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LOS NIVELES DE CONCIENCIA

Por Joan Parisi Wilcox

De acuerdo con la profecía andina, estamos en el tiempo del Taripay Pacha “la era de
reencontrarnos con nosotros mismos”, el momento en que tenemos el potencial para
evolucionar espiritualmente en forma consciente. Durante esta ventana de oportunidad,
podemos movernos del cuarto nivel de conciencia al quinto, y quizá todavía más allá. ¿Pero qué
son los niveles de conciencia de acuerdo con esta tradición, y que significan para
nuestro mundo?

Los siete niveles, ocho en realidad desde que podemos agregar el nivel “cero” o nivel de base,
son aspectos de crecimiento y evolución a través de los cuales todos pasamos. Ninguno de esos
niveles es en realidad “menos que” otro, dado que cada estadio en nuestro crecimiento es
necesario para enseñarnos importantes lecciones acerca de modos de ser. Considerando estos
niveles como estadíos naturales de crecimiento – especialmente en términos de incrementar
nuestra madurez espiritual e insight- podemos entender mejor nuestras cambiantes actitudes y
comportamientos y también aquellos de grupos, comunidades, naciones y culturas. De hecho,
esos niveles, casi en forma perfecta describen el proceso de maduración psicológica de un ser
humano, desde la adolescencia dependiente hasta la autonomía adulta.

También debemos recordar que la tradición andina está totalmente relacionada con
el empoderamiento energético, por lo tanto esos estadios, pueden ser vistos como la
acumulación de calidades cada vez más refinadas de energía y poder personal. “Poder” no
significa dominación o autoridad. Más bien significa que se está en comando consciente de los
propios gastos energéticos. Se puede fluir con menor esfuerzo con la energía viviente del
cosmos y no se gasta innecesariamente energía en modos inútiles de pensamiento, emoción y
acción. Significa que se aclara la visión, viendo a la realidad como es realmente y no como
podría aparecer cuando está filtrada por el propio ego, la historia personal o mundial, u otras
cosas.

A medida que se vaya leyendo acerca de los niveles de conciencia, se deberá tener en cuenta
que todos atravesamos cada etapa y que a menudo retrocedemos y avanzamos entre los
distintos estadíos en diferentes áreas de nuestra vida. Esto es: podríamos estar actuando y
pensando desde un tercer nivel de conciencia en nuestro mundo laboral, y desde el cuarto nivel
en nuestra vida familiar.

La conciencia es fluida, no fija. Pero volvernos concientes de dónde estamos en este flujo de
energía, puede ayudarnos a incrementar el bienestar en nuestras vidas, a partir de que nos
puede ayudar a tratar de mantenernos en el cuarto nivel.

¿Pero por qué el cuarto nivel y no el séptimo?. Porque de acuerdo con la Tradición Andina, en la
actualidad no hay nadie en la Tierra que esté en un nivel de conciencia superior al cuarto. Los
otros niveles son por ahora aspiraciones.

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Una consideración final antes de entrar en los niveles:

En los últimos años, algunas personas que solo casualmente entraron en contacto con la
tradición mística andina (al menos la que me fue transmitida a través del linaje de maestros
Q’eros,por Juan Núñez del Prado y sus maestros, don Benito Qoriwaman, Andrés Espinosa y
Melchor Desa), han criticado la ceremonia llamada Hatun Karpay, que es una iniciación en el
cuarto nivel. He leído mucha información errónea acerca de esta “iniciación” y lo que significa,
por lo que quiero referirme a ella.

Hay muchos puntos importantes que incluso toco en mi libro “Los guardianes del
Conocimiento”. El primero es que la palabra “iniciación” es muchas veces mal empleada,
principalmente como consecuencia de nuestra exposición a los mitos de Hollywood y los errores
que se perpetran en la mala ficción mística. Para muchos occidentales, especialmente aquellos
que hacen del camino místico o shamánico algo romántico, pasar a través de una iniciación
implica que uno ha ganado una recompensa por un trabajo personal bien hecho o por haber
completado exitosamente tests y pruebas. También podría implicar la admisión dentro de una
Escuela Secreta, una Escuela de Misterios, o algún rito de pasaje para ingresar a un grupo
selecto.

