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romantismo y modernismo.
Introducción.
En esta unidad se aprende a reconocer y diferenciar las características del romanticismo y del
modernismo americanos. La elaboración de ensayos y comentarios sobre este período se verá apoyada
por los temas gramaticales, ortográficos y de redacción propuestos en los otros dos componentes de la
unidad
Literatura.
Objetivos:
Que el alumno o la alumna pueda:
1. Reconocer y diferenciar las principales características del romanticismo y el modernismo de América.
2. Crecer en hábito, sensibilidad y gusto por la lectura de obras de este periodo y descubrir cómo,
además, nos permiten conocer diversos aspectos de la realidad latinoamericana contemporánea.
3. Crecer en habilidad para analizar textos literarios del periodo y para sistematizar el producto en
comentarios y composiciones elaborados con sentido de creatividad y buen uso del idioma.
Contenidos
1. El romanticismo en América.
2. El modernismo hispanoamericano.
1. El romanticismo en América.
Por causa de la inundación, el matadero de la Convalecencia o del Alto estuvo cerrado quince días.
Otros productos, como pescado y chilipucas, alimentaban a la población. Pero pronto, con la ayuda del
Restaurador (restaurador de las leyes), llevan nuevas reces al matadero. Allí aparece el carnicero
cuchillo en mano. A sus espaldas se rebullían, caracoleando y siguiendo los
movimientos, una comparsa de muchachos, de negras y mulatas achuradoras
(que buscan achuras: menudos de animales), cuya fealdad trasuntaba las harpías de
la fábula. Esta gente estaba a la pesca de vísceras.
Aquel matadero se colmaba de escenas grotescas y lastimeras. Cada mondongo o pedazo de tripa era
disputado entre la chusma, perros y aves. Negros y mulatos reñían constantemente.
Ese mismo día, mientras luchaban para hacer entrar al matadero un animal reacio, la soga le cortó la
cabeza a un muchacho. Los que lidiaban con el novillo, entre ellos Matasiete, no se dieron cuenta del
hecho, y siguieron a la bestia que se les escapaba y buscaba el camino a la ciudad. Finalmente lo hacen
retornar al matadero, donde será sacrificado. Matasiete se tiró al punto del caballo,
cortole el garrón de una cuchillada y gambeteando en torno de él con su
enorme daga en mano, se la hundió al cabo hasta el puño en la garganta,
mostrándola enseguida humeante y roja a los espectadores.
El toro, que tal era, es descuartizado. En esto aparece un Unitario. Matasiete, impulsado pos sus
compañeros, decide desafiarlo a pelear. El Unitario viajaba a caballo hacia Barracas cuando Matasiete lo
derriba y luego le coloca su daga en la garganta. No logró sacar sus pistolas el Unitario. Es el juez del
matadero quien evita que lo degüellen, pero permite que lo lleven a torturar. El Unitario, por su parte, no
les teme a sus verdugos, y discute valerosamente con el juez. Pero antes de ser torturado, el Unitario
muere.
La faltriquera del diablo . Entre las que hoy son estaciones de los ferrocarriles del Callao
y Chorrillos, había por los años de 1651 una calleja solitaria, pues en ella no existían más que una casa de humilde
aspecto y dos o tres tiendas. El resto de la calle lo formaba un solar o corralón con pared poco elevada. Tan
desdichada era la calle que ni siquiera tenía nombre, y al extremo de ella veíase un nicho con una imagen de la
Virgen (alumbrada de noche por una lamparilla de aceite), de cuyo culto cuidaban las canonesas del monasterio de
la Encarnación. Habitaba la casa un español, notable por su fortuna y por su libertinaje. Cayó éste enfermo de
gravedad, y no había forma de convencerlo para que hiciera testamento y recibiese los últimos auxilios espirituales.
En vano sus deudos llevaron junto al lecho del moribundo al padre Castillo, jesuita de cuya canonización se ha
tratado, al mercedario Urraca y al agustino Vadillo, muertos en olor de santidad. El empedernido pecador los
colmaba de desvergüenzas, y les tiraba a la cabeza el primer trasto que a manos le venía.
Habían ya los parientes perdido la esperanza de que el libertino arreglara cuentas de conciencia con un confesor,
cuando tuvo noticias del caso un fraile dominico, que era amigo y compañero de aventuras del enfermo. El tal fraile,
que se encontraba a la sazón preso en el convento en castigo de la vida licenciosa que con desprestigio de la
comunidad traía, se comprometió a hacer apear de su asno al impenitente pecador. Acordole licencia el prelado, y
nuestro dominico, después de proveerse de una limeta de moscorrofio (aguardiente de uva) se dirigió sin más
breviario a casa de su doliente amigo.
▬ ¡Qué diablos, hombre! Vengo por ti para llevarte a una parranda, donde hay muchachas de arroz con leche y
canela, y te encuentro en cama haciendo el chancho rengo. Vamos, pícaro, pon de punta los huesos, y andandito,
que la cosa apura.
El enfermo lanzó un quejido, mas no dejó de relamerse ante el cuadro de libertinaje que le pintaba el fraile.
▬ Bien quisiera acompañarte: pero ¡ay! Apenas puedo moverme... Dicen que pronto doy las boqueadas.
▬ ¡Qué has de dar, hombre! ¡Vaya! Prueba de este confortativo, y ya verás lo que es rico.
Y acercando la botella de aguardiente a la boca del enfermo, lo hizo apurar un gran sorbo.
▬ ¡Eh! ¿Qué te parece?
▬ Cereza legítimo ─contestó el doliente, haciendo sonar la lengua en el paladar─. En fin, siquiera tú no eres como
esos frailes de mal agüero que, de día y de noche, me están con la cantaleta de que si no me confieso me van a
llevar los diablos.
