señaló


que lo único que hacía la policía era patrullar al frente de dicho inmueble, sin
detenerse, en horas de la noche ("[l]a policía no envió agentes para cuidar esa
casa, la policía sí pasaba por allí, en horas de la noche, medio proparaban
[sic] la patrulla y seguían, nunca preguntaron por nada, tampoco llegaron a
descender de la patrulla"(19) ). Por su parte, el vecino del sector Pedro Hernán
Pérez Cogollo, que ayudó con la vigilancia de la vivienda, indicó que jamás vio
a patrulleros de la policía vigilando el inmueble ("[n]unca vi presencia de la
Policía Nacional cuidando esa casa"(20) ).

Ahora bien, a pesar de que en la conducta culposa que se le achaca a la


doctora (...) medió para la pérdida o sustracción de los bienes que tenía bajo
su custodia material la intervención dolosa de terceros (para quienes resulta
predicable la realización conjunta del delito de hurto calificado y agravado), la
Sala no reconocerá prohibición de regreso alguna en este caso, en la medida
en que el resultado típico le resulta a todas luces imputable a la procesada
desde un punto de vista objetivo. Veamos:

a) La funcionaria instructora era garante de los bienes que le habían sido


puestos a disposición por parte del Ejército Nacional.

Dicha posición de garante se encuentra fundamentada en el deber


institucional contemplado en el numeral 4 del artículo 33 del decreto 261 de
22 de febrero de 2000 (vigente para la época en que se presentaron los
hechos(21) ), que establece que las unidades de fiscalías adscritas a las
direcciones seccionales tienen la obligación de realizar, por intermedio de los
Fiscales que las conforman, las "actuaciones inherentes a la investigación de
los hechos punibles, de conformidad con la ley". Lo anterior, en armonía con
la función prevista en el artículo 64 del Código de Procedimiento Penal, que
trata sobre el deber de devolver los objetos que no se requieran para la
investigación o que no hagan parte del objeto material de la conducta punible.

b) La doctora (...), con su actuar imprudente, excedió con creces los límites del
riesgo permitido.
Por un lado, al rechazar la oferta del Ejército Nacional de trasladar de manera
inmediata los bienes a la sede de la DIAN Valledupar y al aceptar en su lugar
la propuesta del defensor de los detenidos de depositarlos en la casa
abandonada e insegura de su hermana, no sólo obró de manera irrazonable,
sino que también se alejó del estricto acatamiento a los principios rectores del
procedimiento penal (que le exigían actuar con imparcialidad, transparencia y
celeridad en el ejercicio de sus funciones), pues una cosa es confiar en la
buena fe y lealtad de quienes intervienen en el proceso y otra cosa muy
distinta es dejar en manos de la defensa el objeto material de un delito de
contrabando en un inmueble abandonado y en reparación que ella misma
reconoció que no podía brindar la más mínima protección.

La procesada se apartó asimismo de los postulados propios de la función


pública, pues, aun en el caso de que la oferta del defensor fuese igual de
razonable en términos de seguridad a la que le planteó el Ejército Nacional,
tenía que preferir ésta por encima de aquélla, como quiera que el inciso 2º del
artículo 113 de la Carta Política dispone que los diferentes órganos estatales
deben colaborar armónica-mente para la realización de sus fines.

Por otro lado, a la doctora (...), una vez tuvo conocimiento de las precarias
condiciones de seguridad de la vivienda localizada en la carrera 4ª con calle
8B, pero sobre todo después de haber constatado que por lo menos hubo una
tentativa de sustraer la mercancía incautada, le era jurídicamente exigible
adelantar todas las medidas que fuesen necesarias en aras de garantizar de
manera efectiva la protección de los bienes puestos a su cuidado, pero, como
se reseñó en precedencia, lo único que hizo al respecto fue oficiar por una sola
vez a la comandancia de policía de Chiriguaná cuando ordenó la apertura de
la instrucción.

c)La procesada no sólo creó un riesgo jurídicamente desaprobado con relación


a la protección de la mercancía que tenía a su cargo, sino que dicho peligro se
realizó en el resultado consistente en la pérdida o sustracción de la misma.

En efecto, todas y cada una de las actuaciones imprudentes realizadas por la


doctora (...) en la custodia material de la mercancía incautada condujeron de
manera casi que necesaria a la realización del delito doloso. Hubo, entonces,
lo que Roxin define como un fomento a la perceptible inclinación del hecho
delictivo o lo que Jakobs trata como un reparto de trabajo en el que, para la
situación particular de la procesada, no concurrió el elemento subjetivo del
dolo.

En síntesis, el resultado típico le es imputable a la autora imprudente en este


asunto porque ella, que estaba obligada a evitarlo, creó riesgos no permitidos
que sin lugar a dudas propiciaron su consecución.
No es cierto, entonces, tal como lo adujo el recurrente, que la opinión
dominante en la doctrina penal contemporánea rechaza siempre y frente a
todas las situaciones la punición de una participación imprudente en un
delito doloso, ni tampoco ha sido Günther Jakobs el único en presentar una
propuesta en ese sentido, ni mucho menos tal postura obedece a un
funcionalismo radical que ha sido pensado única y exclusivamente para una
sociedad como la alemana, pues, como se acabó de exponer en precedencia,
autores de la talla de Roxin y Jescheck, que creen en un Derecho Penal
fundado en el respeto a la dignidad de la persona y orientado hacia la
protección subsidiaria de bienes jurídicos, han contemplado desde el punto de
vista dogmático tal necesidad cuando la producción del peligro por parte del
autor imprudente resulta intolerable. Y, en todo caso, la jurisprudencia de
esta Sala en sede de casación ya ha planteado el criterio de que se debe
rechazar la aplicación de la prohibición de regreso cuando se trata de
garantes que exceden los límites del riesgo permitido y conocen la posibilidad
de comisión del delito doloso, que es lo que ha ocurrido con la doctora (...)
respecto de los bienes que fueron puestos bajo su cuidado.
_________________________
(1)Citado por Roxin, Claus, "Observaciones sobre la prohibición de regreso",
en Naucke, Wolfang, y otros, La prohibición de regreso en derecho penal,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 1988, pág. 169.
(2)Jakobs, Günther, La imputación objetiva en derecho penal, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 1998, pág. 94.
(3)Ibídem, pág. 96-97.
(4) Roxin, Claus, Derecho penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La
estructura de la teoría del delito, Civitas, Madrid, 1997, § 24, 27 y ss.
(5)Ibídem, § 24, 27
(6)Sentencia de casación de 4 de abril de 2003, radicación 12742
(7)Folio 640 ó 648 del cuaderno original III de la actuación principal
(8)Folio 308 del cuaderno original I de los anexos
(9)Folio 265 del cuaderno original I de la actuación principal
(10)Folio 18 del cuaderno original IV de la actuación principal
(11)Folios 47-48 del cuaderno original IV de la actuación principal, en relación
con la descripción presente en el testimonio obrante a folios 18-19 ibídem.
(12) Folio 563 ó 581 del cuaderno original III de la actuación principal
(13)Folio 565 ó 583 del cuaderno original III de la actuación principal
(14)Folio 297 del cuaderno original II de la actuación principal. Es de anotar
que dicho cuaderno comienza con un folio anotado con el número 287.
(15)Folios 15-16 del cuaderno original I de la actuación de anexos
(16)Folio 16 ibídem
(17)Ibídem
(18)Folio 8 ibídem
(19)Folio 563 ó 581 del cuaderno original III de la actuación principal
(20)Folio 565 ó 583 ibídem
(21)El decreto ley 261 de 2000 fue derogado por la ley 938 de 30 de diciembre
de 2004, que comenzó a regir a partir de la fecha de su publicación y que a su
vez fue modificado parcialmente por la ley 1024 de 2006

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 03/10/2007
DECISION : Confirma sentencia condenatoria
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 28326
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo Semestre del 2007

17/10/2007

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción/ PRINCIPIO DE CONFIANZA-Entidades de


control y vigilancia del sistema financiero /IMPUTACION OBJETIVA

1. El primer punto que debe ser objeto de precisión en relación con los
criterios de imputación objetiva a manera de límite es el que tiene que ver con
el principio de confianza, toda vez que en criterio del censor, para desechar la
imputación jurídica del resultado invoca a favor de sus defendidos tal
principio con miras a denotar que ante el incumplimiento por parte de las
entidades que debían ejercer vigilancia y control sobre la cooperativa "…", no
se les podía exigir a aquéllos la carga de verificar la idoneidad financiera y de
respaldo de la corporación previamente al depósito de los dineros públicos.

Establecido básicamente en materia de tráfico vehicular, el principio de


confianza indica que quien participa en una actividad riesgosa o compleja en
cuanto actúa diligente y cuidadosamente tiene derecho a confiar que los
demás partícipes hagan lo propio y no verse por ello afectado por el descuido o
despreocupación de los demás.

Acerca de tal principio, la doctrina extranjera se ha precisado que: "Se trata


de un instituto o criterio de imputación que sirve para determinar los deberes
de cuidado que tienen que ver con terceras personas operando como límite
objetivo o normativo de la responsabilidad por imprudencia. El principio de
confianza tiene como consecuencia práctica que el que se comporta
adecuadamente no tenga que contar con que su conducta puede producir un
resultado típico debido al comportamiento antijurídico de otro, aunque desde
un punto de vista psicológico fuera previsible dada la habitualidad de ese tipo
de conductas".

Y si bien tal principio ha tenido una mayor aplicación en el ámbito del tráfico
vehicular, nada impide que tal postulado pueda ser predicado en otras
actividades peligrosas, como por ejemplo la médica o la cooperación con
división de trabajo, pero siempre que se demarquen los participantes de la
misma actividad, esto es, que los cobije el mismo peligro creado con la
infracción.

Dentro de las varias teorías que se han ocupado de establecer el vínculo


causal se destaca la de la Imputación objetiva que parte de la premisa
relacionada con que demostrada la causalidad se puede imputar al sujeto la
lesión o puesta en peligro del bien jurídico cuando ha creado un riesgo
jurídicamente desaprobado que se concreta en la producción del resultado
típico.
No es que se sustituya la causalidad, es un elemento de ayuda al ubicar en
una categoría contingente al nexo causal, porque el resultado será imputable
objetivamente al sujeto si con su conducta ha creado o provocado el aumento
del riesgo ya existente y se ha concretado en el resultado.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 17/10/2007
DECISION : Casa parcialmente el fallo, modificando pena
accesoria
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 24557
PUBLICADA : Si

24/10/2007

IMPUTACION OBJETIVA

El demandante no sustentó en el caso concreto las razones por las cuales


podría presentarse algún fin propio de la casación discrecional, ni tampoco se
molestó por persuadir de manera expresa y ordenada a la Corte en este
sentido, e incluso fue contradictorio en la enunciación de los propósitos, pues
al principio del escrito afirmó que lo que buscaba era la unificación de la
jurisprudencia nacional y luego, al final del capítulo relativo al primer cargo
planteado, adujo que el fin perseguido era el de proteger la garantía del debido
proceso supuestamente conculcado por el Juzgado Tercero Penal del Circuito
de Bogotá.

Si lo que trataba de conseguir era lo primero, y si para ello expuso sus


argumentos de una manera tan desordenada como imprecisa dentro de la
sustentación de los respectivos cargos, el defensor en últimas no logró
demostrar la necesidad de un pronunciamiento en sede de casación para
efectos de unificar la jurisprudencia, sobre todo cuando la Sala ha analizado
de manera profusa, reiterada y pacífica los aspectos tanto dogmáticos como
probatorios que en forma abstracta propuso a lo largo del escrito, esto es, los
atinentes a la teoría de la imputación objetiva(1) , la certeza (2) y la
construcción de los indicios .(3)

Nótese además que si lo que quería con la exposición de tales temas era que la
Corte revisara las posiciones otrora asumidas y las modificara, el profesional
del derecho tenía la obligación de enfrentar los argumentos jurisprudenciales
con los suyos propios con el propósito de establecer, en forma convincente y
ligada al caso concreto, que las actuales condiciones sociales, económicas o
culturales exigen un cambio en las posturas o que las anterior-mente
defendidas siempre han ido en contravía de los valores, principios y derechos
en los que se fundamenta el ordenamiento jurídico.

Incluso el demandante incurrió en notorios errores conceptuales en el


desarrollo de los temas jurídicos propuestos. Por ejemplo, es incorrecto
sostener, como lo hizo el demandante, que en el procedimiento penal
colombiano se exige la "plena prueba para condenar", pues eso es propio de
un sistema probatorio en el que la ley tarifa o asigna un determinado valor a
los medios de conocimiento, al contrario de lo que sucede con el sistema de la
sana crítica o de la persuasión racional, bajo el cual se rige la ley 600 de
2000, en el que impera el principio de la libertad de los medios de prueba.

-----------------------------------------------------------------
(1) Cf., entre otras, sentencia de 20 de abril de 2006, radicación 22941
(2) Cf., entre otras, sentencia de 4 de septiembre de 2002, radicación 15884
(3) Cf., entre otras, sentencia de 12 de mayo de 2004, radicación 19733

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 24/10/2007
DECISION : Inadmite, casa oficiosa y parcialmente
reajustando penas
DELITOS : Lesiones personales
PROCESO : 23170
PUBLICADA : No
NOTAS ACLARATORIAS : DR.YESID RAMIREZ BASTIDAS - Aclaración
de voto

08/11/2007

IMPUTACION OBJETIVA-Elementos para su existencia/ IMPUTACION


OBJETIVA-Riesgo permitido/ IMPUTACION OBJETIVA-Riesgo no permitido:
Frente a los derechos reproductivos/ IMPUTACION OBJETIVA-Riesgo no
permitido: Responsabilidad médica/ PRINCIPIO DE CONFIANZA/

1. El artículo 37 del decreto ley 100 de 1980 definía al delito culposo o


imprudente como aquel hecho punible que es realizado por el agente con falta
de previsión del resultado previsible o con la confianza de poder evitarlo.

Tal concepción, que consideraba a la imprudencia como una forma de


culpabilidad fundada de manera exclusiva en criterios subjetivos como la
"previsibilidad" de Carrara (7) o los mecanismos generadores de la culpa en
forma de "negligencia" e "impericia" tratados por Reyes Echandía (8),
presentaba serios problemas para efectos de la construcción coherente de una
teoría del delito. Para poner un ejemplo, en palabras de Roxin, "si un joven
cita a su novia para encontrarse en un lugar, donde la misma casualmente
resulta muerta por el golpe de un meteorito, se trataría, según la doctrina
antigua, de un homicidio típico y antijurídico, que no se castigaba solamente
por falta de culpabilidad imprudente" (9).

De ahí que la jurisprudencia de la Sala fue desplazando los criterios de


realización del delito culposo hacia aspectos mera-mente objetivos, situados
en la categoría de la tipicidad, con la introducción y consolidación del
concepto, acuñado por Welzel (10), de la infracción al deber objetivo de
cuidado.

Gracias a esta evolución, lo esencial de la culpa no residía ya en actos de


voluntariedad del sujeto agente, como se consideraba en la concepción
clásica, sino en el desvalor objetivo de la acción por él realizada, siempre y
cuando estuviera acompañada del resultado típico, es decir, del desvalor del
resultado.

Con la entrada en vigencia de la ley 599 de 2000, el legislador acogió los


planteamientos de la Corte y, en su artículo 23, definió a la conducta culposa
como aquella que produce un resultado típico mediante la infracción a un
deber objetivo de cuidado en la que el sujeto debió haberlo previsto o,
habiéndolo previsto, confió en poder evitarlo.
2. En la doctrina penal contemporánea, la opinión dominante considera que la
realización del tipo objetivo en el delito imprudente (o, mejor dicho, la
infracción al deber de cuidado) se satisface con la teoría de la imputación
objetiva, según la cual un hecho causado por el agente le es jurídicamente
atribuible a él si con su comportamiento ha creado un peligro para el objeto
de la acción no abarcado por el riesgo permitido y dicho peligro se realiza en el
resultado concreto.

Lo anterior significa que, frente a una posible conducta culposa, el juez, en


primer lugar, debe valorar si la persona creó un riesgo jurídicamente
desaprobado desde una perspectiva ex ante, es decir, teniendo que
retrotraerse al momento de realización de la acción y examinando si conforme
a las condiciones de un observador inteligente situado en la posición del
autor, a lo que habrá de sumársele los conocimientos especiales de este
último, el hecho sería o no adecuado para producir el resultado típico .(11)

En segundo lugar, el funcionario tiene que valorar si ese peligro se realizó en


el resultado, teniendo en cuenta todas las circunstancias conocidas ex post.

