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Universidad Nacional Autónoma de México Alumna: Betancourt Santiago Lizeth Michelle

Fes Acatlán Ponce Rodríguez Mauricio


Roma Grupo: 2251 Turno: Vespertino
Prof. Héctor Alonso Vega Rodríguez 29 abril de 2019

El consulado de César

El texto de Marco Tulio Cicerón es una de las novecientas treinta y un cartas que
mantuvo éste con su mejor amigo Tácito; la epístola fue redactada hacia el 29 de
abril del 59 a.C. en la Finca de Formias en Astura. La lectura de todas las cartas
abarca un periodo de veinticinco años y va desde noviembre del 68 hasta
noviembre del 44. La transición de este periodo significó un gran cambio en la
República Romana, pero la exposición de la crisis en palabras de Cicerón es
decisiva para comprender la decadencia en que se encontraba la República. Las
situaciones que acontecían, especialmente en el año 59 a.C. eran de particular
interés para la población romana. En sus cartas, Cicerón relata todo tipo de
situaciones: desde el interés por su bienestar hasta las visiones políticas que
poseía y desde luego, la preocupación por el consulado de César.

La figura de Cicerón defendía una postura correspondiente a los optimates


- también llamados boni1 por Cicerón, serían aquellos cuyo interés máximo se
centraría en la defensa del Estado 2- y no es de sorprender dado que poseía la
mejor educación en Oratoria, Literatura, Filosofía y sobre todo en Derecho;
cualidades que le permitirían tener acceso a un lugar muy importante en la política
de Roma y bajo su ingenio e importancia se posicionó entre las figuras más
importantes de su época. Cicerón es ante todo un conservador y defiende una
determinada posición política. No es la única posible, pero quien no está a favor
de su modelo de estado, de economía, de sociedad, etc., está contra él, lo que le
convierte automáticamente en su enemigo personal y por ende en un sedicioso,

1
Cicerón denomina boni a los hombres de bien, que actúan por el bien común.
2
Antonio Duplá, De los Gracos a César: política y violencia en la República Romana, (Nova Tellus, 1994).

1
en un revolucionario, incluso en un inmoral poseedor de todos aquellos vicios que
la sociedad debe rechazar.3

No está demás mencionar la dedicación que poseía y las preocupaciones que le


ocasionaba estar presente en la decadencia de la República, a pesar de todo ello,
siempre buscó la manera de hacer llegar sus opiniones y sugerencias a través de
los textos que escribía y que a su vez, publicaba. Fue así que comenzó a ser una
persona pública y a tratar de exponer en qué se estaba convirtiendo Roma gracias
a la corrupción y a los malos ejemplos de personajes significativos que según él,
influían en el pensamiento y acciones del populus.

Bajo estos parámetros y centrándonos principalmente en el pensamiento de


Cicerón, no cabe duda de la enemistad que le provocó César cuando se
posicionó en el poder debido al contraste de ideas de ambos. El fragmento de la
siguiente carta lo ejemplifica:

El treinta de abril, tras cenar e ir ya a dormir, se me entregó la carta en la que escribes


sobre el territorio Campano. ¿Qué quieres? En un primer momento me compungí de tal
modo que me desvelé, aunque más por lo que pensé que por el daño; a mi pensamiento
concurrían las siguientes ideas. En primer lugar, de aquello que había escrito en una carta
anterior, que tú habías oído a un amigo que se iba a proponer algo que nadie
desaprobaba, algo que yo había temido mucho; precisamente esto no me parecía de esa
clase. Después, precisamente para consolarme yo mismo, que toda expectativa de
entrega de tierras parece que se ha desviado al territorio Campano, y ese territorio, a
razón de diez yugadas, no puede sostener a más de cinco mil personas; la restante
multitud necesita que se confisque de otros sitios. Además, si hay alguna cosa que pueda
encender más vehementemente los ánimos de los honrados, que ya veo conmovidos,
ésta es sin duda, y sobre todo porque, eliminados los portazgos de Italia, dividido el
territorio Campano, ¿qué tributo interno queda, salvo la vigésima? Y ésta me parece que
desaparecerá con un solo griterío mitinero de nuestros lacayos. Ciertamente ignoro en
qué piensa nuestro amigo Gneo:

3
Francisco Pina Polo, Ideología y práctica política en la Roma tardorrepublicana, Gerión, 12, 1994, p.77.
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“Pues aún sopla, y con gaitas no pequeñas, pero resopla furioso sin la restricción de un
tapabocas”

Y sin duda él podría incluso proponerlo. Pues hasta ha dicho los siguientes sofismas:
«Que aprueba las leyes de César, que éste en persona debe defenderlas; que la ley
agraria no le parece mal, que le es totalmente indiferente si se pudiera presentar un veto;
que le parece bien que se haga algo respecto del rey Alejandrino, que no debe ir
investigado si Bíbulo observa o no, el cielo; que respecto de los publicanos ha querido
estar a bien con ese estamento, que él no podía adivinar qué pasaría si Bíbulo bajase al
foro». Mas ahora, mi Sampsiceramo, ¿qué me dices? ¿Que tú nos has constituido un
impuesto en el monte Antilíbano, y has quitado el del territorio Campano? ¿Y qué? ¿De
qué modo lo obtendrá? «Ostendré», dice, «presionados con el ejército de César». ¡Por
Hércules! Tú no lo harás conmigo tanto con ese ejército como con las almas
desagradecidas de los honrados, que nunca me dieron la menor recompensa o las
gracias no sólo en forma de regalos sino que ni siquiera de palabras.4