▬ ¡Habrá bellacos! No les hagas caso, y vuélvete a la pared. Pero aunque ello sea una candidez, hombre, sabes que
se me ocurre creer que nada pierdes con confesarte. Si hay infierno te has librado, y si no lo hay...
▬ ¡Tú también me sermoneas!... ─interrumpió el enfermo encolerizándose.
▬ ¡Quia, chico, es un decir!... No te afaroles, y cortemos la bilis.
Nuevo ataque a la botella, y prosiguió el español:
▬ Sobre que en mi vida me he confesado, y no sabría por dónde empezar.
▬ Mira, ya que no puedes acompañarme a la jarana, tampoco quiero dejarte solo; y como en algo hay que matar el
tiempo, empleémosle en dejar vaciar la limeta y ensayar la confesión.
Y así por este tono siguió el diálogo, y entre trago y trago fue suavizándose el enfermo.
Al día siguiente vino el padre Castillo, y maravillose mucho de no encontrar ya reacio al pecador.
Con el ensayo de la víspera había éste tomado gusto a la confesión.
Para él la gran dificultad había estado en comenzar, y diz que murió devotamente y edificando a todos con su
contrición. La prueba es que legó la mitad de su hacienda a los conventos, lo que en esos tiempos bastaba para que
a un cristiano le abriese san Pedro, de par en par, las puertas del cielo.
Entre tanto, el dominico se jactaba de que exclusivamente era obra suya la salvación de esa alma, y para más
encarecer su tarea solía añadir:
▬ He sacado esa alma de la faltriquera del diablo.
Y popularizándose el suceso y el dicho del reverendo, tuvo desde entonces nombre la calle que todos los limeños
(de Lima, Perú) conocemos.
El Cristo de la agonía . San Francisco de Quito, fundada en agosto de 1534 sobre las ruinas
de la antigua capital de los Scyris, posee hoy una población de 70.000 habitantes y se halla situada en la falda
oriental del Pichincha o monte que hierve.
El Pichincha descubre a las investigadoras miradas del viajero dos grandes cráteres, que sin duda son resultado de
sus vanas erupciones. Presenta tres picachos o respiraderos notables, conocidos con los nombres del Rucu-
Pichincha o Pichincha Viejo, el Guagua-Pichincha o Pichincha Niño, y el Cundor-Guachana o Nido de Cóndores.
Después del Sangay, el volcán más activo del mundo y que se encuentra en la misma patria de los Scyris, a
inmediaciones de Riobamba, es indudable que el Rucu-Pichincha es el volcán más temible de América. La historia
nos ha transmitido sólo la noticia de sus erupciones en 1534, 1539, 1577, 1588, 1660 y 1662. Casi dos siglos habían
transcurrido sin que sus torrentes de lava y rudos estremecimientos esparciesen el luto y la desolación, y no faltaron
geólogos que creyesen que era ya un volcán sin vida. Pero el 22 de marzo de 1859 vino a desmentir a los
sacerdotes de la ciencia. La pintoresca Quito quedó entonces casi destruida. Sin embargo, como el cráter principal
del Pichincha se encuentra al Occidente, su lava es lanzada en dirección de los desiertos de Esmeraldas,
circunstancia salvadora para la ciudad que sólo ha sido víctima de los sacudimientos del gigante que le sirve de
atalaya. De desear sería, no obstante, para el mayor reposo de su moradores, que se examinase hasta qué punto es
fundada la opinión del barón de Humboldt, quien afirma que el espacio de seis mil trescientas millas cuadradas
alrededor de Quito encierra las materias inflamables de un solo volcán.
Para los hijos de la América republicana, el Pichincha simboliza una de las más bellas páginas de la gran epopeya
de la revolución. A las faldas del volcán tuvo lugar, el 24 de mayo de 1822, la sangrienta batalla que afianzó para
siempre la independencia de Colombia.
¡Bendita seas, patria de valientes, y que el genio del porvenir te reserve horas más felices que las que forman tu
presente! A orillas del pintoresco Guayas me has brindado hospitalario asilo en los días de la proscripción y del
infortunio. Cumple a la gratitud del peregrino no olvidar nunca la fuente que apagó su sed, la palmera que le brindó
frescor y sombra, y el dulce oasis donde vio abrirse un horizonte a su esperanza.
Por eso vuelvo a tomar mi pluma de cronista para sacar del polvo del olvido una de tus más bellas tradiciones, el
recuerdo de uno de tus hombres más ilustres, la historia del que con las inspiradas revelaciones de su pincel alcanzó
los laureles del genio, como Olmedo con su homérico canto la inmortal corona del poeta.
Ya lo he dicho. Voy a hablaros de un pintor, de Miguel de Santiago.
El arte de la pintura, que en los tiempos coloniales ilustraron Antonio Salas, Gorívar, Morales y Rodríguez, está
encarnado en los magníficos cuadros de nuestro protagonista, a quien debe considerarse como el verdadero
maestro de la escuela quiteña. Como las creaciones de Rembrandt y de la escuela flamenca se distinguen por la
especialidad de las sombras, por cierto misterioso claroscuro y por la feliz disposición de los grupos, así la escuela
quiteña se hace notar por la viveza del colorido y la naturalidad. No busquéis en ella los refinamientos del arte, no
pretendáis encontrar gran corrección en las líneas de sus Madonnas; pero si amáis lo poético como el cielo azul de
nuestros valles, lo melancólicamente vago como el yaraví que nuestros indios cantan acompañados de las
sentimentales armonías de la quena, contemplad en nuestros días las obras de Rafael Salas, Cadenas o Carrillo.