Pero una “iniciación” en los Andes, al menos de acuerdo a mi experiencia personal, es más una
preparación, que la conclusión de un nivel de entrenamiento. En los Andes, la palabra quechua
usada para lo que nosotros consideraríamos una iniciación es karpay. Una traducción más
ajustada sería transmisión. Aunque uno atraviesa un karpay para completar ciertas etapas del
propio entrenamiento, uno también recibe karpays de Maestros y Mentores mientras se prepara
para trabajar en el siguiente nivel. El Karpay es en este aspecto la transmisión de la energía, el
amor y el apoyo del Maestro para que el aprendiz pueda sobrellevar el entrenamiento para el
siguiente nivel con pasión e insight. A menudo un aprendiz recibe tal Karpay antes de que el
trabajo del siguiente nivel sea llevado a cabo.

Por eso en los Andes, una “iniciación” puede muy bien ser una rampa de lanzamiento más que
una pista de aterrizaje. Eso es lo que el Hatun Karpay es: la rampa de lanzamiento para el trabajo
en el cuarto nivel. Uno trabaja en lugares sagrados con ciertas ceremonias, para infundirse con
la energía de todos los paqos que han estado antes. Es un intercambio sagrado de energía.

A partir de que muchos occidentales, como consecuencia de su cultura, están funcionando


principalmente en el tercer nivel de conciencia, el Hatun Karpay es la preparación para la
transición o transformación al cuarto nivel. Es una ceremonia o iniciación de empoderamiento.
Esta es la razón por la cual alguien nuevo en el camino de la Tradición Andina puede participar
en esta ceremonia que implica un ciclo de diez días. Quienes recriminan a los Maestros el
“regalar” esta iniciación a los recién llegados, no comparten la escuela de Juan Nuñez del Prado
recibida de Benito Qoriwaman.
Es más, la gente que hace estos cargos o juicios no entienden lo que significa verdaderamente el
cuarto nivel. No es un estado especial al que unos pocos pueden aspirar; es la capacidad que
vive en todos nosotros y es nuestra y está disponible si tan solo cultivamos el poder personal

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(energía) y nuestro insight para vivir su sabiduría. El cuarto nivel es simplemente un estado de
conciencia al cual los buscadores de la senda espiritual aspiran; un estado que perseguimos para
vivir más consistentemente que ahora. El Sendero Andino no es secreto, oculto o misterioso. Es
una tradición sagrada abierta a todo aquel que busca su sabiduría. Aquellos que buscan entrar
en algo especial y solo para pocos privilegiados, estàn operando en el tercer nivel, que es un
estado de conciencia que opera del modo “nosotros contra ellos” de exclusividad y juicios. Esto
no es un juicio sino una observación de lo que podrá entenderse leyendo sobre los siete niveles
de conciencia. Todos estamos en alguno de los niveles la mayor parte del tiempo. La belleza de
la tradición andina es que ofrece un entrenamiento energético focalizado que nos ayuda
a empoderar nuestro campo energético y a despertar capacidades de conciencia que son
accesibles a todos y cada uno. Estas capacidades se hacen concientes a partir del cuarto nivel.

La base o el nivel Cero

El nivel de conciencia básico es aquél en el que uno tiene muy poca autonomía. Es una fase
similar a la niñez o adolescencia, donde uno se contenta con que se le diga qué es lo que hay
que pensar y cómo hay que actuar. Uno permite que una figura de autoridad piense por uno o
tal vez uno está contento con ir dentro de la multitud, sólo para sentirse incluido, ya sea que
fueran los hippies de los 60´s, los fascistas de los 40´s, los new ager´s de los 90´s o los
fundamentalistas de los 2000´s. Cada vez que estamos involucrados en
un “pensamiento grupal”, estamos funcionando en el nivel básico. Todos participamos en este
nivel en un momento u otro, no estamos haciendo un juicio de valor. Pero sirve
ser consciente de cuándo se está funcionando en este nivel.

