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AUTORES:

- Leydi Gonzales Barreto / 2018232013


- Duvan Alexis García Cely / 2018232012
- Wilson Solano Fuquene / 2018232033
- Michell Stefany Rubio Báez / 2018232031

APORIA (I) DEL LIBRO III

El presente y breve ensayo tiene como objetivo general desarrollar y explicar la aporía número uno del
tercer libro, de los catorce que componen la Metafísica, escrita por Aristóteles. Para desarrollar de
manera óptima y clara esta aporía, resulta necesario primero, definir qué es una aporía; seguidamente, se
desarrollara la primera aporía escrita por Aristóteles en su libro tercero; luego, se dará un ejemplo que
permita la fácil compresión de ésta; después, una vez explicada de la mejor manera posible esta aporía,
resulta conveniente relacionar ésta con una temática metafísica actual y para cerrar el presente ensayo de
forma coherente se dará solución a esta aporía primera y se dará una conclusión muy sintética de todo lo
tratado a lo largo de este texto.

La aporía definida de una manera sencilla y concreta se entiende como una oración o situación en donde
se presenta una contradicción lógica y debido a que presenta una contradicción lógica no posee una
respuesta ya que las soluciones que se plantean para eliminar la aporía se contradicen con el mismo
enunciado de ésta, por lo cual hay que volver a plantear la situación u oración tratando de evitar esa
contradicción.

Una vez definido el termino aporía, se puede iniciar con el desarrollo de la aporía (I), expuesta por
Aristóteles. Ésta tiene su núcleo principal en el hecho de que debe de existir una ciencia exacta que
estudie las causas más esenciales de “las cosas que son” y así poder estudiar “lo que es” como una
unidad indivisible, para poder entender “lo que es en cuanto algo que es”, y al estudiar las causas más
esenciales, estas deben ser de carácter reducido y único, es decir, que esta ciencia solo puede ocuparse
de una causa que debe de ser la más esencial de todas, pero como se sabe estas causas primordiales son
cuatro y todas poseen una importancia equivalente, a saber, la esencial, la material, causa de movimiento
y causa final, entonces no puede haber una única ciencia que estudie y se encargue de estas cuatro
causas al mismo tiempo porque al encargarse de varias causas, ésta perdería su exactitud y para poder
lograr la comprensión de “lo que es en cuanto algo que es” se necesita de una ciencia exacta, que es
aquella que se encarga de lo más específico, por lo cual es necesario que hayan varias ciencias exactas y
que cada una de estas se ocupe de una causa en específico para poder mantener la exactitud de estas,
pero al dividir cada causa en una ciencia diferente, se estaría dividiendo a “lo que es” y no se estudiara
su sustancia como una unidad indivisible, por lo cual si existen varias ciencias que estudian “lo que es”
no se podría llegar a entender “lo que es en cuanto algo que es”.
Una vez desarrollada la aporía a la que se enfrenta Aristóteles en su búsqueda de una ciencia exacta que
se ocupe de “lo que es” de manera esencial y le permita entender “lo que es en cuanto que algo que es”,
resulta óptimo anexar un ejemplo que permita entender de manera más clara este problema aristotélico.

Si se intenta aplicar esta aporía a otro ámbito que no sea metafísico, nos encontramos con el ejemplo de
que cuando se habla de “mujer” como termino descriptivo del género femenino, es decir que se dice
“mujer” en un sentido universal, este término vendría siendo la causa más esencial y única, entonces
existiría una ciencia primera y exacta para esta causa, pero dentro de este término más general existen
otros términos más individuales, a saber, las distinciones entre mujeres y la variedad de tipos de
mujeres, ya sea su color de piel, de ojos, de cabello, etc. Entonces se necesitaría una variedad de ciencias
distintas a la universal que se ocupen de cada una de estas distinciones, por lo cual resulta necesario que
la ciencia universal, que se encarga del término “mujer” quede anulada por las diferentes ciencias que se
encargan de los diferentes tipos de mujeres y al ocurrir esto ya no habría un término universal de
“mujer”, sino que habrían varios términos o tipos de “mujer” anulando tanto la universalidad del
término, como la exactitud de la ciencia primera y por ende o hay una ciencia que se ocupe de ese todo
llamado “mujer” o existen varias ciencias que se ocupen de los tipos de mujeres, pero no pueden
aplicarse ambas y como existen varios tipos y al mismo tiempo un término universal de “mujer”,
entonces ambas opciones de ciencias son posibles pero no aplicables al mismo tiempo, entrando en la
misma aporía aristotélica del libro III de Metafísica.