El templo de la Merced, en Lima, ostenta hoy con orgullo un cuadro de Anselmo Yánez. No se halla en sus detalles
el estilo quiteño en toda su extensión; pero el conjunto revela bien que el artista fue arrastrado en mucho por el
sentimiento nacional.
El pueblo quiteño tiene el sentimiento del arte. Un hecho bastaría a probarlo. El convento de San Agustín adorna sus
claustros con catorce cuadros de Miguel de Santiago, entre los que sobresale uno de grandes dimensiones, titulado
La genealogía del santo Obispo de Hipona. Una mañana, en 1857, fue robado un pedazo del cuadro que contenía
un hermoso grupo. La ciudad se puso en alarma y el pueblo todo se constituyó en pesquisidor. El cuadro fue
restaurado. El ladrón había sido un extranjero comerciante en pinturas.
Pero ya que, por incidencia, hemos hablado de los catorce cuadros de Santiago que se conservan en San Agustín,
cuadros que se distinguen por la propiedad del colorido y la majestad de la concepción, esencialmente el del
Bautismo, daremos a conocer al lector la causa que los produjo y que, como la mayor parte de los datos biográficos
que apuntamos sobre este gran artista, la hemos adquirido de un notable artículo que escribió el poeta ecuatoriano
don Juan León Mera.
Un oidor español encomendó a Santiago que le hiciera su retrato. Concluido ya, partió el artista para un pueblo
llamado Guápulo, dejando el retrato al sol para que se secara, y encomendando el cuidado de él a su esposa. La
infeliz no supo impedir que el retrato se ensuciase, y llamó al famoso pintor Gorívar, discípulo y sobrino de Miguel,
para que reparase el daño. De regreso Santiago, descubrió en la articulación de un dedo que otro pincel había
pasado sobre el suyo. Confesáronle la verdad.
Nuestro artista era de un geniazo más atufado que el mar cuando le duele la barriga y le entran retortijones.
Encolerizose con lo que creía una profanación, dio de cintarazos a Gorívar y rebanó una oreja a su pobre consorte.
Acudió el oidor y lo reconvino por su violencia. Santiago, sin respeto a las campanillas del personaje, arremetiole
también a estocadas. El oidor huyó y entabló acusación contra aquel furioso. Este tomó asilo en la celda de un fraile;
y durante los catorce meses que duró su escondite pintó los catorce cuadros que embellecen los claustros
agustinos. Entre ellos merece especial mención, por el diestro manejo de las tintas, el titulado Milagro del peso de
las ceras. Se afirma que una de las figuras que en él se hallan es el retrato del mismo Miguel de Santiago.
Cuando Miguel de Santiago volvió a aspirar el aire libre de la ciudad natal, su espíritu era ya presa del ascetismo de
su siglo. Una idea abrasaba su cerebro: trasladar al lienzo la suprema agonía de Cristo.
Muchas veces se puso a la obra; pero, descontento de la ejecución, arrojaba la paleta y rompía el lienzo. Mas no por
esto desmayaba en su idea.
La fiebre de la inspiración lo devoraba; y si embargo, su pincel era rebelde para obedecer a tan poderosa inteligencia
y a tan decidida voluntad. Pero el genio encuentra el medio de salir triunfador.
Entre los discípulos que frecuentaban el taller hallábase un joven de bellísima figura. Miguel creyó ver en él el
modelo que necesitaba para llevar a cumplida realización su pensamiento.
Hízolo desnudar, y colocolo en una cruz de madera. La actitud nada tenía de agradable ni de cómoda. Sin embargo,
en el rostro del joven se dibujaba una ligera sonrisa.
Pero el artista no buscaba la expresión de la complacencia o del indiferentismo, sino la de la angustia y el dolor.
▬ ¿Sufres?-preguntaba con frecuencia a su discípulo.
▬ No, maestro -contestaba el joven, sonriendo tranquilamente.
De repente Miguel de Santiago, con los ojos fuera de sus órbitas, erizado el cabello y lanzando una horrible
imprecación, atravesó con una lanza el costado del mancebo.
Este arrojó un gemido y empezaron a reflejarse en su rostro las convulsiones de la agonía.
Y Miguel de Santiago, en el delirio de la inspiración, con la locura fanática del arte, copiaba la mortal congoja; y su
pincel, rápido como el pensamiento, volaba por el terso lienzo.
El moribundo se agitaba, clamaba y retorcía en la cruz; y Santiago, al copiar cada una de sus convulsiones,
exclamaba con creciente entusiasmo:
▬ ¡Bien! ¡Bien, maestro Miguel! ¡Bien, muy bien, maestro Miguel!
Por fin el gran artista desata a la víctima; vela ensangrentada y exánime; pásase la mano por la frente como para
evocar sus recuerdos, y como quien despierta de un sueño fatigoso, mide toda la enormidad de su crimen y,
espantado de sí mismo, arroja la paleta y los pinceles, y huye precipitadamente del taller.
¡El arte lo había arrastrado al crimen!
Pero su Cristo de la Agonía estaba terminado.
Este fue el último cuadro de Miguel de Santiago. Su sobresaliente mérito sirvió de defensa al artista, quien después
de largo juicio obtuvo sentencia absolutoria.
El cuadro fue llevado a España. ¿Existe aún, o se habrá perdido por la notable incuria peninsular? Lo ignoramos.
Miguel de Santiago, atacado desde el día de su crimen artístico de frecuentes alucinaciones cerebrales, falleció en
noviembre de 1673, y su sepulcro está al pie del altar de San Miguel en la capilla del Sagrario.
