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Autorizo la publicación: si
Número y título de la Mesa Temática: MESA 3: Discursos y sociedad
Título del Trabajo: La creación de la provincia de Chubut y la definición de su
capital: la brecha entre la satisfacción logística y el honor de la historia
Autor/xs: (Apellido y Nombres y Pertenencia Institucional) Sebastián Barros
(CIT-GSJ/IESyPPat-UNP)
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La creación de la provincia de Chubut y la definición de su capital:
Introducción
Entre 1944 y 1955 lo que hoy es la provincia de Chubut estuvo dividida entre el
Territorio Nacional y la Gobernación Militar, con sendas capitales, Rawson y
Comodoro Rivadavia. Una importante particularidad de la provincialización de Chubut,
que se desprende principalmente de dicha división, es que en la Asamblea Constituyente
se discutió cuál iba a ser el emplazamiento definitivo de la capital de la nueva
provincia.1
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En la convención constituyente de Río Negro también se dio esta discusión, puede verse Iuorno (2007,
400-402).
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Para una revisión de los procesos identificatorios en la provincialización de Chubut puede verse
Raffaele y Barros (2017).
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cada ciudad-región de la provincia de Chubut, sumada a la dispersión territorial por las
grandes distancias entre ellas, ayuda a forjar comunidades políticas competitivas a lo
largo del territorio. La dimensión espacial crea así mecanismos que favorecen el
pluralismo en tanto incrementan la competencia electoral, limitan el desarrollo de redes
clientelares y facilitan la pluralidad de medios de comunicación.
Como puede verse la lógica del argumento es similar a la discusión sobre los criterios
institucionales de pertenencia a la comunidad cívica (O’Donnell 2010). El criterio de
pertenencia no adscriptivo es la asignación institucional de derechos que crea una
comunidad de iguales que voluntariamente se inscriben como miembros, a diferencia de
las comunidades en las que la pertenencia está marcada por algún criterio lingüístico,
étnico o cultural. En este caso, el territorio sería pensado como un espacio dado que
naturalmente provee las condiciones para el pluralismo. Si se quiere, en el caso del
territorio, podría hablarse de un espacio no adscriptivo como un espacio natural sin
divisiones políticas que lo dividan más allá de los propios límites institucionales. A la
indiferenciación política de la inclusión cívica le correspondería la indiferenciación
política del territorio y sus regiones.
Ahora bien, si puede argumentarse que la comunidad cívica está respaldada por una
noción de pertenencia institucionalmente universal pero políticamente restringida, podrá
verse que el territorio pensado como un paño indiferenciado en el que se ubican una
serie de relaciones humandas puede transformarse en un espacio simbólico atravesado
por clivajes políticos que suponen una distribución jerárquica de los lugares sociales.
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administración de necesidades y la historia; la segunda, a la oposición entre valores
materiales y valores espirituales; y la tercera, a la diferencia entre una población
fluctuante y heterogénea frente al arraigo de una comunidad política que tenía su
historia marcada por la llegada de las primeras poblaciones europeas a la región.
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Luego de ser Secretario General del Sindicato de Obreros y Empleados de YPF en el momento de su
creación en 1946 fue luego acusado de haber permitido la infiltración comunista en el sindicato y de ser
una “perfecta simulación de ideal peronista”. En septiembre de 1950 Salvador fue despedido de YPF
mediante una dudosa maniobra en la que fue enviado en comisión de servicios a Bahía Blanca y luego
denunciado por abandono de servicios sin autorización ni causa (Carrizo 2016).
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resuelto este impasse por la solicitud de lectura, Salvador haya respondido con un
discurso, si se quiere, bastante peronista:
porque entiendo que por la evolución que ha habido en nuestro país, por suerte,
en la actualidad puede llegar a estas funciones, o a las de gobierno, gente que
antes, -por la organización que se había mantenido en el país, y lo voy a decir
concretamente porque entiendo que pasó la época en que las Convenciones
debían ser integradas solamente por universitarios- no tenía acceso a las
funciones de gobierno. Ahora llegan a las convenciones representantes de otras
corrientes, como en mi caso -y no tengo malestar en decirlo- que soy de la
corriente de los trabajadores que no han tenido la suerte de poder llegar a una
universidad para cursar estudios que me hubieran capacitado intelectualmente.
