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Fundamentos preliminares
George Reyes*
Introducción
podrían servir como marco teórico esencial para una pastoral evangélica contextual
fundamentos.1 Espero, además, contribuir con ellos a que uno de los más grandes
nuestro contexto los fines deseados, conforme al ideal bíblico y las demandas de
ese contexto.
Como toda disciplina, también la pastoral evangélica opera con base a lo que
De ahí que ellos no pretendan ser acabados ni funcionar como receta mágica o “práctica” en la
construcción de una pastoral evangélica contextual latinoamericana, mucho más cuando provienen
de alguien que, aunque posee experiencia pastoral, está lejos de ser un pastoralista. Ahora bien,
dentro de esta discusión hubiera querido reflexionar primeramente en torno a los modelos de
pastoral que se han dado en el pasado y que se están dando en el presente, si bien menciono de paso
algunos de ellos; Escobar (2004:280-91) hace un breve resumen de los más importantes.
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me limitaré a apenas uno de aquellos y que una pastoral evangélica contextual en
¿Cómo debiera entenderse hoy? Se podría argumentar que en todas las tradiciones
clericalmente, es decir, como una tarea exclusiva del profesional del ministerio: el
(2003:104-108) arguyen que esta es una de las razones por qué hasta la fecha se ha
por qué la doctrina bíblica del sacerdocio universal de todos los creyentes (1P 2:9-
Si la iglesia ha de superar esa tendencia clerical, propone Barro (op. cit.: 41-
De esa cuenta, como cualquier otra disciplina, también ella estaría lejos del ideal moderno de
objetividad o neutralidad total, sin que esta realidad necesariamente la inhibe de sospechar de sí
misma y de autoevaluarse.
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Recuérdese que hasta hace poco el sexo femenino no podía tener ese privilegio; en esta
restricción, también el influjo de los diferentes paradigmas educativos y sus filosofías de
ministerio habría sido decisivo; ver estos paradigmas y los cambios que han venido operándose en
ellos, en Van Engen 1996:240-52; en las páginas 570-72 de su misma obra anterior, Bosch detalla
el desarrollo de los cambios en pro de una pastoral más inclusiva y amplia.
4
Ver una crítica a esa diferenciación, en Catalina Fazer 1998:405-35.
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Con excepción de los grupos anabaptistas que, con su énfasis en una vida comunitaria
democrática, practicaron y tienden a practicar mejor esa doctrina; Bosch op. cit.:571-72. Es posible
argumentar también que son ciertas tendencias neopentecostales y aún católicas las que mejor la
están practicando hoy, ya que, al igual que en otras tendencias eclesiásticas, en éstas opera una
variedad de filosofías pastorales.
por lo tanto, a seguir viéndola desvinculada no sólo de la misión, sino también del
olvidando que la misión se entiende sólo a la luz del Reino de Dios, se reduce a ser
del mundo que la rodea, como si la iglesia fuese un fin en sí mismo; repetitiva
Los tiempos demandan un sentido renovado de misión. Hay que pasar de una
pastoral de conservación a una de misión. No se trata simplemente de
conservar a las iglesias evangélicas tal cual están hoy en día, para que no
desaparezcan. Se trata de ver el mundo que nos rodea como un desafío
misionero. Tengo la impresión de que el modelo de ministerio del Nuevo
Testamento tiene precisamente ese talante. (El subrayado es énfasis mío).
pena confirmar la impresión de Escobar usando uno de ese género (Hch 2:41-42)
junto a otro epistolar paulino (Ef 2:19-22). Mientras Hechos describe la práctica
preguntar sobre las prioridades la epístola señala el ideal y Hechos nos muestra
veces equivocándose”. Más concreta y claramente, ellos nos permiten ver que el
edificación. Pero ese ministerio, observa Escobar (op. cit.: 283), estaba orientado
iglesia, no exclusivamente a su clero (Barro, op. cit.: 41; Bosch op. cit.:569-77). Si
bien el trabajo de este último sigue siendo importante, la pastoral, entendida como
sólo recuperar más ampliamente la doctrina del sacerdocio universal de todos los
mujer en esta tarea y hacer de ésta —la pastoral— una propiedad privada:
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Casi tendiendo a un eclesiocentrismo y a un lenguaje altamente equívoco y repetitivo, y
siguiendo la primera redacción del informe de la Comisión V sobre “La Iglesia universal y el
mundo de las naciones” en la Conferencia Ecuménica de Oxford 1937, Deiros (2006:121-35, 181-
96, 229-41) sugiere que una de esas funciones es ser la iglesia, es decir, mantenerse fiel a su
propia y particular visión y misión en el mundo, evitando ser imitadora servil de otras agrupaciones
culturales o sociales. Pero añade que otras de sus funciones son ser solidaria, denunciadora
profética, discipuladora, regeneradora y doxológica.