Es el pulpero quien da a conocer el nombre de quien canta con su guitarra. Se llama Martín Fierro. Para
que le vayan conociendo, Martín Fiero dice:
Yo no soy cantor letrao, y me envejezco cantando,
mas si me pongo a cantar las coplas me van brotando
no tengo cuándo acabar como agua de manantial.
Luego, en una copla, explica por qué cuenta la historia de su vida.
Y atiendan la relación empeñoso y diligente,
que hace un gaucho perseguido, y sin embargo la gente
que padre y marido ha sido lo tiene por un bandido.
Con sus versos habla de cuando tenía su rancho y el cariño de su mujer y sus hijos. Habla de las
costumbres de aquellos tiempos. Gozaba Martín Fierro de mucho aprecio, pero estaba en malas
relaciones con las autoridades por no someterse a sus injustas disposiciones y por no votar en las
elecciones. Esa fue la causa de su perdición. Cuenta que en una ocasión fue llevado por la policía para
servir como soldado y luchar contra los araucanos en la frontera por seis meses. Pero se pasa tres años,
durante los cuales sufre la terrible vida del cuartel, y se ve obligado a trabajar como peón en las
posesiones del coronel, y sin cobrar jamás sueldo. Allí se ve obligado a darle su hermoso caballo al jefe
para evitar mayores daños. Entonces decide desertar y huir. Llega a su región y no encuentra su rancho,
y su mujer e hijos han desaparecido. Llora y se vuelve un gaucho malo, decidido a cobrar venganza.
En sus andanzas de vago mata a dos rivales cuchillo a cuchillo. Con esto aumenta la persecución.
Pronto es sorprendido por veinte policías, con quienes pelea. En medio de la pelea, a punto de ser
vencido, un atacante llamado Cruz lo ayuda. Se prometen amistad hasta la muerte, y se cuentan sus
vidas. Juntos deciden irse a tierra de los indios, pues sólo allí estarán libres de persecuciones. Y pasan la
frontera.
Y cuando la habían pasao las últimas poblaciones;
una madrugada clara, y a Fierro dos lagrimones
le dijo Cruz que mirara le rodaron por la cara.
Así termina la primera parte del poema.
II. La vuelta. Martín Fierro ha vuelto después de varios años de pasar entre salvajes. En la pulpería
vuelve a cantar. Asegura que canta para que se corrijan los males que él ha sufrido. Cuenta que fueron
cautivos de los indios, y que vivieron separados por dos años. Narra las costumbres de los indios:
guerras, borracheras y el trabajo agotador de las mujeres. Vuelve a juntarse con Cruz, pero llega la
viruela que lo mata. Visita a menudo su tumba.
En cierta ocasión ve a un indio castigando brutalmente a una cautiva. Asume la defensa y mata con su
facón al indio. Huye con la cautiva.
En su región hay buenas noticias. Las leyes han cambiado y ya no es un perseguido, y aunque ha muerto su mujer,
sus dos hijos están con vida. Se vuelve el hombre de paz y trabajo que fuera antes. El hijo mayor toma la guitarra.
Aunque el gajo se parece y en su razón estoy fijo:
al árbol de donde sale, jamás puede hablar el hijo
solía decirlo mi madre con la autoridá del padre.
Narra luego el hijo las injusticias sufridas. Lo acusan injustamente de un asesinato y va a parar a la
cárcel. Luego el menor cuenta que vivió con una tía muy buena.
No tenía cuidado alguno lo pasaba de holgazán;
ni que trabajar tampoco con razón dice el refrán
y como muchacho loco que lo bueno dura poco.
Le duró poco, pues muere la tía. Y aunque le deja una pequeña fortuna, el juez la toma y envía al
muchacho con un tutor, quien le da mala vida. Al morir el tutor, el hijo de Martín continúa su calvario.
Aparece entre los oyentes un hombre que declara llamarse Picardía y ser hijo del sargento Cruz, el
entrañable amigo de Fierro. Picardía cuenta sus penurias: cae preso y es enviado a la frontera a luchar
contra los indios.
Aparece luego un negro que reta a martín a cantar alternativamente, haciéndose y contestándose
preguntas. En uno de sus turnos dice el negro:
Y suplico a cuantos me oigan
que me permitan decir,
que al decidirme a venir
A lo que se refiere el negro es a vengar a un hermano, muerto por Martín Fierro, en duelo criollo, en sus
tiempos de gaucho malo. El negro lo reta, pero los presentes evitan la pelea. Fierro se marcha con sus
hijos y el hijo de Cruz. En un arroyo sigue con sus cantos.
Muchas cosas pierde el hombre el rigor en que padece.
que a veces las vuelve a hallar, Obedezca el que obedece
pero les debo enseñar y será bueno el que manda.
y es bueno que lo recuerden: Ave de pico encorvado
si la vergüenza se pierde le tiene al robo afición,
jamás se vuelve a encontrar. pero el hombre de razón
El que obedeciendo vive no roba jamás un cobre,
nunca tiene suerte blanda pues no es vergüenza ser pobre
mas con su soberbia agranda y es vergüenza ser ladrón.
2. El modernismo hispanoamericano.
Rubén Darío. Rubén Darío es el seudónimo de Félix Rubén García Sarmiento. Darío
fue poeta, periodista y diplomático nicaragüense; y es considerado el fundador del modernismo.
Convertido en un gran poeta de éxito en Europa y América, fue nombrado representante
diplomático de Nicaragua en Madrid en 1907, lo que le obligaba a viajar, y de ahí que esté
considerado como el embajador del modernismo en el mundo. Darío era un hombre que
no había olvidado sus raíces provincianas aunque se había transformado en un cosmopolita
total, pero veía que el mundo jubiloso de Europa estaba acabando.