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la lectura para alguien que no había pasado por la universidad. Pero luego su discurso
derivaba en una enumeración de ventajas administrativas y edilicias a través de la cual
ese daño se esfumaba. Al momento de postular a Comodoro Rivadavia como capital de
la nueva provincia, la discusión perdía su cariz conflictivo para transformarse en la
descripción de una división territorial naturalizada. Era a partir de la diferenciación de
bienes y servicios que Comodoro “naturalmente” debía imponerse como capital;
pretensión que aparecía como despolitizada pero fácticamente evidente a pesar de la
presión psicológica que ejercía la presencia del pueblo de Rawson.
El primer convencional que pidió la palabra fue Ibarra (PDP) quien comenzó
preguntándose:
A partir de allí, la discusión para decidir dónde se ubicaría la capital provincial adquirió
otro cariz. La diferencia territorial en la disposición de bienes y servicios tomó un
sentido distinto que iba más allá de la distribución geográfica o de la potencial
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satisfacción de necesidades. La contraposición se transformó en una polarización entre
valores materiales y valores espirituales. Es más, el argumento que oponía la
satisfacción de necesidades a la historia era negado casi dialécticamente, por lo que el
hecho de que Comodoro tuviera esa grandeza material era precisamente el punto que
negaba la posibilidad de que fuese la capital provincial. El argumento, expuesto por el
convencional Ibarra, se sostenía en la necesidad de descentralizar la administración
provincial y no concentrar todos los recursos en un solo lugar empobreciendo a los
demás. El discurso de Salvador sólo mostraba que Comodoro iba detrás de “un
mezquino interés”, en un “intento de atropello a un pueblo (Rawson) que con todo
orgullo puede gritar a los cuatro vientos que le corresponde el honor de continuar siendo
la capital de la Provincia del Chubut.” (55) La grandeza económica no podía ser
presentada como un argumento superior a la sensibilidad de un pueblo que, cuando le
arrebataron la mitad de su territorio con la creación de la Gobernación Militar, no fue
defendido por los habitantes comodorenses que no se movilizaron para evitarlo.
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en ninguna parte de nuestra República hay emplazada tan mal topográficamente
una ciudad como Comodoro Rivadavia, cuyos desparejamientos nos hacer
recordar las ilustraciones de Doré en el infierno del Dante. (57)
Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gustave_Dor%C3%A9_-_Dante_Alighieri_-_Inferno_-
_Plate_10_(Canto_III_-_Charon_herds_the_sinners_onto_his_boat).jpg. Último acceso 9/9/2018
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Comodoro Rivadavia, segregó de la Provincia una gran parte de su territorio
para hacer una gobernación artificial. 58
Ante la evidencia natural que debía regir la elección según el comodorense Salvador, se
erigía la artificialidad de la Gobernación Militar y las dádivas del peronismo al sur de la
provincia. La grandeza de Comodoro Rivadavia se desnaturalizaba al mismo tiempo que
se politizaba. La ubicación de la capital de la provincia no podía definirse por la simple
constatación de una riqueza recibida sin esfuerzo en medio de un territorio injustamente
empobrecido, sino que dependería de otro tipo de sensibilidad. Una sensibilidad que se
alejaba de los argumentos “eminentemente materialistas” que se imponían “sobre los
valores espirituales de la Provincia” porque “quien olvida la historia nuestra, la historia
del Chubut, hace de cuenta que anula su propia geografía” (58).