3. En aras de establecer cuándo se concreta la creación de un riesgo no


permitido y cuándo no, la teoría de la imputación objetiva ha integrado varios
criterios limitantes o correctivos que llenan a esa expresión de contenido y
que de ninguna manera han sido ignoradas por la Sala (12). Veamos algunos
de ellos:

No provoca un riesgo jurídicamente desaprobado quien incurre en una


"conducta socialmente normal y generalmente no peligrosa"(13), que por lo
tanto no está prohibida por él ordena-miento jurídico, a pesar de que con la
misma haya ocasionado de manera causal un resultado típico o incluso haya
sido determinante para su realización.

Tampoco se concreta el riesgo no permitido cuando en el marco de una


cooperación con división del trabajo en el ejercicio de cualquier actividad
especializada o profesión el procesado observa los deberes que le eran
exigibles y es otra persona perteneciente al grupo la que no respeta las
normas o las reglas del arte (lex artis) pertinentes. Lo anterior, en virtud del
llamado principio de confianza, según el cual "el hombre normal espera que
los demás actúen de acuerdo con los mandatos legales, dentro de su
competencia" (14).

Igualmente, falta la creación del riesgo desaprobado cuando alguien sólo ha


participado con respecto a la conducta de otro en una acción a propio riesgo,
como la denomina Jakobs (15) , o una autopuesta en peligro dolosa, como la
llama Roxin(16) , para cuya procedencia la Sala ha señalado los siguientes
requisitos:
"Para que la acción a propio riesgo o autopuesta en peligro de la víctima
excluya o modifique la imputación al autor o partícipe es necesario que ella:

"Uno. En el caso concreto, tenga el poder de decidir si asume el riesgo y el


resultado.

"Dos. Que sea autorresponsable, es decir, que conozca o tenga posibilidad de


conocer el peligro que afronta con su actuar. Con otras palabras, que la
acompañe capacidad para discernir sobre el alcance del riesgo.

"Tres. Que el actor no tenga posición de garante respecto de ella [destaca la


Sala] (17)”.

En cambio, "por regla absolutamente general se habrá de reconocer como


creación de un peligro suficiente la infracción de normas jurídicas que
persiguen la evitación del resultado producido"(18).

Así mismo, se crea un riesgo jurídicamente desaprobado cuando concurre el


fenómeno de la elevación del riesgo, que se presenta "cuando una persona con
su comportamiento supera el arrisco admitido o tolerado jurídica y
socialmente, así como cuando, tras sobrepasar el límite de lo aceptado o
permitido, intensifica el peligro de causación de daño”.

En este orden de ideas, como bien lo sintetiza Roxin, "para constatar la


realización imprudente de un tipo no se precisa de criterios que se extiendan
más allá de la teoría de la imputación objetiva”.

4. la provocación del riesgo no permitido sí les resulta achacable en el


presente asunto a los médicos (...) y (...).

En primer lugar, la reglas del arte médico, que se encuentran consagradas en


nuestro ordenamiento jurídico en la ley 23 de 1981, establecen que "el médico
no expondrá a su paciente a riesgos injustificados" (artículo 15 de la señalada
ley) y que el primero tiene la obligación de informarle al segundo acerca de las
posibilidades de reacciones adversas que se puedan producir con ocasión del
tratamiento brindado (artículo 16 ibídem).

Lo anterior significa que el médico ostenta una posición de garante, que se


materializa en deberes de protección e información, respecto de las personas
que tenga a su cargo.

En segundo lugar, el deber de cuidado en este caso radicaba, de acuerdo con


la conclusión del Instituto Nacional de Medicina Legal que fue acogida por las
instancias, en que una persona con diagnóstico de placenta previa como Inés
Patricia Amaya Guiza debía considerarse en embarazo de alto riesgo y, por lo
tanto, tenía que ser atendida en un centro asistencial de tercer nivel (24), y no
en uno de segundo nivel como el Hospital El Tejar.

En este orden de ideas, cuando a raíz de su delicado estado de salud Inés


Patricia Amaya Guiza ingresó por primera vez al Hospital El Tejar el 10 de
julio de 1997 y fue atendida por (...), tal como se observa en la historia clínica
correspondiente(25) , éste, al adquirir la condición de médico tratante de
aquélla, no sólo se convirtió en garante de la vida de la paciente y del hijo que
estaba por nacer, sino que además tenía la obligación de prescribir, desde ese
instante, su traslado a un centro de salud que tuviera la capacidad de
manejar el embarazo de alto riesgo que él reconoció que presentaba, ya que
ese mismo día anotó en la historia clínica que tenía "antecedente de placenta
previa por ecografía" (26).

Es decir, examinando la acción desde un punto de vista ex ante, la Sala


observa que una persona inteligente situada en la posición del procesado, con
los conocimientos y títulos que ostentaba como profesional de la medicina
(27), tenía que saber que un embarazo con placenta previa como el que
presentaba Inés Patricia Amaya Guiza era de alto riesgo y debía ser tratado en
una institución hospitalaria de superior nivel. Por lo tanto, lo que hizo fue
crear un riesgo no permitido al dejar que la paciente permaneciera bajo
observación en el Hospital El Tejar hasta el 12 de julio siguiente y al no
informarle del peligro que ello representaba.

Por su parte, el doctor (...) de acuerdo con una valoración ex ante y teniendo
en cuenta sus conocimientos especiales en la rama de la medicina(28) , elevó
el riesgo creado al autorizar el 17 de julio de 1997 el reingreso de la paciente
con los antecedentes de placenta previa que padecía y al examinarla ese
mismo día, tal como se aprecia en la historia clínica(29) , con lo cual adquirió
para esa específica ocasión la condición de médico tratante y, por lo tanto, de
garante tanto de la hoy fallecida como del nasciturus, más allá de su calidad
de director general de la institución hospitalaria.

En otras palabras, desde cuando observó los antecedentes clínicos que


presentaba Inés Patricia Amaya Guiza, el doctor (...) adquirió el deber de
realizar las gestiones necesarias para obtener el traslado de la paciente a una
institución hospitalaria de nivel tres, o bien de informarle acerca de los
riesgos que se generaban para la vida y salud tanto de ella como del hijo que
estaba por nacer en el evento de que siguieran en el Hospital El Tejar, pero lo
que en cambio hizo fue disponer que ésta continuara bajo la atención y el
cuidado de los médicos de la institución que dirigía.

Tal riesgo se incrementó todavía más cuando (...) corroboró en diligencia de


indagatoria que el día en que examinó a Inés Patricia Amaya Guiza le realizó
un tacto vaginal (30), acción que, según el Instituto Nacional de Medicina
Legal, "no se aconseja practicar por el peligro de desencadenar una
hemorragia profusa e incontrolable que puede poner en peligro la vida
materna y fetal”.

Finalmente, el peligro de afectación al bien jurídico de la vida se intensificó


con el comportamiento del médico (...), quien según la historia clínica estuvo
atendiendo a la paciente los días 18, 19, 20 y 21 de julio de 1997 y sólo hasta
el último día ordenó con su puño y letra la "remisión a centro de más
complejidad"(31) .
8. no hay lugar a reconocer la aplicación de principio de confianza alguno,
toda vez que no se puede predicar en el caso concreto una cooperación con
división de trabajo en la que el director del hospital le delegara todas las
funciones relativas al cuidado de la paciente al doctor (...), pues, se reitera, el
doctor (...) recibió y examinó como médico tratante a (…) el 10 de julio de
1997, por lo que él también vulneró los deberes de cuidado e información
señalados en precedencia.

_____________________________________________________________________
7Carrara, Francesco, Programa de derecho criminal I, Temis, Bogotá, 1996, §
80.
8Cf. Reyes Echandía, Alfonso, Derecho penal. Parte general, Temis, Bogotá,
1987, pág. 218-222.
9Roxin, Claus, Derecho penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La
estructura de la teoría del delito, Civitas, Madrid, 1997, § 24, 3.
10Véase, entre otras, sentencias de 23 de noviembre de 1995, radicación
9476, y 16 de septiembre de 1997, radicación 12655
11Welzel, Hans, Derecho penal alemán. Parte general, Editorial Jurídica de
Chile, 1970, pág. 187 y ss.
12Cf. Molina Fernández, Fernando, Antijuridicidad penal y sistema de delito,
J. M. Bosch, Barcelona, 2001, pág. 378
13Véase, entre otras, sentencias de 4 de abril de 2003, radicación 12742; 20
de mayo de 2003, radicación 16636; y 20 de abril de 2006, radicación 22941.
14Roxin, Claus, Op. cit., § 24, 45
15Sentencia de 20 de mayo de 2003, radicación 16636
16Jakobs, Günther, Derecho penal. Parte general. Fundamentos y teoría de la
imputación, Marcial Pons, Madrid, 1997, pág. 293 y ss.
17Roxin, Claus, Op. cit., §
18Sentencia de 20 de mayo de 2003, radicación 16636
19Roxin, Claus, Op. cit., § 24, 17
20Sentencia de 7 de diciembre de 2005, radicación 24696
21Roxin, Claus, Op. cit., § 24, 13.
22Folios 6-7 del cuaderno original I de la actuación principal
23Folio 90 del cuaderno original II de la actuación principal
24Véase www.reproductiverights.com
25Programa de Acción de la CIPD, capítulo VII
26Ibídem
27Corte Constitucional, sentencia C-355 de 2006
28Folio 69 ibídem
29Folios 41-43 del cuaderno original I de la actuación principal
30Folio 43 ibídem
31Folios 1-51 del cuaderno original de anexos

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 08/11/2007
DECISION : Casa parcialmente reajustando penas, no casa
en otros aspectos
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 27388
PUBLICADA : Si
NOTAS ACLARATORIAS : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES -
Aclaración de voto
DRA.MARIA DEL ROSARIO GONZALEZ DE
LEMOS - Salvamento de Voto

05/12/2007

IMPUTACION OBJETIVA

La acusación, para efectos de su verificación y refutación durante la etapa del


juicio, debe contener una clara e inequívoca delimitación tanto de los hechos
jurídicamente relevantes del caso (imputación fáctica) como de los cargos que
en razón de tales acontecimientos se formulan (imputación jurídica) en aras
de respetar la estricta legalidad y jurisdiccionalidad del sistema. Y, así mismo,
la acusación desde el punto de vista probatorio tiene que "ser completa, es
decir, integrada por la información de todos los indicios que la justifican, de
forma que el imputado tenga la posibilidad de refutarlos y nada le sea
"escondido de cuanto se prepare para su daño o de cuanto se hace, o se hará,
para reforzar el concepto de su culpabilidad y destruir la presunción de
inocencia, que siempre le asiste""(19).

* El anterior criterio garantista no ha sido en modo alguno ajeno a la


jurisprudencia de la Sala, que no sólo ha indicado en relación con la
providencia que califica el mérito del sumario que ésta "constituye, de un
lado, base esencial del debido proceso, en cuanto se erige en el marco
conceptual, fáctico y jurídico de la pretensión punitiva del estado y, de otro,
garantía del derecho a la defensa del procesado, en cuanto que a partir de ella
puede desplegar los mecanismos de oposición que considere pertinentes y
porque, además, sabe de antemano que, en el peor de los casos, no sufrirá
una condena por aspectos que no hayan sido contemplados allí"(20), sino que
también ha precisado que, para efectos de su motivación, la providencia
acusatoria "debe contener la narración de los hechos investigados y la
indicación de las circunstancias que las especifican (imputación fáctica); el
señalamiento y evaluación de las pruebas allegadas al proceso (análisis
probatorio); la calificación típica de la conducta objeto de investigación
(imputación jurídica) y la respuesta a las alegaciones de las partes"(21).

* Es posible que lo anterior no esté en perfecta armonía con los requisitos


sustanciales que de conformidad con el artículo 397 de la ley 600 de 2000
debe contener la resolución de acusación, pues dicha norma se refiere, por un
lado, a la verificación de la ocurrencia del hecho y, por otro, a la existencia de
medios de prueba que comprometan la responsabilidad del sindicado.

Tal distinción entre lo que los operadores jurídicos suelen denominar


"materialidad de la conducta" y "responsabilidad del procesado" (que por
cierto se sigue empleando para conformar la estructura formal de las
providencias no sólo en las calificaciones del sumario sino también en algunas
sentencias de los funcionarios de instancia) es en realidad un remanente del
sistema inquisitivo puro, en el que una primera parte del procedimiento tenía
como fin determinar si se había cometido un hecho delictivo (constat de
corpore delicti o, simplemente, corpus delicti) y una segunda parte estaba
dirigida a establecer si la persona contra la que se dirigía el proceso había
cometido el delito previamente acreditado (certitudo auctoris delicti)(22).

Sin embargo, más allá de los problemas que en materia de dogmática y


argumentación jurídica representa mantener una división de tal índole, lo
cierto es que desde el punto de vista de la debida motivación de las
providencias judiciales en un sistema que sea respetuoso de las garantías
mínimas del procesado, la resolución de acusación, en armonía con lo
expuesto en precedencia, e independientemente de los requisitos formales y
materiales que exige la ley, tiene que estar integrada de al menos (i) una
imputación fáctica, (ii) una imputación jurídica y (iii) la valoración de las
pruebas empleadas para la formulación de dicha imputación.

___________________________

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 05/12/2007
DECISION : Casa pacial y oficiosamente , declara una
prescrip., redosifica pena
DELITOS : Lesiones personales culposas, Homicidio
culposo
PROCESO : 26513
PUBLICADA : Si

10/12/2007

CAUSALIDAD/ PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. Pretender excluir el nexo causal establecido por la teoría del delito, tal y
como lo advierte la Delegada, en las dos codificaciones aludidas, es concebir
la causalidad como un simple formalismo hincado en reflexiones
personalísimas que desdibujan el sistema de derecho penal imperante, para
volverlo cruel e inhumano al poderse imponer penas sin culpabilidad; lo cual
es inadmisible y promueve la responsabilidad objetiva, erradicada de las
legislaciones. (Artículo 12 Ley 599 de 2000 y 5 de la Ley 100 de 1980)

2. No se puede aislar, lo viene afirmando la Sala(1), la violación al deber


objetivo de cuidado, con apreciaciones por fuera del contexto fáctico; es deber
enjuiciar la acción humana en el mismo ámbito en el que se desarrollaron los
acontecimientos y en el que se desplegó la actividad del agente, con
fundamento en el principio de confianza, entendiéndolo como aquel ejercicio
riesgos en la que se encuentran las personas, quines tienen el deber objetivo
de cuidado, de actuar con precaución: esa es la regla, el confiar los unos en
los otros, de que todos harán lo suyo para evitar resultados que atenten
contra los bienes protegidos por el legislador.

____________________
(1) Corte Suprema de Justicia: radicación 12.655 del 16 de septiembre de
1997.
(2) Corte Suprema de Justicia: radicación 2475 de junio 8 de 1995.

PONENTE(S) : JAVIER DE JESUS ZAPATA ORTIZ

Casación Discrecional
FECHA : 10/12/2007
DECISION : Casa oficiosa y parcialmente reajustando pena
DELITOS : Lesiones personales culposas agravada
PROCESO : 25227
PUBLICADA : Si

03/04/2008
IMPUTACION OBJETIVA / PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción: Normas
jurídicas que regulan el tráfico de automotores

1. Se hace necesario recordar lo que la jurisprudencia de la Sala ha venido


sosteniendo acerca del deber objetivo de cuidado y la imputación jurídica del
resultado al agente, aspecto en torno del cual la Sala pacíficamente ha
precisado (2):

"*. Como es evidente, la simple relación de causalidad material no es


suficiente para concluir en la responsabilidad penal de un procesado. A ello es
menester agregar otras razones, entre ellas, las que demuestran que la
consecuencia lesiva es "obra suya", o sea, que depende de su comportamiento
como ser humano. O, como se dice en el nuevo Código Penal, que plasma
expresamente aquello que desde mucho tiempo atrás se viene exigiendo, "La
causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado"
(artículo 9o.)".

"*. En casos como el analizado, la imputación jurídica -u objetiva- existe si


con su comportamiento el autor despliega una actividad riesgosa; va más allá
del riesgo jurídicamente permitido o aprobado, con lo cual entra al terreno de
lo jurídicamente desaprobado; y produce un resultado lesivo, siempre que
exista vínculo causal entre los tres factores. Dicho de otra forma, a la
asunción de la actividad peligrosa debe seguir la superación del riesgo
legalmente admitido y a éste, en perfecta ilación, el suceso fatal".

"Dentro del mismo marco, la imputación jurídica no existe, o desaparece, si


aún en desarrollo de una labor peligrosa, el autor no trasciende el riesgo
jurídicamente admitido, o no produce el resultado ofensivo, por ejemplo
porque el evento es imputable exclusivamente a la conducta de la víctima...".

"(...)

