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ciencias sociales, teniendo como referente el trabajo con prácticas
vistas desde occidente como “sobrenaturales” o “no reales”. En esa
misma perspectiva, en el transcurso de la conversación también
se abordaron los conceptos de “traducción” e “interpretación”.
Este último desde una noción más cercana a la idea de una
“interpretación musical”, que a la noción hermenéutica
característica de las ciencias humanas.
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deformante o creativa, es una cuestión siempre abierta”. Podrías
comentarnos algo al respecto.
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Personalmente, puedo decirte que no sé si existen o no existen.
Mi problema, y esto aun no está desarrollado como debería ser,
radica en la pregunta ¿qué tipo de antropología se puede hacer
si, en lugar de dudar, se toma en serio la palabra de las personas
con las que trabajamos? Sin embargo, Evans-Pritchard en el año
treinta siete, ya afirmaba que “los brujos, como los piensan los
Azande, no pueden existir”. Seguramente hoy nadie lo afirmaría
así, explícitamente, pero siguen trabajando guiándose por la
misma premisa porque la brujería y la hechicería siguen siendo
estudiadas y explicadas como si fuesen meras acusaciones entre
personas. Los dioses, y otras entidades, también son abordados
en esos estudios, pero no guardan el mismo estatus ontológico
de los otros actores que son realmente tomados en cuenta en la
explicación.
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Radcliffe-Brown, usa la noción denominada teoría etnográfica.
Me parece que lo hace a propósito porque no encuentra sentido
en el modelo propuesto por Radcliffe-Brown, el cual divide la
etnografía de un lado y la teoría del otro. A mí me encantó la
idea de una teoría etnográfica, la cual entrelaza de principio a fin
ambos lados de la antropología.
Por eso, las historias que abordo en mis escritos sobre la política
pueden ser analizadas como asuntos entre humanos y nada
más, ya que hay personas con las que trabajé que explicaban la
situación de esa manera. Por ejemplo, en mi trabajo de campo
hubo gente que me dijo “no, eso es una disputa por el control de la
asociación”. Respuestas como esta le encanta a la antropología de
la política porque son más fáciles de entender. La cuestión, es que
la gente casi nunca te dice que los asuntos se tratan solamente de
aquello, de disputas, de control, etc. Afirman que es eso, sí, pero
además te dicen que de por medio hay dioses, hay espíritus, hay
brujería, hay hechicería, etc. Por lo tanto, mi enfoque radica en
cómo hacer una descripción que incluya a todos esos elementos,
así como a las relaciones establecidas entre ellos. Esta descripción
que busco, de seguro, difiere de las descripciones que ellos me
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han presentado porque, para contribuir a mi entendimiento — y
sólo por eso —, ellos pueden presentármelas como descripciones
alternativas: O es una cosa política, o es una cosa cosmológica.
Por mi parte, como antropólogo, tengo que juntar todo, conectar
todo de alguna manera. Tengo que hacerlo sin reificar la premisa
que atesta que lo que dicen ellos es “menos real de lo que yo
puedo decir”.
Con esto tampoco quisiera afirmar que lo que ellos me dicen sea
más real. Hay personas que lo creen así, lo cual desemboca en
una especie de romanticismo al cual tampoco quiero llegar. Mi
problema de fondo es el cómo escapar de un racionalismo excesivo
sin caer en el romanticismo. Ante este problema planteado, se
puede afirmar que Evans-Pritchard se limitó a sustentar que los
brujos como los Azande los piensan no existen. Creo que Evans-
Pritchard afirmó esto a manera de resolver las distancias entre
las creencias de los Azande y las suyas propias. Para los Azande
los brujos existen, mientras que para Evans-Pritchard no. Es así
que para resolver este problema, él emplea algo parecido a una
explicación ‘científica’, en verdad una especie de sugerencia que
no es explicitada pero que comparte con los europeos de su época
para quienes escribe, la cual puede ser resumida en el hecho de
que evidentemente los brujos no existen. Es partiendo de esto
que me pregunto ¿Es posible hacer antropología sin apelar a
evidencias como esa? Es decir, ¿es posible hacer antropología sin
recurrir a esa especie de acuerdo previo que tenemos nosotros,
los occidentales, pero del cual la gente, los “no-occidentales”, no
participa porque no son parte del mismo? o ¿es posible hacer
una descripción donde estén incluidos todos los elementos? Eso
es teoría etnográfica, que también podríamos llamar cartografía
etnográfica, que viene a ser lo mismo.