El Primer Nivel

En este nivel de conciencia, uno está funcionando como un individuo, pero siente que no puede
realmente lograr mucho por sí mismo . Fácilmente se cede poder, conocimiento y hasta acción a
los otros. Este nivel es especialmente evidente en relación con nuestro sistema médico. A la
gente se le enseña que si tiene un problema de salud sólo puede sanar a través de la
intervención de un médico. Ni siquiera se considera la propia habilidad para la autosanación.
También es muy evidente en algunas religiones en lo que se
llama “mentalidad de culto” o “mentalidad de gurú”. En religión es un modo de pensar
fundamentalista. Uno cede la autoridad espiritual a un gurú, a un pastor o a cualquier otra figura
y si se separa del Maestro, se pierde el poder. Se podría cuestionar esa figura de autoridad pero
uno ha investido a esa persona con enorme poder, Muchos de nosotros al enamorarnos hemos
quedado atrapados en el primer nivel, pensando que no podríamos vivir o volver a ser felices sin
esa persona en nuestras vidas. En una forma menos obvia, personas que pierden su trabajo y
jubilados se encuentran en este nivel cuando sienten que han perdido su identidad, porque han
perdido su rol laboral. Uno de mis Maestros llama a este nivel, la fase “fetiche” de desarrollo,
porque alguna persona u objeto externo a uno es la fuente o representación de nuestro poder,
identidad, autoestima. Entonces si se pierde ese fetiche, sea una medalla, un cristal mágico, un
amante, un trabajo, o un ideal o causa en la que estamos profundamente involucrados

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emocionalmente, entonces perdemos nuestro propio poder.

El segundo Nivel.

En este segundo Nivel se tiene un mayor sentido “propio”, pero todavía se está involucrado con
figuras de autoridad. Uno es suficientemente conciente como para saber que le gustaría seguir
creciendo y buscar más profundo dentro del significado de uno mismo y su mundo, pero no se
tiene el coraje necesario para confiar en si mismo. Este es también el lugar de la dualidad del
ego y en este nivel tendemos a engancharnos en la mentalidad de la “pandilla” o camarilla –
quien “pertenece” y quien “no pertenece”, para el proceso de aprobación.

Tenemos curiosidad por nuevos conocimientos, pero también tenemos necesidad de sentirnos
especiales y únicos. Podemos volvernos totalmente entusiastas acerca de encontrar “la”
respuesta o “el” camino, al costo de usar el discernimiento o la propia intuición o el mejor juicio.
Este es el lugar de la energía del “estudiante” o “aprendiz”. Uno encuentra a un Maestro o
Mentor o Ideal que parece ser “la respuesta”, pero cuando pequeñas cosas empiezan a molestar
o surgen preguntas en nuestra mente, nos resistimos a confrontar con la figura de autoridad.
Ocurre cuando una camarilla de aprendices susurran quejas contra su Maestro a sus espaldas,
pero no tienen el coraje de confrontarlo cara a cara. Esta etapa tiene paralelos obvios en
nuestros sistemas políticos y sociales. También es una dinámica clásica de los lugares de trabajo.
Cada vez que uno esta en la situación de quejarse acerca de algo o alguien, pero no toma acción
para manifestar su objeción (especialmente porque teme ser dejado de lado a consecuencia de
su propio pensamiento independiente), está operando en este nivel.