Puede percibirse entonces, y este el argumento que queremos proponer para repensar el
lugar que puede tener la espacialidad en la distribución de lugares sociales vinculada al
gobierno de la comunidad, es que el espacio territorial no aparecía simplemente como
un plano en el que se distribuyen objetos y sujetos solo limitado por fronteras definidas
institucionalmente. El espacio territorial es también un espacio simbólico en el cual se
inscriben procesos identificatorios que están atravesados por clivajes internos a la vida
comunitaria que operan como límites de sentido para la vida política. En este caso, estos
límites de sentido tuvieron un impacto sobre la definición de las instituciones en el
momento fundacional. Este límite interno a la vida comunitaria marcó una distinción
entre una sensibilidad atada a la satisfacción de necesidades que retóricamente se
vinculó al peronismo y una sensibilidad vinculada al honor y la historia. Esta frontera
implicaba también una jerarquía de méritos argumentados políticamente frente a la
natural elección que supondría apostar por Comodoro Rivadavia como capital.
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ha otorgado, mirando exclusivamente el interés y los beneficios de una casta a la
cual después le dio el gobierno de esa zona. El gobierno central en una época
nefasta, felizmente ya superada, volcó en Comodoro Rivadavia todos los
recursos que podía, dejando de lado y sin tomar en cuenta los intereses de los
demás pueblos de la Provincia, al sólo objeto de que los militares que
gobernaban esa zona se solazaran en esa grandeza y tuvieran todas las
comodidades de que han gozado. (60)
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producción y que los obreros habitan en casas, habitáculos llamados carpas, que no
tienen ni siquiera las más mínimas condiciones de confort para sus habitantes.” (113-
114) Como puede observarse, el argumento sobre la población vuelve de algún modo
circularmente a la discusión previa sobre los criterios de pertenencia. El gobierno de la
comunidad debía quedar a resguardo de una región marcada por la tranquilidad de la
vida rural, agrícola ganadera, antes que quedar a merced del ritmo frenético y en
constante movimiento de la explotación petrolera.
Francisco Salvador comienza como buen parresiasta que le habla al poderoso y cuenta
su historia con un discurso peronizado. Lo que dice Salvador es que su ciudad, frente a
los poderosos que le quieren quitar su carácter de capital, es capaz de satisfacer la
reproducción de la vida de la nueva comunidad provincial de una manera más eficiente
que otras ciudades. De allí parte su discurso. Es un buen parresiasta que solicita su
derecho a la palabra leída. En esa primera discusión ya puede rastrearse la forma en que
funciona la politeia griega distinta a una forma que está marcada por la escansión básica
en dos polos que asume lo popular en los populismos. El poder autoriza la lectura al
humilde. La isegoría entonces no asegura “per se” el que todo el mundo pueda hablar,
sino que ese derecho debe tener una instancia más de autorización. Y no es cualquier
instancia sino la decisión benévola de quien concede solidariamente una excepción.
Salvador reclama y no reclama un derecho, puede hablar, pero para poder decir la
verdad debe ser autorizado a leer. Esa instancia autoriza entonces la lectura que es
realizada con coraje, ya que Salvador corre un riesgo. El riesgo de ser identificado no
sólo como el humilde obrero, sino como quien apoyó al tirano aprovechando los
beneficios que eso suponía y luego debió reconocer su error una vez sometido a su
arbitrio. Salvador, de algún modo, ya cumplió alguna vez este rol parresiasta y, como
una de las posibilidades que evaluaba Platón en Siracusa, su viaje terminó mal. Sólo en
Bahía Blanca y despedido de YPF.
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servicios, etc. Su hablar es franco en tanto describe cosas que no son difíciles de
calcular y corroborar, que están a la vista, pueden tocarse, fueron hechas y pueden ser
aprovechadas. No oculta nada. Al hacer esta descripción Salvador asume un deber, para
él es una obligación moral defender a la ciudad, su ciudad, que genera la riqueza
necesaria para la supervivencia de una nación como es el petróleo. Cumple un deber
porque siente la obligación de hacerlo y demuestra estar respaldado por la veracidad de
su descripción. Su discurso leído no se adorna con figuras sino que se apoya en datos
que respaldan un deber moral como ciudadano.
