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TESTAMENTO DE MARÍA TIACAPAN, ESPOSA DE ANDRÉS ICNOTL.

[Sin fecha]
María Tiacapan, esposa de Andrés Icnotl, de Santa María Magdalena.
En el nombre de Nuestro Señor Jesucristo y de su preciosa madre Santa María, eternamente
Virgen verdadera, sepan todos los que vean y lean este papel; que yo, María Tiacapan, viuda, del
barrio de Santa María Magdalena Cihuatecpan, aún cuando estoy enferma, no obstante mi ánima
y mi alma están tranquilos y saludables. Yo verdaderamente creo en la Santísima Trinidad, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, cuya esencia sólo es una, y creo todo lo que la Santa Iglesia de Roma cree.
Con la invocación y las súplicas a Dios Nuestro Señor, yo hago y ordeno esto, mi testamento, mi
voluntad... Yo ordenaré.
Primero yo declaro que doy mi espíritu y mi alma a Nuestro Señor Dios porque él hizo y vino a
redimimos con su preciosa sangre aquí en la tierra; dejen que él la ponga donde le plazca, déjenlo
tomarla. Y mi cuerpo se lo doy a la tierra porque de la tierra viene. También declaro que cuando
yo muera, mi cuerpo será enterrado en nuestra iglesia de San Juan Evangelista.
Y yo declaro que la casa donde estoy, que mira al oeste, y otra que mira hacia Xochimilco con
tierra de nueve matI y uno yollotli de largo y cuatro matl de fondo, hacia Huitzilopochco, todo
esto se lo doy a mi sobrino Gaspar Cuetli. Y él quizá me favoreciera con una misa. También le doy
a él todas las quince chinampas [de la casa] Nadie debe codiciarle nada a él.
Y yo declaro que tengo una casa que mira al oeste con: seis matl un yollotli de largo y cuatro
matl de fondo. Y yo le doy toda él, a mi sobrino llamado Melchor Tlecannen. Yo le asigno esto a
él, y nadie debe quitárselo o codiciárselo. Y le doy también las chinampas de la casa que él ya está
trabajando.
Y yo declaro que tengo una tierra seca en Huixachtlan, veinte unidades de medida en todos sus
lados, junto al campo de Miguel Téllez. Y yo digo que se la doy toda a mi sobrino Lorenzo
Yaoxochiquitl. Nadie debe codiciársela.
Y yo declaro que tengo un campo en Santiago Tetla, cuarenta de largo y veinte de ancho, junto al
campo de Tomás Nauhyotl. Debe ser vendido y con [el dinero] una misa debe ser dicha por
nosotros.
Y yo declaro que las ochenta tablillas de madera y las veinticinco pilas de leña, y una viga y dos
columnas cuadradas, y un dintel, y dos gruesos palos y cinco esquinas de casa, y un quappantli de
piedra se deben vender para que una misa sea dicha para nosotros dos, yo y mi difunto esposo,
Andrés Vázquez.
Y también que el cofre que no tiene llave debe ser vendido y una misa [...]
Y la olla también debe venderse, además la puerta se debe vender.
Y yo declaro que la persona que recientemente era mi esposo, quien murió, se llamaba Miguel
García. Él dejó varias órdenes respecto a su propiedad; me las confirió todas a mí, y ahora yo las
estoy dividiendo.
Y de nuevo yo declaro que de acuerdo a lo que mi fallecido esposo dijo, la tierra de nivel en la
cual hay dos casas en pie que miran al este, deben ser divididas en tres partes. Y que el terreno
mide cuatro matl y uno yollotli de ancho, mirando hacia Huixachtlan, y cinco matl de largo
hacia Xochimilco. Y yo le doy todo eso a mis hijastras Francisca y Juana Tiacapan. Y yo dejo a
ellas todos los campos y chinampas; todo pertenecerá a ellas, porque era la propiedad de su
padre. Y ellas tomarán seis vasijas de madera. Y por todo esto ellas no reclamarán otra vez. Y
ellas deben darme un peso a mí, el cual será usado por mí, con el cual yo descansaré satisfecha
como la legítima esposa que era. Es todo lo que yo declaro.
Esto es todo lo que la enferma declara, y como ella no sabe escribir, es la razón por la que ella no
puso su propia firma. Ante los testigos: Miguel Téllez, Juan Bautista, Pablo Gerónimo, Fabián
Jiménez, Andrés García, Domingo de San Lázaro, Lucas Lázaro, Bernardo Quauhtli, Lorenzo de
Santiago, y los albaceas don Alonso Jiménez y Lorenzo López. Y aquellos que saben como
escribir, ponen sus firmas aquí.
Hecho ante mí, Alonso Dávila de Santiago, escribano nombrado. Don Alonso Jiménez.

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