Creo que hay que reconocer, y eso es una cosa que aprendí
con Isabelle Stengers, que en las respuestas a estas preguntas
hay un elemento de indecisión. Ella denomina a esto como lo
desconocido, porque una cosa es decir “las cosas existen o no
existen” y otra cosa es decir que esa cuestión tiene que ver con lo
desconocido. Y, por ejemplo, ya te digo que yo no estoy convencido
de que las personas con las que trabajo estén plenamente seguras
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de que los dioses simplemente existen. La idea nuestra, de la
antropología, de que ellos tienen absoluta seguridad de todo, no
es verdad. En el caso de las personas con las que trabajo, ellos
habitan en un universo muy misterioso, y tampoco es que vivan
aislados en una isla remota en donde todos comparten el mismo
universo. Son gente que vive en una ciudad de doscientos mil
habitantes, donde saben que hay gente que no cree en lo que
dicen. Luego van a la escuela y la universidad y, bueno, para ellos
no es tan problemático saber que los dos mundos en los que
constantemente habitan tienen partes en las que no se mezclan
pero que, a pesar de ello, existen al mismo tiempo.
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M.G: Bueno, la suposición de un existente tiene que ver con el
llamado giro ontológico en la antropología… Para mí es difícil
hablar de eso porque guarda estrecha relación con personas muy
cercanas a mí. Se trata de una posición muy seria, pero que nunca
me convenció completamente. Para mí, salir de la epistemología
para pasar a la ontología nunca me pareció una solución
interesante porque, al fin de cuentas, tanto la epistemología y la
ontología son las dos caras de una misma moneda. No sé si en
dejar de lado la discusión epistemológica para dar un salto hacia
la discusión ontológica se encuentre alguna ventaja.
M.G: Esa es una de las cosas que todavía no sé bien. Una de las
cosas que siempre me encantó. Este asunto es narrado en Coral
Gardens, libro en el que se relata cómo, en un momento dado,
Malinowski empezó a recolectar fórmulas mágicas en las islas
Trobiand. En estas islas, las fórmulas mágicas pertenecían a las
familias pero, de repente, Malinowski era el que más fórmulas
mágicas poseía en la isla. Justo allí viene lo interesante, porque
si yo soy trobiandes, sé que lo que cuenta son solo las fórmulas
mágicas de mi familia, mientras que las otras fórmulas no
importan porque sé que o son falsas, o son más débiles que las de
mi familia. Esto es igual para todos los otros trobiandeses. Pero
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para la antropología este no es problema suyo, ya que esa no es
su posición. Para la antropología, se tiene que recolectar todas las
fórmulas sin preocuparse por si una es más falsa, más verdadera,
más débil, o más fuerte, que las otras. Luego, se tiene que ponerlas
en relación entre ellas. Tal vez esto sea algo que no le interesa a
la gente con la que uno trabaja. Ya que si les llegara a interesar,
lo comenzarían a hacer, pero, en general, no es así. Entonces la
posición de la antropóloga y del antropólogo es un poco como la
de una tejedora la cual tiene como tarea hilar toda una línea entre
esos elementos múltiples. Elementos que, generalmente, la gente
con la que el antropólogo trabaja no tiene interés en entrelazar.
Entrelazan algunas cosas, pero nunca todas.
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M.G: Eso tiene que ver con el asunto de la traducción, pero la
traducción comprendida en un sentido más completo. A mí
siempre me gustó la definición de Evans-Pritchard que asevera
que la antropología es un asunto de traducción. Muchos otros
afirman cosas similares, pero el sentido de sus definiciones
apuntan en otras direcciones. Por ejemplo, Levi-Strauss se
interesa por la antropología como una traducción, pero, en el
fondo, lo que le importa es que esa traducción ayudará a revelar
las estructuras, los universales, etc.
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francés no son tan ‘verdaderas’ ¿Por qué? Porque el inglés y el
francés se encuadran en la posición dominante y asumen que no
tienen nada que aprender de la lengua que va a ser traducida.
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este tipo de lenguaje resulta modificado al final de la experiencia.
Este ejercicio de traducción afecta al lenguaje de Deleuze y
Guattari que todos los filósofos usan y, es por ello que, no todos
están dispuestos a aceptar algo así. Me dicen que estoy loco, que
cómo voy a usar a Deleuze y Guattari para hablar del candomblé,
pero aun así hay algunos pocos que sí creen en esta idea. De igual
forma, creo que Deleuze y Guattari también desarrollaron su
filosofía con material antropológico.
