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I. Del cuerpo individual al cuerpo colectivo A. Los abanicos y la danza A veces la ejecucién de las danzas requiere de la utllizacién de otros elementos expresivos ademas de la interpretacién del(a) bailarin(a). En este caso utilizaré el ejemplo del abanico. En primera instancia, éste es unia especie de dificultad que se afiade a las propias de la danza. Es la imposicién del manejo de un elemento, ademds del propio cuerpo; sin embargo, en la medida que la bailarina (0 eventualmente el bailarin) se va interiorizando en la interpretacién, el elemento deja de tener el cardcter de externo para volverse parte del cuerpo del intérprete, EI abanico deviene en extensién de la mano y, en ese contexto, se vuelve una apertura expresiva: el abanico aculta, realza, seflala, ordena y muestra dominio. Ademas de estos elementos propios de la expresién del personaje en escena, si pensamos en la superposici6n de las danzas barrocas a las contempordneas, se debe aprender a usar esta extensin como parte de si: ir al suelo, caer de espaldas, bailar, etc. Cada movimiento debe ser ejecutado con esta nueva parte de nuestra corporalidad. El elemento extra se vuelve invisible a la percepcidn, tal como el resto del cuerpo cuando actiia en conjunto. Al bailar un intérprete no piensa de forma analitica, no separa lo que hacen sus pies, de lo que hacen sus manos 0 su mirada o su pelvis. Tado es parte de una gran orquesta corporal, y en esa misma melodia se suma el abanico como otra nota mds de la gran composicidn. De hecho, sdlo después de reflexionar en funcién de esta tesis, me di Cuenta de que al pensar mi cuerpo lo pensaba con ese abanico come siendo parte de él: era mi recurso expresivo, la extensién de mi brazo, el énfasis de mis mensajes. Esta experiencia me hizo reflexionar en la movilidad de los limites del cuerpo, en este caso la pregunta era: si el cuerpo se construye histdricamente a partir de practicas performativas y disciplinarias, éno seria acaso que los limites del cuerpo también son méviles y se gestan en funcién de la relacién en que la e! cuerpo se pone en juego? La nodén de forma, de afectividad colectiva que propone Femdndez, me hacia suponet que si, que hay momentos en que el objeto y el sujeto desdibujan sus limites, sumiéndose en una forma que los atrapa a ambos, sin que podamos distinguir qué es de quién: “En efecto, uno: puede preguntar a quién pertenecen los sentimientos, sa quien los shente © alo que es sentido y uno puede preguntarse ddnde radica la maldad de su imirada, én los oj0s de quiéi. La respuesta es qué una parte eS indivisible de la otra: ‘configuran una unidad; perceptor y percepto son una misma entidad" (Femnéndez, P.. 2000, pp. 23-24, documentado

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