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http://omal.info/spip.php?article4822
Consiste en la inversión de capital por parte de una persona natural o de una persona jurídica
(instituciones y empresas públicas, empresas privadas, etc.) en un país extranjero.
Ejercer un control a largo plazo sobre la empresa adquirida o participada, y el criterio establecido para
definirlo es que la propiedad adquirida por la sociedad matriz sea, como mínimo, del 10% de la filial.
Según el paradigma capitalista, la IED es uno de los motores del desarrollo, especialmente para
Las economías receptoras.
Empezó a cobrar mayor relevancia a partir de finales de los años ochenta, cuando el Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial promovieron en los países periféricos la aplicación de las medidas
propugnadas por el CONSENSO DE WASHINGTON: PRIVATIZACIONES, reducción de la inversión del
sector público y liberalización comercial y financiera. La IED, a partir de entonces, pasó a convertirse en una
de las principales fuentes de financiación de los países empobrecidos. Según la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL), entre 1996 y 2001 los flujos de IED que entraron en la región superaron
ligeramente el 4% del PIB, mientras en 2007 este porcentaje aumentó un 8% de promedio; en 2011, en plena
crisis financiera y económica, la IED descendió hasta el 5,8%.
Y es que esas modalidades de inversión han llegado a constituir el 88% del total de la IED y consisten, en su
mayoría, en fusiones de grandes empresas cuyo resultado es una cada vez mayor concentración del capital.
Los motivos que llevan a estas corporaciones a realizar inversiones en otros países son:
Entre otros, la obtención de recursos naturales y mano de obra de bajo coste, así como el acceso a
mercados mayores o en crecimiento.
El crecimiento de la IED durante el siglo XX ha sido exponencial, sobre todo tras la crisis energética y
financiera de los años setenta. La apertura de las fronteras al comercio y a las transacciones financieras, junto
con la creciente FINANCIARIZACIÓN de la economía mundial, provocan una expansión tal que en 2007 la
IED había alcanzado un valor equivalente a 137 veces el de 1970. En el panorama de crisis económica y
financiera actual, sin embargo, la IED mundial ha sufrido una cierta contracción, que fue especialmente
marcada en 2009, año en el que las salidas globales de inversión hacia otros países se redujeron alrededor
de un 43%. Pero experimenta una ligera recuperación a partir de 2010, y en 2011 la IED ya crece un 17% con
respecto a 2010, si bien no está clara cuál será su evolución en próximos ejercicios.
En cuanto a la IED española, ha sufrido una rápida evolución desde los años noventa, pasando de
representar el 3% del PIB en 1990 a suponer el 20% en 2000 y el 47% en 2010. A nivel mundial, España fue
el sexto país inversor en 1999, año en el que el 66% de sus inversiones se concentraron en América Latina.
La entrada masiva de IED española en la región coincide con la PRIVATIZACIÓN de empresas estatales en
los países latinoamericanos durante la década de los noventa, máximo que no ha vuelto a repetirse desde
entonces, puesto que las compañías públicas únicamente pueden privatizarse una vez. Con todo, la presencia
de las MULTINACIONALES ESPAÑOLAS en la región se ha afianzado en la última década y, según datos de
2011, España es el segundo país inversor en la región (14% del flujo), sólo superado por Estados Unidos
(18%).
Tradicionalmente, los flujos de IED han sido emitidos y recibidos por economías situadas en el Norte global.
En el año 2000, en estos países se originó cerca del 90% de la IED mundial y recibieron el 70% de la misma.
Sin embargo, la crisis económica y financiera que se inició en 2007 ha marcado una nueva tendencia en las
corrientes de IED, con un aumento importante de la cuota de participación de las economías periféricas, como
emisores y también como receptores mundiales de IED. Concretamente, los países de América Latina y
Caribe realizaron inversiones en el extranjero en 2010 por valor de 43.000 millones de dólares, un récord
histórico para la región, lo que demuestra el creciente poder de las empresas translatinas. A su vez, la llegada
de IED a la región muestra una tendencia de marcado crecimiento, así en 2010 aumentó un 40% con respecto
al año anterior y en el año 2011 lo hizo en un 31% más.
En lo que se refiere a la participación por sectores productivos en la IED, en la década de los ochenta y
noventa predominó la inversión en el sector servicios. En el caso de América Latina, coincidiendo con la
entrada de los capitales europeos y, más concretamente, españoles, las transnacionales adquirieron las
empresas estatales de servicios que se privatizaron en condiciones muy ventajosas y a precios por debajo de
su valor real. Actualmente, si bien continúan produciéndose importantes fusiones y adquisiciones en el ámbito
de los servicios, se comprueba una tendencia al alza en la inversión en la explotación de recursos naturales,
principalmente en la región sudamericana, donde este rubro supuso el 43% del total de la entrada de IED en
2010 y el 57% en 2011, excluido Brasil. Se trata de inversiones en la explotación de materias primas para la
exportación, fundamentalmente minería metálica, hidrocarburos y alimentos, impulsada por los altos precios
de estas commodities en el mercado internacional. En cuanto a Centroamérica y el Caribe, las inversiones se
concentran en los sectores manufacturero (54%) y de servicios (41%), según datos de 2011.
Según la doctrina neoliberal, el libre flujo de inversiones internacionales representa una locomotora de
desarrollo para las economías receptoras. Sin embargo, la experiencia de los últimos 25 años muestra que las
inversiones extranjeras tienen graves impactos en términos de desarrollo humano.
Finalmente, las medidas y acuerdos orientados a atraer a inversores externos tienden a desproteger y
subordinar los derechos humanos de las poblaciones locales a los intereses y el poder de las corporaciones, y
arrebatan a los pueblos su soberanía. Treinta años de intensificación de la entrada de IED han perpetuado a
América Latina como la región más desigual del planeta.
BIBLIOGRAFÍA: