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Romanos 14:8 Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor

morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.

Isaías 41:10 No temas, porque yo estoy contigo; no te desalientes, porque yo soy


tu Dios. Te fortaleceré, ciertamente te ayudaré, sí, te sostendré con la diestra de mi
justicia.

Juan 11:25-26 Entonces Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que
cree en mí vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás.

1 Corintios 15:22 Pues así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos
volverán a vivir.

Ezequiel 18:32 Yo no quiero la muerte de nadie. ¡Conviértanse, y vivirán! Lo


afirma el Señor omnipotente.

1 Corintios 15:21 De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre,


también por medio de un hombre viene la resurrección de los muertos.

Mateo 5:4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

Juan 14:1-4 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho;
voy, pues, a preparar lugar para vosotros.

Eclesiastés 3:1-2 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo
tiene su hora.

Filipenses 1:21-23 Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.

Juan 10:27-29 Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy
vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.

Salmos 73:26 Aunque mi corazón y mi cuerpo desfallezcan, mi refugio y mi


heredad por siempre es Dios.

Apocalipsis 21:4 Él secará todas sus lágrimas, y ya no habrá muerte ni


sufrimiento, ni llanto, ni dolor, porque el mundo que existía antes ya desapareció.

San Juan 16,33 En el mundo tendrán que sufrir; pero tengan valor: yo he vencido
al mundo.

Mt 11,28 Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré”

Sal 147,3 Él sana a los que están afligidos y les venda las heridas.
YO soy la resurrección, y la vida, dice el Señor: el que cree en mí, aunque esté
muerto, vivirá; y todo aquel que vive, y cree en mí no morirá eternamente.

Después de las lágrimas y las despedidas quedarán solo los buenos momentos que
compartiste con él.

Mientras estuvieron juntos siempre pasaron bellos momentos y aunque hoy estés
triste por su descanso eterno, siempre debes recordarla como la feliz persona que
fue.

Nadie es reemplazable cuando el amor es tan grande. Llora su partida, pero


reponte en su honor y sigue con el ánimo y alegría que te caracteriza y que a él
siempre le gustó.

El duelo es un proceso, no un estado, Asi que como todo proceso es transitorio, no


podemos convivir en el.

El dolor compartido es dolor disminuido, Sobre buscar apoyo en el otro.

Las cicatrices que no ves son las más difíciles de sanar.

Tengo su sonrisa como si lo tuviera frente a mí y le pido que nunca borre esa
imagen de mi mente para recordarlo como siempre fue.

Parte de la vida es poder enfrentarnos con la realidad de la muerte pues todos la


experimentaremos algún día.

Así como nuestro hermano ya encontró la paz de Dios ante su partida de la Tierra,
a nosotros nos concede la paz en medio del dolor, pues aunque es dura su ausencia,
él nos ilumina con luz y fortaleza para que asumamos con resignación su partida”.

Oremos.
ACUERDATE de tu siervo, oh Señor, según el favor que muestras hacia
tu pueblo, y concede que, creciendo en conocimiento y amor a ti, pueda
ir ascendiendo de fortaleza en fortaleza, en la vida de perfecto servicio,
en tu reino celestial; mediante Jesucristo nuestro Señor, que contigo y
el Espíritu Santo, es siempre un solo Dios y vive y reina por los siglos
de los siglos. Amén.

Dale, Señor, el descanso eterno.


Y brille para él (ella) la luz perpetua.

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