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TEXTOS PARA COMENTARIOS

"-En eso estoy conforme –dijo Andrés-. La voluntad, el deseo de vivir, es tan fuerte en el
animal como en el hombre. En el hombre es mayor la comprensión. A más comprender,
corresponde menos desear. Esto es lógico, y además se comprueba en la realidad. La apetencia por
conocer se despierta en los individuos que aparecen al final de una evolución, cuando el instinto de
vivir languidece. El hombre, cuya necesidad es conocer, es como la mariposa que rompe la crisálida
para morir. El individuo sano, vivo, fuerte, no ve las cosas como son, porque no le conviene. Está
dentro de una alucinación. Don Quijote, a quien Cervantes quiso dar un sentido negativo, es un
símbolo de la afirmación de la vida. Don Quijote vive más que todas las personas cuerdas que le
rodean, vive más y con más intensidad que los otros. El individuo o el pueblo que quiere vivir se
envuelve en nubes como los antiguos dioses cuando se aparecían a los mortales. El instinto vital
necesita de la ficción para afirmarse. La ciencia entonces, el instinto de crítica, el instinto de
averiguación, debe encontrar una verdad: la cantidad de mentira que se necesita para la vida. ¿Se
ríe usted?

-Sí, me río, porque eso que tú expones con palabras del día está dicho nada menos que en la
Biblia.
-¡Bah!
-Sí, en el Génesis. Tú habrás leído que en el centro del Paraíso había dos árboles: el árbol de
la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. El árbol de la vida era inmenso, frondoso y, según
algunos santos padres, daba la inmortalidad. El árbol de la ciencia no se dice cómo era;
probablemente sería mezquino y triste. ¿ Y tú sabes lo que le dijo Dios a Adán?
-No recuerdo, la verdad.
-Pues al tenerlo a Adán delante, le dijo: “Puedes comer todos los frutos del jardín; pero
cuidado con el fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, porque el día que tú comas ese fruto
morirás de muerte” Y Dios, seguramente, añadió: “Comed del árbol de la vida, sed bestias, sed
cerdos, sed egoístas, revolcaos por el suelo alegremente; pero no comáis del árbol de la ciencia,
porque ese fruto agrio os dará una tendencia a mejorar que os destruirá”. ¿No es un consejo
admirable?
-Sí, un consejo digno de un accionista de Banco- repuso Andrés."

1. Localización:

Este texto pertenece a un capítulo de la cuarta parte de ``El árbol de la ciencia ´´, esta parte, llamada
``Inquisiciones´´, está basada en un dialogo directo de carácter filosófico, que mantiene Andrés,
protagonista de la novela y que representa al joven Baroja (autor de la misma) con su tío Iturrioz
que representa al viejo Baroja. La cuarta parte a la que pertenece este fragmento mas que separar las
tres primeras partes de la novela con las tres últimas se puede decir que sirve de ``hilo conductor ´´
entre ambas.
En esta parte se observa claramente cómo mientras su tío Iturrioz defiende el pragmatismo
anglosajón, Andrés ejerce como valedor del idealismo alemán sobre todo de Kant y Schopenhauer. A
pesar de sus distintas corrientes filosóficas tanto Andrés como Iturrioz están de acuerdo en que nada
tiene sentido en la vida.

Localización
1
Este fragmento corresponde a un capítulo de la cuarta parte (llamada “Inquisiciones”) del libro “El
árbol de la ciencia”, escrito por Pío Baroja. Esta obra fue publicada en el año 1911 y pertenece a la
trilogía “La Raza”. Se considera una de las obras más típicas del 98 y qué mejor define el espíritu de
su autor.
Pío Baroja nació en 1872 y murió en 1956; estudió Medicina y sin mucha vocación la ejerció. Esta es
una de las similitudes con el protagonista de la obra (Andrés Hurtado), por ello y por otros hechos,
personajes y ambiente de la obra, se dice que Andrés Hurtado es trasunto de Baroja. Aunque este
dato lo debemos siempre de poner en duda