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marxismo, que te puede plantear: yo puedo comprender la lógica
de acumulación de capital y si yo entiendo que es profundamente
secularizada, inscrita en esa lógica explicativa, entonces yo puedo
intervenir políticamente en el mundo.
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proponen sus soluciones por cuenta propia. Me parece que un
tipo de antropología guiada por la desaceleración, más bien,
puede crear un lenguaje de comunicación más simétrico porque
la gente no va a sentir, ni creer, que hablas desde una posición de
superioridad. Tengo muy en claro que la gente con quien trabajo, a
quienes conozco desde hace muchos años, no piensan que yo soy
igual a ellos, pero eso no es un obstáculo para nuestra relación, y
esa es la clave. En cambio, nosotros, en general, no nos sentimos
muy bien con las relaciones horizontales entre diferentes. Nos
sentimos bien con las relaciones horizontales entre iguales, pero
sostener relaciones horizontales entre diferentes no es una cosa
tan sencilla ni para nosotros ni para el pensamiento occidental.
Esta elección lleva a que a veces se escuche decir cosas como “eso
que haces es inútil”. Yo lo oí muchas veces. Un ingeniero te va a
decir eso, un economista te puede peguntar ¿para qué candomblé?
¿a quién le interesan cosas como candomblé o capoeira? Cuando
trabajé con política creí que nadie me iba a molestar, pero los
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de la ciencia política me criticaban porque, aunque era política,
consideraban que no servía para nada. Por ejemplo, la primera
vez que presenté mi trabajo sobre política fue en la Universidad
de Campinas. Era la primera vez antes de publicar el libro, y
recuerdo que había un chico militante al cual le respondí una
de sus preguntas diciendo que, para mis amigos del terreiro, los
políticos son todos iguales por determinadas razones. Ante mi
respuesta, el chico me preguntó “¿pero tú intentaste explicarles
que no son todos iguales?”, a lo que yo le respondí diciendo: “¿con
qué derecho yo lo haría, porque soy doctor, porque soy blanco?”.
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religiosa, porque pareciera que la solución para la intolerancia es
la tolerancia. Y la verdad es que no es así. La solución es el respeto.
Ahora se habla de racismo religioso, término más interesante que
el de intolerancia religiosa porque, a diferencia de esta última, no
permite el escape facilista de decir “ah sí, yo soy tolerante”. Como
todos saben, la tolerancia ha matado a millones de persona, ¿no?
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E.R: Una cosa más como para explicitar los supuestos con los
que estás pensando. El primero es si es posible producir mejor
conocimiento del mundo, entendiendo por mejor conocimiento,
un conocimiento más respetuoso, más adecuado, más consistente,
es decir, no cualquier conocimiento es epistémicamente
equiparable ¿qué criterios operan ahí? ¿no cualquier conocimiento
del mundo es epistémicamente equiparable?
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de este tipo de religiones. Por ejemplo, cuando uno está hablando
con un dios incorporado, eso ¿cómo se puede politizar?, para
que no terminen siendo unas teorías innecesarias y que además
son poco útiles en términos de las luchas que se pueden estar
disputando estas gentes en su cotidianidad.
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Después también está lo que Stengers denomina el problema de
la salida del laboratorio. Por ejemplo, un científico elabora una
tipo de maíz transgénico en el laboratorio, y posteriormente
se imagina que puede salir del laboratorio a poner el maíz
transgénico en el mundo, y listo, todo está resuelto. Sin embargo,
lo que problematiza Stengers es que no es tan sencillo. Ella nos
hace ver que hay todo un problema porque la ciencia no considera
las implicaciones de esa salida en sus especificidades.
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sin los universales? Yo creo que sí, y aquí lo propuesto por el
perspectivismo amerindio es interesante ya que coloca la cuestión
del punto de vista de la pragmática de la situación, encapsulada
en las siguientes preguntas ¿quién habla?, ¿para quién? y ¿en qué
situación? No solamente se trata, en este caso, de las cuestiones
semánticas o sintácticas que muy fácilmente son universalizadas,
sino también de enfocarnos en las cuestiones pragmáticas que
son muy difíciles de universalizar.
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en el bosque, y empecé a escuchar unos tambores, e imaginé
que era gente que estaba tocando. Cuando volví le comenté lo
de los tambores a mi amigo. En respuesta, él me contó que una
vez fue al mismo sitio y escuchó esos tambores, que eran los
tambores de los muertos porque era un ritual que tenía que ver
con la muerte. Ellos, los muertos, tocan los tambores para decir
que aceptan… yo escuché los tambores, estoy seguro, no lo dudo.
Utilicé esa narrativa para abrir mi libro sobre política y, antes de
publicarlo, salió como un artículo en la revista de antropología
de la Universidad de Sao Paulo, y es impresionante que hasta
hoy la gente piense que es una celebración de una experiencia
mística. Es impresionante porque yo tuve todos los cuidados para
escribir como si no lo fuera, aunque simultáneamente intentaba
mostrar tanto los problemas que esta experiencia me planteaba
así como el proceso que me llevó a encontrar la clave descriptiva
del trabajo sobre política a partir de esos mismos problemas. Un
trabajo sobre política que, en principio y aparentemente, no tenía
nada que ver con los tambores, porque los tambores aún no sé lo
que son.
¿Puedo colocar una cuestión desde ahí para la política? Creo que
sí, porque la política es un poco como escuchar los tambores de
los muertos… Unos me dicen que la política es esto, otros me
dicen que es aquello. Puedo trabajar con las narrativas que van
a tejer esas diversas posiciones y cosas. Hay gente que me dice
que escribí ese texto para decir que soy romántico, místico, etc.
Para mí es un chiste porque personalmente no tengo nada que
ver con eso. La verdad es que siempre tengo que luchar contra
otra tendencia, racionalista, cientificista… yo nunca tuve una
sensibilidad con las cosas ‘sobrenaturales’. Pero bueno, soy amigo
y estoy conviviendo con gente para quienes esto, lo ‘sobrenatural’,
es parte de la experiencia. Por ello, puedo argumentar que
aprendí algo con ellos, pero lo que aprendí no es lo mismo que
ellos aprenden. Me afectó, sí, pero me afectó a mi manera porque
yo tengo un pasado distinto al de ellos. Stengers habla de herencia
y yo, claro, tengo una herencia de las luces, del marxismo,
de las ciencias, y tengo que lidiar con eso. Yo no creo que esa
diferencia sea un obstáculo para la comunicación, ni para que un
pensamiento nuevo y distinto pueda surgir en este encuentro de
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estas diferencias. De verdad fueron mis amigos en Ilhéus que me
enseñaron todo eso.
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una igualdad, o una especie de democratismo que, de hecho, nos
dice que somos todos iguales.
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sentimientos, prejuicios. Por ello, puedo decir que para mí, y lo
diré apoyándome en palabras de Guattari, esto es una tentativa
de salir de un paradigma científico para adentrarme en un
paradigma ético-estético. Los criterios de evaluación no pueden
pasar solamente por sueños cientificistas. Aunque tal vez no lo
sepamos, esta aceptación de modos diversos de interpretación es,
tal vez, esa “salida del laboratorio”.
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discute directamente con el posmodernismo norteamericano.
En este texto se discute el tema de la adecuación de categorías,
lo cual es paradójico porque, para comenzar, ¿Qué significa
“nuestras categorías”? si al final de cuentas todas las categorías
que usamos son por definición nuestras ya que no se puede
hacer antropología sin ellas. Más que pensar en las categorías,
se debería pensar en lo que uno hace con ellas. Es por ello que
considero que el juego de traducción-contaminación tiene que
ver con eso, ¿Cómo contaminar nuestras categorías para hacerlas
decir algo diferente a lo que acostumbran decir? A veces hasta es
posible mantener el nombre, pero otras se tiene que cambiarlo.
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de pensamiento antropológico sin la premisa de categorizar a
algunos como idiotas? Creo que sí podemos compartir con estas
corrientes de pensamiento, sin necesariamente querer ser como
ellos.
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Algunos elementos para recoger de la conversación
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antropológicas que le interesan a gente que no es antropóloga,
incluso a la gente con la que el antropólogo trabaja. Se trata
entonces de hacer que lo vivido en campo aparezca para las
demás personas como algo que no es absurdo. Además de eso,
toda traducción implica, también, un cambio en quien realiza la
traducción, en el lenguaje que se traduce y en el lenguaje al que se
traduce. En consecuencia, una respuesta a la pregunta por el para
quién, es que lo que hace el antropólogo(a) es para contaminar el
pensamiento, porque no se sale igual de la experiencia, se produce
un efecto epistemológico y unas trayectorias de aprendizajes.
Todo esto como un punto de partida para responder a la pregunta
del para qué y el para quién.
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