Sus primeros poemas son una mezcla de tradicionalismo, romanticismo, al estilo del poeta
español Gustavo Adolfo Bécquer, con una temática comprometida con lo social: Abrojos
(1887) y Canto épico a las glorias de Chile (1888). Ese mismo año publica Azul…
(1888, revisado en 1890), obra todavía romántica sobre la exaltación del amor como algo
armónico con la naturaleza y el cosmos.
La originalidad de Rubén Darío está en haber sabido expresar los gustos y sentimientos de su
época. Canta al amor y trastorna normas sociales para conseguirlo, lo cual le culpabiliza, y esta
culpa también la expresa, pero no renuncia a sus fines y su placer.
¡Juventud, divino tesoro, Miraba como el alba pura, ¡Juventud, divino tesoro
ya te vas para no volver! sonreía como una flor. ya ¡Y las demás!
te vas para noEn tantos climas,
volver!
Cuando quiero llorar, no lloro, EraOtra
su cabellera
juzgó queoscura,
era mi boca Cuando quiero llorar, no lloro,son,
en tantas tierras, siempre
y a veces lloro sin querer... hecha de noche
el estuche y de
de su dolor.
pasión; y asiveces
no pretextos
lloro sin de mis rimas,
querer,
fantasmas de mi corazón.
Plural ha sido la celeste y que me roería, loca,
Yo era tímido como un niño; La otra fue más sensitiva,
historia de mi corazón. con
ella, sus dientes el
naturalmente, fuecorazón; En vano
y más busqué ya más
consoladora la princesa
Era una dulce niña en este para mi amorenhecho
poniendo un amorde armiño,
de exceso halagadora y expresiva,esperar.
que estaba triste de
mundo de duelo y aflicción. Herodías y Salome... Lano
cual vida es dura.
pensé Amarga
encontrar y pesa.
jamás.
Pues a su continua ternura la mira de su voluntad, ¡Ya no hay princesa que cantar!
una pasión violenta unía. mientras eran abrazo y beso
En un peplo de gasa pura síntesis de la eternidad; Mas, a pesar del tiempo terco,
una bacante se envolvía... mi sed de amor no tiene fin;
y de nuestra carne ligera con el cabello gris me acerco
imaginar siempre un Edén, a los rosales del jardín...
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también... ¡Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver!
¡Juventud, divino tesoro, Cuando quiero llorar, no lloro,
ya te vas para no volver! y a veces lloro sin querer...
Cuando quiero llorar, no lloro,
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y le mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
¡Juventud divino tesoro,
te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...
CAUPOLICAN.
Es algo formidable que vio la vieja raza;
robusto tronco de árbol al hombro de un campeón
salvaje y aguerrido, cuya fornida maza
blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de Sansón
Por casco sus cabellos, su pecho por coraza,
pudiera tal guerrero, de Arauco en la región,
lancero de los bosques, Nemrod que todo caza,
desjarretar un toro, o estrangular un león.
LO FATAL.
Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y más la piedra dura, porque ésta ya no siente, y la carne que tienta con sus frescos racimos
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente. ¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos...!
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
José Martí. José Julián Martí fue uno de los grandes protagonistas de la última y
definitiva guerra que Cuba mantuvo frente a España para lograr su independencia. El político y
escritor cubano murió en 1895 durante una escaramuza frente a las tropas españolas
Dijimos antes que al examinar los temas y contenidos de la mayoría de los poetas modernistas
queda claro que no está en ellos la sufriente realidad latinoamericana. Sin embargo el poeta
cubano José Martí es la excepción. Martí se convirtió en el máximo exponente de la literatura
cubana como precursor del modernismo. Este escritor está considerado como uno de los más
importantes renovadores de la poesía hispanoamericana. Destacó por su estilo sencillo y fluido,
y por sus imágenes personales e intensas.
Aquí conoceremos dos poemas: Mi verso (una redondilla) y Príncipe enano.
Mi verso.
Si ves un monte de espumas,
es mi verso lo que ves.
Mi verso es un monte
y es un abanico de plumas
Mi verso es como un puñal
que por el puño echa flor.
Mi verso es un surtidor
que da un agua de coral
PRINCIPE ENANO.
Para un príncipe enano nieve se trueca;
se hace una fiesta. ¡con su gozo mi sangre
Tiene guedejas rubias, se hincha o se seca!
blandas guedejas; Para un príncipe enano
por sobre el hombro blanco se hace una fiesta.
luengas le cuelgan. ¡Venga mi caballero
Sus dos ojos parecen por esta senda!
estrellas negras: ¡Entrese mi tirano
vuelan, brillan, palpitan, por esta cueva!
relampaguean. Tal es, cuando a mis ojos
El para mí es corona, su imagen llega,
almohada, espuela. cual si en lóbrego antro
Mi mano, que así embrida pálida estrella,
potros y hienas, con fulgores de ópalo,
va, mansa y obediente, todo vistiera.
donde él la lleva. A su paso la sombra
Si el ceño frunce, temo; matices muestra,
si se me queja, como el sol que las hiere
cual de mujer mi rostro las nubes negras
Fue también Martí un gran ensayista. Su obra más destacada en este género es el
ensayo Nuestra América . Conozcamos algunos fragmentos de este ensayo.
Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o
le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por
bueno el orden universal, sin saber de los gigantes que llevan siete leguas en las botas y le
pueden poner la bota encima, ni de la pelea de los cometas en el Cielo, que van por el aire
dormidos engullendo mundos. Lo que quede de aldea en América ha de despertar. Estos
tiempos no son para acostarse con el pañuelo en la cabeza, sino con las armas en la
almohada, como los varones de Juan de Castellanos: las armas del juicio, que vencen a las
otras. Trincheras de ideas valen más que trincheras de piedra.
