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Introducción

En el marco de un examen final para la acreditación de la cátedra Teoría Literaria II me


propongo desarrollar una suerte de ensayo que dé cuenta de la lectura realizada sobre algunos
postulados de Walter Benjamin (1933, 1936 y 1939). A partir de la lectura de los textos de
este filósofo, se desprende una serie de preguntas de nuestra consideración:
1. ¿Qué diferencias existen entre los conceptos de experiencia y shock?
2. Teniendo en cuenta el texto “Sobre algunos temas en Baudelaire” (1939) ¿cómo este
poeta se hace cargo de estas cuestiones? Y ¿cómo contribuye a entender el fenómeno
literario que se estaba desarrollando en el S.XIX?
3. ¿Hacia qué otros envíos nos remite la articulación de estas ideas?

Consideraciones teóricas en Walter Benjamin


Benjamin en “Experiencia y pobreza” (1933) reflexiona en torno a la idea de experiencia.
Para el filósofo, la experiencia deviene de ciertas prácticas generacionales, es decir, de la
divulgación oral de cuentos, leyendas y fábulas místicas y populares:
Sabíamos muy bien lo que era una experiencia: los mayores se la habían pasado siempre a los más jóvenes.
En términos breves, con la autoridad de la edad, en proverbios; prolijamente, con locuacidad, en historias;
a veces como una narración de países extraños, junto a la chimenea, ante hijos y nietos (Benjamin, 1933:
167)
En este sentido, introduce también la figura del “narrador” que se nos presenta como una
lejanía a la cual sólo podemos acceder gracias a una serie de rasgos que marcan una distancia
considerable entre el narrador y el espectador: éste puede saber del narrador en tanto se po-
siciona en un ángulo visual adecuado que marca esa lejanía. Estos rasgos están prescriptos
por una experiencia a la que podemos acceder y que, al mismo tiempo, nos indica que el arte
de narrar está llegando a su ocaso.
La crisis emergente de los procesos de guerra (generación del 1914 a 1918) que ocurren
ingresado a los primeros años del S.XX son determinantes para marcar el fin de la experien-
cia. Benajmin comienza a hablar de “pobreza de experiencia” cuando los sujetos volvían de
los campos de batalla enmudecidos: retornaban pobres en cuanto acontecimientos que se
transmiten oralmente.
La literatura de guerra que comienza a aparecer posteriormente denota la ausencia o desapa-
rición de la experiencia: esta literatura no pudo reconstruir la experiencia de los cuerpos que
retornaron y los que no lo hicieron luego de los períodos de guerra, sino que, por el contrario,
narran desde la óptica de los vencedores. En palabras de Benjamin “su extinción se debe a
un efecto secundario de fuerzas productivas históricas que paulatinamente apartaron la na-
rración del ámbito del habla” (ver “El narrador”)
Esta nueva época trajo consigo un enorme desarrollo de la técnica que impactó en el hombre:
“una pobreza del todo nueva ha caído sobre el hombre al tiempo que ese enorme desarrollo
de la técnica” (1933: 168).
La pobreza de experiencia no sólo se manifestaba en la vida privada de los hombres, sino
también en la humanidad en general. Esta pérdida de experiencia es una nueva especie de
barbarie, pero en un sentido positivo. De este modo, el nuevo bárbaro debe comenzar de
nuevo, desde el principio, para construir de nuevo. Este cambio en la técnica y los nuevos
desarrollos que acarreaba esta nueva era, no provocó una renovación técnica del lenguaje,
sino que, por el contrario, se movilizó al servicio de la modificación de la realidad.
“Nos hemos hecho pobres”, apela Benjamin (1933. 173). Pero el hombre no padece la po-
breza de la experiencia como si estuviera en una constante búsqueda de nuevas experiencias,
sino que con esta falta de experiencia debe y quiere convertir dicha pobreza en algo nuevo.
Y esta falta de experiencia se convierte en shock. Con el desarrollo de estos pensamientos en
torno a la idea de pobreza de experiencia, este filósofo se ubica en la antesala del período
que marcará un antes y un después en la historia de la humanidad y, a su vez, anticipa la crisis
de experiencia y la nueva vivencia del shock.
Pocos años después, Benjamin seguirá desarrollando estas ideas en los textos La obra de arte
en la época de su reproductibilidad técnica (1936), “El narrador” (compilado en Para una
crítica de la violencia y otros ensayos, 1936) y en Sobre algunos temas en Baudelaire (1939).
Iremos retomando varias ideas centrales de cada uno de estos textos que contribuirán al desa-
rrollo de nuestra propuesta para una lectura diacrónica entre este filósofo y los postulados de
Roland Barthes en La cámara lúcida (1980).
En el ensayo “El narrador” (1936) retoma algunas cuestiones iniciales ya desarrolladas en
“Experiencia y pobreza” (1933) y, consecuentemente, manifiesta su postura respecto de la
pérdida de la experiencia transmitida oralmente. Para Benjamin, el hecho de que ya no exista
más la experiencia transmisible de unos hombres a otros no se debe a la decadencia producida
por el ingreso a la modernidad, sino que esta desaparición debe potenciarse lo que nace de
bello de esa falta.
Su pensamiento es dialéctico, es decir, entiende estos procesos de transición en la totalidad
de la humanidad universal. Por lo tanto, plantea que, si ya no se puede narrar porque las
verdaderas historias se están extinguiendo y, por lo tanto, el arte de narrar llega a su fin “se
trata de un efecto secundario de fuerzas productivas históricas seculares, que paulatinamente
desplazaron a la narración del ámbito del habla, y que a la vez hacen sentir una nueva belleza
en lo que se desvanece” (1936: 115). Así, podríamos sugerir que este filósofo equipara el
ocaso de la narración con la pérdida del aura1 que se da, justamente, con la reproductibilidad
de su técnica.
En este punto, es importante recuperar brevemente la figura de “narrador” por la que incur-
siona este filósofo y que fluctúan sus ideas. Para Benjamin, el narrador es una lejanía: cuanto
más pretendemos acercarnos a él o posicionarnos desde su ángulo de vista, más nos alejamos.
Por lo tanto, el narrar llega a su fin, en principio, por el enmudecimiento que generan los
acontecimientos de la Guerra Mundial. Paradójicamente, encontramos el primer destello final
de la narración en Don Quijote2. Cuando culmina un proceso y se inicia otro, el de la novela,
ésta debe enfrentarse al narrar. En palabras del propio Benjamin:
El narrador toma lo que narra de la experiencia; la suya o la transmitida… El novelista, por su parte, se ha
segregado. La cámara de nacimiento de la novela es el individuo en su soledad; es incapaz de hablar en
forma ejemplar sobre sus aspiraciones más importantes; el mismo esta desasistido de consejo e imposibili-
tado de darlo. Escribir una novela significa colocar lo inconmensurable en lo más alto al representar la
vida humana. En medio de la plenitud de la vida, y mediante la representación de esa plenitud, la novela
informa sobre la profunda carencia de consejo, del desconcierto del hombre viviente. [El subrayado es
nuestro] (1936: 115)