Localización:

El texto que a continuación vamos a comentar pertenece a la obra: “El Árbol de la Ciencia” cuyo autor
es Pío Baroja, un escritor de principio del siglo XX y finales del XIX. Concretamente esta obra se
publico en 1911 y corresponde a la primera parte de la obra barojiana. La obra de Pío Baroja se divide
en dos partes, una anterior a la primera guerra mundial y la segunda parte posterior a la guerra hasta
nuestros días.
Pío Baroja fue un autor de “la generación del 98”. Este movimiento literario estaba compuesto por
una serie de autores cuya preocupación máxima era la situación de España en la época.
Este texto que vamos a comentar previamente pertenece a la cuarta parte de la obra titulada
“Inquisiciones”. Es la parte central de la obra.

2. Resumen:

Andrés mantiene una larga conversación con su tío Iturrioz. Hurtado defiende la ficción como única
vía de escape de la realidad. Durante toda la novela Andrés huye de lo que hay ante él, intenta buscar
una paz pero siempre se encuentra con su diálogo interno: ``¿Qué hacer?, ¿qué dirección dar a la
vida?´´.
Se hace mención, además, al árbol de la ciencia que aparece como algo triste y mezquino y el árbol
de la vida que es del que deben vivir los hombres.
El árbol de la ciencia se representa como el árbol prohibido puesto que la ciencia nos permite avanzar
y conocer y eso representa o equivale al dolor (aparece aquí el concepto de ataraxia).

Resumen

En este texto se muestra parte de la conversación filosófica entre Andrés Hurtado y su tío Iturrioz.
Cuya conversación se desarrolla en toda la cuarta parte de la novela. Ambos discuten temas muy
profundos y transcendentales, como el sentido de la vida, el avance de la ciencia o la sociedad tan
absurda en la que se encuentran. Los dos defienden posturas diferentes, ya que Iturrioz prefiere a
filósofos británicos y Andrés Hurtado se queda con la filosofía de Shopenhauer; que nos habla de la
búsqueda de una paz fuera de lo individual y de lo real; así como también lee a Kant, y de este
filósofo le gusta cómo muestra la capacidad de ver la realidad tal y como es. A pesar de sus diferentes
puntos de vista, tienen ambas filosofías un punto de unión, el determinismo y llegar a la conclusión
de que nada se puede hacer. Para llegar a este punto de la novela y poder comprender los dilemas
morales que aquí se debaten, se ha de saber lo que ocurre en el “primer bloque” (1ª, 2ª y 3ª parte).
En donde primero se nos presenta a un joven Andrés Hurtado, estudiante de Medicina, insatisfecho
de los profesores; a quienes califica de farsantes, de la carrera de Medicina en España… Se muestra
un chico desilusionado y triste por la pérdida de su madre y por su ambiente familiar.
Luego conoce a Lulú, y a su vecindad, vuelve aquí a desilusionarse al ver la miseria social que en
Madrid, (y en el resto de España hay). También en el principio de la obra se muestran sus amigos:
Aracil, Montaner,… quienes por sus comentarios y acciones le repulsan, aunque sigue con ellos. Más
2tarde, acaba la carrera y sin vocación alguna, no sabe que hacer. Mientras su hermano Luisito
enferma y se retira con él y su hermana Margarita, a Valencia; donde creía que se curaría. Esto no es
así, el niño muere. Esto añade más tristeza y desasosiego a Andrés. Luego, se va de médico a Alcolea,
donde al principio estaba bien; pero se da cuenta de que la vida rural es tan miserable como la
urbana. La gente es miserable, egoísta y envidiosa. Así que vuelve a Madrid y se encuentra con la
pasividad de la gente y el optimismo ante la guerra con Estados Unidos. Su única vía de escape es
Lulú; con quien se casa y consigue una aparente paz, hasta que esta se muere de parto y finalmente
Andrés se suicida.