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Y la consiguiente contraposición entre pastor, misionero y teólogo. Esto es porque se ha tendido
erróneamente a suponer tanto que el pastor es ajeno a la tarea del teólogo y viceversa como,
despectiva y generalizadamente, que este último es un ser altamente “teórico” encerrado en su torre
de marfil y que el pastor es “práctico” y apasionado por la “obra”; junto a un concepto equivocado
de lo que es el discurso teológico, tal suposición ha contribuido a que en ciertos círculos se haya
tendido y tienda a desdeñar al primero —y su discurso— y a magnificar a los segundos y su
activismo. Esta contraposición, sin embargo, no ha hecho sino profundizar aún más la escasez de
teología antes mencionada y a la concentración unilateral de la obra evangélica en el crecimiento
numérico como criterio final para medir el crecimiento de la iglesia o bien el “éxito” en el
ministerio. Ver Foucault (1992:78-88, 186-93 cp. Reyes 2007), quien, desde una perspectiva
hermenéutico-filosófica, ha desmitificado la contraposición entre teoría y práctica.
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Es decir aquellas que luchan por salir del denominacionalismo tradicional y procuran reflejar,
conscientemente o no, en su liderazgo las filosofías pastorales y los patrones de comportamiento
del liderazgo neopentecostal posdenominacional.
detentando una autoridad y voz de mando ilimitadas y careciendo frecuentemente
Fundamentos bíblico-teológicos
decir, a ese principio que subraya que el texto bíblico canónico es la única norma
inevitablemente en juego
Ver, sin embargo, lo que argumento en la segunda parte de la nota 5 de este mismo ensayo.
manera decidida se han instalado estamentos de autoridad suprema encarnada
en líderes que se erigen como referentes únicos y depositarios de la verdad
divina.13
sagrado. De eso depende el modo cómo ella toma cuerpo y contribuye a la misión.
sino que también éste, como opina Suazo (2004:252-54) hablando de la centralidad
transforma todo— y éste así deja de ser simplemente el barniz que la colorea o el
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A las razones de Roldán habría que agregarse otras: el peso que suele tener la tradición cultural
o denominacional en muchas de las iglesias protestantes evangélicas y la presencia en ellas de
grupos, individuos o familias poderosas, cuyas opiniones poseen incluso mayor autoridad que la
misma palabra de Dios. Así, pues, se relega a un segundo plano la autoridad de la Biblia y la
“infalibilidad” —dogma católico aplicado al Papa en su carácter de maestro de la iglesia— es
aplicada inconscientemente al ser humano también dentro del protestantismo evangélico.
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La figura que presto de Suazo no puede ser más oportuna, pues “el eje transversal nos recuerda
la forma en que funcionan algunas máquinas. Este eje es la pieza clave que hace que la máquina se
mueva y ejecute sus funciones enlazando todas las otras piezas para que éstas también funcionen”
(op. cit.: 254).
de la experiencia de personalidades ejemplares del pasado,15 o con aquellas
ciencias como las sociales que le puedan ayudar a entender y describir mejor, entre
supone, sin ser una garantía, algunas implicaciones importantes de las que valdría
la pena apuntar por lo menos las siguientes. En primer lugar, devendría en una
críticamente las ideologías políticas de cambio o de moda; sólo así podría evitar
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Como Francisco de Asís y otros monjes medievales. Si bien la espiritualidad y misión de estos
personajes, contrariamente a la de Jesús de Nazaret, el modelo perfecto, no en todo reflejan el ideal
de Dios registrado en el texto —algo que Barro (op. cit. cp. Steuernagel 1996:55-81) olvida—, no
impide que debamos imitarlos en aspectos que puedan sernos beneficiosos en la misión.
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Si la pastoral es tarea misionera, cumplirá mejor su cometido cuando tome en serio la situación
histórica concreta dentro de la cual la iglesia vive y está llamada a “misionar”. Es aquí donde las
ciencias sociales cobran relevancia tanto en la misión como en la labor teológico-hermenéutica.
