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El cerebro humano utiliza más energía que otros órganos

El neurólogo Marcus E. Raichle publicó en Science en 2006 un artículo llamado 'La Energía
oscura del cerebro'."Es un problema de mucha dimensión", apunta Pascual-Leone, "déjame
que te dé cifras para que tengas idea de la magnitud del asunto. El cerebro es
aproximadamente un 2% del peso del cuerpo humano. Sin embargo, consume un 20% de la
energía del organismo humano. Eso, en sí mismo, es llamativo. ¿Para qué demonios
necesita tantísimo?".
La contestación habitual es: porque gracias al cerebro nos relacionamos con el mundo
externo. "Sin duda eso es cierto", apostilla, gracias al cerebro somos capaces de ver. William
James, padre de la psicología moderna, a quien Raichle cita en el artículo, sugiere que
nosotros vemos con los ojos, y oímos con los oídos, pero eso no es cierto. Nuestros ojos
captan una imagen, una información que envían al cerebro y vemos con el cerebro. Lo
mismo con los oídos. Ojos y oídos serían como 'dispositivos' de entrada. Cuando pensamos
en 'dispositivos' de entrada es como si tuviéramos dos camaritas (los ojos) y dos
'microfonitos'(los oídos), pero eso no es cierto, tampoco. Nuestro ojo no es una cámara que
envía todo lo que tiene delante, sino que tiene expectativas. Es una cámara que ve sólo
aquello que tú miras, solo ves aquello que tu cerebro quiere, que espera que veas. Tanto
es así que nuestros ojos reciben mucha más información de la que realmente vemos".
Gran parte de la energía que consume el cerebro, por tanto "no tiene que ver con la
información que entra sino con la que quiere inhibir" revela el científico español, "el
cerebro gasta una enorme cantidad de energía en inhibir información que le entra". Y surge
otra pregunta: para qué deja que entre tanta información. Por qué no filtrarla. "No sabemos
por qué, pero no la filtra. La inhibe luego. Y, en parte tiene un efecto, no está totalmente
inhibida. Pues, aun considerando ese gasto de energía para inhibir, solamente un 2%, más
o menos de la energía, un 1% dice Raichle, la gasta el cerebro en su relación con el mundo
externo. O sea, el 19% del gasto de energía de todo el cuerpo está dedicada a un órgano
que no sabemos para que lo usa. Eso es más, mucho más, de lo que gasta tu corazón, tu
hígado, tu páncreas y todos juntos. Es una cantidad enorme...¿para qué la usamos?"
Esa es la que Marcus llama 'la energía oscura' del cerebro. "Una de las hipótesis más
frecuentes ahora es que eso tiene que ver con la capacidad de auto-referencia, la
concepción del yo, la conciencia, etcétera", dice Pascual-Leone, "pero yo creo que no es así.
Quizá tenga que ver con eso, pero si tiene que ver, será como accidente. Desde el punto de
vista de la evolución, el cerebro, no está diseñado para eso. Quizá resulta que gracias a que
se diseñó así, la casualidad provocó el que nos hiciéramos autoconscientes, pero en realidad
se diseñó para controlar y regular todo el organismo. Yo creo que ésa energía es 'oscura',
solamente porque no sabemos todavía, con seguridad, a qué la dedica el cerebro, pero
dejará de serlo. Llegaremos a saber para qué se usa. A mí me da la impresión de que la
utiliza para apoyar un papel crítico y fundamental que tiene el cerebro para regular
organísticamente la homeostasis del organismo del individuo, o sea, la salud, en el sentido
mas general en el individuo".

¿Cuánta energía consume el cerebro?

El consenso general, según lo observado hasta el momento, dice que el cerebro consume un
20% total de todas las calorías diarias que necesitamos. Puede parecer poco, pero lo cierto es
que es una barbaridad si tenemos en cuenta que el cerebro representa, solo, un 2% del peso
total de nuestro cuerpo. Eso supone usar un cuarto de la glucosa total que poseemos. La glucosa
es el "combustible" inmediato que utilizamos para poder realizar cualquier acción. (También
están las grasas, sustancias más energéticas pero de uso más complejo). En cifras más
concretas, un día normal de un adulto el cerebro puede gastar unos 20 vatios de potencia, lo
que es una cifra considerable para "no mover nada".