Los que, al amparo de una tradición criminal, cercenaron, con el sable tinto en la sangre de sus
mismas venas, la tierra del hermano vencido, del hermano castigado más allá de sus culpas, si
no quieren que les llame el pueblo ladrones, devuélvanle sus tierras al hermano.
A los sietemesinos sólo les faltará el valor. Los que no tienen fe en su tierra son hombres de
siete meses. Porque les falta el valor a ellos, se lo niegan a los demás. No les alcanza al árbol
difícil el brazo canijo, el brazo de uñas pintadas y pulsera, el brazo de Madrid o de París, y
dicen que no se puede alcanzar el árbol. Hay que cargar los barcos de esos insectos dañinos,
que le roen el hueso a la patria que los nutre. Si son parisienses o madrileños, vayan al Prado,
de faroles, o vayan a Tortoni, de sorbetes. ¡Estos hijos de carpintero, que se avergüenzan de
que su padre sea carpintero! ¡Estos nacidos en América, que se avergüenzan, porque llevan
delantal indio, de la madre que los crió, y reniegan, ¡bribones!, de la madre enferma, y la dejan
sola en el lecho de las enfermedades! Pues, ¿quién es el hombre? ¿el que se queda con la
madre, a curarle la enfermedad, o el que la pone a trabajar donde no la vean, y vive de su
sustento en las tierras podridas con el gusano de corbata, maldiciendo del seno que lo cargó,
paseando el letrero de traidor en la espalda de la casaca de papel? ¡Estos hijos de nuestra
América, que ha de salvarse con sus indios, y va de menos a más; estos desertores que piden
fusil en los ejércitos de la América del Norte, que ahoga en sangre a sus indios, y va de más a
menos! ¡Estos delicados, que son hombres y no quieren hacer el trabajo de hombres!
A lo que es, allí donde se gobierna, hay que atender para gobernar bien; y el buen gobernante
en América no es el que sabe cómo se gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con
qué elementos está hecho su país, y cómo puede ir guiándolos en junto, para llegar, por
métodos e instituciones nacidas del país mismo, a aquel estado apetecible donde cada hombre
se conoce y ejerce, y disfrutan todos de la abundancia que la Naturaleza puso para todos en el
pueblo que fecundan con su trabajo y defienden con sus vidas. El gobierno ha de nacer del
país. El espíritu del gobierno ha de ser el del país. La forma de gobierno ha de avenirse a la
constitución propia del país. El gobierno no es más que el equilibrio de los elementos naturales
del país.
Por eso el libro importado ha sido vencido en América por el hombre natural. Los hombres
naturales han vencido a los letrados artificiales. El mestizo autóctono ha vencido al criollo
exótico. No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la
naturaleza. El hombre natural es bueno, y acata y premia la inteligencia superior, mientras esta
no se vale de su sumisión para dañarle, o le ofende prescindiendo de él, que es cosa que no
perdona el hombre natural, dispuesto a recobrar por la fuerza el respeto de quien le hiere la
susceptibilidad o le perjudica el interés.
La masa inculta es perezosa, y tímida en las cosas de la inteligencia, y quiere que la gobiernen
bien; pero si el gobierno le lastima, se lo sacude y gobierna ella. ¿Cómo han de salir de las
universidades los gobernantes, si no hay universidad en América donde se enseñe lo
rudimentario del arte del gobierno, que es el análisis de los elementos peculiares de los
pueblos de América?
En la carrera de la política habría de negarse la entrada a los que desconocen los rudimentos
de la política. El premio de los certámenes no ha de ser para la mejor oda, sino para el mejor
estudio de los factores del país en que se vive.
Se probó el odio, y los países venían cada año a menos. Cansados del odio inútil de la
resistencia del libro contra la lanza, de la razón contra el cirial, de la ciudad contra el campo, del
imperio imposible de las castas urbanas divididas sobre la nación natural, tempestuosa e inerte,
se empieza, como sin saberlo, a probar el amor. Se ponen en pie los pueblos, y se saludan.
«¿Cómo somos?» se preguntan; y unos a otros se van diciendo cómo son. Cuando aparece en
Cojímar un problema, no van a buscar la solución a Dantzig. Las levitas son todavía de Francia,
pero el pensamiento empieza a ser de América. Los jóvenes de América se ponen la camisa al
codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura del sudor. Entienden que se
imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta
generación. El vino, de plátano; y si sale agrio, ¡es nuestro vino! Se entiende que las formas de
gobierno de un país han de acomodarse a sus elementos naturales; que las ideas absolutas,
para no caer por un yerro de forma, han de ponerse en formas relativas; que la libertad, para
ser viable, tiene que ser sincera y plena; que si la república no abre los brazos a todos y
adelanta con todos, muere la república.
Los pueblos han de vivir criticándose, porque la crítica es la salud; pero con un solo pecho y
una sola mente. ¡Bajarse hasta los infelices y alzarlos en los brazos! ¡Con el fuego del corazón
deshelar la América coagulada! ¡Echar, bullendo y rebotando, por las venas, la sangre natural
del país! En pie, con los ojos alegres de los trabajadores, se saludan, de un pueblo a otro, los
hombres nuevos americanos. Surgen los estadistas naturales del estudio directo de la
Naturaleza. Leen para aplicar, pero no para copiar. Los economistas estudian la dificultad en
sus orígenes. Los oradores empiezan a ser sobrios. Los dramaturgos traen los caracteres
nativos a la escena. Las academias discuten temas viables. La poesía se corta la melena
zorrillesca y cuelga del árbol glorioso el chaleco colorado. La prosa, centelleante y cernida, va
cargada de idea. Los gobernadores, en las repúblicas de indios, aprenden indio.