Pero hemos de recordar a la vez, como argumenta Padilla (1993:251 cp. Rogers 1993:110-13;
Alfaro 2004:46-56), que si hay lugar para la sospecha ideológica de la teología, hay lugar también
para la teológica de todo análisis científico, incluyendo el sociológico. Así, se evitaría caer en el
error, por un lado, de pensar que las ciencias sociales pueden, con base sólo a sus categorías,
explicarlo todo y, por el otro, de identificar o reducir la pastoral a un movimiento ideológico-
político o de absolutizar ingenuamente las metodologías sociológicas.
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Como las de ciertos denominacionalismos que pretenden no sólo ver una correspondencia
incuestionable entre sus propias perspectivas y la revelación divina, sino también considerarse, por
ende, los depositarios, dueños, guardianes y embajadores únicos de la “sana doctrina”, a tal punto
que tienden a identificar la doctrina bíblica con la propia denominación (“doctrina bautista”, por
ejemplo); ver Míguez 1995:41-46; Steuernagel 1996:16-17. No es de extrañar por qué ellos
tiendan tanto a rayar en un autoritarismo ético y doctrinal violento y excluyente hasta en asuntos
periféricos como a fallar en la práctica de la doctrina del amor.
convertirse ya sea en servidora ingenua de esas ideologías o legitimadora cómplice
su propósito, que le es impartido por ese texto, va más allá del crecimiento
incluso se suele ir a la iglesia sólo con la idea de pasarla bien. Esta pastoral vendría
a ser, entonces, una pastoral estrechamente relacionada con la iglesia local sin ser
por eso eclesiocéntrica; además, ella vendría a funcionar como un correctivo contra
Este es precisamente, observa Padilla (1993:100), el riesgo que tienden a correr iglesias como
las de “masas” (megaiglesias) cuando carecen de una reflexión y, agregaría, de un programa
discipular sustentable que alimente su fe y el compromiso con el evangelio y sus demandas.
Cuando así es el caso se vuelven incapaces de hacer frente a las tendencias ideológicas políticas y
culturales de moda, dejándose instrumentar fácilmente por ellas. Es que, al igual que la fe, la
pastoral, sin base teológica bíblica funcional alguna, corre el riesgo de tornarse ideología o mero
activismo que busca ardientemente sólo el crecimiento numérico, la promoción o el glamur
personal.
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Obviamente, esta solidaridad se extendería a aquellos que constituyen esa otra nueva frontera de
misión: los inmigrantes, viviendo en situaciones deplorables por su estatus migratorio en el llamado
Primer Mundo; ver una reflexión bíblica al respecto, en Cervantes-Ortiz 2006. Barro (Op. cit.:48-
49) argumenta que una pastoral a imitación de la de Francisco de Asís es una que, por su alto
compromiso con los pobres, no sólo se indigna y escandaliza con la situación de miseria, irrespeto e
indiferencia para con ellos y con lo mucho que se habla de los mismos y lo poco que se hace a su
ostentación o la autopromoción personal, sino al ser humano y sus necesidades, a
esa Presencia personal, cercana e invisible y que, entre otras cosas, interpreta los
hiciera con Jesús de Nazaret (Lc 4:14-19), la empodera para que pueda cumplir esa
favor, sino que también se siente impotente frente a todo ese cuadro de miseria y pasividad. Barro,
por eso, desafía a la pastoral evangélica a trabajar por los más necesitados en este nuevo milenio,
con base a una comprensión de lo que es realmente la pobreza.
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Así, con esta orientación, la pastoral evitaría, además de ser fría, dejarse influir por la
competencia y las técnicas de mercadeo que tienden a centrarse, excesivamente y con voz gerencial
de mando, más en los resultados y el “éxito” que en la persona y sus necesidades, sin que este
énfasis que propongo signifique querer hacer de la pastoral o de la iglesia un club de beneficencia.
21
¡Quién sabe si este redescubrimiento no es un soplo del Espíritu mismo frente a todo ese influjo
de la racionalidad excesiva aún en la vida cristiana! Ver la nota 25 más adelante.
22
Esto es así, ya que la misión es del Dios Trino, pero que busca compartirla con la iglesia y sus
programas misioneros. Así, pues, ésta no es la que la emprende, sino el Dios Trino; Bosch 2000.