Este órgano, de hecho, es el más sensible a la falta de oxígeno y glucosa de todo el cuerpo. Con
solo diez minutos de interrupción de alguno de estos dos elementos ya podemos contar con
daños cerebrales permanentes. Cuando hay una hipoglucemia y el cerebro no recibe una dosis
mínima y constante de glucosa podemos llegar a las pérdidas de consciencia. Pero, insisto, aun
así, no terminamos de entender por qué el cerebro necesita tantísima energía. Por todo ello han
surgido leyendas urbanas como que solo usamos un pequeños potencial del cerebro (esto no es
cierto, lo usamos por completo), o ideas evocadoras como llamada "energía oscura del cerebro",
que no es otra cosa que la forma que tienen algunos de referirse a ese uso desconocido de la
energía que gasta este órgano.

Pero, ¿para qué la usa?

Hasta la fecha solo conseguimos justificar aproximadamente un 10% del total de energía
utilizado por el cerebro. Eso nos deja un 90% problemático. Y es una cifra muy considerable. Un
reciente estudio proveniente de la división de investigación de IBM, y dirigido por J. Kozloski,
trata de justificar esta cifra inaudita de una manera igualmente sorprendente: ¿y si el cerebro
gastase esa energía en recorrer una y otra vez los circuitos neuronales? Cómo si de una señal
redundante, recorriendo una y otra vez el cerebro se tratase, este sistema podría tener sentido.
Dividamos las funciones del cerebro en tres: sensorial (qué sentimos), etológica (qué hacemos
al respecto) y límbica (que significa todo ello para nosotros). Según esta definición, estos tres
aspectos son los encargados de adquirir nueva información. Según el modelo propuesto por
Kozloski, estos tres aspectos son los que "repasa" el cerebro una y otra vez en lo que ha venido
a llamar "Grand loop".
La hipótesis del "Grand loop" podría ayudar a resolver algunas enfermedades
neurodegenerativas. Para comprobar si su hipótesis tiene sentido lo han puesto a prueba con
un simulador de tejido neuronal construido por IBM. Este no es otra cosa que un sistema que
imita mediante algoritmos la forma de funcionar que tienen las neuronas. Por ahora el modelo
parece bastante coherente con lo medido hasta la fecha. Eso no quiere decir que sea correcto,
o al menos en su totalidad. Pero sí indica que el proceso podría ser una de las opciones válidas
para explicar ese 90% de "energía oscura del cerebro" que no podemos explicar. Pero dicho
modelo no solo sirve para poder saciar nuestra curiosidad.

Tal y como explica el propio investigador, el simulador y el modelo propuesto podría ayudar a
resolver otras dudas tales como las que surgen hablando de enfermedades neurodegenerativas.
Enfermedades tales como el Huntington o el Alzheimer son grandes desconocidos a nivel médico
y fisiológico. Por ejemplo, el Huntington ocurre debido a una proteína que desajusta todo el
sistema. Pero no sabemos cómo. Así que, la hipótesis de un "Grand loop" capaz de desajustar
todo el sistema debido a un cambio minúsculo en la transmisión es baste interesante. Por ahora
todo se queda en teorías y modelizaciones, pero hay que admitir que la idea es lo
suficientemente interesante como para tenerla en cuenta. Tenerla en cuenta de una manera
muy seria, por cierto. ¿Quién sabe? Tal vez estemos ante el inicio de un nuevo paradigma de la
neurología que resuelva, de una vez por todas, la duda sobre la dichosa "energía oscura del
cerebro".

BIBLIOGRAFIA:

- Campillo, S. (2016). El misterio energético del cerebro.


Rescatado de https://hipertextual.com/2016/01/misterio-energetico-del-cerebro

- Plasencia, A. (2015). ¿Para qué demonios necesita el cerebro tantísima energía?


Boston (EEUU)
Rescatado de
https://www.elmundo.es/economia/2014/04/04/533e779dca4741bc708b4571.
html
Las neuronas no están unidas físicamente, sino que producen intermediarios químicos que
influyen en el pensamiento

Las neuronas no forman redes continuas, sino que existe un pequeño espacio entre ellas
(sinapsis) que debe atravesar el impulso nervioso para pasar de una neurona a otra.

