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Sobre la Tesis: “El problema del ser en la teoría psicoanalítica freudiana y en la teoría

psicoanalítica lacaniana”
En primer lugar, quisiera agradecer a las personas que organizan y hacen posible este
encuentro y a Adriana Klinoff por haberme dado la oportunidad de profundizar en un tema
bastante inexplorado para mí; algo que también calificaría de encuentro. La lectura de la
tesis me hizo reflexionar en torno a una problemática que tiene una importancia notable en
cómo concebimos la dirección de la cura.
Por otra parte, también hace hincapié en cómo podemos estar atravesados por una idea
ontológica aún sin que estemos advertidos de ella, ya que siempre actuamos desde una
posición epistémica o de marco teórico y el mayor obstáculo es desconocerlos. Lo plantea
Lacan cuando en el Seminario La transferencia comenta cómo el concepto que manejen los
analistas de la transferencia, hace a su posición en la cura de sus analizantes,
“no es necesario tener el plano de un departamento para golpearse la cabeza contra las
paredes. Por el contrario, la recíproca no es cierta, en el sentido que, no es suficiente
golpearse la cabeza contra las paredes para reconstituir el plano del departamento, sobre
todo si se hace esta experiencia en la obscuridad”.
Es decir, no es a partir de la experiencia (analítica) que nos haremos una idea del concepto
de transferencia, sino que existe un posicionamiento teórico que nos hace intervenir de
cierta manera, aunque no lo tengamos presente. Siempre intervenimos desde una posición
teórica. Y en esa posición, que la perspectiva sea ontológica o antifilosófica, es una
distinción esencial. En ese sentido, el aporte de Adriana es muy interesante, porque uno
podría hacerse la pregunta: ¿“qué idea del ser estoy sosteniendo en mi clínica?” y las
distintas respuestas a esa pregunta habilita dos clínicas no sólo distintas sino contrarias.

A) Psicoanálisis y Filosofía.