El tercer Nivel

En este nivel uno piensa por sí mismo y hasta puede encontrarse en una posición de liderazgo o
sintiendo una conexión especial con una “verdad” a la que le ha costado mucho esfuerzo
acceder, adquirir, entender, o construir. Como en el Segundo Nivel, la trampa en este Tercer
Nivel es el ego. El ego establece la dualidad de “yo” y “ellos”, de forma tal que uno cree que uno
mismo o su grupo, tiene “la” verdad y que todos los demás deberían reconocerlo. Es la trampa
de la exclusividad, ya que el nuestro es el mejor y único camino. Esta es la postura de algunas
religiones monoteístas que reclaman tener la conexión con el “único Dios verdadero” y aquellos
que rechazan esta verdad, están condenados o expulsados. Muchos políticos y líderes religiosos
operan en este Tercer Nivel. Caen presas de la postura del ego de “o estás conmigo o estás
contra mí”. El Nacionalismo cae en este nivel. En forma más oscura es la energía del
Colonialismo. También muchas otras áreas como los mensajes publicitarios. Los vendedores
confían en nuestra propensión a pensar en el tercer Nivel. También es la tendencia tomada por
las principales corrientes de científicos y profesionales, especialmente aquellos que jamás
considerarían nuevas ideas radicales. Es la trampa de muchos grupos espirituales “new age”.
Esto no quiere decir que uno no pueda tener creencias fuertes, pero si uno cae en la trampa del
tercer nivel, puede convertirse en un cerrado de mente que resista hasta el contemplar
alternativas y ser prejuicioso con quienes no comparten sus creencias.

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Cuarto Nivel de Conciencia

En el cuarto nivel de conciencia se está en condiciones de trascender todos los patrones


simbólicos y rituales y se està por lo tanto preparado para superar límites y dualidades. Es el
estadío “místico” en el que se logra un sentido de armonía con el cosmos y se se puede
encontrar “poder” en todas partes. Se puede sentir la presencia de “Dios” en una iglesia, una
mesquita, una sinagoga –no es el lugar o la doctrina lo que importa, sino la energía y el espíritu.
Del mismo modo, no se ejerce resistencia contra las opiniones o creencias de otros. Puede uno
compartir o no esas opiniones o creencias, pero no se siente la necesidad de cambiar a nadie,
solo se necesita expresar la propia verdad. No se está interesado en discutir o debatir en el
esfuerzo de convertir a los demás. No es el lugar de la indiferencia sino de la imparcialidad. Es
un lugar que está más allà de los juicios, los límites y lo que es más importante, de la
exclusividad. Uno es totalmente “quien es” y le permite a los otros la libertad de ser quienes son
del mismo modo,.

En el nivel de liderazgo uno reconoce que ningún “maestro” puede responder todas las
preguntas o resolver todos los problemas, y que los aprendices necesitan encontrar su propio
camino. Uno guía en vez de dirigir. Uno permite a todos su propia libertad, sin perder el sentido
de la elección del propio sistema ético y moral. Una persona en el cuarto nivel, es aquella que
abraza la incondicionalidad. Este es el estadío hacia el cual tendemos o buscamos mantener en
el mundo de hoy. Es la etapa desde la cual una verdadera comunidad global puede emerger. En
nuestras vidas personales, es el lugar de la liberación personal, sin perder el sentido de estar
totalmente comprometido en el mundo humano.

Todo el entrenamiento de la Tradición Andina está dirigido hacia vivir en el cuarto nivel. Las
técnicas energéticas te ayudan a volverte consciente de tu inmersión en el cosmos de energía
viviente y a elegir en cuál “onda” de realidad querés surfear.

No hay dogmas ni doctrinas en la Tradición Andina, solo trabajo con la energía, por lo tanto no
hay nada que defender, incluso elegir trabajar en otra tradición diferente de la andina. Mi
maestro dice que si uno puede encontrar un sistema que nos permita lograr el cuarto nivel más
rápida y profundamente que el sistema andino, entonces no se debe dudar en seguirlo, él
también lo hará.

El sistema místico de la Tradición Andina es acerca de vivir enteramente lo humano,


incrementando la alegría y el bienestar en esta vida. Nuestro objetivo es lograr el cuarto nivel de
conciencia y vivirlo. Sin embargo, el cuarto nivel no es algo que pueda ser ganado, sino algo que
puede ser despertado desde el interior de uno. Toda la Tradición Andina no es acerca de
“aprender nada”. Es acerca de recordar, despertar y dar más poder a tus capacidades naturales.
A partir de que nuestro entrenamiento nos lleva a vivir más consistentemente en el cuarto nivel
de conciencia, nuestra aspiración es la de evolucionar hacia los tres próximos niveles que
todavía no se han manifestado en la Tierra.

