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La formación del sistema nervioso

La fecundación consiste en la penetración de un espermatozoide en el óvulo


después de alcanzar las trompas de Falopio. Aunque inicialmente los dos
gametos forman una sola célula (el cigoto), durante los primeros días de
embarazo ésta se divide sucesivamente, dando lugar a un conjunto de células
que es denominado mórula.
Cuando el cigoto se implanta en el útero la división de sus células empieza a
dar lugar al embrión y a la placenta; durante este periodo nos referimos al
embrión como “blástula”. Este momento supone el inicio de la diferenciación
celular.
En las semanas iniciales del embarazo el embrión está formado por tres capas
de células a las que se denomina respectivamente endodermo, mesodermo y
ectodermo. A lo largo del desarrollo intrauterino el cuerpo se irá formando a
partir de estos conjuntos celulares.
La capa del endodermo se convierte progresivamente en el aparato
respiratorio y en el digestivo, mientras que el mesodermo da lugar a los
huesos, los músculos, el sistema circulatorio y la notocorda, a partir de la cual
se desarrolla la columna vertebral. El sistema nervioso y la piel surgen del
ectodermo, la capa más externa de las tres.

 Artículo relacionado: "Cómo cuidarse durante el primer mes de embarazo:


9 consejos"

El desarrollo del tubo neural


Durante las primeras semanas el ectodermo evoluciona hasta transformarse en
la placa oval plana. Esta placa posee una hendidura, el surco neural, que dará
lugar al tubo neural al unirse los segmentos de la placa.
El sistema nervioso periférico aparece a partir de las crestas neurales,
porciones de la placa oval que se separan de ésta al cerrarse el tubo neural. El
tubo neural se convertirá más adelante en el canal medular y en
los ventrículos cerebrales; de sus paredes surgirá el sistema nervioso central.
Hacia el final del primer mes de gestación la parte anterior de la placa neural
se divide en tres secciones que poco después formarán el encéfalo: el
prosencéfalo se convertirá en la corteza cerebral, el tálamo, el hipotálamo y
los ganglios basales, el mesencéfalo en el tronco cerebral y el rombencéfalo
en el cerebelo, la protuberancia y el bulbo raquídeo.
Proliferación, migración y diferenciación neuronal
En la cara interna de la pared del tubo neural se localiza la zona ventricular,
donde se produce la proliferación celular. Este fenómeno, que continuará
hasta el nacimiento, consiste en la producción de grandes cantidades de
células nerviosas (neurogénesis) mediante sucesivas mitosis o divisiones
celulares.
En este punto las células neurales se encuentran todavía indiferenciadas.
Aunque muchas permanecerán por el momento en el tubo neural y se
transformarán en neuronas más adelante, otras se convertirán en células
gliales y se desplazarán a otras regiones.
La migración neuronal consiste en el movimiento de los neuroblastos,
células neurales primigenias muy similares a las “células madre”, desde la
zona ventricular del tubo neural hacia sus respectivos destinos en otras partes
del cerebro. La glía radial permite la migración puesto que las futuras
neuronas se desplazan a través de sus prolongaciones.
Al llegar a su posición definitiva los neuroblastos empiezan a transformarse
en distintos tipos de neuronas en función de la información genética que
contienen, de la zona en la que se encuentran y de las neuronas que tengan
alrededor (lo cual se conoce como “inducción”); este proceso es la
diferenciación celular.

Sinaptogénesis, apoptosis y reorganización


Las dendritas y los axones de las neuronas tienen unas prolongaciones, los
conos de crecimiento, que se adhieren a superficies por tal de favorecer el
crecimiento de la neurona. En este proceso intervienen los factores
neurotróficos, sustancias químicas que al ser liberadas por neuronas atraen o
repelen los axones.
Cuando los axones llegan a su destino empiezan a ramificarse, conectándose
con otras células cercanas; así empieza la sinaptogénesis o formación de
sinapsis, que se desarrollará de forma definitiva después del nacimiento,
gracias a las influencias del aprendizaje.
Durante la proliferación neuronal y la sinaptogénesis iniciales se forma una
cantidad excesiva de neuronas y de sinapsis, que sin embargo permite que
tengan lugar todas las conexiones básicas. Una vez han finalizado estos
procesos se produce la apoptosis o muerte neuronal programada, que hace
que entre un 20 y un 80% se degraden hasta morir.
La apoptosis afecta principalmente a las neuronas más “débiles”, es decir, a
aquellas que no han sinaptado con otras células o que no han sido atraídas por
factores neurotróficos. Esto hace que se mantengan sólo las conexiones más
eficientes y sólidas.
Tras la muerte neuronal las sinapsis se reorganizan: algunas de las conexiones
que se habían establecido quedan anuladas y aparecen otras nuevas hasta
que se constituye una red neural compleja y altamente interconectada que
seguirá evolucionando y perfeccionándose durante el crecimiento.

 Artículo relacionado: "Sinaptogénesis: ¿cómo se crean conexiones entre


neuronas?"

Mielinización y conducción nerviosa


En el cuarto mes de gestación las células gliales empiezan a formar vainas de
mielina alrededor de los axones. Esta sustancia aumenta la velocidad de
transmisión de los impulsos nerviosos, además de proteger los axones.
La mielinización comienza en el sistema nervioso periférico.
Posteriormente se produce en la parte superior de la médula espinal, desde
donde se propaga hacia las secciones inferiores y superiores del futuro cuerpo.
Los nervios relacionados con la motricidad se mielinizan antes que los que se
asocian con la sensación; es por esto que los bebés nacen con reflejos básicos.
El proceso de mielinización se intensificará durante los primeros meses
después del nacimiento y continuará posteriormente, al menos hasta la
pubertad.

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