Ahora bien, esta aporía además de tener un ejemplo claro en el campo no metafísico, también tiene cupo
dentro de las temáticas actuales de la metafísica contemporánea, por lo cual resulta interesante observar
como una aporía tan antigua, como la planteada por Aristóteles, puede aún tener relación con temas de
discusión metafísicos actuales. Temas tan contemporáneos como la discusión entre la objetividad y la
subjetividad dan cupo a la discusión de esta aporía, debido a que si se entiende a la objetividad, que se
ocupa del objeto público y lo estudia como una unidad indivisible que posee una única causa primordial,
como la causa más esencial y única sobre “lo que hay”, entendiendo a “lo que hay” como el objeto
público y ontológico que es independiente a los esquemas conceptuales, entonces deberá existir una
ciencia exacta y universal que estudie la objetividad y al objeto público como la causa esencial de todo
“lo que hay”, pero dentro de la objetividad, general y universal, existen perspectivas individuales
llamadas subjetividades, que se relacionan y se ocupan del objeto público de formas diferentes, por lo
cual este objeto general y publico queda dividido en múltiples percepciones individuales y por ende a
cada percepción subjetiva de “lo que hay” le correspondería una ciencia individual y exacta que diste de
la ciencia universal que estudia la objetividad y por ende esta ciencia universal quedaría opacada por las
múltiples ciencias individuales. En este punto es donde entra la aporía aristotélica, ya que no pueden ser
aplicables al mismo tiempo estas dos ramas de estudio sobre “lo que hay”, debido a que si existen varias
ciencias individuales y exactas que dividen al objeto público no puede existir una ciencia universal y
exacta que estudie este mismo objeto como una unidad entera e indivisible y si hay un objeto público
que resulta indivisible entonces las ciencias individuales y su exactitud quedarían sepultadas por la
ciencia universal, por lo cual o existe una objetividad universal e indivisible sobre “lo que hay” o
existen varias subjetividades individuales que dividen “lo que hay” en varias perspectivas, pero no
podrían existir ambas ciencias ya que estas se excluyen entre sí, entonces debido a que estas dos
posibilidades existen y son posibles, de que haya un objeto publico indivisible y muchas subjetividades
que dividen a éste mismo, se abre la aporía aristotélica explicada anteriormente.

Entonces una vez observado que la aporía primera de Aristóteles puede ser abarcada en más campos que
la mera metafísica escrita por él, resulta necesario darle una solución a esta aporía al igual que
Aristóteles. Él en su libro IV de la Metafísica soluciona esta aporía de manera sencilla, debido a que
explicita que no es de manera estricta que la unidad de referencia, es decir, lo que estudia la ciencia,
posibilite la unidad de la ciencia, por lo cual una ciencia exacta puede estudiar tanto aquellas cosas que
son abarcadas por un mismo significado, como las que son abarcadas por una misma naturaleza, debido
a que si son abracadas por una misma naturaleza estas se denominaran según un solo significado, por lo
cual una ciencia puede ser exacta y estudiar varias cosas que no sean abarcadas por un mismo
significado, si estudia aquel carácter primero, general y común entre estas cosas, que las lleva a formar
parte de una sola naturaleza y aquella naturaleza individual será la que estudie esa ciencia exacta,
entonces en el caso de “lo que es” como una unidad indivisible y las cuatro causas de esta unidad, la
ciencia exacta que estudie la naturaleza general de las primeras causas y primeros efectos de “las cosas
que son” deberá ocuparse de aquel termino general a las que refieren estas cuatro causas y ese término
primero será la entidad, debido a que todas las causas son causas en virtud de las entidades y no puede
haber causa si no hay entidad, por lo cual la ciencia exacta deberá encargarse de la entidades y así
evitara entrar en la aporía, ya que al estudiar aquello que es primero, el estudio de las causas ya no
dividirían a “lo que es” sino que se entenderían como un subconjunto que debe ser estudiado por esta
ciencia general que estudia a las entidades en cuanto que son y en virtud de sus primeras causas. De esta
manera se da solución a la aporía aristotélica y se entiende que debe de haber una ciencia universal que
se ocupe de aquello primero, en cualquier caso, para evitar contradicciones dentro de una investigación
y poder avanzar en ésta.

Por ende y para concluir el presente ensayo se puede entender que una ciencia solo adquiere su
exactitud, su validez y su universalidad si se ocupa de caracteres primarios, únicos y esenciales de una
misma naturaleza, por lo cual la metafísica, como una ciencia que se ocupa de las primeras causas y
primeros principios, para ser válida, exacta y universal debe de ocuparse y tener claro el carácter o
causa, más primordial, más esencial y más unitaria del ser, además esto le permitirá a la metafísica ir
avanzando dentro de su investigación porque de lo contrario ésta entrara en una aporía que opacara e
invalidara su carácter de ciencia sobre las primeras causas y estancara su proceso de investigación.

BIBLIOGRAFIA:
+ Aristóteles. (1998). Metafísica. (V. García Yebra, Trans.). Madrid: Gredos. Libro I, 1-3, 980a-983a23.

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