2) Resumen:

Andrés hurtado acude a su tío Iturrioz para comentarle sus inquietudes y pensamientos filosóficos.
Estos pensamientos filosóficos los ha heredado de Chopenhauer y Nietzsche. Son filósofos
existenciales y pesimistas.
Andrés se muestra indignado por el egoísmo de los seres humanos y esto no le gusta. Siente
desprecio por la clase aristócrata y un acercamiento hacia la gente pobre de la calle.
Su disgusto por la época que le ha tocado vivir, le produce una ilusión por cambiar la sociedad, pero
su tío, un filósofo escéptico y realista le dice que el mundo tal y como esta no se puede cambiar
porque el “egoísmo es algo natural, es una necesidad de la vida”. Andrés se desengaña de su ilusión y
le conduce a una de las muchas decepciones que tiene a lo largo de su vida.

3. Tema:

El texto nos habla del instinto animal de la sociedad, la sociedad como una cacería cruel. La huída de
la realidad para llegar a afirmarse y la ciencia como camino para llegar a encontrar la verdad, una
verdad que nos acabará destruyendo.

Tema

Además de la clara crítica hacia la sociedad española en esa época; filosóficamente se debe resaltar
que: debemos actuar ante los problemas desde la realidad, ya que si nos quedamos en lo irreal,
estamos cayendo en el engaño.

TEMA:

El tema de este fragmento es la lucha social entre las distintas clases de agrupación social y el intento
de Andrés por cambiar la sociedad actual del momento. Además de esto, se muestra claramente la
ideología de Baroja sobre el anarquismo y las mujeres, a las que hay que prometerles el paraíso, para
que así no desvanezcan en sus nuevas ilusiones.

La ciencia como camino para encontrar la verdad.


La ciencia como mecanismo de destrucción del ser humano. Conocer y avanzar en el saber causa
dolor.
Huída de la realidad para evitar los problemas.

Organización de las ideas principales y secundarias


3
Ideas principales: el sentido y orientación de la vida, la actitud del hombre frente a diferentes
adversidades. (Esto a rasgos generales de la novela).
Ideas secundarias: la sociedad española de esa época y su actitud en aspectos relacionados con la
ciencia; ya que esta no puede avanzar sino es más que con el interés del hombre. Pero si esta se
limita a lo ya conocido, no. (Esto es extraído, propiamente del fragmento del examen).

Organización de las ideas principales y secundarias:

Las ideas principales de este texto son: la lucha que existe entre las clases sociales, el egoísmo
de la sociedad.
Las ideas secundarias serian las siguientes: la intención de Andrés por cambiar el mundo y la
sociedad. El paso de la niñez a la madurez.

Estas diferentes ideas se relacionan de una manera colectiva. Esto es así puesto que Andrés no le
gusta la sociedad de la época. Odia a la clase burguesa que se asocia con el egoísmo que tiene como
objetivo aprovecharse de la gente pobre. Ante la ilusión de Andrés por cambiar la sociedad y hacer de
ella un forma social mejor de da cuenta que esta ilusión acaba en decepción. Tiene que dejar de ser
un niño y quitarse esa ilusión imposible.
A lo largo de la novela, Andrés experimenta diferentes ilusiones y todas acaban en decepciones,
como la ilusión de cambiar la sociedad.

5. Comentario crítico:

``El árbol de la ciencia ´´ es una novela de carácter filosófico escrita por Pío Baroja, autor de la
Generación del 98 nacido en País Vasco que estudió Medicina en Madrid y que es considerado uno
de los novelistas españoles más importantes del siglo XX. Esta novela fue escrita en 1911 y en
realidad se trata de una novela autobiográfica, pues Baroja plasma algunos de sus pensamientos asi
como aspectos de su vida en esta obra, aunque no se puede decir que Baroja sea o se represente a sí
mismo en el libro, es decir, el protagonista, Andrés Hurtado no es trasunto de Baroja, simplemente
existen una serie de paralelismos entre el pensamiento y la vida del personaje con la del autor.