"En ese margen, los criterios de imputación objetiva parten de dos supuestos
básicos: el de riesgo permitido y el principio de confianza, que determinan el
estado de interacción normal de las relaciones sociales y de los riesgos que en
ellas se generan. De manera que, sólo cuando la víctima asume
conjuntamente con otro una actividad generadora de riesgos (lo cual acá no
ocurre), puede eventualmente imputársele el resultado a la víctima, siempre
que esta tenga conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el
autor quien recorre la conducta descrita en el tipo penal (quien crea el riesgo),
el resultado debe serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra
dentro del principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las
relaciones sociales el vendedor realizará el comportamiento en el ámbito de
competencia que le impone la organización".
"Si se quisiera ir más allá, podría también decirse que "actualmente el juicio
de imputación se fundamenta en la delimitación de ámbitos de competencia:
solo se responde por las conductas o resultados que debo desarrollar o evitar
en virtud de los deberes que surgen de mi ámbito de responsabilidad y que se
desprenden de los alcances de la posición de garante. Lo demás -salvo los
deberes generales de solidaridad que sirven de sustento a la omisión de
socorro- no le concierne al sujeto, no es de su incumbencia...".

2. Acerca del principio de confianza la doctrina destaca que las normas


jurídicas que regulan el tráfico se constituyen en indicios de la existencia de
creación de un riesgo no permitido o de incremento indebido del mismo, de
modo que quien se comporta debidamente en la circulación puede confiar que
otros también lo hagan, bajo la condición de que no existan motivos para
suponer lo contrario. "Por tanto quien, p.ej., tiene prioridad de paso en los
cruces no precisa reducir su velocidad en atención a posibles infracciones de
tráfico de otros conductores, sino que por regla general puede partir de la
base de que se respetará su preferencia de paso. Si ello no sucede y se
produce una colisión, únicamente existe imprudencia en quien desatendió la
preferencia de paso"(3).

Sin que sea admisible la invalidez de la aplicación del aludido principio a


quien al mismo tiempo se comporta antijurídicamente, pues ello sería
desatinado en aquellos casos en los cuales la no observancia de la norma
reguladora del tráfico rodado no repercute en el suceso. Así, "quien conduce
un coche en un estado de incapacidad para conducir a consecuencia del
consumo de alcohol, a pesar de ello debe quedar exento de responsabilidad
penal invocando el principio de confianza cuando otro no respeta su prioridad
de paso y el accidente tampoco habría sido evitable para el conductor sobrio.
El "castigo" del conductor alcoholizado con la pérdida del derecho a la
protección de la confianza supondría la sanción inadmisible de un vesari in re
illicita. En cambio, quien ha puesto en peligro con su conducta incorrecta a
otros intevinientes en la circulación y ha contribuido de este modo a un
accidente no puede en efecto invocar el principio de confianza; pero ello se
deriva sin más de que en una situación tan anómala en la circulación no se
puede confiar desde un principio en que otros realicen una conducta
evitadora de accidentes"(4).

En el caso bajo examen, como lo anotaron los juzgadores de instancia, refulge


con claridad que el procesado no realizó el "pare" al cual estaba obligado antes
de cruzar por la calle 11 la carrera 5ª, máxime cuando la visibilidad, según
dijo en la indagatoria, se reducía por la interposición de la construcción de la
Casa de la Moneda, simplemente disminuyó la velocidad (5) traspasando la
frontera del riesgo autorizado legalmente, chocando finalmente al camión de
la policía que circulaba por la carrera 5ª, como se establece en el punto de
impacto.
En consecuencia, el hecho de que los sentenciadores de primero y segundo
grado no hayan confeccionado la sentencia de la forma como reclama el
defensor, no quiere decir que la misma no esté adecuadamente motivada y
que tal hecho, como se alude en el libelo, impida el ejercicio del derecho de
defensa, pues, como lo refiere el Procurador Delegado en su concepto, no se la
puede convertir en un tratado, en cuanto sólo constituye un espacio en el cual
de forma clara y concreta se debe resolver la cuestión jurídica debatida.

3. Acerca del principio de confianza la doctrina destaca que las normas


jurídicas que regulan el tráfico se constituyen en indicios de la existencia de
creación de un riesgo no permitido o de incremento indebido del mismo, de
modo que quien se comporta debidamente en la circulación puede confiar que
otros también lo hagan, bajo la condición de que no existan motivos para
suponer lo contrario. "Por tanto quien, p.ej., tiene prioridad de paso en los
cruces no precisa reducir su velocidad en atención a posibles infracciones de
tráfico de otros conductores, sino que por regla general puede partir de la
base de que se respetará su preferencia de paso. Si ello no sucede y se
produce una colisión, únicamente existe imprudencia en quien desatendió la
preferencia de paso"(3).

Sin que sea admisible la invalidez de la aplicación del aludido principio a


quien al mismo tiempo se comporta antijurídicamente, pues ello sería
desatinado en aquellos casos en los cuales la no observancia de la norma
reguladora del tráfico rodado no repercute en el suceso. Así, "quien conduce
un coche en un estado de incapacidad para conducir a consecuencia del
consumo de alcohol, a pesar de ello debe quedar exento de responsabilidad
penal invocando el principio de confianza cuando otro no respeta su prioridad
de paso y el accidente tampoco habría sido evitable para el conductor sobrio.
El "castigo" del conductor alcoholizado con la pérdida del derecho a la
protección de la confianza supondría la sanción inadmisible de un vesari in re
illicita. En cambio, quien ha puesto en peligro con su conducta incorrecta a
otros intevinientes en la circulación y ha contribuido de este modo a un
accidente no puede en efecto invocar el principio de confianza; pero ello se
deriva sin más de que en una situación tan anómala en la circulación no se
puede confiar desde un principio en que otros realicen una conducta
evitadora de accidentes"(4).

En el caso bajo examen, como lo anotaron los juzgadores de instancia, refulge


con claridad que el procesado no realizó el "pare" al cual estaba obligado antes
de cruzar por la calle 11 la carrera 5ª, máxime cuando la visibilidad, según
dijo en la indagatoria, se reducía por la interposición de la construcción de la
Casa de la Moneda, simplemente disminuyó la velocidad (5) traspasando la
frontera del riesgo autorizado legalmente, chocando finalmente al camión de
la policía que circulaba por la carrera 5ª, como se establece en el punto de
impacto.
En consecuencia, el hecho de que los sentenciadores de primero y segundo
grado no hayan confeccionado la sentencia de la forma como reclama el
defensor, no quiere decir que la misma no esté adecuadamente motivada y
que tal hecho, como se alude en el libelo, impida el ejercicio del derecho de
defensa, pues, como lo refiere el Procurador Delegado en su concepto, no se la
puede convertir en un tratado, en cuanto sólo constituye un espacio en el cual
de forma clara y concreta se debe resolver la cuestión jurídica debatida.

--------------------------------------------------------------
(2). Sentencias de casación 7 de diciembre de 2005, radicación 24696, en la
cual reitera lo sostenido el 27 de octubre de 2004, radicación 20926
(3). Roxin, Claus, derecho penal, parte general, tomo I. Fundamentos. La
estructura de la teoría del delito, traducción de Diego-Manuel Luzón Peña,
Miguel Díaz y García Collendo y Javier del Vicente Remesal. Civitas. §24, Pág.
1004
(4). Ob. Cit. Pág. 1005
(5). (...), acompañante del acusado, manifestó en la declaración que al
acercarse al aludido cruce no se dio cuenta que maniobras preventivas hizo
(...), "pero él iba muy despacio" (fl. 92 del c.o.), en tanto que Silvia Andrade
Rivas dijo: "...Nosotros ibamos (sic) muy despació (sic) el (sic) hizó (sic) como
una especie de pare, y avanzó, y ahi (sic) fue el momento del impacto..." (fl. 95
ídem).

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 03/04/2008
DECISION : No casa la sentencia impugnada
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 27237
PUBLICADA : Si

22/05/2008

IMPUTACION OBJETIVA-Su aplicación requiere análisis integral de la misma

Las teorías de la imputación objetiva se nutren de una serie de conceptos no


estáticos, sino en constante evolución y muchos de ellos aún en proceso
constructivo, gracias a la incesante crítica, que tiende a mejorarlos,
revaluarlos e inclusive a sugerir la inaplicación. Por lo tanto, sus nociones
deben articularse en modo coherente y sistemático, entre sí y con el
ordenamiento jurídico colombiano, para no arribar a resultados indeseables,
como puede suceder cuando se aíslan contenidos o se toman apartes
descontextualizados, con el fin de moldearlos hasta hacerlos coincidir con
algún factor constitutivo de la responsabilidad penal derivada de la conducta
culposa.

Es lo que ocurre en casos como el presente, donde se invocan una y otra vez
aspectos estructurales de la imputación objetiva, tales como el principio de
confianza, el riesgo permitido y el deber objetivo de cuidado, como si fuesen
lugares comunes, muletillas o un conjunto de frases acuñadas a manera de
comodín, que se insertan en refuerzo de los argumentos para fundamentar la
declaratoria de responsabilidad penal del implicado, en ausencia de pruebas
reales de las que dimane con claridad tal atribución.

El fallo, parece ignorar que la teoría de la imputación objetiva se enraíza en la


concepción normativa de la conducta humana socialmente relevante. Vale
decir, se puede imputar objetivamente el resultado a una persona, cuando
transgrede un deber que previamente le ha sido impuesto objetivamente a
través de una norma jurídica, generalmente vertida en reglamentos legales
vinculantes.

De ahí que, quien acuda a la imputación objetiva en sustitución de la


tradicional teoría del delito, debe hacerlo de manera integral, lo cual
comporta, desde el comienzo, identificar perfectamente la norma jurídica que
establece el deber objetivo a cargo del ciudadano y compararlo con la
conducta desplegada por éste, para determinar si hubo o no la infracción que
se predica.

(...)

Los conductores de vehículos destinados al servicio de transporte público


tienen a cargo pluralidad de deberes, que buscan racionalizar esa labor,
estatuidos en diversidad de leyes y reglamentos. Ninguno de éstos fue
identificado como era preciso, sino que, en términos genéricos, los jueces de
instancia recriminan a (...), el conducir desconcentrado y con exceso de
velocidad, para lo cual ensayan recomendaciones y modelos éticos ideales de
lo que sería un buen conductor; cuando lo que en realidad se necesitaba era
identificar las normas jurídicas que establecen cada uno de los deberes de
cuidado presuntamente desatendidos, para luego analizarlas
comparativamente frente a la específica conducta de aquél, según lo indicara
el acopio probatorio.

PONENTE(S) : DR.JAVIER DE JESUS ZAPATA ORTIZ


Sentencia Casación
FECHA : 22/05/2008
DECISION : Casa el fallo condenatorio impugnado y en
consecuencia absuelve al procesado
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 28124
PUBLICADA : Si

10/06/2008

ESTAFA-Imputación objetiva: Posición de garante

1. Como quedará evidenciado más adelante, el cargo por violación directa


postulado por el actor prosperará, de manera que habrá de casarse la
sentencia impugnada para, en su lugar, absolver al procesado. En esas
condiciones, la Sala encuentra innecesario ocuparse de la censura formulada
al amparo de la causal tercera de casación, pues aunque el impugnante la
sustentó de manera inicial, conforme lo imponía el principio de prioridad, su
aspiración es obtener la nulidad de la actuación por violación del derecho de
defensa, en cuanto los letrados que sucesivamente ejercieron esa labor no
realizaron actos defensivos durante una gran parte de la investigación y el
juicio.

Si el derecho de defensa tiene como fin brindar al sujeto pasivo de la acción


penal herramientas jurídicas para oponerse a la pretensión punitiva estatal y
buscar, de esa forma y por regla general, desvirtuar las pruebas de cargo y,
por consiguiente, obtener la declaración judicial de su inocencia, ninguna
razón tiene invalidar la actuación con el único objetivo de garantizar el
adecuado ejercicio del derecho de defensa cuando las pruebas recaudadas
imponen el proferimiento de una absolución. En esos casos, la mejor garantía
de protección del derecho de defensa es la adopción en este momento de la
decisión favorable a los intereses del acusado.

Recuérdese que, según lo tiene dicho la Sala, "Una de las características de la


nulidad es que debe prosperar si se advierte que con la sentencia se ha
causado un daño al procesado y que con la recomposición del proceso
obtendría un beneficio, es decir, un bien"(1) (se resalta, ahora).

Por supuesto, la prosperidad del segundo cargo determina, además, la


innecesidad de hacer referencia a los restantes reproches postulados por el
casacionista, dado que los mismos buscan también la absolución del acusado.
2. No se discute hoy en día que en la celebración de contratos de naturaleza
civil se puede incurrir en el delito de estafa. En este sentido la Corte desde la
sentencia del 23 de junio de 1982 (2) viene prohijado el criterio según el cual
en esa clase de negocios jurídicos la mentira o el silencio de los contratantes
pasa al campo penal cuando recaen sobre elementos fundamentales del
convenio.

Tampoco es motivo de controversia que el medio engañoso debe tener


idoneidad para inducir en error a la víctima. Lo que sí genera aún ardua
polémica es la determinación de las condiciones a partir de las cuales resulta
dable afirmar que la argucia o el engaño reúnen los presupuestos objetivos
exigidos por la norma penal para predicar la configuración del delito estafa.
Sobre el particular se conocen dos posiciones. La primera le asigna una gran
preponderancia al significado de artificio, conforme al cual la estafa es un
delito de inteligencia, que requiere el despliegue de actos hábilmente
preparados y bien concebidos para revestir capacidad de inducir en error a la
víctima (3).

Bajo tal perspectiva, entonces, si la persona pasible del engaño obra de modo
ingenuo, torpe o negligente no habrá lugar a afirmar la existencia de estafa,
porque una actuación prudente le hubiera bastado para salirse del error.
Entre quienes han postulados esta tesis se encuentra el tratadista (...) al
señalar:

"... Cambiando las expresiones anteriores, es válido admitir que el art. 356 se
refiere tanto al encarecimiento de la mentira mediante palabras o sea, al
engaño, como al dispositivo material con que se consigue de mejor manera lo
que se pretende. Pero debe repetirse, la mentira ha de tener fuerza
determinante, eficacia. Y para que sea eficaz es preciso examinar varios
factores: el negocio de que se trata, las personas interesadas en él, su nivel
intelectual y hasta sus necesidades actuales...

"...

"... El solo hecho de que las expresiones mentirosas hayan creado el error en
el paciente de la acción, no basta para atribuirles el carácter del engaño
puntualizado en la norma. Por ejemplo, si alguien, diciéndose dueño de las
minas de Zipaquirá o de las de Acerías de Paz del Río, y sin exhibir
documento ni testimonio alguno que le dé credibilidad, enajena la catedral de
sal o uno de los altos hornos, recibiendo dinero u otra clase de prestaciones
económicas del iluso comprador, no hay duda de que ha mentido. Pero es tan
desproporcionada la falacia, que quien la creyó es el único merecedor de
pagar su extrema simpleza..."(4) .
En cierta forma, la postura en mención fue acogida por la Sala de Casación
Penal de la Corte Suprema de Justicia en la sentencia del 12 de junio de
2003, en cuanto allí expresó:

"Pero ciertamente, como lo señala la Delegada en su estudio, haciendo eco de


la teoría de la imputación objetiva, "se considera que no todo engaño que
pudiera concebirse causal respecto del resultado perjudicial permite la
imputación del resultado a la conducta del autor, pues, de acuerdo con el
argumento victimológico, la víctima debe acudir a los mecanismos de
autotutela exigibles, porque será entonces punible el comportamiento capaz
de sobrepasar la barrera de contención que supone la actitud diligente del
perjudicado" "(5) .

La segunda posición aconseja examinar con una mayor flexibilidad el medio


engañoso cuando se trata del sujeto engañado. Quienes la profesan rechazan
la doctrina francesa de la "mise en scène", según la cual no bastan las
palabras y discursos mentirosos sino el despliegue de actos exteriores a cuyo
amparo, hábilmente, se induce a creer lo que en realidad no es.

En esa dirección es la línea de pensamiento del profesor (...), para quien


"sostener que solamente es sancionable el fraude cuando la víctima se halla
exenta de toda incuria, equivale jurídicamente a sustentar que corresponde
admitir estafa únicamente en casos extremos de previsión imposible, cuando
el engaño reviste una grande y hábil sutileza"(6) .

Sin duda, la Sala de Casación Penal de la Corte se inspiró en esta segunda


postura para adoptar la determinación plasmada en la sentencia del 27 de
octubre de 2004. En esa decisión la Corporación, tal como se hizo en el fallo
del 12 de junio de 2003, partió también de los fundamentos de la teoría de la
imputación objetiva. Sin embargo, sobre la base de tener ésta como
presupuesto tanto el riesgo permitido como el principio de confianza, "que
determinan el estado de interacción normal de las relaciones sociales y de los
riesgos que en ellas se generan", concluyó:

"… De manera que, sólo cuando la víctima asume conjuntamente con otro
una actividad generadora de riesgos (lo cual acá no ocurre), puede
eventualmente imputársele el resultado a la víctima, siempre que esta tenga
conocimiento del riesgo que asume. En consecuencia, si es el autor quien
recorre la conducta descrita en el tipo penal (quien crea el riesgo), el resultado
debe serle imputado a aquel y no a la víctima, pues ésta obra dentro del
principio de confianza que le enseña que en el tráfico de las relaciones
sociales el vendedor realizará el comportamiento en el ámbito de competencia
que le impone la organización"(7) .

