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La importancia de las masculinidades

Por Osiris Israel Benítez Vasconcelos

A modo de introducción

Es indudable que las situaciones desfavorables para las mujeres aún están presentes
en nuestra sociedad, y en varios casos con un carácter de urgencia1. Desde los
estudios feministas, se han visibilizado estos problemas y han tratado desde sus
trincheras lograr un cambio.

Diversos estudios y trabajos de investigación han demostrado que el


patriarcado, el sistema que oprime a las mujeres, no es una estructura natural, sino
histórica; es decir, que en algún punto de la historia comenzó y por lo tanto es una
estructura que puede llegar a un fin. (Lerner, 1990).

A partir de ello, y de los logros que han conseguido los grupos feministas2, se
ha buscado que se trabaje desde una perspectiva de género, o sea, “desde una
concepción académica, ilustrada y científica, que sintetiza la teoría y la filosofía
liberadora, creadas por las mujeres y forma parte de la cultura feministas.” (Lagarde,
1996, pág. 2).

Sin embargo, se ha llegado a la confusión de igualar el concepto de género


con la mujer. Al momento de utilizar al “género” como un sinónimo de mujer, se

1
Un claro ejemplo de ello son las cifras en torno a las Alertas de Violencia de Género (AVG)
en México. De acuerdo con datos del Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), el
56% del territorio mexicano (18 de los 32 estados) se encuentra declarado la AVG. De esos estados,
el Estado de México está en espera de una segunda AVG, la primera AVG declarada fue por los casos
de feminicidio, la segunda se busca por los casos constantes de desapariciones de mujeres. (Infobae,
2019)
2
Para mayor profundidad, revisar el trabajo de Nubia Varela (2005), quien hace un recorrido
histórico del feminismo separando cada etapa como “ola”.
simplifica el término y no se considera la complejidad que hay detrás de él. De la
misma manera ocurre con el concepto de “patriarcado”.

Para poder explicar esto se revisará primero algunas definiciones de “género”


(como otros conceptos relacionados como “sexo” y “sexualidad”) y luego algunas
ideas sobre el “patriarcado” por parte de varias autoras.

El género no implica sólo estudios sobre las mujeres

Desde los trabajos de investigadoras como Judith Butler, Marcela Lagarde, Cristina
Palomar y Teresita de Barbieri, entre otras; quienes han indagado sobre los
conceptos de género, sus implicaciones y sus críticas.

En el caso de Teresita de Barbieri (s.f.) indaga por diversos conceptos de


“género”. Primeramente identifica que el término “género” se utiliza para hacer una
distinción con la palabra “sexo”, el primero se refiere a ordenamientos
socioculturales y el segundo a ordenamientos corporales.

La autora señala que el “género” se dio primero en las academias para luego
saltar a la acción política. En ese momento se dio la confusión al igualar la
perspectiva de género con la perspectiva de las mujeres. Asimismo destaca que el
“género” llegó a usarse como sinónimo de “sexo”.

Al momento de navegar por esas definiciones, De Barbieri identifica dos


corrientes opuestas: individualismo y el holismo. La primera contempla al género
como un atributo de individuos, y considera a la identidad individual y/o sexual como
un proceso que se da en los primeros años de vida para formar la personalidad.
Desde esta perspectiva el género sería “los sentimientos, actitudes,
representaciones subjetivas y autorrepresentación del sujeto sobre sí mismo y el/la
otra.” (De Barbieri, pág. 13)

Desde la perspectiva del holismo, la sociedad es más que la suma de los


individuos que pertenecen a ella, por lo que el género es un sistema de estatus; un
resultado de la división social del trabajo; una representación; o como un
organizador del poder (De Barbieri, pág. 14). De Barbieri considera que, a pesar de
tener limitantes como la perspectiva individualista, la visión holística sería la más
indicada ya que “abre la posibilidad de comprender la relación social género es
dinámica, capaz de cambiar y de generar transformaciones sociales.” (De Barbieri,
pág. 16).

Judith Butler (2001) expone, al igual que De Barbieri, que el género es distinto
al sexo, pero no en una relación sexo-naturaleza y género-cultura. El género “son
los significados que acepta el cuerpo sexuado, además de ser el medio
discursivo/cultural a través de del cual la ‘naturaleza sexuada’ o ‘sexo natural’ se
forma y establece como ‘prediscursivo’…” (Butler, 2001, págs. 54-56).

Butler sigue con su propuesta al afirmar que el género se puede entender


“como un significado que adquiere un cuerpo (ya) sexualmente diferenciado, pero
incluso en ese caso ese significado existe únicamente en relación con otro significado
opuesto.” (Butler, 2001, pág. 59). Por lo mismo, se puede comprender que el género
no es algo estático, sino que su significado va variando.