Baroja al igual que Hurtado tiene un pesimismo existencial; ``El hombre es malo por naturaleza y hay
que protegerse de él y ante él ´´. Influido por la filosofía de Niezschet, Kant y Schopenhauer al igual
que Baroja, Andrés basará su vida en la búsqueda del sentido de la vida, la huída de la realidad como
única forma de obtener una paz que después descubrirá que está hueca, vacía.

Andrés Hurtado en cada una de las experiencias por las que pasa, al principio se ilusiona pero
después todo acaba en decepción. En su primera experiencia como médico en Alcolea aunque
intenta ver como algo positivo su nuevo trabajo acaba aburriéndose, de hecho él mismo dice que
Alcolea le parece un lugar insólito e irreal.
Baroja siempre en sus descripciones utiliza adjetivos muy impresionistas y a menudo escribía con las
gergas e incorrecciones léxicas de los lugares de España por los que pasan sus personajes (así
aparecen loísmos, laísmos y leísmos). Pretende provocar una serie de sensaciones y verosimilitudes
con el lector y que éste así pueda introducirse en los paisajes y situaciones que describe.

En su segunda experiencia ejerce como médico de higiene en Madrid (destaca el informe que realiza
sobre la prostitución del siglo XIX en Madrid) pero tampoco le convence ese trabajo.
En su tercera experiencia se casa con Lulú y obtiene un trabajo como traductor para una revista
científica y cuando todo parece irle bien Lulú se queda embarazada y tanto ella como el niño mueren
tras el parto, entonces Andrés se vulva a sentir decepcionado y piensa que quizás la ciencia sea la
culpable puesto que si el parto de Lulú hubiese sido natural, quizás ella y el niño aún vivirían. Pero
irónicamente la misma ciencia que critica es la que después le ayudará a morir, puesto que se suicida
con morfina.

Dentro de la novela, Baroja realiza una despiadada radiografía a la sociedad burgués y proletaria del
Madrid de su época. Como autor de la Generación del 98 critica muchísimo los problemas sociales,
políticos y económicos de su tiempo y los refleja en sus novelas.
A pesar de que Baroja en su juventud participó en política se volvió individualista.

``El árbol de la ciencia ´´ es una novela realista, muy centrada en los problemas de España en el siglo
XIX pero que sobre todo más que transmitirte algo te invita a la acción, a penar, a razonar. Andrés
Hurtado vivió inmerso en la duda y en la angustia pensando en qué era lo mejor, lo adecuado y
correcto para cada momento. Tuvo diferencias con su padre, por temas políticos; con sus amigos
como cuando discutió con Montaner porque a Andrés le gustaba el Naturalismo esto es la llamada
técnica de contraste que utiliza Baroja en la novela.
El amor no es un tema colindante en esta obra puesto que los personajes de las novelas de Baroja
ven el amor como una mentira vital al igual que la Religión.

En general la novela está bastante bien pues te plantea un dilema en tu vida que Baroja pretende
ayudarte a resolver. Te adentra en la historia como si fueras un personaje más, intenta situarte en los
lugares cerca del protagonista para que te identifiques con él, para que sigas de cerca sus
planteamientos.
Es un libro, en definitiva, muy lucrativo.

