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NATACHA HERRERA
PSICOLOGÍA
2M
El aumento del sedentarismo en los niños y la repercusión que este factor está
teniendo sobre el incremento en la obesidad es uno de los hechos más
preocupantes para la salud pública. Los estudios nos dicen que de seguir esta
tendencia se podría producir incluso una disminución de la expectativa de vida
en las próximas décadas.
Algo debemos estar haciendo mal para que lo más natural (que nuestros hijos
se muevan) deje de serlo. Los hechos son incontestables: uno de cada cuatro
niños es obeso y el patrón de actividad física diaria se ha reducido de forma muy
considerable (el 50% de los niños no hacen la actividad física diaria
recomendada). El hecho de que esta situación se esté dando en una sociedad
tecnológicamente tan avanzada nos debería hacer reflexionar sobre qué factores
son los que realmente influyen en la salud de nuestros hijos y, más
concretamente, sobre cuál es el papel que el ejercicio y el deporte pueden jugar
en este campo.
Actividades recomendables
Cuando los adultos hablamos de ejercicio solemos pensar en alguien caminando
en una cinta rodante o levantando pesas. Sin embargo, en el caso de los niños
hacer ejercicio significa jugar y estar físicamente activos. Los niños hacen
ejercicio cuando están en clase de gimnasia, cuando hacen deporte o cuando
juegan a “policías y ladrones” con sus amigos. De forma general, el tipo de
ejercicio que realicen los niños es poco importante, desde el punto de vista de
la salud y siempre que hagan 45-60 minutos diarios de actividades de intensidad
moderada-intensa. Pero, la promoción de la salud a largo plazo, a través del
ejercicio físico en los niños, se basa en tres pilares centrales:
Actividades aeróbicas que aumenten la resistencia: como por ejemplo
deportes de equipo, la natación, el tenis, la bicicleta o el patinaje.