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minerales, usualmente constituido por una mezcla de rocas molidas, agua y minerales de ganga (o
sin valor comercial), aunque también se encuentran bajas concentraciones de metales pesados,
tales como cobre, plomo, mercurio y metaloides como el arsénico.1
Los relaves contienen altas concentraciones de productos químicos y elementos que alteran el
medio ambiente, por lo que deben ser transportados y almacenados en «tranques o depósitos de
relaves», donde los contaminantes se van decantando lentamente en el fondo y el agua es
recuperada mayoritariamente, y otra parte se evapora. El material queda dispuesto como un
depósito estratificado de materiales sólidos finos. El manejo de relaves es una operación clave en
la recuperación de agua y para evitar filtraciones hacia el suelo y napas subterráneas, ya que su
almacenamiento es la única opción. Para obtener una tonelada de concentrado, se generan casi 30
toneladas de relave.
Dado que el costo de manejar este material es alto, las compañías mineras intentan localizar los
"tranques o depósitos de relaves" lo más cerca posible a la planta de procesamiento de minerales,
minimizando costos de transporte y reutilizando el agua contenida.
Relaves mineros: los desechos tóxicos de la gran industria que amenazan con sepultarnos
Entre la II y IV región del país se concentran más de 490 depósitos de relave minero que
diariamente amenazan la vida de miles de personas. Pero, ¿qué es exactamente el mentado
relave minero? Se trata de gigantescos depósitos de desechos tóxicos que contienen arsénico,
plomo, mercurio, sales de cianuro y químicos propios del procesamiento minero […]
Entre la II y IV región del país se concentran más de 490 depósitos de relave minero que
diariamente amenazan la vida de miles de personas.
Así, la gran industria extractiva ha demostrado ser incapaz de conjugar su desarrollo con el de las
comunidades cercanas a sus explotaciones, de manera que se preserven tanto su estilo de vida
como el ecosistema.
“En Chile, bajo la lógica de aminorar los costos, por supuesto para tener mayores utilidades, se
localizan los depósitos de relave lo más cercano posible a las faenas mineras. Por tanto, quedan
establecidos en zonas altas o medias de la cordillera, zonas de quebrada por donde bajan
normalmente aguas superficiales”, explica el director del Observatorio Latinoamericano de
Conflictos Ambientales (OLCA), Lucio Cuenca.
Estas estructuras intervienen los cursos naturales de agua, siendo desviados en algunos casos para
que los torrentes salgan en zonas de menos altura. “Se hace una especie de bypass y esto se
transforma en un riesgo de contaminación. Los relaves pueden filtrarse o desbordarse,
contaminando los canales de agua”, afirma Cuenca.
relave pelambres
Son solo diez los kilómetros que separan al pueblo de Caimanes con el tranque El Mauro de
minera Los Pelambres, el depósito más grande de Sudamérica y tercero más grande del mundo y
que pertenece al Grupo Luksic. De acuerdo a un informe presentado por el Consejo de Derechos
Humanos de la ONU, en caso de colapso los habitantes de Caimanes no tendrían ni cinco minutos
para escapar, con aviso inmediato. Hoy, los habitantes de la localidad ven cómo sus derechos son
vulnerados, condenados a seguir viviendo bajo esa trampa mortal.
Riesgo de colapso
Los efectos de los depósitos de relave no terminan con la contaminación. El colapso de sus
estructuras se configura como uno de los temores más grandes de las comunidades afectadas,
sobre todo tomando en cuenta la sismicidad del país.
“En términos estrictos, es la empresa la que tiene la libertad de determinar dónde se instala un
tranque de relave, que está hecho del mismo material residual. Se establecen indicadores de
acuerdo a la sismicidad de cada una de las regiones, y en base a eso se hace un diseño ingenieril
para que la muralla resista la presión de los millones de toneladas almacenadas”, declara Cuenca.
Sin embargo, los diseños no siempre son exactos en el cálculo. El director del OLCA explica que en
el caso de El Mauro, el proyecto se levanto con un factor de sismicidad no acorde a la realidad
regional, por lo que los 2.600 millones de toneladas confinados en el depósito podrían venirse
abajo con un movimiento telúrico importante.
Si bien existe una política para aminorar riesgos, “no existen zonas de exclusión. No existe
legislación que diga que sobre cuencas o lechos de ríos no se pueden instalar tranques de relave”,
comenta Cuenca. “En ninguna parte del mundo se aceptan relaves en zonas cordilleranas o de
altura. En Chile eso se sigue haciendo, sin ser cuestionado, incluso se siguen aprobando proyectos
así”, añade.
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Los casos de Las Palmas y El Soldado parecen estar en el olvido. Durante el terremoto del 27 de
febrero del 2010, el cerro de basura tóxica de la mina Las Palmas se desmoronó por completo,
sepultando varias casas de la zona y acabando con la vida de cuatro personas. Una situación
similar ocurrió en 1965, cerca de La Calera en la V Región. Tras un fuerte sismo, el relave de la
mina El Soldado sepultó el poblado minero “El Cobre” por completo. Más de 200 personas
murieron y la contaminación se expandió por cientos de kilómetros.
Depósitos abandonados
Según el Catastro Nacional de Depósitos de Relave 2015, documento que elabora el Servicio
Nacional de Geología y Minería (Sernageomin), en la actualidad existen 603 depósitos a nivel
nacional: 216 de ellos activos, 244 inactivos y 143 sin información disponible.
Gran parte de los depósitos que no cuentan con información detallada hoy se encuentran en
desuso y abandonados. Nadie se hace cargo de sus efectos y en la medida que pasa el tiempo
incrementan el peligro que significan para la población y el medioambiente. En el norte del país,
son 121 los tranques de los que no se posee información.