De todos sus peligros se va salvando América. Sobre algunas repúblicas está durmiendo el
pulpo. Otras, por la ley del equilibrio, se echan a pie a la mar, a recobrar, con prisa loca y
sublime, los siglos perdidos. Otras, olvidando que Juárez paseaba en un coche de mulas,
ponen coche de viento y de cochero a una pompa de jabón; el lujo venenoso, enemigo de la
libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero.
El desdén del vecino formidable, que no la conoce, es el peligro mayor de nuestra América; y
urge, porque el día de la visita está próximo, que el vecino la conozca, la conozca pronto, para
que no la desdeñe. Por el respeto, luego que la conociese, sacaría de ella las manos. Se ha de
tener fe en lo mejor del hombre y desconfiar de lo peor de él. Hay que dar ocasión a lo mejor
para que se revele y prevalezca sobre lo peor. Si no, lo peor prevalece. Los pueblos han de
tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la
verdad.
José Asunción Silva. José Asunción Silva fue un poeta colombiano, natural de
Bogotá. De origen acomodado, vivió una juventud que no llegó a la madurez y que fue
transcurriendo desde la placidez de una existencia burguesa hacia escenas de la vida
bohemia y amenazas de tragedia.
Aunque Silva proviene del romanticismo, se le considera un antecedente inmediato del
modernismo, sobre todo por su poema emblemático Nocturno III, donde fractura
hábil y expresivamente los versos, que carecen de rima y alternan metros diversos. La
audacia de sus figuras y la personalidad de su lenguaje acentúan su originalidad
creativa. A ello se suma un carácter morboso: un lamento de amor, cargado de
alusiones eróticas, cuyo objeto es una hermana muerta. En general su poesía es
sombría, pues alude con frecuencia a personas difuntas, a tumbas y fantasmas, muy
en la línea de otro modelo modernista, el estadunidense Edgar Allan Poe. Sus obras
líricas conocen una edición póstuma con El libro de versos (1923), lo mismo
que su novela De sobremesa (1925). En esta novela, el personaje protagónico, José
Fernández, es el artista en conflicto con la sociedad burguesa; es un hipersensible y
enfermizo joven surgido de ambientes decadentes, y se complace en la contemplación
angustiosa de un mundo que no parece creado para su existencia.
Una noche,
una noche toda llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas,
una noche
en que ardían en la sombra nupcial y húmeda las luciérnagas fantásticas,
a mi lado lentamente, contra mí ceñida toda, muda y pálida,
como si un presentimiento de amarguras infinitas
hasta el más secreto fondo de las fibras te agitara,
por la senda florecida que atraviesa la llanura,
caminabas;
y la luna llena,
por los cielos azulosos, infinitos y profundos esparcía su luz blanca,
y tu sombra,
fina y lánguida,
y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectadas,
sobre las arenas tristes
de la senda se juntaban
y eran una,
y eran una,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga,
y eran una sombra larga...
Esta noche
solo; el alma
llena de las infinitas amarguras y agonías de tu muerte,
separado de ti misma por el tiempo, por la tumba y la distancia
por el infinito negro
donde nuestra voz no alcanza,
mudo y solo
por la senda caminaba...
Y se oían los ladridos de los perros a la luna,...
a la luna pálida,
y el chirrido
de las ranas...
Sentí frío. Era el frío que tenía en tu alcoba
tus mejías y tus sienes y tus manos adoradas,
entre las blancuras níveas
de las mortuorias sábanas.
Era el frío del segundo sepulcro, era el hielo de la muerte,
era el frío de la nada.
Y mi sombra,
por los rayos de la luna proyectada,
iba sola,
iba sola,
iba sola por la estepa solitaria;
y tu sombra esbelta y ágil,
fina y lánguida,
como en esa noche tibia de la muerta primavera,
como en esa noche llena de murmullos, de perfumes y de músicas de alas,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella,
se acercó y marchó con ella... ¡Oh, las sombras enlazadas!
¡Oh, las sombras de los cuerpos que se juntan con las sombras de las almas!
¡Oh, las sombras que se buscan en las noches de tristezas y de lágrimas...!
1. Rasgos suprasegmentales.
Cuando hablamos con alguien resulta fácil determinar si nos está preguntando algo o
si está irritado o contento. Todo esto lo sabemos por medio de la entonación con que
se expresa. Pero por escrito la entonación deberá expresarse de diferente manera. Lo
hacemos mediante los rasgos suprasegmentales. Los rasgos suprasegmentales
son: la tilde, los signos de interrogación y admiración. Analiza la conversación
siguiente.
▬ ¿Con el primo Juan? El primo Juan es mala compañía… ¡Maldición! ─exclamó muy irritado el
padre.
▬ El dijo que como el primo Juan sabe mucho de química; terminará rápido la tarea ─respondió
el muchacho.
▬ ¡Mentiras! Ese muchacho no es más que un callejero. ¡Callejero! ─exclamó─. ¿Es buena
2. Acento y tilde.
Ya sabemos que existen dos acentos: el acento prosódico y el acento ortográfico,
también llamado tilde. Todas las palabras llevan acento prosódico, pero no todas
llevan tilde. En las palabras siempre existe una sílaba tónica, las demás son átonas.
En las palabras siguientes se señala la sílaba tónica (la que lleva la mayor intensidad
de voz): colega, camiseta, camastrón, mariposa, público, diagnóstico, vender,
alimentar, conseguir, naranja, camaronero...