El primer comentario que quisiera destacar entonces, con respecto a la tesis, se refiere a la
temática que trabaja, un tema central para la Filosofía como la cuestión del ser; que no ha
sido muy frecuentada en las reflexiones de los analistas. Postular que el ser es un
problema en la teoría psicoanalítica ya implica una posición a mi criterio bastante
novedosa y original.
1) Una probable explicación a que temas de la Filosofía (como la cuestión o el
problema del ser) no hayan sido visitados por los analistas, tal vez se encuentre en la idea
que ha predominado de considerar al Psa. como extraterritorial al campo de la ciencia, pero
en un sentido muy particular, considerando lo extraterritorial como sinónimo de ajenidad,
con la consecuencia de haber dejado a nuestra disciplina aislada del diálogo con otros
saberes. Son muchos los analistas que han hecho esta interpretación, tomo sólo el de Miller,
porque es representativo del sector mayoritario, aunque no es el único.
Al respecto, en un texto titulado Psicoanálisis y sociedad, sintetiza esta postura: “No a la
antropología, no a la lingüística, no a la filosofía. Estos discursos quedan situados en el
saco del discurso universitario. El psicoanálisis es el reverso de lo que domina en la
sociedad. El discurso del amo es, sin duda, el del inconsciente, pero estructura el orden
social”.
Sin embargo, hay otra lectura de la extraterritorialidad del Psa. completamente contraria a
la anterior, que creo están en consonancia con la propuesta de la tesis, al poner en relación
al Psa. con otros campos del saber.
Un aporte importante al respecto, el de Alfredo Eidelsztein, quien parte de la misma
definición del término y nos recuerda que la RAE define extraterritorial como lo que está o
se considera fuera del
territorio de la propia jurisdicción. y en el ámbito del derecho, como el privilegio de que
algo que se encuentra dentro de un territorio se considere fuera de él (agentes
diplomáticos, buques de guerra, etc).
O sea, extraterritorialidad indica estar fuera de donde se está (haremos hincapié en el donde
se está, que en este caso se refiere a la ciencia).
Dos de los textos donde Lacan lo analizó son: “Situación del
psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956” y en la “Proposición del 9 de
octubre de 1967”
AE plantea:
“Lacan propuso terminar con la extraterritorialidad del psicoanálisis y lo hizo entre otros
modos, por la vía de la formalización matematizada como herramienta fundamental para
tramitar el saber en psicoanálisis. No pudo imponerlo, porque casi todos los psicoanalistas
se sostuvieron y se sostienen en posición de extraterritorialidad; consideran que el
psicoanálisis es extraterritorial.”
(Podemos pensar que el término que introdujo Lacan se interpretó a la freudiana, en tanto
Freud sí se atribuyó una disciplina que era imposible cuestionar desde otro campo: El
propio Freud (1974e, p.1965) señalaba que “idénticamente imposible me es a mí
discutir con aquellos psicólogos y neurólogos que no reconocen las premisas del
psicoanálisis y consideran artificiosos sus resultados”, o “el psicoanálisis no admite
terceros” de Consejos al médico.
El problema, es que, el Psa. por fuera del campo de la ciencia, al no poder recibir críticas ni
cuestionamientos, ni hacer valer sus razonamientos ante los otros campos del saber, no
tiene más chances que constituirse en un sistema de creencias (recomiendo un trabajo de
investigación:
“El psicoanálisis como sistema de creencias: un bosquejo de programa de investigación”,
de Mariano Plotkin, investigador de UNREF).
AE plantea, en Por un psicoanálisis no extraterritorial:
“…si utilizáramos la fórmula de su definición; el psicoanálisis, al posicionarse en
extraterritorialidad científica, tendría como jurisdicción propia a la ciencia; pero los
psicoanalistas en general consideran al psicoanálisis por fuera de la ciencia.
Actualmente, en psicoanálisis eso aparece bajo la forma de no preguntarse
por qué Freud dijo lo que dijo. Si lo dijo Freud y uno es psicoanalista, es
psicoanalista porque no pregunta por qué o para qué Freud lo dijo, porque este
tipo de pregunta está mal vista. Lo mismo sucede en relación a las
afirmaciones de Lacan. Se los cita y se los comenta, nunca se los critica, en el
sentido racional del término”.
(Esto es lo que en el rastreo de la tesis se hace posible, interrogar la genealogía de los
conceptos tanto freudianos como lacanianos para poder interrogarlos).

2) Otra posible explicación de que los analistas no se interesen ni investiguen


temáticas de la filosofía, podría ser la manera en que se entendió el término de
antifilosofía forjado por Lacan, entendida como un rechazo de éste por la
filosofía.
En este sentido, la tesis aporta suficiente argumentación como para entender el alcance del
término como el rechazo por la ontología clásica, no por la filosofía como saber total (al
que se opondría Lacan). Esto abre a la pregunta sobre si se trata de una nueva ontología, la
del ser creado por el lenguaje, el de la falta en ser, sostenido en el agujero o si es un
rechazo de la ontología en sí. Es decir ¿es posible una ontología que se oponga a la clásica
o eso implica romper con la ontología? Esa pregunta cae como correlato de la tesis, y tanto
es así que queda planteada al final de la misma, (promesa de una investigación futura que
espero con entusiasmo).

3) La idea de ser como falta en ser, proveniente del hecho de que el sujeto es
efecto del significante, ataca la idea del individualismo imperante en la sociedad moderna
occidental. Ya no hay un ser del ser, un ser auténtico que debería ser alcanzado, y eso va en
contra de la máxima que funciona como ideal de autenticidad.

Cita de AE:
Hay muchos autores –entre los que me encuentro– que piensan que el
individualismo es loco, que es una locura –tal como plantea Hegel en la
“Fenomenología del espíritu” con: alma bella, ley de corazón y delirio de
presunción–, por ejemplo, Lacan también lo consideró así. Pero la clínica de
sus sucesores tiende más que nunca a una salida individualista, porque hoy ya
se sostiene que directamente no hay Otro.

B) Posicionamiento frente a los conceptos entendiéndolos como parte de una


genealogía. En ese sentido rompe con la idea de autoengendramiento, del mito de
origen, del “genio” inventor o creador en el que se ubica a Freud.