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Quinto nivel

En el quinto nivel de conciencia, un nivel que la profecía andina estima será inminente en la
Tierra, los humanos incrementarán sus capacidades como para armonizarse a sí mismos con las
energías del cosmos y, como resultado, manifestarán habilidades que son consideradas hoy en
día como supra humanas. Una de las manifestaciones primarias del poder en este nivel, es la
habilidad para sanar en forma infalible. No puede haber impostores en el quinto nivel, porque la
persona tiene que tener la habilidad para sanar cualquiera y todas las enfermedades, cada vez
que lo intente.
Otros poderes pueden volverse evidentes, tales como: la habilidad para transportarse a sí mismo
de un lugar a otro en forma instantánea o bilocarse (ser visto en dos lugares al mismo tiempo).
En el quinto nivel las leyes de la física “normal” pueden ser violadas porque la persona está en
forma perfecta y sin esfuerzo, interactuando con el mundo de energía viviente.

Sexto nivel

Este es el nivel que podíamos llamar el nivel de conciencia crística o búdica, porque en este nivel
uno es un ser humano totalmente iluminado. La Tradición dice que en este nivel el ser brillará.
Esto no es una metáfora. En el sexto nivel la energía personal puede hacerse visible y será
percibida por otros como un brillo blanco o dorado alrededor del cuerpo. Muchas pinturas de
santos a menudo representan un halo de luz sobre los hombros y cabezas de los santos. Esta es
una marca del sexto nivel. En este nivel se ha completado la conexión con la fuente de energía
del universo y se está en completo comando del poder personal. Mi maestro Juan describe el
sexto nivel de esta forma: cuando naciste, tus padres te extrajeron del Misterio, y una gota de
ese Misterio estaba en tu interior. Podemos llamar a esa gota de Misterio, la semilla Inca. Es tu
potencial. La semilla Inca es tu misión. No es tu trabajo o tu profesión, pero es tu razón para vivir
en lo físico. En este contexto, tu misión es darte cuenta del completo potencial de tu única
conexión y expresión del Misterio. Nuestra misión en la Tradición Andina es despertar esa
semilla dentro nuestro, hacerla crecer de forma que nos dé poder. Los seres del sexto nivel son
aquellos quienes pueden vivir en forma completa el poder de esa gota del Misterio que está
dentro de ellos. Están completamente despiertos.

Séptimo nivel

La profecía andina no describe el séptimo nivel. Sus cualidades son virtualmente desconocidas,
pero se supone que es el nivel en el que dejamos el mundo físico y nos convertimos en seres
luminosos. Según Terence Mc Kenna es el punto final de la evolución humana, la exteriorización
del alma y la interiorización del cuerpo. Vivir como un completo ser de luz. Es la completa
inmersión en el cosmos de energía viviente donde dejamos completamente la dualidad entre
cuerpo y alma.

La Tradición Andina reconoce estos niveles de conciencia porque está dedicada a empoderar a
cada uno a cada vez más sutiles niveles del ser. El trabajo energético de la Tradición involucra
modificar el poder personal, nutrirlo, y empoderar al individuo en forma tal de que viva cada vez

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más profundamente conectado con el Kausay Pacha (el cosmos de energía viviente). No
buscamos contener este poder cósmico, pero sí ser un claro canal para él. Nuestro objetivo no
es trascender lo físico, aún cuando el séptimo nivel infiere esta transformación. Es sin embargo
aprender a vivir como un ser humano auténtico, desatando el poder divino que está en nuestro
interior.

Por autenticidad, queremos significar vivir con integridad, ser exactamente quien uno es,
permitiendo a los otros la libertad de ser quienes son. Vivir con integridad significa tener un
sistema ético y moral que no domine ni excluya a los otros. Se trata de ver la realidad tal cual es,
sin ilusiones acerca de uno mismo o de los otros. Por lo tanto no tiene que ver con usar anteojos
con vidrios color rosa o ignorar las injusticias. Se trata de incrementar el bienestar y la alegría en
nuestras propias vidas, y como consecuencia, en las vidas de los demás.
Cada uno de los niveles de conciencia es un indicador de cuán eficientemente uno está
“empujando el Kausay” o canalizando la energía viviente del cosmos.

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