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“El grito del bolo”, “Regadilleña”, “vals Placer de amor”, “Zapateado norteño”, “Vals del Tío
Layo”, “La café amargo”, “La tunoseña”, “Zapateado norteño #2”, “Vals arranca cerco”, “La
Corralita”, “El meneito” y “El Matorral”, “La Pedro Amador”, “La santacruceña”, “La
palanquita” y “La polka de Jacinto”
Chilamatillo
Chilo Negro
Compadre Macedonio
El paso doble
Entrada a Honduras
Flor de Tuna
La Carlos Benavides
La flaquita de La Tunosa
La José Valle
La llorona
La Lorenzo Dávila
La Pedro Amador
La revienta café
La siesta
La tunoseña
Pedro Beto
Tío Lupe
Zambumbeado norteño
Zapateado norteño
Recopilaciones musicales
Como todo un güirisero del folklore, este varón de la Tunosa usando sus recuerdos fue
grabando las piezas que como un grano de maíz germinaron en otras melodías del folclor
segoviano.
Entre las principales piezas recordadas están las siguientes: La corralita, el vals del tío
layo, los zapateados 1, 2,3 y 4. También piezas magistrales ideales para coreografías
danzarías de conjuntos folclóricos como la polka de Jacinto, El Grito del Bolo, la pieza más
popular de su repertorio musical.
Esta polka ha sido interpretada por el compositor Carlos Mejía Godoy a la que le agregó
letra, interpretándola con el conjunto La Nueva Compañía. Don Felipe nunca dijo que esa
polka era de su inspiración pues su honradez fue única.
También constituyen recopilaciones favoritas del patriarca del folclor segoviano: El Bolsón,
la estelianita, mazurca negra, compadre Macedonio, deme la orilla prima, la limoneña,
corriente eléctrica, la chamarranduzca, la flor de tuna, pasillo segoviano, la polka de waylo,
el quebrachacal, el poder del amor, la Pedro Beto, Guilibaldo Sosa, la chilo negro, y la
Lorenzo Dávila.
Don Felipe, hombre honrado a carta cabal, siempre lo caracterizó su sombrero de copa
alta parecido al estilo del que usó el general Sandino, daba hacer este tipo de Sombrero
en la comunidad de Santa Cruz, antes de llegar a Estelí, a Doña Cristina Molina la
artesana de esos sombreros que hoy caracterizan al campesino esteliano.
Don Felipe logró hacer que este sombrero caracterizara al grupo musical y hoy día sus
hijos y nietos lo lucen con orgullo como parte de la cultura y herencia del patriarca. Fue
contador de historias y anécdotas, siempre narraba algo nuevo de su vida. Sus memorias
las dictó al profesor Juan Urbina y las publicaron en el libro titulado: “las caiteadas de Don
Felipe Urrutia”.