La nueva era inaugurada por el Psa. con el descubrimiento del inconciente introduce un
movimiento sin retorno; destituye definitivamente a la conciencia de su lugar central en los
procesos del espíritu humano, que escapan a ella y obedecen a otras leyes.
La verdadera conciencia de sí pasa a ser el conocimiento del inconciente y éste se
constituye como verdad última de lo humano.
Una expresión del filósofo Paul Ricoeur puso en una misma serie a Freud con Marx y con
Nietzche en lo que ese autor denominó: Escuela de la sospecha. Los tres maestros de la
sospecha: Marx, Nietzsche y Freud, aunque desde diferentes presupuestos, consideraron
que la conciencia en su conjunto es una conciencia falsa (aunque en los tres sea por
motivaciones diferentes).
Los tres realizan una labor arqueológica de búsqueda de los principios ocultos de la
actividad consciente.

Estos tres autores comparten una actitud crítica hacia la sociedad que conocen, y por ello
suelen ser considerados como frutos de un mismo espíritu crítico, aunque ni siquiera son de
la misma generación, ya que mientras Marx es un autor de mediados del siglo XIX, y
Nietzsche lo es de finales del siglo XIX, Freud es un autor de finales del siglo XIX y
principios del siglo XX.
Sin embargo, nadie niega los antecedentes de los otros autores de la manera en que se hace
con Freud. Se reconoce la marca de Darwin o Schopenhauer en el pensamiento de
Nietzche, se inscribe a Marx en el devenir del idealismo alemán en el cruce con la
economía política y el momento histórico. Pero nada de eso acontece en lo que respecta a
Freud, a quien se lo piensa como un clínico que procede de manera inductiva a partir de
hipótesis, a pesar de que eso lo lleve a la construcción de un andamiaje teórico coherente,
que algunos pueden considerar una “concepción del mundo”. “Sin embargo, todo eso
parece ser atópico, venir de ninguna parte, sólo reposar sobre una generalización de la
hipótesis del inconsciente. Entendiéndose como ruptura radical, el psicoanálisis renegaba
de su anclaje en la historia y reprimía su propia genealogía, engendrando el mito de su
autoproducción mágica” (Jean-Marie Vaysse. El inconsciente de los modernos).
En el libro se plantea la hipótesis de que el inconsciente es lo innombrable de la metafísica
moderna, al ocupar el lugar de dominio del orden de la subjetividad. El inconsciente es
vocablo de la metafísica moderna en tanto está en la parte oculta o secreta de lo que se
plantea como sujeto soberano y queda del lado de lo afectivo, lo somático, sometiéndose a
los mecanismos de la materia. (lo desconocido del cuerpo)

Pero esta genealogía podríamos llamarla “crítica”, o ¨lógica”. No es una historia de las
ideas, en tanto no es una línea de tiempo que considere a los autores como “hijos de su
época”, sino que sitúa un contexto complejo en el que conviven posicionamientos dispares.
Así, en mismas épocas surgen teorías contrapuestas, y hay seguidores de unas u otras. En
un mismo tiempo; Parménides y Heráclito. Freud elige al primero, Lacan, al segundo.

Freud sigue a Schopenhauer. Lacan a Hegel.

Freud Copernico/ Lacan Kepler

Podemos seguir el hilo de la Tesis entonces, como un interesante contrapunto que pone en
tensión los conceptos, los autores, y se va trazando la línea divergente de Lacan respecto de
Freud en lo que hace a la cuestión del ser. Dos líneas que divergen en dos clínicas
contrapuestas.

Tampoco podemos decir que Freud no hubiera tenido acceso a la teoría del significante de
Saussure, ya que existe documentación de que habría conocido su obra.
La raigambre biologicista de Freud es innegable, y los autores que lo influenciaron no son
un secreto, él mismo los cita en innumerables ocasiones. Lo extraño es que se haya
soslayado el correlato de sus ideas con las de esos pensadores de quienes las tomó.

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