Comentario crítico

- Esta novela está considerada una de las mejores de Baroja y es la que mejor representa el espíritu
filosófico del autor. En ella, como hemos dicho, se habla de la filosofía de Kant, Shopenhauer; aunque
también resalta algo de Nietzsche. Ya que tanto al autor como al personaje protagonista, les gustan
los hombres fuertes, valientes, que sean capaces de aguantar cualquier cosa.
- Pero por otra parte, esta novela es una novela de formación; en la que el personaje va
encontrándose a sí mismo a lo largo de su vida y en búsqueda de esa tranquilidad, equilibrio, paz que
tanto anhela. Esto le lleva a un ciclo que se repite varias veces:
se ilusiona, cree encontrar esa paz y se da cuenta de que esa paz está hueca, se desilusiona. Esto a lo
largo de la obra ocurre varias veces, y esto la verdadera razón que le lleva a ese final, el suicidio.
- Y esto aunque parezca un final cerrado, no es así. Baroja nos invita a seguir esa búsqueda fuera de la
obra, pues nos tenemos que plantear el mensaje del autor y que en realidad se nos presenta un final
abierto.
- Esta obra tiene por encima de todo, un carácter pesimista y viene dado por: la herencia del
naturalismo, (no se puede hacer nada ante la injusticia de este mundo y todo está determinado social
o genéticamente). Esto quiere decir que no se pueden cambiar las cosas. Aunque en el naturalismo
español se deja una puerta abierta al cambio, a la libertad. También es tan pesimista, según gran
parte de la crítica, porque en realidad la vida de Andrés Hurtado, (sus ideas, pensamientos), son los
mismos que los de Baroja. Aunque esto claramente se puede poner en duda; ya que el personaje
como solución nos propone no hacer nada, el suicidio, y Baroja en realidad quiere que actuemos.
- Esta obra se caracteriza por la crítica a la sociedad española y también se debe decir, que a pesar de
que los personajes defienden la filosofía de autores como, por ejemplo Shopenhauer, realmente este
tipo de ideales se critican. 5

Comentario crítico:
Esta obra de Pío Baroja es una fuerte crítica para la sociedad española del momento. Además de esto
la novela se presenta de una manera autobiográfica por parte de Baroja. Incluso se puede considerar
a Andrés Hurtado como un personaje trasunto de Baroja. Andrés al igual que Baroja, estudio
medicina, su hermano también se moría enfermo, ante la impotencia de poder curarlo Andrés y
Baroja. Leían los mismos libros, es decir, a los dos les gustaba los filósofos pesimistas y
existencialistas del momento. Andrés es admirador de Schopenhauer, él cual propone la búsqueda de
la paz, la cual busca Andrés a lo largo de toda la novela. Al final, parece encontrarla con el
matrimonio, pero Andrés sabia que tenía una venta abierta al abismo. Cuando se muere Lulú y su hijo
durante el parto, Andrés se siente sin ganas para poder vivir, puesto que una nueva ilusión le
conduciría a una nueva decepción y decide acabar con su vida suicidándose.
Pío Baroja al ser un escritor de “la Generación del 98” se siente abatido por la época que le ha tocado
vivir, le ha tocado vivir en una sociedad mezquina, egoísta en la que la burguesía y los aristócratas se
aprovechaban sin escrúpulos de los pobres.
Aparte de la situación social, Baroja lee a filósofos como Schopenhauer y Nietzsche y le transmiten
ese pesimismo sobre la vida, pero aparte de eso Nietzsche le transmite la idea del “superhombre
niezstcheano” que lo asociaba a su amigo Aracil. No sirve de nada ilusionarse por algo o nuevas
metas puesto que estas acabaran en decepción, y una vez establecidas estas metas se buscarían
otras que caerían de nuevo en la decepción.
En mi opinión, esta obra titulada “El Árbol de la Ciencia” cuyo título recurre al libro de la Biblia,
“Génesis” me ha demostrado como era la sociedad española a finales del siglo XIX. Es normal que
Andrés se sienta abatido, melancólico y pesimista por la sociedad. El pensaba que la ciencia seria la
solución de todo, pero la muerte de su hermano, de su mujer junto con la del hijo le hacen desconfiar
de la vida y de su progreso hacia una vida mejor. Por eso me parece obvio que decida alcanzar la paz
de esta forma, es decir, suicidándose.