23
De este modo, contra todo presupuesto filosófico moderno o posmoderno determinista, la pastoral
evangélica contextual afirma que hay una Trascendencia operando fuera y dentro de la historia
humana y que lo sobrenatural o el misterio divino es posible, sin que ésto implique reclusión o
dispersión ingenua en lo subjetivo, místico o supersticioso.
24
Sobre el concepto de “misión integral”, ver la nota 50 más adelante.
Ya que la pastoral es misión, ella no puede seguir percibiendo y definiendo al
Espíritu simplemente como una fría fórmula doctrinal ni puede seguir sólo
deslumbrándose frente a sus poderosos hechos redentores del pasado. Más allá
del debate en torno a este asunto, hay una verdad innegable: ese poder con que
la iglesia y ella debe recurrir al mismo incluso para su tarea hermenéutica. Es aquí
conocimiento modernos que sobre los bíblicos.26 Así, en suma, por medio del
25
Fue esta base que le sirvió, por ejemplo, a Pablo para su enseñanza (Fil 2:1, 25-30). Es que “el
portador del mensaje de Cristo”, añade Escobar (2003:92), “no es un frío transmisor de contenidos
intelectuales. Es alguien que de veras llega a querer a aquellos a quienes evangeliza y enseña. En
esa manera de querer hay un modelo cristológico, porque fue el estilo que el propio Jesús encarnó
durante su ministerio terrenal”; ver las pp. 94-96 de esa misma obra donde, por otro lado, Escobar
denuncia y arguye contra cualquier espiritualidad dependiente que pueda generar la base anterior.
26
Hemos de recordar que, además de la pastoral, la teología y la hermenéutica tampoco han sido
ajenas al influjo tanto del modernismo como de posmodernismo y sus presupuestos filosóficos.
¿Quién podría negar que, por ejemplo, las teologías sistemáticas del pasado siglo veinte fueron
cautivas del racionalismo moderno, el cual habría de descuidar hasta el elemento femenino-
maternal presente en la teología bíblica?
Fundamentos hermenéuticos: Una hermenéutica adecuada
opera sobre la base de una interpretación del texto y cumple mejor su papel cuando
ésta es adecuada. Reconocer tal cosa es fundamental, mucho más ahora cuando en
cometen contra el texto que tienden a generar hasta espiritualidades que no son
sino una proyección de la propia agenda ideológica, cultural y de otra índole del
argumenta que esa historia tiene que ver con el sometimiento al que ha estado y
experiencial.
27
Estos abusos pueden aplicarse al texto ya sea “desde arriba” o “desde abajo”; ver una discusión
sobre estos dos modos de acercarse hermenéuticamente al texto, en Van Engen 1996:37-38.
Estos métodos no han hecho sino atribuir al texto, por un lado, supuestas
otro, sentidos jamás intentados por sus autores/editores originales. Entre los que
respetuosa a la vez del texto y que, por lo tanto, le permita tanto hablar libremente
30
Si bien este último —el gramático-histórico-literal— no adjudica especulativa e
ideológicamente al texto esas supuestas incongruencias y ese supuesto sinnúmero de autores como
sí lo hace el histórico-crítico (ver Reyes 1999:53-78; Ladd 1990:7-15), comparte de éste su
naturaleza fragmentaria, racional y supuestamente neutral (“objetiva”), y su tendencia a aplicar
rígidamente al texto —como si éste fuese un sistema mecánico— el método de conocimiento
inductivo o empírico considerado erróneamente “el” científico-neutral por excelencia, con el fin de
desprenderle, a como dé lugar, su mensaje; cp. la nota 32 adelante.
31
Estos métodos habrían de surgir en reacción contra los primeros. Por eso afirman y promueven
la unidad literaria del texto, y explican mejor sus supuestas incongruencias especialmente literarias,
pero subrayan desequilibradamente —al hacer a un lado lo que el propio texto y su autor quieren
decir— el papel del intérprete en el proceso de interpretación, adjudicándole de este modo a éste
un papel de creador del sentido del texto; no es de extrañar por qué a un pasaje se le asigne
sentidos que frecuentemente son, como ya dije, proyecciones del propio horizonte intuitivo,
experiencial y aún ideológico de su intérprete; ver Reyes 1999:53-78; 2006a:26-42.