El shock pertenece a la vivencia y no a la experiencia. En el texto de Benjamín nos cuestio-


namos sobre cómo Baudelaire se hace cargo de estas cuestiones: significa un gran cambio en
la poesía, ya que contribuye a entender de una manera particular el fenómeno literario.

1
Benjamin entiende por aura al acontecimiento único e irrepetible con la obra de arte. En breve desarrollare-
mos más sobre esta cuestión.
2
Cabe aclarar que, si bien la novela comienza desde hace muchos años, encuentra sus primeros destellos para
florecer en la incipiente burguesía. Cuando sobrevienen elementos de corte burgués que potencian la forma de
la novela, la narración comienza a retraerse a lo arcaico (Benjamin, 1936: 116)
Bibliografía consultada
BENJAMIN, Walter (1931) “Pequeña historia de la fotografía” en Sobre la fotografía. Va-
lencia. Pre-textos. 2013.
________________ (1933) “Experiencia y pobreza” en Discursos interrumpidos. Madrid:
Taurus, 1973.
________________ (1936) “El narrador” en Para una crítica de la violencia y otros ensayos,
Iluminaciones IV. Madrid: Taurus. 1991.
________________ (1936) La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. Mé-
xico: Itaca. 2003.
________________ (1939) Sobre algunos temas en Baudelaire. Buenos Aires. Leviatán.
1999.

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