3. Entonación.
4. La oración simple.
Expresión.
Objetivos:
Que el alumno o la alumna pueda:
1. Identificar las ideas principales y secundarias en un texto.
2. Desarrollar su. capacidad para resumir textos.
3. Elaborar un esquema que presente las ideas fundamentales de un texto y la interrelación
entre ellas.
4. Puntuar adecuadamente sus trabajos.
Contenidos:
1. Síntesis y esquema.
2. Ortografía.
1. Síntesis y esquema.
Días después de leer un libro ocurre con frecuencia que hemos olvidado buena parte
de él. Esto sucede porque a menudo no conseguimos diferenciar los puntos más
importantes durante la lectura. Para obtener el mejor provecho de una lectura es
necesario valernos de la síntesis y el esquema. El esquema puede considerarse
como la armazón de la lectura, que contiene los puntos más importantes. Un ejemplo
de esquema es el índice. Es por medio del índice que nos enteramos del contenido
del libro; es decir, de la idea central (o ideas centrales) de la lectura. A la hora de leer,
el esquema lo conseguimos subrayando lo que consideramos que forma parte de la
idea central. Una vez que tenemos el esquema (el esqueleto), procedemos a sintetizar
(resumir) lo leído.
Es muy importante considerar que, en ocasiones, lo que nos interesa de una lectura
no es la idea central, sino datos como fechas, nombres de personajes, puntos
geográficos, costumbres de ciertas épocas… Cuando hacemos una lectura con cierta
intención (buscando determinados datos, por ejemplo) resulta fácil identificar tales
datos, de manera que la lectura se convierte simplemente en una búsqueda.
Veamos un ejemplo.
El Nudo gordiano. En la mitología griega se conoce así a un complicado nudo atado
por Gordias, rey de Frigia y padre de Minos. Gordias era un campesino frigio que se
convirtió en rey porque entró el primero en un pueblo y cumplía con las condiciones
del oráculo, según el cual los habitantes debían elegir como gobernante a la primera
persona que entrara en la plaza pública en un carro. En agradecimiento por ser
elegido rey, Gordias dedicó su carro al dios Zeus y lo colocó en el bosquecillo del
templo, atando la lanza del carro al yugo con una cuerda. El nudo era tan complicado
que nadie podía desatarlo. Se decía que quien fuera capaz de desatar el difícil nudo
se convertiría en el gobernador de Asia. Muchos lo intentaron, pero en vano. Según la
leyenda, el mismo Alejandro Magno fue incapaz de desatar el nudo gordiano, así que
sacó su espada y lo cortó de un tajo. La expresión nudo gordiano se usa para referirse
a una situación complicada, sólo resoluble mediante una acción rápida y decisiva.
En la lectura se han subrayado las partes importantes: el esquema. Con dicho
esquema procedemos al resumen.
Síntesis de la lectura. En la mitología griega se conoce como nudo gordiano al
nudo hecho por el campesino Gordias en la cuerda con la que ató la lanza de su carro
al yugo. Todo esto en agradecimiento a Zeus por haber sido elegido rey. Desde
entonces la expresión nudo gordiano se usa para referirse a una situación
complicada.
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2. Ortografía.
Uso de la coma. La coma representa una pausa breve. Se utiliza para separar
los elementos de una serie: En la granja hay cerdos, cabras, vacas y caballos.
También se utiliza para separar elementos explicativos: Ese caballo, el más alto de
todos, lo entrenaré para carreras.
La coma también se utiliza para separar los verbos de un mismo sujeto: Fue Anita
quien barrió la casa, pintó las paredes, lavó la ropa y preparó la comida.
Uso del punto y coma. El punto y coma representa una pausa más larga que la
coma, pero más breve que el punto. Se utiliza para separar proposiciones. Veamos un
caso: Por la mañana me dediqué a limpiar la granja; al medio día reparé el techo; por
la noche ordené los documentos...
También se utiliza antes de las conjunciones mas, pero, aunque, sin embargo…
Uso del punto. El punto es la mayor pausa en la lectura. Puede ser punto y
seguido o punto y aparte. Este último se usa al final de un párrafo.
Uso de los dos puntos. Se usan los dos puntos en los casos siguientes:
1. Para explicar lo antes dicho. Esta niña es muy activa: salta, corre, nada y baila.
2. Antes de una cita textual. La señora osa le dijo al señor Oso: usted es celoso.
3. Para dar continuidad a lo antes dicho. Irán las personas siguientes: Juan, Pedro
y Toño.
4. En las cartas después de frases como:
Querido hermano:
Estimado amigo:
Muy señor mío:
Uso de los paréntesis. El paréntesis es un signo auxiliar de puntuación que se
usa para encerrar:
1. Una oración o frase incidental. Estoy esperando que vuelvas (sé que lo harás)
Eso no es suficiente (es una miseria); pero lo acepto.
2. Fechas importantes o datos de referencia. Cuando el general viajó a Prusia (1812)
la encontró en guerra.
3. Notas aclaratorias.
Uso del guión. El guión se utiliza para indicar la división de una palabra que no
cabe en una línea. Hay que tener presente que cuando la primera o la última sílaba
sea una vocal no es conveniente que vaya sola. También se usa el guión para
relacionar dos fechas o palabras que no son compuestas: Cristóbal Colón (1451-
1506), navegante y descubridor, tal vez de origen genovés...
Uso de la raya (o guión largo). Las rayas pueden usarse en vez del paréntesis;
pero su uso más particular es en los diálogos: cuentos, novelas, teatro…
Uso de las comillas. Las comillas se usan para: