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Según estos autores la I.E. está formada por metahabilidades que se clasifican
en cinco dimensiones que se constituyen como habilidades innatas en todas las
personas, ya sea en mayor o menor grado:
1. Conocimiento de las propias emociones: capacidad de reconocer un
sentimiento en el mismo momento en que aparece, al mismo tiempo que las causas
y sus efectos.
2. Capacidad para controlar emociones: para adecuarlas a cada momento sin
que nos veamos arrastrados por ellas.
3. Capacidad de motivarse a sí mismo: utilizando lo mejor que tenemos para
aprender a disfrutar con y en las tareas que realizamos, sin que tengan que influir
refuerzos externos a la tarea o a nuestra persona. La satisfacción del rendimiento
induce a rendir más.
4. Reconocimiento de emociones ajenas: capacidad empática que posibilita
la predisposición de admitir las emociones de los demás, a escuchar y comprender
desde la perspectiva del otro así como a identificar y comprender sentimientos
ajenos, aunque no se haya expresado verbalmente.
5. Control de las relaciones: para hacerlas adecuadas con los demás a cada
momento.
Competencia social
Las competencias sociales hacen referencia a las habilidades y estrategias socio-
cognitivas con las que el sujeto cuente en la interacción social, dentro de las
competencias sociales se incluyen las habilidades sociales, el autocontrol, la
autorregulación emocional, el reforzamiento social y las habilidades de resolución
de problemas, puesto que permiten al individuo hacer frente con éxito a las
demandas de la vida diaria. (Tatiana Rojas)
La competencia social, por tanto, forma parte de la conducta adaptativa del
individuo, que incluye destrezas de funcionamiento independiente, desarrollo
físico, desarrollo del lenguaje, así como competencias académicas funcionales.
Centrándonos en el ámbito educativo, las destrezas sociales incluyen:
-Las conductas interpersonales (aceptación de la autoridad, destrezas
conversacionales, conductas cooperativas, etc.).
Mejor en el colegio
El investigador argentino Abel Cortese está convencido de que la aplicación de la
inteligencia emocional en el aula “crea mejor clima, los alumnos están más
contentos, más relajados, y eso aumenta su rendimiento académico”.
Según explicó en un congreso celebrado en Mérida (España), el momento de crisis
es “interesante” desde el punto de vista educativo para que niños y adolescentes
reflexionen sobre el hecho de que el estado de bienestar en que viven “no es una
realidad inamovible” y pueden venir “tiempos adversos”, y para que aprendan a
valorar lo que tienen.
El autor de la investigación, Galit Meisler, dijo que “los empleados con mayores
niveles de inteligencia emocional tienen una menor tendencia a emplear formas
enérgicas y agresivas de persuasión, e intentan persuadir a sus supervisores con
tácticas de influencia más delicadas”.
Mejor en la cama
Las mujeres emocionalmente inteligentes disfrutan más del sexo, según una
investigación del King’s College de Londres que publicó el “Journal of Sexual
Medicine”.
La investigación comparó más de 2.000 hermanas gemelas y constató que aquellas
que tenían una capacidad mayor de reconocer y manejar sentimientos propios y
ajenos tenían más orgasmos y una vida sexual más satisfactoria.
“La inteligencia emocional parece tener una incidencia directa en el
funcionamiento sexual de las mujeres, al influir en su capacidad para comunicar
sus expectativas y deseos sexuales a su pareja”, explicó la psiquiatra Andrea
Burri, directora de la investigación
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