Aunque la Sala en la sentencia del 27 de octubre de 2004 fue expresa en


señalar que lo allí decidido no constituía un cambio jurisprudencial frente al
pronunciamiento emitido algo más de un año antes, por tratarse, según
expresó, "de un pensamiento elaborado para una situación muy distinta a la
que ahora se estudia", lo cierto es que sí implicó una variación de criterio,
porque si bien en el caso decidido inicialmente por la Corte, esto es en el
pronunciamiento del 12 de junio de 2003, el comprador era consciente del
hecho de adquirir un bien gravado con hipoteca, lo cual no sucedió en el
proceso conocido posteriormente, la verdad es que en aquél el vendedor ocultó
al comprador que el bien objeto de negociación se encontraba para ese
momento embargado.

________________________________________________
(1) Sentencia del 11 de diciembre de 2003, radicación 19775.
(2) M.P. Dr. LUIS ENRIQUE ROMERO SOTO. En el mismo sentido, sentencia
del 5 de agosto de 1992, M.P. Dr. JUAN MANUEL TORRES FRESNEDA.
También, sentencia del 29 de agosto de 2002, radicación 15248.
(3) Cfr. ANTONIO JOSÉ MARTÍNEZ LÓPEZ en Estudios de Derecho Penal
Especial, varios autores, Editora Jurídica de Colombia, primera edición 1992,
pág. 288.
(4) Derecho Penal, partes general y especial, Luis Carlos Pérez, Ed. Temis,
Tomo V 1998, págs. 454 y ss.
(5) Radicación 17196.
(6) Cita de HUMBERTO BARRERA DOMÍNGUEZ en Estudios de Derecho
Penal Especial, varios autores, Editora Jurídica de Colombia, primera edición
1992, pág. 242.
(7) Radicación 20926.

PONENTE(S) : DRA.MARIA DEL ROSARIO GONZALEZ


DE LEMOS

Sentencia Casación
FECHA : 10/06/2008
DECISION : Casa la sentencia impugnada y en
consecuenca absuelve al procesado
PROCEDENCIA : Tribunal Superior de Distrito Judicial
CIUDAD : Pasto
PROCESADO : SALAZAR TRIVIÑO, JUAN CARLOS

DELITOS : Estafa
PROCESO : 28693
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : PRIMER SEMESTRE 2008

18/06/2008
PRINCIPIO DE CONFIANZA

1. La conducta punible en estudio admite únicamente la modalidad dolosa en


su ejecución, requiriendo que el sujeto agente al momento de tramitar,
celebrar o liquidar el contrato, tenga consciencia que lo hace violando los
requisitos legales sustanciales, no obstante lo cual ejecuta la conducta con el
propósito de beneficiarse así mismo, al contratista o un tercero, ánimo que se
entiende alcanzado con la realización de cualquiera de las conductas
alternativas incumpliendo los requisitos legales.

Esta condición descarta la posibilidad de concurrir el delito en la modalidad


culposa, por no estar prevista en el Código Penal de 2000.

A la luz de la resolución acusatoria, se atribuye al procesado omitir la


verificación del cumplimiento de los requisitos legales sustanciales en el
trámite de los contratos, por firmarlos sin descubrir que se eludió el
procedimiento de la licitación pública fraccionando para el efecto el objeto
contractual, seleccionándose al contratista mediante el rito de la contratación
directa.

La Fiscalía admitió que en el Departamento del Putumayo el trámite


contractual estaba desconcentrado en la Secretaría de Educación y Cultura
Departamental, conservando el Gobernador las atribuciones de adjudicación y
celebración, en consecuencia le imputó el delito a título de dolo.

Sin embargo, las pruebas practicadas e incorporadas en el juicio conceden la


razón a la defensa, en contraste con los argumentos de la Procuraduría, en
cuanto a que en el Departamento del Putumayo de tiempo atrás la etapa
precontractual estaba delegada y no solo desconcentrada en las secretarías
del ramo, en este caso, en la de Educación y Cultura Departamental,
conservando el ordenador del gasto las de celebración y liquidación.

Esta figura jurídica lo exonera de responsabilidad por las irregularidades


cometidas en esta fase previa por activación plena del principio de confianza,
siempre y cuando no se compruebe que la delegación tuvo como objeto eludir
su responsabilidad. Hipótesis ausente en este caso por carecer el proceso de
prueba indicativa de que el incriminado a la sombra controlara el trámite de
adjudicación, o que participara en la fase precontractual o ejerciera presión o
influencia en los miembros del Comité de Compras para seleccionar al
contratista, menos que suscribiera los convenios consciente del
incumplimiento de los requisitos legales en el trámite.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA
Sentencia Unica Instancia
FECHA : 18/06/2008
DECISION : Absolver al procesado
DELITOS : Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 26061
PUBLICADA : Si

18/06/2008

PROHIBICION DE REGRESO-Inaplicabilidad

1. En lo atinente a la prohibición de regreso, su idea central, es la de negar la


imputación de comportamientos inofensivos cuando han sido aprovechados
por el agente para la comisión del delito. Así, por ejemplo, el tercero que
aporta un elemento quizá esencial para la perfección de la conducta injusta
sabe las consecuencias eventuales de su aportación. Frente a este aspecto los
doctrinantes, entre ellos Jakobs, han manifestado que el vínculo funcional
entre el tercero y el autor del comportamiento delictual se enmarca dentro de
los estándares de lo permitido, esto es, dentro del rol. O, como lo dice el
mentado profesor "el tercero no manipula el destino ni lo hace parte de su
propia organización."

Por su parte, la Corte ha dicho que "la teoría de la prohibición de regreso, de


larga data -hecha en sus inicios para corregir la teoría de la equivalencia de
las condiciones en materia de causalidad material-, afirma que cuando una
persona realiza una conducta culposa, irrelevante o inocua para el derecho
penal, y con ella facilita, propicia o estimula la comisión de un delito doloso o
culposo por parte de otra, no le es imputable el comportamiento criminoso de
esta última, excepto si tiene posición de garante, excede los límites del riesgo
permitido y conoce la posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por
parte de la otra".

De acuerdo con el anterior marco teórico, el Tribunal estudio el punto y


consideró, atinadamente, que en este evento no resultaba procedente alegar el
postulado de la prohibición de regreso, en tanto que "no puede considerarse
que la conducta de (...), consistente en facilitar de manera efectiva la
elaboración de las invitaciones y cotizaciones falaces se encuentre dentro de
tal riesgo, ya que, dicha actitud, lejos de estar ajustada a la legalidad, es
manifiestamente contraria a los principios que irradian y guían la actividad
contractual, que dicho sea de paso, no solo son exigibles de las entidades
públicas sino también de los contratistas particulares, y, en fin, de todos
aquellos que intervienen directa e indirectamente en el desarrollo de la
misma, aspectos que desconoció flagrante e injustificadamente al aportar
datos de supuestos oferentes a fin de simular el adelantamiento de un proceso
contractual limpio, transparente y objetivo, contribución que encaja de
manera cierta dentro del concepto de complicidad.

"Y es que debe recordarse que dicha complicidad no se estructura única y


exclusivamente para quien contribuya a la realización de la conducta
antijurídica o preste una ayuda que puede ser anterior o posterior, sino que
también se perfecciona cuando se presente de manera concomitante,
simultanea con la ejecución del acto, con conocimiento de las circunstancias
específicas que lo rodean".

PONENTE(S) : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES

Sentencia Casación
FECHA : 18/06/2008
DECISION : No casa la sentencia impugnada
DELITOS : Interés ilícito en celebración de contratos
PROCESO : 27680
PUBLICADA : No

02/07/2008

PRINCIPIO DE CAUSALIDAD-Concepto

1. De otro lado, destáquese que el principio de causalidad postula que todo


efecto -todo evento- debe tener siempre una causa (que, en idénticas
circunstancias, una causa tenga siempre un mismo efecto se conoce como
principio de uniformidad). Se usa para la búsqueda de leyes definidas, que
asignan a cada causa su correspondiente efecto.

PONENTE(S) : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES

Sentencia Casación
FECHA : 02/07/2008
DECISION : No casa
DELITOS : Rebelión
PROCESO : 26262
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : segundo semestre de 2008

02/07/2008
CONCAUSALIDAD/ CONCURRENCIA DE CULPAS/ IMPUTACION OBJETIVA-
Cursos causales

1. Es evidente que en este caso, desde el punto de vista de la causalidad


material, el resultado muerte de la joven (...) se produjo en virtud de la
concurrencia de dos riesgos jurídicamente desaprobados. Por una parte, la
elevación del riesgo permitido con la conducta del procesado (...) quien,
violando el deber objetivo de cuidado, traducido en el respeto a las
reglamentaciones de tránsito rodado en carretera, decidió sobrepasar dos
vehículos en curva y con prohibición de adelanto al estar demarcada la vía
con doble línea amarilla continua.

Y, por otro lado, con la conducta de …, conductor del vehículo motocicleta en


el cual viajaba como parrillera la víctima, por no conservar la distancia exigida
para los vehículos en carretera, omisión que impidió su reacción oportuna
precipitando su colisión con el vehículo de servicio público que lo antecedía, la
subsiguiente caída de su pasajera en plena vía y su inmediato arrollamiento
precisamente por el tracto camión conducido por el procesado (...).

El fenómeno de concurrencia de riesgos, o concausalidad, ha sido uno de los


temas más complejos a través de la dogmática jurídico penal. De acuerdo con
dicha figura, en la realización del resultado intervienen varios cursos lesivos,
los cuales pueden ser producto de la acción de un tercero o por la propia
víctima, esto último en especial cuando infringe sus deberes de auto
protección (7).

Frente a esa constelación de casos "existen supuestos en los que concurre, sin
duda alguna, una conexión suficiente entre el riesgo inicial creado por el
autor y el resultado final, y en los que esa conexión no se ve desvirtuada por
una conducta de la víctima o una conducta de otro sujeto. En los supuestos
en los que se trata de una conducta concurrente de otro sujeto, cuando son
dos los riesgos que explican el resultado -cadena de imprudencias-, la
solución es sencilla: se tratará de un supuesto de autoría accesoria, ambos
sujetos responderán"(8) .

Si de conformidad con los lineamientos básicos de la teoría de la imputación


objetiva -como viene de verse- o de otros esquemas dogmáticos bajo la óptica
del instituto de la concausalidad, en caso de confluir varios cursos lesivos del
bien jurídico de un tercero la solución está orientada hacia la responsabilidad
conjunta de los autores, no parece apropiada, en principio, la salida adoptada
en el presente caso por el Tribunal consistente en eximir de toda
responsabilidad a (...), salvo demostrarse que su conducta no tuvo conexión
suficiente con el resultado producido.
2. En orden a establecer la conexidad entre el riesgo y el resultado producido,
la teoría de la imputación objetiva ha diseñado mecanismos en la mayoría de
las veces de gran utilidad para su determinación apelando a los denominados
cursos causales hipotéticos, conforme a los cuales se asume que aún frente a
un comportamiento diverso del autor la consecuencia en todo caso se hubiera
producido, básicamente porque "un resultado no puede serle imputado al
creador de un riesgo jurídicamente desaprobado si dicho resultado se hubiere
producido incluso con una conducta diversa del autor" , problemática que
conduce a confrontar esta situación con la inevitabilidad del resultado.

Descendiendo al caso de la especie, es necesario determinar, de cara a


establecer un correcto juicio de imputación objetiva frente a la conducta
desplegada por (...), si prescindiendo de su conducta infractora de un deber
objetivo de cuidado o suponiendo que su actuar hubiera sido respetuoso de
las reglamentaciones de tránsito -es decir, si no hubiera realizado la maniobra
imprudente de adelantar con el vehículo tracto camión que conducía otros
vehículos de similares características en plena curva y con prohibición de
sobrepaso por estar demarcada la vía con doble línea amarilla continua en ese
sector- se hubiera desencadenado el suceso que dio al traste con la existencia
de la joven(...).

A diferencia de lo que sostiene el Tribunal, corporación para la cual la


realización del resultado fue producto exclusivo de la conducta riesgosa
desarrollada por el conductor de la motocicleta, esta Sala considera que
marginando el comportamiento desplegado por (...) el resultado no se hubiera
concretado, dicho de otro modo, la conducta imprudente de este individuo fue
determinante para la muerte de (...), así hubiera concurrido otro riesgo, como
a la postre lo constituyó el accionar de …, conductor de la motocicleta en la
cual viajaba como parrillera la víctima, quien, como ya se ha dicho, no
conservaba la distancia exigida por los reglamentos de tránsito rodado
respecto del vehículo que le antecedía.

Por ese motivo, la Sala disiente radicalmente del criterio sentado por el
Tribunal, según el cual el motivo determinante en la producción del resultado
tan sólo lo constituyó el riesgo del mencionado …, porque de haber
conservado la distancia exigida por las disposiciones de tránsito con el
automotor que le precedía, hubiera alcanzado a accionar el sistema de frenos,
con lo cual no habría colisionado con ese vehículo ni su pasajera hubiera
caído, con tal infortunio que precisamente el vehículo conducido por (...) la
arrolló.

El razonamiento anterior del Tribunal, pese a su propósito expreso de


sustraerse a edificar un juicio de responsabilidad a partir de un mero nexo
causal material conforme reza el artículo 9 de la Ley 599 de 2000, termina por
enmarcarse en el causalismo, pues realmente el único vínculo existente entre
la conducta riesgosa de(...) y el resultado fue el de haber precipitado la caída
de la joven víctima; empero, contrario sensu a lo analizado frente al
comportamiento del procesado, si hipotéticamente se prescinde de este curso
lesivo, esto es, de considerar que este ciudadano hubiera guardado la
distancia reglamentaria con el vehículo que le precedía, no se encuentra una
amenaza concreta al bien jurídico finalmente lesionado, de modo que entre
este riesgo y el resultado sólo obra un nexo de causalidad física.

Por lo mismo, también se considera sofístico el argumento del ad-quem según


el cual con la conducta del acusado (...) ningún peligro surgió para la víctima
…, concretándose únicamente un riesgo para los ocupantes de la buseta pero
no para "los de la motocicleta que se movilizaban detrás de ella y cuya
presencia ni siquiera podía prever el imputado, como tampoco la posterior
caída de la afectada, al extremo que la arrolló y no tuvo la ocasión de frenar
por lo intempestivo de su lanzamiento al carril que ocupaba".

Ciertamente, la maniobra imprudente de un conductor en carretera de


sobrepasar un vehículo en curva, máxime cuando como en este caso se
pretendía adelantar dos vehículos de gran envergadura (un tracto camión y
una buseta de servicio público intermunicipal) al mando de otro de similares
dimensiones, no sólo representa una gran amenaza para los ocupantes del
primer rodante que viene en sentido contrario sino de todos aquellos que
marchando detrás de éste pueden verse afectados directamente con ese
comportamiento, cuyos conductores, seguramente amparados en el principio
de confianza, pueden verse sorprendidos con esa maniobra que impediría una
reacción oportuna de salvamento, así respeten cabalmente los deberes
objetivos de cuidado en la conducción.

Para la Sala es claro que en tales circunstancias el conductor imprudente


generador del riesgo inicial debe responder por todos los resultados
producidos directamente conectados con su actuar contrario a derecho, en
cuanto le son imputables no sólo desde una perspectiva causal sino objetiva y
jurídicamente.

De esa manera si, por ejemplo, un conductor que al ejecutar dicha maniobra
imprudente ocasiona que un primer vehículo que viene en sentido contrario
por evadirlo se precipite a un abismo produciendo la muerte de la mayor parte
de sus ocupantes y lesiones a los restantes y que un segundo rodante que
viene inmediatamente detrás de éste colisione contra una vivienda, por la
imposibilidad de reaccionar adecuadamente, falleciendo todos sus ocupantes,
así como los habitantes que se encontraban en el inmueble -y así
sucesivamente en cuanto la cadena de consecuencias esté conectada con la
conducta riesgosa- al autor, sin lugar a duda, le serán imputables todos los
resultados producidos.

3. En orden a establecer la conexidad entre el riesgo y el resultado producido,


la teoría de la imputación objetiva ha diseñado mecanismos en la mayoría de
las veces de gran utilidad para su determinación apelando a los denominados
cursos causales hipotéticos, conforme a los cuales se asume que aún frente a
un comportamiento diverso del autor la consecuencia en todo caso se hubiera
producido, básicamente porque "un resultado no puede serle imputado al
creador de un riesgo jurídicamente desaprobado si dicho resultado se hubiere
producido incluso con una conducta diversa del autor" , problemática que
conduce a confrontar esta situación con la inevitabilidad del resultado.

Descendiendo al caso de la especie, es necesario determinar, de cara a


establecer un correcto juicio de imputación objetiva frente a la conducta
desplegada por (...), si prescindiendo de su conducta infractora de un deber
objetivo de cuidado o suponiendo que su actuar hubiera sido respetuoso de
las reglamentaciones de tránsito -es decir, si no hubiera realizado la maniobra
imprudente de adelantar con el vehículo tracto camión que conducía otros
vehículos de similares características en plena curva y con prohibición de
sobrepaso por estar demarcada la vía con doble línea amarilla continua en ese
sector- se hubiera desencadenado el suceso que dio al traste con la existencia
de la joven Jessica Lorena Araque Moreno.
_______________________________________
(7) Cancio Melia, Manuel. Conducta de la víctima e imputación objetiva,
págs. 280 y ss. RDPCr 2ª. Época, N° 2, 1998.
(8) Cancio Melia, Manuel. Líneas Básicas de la Teoría de la Imputación
Objetiva, pág. 119. Ediciones Jurídicas Cuyo. Mendoza (Argentina). 1999.

PONENTE(S) : DRA.MARIA DEL ROSARIO GONZALEZ


DE LEMOS

Sentencia Casación
FECHA : 02/07/2008
DECISION : Casa oficiosamente, confirma sentencia
condenatoria de primera instancia
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 28441
PUBLICADA : Si

15/07/2008

IMPUTACION OBJETIVA-Noción

En efecto, la teoría de la imputación objetiva de ninguna manera sirve para


establecer el grado de participación de una persona en los hechos o la
materialidad de los mismos, como parecen ser las ambiguas funciones que le
asignó el defensor en la demanda, sino que se refiere a los criterios y
correctivos bajo los cuales se le puede atribuir como obra suya un resultado
típico, ya sea en forma de lesión o de puesta en peligro, a quien ha realizado
una contribución de tipo causal para la obtención del mismo.

En otras palabras, la imputación objetiva no pregunta quién fue la persona


que, por ejemplo, dispuso el envío de un cargamento de estupefacientes al
exterior, ni qué forma de participación tendría con tal comportamiento. Lo
único que cuestiona es si se le puede achacar a ese individuo la afectación de
los bienes jurídicos que sin duda causó tal conducta, problema cuya
respuesta afirmativa dentro del caso propuesto refulge tan obvia que por
consiguiente ni siquiera era necesario el planteamiento de tal teoría para
resolverlo, que es lo que también ocurre en este asunto.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 15/07/2008
DECISION : No casa
DELITOS : Concierto para delinquir
PROCESO : 28362
PUBLICADA : No

06/08/2008

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Funcionario directivo con disponibilidad del


dinero público

1.No hay ninguna duda que la Fiscalía, dentro del resorte de su competencia,
por ser el organismo titular de la acción penal en la fase instructiva del
sumario y de la acusación ante el juez del conocimiento (Artículo 250 de la
Constitución Política, modificado por el Acto Legislativo número 3 de 2002,
artículo 2°) es quien dispone de la acusación en el marco del sistema de
enjuiciamiento de la Ley 600; por ello, cuando introdujo variables a la
acusación en la fase del juicio lo hizo en su función de titular de la acción
penal y titular de la función pública de investigar y de acusar, dentro de los
parámetros de la Ley (artículos 393, 395, 397, 398, 404 del C. de P.P.)

Por ello, cuando la fiscalía modificó para agravar la acusación y en razón de


ello el juez del conocimiento dispuso el término legal para que los procesados
tuviesen la oportunidad de modificar la estrategia defensiva de conformidad
con las variaciones introducidas (suspendió las diligencias y abrió
nuevamente etapa probatoria), lo hicieron con plena observancia del rito del
artículo 404.
Así las cosas, la acusación por la que tiene que proferirse sentencia de mérito
ES la que se encuentra establecida en la resolución de la Fiscalía que la
materializó mediante la Resolución del 5 de abril de 2002, confirmada en
segunda instancia por la Delegada ante el Tribunal de Bogotá el 11 de agosto
de 2003, con las variantes que el fiscal introdujo en el juicio.

No puede el sentenciador (individual o colectivo) declarar la inexistencia de la


acusación y tampoco puede declarar la inexistencia de las modificaciones a la
acusación, porque acusar no es de su resorte funcional, es una garantía
fundamental de uno de los sujetos del proceso: EL FISCAL.

5.Toda la razón asiste al libelista, en la medida que la disponibilidad jurídica


que el funcionario tenía en relación con el dinero público destinado a la
liquidación de la empresa Puertos de Colombia le imponía cerciorarse de la
legalidad de los pagos, sobre todo si se trataba -como en estos casos- de
erogación de significativas sumas de dinero público a favor de personas
determinadas y sin contraprestación alguna más allá de una reclamación
laboral soportada en documentación cuya autenticidad tenía el deber de
corroborar a plenitud porque la función pública se lo imponía como deberes
inherentes al cargo de Gerente Liquidador.

Por suerte que, si permitió la apropiación de cuantiosas sumas de dinero del


Estado a través de irregulares resoluciones cuyos pagos luego concilió para
hacer efectivo el desembolso real por parte del Ministerio de Hacienda
mediante títulos de tesorería a favor de una persona (Esperanza Escorcia) que
ni siquiera era la apoderada de los reclamantes, naturalmente que intervino
dolosamente en la apropiación a favor de terceros de los dineros públicos.

De esta manera, asiste razón al libelista cuando alega que el Gerente de la


empresa en liquidación contribuyó de manera dolosa a la apropiación de
fondos públicos a favor de terceros, por cuanto el funcionario -Gerente
liquidador- asumió voluntariamente el cargo público que le imponía deberes
de aseguramiento y de salvamento en relación con el dinero de la empresa en
liquidación.
Ciertamente que el cargo de Gerente liquidador no era estético como lo afirma,
con razón, el recurrente. Implicaba desempeñar complejas tareas que exigían
de él la dedicación, los méritos intelectuales, académicos y sobre todo,
riguroso control de las erogaciones.

De esta forma, el procedimiento administrativo que se debía agotar para la


disposición de fondos públicos estaba a cargo del Gerente (…) y, sin perjuicio
de las responsabilidades individuales, él tenía efectivo control en la
disponibilidad de los fondos que disipó mediante las resoluciones números
410, 411 de 1998 en tanto eran obligaciones inexistentes.
6.No sobra recordar que los sentenciados (ambos), señores (…) lo son por una
conducta contra la administración pública (Peculado por apropiación) que
afectó el patrimonio del Estado y que en esos eventos la inhabilitación que
opera para el ejercicio de funciones públicas es la prevista en el artículo 122
inciso final de la Constitución Política, como pacíficamente lo tiene establecido
la jurisprudencia(4) , sin que tal determinación necesariamente deba estar
incluida en el fallo, ni implique violación al principio de reforma peyorativa
porque es un tema de reserva política del Constituyente mismo en favor de la
configuración de un diseño moral mínimo del Estado.

De suerte que ejecutoriado el fallo lo pertinente es que el juez del


conocimiento remita copia auténtica a las autoridades que indica la ley, entre
ellas al Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, la Registraduría Nacional
del Estado Civil, la Procuraduría General de la Nación, la Fiscalía General de
la Nación y el Departamento Administrativo de Seguridad DAS, de
conformidad con el artículo 38 del Código Penal y con los artículos 469 y 472
del Código de Procedimiento Penal (Ley 600 de 2000).

____________________________________________________________________________
_____________
1-CORTE SUPREMA DE JUSTICIA Sala de Casación Penal. Proceso 26942, 8
de noviembre de 2007.
2-CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala Penal, auto del 23 de mayo de 2007,
rad. núm. 26706; en el mismo sentido, Sentencia de Casación del 24 de abril
de 2001, radicación: 12424.
3-Como el tema no admite otra posibilidad interpretativa, recuérdese que "La
naturaleza sustancial es predicable de las normas que describen los delitos,
las que se refieren a condiciones de punibilidad y a la responsabilidad del
procesado, como las que establecen condiciones genéricas o específicas de
agravación a atenuación punitiva y las que recogen axiomas del derecho penal
como el in dubio pro reo. Por su parte, aquellas que tienden a lograr o definir
los elementos contenidos en las primeras, son instrumentales". véase, entre
otras, sentencia de casación del 19 de junio de 2003, rad. núm. 16394.
4-CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de casación penal, sentencias del
19/07/2006 rad. núm. 22263; del 10/08/2006, rad. núm. 22289; del
07/09/2006, rad. núm. 23171; del 11/09/2006, rad. núm. 25774, entre
otras.

PONENTE(S) : DR.ALFREDO GOMEZ QUINTERO

Sentencia Casación
FECHA : 06/08/2008
DECISION : Casa Sentencia, Excluye Numeral Tercero,
Condena y Otros
DELITOS : Estafa, Fraude procesal, Concierto para
delinquir, Falsedad material en documento público
PROCESO : 29463
PUBLICADA : Si

20/08/2008

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción

1.Ahora, es abundante el desarrollo jurisprudencial en relación con el


principio de confianza como límite de los criterios de imputación objetiva,
según el cual quien participa en una actividad riesgosa o compleja en cuanto
actúa diligente y cuidadosamente tiene derecho a confiar que los demás
partícipes hagan lo propio y no verse por ello afectado por el descuido o
despreocupación de los demás.

La Corte, aunque tal principio ha tenido una mayor aplicación en el ámbito


del tráfico vehicular, lo ha analizado en otras actividades peligrosas, como por
ejemplo la médica o la cooperación con división de trabajo siempre que se
demarquen los participantes de la misma actividad, esto es, que los cobije el
mismo peligro creado con la infracción, así como también respecto de delitos
especiales o de infracción al deber (3).

El estudio del criterio normativo del principio de confianza para no imputar


objetivamente los resultados producidos por quien ha obrado confiando en
que otros se mantienen dentro de los límites del peligro permitido, ha llevado
a la Corte a precisar las excepciones que impiden su aplicación (4)

_________________________________________________

3. "Se trata de un instituto o criterio de imputación que sirve para


determinar los deberes de cuidado que tienen que ver con terceras personas
operando como límite objetivo o normativo de la responsabilidad por
imprudencia. El principio de confianza tiene como consecuencia práctica que
el que se comporta adecuadamente no tenga que contar con que su conducta
puede producir un resultado típico debido al comportamiento antijurídico de
otro, aunque desde un punto de vista psicológico fuera previsible dada la
habitualidad de ese tipo de conductas BERNARDO FEIJÓO. "RESULTADO
LESIVO E IMPRUDENCIA" Universidad Externado de Colombia-José Maria
Bosch editor Barcelona 2003. Pags. 343 y 344".
4. Cfr. Decisiones de 12 de junio de 2000 (Radicación 11541), 14 de junio de
2001 (Radicación 12443) y 27 de julio de 2006 (Radicación 25536), entre
otras.
PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA
SALAMANCA

Auto Casación
FECHA : 20/08/2008
DECISION : inadmite la Demanda
DELITOS : Prevaricato por omisión
PROCESO : 29814
PUBLICADA : No

27/10/2008

IMPUTACION OBJETIVA-Imputación del resultado

1.Teniendo en cuenta que la acción desplegada por (.....) consistió en esgrimir


tanto una correa como un arma blanca en contra de (.....), tal como el mismo
quejoso lo narró en su respectivo testimonio ("él también sacó una riata [sic] y
me tiraba con el cuchillo y con la riata [sic] y me alcanzó a dar en el brazo
derecho con la riata [sic]" ), no sólo creó un riesgo jurídicamente desaprobado
en contra de la vida e integridad física del agredido, sino que además dicho
riesgo se realizó en el resultado típico que a la postre se obtuvo, sin importar
que las lesiones se hubieran producido como consecuencia inmediata de un
correazo o de la caída de quien intentaba huir de semejante ataque.

2. La acción de (.....) no puede ser considerada un delito de bagatela, no sólo


porque su comportamiento de agredir armado con correa y cuchillo a un
supervisor laboral como reacción a unos simples llamados de atención causa
desconcierto en la comunidad, es digno de reproche normativo y, por lo tanto,
repercute socialmente, sino porque además produjo un resultado típico,
consistente en una incapacidad médico legal de diez días sin secuelas, que
está previsto en la norma como punible cuando el titular del bien jurídico
afectado interpone la correspondiente querella de parte, como en efecto
sucedió en este asunto.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 27/10/2008
DECISION : No Casa
DELITOS : Lesiones personales
PROCESO : 25526
PUBLICADA : No
05/11/2008

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Límites

5. El principio de confianza no opera en aquellos eventos en los cuales sobre


el agente recae la obligación de advertir los errores de otros, tal como lo ha
precisado la Corte

En consecuencia, habiendo actuado la procesada en su condición de gerente


de la empresa industrial y comercial del orden municipal Empresas Públicas
de Armenia, a cargo de la gestión contractual, no le está dado invocar a su
favor el principio de confianza si, como en su caso, le correspondía, tal como
lo precisó el Tribunal ad-quem, "ordenar y dirigir la realización de los procesos
de selección y realizar los actos inherentes a la actividad contractual" (pág.
14, 21 del fallo de segundo grado), esto es, la vigilancia del desempeño de
todos los que intervienen en la actividad compleja del proceso administrativo
que incluye la adjudicación, suscripción, ejecución y liquidación de un
contrato.

De conformidad con los anteriores derroteros, la Sala encuentra que no existe


el falso raciocinio que alega el casacionista, toda vez que la regla de
experiencia que aquél menciona como desconocida por el razonamiento
judicial, esto es, "que un gerente general de una empresa, como lo son las
Empresas Públicas de Armenia, para el desarrollo de la función empresarial,
se apoya en el jefe de área, dirección o división de la materia relacionada con
la labor a ejecutar por parte de la gerencia", no es válida porque su enunciado
desconoce un deber especial de sujeción a cargo de la gerente de la empresa
industrial y comercial, cual es el de vigilar la intervención de quienes
participan en el trámite contractual.

En este sentido, el sentenciador advirtió que la pretendida confianza que le


asistía a la procesada al momento de celebrar el contrato, no podía prevalecer
sobre el deber de cumplir con lo dispuesto en el Manual de Contratación de
las Empresas Públicas de Armenia y en la normatividad que lo regía, tal como
la misma gerente lo admitió al suscribirlo (pág. 15, sentencia del ad-quem).

Una vez más, entonces, se torna inadmisible el amparo de la conducta de la


gerente (.....) bajo los supuestos del principio de confianza, comoquiera que,
según lo anterior, fue la omisión funcional por parte de la servidora pública la
que condujo a la celebración del contrato cuestionado.

La Sala encuentra imperioso aclarar que la pena de inhabilitación para el


ejercicio de derechos y funciones públicas impuesta a la procesada (.....) en la
sentencia es de naturaleza principal y no accesoria, como allí quedó
plasmado.
_________________________________________________

PONENTE(S) : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES

Sentencia Casación
FECHA : 05/11/2008
DECISION : No Casa, aclara pena de inhabilidad como
principal
DELITOS : Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 25104
PUBLICADA : Si

04/02/2009

CONCAUSALIDAD
….
DOCUMENTO NO DISPONIBLE EN MEDIO MAGNETICO

PONENTE(S) : DR.SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

Sentencia Casación
FECHA : 04/02/2009
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 26409
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Primer semestre de 2009

16/03/2009

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción

DOCUMENTO NO DISPONIBLE EN MEDIO MAGNETICO

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 16/03/2009
DECISION : Condena, declara que no se hace acreedor a la
suspensión condicional...
DELITOS : Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 29089
PUBLICADA : Si
06/05/2009

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Funcionario directivo con disponibilidad del


dinero público/

1. Los principios de confianza y buena fe no eximen de responsabilidad al


procesado.

Así lo dijo la Corte al señalar que.(3)

(......)

Es que la administración pública tiene un desempeño complejo, pues requiere


la intervención de numerosos funcionarios, pero no por ello, puede escudarse
la defensa en el principio de confianza y buena fe, dado que la función del
procesado no se agotaba con el examen formal de la actuación, ni con la firma
mecánica de los contratos, y por el contrario, su deber ineludible radicaba en
"observar" o "verificar" el cumplimiento de los requisitos legales esenciales
antes de proceder a la "tramitación", "celebración" o "liquidación" del
contrato.

