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Hermenéutica –

Lección 4 Lección 4

Lea siempre con cuidado En uno de los programas de televisión, cierto cómico respondió
equivocadamente a una pregunta bíblica. Según la Biblia, dijo, el varón tiene una costilla menos
que la mujer. Cuando el jefe del programa lo corrigió, respondió: “¡Alguien debe decírselo al que
escribió la Biblia!” Por supuesto, estaba equivocado. La Biblia no dice tal cosa. (Véase Gn. 2:21–
23.) Había cometido el error de no leer el texto con cuidado; o acaso, de no haberlo leído nunca.
En todo caso, era como un gran número de personas que meten al texto sus propias ideas sin
verificarlas. Todo lector de la Biblia puede acostumbrarse tanto al lenguaje bíblico que llega a
leer por encima de las palabras muy conocidas, creyendo que las lee con toda exactitud. Cuando
lee así, los errores de su lectura habitual se graban aún más profundamente en su cerebro. Para
entender correctamente cualquier pasaje escrito, es necesario leerlo siempre con cuidado. Entre
más importante sea lo que está escrito, más serios serán los errores que se cometen al no leerlo
bien. El error de este cómico era relativamente sin importancia; pero ilustra este tipo de error
muy común. Era serio sólo en el sentido de que las ideas falsas acerca de la Biblia tienden a
destruir la confianza de los que podrían aceptar sus enseñanzas. ¿Quién no “sabe” que eran tres
los magos que visitaron al niño Jesús en Belén? El evangelista Mateo relata la historia (2:1–12)
sin decir cuántos eran. Es muy probable que fueran más de tres, ya que la caravana con la que
probablemente viajaron, estaba compuesta de muchas personas. La idea de que eran tres
magos, probablemente viene de los tres tipos de regalo que le llevaron: oro, incienso y mirra.
Por supuesto, los nombres que les ha dado la tradición, son completamente ficticios. El lector
debe ver con cuidado las palabras que encuentra en el texto. Es posible que una palabra se tome
por otra. Se cuenta que un lector no muy experto leyó Génesis 2:20, sustituyendo la palabra
“idónea” por “ideona”. Se puso a pensar sobre esta palabra desconocida y dijo: “Sí, es verdad
que Dios nos ha dado mujeres ideonas. Tienen muchas ideas buenas y nos ayudan de esta
manera.” No conociendo la palabra “idónea”, la leyó como si fuera “ideona”, y le dio su propia
interpretación. Con gran frecuencia se cita equivocadamente 1 Timoteo 6:10: “Porque raíz de
todos los males es el amor al dinero.” Comúnmente se cree que el dinero mismo es la raíz de
todos los males, especialmente porque los lectores no han puesto mucha atención a todas las
palabras del texto; o acaso han repetido el error común de los que citan este texto. Por supuesto,
es el amor al dinero que se llama la raíz de la maldad. Pero tampoco es la raíz de todos los males,
sino una raíz de toda clase de maldad. En estos detalles, el sentido correcto se encuentra en
mejores traducciones de la Biblia. Al hablar del cuerpo que reciben los creyentes en el cielo
después de la muerte, Pablo escribe: Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha
dado las arras del Espíritu (2 Co. 5:5). Hermenéutica – Lección 4 Yo lo había leído siempre
suprimiendo algo de la frase: “nos hizo para esto”, leyéndola: “nos hizo esto”. La entendía como
si dijera que Dios nos había preparado el cielo como una habitación. Un día me di cuenta de mi
error. Entonces entendí que Dios no había hecho el cielo para nosotros, ¡sino que nos hizo a
nosotros para el cielo! Nuestra habitación allá no existe para consolarnos frente a la muerte;
más bien, es la gran meta para la cual nos está preparando por su Espíritu. Algunos lectores han
tropezado con la lectura ambigua de 1 Corintios 15:19, creyendo que el apóstol Pablo enseña
que los cristianos que tienen solamente la esperanza en Cristo, son los más miserables de los
hombres. Es natural que tal interpretación perturbe a los que lean así el texto. La dificultad está
en leerlo mal. Dice más bien: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más
dignos de conmiseración de todos los hombres.” En la Versión Popular se ha redactado para
decir: “Si nuestra esperanza en Cristo solamente está referida a esta vida, somos los más
desdichados de todos.” La verdad es que nuestra esperanza no es solamente para esta vida,
porque habrá una resurrección y la vida eterna. Cuando alguna traducción introduce una duda
con respecto a algo muy importante, debemos entender que algo está mal en la traducción, o
en nuestra manera de leer el texto. Cuando decimos que se debe leer siempre con cuidado, esto
incluye la necesidad de entender y poner atención en la gramática del texto.
Desafortunadamente, muchos no han estudiado la gramática lo bastante para distinguir entre
las varias partes de la lengua: nombres, verbos, adjetivos, adverbios, pronombres, conjunciones,
frases, cláusulas, admiraciones y signos de puntuación. Valdría la pena volver a estudiar los
elementos de la gramática. En 1 Corintios 11:27 leemos la enseñanza de Pablo acerca del uso
correcto de la cena del Señor. Escribe: Cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del
Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Con frecuencia el lector
entiende que Pablo enseña que el creyente indigno no debe comer de ella. El texto no dice tal
cosa. Si así dijera, nadie podría tomarla, porque todos somos indignos como pecadores.
Observemos que “indignamente” es un adverbio y que se refiere a la manera de comer, y no al
carácter del creyente. Dice que no debemos tomar la Cena de manera indigna, como por
ejemplo, burlándose de ella, bebiendo hasta emborracharse, o sencillamente no creyendo que
la observación de la Cena tenga valor. Según el v. 29, la manera indigna de comer consistió, en
parte, en comer y beber sin discernir el cuerpo del Señor. Las versiones antiguas emplean la
palabra “indignamente” en los dos casos, pero la Versión Popular expresa el v. 27 más
claramente: Cualquiera que come del pan o bebe de la copa del Señor de una manera indigna …
De manera que la regla que insiste en que leamos siempre con cuidado, da a entender que
debemos observar con cuidado la gramática de cualquier texto. También da a entender que es
importante usar una versión de la Biblia que sea clara y exacta en la forma de expresarse.
Hermenéutica – Lección 4 Las versiones más antiguas de la Biblia tenían una falta común al usar
un estilo pesado para traducirla. Se debía, en parte, a la costumbre de usar oraciones largas y
complicadas. Pero también se debía a la convicción de que era necesario traducir usando las
palabras y la sintaxis más parecidas al texto original. Había poca libertad para usar modismos
semejantes y un estilo popular en las traducciones. También es posible que los traductores
prefieran ese estilo más pesado para dar más importancia literaria a su trabajo. En algunas
partes de la Versión de Reina y Valera, especialmente en las Epístolas de Pablo, las oraciones
resultan largas y complicadas, sin ninguna necesidad. Véase por ejemplo, Romanos 5:10, 12, 15
y 17. Los ocho versículos de Efesios 1:3–10 se traducen como una sola oración, así como los
versículos 15 al 23. En la Versión Popular esta falta se ha corregido, haciendo del primer grupo
de versículos en Efesios, siete oraciones, y del segundo grupo, seis. El que lee las versiones
antiguas se ve obligado a poner mucha atención en su lectura para sacar el sentido. Se debe
hacer esto en todo caso. Pero al leer las oraciones largas y complicadas se debe leer cada frase
y cláusula como parte de un todo, haciendo las pausas necesarias para captar la relación entre
una y otra parte.

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