La sinapsis es la zona de transferencia de información de una neurona a otra. Tiene tres


elementos:

La neurona anterior (componente presináptico), cuyo axón libera neurotransmisores a la


neurona siguiente.

Espacio o hendidura sináptica.

Neurona posterior a la sinapsis (componente postsináptico), que contiene receptores que


captan los neurotransmisores liberados desde otras neuronas.

Dos neuronas adyacentes están unidas mediante la sinapsis. Cuando el impulso nervioso llega
al extremo del axón (componente presináptico), las vesículas que contienen los
neurotransmisores los liberan en la hendidura sináptica, el pequeño espacio que queda entre
las dos neuronas, adhiriéndose a los receptores específicos de las dendritas (componente
postsináptico) de la siguiente neurona.

Tipos de sinapsis

Hay dos tipos de sinapsis: sinapsis eléctricas y sinapsis químicas.

Sinapsis eléctricas

En las sinapsis eléctricas las neuronas están muy próximas y están coenctadas por una proteína
que permite el paso de los iones a de una neurona a la siguiente. La transmisión del impulso es
rápida y directa.

Este tipo de sinapsis es más frecuente en invertebrados, por ejemplo, en muchas reacciones de
huída. También se producen sinapsis eléctricas entre los conos y los bastones de la retina y las
neuronas que los conectan con el nervio óptico.

Sinapsis químicas

En las sinapsis químicas no hay contacto físico entre las neuronas sino que quedan separadas
por un espacio muy pequeño (hendidura sináptica). El extremo del axón se ensancha formando
el botón sináptico o terminal. Allí se encuentran numerosas vesículas (vesículas sinápticas) llenas
de unas sustancias químicas denominadas neurotransmisores.

La llegada de un impulso nervioso a la membrana presináptica provoca una entrada de Ca2+


desde el exterior. El Ca2+ hace que algunas vesículas liberen sus neurotransmisores a la
hendidura sináptica, hasta alcanzar la membrana postsináptica, que tiene receptores específicos
para ese neurotransmisor. Esto provoca en esta neurona la despolarización y, como
consecuencia, un nuevo impulso nervioso.
Neurotransmisores

Un neurotransmisor es una biomolécula que transmite información de una neurona a otra


neurona consecutiva, unidas mediante una sinapsis. Dicho de otra forma, un neurotransmisor
es una sustancia química que se encarga de la transmisión de las señales desde una neurona
hasta la siguiente. Sin los neurotransmisores, no habría conexión química entre neuronas.

El neurotransmisor se libera por las vesículas sinápticas en la extremidad de la neurona


presináptica. Esto ocurre durante la propagación del impulso nervioso. Después, atraviesa el
espacio sináptico y actúa cambiando el potencial de acción en la neurona siguiente (neurona
postsináptica), fijándose en puntos precisos de su membrana plasmática.

Los neurotransmisores nos permiten entender la asociación entre la activación del sistema
nervioso y el comportamiento. No solo tienen importancia para la conservación de las funciones
vitales del cuerpo. El tener una deficiencia o un exceso de algún neurotransmisor puede producir
desórdenes en diferentes planos.

Hasta ahora se ha descubierto que alrededor de cincuenta sustancias químicas pueden actuar
como neurotransmisores. Son muchos los biopsicólogos que creen que, con el tiempo, se
descubrirán varias decenas más. Además, hay indicios que sugieren que por lo menos un
neurotransmisor se puede producir en forma de óxido nítrico. El óxido nítrico es un gas que, a
diferencia de los demás, se encuentra en estado líquido.

Los neurotransmisores guían nuestra vida porque producen la excitación o la inhibición de las
neuronas en distintos grados y con distintas concentraciones. El mismo neurotransmisor puede
activar una neurona cuando se le secreta en cierta parte del cerebro o inhibir su actividad
cuando se produce en otra parte.

BIBLIOGRAFIA: Perez, F. (2018). Los principales neurotransmisores: ¿qué ocurre cuando


nos faltan?. Recuperado de https://lamenteesmaravillosa.com/los-principales-
neurotransmisores-que-ocurre-cuando-nos-faltan/

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