Para el caso concreto, el Gobernador realizó dos de las conductas alternativas,


porque tramitó y celebró los contratos de obra y las órdenes de trabajo, a
través de la contratación directa, procedimiento cuestionado por la Fiscalía al
proferir resolución de acusación, por considerar que el funcionario no
observó, ni verificó el cumplimiento de los requisitos legales esenciales.

____________________________________________
(3). Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Penal, auto de 20 de agosto
de 2002, radicado No. 18029.

PONENTE(S) : DR.JAVIER DE JESUS ZAPATA ORTIZ

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 06/05/2009
DECISION : Declara penalmente responsable, condena,
niega suspensión
DELITOS : Celebración de contrato sin requisitos legale
PROCESO : 25495
PUBLICADA : Si

12/08/2009
PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción/ PROHIBICION DE REGRESO/

1. Tampoco es procedente el reconocimiento de este principio en los casos en


los que el procesado está obligado por los referidos deberes especiales y son
otros quienes incurren de manera activa en comportamientos culposos e
incluso dolosos para la producción del resultado típico. De ahí que el principio
de confianza se ha convertido en un límite corrector de la tradicional teoría de
la prohibición de regreso, que predicaba que "cuando una persona realiza una
conducta dolosa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita,
propicia o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de
otra, no le es imputable el comportamiento de esta última"(11) .

En este sentido, la Sala, mediante sentencia de 3 de octubre de 2007(12) ,


sostuvo que la imputación por la intervención imprudente de un individuo en
un hecho doloso cometido por terceros era posible en los delitos contra la
administración pública, en la medida en que quien viola el deber de cuidado
tenga la obligación jurídica de evitar el resultado y exceda los límites del
riesgo permitido.

128. Lo anterior significa que el principio de confianza no puede regir en


aquellos casos en los que la persona se encuentra en una posición de garante
respecto del objeto material del bien jurídico, ni cuando fomenta de manera
perceptible la realización del delito doloso, creando un peligro intolerable que
se concreta en el resultado típico debido a la intervención dolosa de
terceros(13) .

Si esto es así para los delitos culposos, con mayor razón lo será para los
dolosos, pues, en cualquier evento, serán atribuibles desde el punto de vista
objetivo las acciones activas o pasivas de los garantes que, teniendo el deber
de evitar el resultado, o de vigilar la conducta de quienes colaboran en la
ejecución de las labores a él encomendadas, permiten que otros, ya sea
mediante contribuciones esenciales o secundarias para la producción del
resultado, vulneren el bien jurídico llamado a proteger.

____________________________________
(11) Sentencia de 4 de abril de 2003, radicación 12742
(12)Radicación 28326.
(13) Cf. sentencia de 3 de octubre de 2007, radicación 28326

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Auto Segunda Instancia


FECHA : 12/08/2009
DECISION : No decreta cesación del procedimiento por
prescripción de la acción penal, modi
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad ideológica
en documento público
PROCESO : 32053
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo Semestre 2009

21/10/2009

ACTIVIDADES PELIGROSAS-Lex artis


La sistemática penal ha venido evolucionando en materia de los delitos de
peligro porque en un principio se entendió como suficiente para su
consumación la comprobación de la amenaza, el riesgo, el probable daño o
perjuicio (ESCRIVA), la lesión potencial (ROCCO, BETTIOL, BERINSTAIN), en tanto
que en la actualidad se exige la puesta en peligro del bien (M IR), peligro que
debe ser frente al bien jurídico y no al objeto material.

En la cotidianeidad se presentan múltiples actividades que cabe considerar


como peligrosas. Algunas de ellas gozan de permisibilidad legal y a veces
social: en la industria, en los medios de circulación, en los deportes. Y no se
prohíben mientras se practiquen dentro de ciertos límites reguladores de las
mismas, por ejemplo observando la lex artis, que las muestran como
adecuadas.

La construcción de los tipos de peligro significa un notorio avance de las


barreras penales para la protección de algunos bienes jurídicos que de no ser
así, quedarían en el limbo.

En los delitos de peligro colectivo en general, señala la doctrina(1), lo


característico de la conducta típica es que sancionan conductas que el
legislador considera que implican la creación de un peligro para la vida o
integridad de una colectividad indeterminada de personas y un peligro
indeterminado en cuanto a los resultados lesivos, pues no es posible saber
qué concretos resultados podían haberse derivado de la conducta peligrosa.
Además, si el peligro creado por el sujeto puede referirse a un objeto u objetos
determinados, cuya efectiva lesión se ha representado el sujeto como
consecuencia (sea principal o accesoria) de su acción, entonces el tipo
aplicable es el delito doloso.

Resulta claro que la mera posibilidad de que se produzca un resultado no


autoriza a hablar de peligro, pues el peligro se debe referir a la aminoración
de las condiciones de seguridad en que se encuentra determinado bien
jurídico(2). La conducta ha de manifestarse como peligrosa, es decir, idónea
para afectar el bien jurídico. Esto significa que para poder hablar de un
peligro concreto es preciso demostrar que se produjo efectivamente la
situación de peligro para un objeto material o jurídico determinado. Así las
cosas, una ausencia absoluta de peligro no ha de desdeñarse, sino que
debería dar lugar a la exclusión de la tipicidad pues el mismo nunca podrá
constituirse en presupuesto de la punición (3).
….
En fin, para la apreciación del tipo previsto en el artículo 374 del Código
Penal no es necesario que se ponga en concreto peligro la vida o la
integridad de las personas; lo que sanciona este delito es la situación de
riesgo, de peligro abstracto a la que se somete la colectividad por la
ejecución de la conducta allí descrita.

Según lo dicho basta que una persona despliegue cualquiera de las acciones
previstas en la norma con productos químicos o sustancias nocivos para la
salud, calificación que previamente debe haber sido dada por las autoridades
administrativas a dichos productos y sustancias, para considerar establecido
que dicha elaboración, distribución, suministro o comercialización resulta
peligrosa y debe ser reprimida como lo admite la Constitución Política y lo ha
determinado el legislador penal.
_______________________
(1) MARÍA INMACULADA RAMOS TAPIA. «Sobre la imputación subjetiva en el delito
de conducción temeraria con consciente desprecio por la vida de los demás»,
en La Ley, número 5069, Madrid, Martes, 6 de junio de 2000.
(2)La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, en sentencia de 15
de septiembre de 2004, radicación 21064, indicó que “al evaluarse
judicialmente los contornos de la conducta es ineludible establecer qué tan
efectiva fue la puesta en peligro. En otro lenguaje, frente a un delito de peligro
debe partirse de la base de que la presunción contenida en la respectiva
norma es iuris tantum, es decir, que se admite prueba en contrario acerca de
la potencialidad de la conducta para crear un riesgo efectivo al bien jurídico
objeto de tutela”.
(3) JUAN TERRADILLOS BASOCO, «Peligro abstracto y garantías penales», en
Nuevo Foro Penal, número 62, Bogotá, Editorial Temis, 1999, p. 70 a 83.

PONENTE(S) : DR.YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Casación
FECHA : 21/10/2009
DECISION : No casa
DELITOS : Fab. y comerc. de sust. nociv. para la salud
PROCESO : 29655
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : Segundo semestre de 2009
28/10/2009

IMPUTACION OBJETIVA-Aplicación en Colombia /IMPUTACION OBJETIVA-


Elementos para su existencia/ CAUSALIDAD

1.La teoría del tipo objetivo, como también se le denomina a la imputación


objetiva en Alemania, tiene sus bases científicas en la filosofía de I. KANT y F.
HEGEL, propia de los años treinta, como bien lo postulan algunos
representantes o críticos de la citada escuela: JESCHECK, WESSEL,
SCHMIDHAUSER, STRATENWERTH, MAURACH, GÖSSEL, entre otros.

Así mismo, los niveles de construcciones dogmáticas desarrolladas por


LARENZ (con su juicio objetivo de imputación), HONIG, (juicio de causalidad e
imputación), WELZEL (con su teoría de la adecuación social), pasando por
CLAUS ROXIN (con el adelanto del principio del riesgo), GÜNTHER JAKOBS
(que viene abriendo camino desde finales de los setentas, aproximadamente,
sobre esta evolución dogmática foránea del derecho penal); contiene desde su
génesis y ulteriores adelantos doctrinales y jurisprudenciales, notables
avances; sin embargo, la legislación colombiana y en especial esta Sala de
Casación, viene aplicando algunos de sus presupuestos, sin matricularse de
manera integral con la misma, puesto que su filosofía es eminentemente
normativista, dejando de lado, aspectos esenciales de otras construcciones
dogmáticas que en esencia también aplican en el estatuto represivo patrio.

Lo expuesto para indicarle al Tribunal de Cartagena que aquí tampoco tienen


fundamento sus afirmaciones, pues de manera total -por ahora y mientras la
Sala no efectué un estudio de fondo sobre los planteamientos que edifican la
filosofía que la orienta- no se puede aplicar en Colombia en todo su contexto
epistemológico, como lo sostuvo el Juez Colegiado. (28.124 del 22 de Mayo
de 2008)

2. Véase como la causalidad era entendida como una relación de causa-efecto


entre un acto ilícito generado por un sujeto activo y su consecuente resultado
antijurídico. Modulado, desde luego, por el artículo 21 de la misma obra
sustancial citada, en cuanto esa conducta (idónea, adecuada, proporcional y
eficaz para producir el resultado) tenía que nacer de su acción u omisión. Si
como resultado, por ejemplo, de la conducta de A deviene el fallecimiento de
B, no se puede condenar a C, porque allí nunca existió nexo causal alguno o
si lo hubo se difuminó, que es en últimas el criterio del defensor.

Se hablaba por aquellas décadas de un comportamiento humano que


modificara el mundo exterior con un resultado típico, por eso se denominaban
y quizás hoy por hoy se siguen identificando como delitos de resultado, pero
con otro trasfondo dogmático. Desde luego, fue el filósofo y economista de
origen inglés Stuart Mill, (1803- 1873), quien acuñó el tema en comento,
cuando afirmó que "causa… es el antecedente necesario y suficiente de un
fenómeno”

No le mereció ningún comentario al actor las teorías sobre el nexo de


causalidad: 1) la condictio sine qua non o de la equivalencia de las
condiciones, 2) la causa eficiente, 3) la causalidad adecuada, 4) la causalidad
humana exclusiva, 4) la condición calificada por el peligro; con el objeto
inmediato de demostrar ¿por qué motivo su representado era inocente?, tal y
como lo aseveró.

Es por ello que la jurisprudencia viene insistiendo que para constatar la


causalidad natural se requieren unas pautas mínimas, por lo tanto, jamás
serán suficientes para la atribución de un resultado antijurídico. Conforme
con esto, una vez determinado el nexo, es imprescindible confrontar si por
causa del agente se creó o incrementó el riesgo jurídicamente desaprobado
para la producción del resultado. Conforme a estos postulados, comprobada
la necesaria causalidad natural, la imputación del resultado requiere además
verificar si la acción del autor ha generado o incrementado un peligro
jurídicamente desaprobado para la producción del resultado lesivo.

De acuerdo en un todo con el Delegado, puede anunciarse, desde ya, si se


quiere, en rigor dogmático que las dos escuelas benefician a su mandante,
pero aún más lo es la teoría de la imputación objetiva, por cuanto, recoge
exigencias normativas, algunas disciplinadas en la Ley 599 de 2000, como la
posición de garante, sin la cual, se haría más compleja la valoración de la
responsabilidad del médico condenado; pero jamás como lo argumentó el
defensor, acusando una violación al debido proceso por inaplicación del
postulado de favorabilidad de tesis causalistas que jamás construyó. (21.770
del 30 de Junio de 2004)

PONENTE(S) : DR.JAVIER DE JESUS ZAPATA ORTIZ

Sentencia Casación
FECHA : 28/10/2009
DECISION : Sicasa, confirma sentencia absolutoria de 1a
instancia, compulsa copias........
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 32582
PUBLICADA : Si
09/11/2009

IMPUTACION OBJETIVA-Aplicación en delitos culposos y dolosos

Finalmente, los cuestionamientos del censor porque el Tribunal hizo alusión a


la teoría de la imputación objetiva, que en su criterio sólo puede aplicarse a
los delitos culposos, pero no a los comportamientos que emergen
eminentemente dolosos, son desacertados, pues se trata de una teoría
aplicable a cualquier comportamiento delictivo, independientemente de la
modalidad de la conducta.

PONENTE(S) : DR.SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

Auto Casación
FECHA : 09/11/2009
DECISION : Inadmite demanda de casación
DELITOS : Falsedad en documento privado, Fraude
procesal
PROCESO : 32967
PUBLICADA : No

11/11/2009

CONTRATACION ADMINISTRATIVA-Delegación: Prohibición de regreso/


PROHIBICION DE REGRESO-Delegación en contratación/


En estas condiciones se torna inoficioso analizar si en el presente caso opera o
no el postulado de la prohibición de regreso, aplicable fundamentalmente
cuando la conducta que desencadena el resultado punible es imprudente,
según lo ha establecido la Corte al fijar su alcance en los siguientes términos:

“La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus


inicios para corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones
en materia de causalidad material-, afirma que cuando una
persona realiza una conducta culposa, irrelevante o inocua para
el derecho penal, y con ella facilita, propicia o estimula la
comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto si
tiene posición de garante, excede los límites del riesgo permitido y
conoce la posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por
parte de la otra”(1) (Énfasis agregado).
Como corolario de todo lo expuesto, estima la Sala que se encuentra
acreditado suficientemente, en grado de certeza, tanto la realización dolosa de
múltiples conductas de contrato sin cumplimiento de requisitos legales por
…, a título de determinador, como la antijuridicidad, lo cual impone proferir
en su contra sentencia condenatoria, dada además la forma autónoma como
optó por apartarse del derecho.
_______________________
(1) CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Sala de Casación Penal, Sentencia de casación
del 4 de abril de 2003, Radicado Nº 12.742; Sentencia de 2ª. Instancia del 3
de octubre de 2007, Radicado Nº 28.326; y Sentencias de casación del 18 de
junio de 2008, Radicado Nº 27.680, y del 12 de agosto de 2009, Radicado
32.053.

PONENTE(S) : DR.YESID RAMIREZ BASTIDAS

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 11/11/2009
DECISION : Condena a 24 años de prisión, niega
suspención condicional de la ejecución de la
DELITOS : Prevaricato por acción, Contrato sin cump. de
requisitos legales, Peculado por apropiación en fvor de terceros
PROCESO : 31190
PUBLICADA : No

11/11/2009

PRINCIPIO DE CONFIANZA-No aplica respecto de menores

1) Ahora bien, la omisión que denuncia el recurrente no existe, además,


porque se aprecia de manera nítida que los jueces analizaron detalladamente
la hipótesis planteada por el agente de la Policía Nacional que conoció del
accidente, según la cual la responsabilidad pudo ser de la víctima . Dicha
tesis fue ampliamente desarrollada por los funcionarios judiciales, quienes al
unísono la desestimaron, tras efectuar un ponderado análisis sobre el
principio de confianza y cómo éste no aplica respecto de menores, en
particular cuando de circulación vehicular se trata (fl. 308-310; 264-265).
____________________________________________________________________________
_________________

PONENTE(S) : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES


Auto Casacion
FECHA : 11/11/2009
DECISION : Inadmitir la demanda de casacion presentada
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 32275
PUBLICADA : No

09/12/2009

IMPUTACION OBJETIVA-Superación del riesgo permitido

1. La superación del riesgo jurídicamente desaprobado es por lo general


impune o atípica, a menos que produzca un resultado dañoso, evento en el
cual se convierte en conducta punible, o que el legislador haya anticipado el
juicio de reproche, sancionando el mero peligro (en sus modalidades de
peligro abstracto, peligro concreto o peligro hipotético).

PONENTE(S) : DR.JOSÉ LEONIDAS BUSTOS


MARTÍNEZ

Sentencia Segunda Instancia


FECHA : 09/12/2009
DECISION : Confirma en su integridad el fallo
condenatoria
DELITOS : Prevaricato por acción
PROCESO : 31784
PUBLICADA : No

17/02/2010

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Aplicación

1. Sin entrar en la discusión respecto de si el principio de confianza extiende


su aplicación también a conductas dolosas, su reconocimiento parte del
supuesto de que el agente que lo invoca ha cumplido a cabalidad con todas
las actividades propias de su rol, de manera que no se le puede imputar, ni la
creación ni la agravación de riesgos jurídicamente desaprobados, en tanto la
realización del riesgo en el resultado resulta imputable a otra persona; con lo
cual, el reconocimiento del aludido principio de confianza está sujeto a la
prueba del cumplimiento de las expectativas de comportamiento de quien en
él se ampara, y a su vez, de la prueba de la defraudación de los ámbitos de
comportamiento de otro sujeto.

______________________________________________
(1) Entre otras providencias, sentencia de casación del 11 de julio de 2000,
radicado 12.758.

PONENTE(S) : DR.JOSÉ LEONIDAS BUSTOS


MARTÍNEZ
Auto Segunda Instancia
FECHA : 17/02/2010
DECISION : Confirma en su integridad el fallo apelado.
DELITOS : Peculado por apropiación
PROCESO : 32254
PUBLICADA : Si

21/06/2010

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Aplicación

Por manera que la exigencia del tipo penal de verificar el cumplimiento de los
requisitos legales del contrato, no se puede soslayar con la manifestación del
responsable de la celebración del contrato, en que confió en la actuación de
sus subalternos o en el hecho de haber obrado de buena fe, para de esta
forma salir avante de la responsabilidad penal que le cabe; mucho menos
cuando ni siquiera cumplió con el deber de leer el contrato suscrito, lo que
hace inviable la aplicación del principio de confianza, por cuanto su aplicación
parte del supuesto de que quien lo invoca ha satisfecho las normas de
comportamiento que en el caso preciso de él se esperaban, lo cual no ocurrió
en este evento.

La Corte ha sido reiterativa en señalar que los principios de confianza


y buena fe no eximen de responsabilidad al procesado, por manera
que(1) “Cuando la función de celebrar contratos normativamente
radica en un específico servidor público y no ha sido expresamente
delegada en otro, sino que, como en este caso, sólo ha delegado en
funcionario de menor rango el deber de adelantar los trámites previos
a la celebración del contrato, se exige por el ordenamiento que
despliegue la máxima diligencia y cuidado al momento de adoptar la
decisión final que le corresponde, pues en ese instante reasume la
administración del riesgo y por ende se hace responsable de realizar
una conducta prohibida, ya que la normatividad exige que sus
actuaciones estén presididas por el cumplimiento de los principios y
valores constitucionales, los fines de la contratación, la protección de
los derechos de la entidad que representa, las reglas sobre
administración de bienes ajenos y los postulados de la ética y la
justicia”(2).

Es que la administración pública tiene un desempeño complejo, pues


requiere la intervención de numerosos funcionarios, pero no por ello,
puede escudarse la defensa en el principio de confianza y buena fe,
dado que la función del procesado no se agotaba con el examen formal
de la actuación, ni con la firma mecánica de los contratos, y por el
contrario, su deber ineludible radicaba en “ observar” o “verificar” el
cumplimiento de los requisitos legales esenciales antes de proceder a
la “tramitación”, “celebración” o “liquidación” del contrato”
(subrayas fuera de texto).

___________________________________
(1) Sentencia del 6 de mayo de 2009, Radicado N° 25.495.

(2) Auto del 20 de agosto de 2002 ,Radicado No. 18.029.

PONENTE(S) : SALA DE CASACION PENAL

Sentencia Unica Instancia


FECHA : 21/06/2010
DECISION : Condena, no condena en perjuicios, niega
subrogado
DELITOS : Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 30677
PUBLICADA : No

28/07/2010

CAUSALIDAD-Relación de causalidad

3) Si bien es cierto que la causalidad (en tanto ley, fenómeno empírico o hecho
natural) ha sido cuestionada desde los albores del siglo XX en razón del
desarrollo del conocimiento científico (tanto en el ámbito de las partículas
subatómicas -física cuántica- como en el del cosmos -teoría de la relatividad),
también lo es que ello no ha sido obstáculo para que, en la vida cotidiana, su
importancia continúe vigente. Por el contrario, constituye el primer paso,
necesario mas no suficiente, para efectos de atribuir el resultado previsto en
el tipo como obra o consecuencia de la conducta de determinada persona.
De ahí que el epígrafe del artículo 23 del Código Penal Militar defina a la
causalidad como un "presupuesto mínimo de imputación", o que el cuerpo
final del inciso 1º del artículo 9 de la Ley 599 de 2000 señale que ésta "por sí
sola no basta para la imputación jurídica del resultado", o que incluso en la
doctrina se sostuviese que "el primer presupuesto de la realización del tipo es
siempre que el autor haya causado el resultado"(2) .

Lo anterior implica que no toda afectación a un bien jurídico causada por el


comportamiento humano tiene repercusiones penales. Por ejemplo, en el
hipotético caso de quien manda a otra persona al bosque cuando se aproxima
una tormenta y con la esperanza de que lo fulmine un rayo(3) , es correcto
afirmar que, si se produce la muerte, la acción de enviar concurrió como
"causa", pero el tipo objetivo no podría ser atribuido, toda vez que en el
resultado no fue trascendente la causalidad, sino la simple casualidad o, lo
que es lo mismo, el caso fortuito(4) , figura acerca de la cual la Corte ha
sostenido lo siguiente:

"Cuando se hace alusión a un caso fortuito, lo que se quiere expresar [...] es


que la lesión o puesta en peligro del bien jurídico no se puede determinar en
el ámbito de competencia de persona alguna, entendida ésta como la
portadora de un rol socialmente comprensible, o bien la imposibilidad de
establecer una relación entre el sujeto activo y el resultado típico para que se
le pueda atribuir al primero como "obra suya" lo segundo. Es decir, el caso
fortuito se refiere directamente a circunstancias en las que desde el punto de
vista dogmático se presenta una ausencia de acción (5)" .

En este orden de ideas, la imputación al tipo objetivo tan sólo se configura


cuando, establecida la relación de causalidad, es viable predicar en el sujeto
agente (i) la creación de un peligro para el objeto de la acción que sea
jurídicamente desaprobado y (ii) la realización de dicho riesgo en el resultado
obtenido.

_______________
(1) Sentencia de 14 de octubre de 2009, radicación 26266.
(2) Roxin, Claus, Derecho penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La
estructura de la teoría del delito, Civitas, Madrid, 1997, § 11, 1.
(3) Formulado en principio por Traeger, era presentado como la conducta del
tío que con la intención de heredarlo envía a su sobrino a una colina llena de
árboles para que muera por un rayo, pero en la actualidad se formula como la
del sobrino que convence a su tío de hacer lo propio. Cf. Schünemann, Bernd,
Temas actuales y permanentes del derecho penal después del milenio, Tecnos,
Madrid, 2002, p. 73.
(4) Es de anotar que la solución del caso de la tempestad varía dependiendo
del esquema de la teoría del delito que se maneje. En el finalismo, se resolvía
negando la "voluntad homicida", o el dolo de matar (Welzel, Hans, Derecho
penal alemán, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1970, p. 97). De acuerdo
con la teoría de la imputación al tipo objetivo, faltaría la creación de un
peligro no abarcado por el riesgo permitido (Roxin, Op. cit., § 11, 45).
(5) Sentencia de 5 de diciembre de 2007, radicación 26513.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 28/07/2010
DECISION : No casa el fallo de segunda Instancia
DELITOS : Lesiones personales
PROCESO : 33116
PUBLICADA : No

28/07/2010

IMPUTACION OBJETIVA-Elementos para su existencia

Si bien es cierto que la causalidad (en tanto ley, fenómeno empírico o hecho
natural) ha sido cuestionada desde los albores del siglo XX en razón del
desarrollo del conocimiento científico (tanto en el ámbito de las partículas
subatómicas -física cuántica- como en el del cosmos -teoría de la relatividad),
también lo es que ello no ha sido obstáculo para que, en la vida cotidiana, su
importancia continúe vigente. Por el contrario, constituye el primer paso,
necesario mas no suficiente, para efectos de atribuir el resultado previsto en
el tipo como obra o consecuencia de la conducta de determinada persona.

De ahí que el epígrafe del artículo 23 del Código Penal Militar defina a la
causalidad como un "presupuesto mínimo de imputación", o que el cuerpo
final del inciso 1º del artículo 9 de la Ley 599 de 2000 señale que ésta "por sí
sola no basta para la imputación jurídica del resultado", o que incluso en la
doctrina se sostuviese que "el primer presupuesto de la realización del tipo es
siempre que el autor haya causado el resultado"(2).

Lo anterior implica que no toda afectación a un bien jurídico causada por el


comportamiento humano tiene repercusiones penales. Por ejemplo, en el
hipotético caso de quien manda a otra persona al bosque cuando se aproxima
una tormenta y con la esperanza de que lo fulmine un rayo(3) , es correcto
afirmar que, si se produce la muerte, la acción de enviar concurrió como
"causa", pero el tipo objetivo no podría ser atribuido, toda vez que en el
resultado no fue trascendente la causalidad, sino la simple casualidad o, lo
que es lo mismo, el caso fortuito(4) , figura acerca de la cual la Corte ha
sostenido lo siguiente:
"Cuando se hace alusión a un caso fortuito, lo que se quiere expresar [...] es
que la lesión o puesta en peligro del bien jurídico no se puede determinar en
el ámbito de competencia de persona alguna, entendida ésta como la
portadora de un rol socialmente comprensible, o bien la imposibilidad de
establecer una relación entre el sujeto activo y el resultado típico para que se
le pueda atribuir al primero como "obra suya" lo segundo. Es decir, el caso
fortuito se refiere directamente a circunstancias en las que desde el punto de
vista dogmático se presenta una ausencia de acción (5)”.

En este orden de ideas, la imputación al tipo objetivo tan sólo se configura


cuando, establecida la relación de causalidad, es viable predicar en el sujeto
agente (i) la creación de un peligro para el objeto de la acción que sea
jurídicamente desaprobado y (ii) la realización de dicho riesgo en el resultado
obtenido.
________________________________.
(2) Roxin, Claus, Derecho penal. Parte general. Tomo I. Fundamentos. La
estructura de la teoría del delito, Civitas, Madrid, 1997, § 11, 1.
(3) Formulado en principio por Traeger, era presentado como la conducta del
tío que con la intención de heredarlo envía a su sobrino a una colina llena de
árboles para que muera por un rayo, pero en la actualidad se formula como la
del sobrino que convence a su tío de hacer lo propio. Cf. Schünemann, Bernd,
Temas actuales y permanentes del derecho penal después del milenio, Tecnos,
Madrid, 2002, p. 73.
(4) Es de anotar que la solución del caso de la tempestad varía dependiendo
del esquema de la teoría del delito que se maneje. En el finalismo, se resolvía
negando la "voluntad homicida", o el dolo de matar (Welzel, Hans, Derecho
penal alemán, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1970, p. 97). De acuerdo
con la teoría de la imputación al tipo objetivo, faltaría la creación de un
peligro no abarcado por el riesgo permitido (Roxin, Op. cit., § 11, 45).
(5) Sentencia de 5 de diciembre de 2007, radicación 26513.

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 28/07/2010
DECISION : No casa el fallo de segunda Instancia
DELITOS : Lesiones personales
PROCESO : 33116
PUBLICADA : No

03/08/2010

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción
1) Recuérdese que la pretendida aplicación del principio de confianza como
circunstancia excluyente de responsabilidad parte de suponer que quien se
comporta en el tráfico jurídico, por ejemplo, en ámbitos laborales donde opera
la división de trabajo, conforme a las normas preestablecidas puede confiar en
que todos los participantes en él también lo hagan, a no ser que
fundadamente se pueda suponer lo contrario porque quizá la actividad no esté
demarcada y no los cubra el mismo peligro creado o incrementado con la
infracción.
_____________________________________________________________________

PONENTE(S) : DRA.MARIA DEL ROSARIO GONZALEZ


DE LEMOS

Auto Casación
FECHA : 03/08/2010
DECISION : Se inadmite la demanda de casación
DELITOS : Tentativa de extorsión
PROCESO : 34643
PUBLICADA : No

04/08/2010

PRINCIPIO DE CONGRUENCIA-Técnica en casación/

1. "La técnica en la proposición de la incongruencia entre la resolución de


acusación y la sentencia, demandable en casación a través de la casual
segunda de casación por él propuesta, le impone como deber precisar en el
libelo el vicio en el que incurrió el fallo, lo cual ha de hacerse a través de la
confrontación de uno y otro acto procesal (calificación-variación y sentencia),
para evidenciar si la falta de unidad es con los hechos (unidad fáctica) o con
la calificación de la conducta punible (unidad jurídica), proponiendo la
solución que en estos casos autoriza la ley (fallo de reemplazo), pues es de la
esencia de esta causal que quien la alega acepta, sin cuestionamientos, el
cargo o los cargos formulados, porque a lo que se dirige la denuncia de
inconsonancia es a que el juzgador respete el marco de la acusación
regresando la imputación al ámbito por el cual se formuló(2)".
_________________________________________________
(2) Ib. Radicación.

PONENTE(S) : DR.SIGIFREDO ESPINOSA PÉREZ

Auto Casaciòn
FECHA : 04/08/2010
DECISION : Inadmite demanda presentada
DELITOS : Destrucción, supr. y ocult. de doc. público,
Violencia contra servidor público
PROCESO : 34468
PUBLICADA : No

15/09/2010

IMPUTACION OBJETIVA-Prohibición de regreso

En materia de delito culposo opera la denominada "prohibición de regreso", en


virtud de la cual partiendo del hecho imprudente o doloso que determinó el
resultado lesivo no es procedente "regresar" a buscar el origen de aquél; en
otras palabras, no es posible pregonar la responsabilidad de quien puso la
causa de la causa que generó el resultado, pues ello llevaría a desentrañar un
número indeterminado de cadenas causales. Sobre esta figura, la Corte ha
dicho que "su idea central, es la de negar la imputación de comportamientos
inofensivos cuando han sido aprovechados por el agente para la comisión del
delito (2)”, y ha efectuado las siguientes precisiones:

"La teoría de la prohibición de regreso, de larga data -hecha en sus inicios


para corregir la teoría de la equivalencia de las condiciones en materia de
causalidad material- afirma que cuando una persona realiza una conducta
culposa, irrelevante o inocua para el derecho penal, y con ella facilita, propicia
o estimula la comisión de un delito doloso o culposo por parte de otra, no le es
imputable el comportamiento criminoso de esta última, excepto, si tiene
posición de garante, excede los límites del riego permitido y conoce la
posibilidad de comisión de delito doloso o culposo por parte de la otra(3)" .

Es cierto que el concepto de prohibición de regreso ha sido flexibilizado


últimamente, pues no siempre "el autor de la causa de la causa" resulta
impune: la posición de garante, el principio de confianza y el riesgo permitido
constituyen, entre otros criterios de imputación objetiva, los límites a la
aplicación de dicha teoría ; es así como se ha admitido que no opera la
prohibición de regreso en los delitos contra la administración pública, cuando
el agente tiene posición de garante frente al bien jurídico (Ibid).

-------------------------------------------------------------
2) Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, sentencia de 18 de
junio de 2008, radicación No. 27680.
3) Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal, sentencia del 4 de abril
de 2003, radicación No. 12742.

PONENTE(S) : DR.JORGE LUIS QUINTERO MILANES

Auto Casación
FECHA : 15/09/2010
DECISION : Se inadmite la demanda presentada
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 32463
PUBLICADA : No

16/03/2011

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción

1. como se sabe, la organización de la sociedad actual se basa en el reparto de


roles, de suerte que cada individuo tiene asignado uno y conforme a él se
espera que se comporte de determinada manera en cada concreta situación.
Lo anterior se traduce en que en el marco de una cooperación con división del
trabajo, en el ejercicio de cualquier actividad especializada o profesión,
cuando una persona observa los deberes que le son exigibles en el desarrollo
de su rol y es otra perteneciente al respectivo grupo la que no respeta las
normas o las reglas de la actividad y a consecuencia de ello sobreviene un
resultado lesivo de un bien jurídico, no puede haber juicio de reproche en
relación con el obrar de la primera en virtud del llamado principio de
confianza, según el cual el hombre normal espera que los demás actúen de
acuerdo con los mandatos legales dentro de su competencia.

Dicho de otra forma, si en una concreta situación se entiende que existe el


principio de confianza, será lícito obrar como si los otros participantes
(intervinientes) también actuaran de modo correcto, aunque no lo hagan, pero
siempre y cuando que quien se escuda en el principio de confianza haya
acomodado su actuación a las normas que disciplinan la concreta actividad.
__________________

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Auto Casaciòn
FECHA : 16/03/2011
DECISION : Se inadmite la demanda de casaciòn
DELITOS : Peculado culposo
PROCESO : 32071
PUBLICADA : No

25/05/2011

CAUSALIDAD-Relación de causalidad
3. Por lo demás, la temática que expone el recurrente alude a las teorías sobre
la causalidad y la imputación jurídica del resultado, las cuales no son ajenas
a las decisiones de la Corte.