Salvador se enfrenta así como un débil frente a un poderoso. Pero no es cualquier débil.
El discurso de Salvador es débil en 1957 porque fue poderoso diez años antes y cayó en
desgracia. Eso le dará un carácter distinto a la debilidad del humilde trabajador. Lo cual
ya nos muestra que en la gestión de esa debilidad habrá distintas posibilidades, en la
dynasteia operará el carácter de las diferencias y deberíamos prestar atención a esas
formas posibles y diferentes. (La imprecación del débil de la que hablan Derrida y
Foucault no es única ni uniforme, y en la gestión de esa debilidad aparecerán las formas
de la política.)
Las respuestas a Salvador son contundentes e irán desmintiendo una por una esas
virtudes características del parresiasta, hasta terminar dejando al desnudo lo que
ocultaba esa pretendida verdad encarnada en la satisfacción eficiente de necesidades.
Ella no estaba animada por el coraje, sino por el temor a perder un privilegio. Corre el
riesgo de perder un lugar en la comunidad que había sido obtenido inmerecidamente,
para solaz de los precoces seguidores y aduladores del tirano. Lo cual significa que esta
no era una imprecación respaldada por un deber moral, sino un simple cálculo para
evitar la pérdida de un privilegio.
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lugar en el que se definirá aquello que permite hablar de lo verdadero. Las respuestas
dejan ver dos logos disputándose la condición de verdad. Frente al discurso de la
satisfacción de necesidades se opondrá el discurso de la memoria histórica, el honor y el
linaje ético.
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palabra para expresarse verazmente. Un sujeto que reconoce su facultad de darse un
mundo histórico al no responder al simple llamado de la satisfacción de necesidades o
que, por lo menos, puede permitirse opciones al momento de la satisfacción; un sujeto
que dadas esas opciones puede imaginar que sus alter ego son también portadores de
esa facultad; y un sujeto que será parte de la comunidad compuesta por esas diferencias
capaces. En este aspecto puede verse que estamos frente a un registro no muy distinto a
aquel en el que la teoría social pensó la idea de acción en el siglo XX. Giddens
Estas capacidades que se ponen en juego en el logro del ascendiente pueden ser
reducidas a la figura de la estima (queda por verse si este es un intento formalizador o
una simple reducción). Lo que se juega es esa dinámica particular que supone la
igualdad en la toma de la palabra y ante la ley y la diferencia/escansión que supone el
logro del ascendiente es la capacidad de estimar. La capacidad de estimar un cálculo
que permita saciar una necesidad o un deseo en su justa medida, pero también la
capacidad afectiva de estimar a quienes comparten la vida comunitaria y respecto a
quienes, por tanto, tenemos cierta responsabilidad. Es la capacidad de estima lo que
permite distinguir entre historia y naturaleza, honor y necesidad, linaje o extrañeza.
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Queda entonces claro que la estima-de-sí y la estima de los demás no opera sólo al
momento de encontrarnos con identificaciones populares. [Presentar argumentos
cambios en la estima en las articulaciones políticas populistas.] La capacidad de estima
es lo que sostiene las formas en que se gestiona la relación potencialmente múltiple
entre diferencias. La adscripción de esa capacidad de estima define la manera en que se
relacionan las diferencias. A Salvador precisamente se le desconoce esa capacidad a
partir de la historia, el honor y el linaje. La buena y la mala parrhesía se pueden
distinguir sólo a partir de la adscripción de la capacidad de estimar y sólo se puede
lograr ascendiente sobre aquellos que son adscriptos. El resto, quienes no pueden
estimar, simplemente deben creer/obedecer, como ya lo dijo Locke. Podrán hablar, pero
no podrán decir la verdad.
Bibliografía
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