32
Ver una descripción y crítica de, por ejemplo, la hermenéutica “neoapostólica”, en Reyes 2006b.
Estos métodos basados en la intuición y la experiencia, sin embargo, son usados en gran escala
también en los círculos evangélicos ajenos al neopentecostalismo.
33
En el caso del histórico-crítico ésto es más evidente, ya que su meta hermenéutica no suele ser
necesariamente el discernir ni contextualizar el sentido original del texto, sino aquello que, según
sus seguidores, otras hermenéuticas han escondido: el contexto histórico de producción y desarrollo
del texto, y la ideología de las élites de la época impresa en la forma final del texto, tal como la
tenemos hoy en las diferentes versiones.
como tener una relación positiva con su intérprete a través de un diálogo libre de
uso de un método adecuado para el efecto es una tarea que compete no únicamente
a la academia.34 De ahí que tampoco ella quede libre de hacer uso de una
Es que la pastoral es también una intérprete del texto y, como tal, ha de negarse
mágica que despliega sus enseñanzas o mensajes inesperadamente y con base sólo
propiamente a través del texto, sino a pesar de él”. (La cursiva es énfasis suyo).
34
Pensar lo contrario, es dejar de ver a la hermenéutica como una tarea legítima de todos los
creyentes, necesaria en la misión y un regalo de Dios para el bien de su pueblo (Ef. 1:17-19; Col
1:9-12; 2Ti 3:16-17).
35
Lo mismo podría argumentarse de la social, es decir, de aquella que lee e interpreta el contexto,
a la que más adelante me referiré como tarea fundamental para una pastoral evangélica contextual.
36
Tal punto de vista no niega que la tarea hermenéutica es un proceso espiritualmente dirigido, ya
que sin esa iluminación del Espíritu no hay hermenéutica. Lo que desea argumentar es que esa tarea
es también espiritualmente inteligente, es decir, una que sabe llevarla a cabo con seriedad, ya que,
como la he definido, ella es arte y ciencia de la interpretación que posee sus propias dificultades.
La tarea hermenéutica es tarea responsable. De ahí que el principio que
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Otra tendencia errónea que valdría la pena notar a la sazón es la de pasar por alto en la
hermenéutica el género literario del texto a interpretar; ver una discusión de la importancia de tener
presente el género del texto a la hora de interpretarlo y contextualizarlo, en Reyes 2004:83-104.
38
Estas mismas consecuencias suelen experimentar las obras especialmente poéticas en manos de
la crítica literaria.
Ciertamente —y hemos de reconocerlo— la objetividad total es un mito
también en hermenéutica, pues ésta, nos guste o no, es una tarea político-subjetiva.
Pero reconocer tal cosa no quiere decir que hemos de abandonar la lucha por serlo
del texto, sino también, por ende, honestos cuando lo interpretamos. Y se puede
predicaciones.42
clave que guía la interpretación del texto es también la realidad social que circunda
40
Para intentar evitar hacer tal cosa es que he venido proponiendo una hermenéutica bíblica
filosóficamente “analógica”; ver más detalles al respecto en mis ensayos 2006ab.
41
El género narrativo, por ejemplo, hace un despliegue realista de la experiencia humana universal;
para más detalles al respecto, ver Reyes 2004:91; Ryken 1993:32-35.
42
Es que quien reconoce esta realidad e influjo, y sospecha de sus interpretaciones tiene mayor
capacidad de luchar contra su subjetividad y, con la ayuda de un proceso hermenéutico-exegético
“analógico” erudito y comunitario o corporativo, lograr algo de objetividad en ese proceso. En
cambio, aquel quien no los reconoce ni sospecha de su interpretación vive esclavo de su
subjetividad y, consecuentemente, de sus “iluminaciones” particulares.
fundir el horizonte del intérprete —marcado por el contexto de vida— con ese del
43
Este proceso conversacional, que ayuda al intérprete a restringir cualquier tendencia
manipuladora del texto, es definido figuradamente como “espiral hermenéutica”; ver Reyes
2001:41-75; 2006b. Así, al final de cuentas, con este proceso se debilita el mito de que una
interpretación “sana” comienza sólo con el texto; la experiencia como pastor-intérprete-predicador,
sin embargo, me ha confirmado que la presuposición anterior es sólo eso: una presuposición;
opinar así, sin embargo, no implica necesariamente que se tenga una tendencia encaminada a
irrespetar deshonestamente al texto o a relativizar lo que quiere decir al mundo contemporáneo.
Ahora bien, nótese que hago un énfasis intencional sobre el papel no sólo del texto, sino también de
su intérprete en ese proceso conversacional; hago este énfasis porque considero que su papel es
creativo, aunque no impositivo, en el proceso interpretativo, pues es él quien, basado en su
honestidad y en los propios datos y pistas del texto, reconstruye y define, al fin y al cabo, el sentido
de éste. Es que él está lejos de ser intérprete pasivo como lo han presentado las obras tradicionales
de hermenéutica y exégesis.
44
Cuando hablo de hermenéutica “profética” quiero decir de una que denuncia, entre otras cosas,
la injusticia social, con base al texto.
como contextual y contextualizada habrá de caracterizarse, además, por su
contextual y misionero.
considerar los fundamentos que ella pueda tener. Aquí he sugerido a penas
algunos preliminares que van desde uno que podría denominarse filosófico a otros
bíblico-teológicos y hermenéuticos.
llevada a cabo por todo el pueblo de Dios, ésto es, una que no se reduce a ser para
Santo; y los hermenéuticos proponen que esa pastoral ha de operar con base a un
45
Recuérdese que una pastoral es contextualizada también porque conoce el contexto donde
procura su cometido y es lectora crítica y constructiva del mismo, ya que no labora ni puede hacerlo
descontextualizadamente, es decir, a espaldas del mismo o desde “el balcón”. En este sentido, la
pastoral de talante misionero es una pastoral “del camino”, pero no por eso superficial o
improvisada como este calificativo pareciera connotar incluso cuando es atribuido a la teología en
sí; ver una discusión amplia sobre el origen y sentido preciso del término “contextualización” y
otras razones teológicas del por qué esta pastoral-misión ha de ser contextualizada y los riesgos que
plantea a la vez ella, en Bosch 2000:514-28.
46
contextual y contextualizada.
Mas allá de lo que se pueda argumentar al respecto, lo cierto es que por estar
de poder autoritario y de mando de moda hoy. ¿Por qué razones? Recalco sólo
ministerio pastoral y han hecho una división entre pastoral y misión, sino que
numérico —sin mayor preocupación por la realidad social que las rodea— y por
una voz autoritativa de mando. Es que, por un lado, ese énfasis no siempre podría
ser un resultado de una pastoral con talante misionero,48 y, por el otro, esa voz
47
¿No sería ésto una razón del por qué el Espíritu habría de despertar una visión misionera
mucho más pujante desde hace unas décadas atrás, incluso dentro de ellas?
48
Piénsese, por ejemplo, lo que un énfasis en la “teología de la prosperidad” puede hacer en la
realidad de pobreza y miseria latinoamericana.
tiende a restringir la propia iniciativa y compromiso con la misión —que se
ejemplarizada del texto— de todo el pueblo de Dios cuando éste permanece sólo a
porque, lejos de ser un énfasis fundamentalista, es una prioridad que, junto a otras
texto ha venido experimentando en los púlpitos de una gran parte de los círculos
eclesiásticos evangélicos y dentro de los que aún urge una mayor sensibilidad
49
Recordar, sin embargo, lo dicho en la segunda parte de la nota 5 de este mismo ensayo. Con
todo, esa tendencia es una realidad, por lo que no debe subestimársela.
50
Habría que tenerse en cuenta que dentro de estos últimos círculos, caracterizados en su mayoría
por esa cultura legalista autoritaria ya mencionada, no siempre el texto es la norma que los norma y
guía, pese a caracterizarse también por una cultura bibliocéntrica.
51
Pues, como opina Padilla (2003:13), el hecho de que la idea de la “misión integral” —aquella
que se preocupa también por las necesidades que van más allá de las espirituales de las personas y
de la sociedad, y no descuida por eso esa clase de transformación— esté “instalada en el pueblo
evangélico latinoamericano” no quiere decir que esa idea se haya concretado en la realidad que
rodea a las iglesias, de tal modo que estén haciendo un impacto en la misma. Es más, en muchas de
ellas ni siquiera la idea anterior habrá de estar instalada ni habrán de tener la disposición de hacerlo.
BIBLIOGRAFIA
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Globalización, migración y género
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http//:www.lupaprotestante.es/lcerv
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Van Engen, C. (1996). Mission on the Way: Issues in Mission Theology. Grand
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