PONENTE(S) : DR.JOSÉ LEONIDAS BUSTOS


MARTÍNEZ

Auto Casación
FECHA : 25/05/2011
DECISION : Inadmite la demanda
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 36509
PUBLICADA : No

10/08/2011

DELITO CULPOSO-Riesgo permitido/ IMPUTACION OBJETIVA-Riesgo no


permitido/ IMPUTACION OBJETIVA-Principio de confianza/ IMPUTACION
OBJETIVA-Riesgo permitido/ PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción/
IMPUTACION JURIDICA-Autor o partícipe: Puede ser modificada por la
autopuesta en peligro de la víctima/ PRINCIPIO DE CONFIANZA-Fenómeno de
la elevación del riesgo/

1. En el presente evento la discusión que subyace en la censura está


vinculada con la imputación de responsabilidad en el llamado delito
imprudente, motivo por el que superadas las falencias en las que incurre el
actor en la presentación de los yerros probatorios, y establecidas
objetivamente las constantes del suceso histórico, lo que corresponde
determinar es cuál de los comportamientos observados por los conductores de
los rodantes implicados fue el determinante de los resultados típicos.
De ahí que, entonces, para la solución del caso, la oportunidad se ofrece
propicia para reiterar la doctrina de la Sala (1) acerca de la imputación al tipo
objetivo y la creación del riesgo no permitido en el delito imprudente.

2. Ha puntualizado la Corteb (2) que la Ley 599 de 2000, en el Título


dedicado a las normas rectoras, en su artículo 12, prevé como característica
del hecho punible el "principio de culpabilidad", en el sentido de que no
pueden imponerse penas sin dolo, culpa o preterintención, y que en el
ordenamiento jurídico penal colombiano está erradicada toda forma de
responsabilidad objetiva. A su vez el artículo 9 ídem, señala que para que la
conducta sea punible se requiere que sea típica, antijurídica y culpable,
advirtiendo perentoriamente que la causalidad por sí sola no basta para la
imputación jurídica del resultado.
Desde esa perspectiva es claro que la responsabilidad penal es una
consecuencia directa de la culpabilidad, entendida como una categoría
político-jurídica de raigambre constitucional, dado que constituye el contrario
de la presunción de inocencia, según la cual, conforme al artículo 29 de la
Carta, "Toda persona se presume inocente mientras no se la haya declarado
judicialmente culpable".

…. Según lo prevé el actual ordenamiento penal sustantivo (Ley 599 de 2000,


artículo 21), en el sistema colombiano se es responsable por conductas
punibles dolosas, culposas o preterintencionales, pero en los dos últimos
eventos sólo en los casos taxativamente señalados por el legislador.

3. En tratándose del delito culposo, el artículo 37 del Decreto Ley 100 de


1980, lo definía como el hecho punible realizado por el sujeto activo con falta
de previsión del resultado previsible o con la confianza de poder evitarlo.
En esa acepción del delito culposo, se consideraba a la imprudencia como una
forma de culpabilidad fundada en criterios subjetivos, como la "previsibilidad"
(4) , o en los mecanismos generadores de la culpa como la "negligencia" e
"impericia" (5) ; sin embargo, como tal noción presentaba alguna dificultad
para la construcción coherente de una teoría general del delito, la doctrina fue
desplazando los criterios de realización del delito culposo hacia aspectos más
objetivos, situados en la categoría de la tipicidad, con la introducción y
consolidación del concepto de la "infracción al deber objetivo de cuidado" (6) ,
noción que igualmente fue acogida en la jurisprudencia de la Corte, al
señalar:

"El delito culposo, por su parte, consiste en que la comisión del punible se
encuentra acompañada de la omisión del deber de cuidado ya sea por la
negligencia, la imprudencia, la violación de reglamentos o la impericia del
agente" (7) .

Y que,
"La violación al deber de cuidado objetivo se evalúa siempre dentro de un
ámbito situacional determinado, es decir, por medio de un juicio de la
conducta humana en el contexto de relación en el cual se desempeñó el actor,
y no en el aislamiento de lo que éste hizo o dejó de hacer" (8) .

Al entrar en vigencia la Ley 599 de 2000, el legislador, atendiendo el


desarrollo y avances de las dos aludidas fuentes generales de derecho
-doctrina y jurisprudencia-, señaló en su artículo 23 que "La conducta es
culposa cuando el resultado típico es producto de la infracción al deber
objetivo de cuidado y el agente debió haberlo previsto por ser previsible, o
habiéndolo previsto, confió en poder evitarlo", concepción del delito
imprudente que debe entenderse armonizada con dos postulados, aludidos en
precedencia, erigidos como normas rectoras prevalentes y orientadoras de la
interpretación del sistema penal, según las cuales "La causalidad por si sola
no basta para la imputación jurídica del resultado" y "toda forma de
responsabilidad objetiva" se encuentra proscrita o erradicada (artículos 9, 12
y 13 ídem).
De acuerdo con lo anterior, el injusto culposo está integrado por componentes
objetivos -descriptivos o normativos-, y por elementos o aspectos subjetivos.
Los componentes objetivos o normativos que lo integran son: sujeto activo
-que es indeterminado o calificado, como sucede, por ejemplo, en el peculado
culposo-; acción extratípica, constituida por la infracción al deber objetivo de
cuidado; realización de un resultado lesivo y relevante -descrito en la norma
penal imputada-, y la relación de causalidad o nexo de determinación -la
transgresión al deber objetivo de cuidado y el resultado típico deben estar
vinculados por una relación de determinación, es decir, la vulneración del
deber ocasiona el resultado-.
Hay que aclarar que la utilización del legislador de la expresión "infracción al
deber objetivo de cuidado", no significa que ese elemento de la culpa sólo
pueda concebirse objetivamente con prescindencia de lo subjetivo, pues la
misma norma legal recalca la previsibilidad del agente respecto del resultado,
lo cual va ligado a consideraciones eminentemente subjetivas.
Ahora bien, como no hay un catálogo de deberes para cada una de las
actividades de interacción social, el operador jurídico está obligado, en cada
caso particular, a remitirse a las fuentes que sirven de directrices para
establecer si se configura o no el elemento en examen, desarrolladas tanto por
la doctrina como por la jurisprudencia, y que se resumen en las siguientes:

"…El autor debe realizar la conducta como lo haría una persona razonable y
prudente puesta en el lugar del agente, de manera que si no obra con arreglo
a esas exigencias infringirá el deber objetivo de cuidado. Elemento con el que
se aspira a que con la observancia de las exigencias de cuidado disminuya al
máximo los riesgos para los bienes jurídicos con el ejercicio de las actividades
peligrosas, que es conocido como el riesgo permitido.
"…Las normas de orden legal o reglamentaria atinentes al tráfico terrestre,
marítimo, aéreo y fluvial, y a los reglamentos del trabajo, dirigidas a
disciplinar la buena marcha de las fuentes de riesgos.
"…El principio de confianza que surge como consecuencia de la anterior
normatividad, y consiste en que quien se comporta en el tráfico de acuerdo
con las normas puede y debe confiar en que todos los participantes en el
mismo tráfico también lo hagan, a no ser que de manera fundada se pueda
suponer lo contrario.
"Apotegma que se extiende a los ámbitos del trabajo en donde opera la
división de funciones, y a las esferas de la vida cotidiana, en las que el actuar
de los sujetos depende del comportamiento asumido por los demás.
"…El criterio del hombre medio, en razón del cual el funcionario judicial
puede valorar la conducta comparándola con la que hubiese observado un
hombre prudente y diligente situado en la posición del autor. Si el proceder
del sujeto agente permanece dentro de esos parámetros no habrá violación al
deber de cuidado, pero si los rebasa procederá la imprudencia siempre que
converjan los demás presupuestos típicos" (9) .

Respecto de los elementos subjetivos en el delito imprudente, la presencia de


contenidos de esa naturaleza es clara. En efecto, en cuanto al aspecto volitivo,
el resultado típico debe corresponder a una causalidad distinta de la
programada para el acto al que dirigió su voluntad el agente, y respecto del
elemento cognoscitivo, es condición que el autor haya tenido la posibilidad de
conocer el peligro que la conducta representa para los bienes jurídicos y de
prever el resultado con arreglo a esa cognición.
Así, entonces, si se comprende que el delito imprudente puede ubicarse en la
tipicidad, más concretamente en la acción, habrá que interactuar con el
concepto de riesgo permitido, con la invariable constatación de elementos
subjetivos que acompañan el punible en estudio, en su descripción subjetiva,
como es el de conocer el riesgo y su consecuente cuidado debido,
adicionándosele el desvalor de resultado o el daño propiamente ocasionado,
siendo por ello que el código establece que la causalidad por sí sola no basta
para la producción del resultado.
En conclusión, de acuerdo con la evolución doctrinaria y jurisprudencial del
delito imprudente, lo esencial de la culpa no reside en actos de voluntariedad
del sujeto agente, superando así aquellas tendencias ontologicistas que
enlazaban acción y resultado con exclusivo apoyo en las conocidas teorías de
la causalidad -teoría de la equivalencia, conditio sine qua non, causalidad
adecuada, relevancia típica-, sino en el desvalor de la acción por él realizada,
signado por la contrariedad o desconocimiento del deber objetivo de cuidado,
siempre y cuando en aquella, en la acción, se concrete, por un nexo de
causalidad o determinación, el resultado típico, es decir, el desvalor del
resultado, que estuvo en condiciones de conocer y prever el sujeto activo.
En la doctrina penal contemporánea, la opinión dominante considera que la
realización del tipo objetivo en el delito imprudente (o, mejor dicho, la
infracción al deber de cuidado) se satisface con la teoría de la imputación
objetiva, de acuerdo con la cual cuando un comportamiento ha creado un
peligro para el objeto de la acción no abarcado por el riesgo permitido y a
consecuencia de dicho peligro se realiza un concreto resultado lesivo, tal
hecho le es jurídicamente atribuible al sujeto agente.
Lo anterior significa que si la infracción al deber de cuidado se concreta en el
desconocimiento de la norma de cuidado inherente a actividades en cuyo
ámbito se generan riesgos o puesta en peligro de bienes jurídicamente
tutelados, es necesario fijar el marco en el cual se realizó la conducta y
señalar las normas que la gobernaban, a fin de develar si mediante la
conjunción valorativa ex ante y ex post, el resultado que se produjo, puede ser
imputado al comportamiento del procesado.
En otras palabras, frente a una posible conducta culposa, el juez, en primer
lugar, debe valorar si la persona creó un riesgo jurídicamente desaprobado
desde una perspectiva ex ante, es decir, teniendo que retrotraerse al momento
de realización de la acción y examinando si conforme a las condiciones de un
observador inteligente situado en la posición del autor, a lo que habrá de
sumársele los conocimientos especiales de este último, el hecho sería o no
adecuado para producir el resultado típico (10) .
En segundo lugar, el funcionario tiene que valorar si ese peligro se realizó en
el resultado, teniendo en cuenta todas las circunstancias conocidas ex post.
_________________________
1. Cfr. Sentencias de 8 de noviembre de 2007 y 22 de mayo de 2008,
radicaciones Nº 27388 y 27357, respectivamente.
2. Cfr. Sentencias de 18 de junio de 2008 y 24 de noviembre de 2010,
radicaciones Nº 29000 y 31580, respectivamente.
3. Bustos Ramírez, Juan - Hormazábal Malarée, Hernán. "Teoría político-
criminal del sujeto responsable" en Lecciones de Derecho Penal. Vol. I. P. 153
y ss. y Vol. II, p. 311 y ss. Ed. Trotta. 1997.
4. Carrara, Francesco, Programa de derecho criminal I, Temis, Bogotá, 1996, §
80.
5. Reyes Echandía, Alfonso, Derecho penal. Parte general, Temis, Bogotá,
1987, pág. 218-222.
6. Welzel, Hans, Derecho penal alemán. Parte general, Editorial Jurídica de
Chile, 1970, pág. 187 y ss.
7. Cfr. Sentencia de 23 de noviembre de 1995, Radicación Nº C9476.
8. Cfr. Sentencia de 16 de septiembre de 1997, Radicación Nº 12655rc.
9. Cfr. Sentencia de 24 de octubre de 2007, Radicación Nº 27325.
10. Molina Fernández, Fernando, Antijuridicidad penal y sistema de delito, J.
M. Bosch, Barcelona, 2001, pág. 378

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Sentencia Casación
FECHA : 10/08/2011
DECISION : No Casa la Sentencia, Casa de Oficio y
Parcialmente fallo de 2 Grado,
DELITOS : Lesiones personales culposas
PROCESO : 36554
PUBLICADA : Si
DETALLE PUB. : segundo semestre de 2011

26/10/2011
PRINCIPIO DE CONFIANZA-Noción/ IMPUTACION OBJETIVA-Noción
/IMPUTACION OBJETIVA-Autopuesta en peligro/ IMPUTACION OBJETIVA-
Prohibición de regreso

1. Frente a la temática objeto del recurso, es pertinente recordar que antes de


la vigencia de la ley 599 de 2000, la Sala en la resolución de casos sometidos
a su consideración, había dicho que en las actividades con participación
plural de personas la división del trabajo tiene soporte en el principio de
confianza (1) , y que en las intervenciones quirúrgicas de pacientes debe
obrarse con sujeción a las cautelas médicas propias de la lex artis (2) ,
principios que pretendían solucionar los problemas de la imputación del
resultado al autor más allá de la simple causalidad, sin que su acogimiento
significara su adscripción a una determinada escuela dogmática.
A partir de la citada ley y de la consagración en su artículo 9º de que la
causalidad por sí sola no basta para la imputación jurídica del resultado, en
un caso concreto afirmó que la imputación al autor del suceso por la mera
relación causal desconocía dicho imperativo legal (3), posición que reiteró
agregando la necesidad de tener en cuenta otras "razones" demostrativas de
que el resultado lesivo es "obra suya", esto es que depende del
comportamiento como ser humano (4).
De ese modo, señaló que en el ejercicio de una actividad riesgosa, la
imputación jurídica existe si con su comportamiento el autor va más allá del
riesgo jurídicamente permitido o aprobado y el resultado lesivo es
consecuencia del vínculo causal entre dichos factores (5), y que la imputación
jurídica del resultado exige establecer la relación de causalidad entre la
creación del riesgo al momento de producirse la conducta y el daño producido
(6).
Sobre los presupuestos jurisprudenciales anteriores, ninguna duda existe que
para la imputación jurídica del resultado no basta la mera causalidad, de ahí
que tenga que acudirse a criterios valora normativos que permitan imputarle
a alguien el resultado lesivo como una "obra suya".

.... Recapitulando, el resultado solo puede ser imputado cuando se ha


realizado en él el riesgo jurídico no permitido creado por el autor; como en
este caso, el resultado es atribuible a la conducta de la víctima, no le es
imputable jurídicamente al conductor del bus.

2. bajo el entendido que si el mismo en las actividades de tráfico rodado se


sustenta en que quien obra correctamente espera que otros también lo hagan,
igualmente puede ser aducido por el autor cuya infracción de tránsito no ha
repercutido en el accidente (7); en ese caso, se evita castigar al infractor con la
pérdida del mencionado principio y dar lugar a la responsabilidad objetiva
proscrita del Código.
Conforme con ella, ningún desacierto encuentra su utilización por el Tribunal,
cuando con apoyo en él, la sentencia considera que hubo rompimiento del
nexo causal entre el riesgo creado por el conductor y la generación del riesgo
atribuible a la víctima y "no e[a]l que ejecuta la acción involucrada".

__________________________________
1. Sentencia de segunda instancia, septiembre 14 de 1995; radicación 9973.

2. Casación, octubre 24 de 1995; radicación 9651.

3. Sentencia segunda instancia, diciembre 19 de 2002, radicación 16547.

4. Casación, mayo 20 de 2003, radicación 16636.

5. Casación, mayo 20 de 2003, radicación 16636.

6. Casación, noviembre 24 de 2004, radicación 21241.

7. Derecho Penal, 24, 24; Claus Roxin, Derecho Penal.

PONENTE(S) : DR.LUIS GUILLERMO SALAZAR OTERO

Sentencia Casación Discrecional


FECHA : 26/10/2011
DECISION : No casa
DELITOS : Homicidio culposo
PROCESO : 33286
PUBLICADA : No

26/10/2011

PRINCIPIO DE CONFIANZA-Aplicación

1. Desde el punto de vista jurídico este planteamiento no es convincente,


porque reduce los deberes normativos de selección, control, vigilancia y
seguimiento del superior a uno solo: la escogencia de un funcionario idóneo a
quien pueda delegársele (y también responsabilizarlo por) el cabal
cumplimiento de las funciones, entre ellas las que también eran propias del
seleccionador, como la de vigilancia en la ejecución del convenio. (Fallo de
segunda instancia de 12 de agosto de 2009, radicación 32053.)

PONENTE(S) : DR.JULIO ENRIQUE SOCHA


SALAMANCA

Auto Casación
FECHA : 26/10/2011
DECISION : Inadmite demadna de casación
DELITOS : Peculado por apropiación, Falsedad ideológica
en documento público, Contrato sin cump. de requisitos legales
PROCESO : 37417
PUBLICADA : No

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