Desde ese punto los sujetos son construcciones sociales y el género va


adquiriendo sus significados dependiendo de cómo se expresa a través del cuerpo.
Debido a todos los posibles significados, puede haber diversos géneros (en varios
casos no normativos). Por lo mismo, el género mujer no existe por sí mismo.

Cristina Palomar (2016) por medio de un trabajo de investigación en Los Altos


de Jalisco, encuentra que la distinción entre el sexo y género no era tan claro, ya
que el sexo también era atravesada por significados culturales y concluye “que las
categorías de género son imaginarias, no tienen como referencia en lo real a un tipo
de persona, sino que se trata de una posición simbólica en un conjunto de relaciones
formales definidas por el principio ordenador del género.”. (Palomar, 2016, pág. 40).
Palomar remata, retomando posturas de Butler, Yébenes y Laclau, que el
concepto de género no libera a los sujetos, sino que los encasilla bajo los supuestos
de las normas sociales vigentes, por lo que es necesario librarse del género.

Por esa misma línea están los aportes de Jeffrey Weeks (1998) y de Teresita
de Lauretis (2015). El primero, mediante un recorrido histórico de la sexualidad,
propone ver a la sexualidad como “el producto de múltiples influencias e
intervenciones sociales.” (Weeks, 1998, pág. 36). Al concebir a la sexualidad de esa
manera, le quita ese carácter natural como algo que siempre ha sido así.

De Lauretis, recuperando el trabajo de Jean Laplanche, que la sexualidad


no es algo innato, es decir que no se da al momento de nacer, sino que proviene de
otros sujetos. Por lo que el género es algo múltiple debido a que diversas
identificaciones del género pueden cohabitar en una misma persona. Pero cuando
el género se maneja como una categoría social, se entiende solamente como algo
binario ya que se basa en el sexo anatómico. (De Lauretis, 2015, págs. 111-112).

Todas estas contribuciones, muestran que el concepto de género no debe


entenderse nada más como algo basado puramente en el sexo anatómico. Tanto el
sexo, como el género y la sexualidad son construcciones sociales por lo que se dan
diversas identidades sexuales y de género.

Es por esa razón, que el equiparar al género solamente a las mujeres, se


comete un error ya que se simplifica un término muy complejo. Con ello, no se
pretende decir que los estudios sobre las mujeres estén de alguna manera
equivocados, sino que el género implica un abanico más grande.

Entender el patriarcado

Así como el género implica algo más complejo, el patriarcado no solo debe verse
como la opresión hacia las mujeres, sino como algo más problemático. Ejemplo de
ello los estudios son los aportaciones del feminismocomunitario.
Paredes y Guzmán (2008) se posicionan desde el feminismocomunitario y
hacen críticas hacía el feminismo hegemónico3 ya que su mirada sobre el feminismo
y el patriarcado lo implementan en cualquier lugar y región del mundo, sin considerar
el contexto sociocultural.

Algunas de sus críticas son la despolitización del concepto género, que al no


considerar los contextos de las mujeres en distintas partes del mundo se les ve de
manera esencialista. Por lo tanto, el feminismo debe venir desde la comunidad, no
desde el individualismo burgués4.

Igualmente, plantean un concepto de patriarcado más compuesto que el del


feminismo hegemónico. Lo consideran como “el sistema de todas las opresiones,
todas las explotaciones, todas las violencias, y discriminaciones que vive, toda la
humanidad (mujeres, hombres y personas intersexuales) y la naturaleza,
históricamente construidas, sobre el cuerpo sexuado de las mujeres.” (Paredes &
Guzmán, 2014, pág. 76). En esta concepción, el patriarcado no sólo oprime a las
mujeres (aunque son las principales afectadas), también a los hombres y a cualquier
persona.

Una vez repasado los conceptos de género (a la par de los de sexo y


sexualidad) y de patriarcado, se puede decir que una parte importante para entender
a plenitud la opresión o las opresiones del patriarcado, es necesario también
comprender las problemáticas de los hombres y sus masculinidades.

Las masculinidades

3
Se está considerando como feminismo hegemónico al forjado en Europa y Estados Unidos
y cuyas representantes generalmente son mujeres de clase media o alta, y blancas.
4
Se debe aclarar que estas posturas provienen desde las comunidades de América Latina,
no obstante existen otras similares que surgen desde la India y el sureste asiático. Para una revisión
de esos postulados se recomienda consultar los trabajos de Saba Mahmood (2010) y de Chandra
Mohanty (2008).
Antes de iniciar es indispensable aclarar que al momento de considerar como
importantes los estudios de los hombres, no se busca igualar los problemas y las
situaciones de los hombres con los de las mujeres. Hacerlo implicaría un gran error
ya que las mujeres siguen siendo las principales afectadas del patriarcado5. La idea
es ampliar el panorama para comprender las opresiones del patriarcado.