La figura en torno al texto es la de Cayo Julio César, César descendiente de una


familia nobilísima de los Julios, según se sabe, muy antigua, un linaje que
procedía de Anquises y Venus5 (príncipe troyano y diosa del amor). Comenzó su
consulado en el año 59 a.C., el mismo año en que fue enviada la carta de Cicerón
a Ático en donde se queja de las reformas planteadas por César, las cuales
generaban descontentos entre una multitud, especialmente la de las nobilitas6 y al
grupo de los optimates. Siendo cónsul constituyó una sociedad de poder entre
Gneo Pompeyo, Marco Craso y él, ‘’el primer triunvirato’’. El acuerdo simplemente
les comprometía a velar, en los años sucesivos, porque no sucediera nada en
Roma que perjudicase a alguno de los tres y, a corto plazo.7 La reconciliación de

4
Cicerón, Ad Atticum, W. S. Watt (ed.), Scriptorum Classicorum Bibliotheca Oxoniensis; trad. de L. García
Moreno.
5
Veleyo Patérculo, Historia Romana, tr. Ma. Asunción Sánchez Manzano, Gredos, Madrid, 2001, p. 142.
6
La clase dominante en tiempos de la República debido a sus bienes económicos y a su prestigio familiar.
7
Pedro López Barja de Quiroga y Francisco Javier Lomas Salmonte, Historia de Roma, Akal, Madrid, 2005, p.
210.

3
los hombres más influyentes de Roma. César convirtió su enemistad en unión y
amistad, y reunió en sí mismo la fuerza procedente de ambos personajes.8

Es por todo esto que Cicerón menciona a Gneo en su papel de aliado con César,
pero es claro que este estaría de su lado, al favorecer a las comunidades de
ciudadanos que merecían beneficiarse de la ley proclamada por César, dado que
cuando Pompeyo regresó de su campaña, victorioso, los senadores le negaron las
recompensas prometidas.

No era una novedad que en Roma hubiera una severa desigualdad a la hora del
reparto de las tierras y aunado a esto, una gran concentración de poder en las
manos de unos cuantos. Cuando César propuso la Lex lulia Agraria, -para
acceder a los beneficios, las condiciones indicaban ser veterano y tener como
mínimo tres hijos. Encontró una resistencia por parte del Senado y de Bíbulo, -
personaje que ascendió con César al poder en el consulado-. Apiano, en su obra
Guerras Civiles cuenta cómo Bíbulo irrumpió en el foro mientras César se estaba
dirigiendo al pueblo, relata que hubo golpes y que unos cuantos llevaban espadas.
Algunos de los amigos de éste lo sacaron afuera contra su voluntad y no
pudiendo vencer la resistencia se quedó en su casa el resto del año y lo único que
hizo fue publicar edictos contra César populares en Roma.

El consulado de César fue una polémica situación que afectó los ideales de
hombres como Cicerón, de costumbres republicanas que rara vez pensaban en el
beneficio de otros. La preocupación de ellos era solamente la República y la
justicia para los que cometían injurias o algún delito grave, pero significativamente
no existía el valor de reconocer las buenas acciones de otros si estás no estaban
de acuerdo a sus creencias.

Los personajes mencionados en el texto son parte de la historia de la decadencia


de la República Romana y bajo todo el contexto cesariano y ciceroniano,
debemos ser capaces de ver que en la historia siempre existen estas

8
Plutarco, Vidas Paralelas, Libro IV, trad. y notas Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan
Manuel Guzmán Hermida, 2ª ed. 2014, Madrid, Gredos, 2015, p. 77.
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contraposiciones y que cada uno es capaz de mostrarse ante cualquiera que este
interesado en temas cercanos a Roma, como un ser humano. No va más allá de
ambiciones y pasiones por parte de cada uno, es decir, tenemos que enfocar la
mirada a cada uno de estos y ver por qué actuaban de tal manera, qué era lo que
los orillaba a estar en esa posición, es decir, los intereses particulares.

Yo creo que el texto es la puerta principalmente al pensamiento de Ciceron, su


visión y la postura que tenía acerca del Consulado de César. Nos acerca de una
manera indudable a la figura de César y nos da una fuente primaria para saber
acerca de él. También podemos comprender otras personalidades que estuvieron
presentes en el período de la República, y analizar las relaciones que tenían entre
sí y destacar los aspectos más importantes de esa época en particular.

5
Bibliografía

Cicerón, Cartas a Ático, trad. Miguel Rodríguez Pantoja Márquez, Gredos, Madrid,
1996.

Duplá, Antonio, De los Gracos a César: política y violencia en la República


Romana, (Nova Tellus, 1994).

López Barja de Quiroga, Pedro y Francisco Javier Lomas Salmonte, Historia de


Roma, Akal, Madrid, 2005, p. 210.

Patérculo, Veleyo, Historia Romana, trad. Ma. Asunción Sánchez Manzano,


Gredos, Madrid, 2001, p. 142Plutarco, Vidas Paralelas, Libro IV, trad. y notas
Jorge Bergua Cavero, Salvador Bueno Morillo y Juan Manuel Guzmán Hermida, 2ª
ed. 2014, Gredos, Madrid 2015, p. 77.

Pina Polo, Francisco, Ideología y práctica política en la Roma tardorrepublicana,


Gerión, 12, 1994, p.77.

Suetonio, Vida de los doce césares, trad. José Luis Romero, 6 ta ed. 1973, Los
Clásicos, México, 1973.

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