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INTRODUCCIÓN._
I.- RAZA.
Por otra parte, una raza no progresa en conjunto y de ningún modo ese
concepto puede servirnos para “separar pueblos civilizados de los que no lo
son”. La civilización se ha edificado gradualmente con las aportaciones
sucesivas de todas las razas. Cualquier otra interpretación es puramente
etnocéntrica y no se diferencia de un relato mítico tribal. Puro provincianismo
o seudo-ciencia. La raza es un hecho científico que puede ser estudiado
histórica, biológica y antropométricamente “sin esperar que ella nos explique
todos los hechos humanos”
I.1._CLASIFICACIONES.
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llamados caucasoide, mongoloide y negroide representan cada uno una larga
historia de especialización anatómica en diferentes ámbitos del mundo; pero no
se pueden asignar grandes números de estos individuos a una u otra de esas
razas basándose en varios de los criterios anteriormente enumerados. Hay
blancos que son más oscuros que algunos negroides; el cabello oscuro y los
ojos negros son comunes a todas las razas; se encuentra el mismo índice
cefálico en grupos de las más diversas razas; la misma forma del cabello se
halla entre grupos étnicos tan distintos como los indígenas australianos y los
europeos occidentales; los grupos sanguíneos no definen las razas”.
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I.3._ HERENCIA.
A la luz de la genética mendeliana, señala Benedict que “es cómico que las
naciones europeas [con menor homogeneidad genética] sean precisamente las
que afirman su superioridad basándose en la ‘pureza’ de su sangre.
I.4._ SUPERIORIDAD.
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acompañado de alteraciones rápidas y absolutas en la actitud mental y
sentimental como consecuencia de la fusión racial. Las culturas no difieren por
motivos raciales sino más bien debido al entorno físico, el ambiente social o las
condiciones históricas, como sostienen E.A. Ross y Jean Finot.
II._RACISMO.
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añadirían a las doctrinas racistas “la supervivencia de los más aptos” e
incorporarían toda la parafernalia de las medidas antropométricas. Una
combinación de estos dos parámetros daría lugar al concepto de selección
social, de Ammon.
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En el S.XIII, con la Iglesia Romana en la cúspide de su poder temporal y
político, se desarrolla el período más glorioso de la Inquisición, con un
programa de acción claramente formulado: matar al Anticristo con el fin de
salvar el mayor número de almas posible. Pero detrás de los procesos
inquisitoriales se encontraba la confiscación de bienes y las campañas de odio
que desviaban la atención de los verdaderos problemas. En el sur de Francia la
Inquisición se utilizó políticamente para debilitar el creciente poder de los
Capetos y en Florencia aplastó la revuelta gibelina. Aunque su campaña más
celebrada fue el combate en la Provenza de la herejía albigense, una rama del
maniqueísmo que se rebelaba contra la corrupción del clero de la época. La
emergente clase burguesa, que había abrazado la herejía, constituía una
amenaza para el poder papal. La conclusión de la persecución establecería a
los otrora perseguidos Capetos , después de una serie de ejecuciones en
masa, como monarcas de la Provenza.
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un desarrollo didáctico de las medidas a tomar para posibilitar la atenuación de
las tensiones. No es suficiente legislar los derechos humanos, es necesario
poner en práctica medidas políticas y sociales que reduzcan las diferencias
cívicas y dignifiquen la vida de las personas; desde el punto de vista del
antropólogo cultural, es urgente construir un código ético que sólo puede surgir,
sin embargo, a medida que las instituciones de una sociedad suministran
ventajas compartidas. En el mismo progreso de la civilización están las
condiciones para articular una red de interdependencia y ayuda mutua. Por
tanto, la eliminación de los conflictos de raza constituye una obra de ingeniería
social. “El error fatal de los que entregan por completo a las escuelas la tarea
de la eliminación de los conflictos raciales estriba en que proponen educación
en vez de ingeniería social. Ese programa sólo puede producir hipocresías.”