El trabajo de Guillermo Núñez Noriega (2004) contribuye a dar postulados


epistemológicos para desarrollar estudios sobre masculinidades. Primeramente,
recalca que los estudios sobre los hombres no suponen una ruptura con el
feminismo; sino un reconocimiento a su labor al mostrar la complicidad existente
entre las reglas epistemológicas dominantes y el poder patriarcal (Núñez Noriega,
2004).

Una de sus principales críticas hacia la concepción de hombre (en especial la


construida desde las academias) es la homogenización6 de los hombres que los
convierte en cómplices de la exclusión de las mujeres.

En otro texto, Núñez Noriega (2016) expone esa homogenización en México


en la figura del macho. Citando a otros autores, resalta la importancia de no concebir
a los hombres de una sola manera, por lo que se busca desnaturalizar la “hombría”
(Núñez Noriega, 2016, pág. 58). De este modo, se darán avances significativos para
entender las dificultades y las visiones de los hombres.

No obstante, no se puede hablar de una construcción de los hombres sin


tomar en cuenta a las mujeres. Alejandra Arroyo (2017) en su trabajo habla sobre

5
Un ejemplo reciente es el movimiento #MeToo en México. Miles de mujeres mexicanas
utilizaron sus redes sociales para denunciar a músicos, artistas, académicos, etc. de acoso o de otras
conductas dolosas hacia ellas. Varios usuarios hombres criticaron al movimiento y se le llegó a culpar
de diversos actos penosos como el suicidio del músico Armando Vega Gil. Ante un intento de generar
una tendencia de #MeTooHombres, los usuarios de las redes sociales señalaron la falta de legitimidad
de ese intento.
6
Sin embargo, Núñez Noriega subraya que existe un discurso frecuente en la práctica social
que determina la idea social de “ser hombre”. (Núñez Noriega, 2004, pág. 29).
la condición de otredad, es decir, que la construcción social de lo masculino depende
del género femenino y viceversa (Arroyo Martínez Sotomayor, 2017, pág. 174). La
autora explica que la posmodernidad ha presentado nuevas identidades para las
mujeres, las cuales rebaten a las de los hombres. De tal manera que se da una crisis
de la masculinidad debido a la presión de cumplir con ciertos estereotipos y los
hombres tratan de conformar una nueva identidad.

Los estudios sobre los hombres permiten entender esa complejidad sobre las
diversas maneras de “ser hombre”. Del mismo modo ver cómo los aportes de los
estudios de las masculinidades se relación con el de las mujeres, pero sin caer en el
error de no reconocer las contribuciones del feminismo. Lo que se busca y quiere es
comprender las opresiones del patriarcado, desde la academia, para poder cambiarlo
desde acciones públicas y privadas.

Fuentes consultadas

Arroyo Martínez Sotomayor, A. (2017). Masculinidad y feminismo: una visión


integral. En M. Sagot Rodríguez, Feminismo, pensamiento crítico y propuestas
alternativas en América Latina (págs. 173-190). Argentina: CLACSO.

Butler, J. (2001). Sujetos de sexo/género/deseo. En J. Butler, El género en disputa


(págs. 45-99).

De Barbieri, M. T. (s.f.). Certezas y malos entendidos sobre la categoría género.


Obtenido de Poder Judicial del Perú:
https://www.pj.gob.pe/wps/wcm/connect/ee4d8a0043f7d59d8031a5009dcd
ef12/2.+Certezas+y+malos+entendidos+sobre+la+categoría+de+género.p
df?MOD=AJPERES

De Lauretis, T. (2015). Género y teoría queer. Dossier, 107-118.

Infobae. (16 de Enero de 2019). El 56% del territorio mexicano tiene alerta de
violencia de género contra las mujeres. Obtenido de Infobae:
https://www.infobae.com/america/mexico/2019/01/16/el-56-del-territorio-
mexicano-tiene-alerta-de-violencia-de-genero-contra-las-mujeres/

Lagarde, M. (1996). El género. En M. Lagarde, Género y feminismo. Desarrollo


humano y democracia (págs. 13-38). España: Editorial horas y HORAS.

Lerner, G. (1990). La creación del patriarcado. Barcelona: Crítica.

Núñez Noriega, G. (2004). Los "hombres" y el conocimiento. Reflexiones


epistemológicas para el estudio de "los hombres" como sujetos genéricos.
Desacatos, 13-32.

Núñez Noriega, G. (2016). Los estudios de género de los hombres y las


masculinidades en México: reflexiones sobre su origen. Revista de
investigación y divulgación sobre estudios de género, 31-62.

Palomar, C. (2016). Veinte años de pensar el género. Debate feminista, 34-49.

Paredes, J., & Guzmán, A. (2014). ¿Qué es el feminismocomunitario? En J. Paredes,


& A. Guzmán, El tejido de la rebeldía. ¿Qué es el feminismocomunitario?
(págs. 59-87). La Paz: Moreno Artes Gráficas.

Weeks, J. (1998). La invención de la sexualidad. En J. Weeks, Sexualidad (págs. 21-


46). México: Paidós.

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