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Tenía Andrés cierta ilusión por el nuevo curso; iba a estudiar Fisiología, y creía que el estudio de las
funciones de la vida le interesaría tanto o más que una novela; pero se engañó; no fue así.
Primeramente, el libro de texto era un libro estúpido, hecho con recortes de obras francesas y
escrito sin claridad y sin entusiasmo; leyéndolo no se podía formar una idea clara del mecanismo
de la vida; el hombre parecía, según el autor, como un armario con una serie de aparatos dentro,
completamente separados los unos de los otros, como los negociados de un ministerio.

Luego, el catedrático era un hombre sin ninguna afición a lo que explicaba, un señor senador, de
esos latosos, que se pasaba las tardes en el Senado discutiendo tonterías y provocando el sueño de
los abuelos de la Patria.

Era imposible que con aquel texto y aquel profesor llegara nadie a sentir el deseo de penetrar en la
ciencia de la vida. La Fisiología, cursándola así, parecía una cosa estólida y deslavazada, sin
problemas de interés ni ningún atractivo.

Hurtado tuvo una verdadera decepción. Era indispensable tomar la Fisiología, como todo lo demás,
sin entusiasmo, como uno de los obstáculos que salvar para concluir la carrera.

Esta idea, de una serie de obstáculos, era la idea de Aracil. Él consideraba una locura el pensar que
habían de encontrar un estudio agradable.

Julio, en esto, y en casi todo, acertaba. Su gran sentido de la realidad le engañaba pocas veces.
(Pío Baroja, El árbol de la ciencia.)

Orientaciones para realizar el análisis del texto:

1. Resumen:

Andrés comienza con ilusión el primer curso en la Universidad como estudiante de Fisiología. Pero
pronto se siente decepcionado por la inutilidad de los libros y la ineptitud del profesorado. La falta
de motivación le lleva a pensar como su compañero Aracil, quien consideraba a las materias como
simples obstáculos que vencer para terminar la carrera.

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Andrés Hurtado estaba ilusionado al comenzar el nuevo curso porque iba a estudiar Fisiología. Sin
embargo, pronto quedó decepcionado, primero por el libro, que no era nada claro, y después por el
profesor, que no sentía ninguna afición por su trabajo. Andrés tuvo que optar por considerar la
Fisiología como un obstáculo que tenía que superar para terminar la carrera, tal y como pensaba su
amigo Aracil, quien pocas veces se equivocaba.

2.a. Tema:

- La decepción de Andrés Hurtado al estudiar la asignatura de Fisiología.

- La desilusión de Hurtado al comprobar la deplorable situación de los estudios universitarios.

- El desengaño de Andrés ante los estudios de medicina.

2.b. Organización de las ideas del texto:

Las ideas del texto siguen una estructura inductiva, en la que se empieza por casos particulares (los
libros no son ni completos ni correctos, y el profesor explica sin ganas), para llegar a la idea
general de que su estudio será desagradable.

Las partes se distribuyen de la siguiente forma:

- Primera parte: va desde el inicio del texto hasta la palabra "así", en la segunda línea. En esta parte
se expresa la decepción inicial de Hurtado.

- Segunda parte: desde la palabra "así", en la segunda línea, hasta el final del tercer párrafo. En esta
parte se describe una serie de elementos que a Andrés le parecen inapropiados.

- Tercera parte: ocupa desde el final del tercer párrafo hasta el final del texto. En esta última
parte Aracil coincide con Hurtado en que el curso no le resultará agradable.

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El texto está dividido en seis párrafos, que constan de tres ideas principales:
7

La primera idea principal subyace en el primer párrafo, donde Andrés muestra su decepción
ante la nueva asignatura, a causa del penoso libro y del profesor.
La segunda idea se capta en los párrafos 2º y 3º, en los que describe al profesor y muestra el
imposible apego al estudio en esas circunstancias.

La tercera idea se ve reflejada en los últimos tres párrafos, donde señala la posición opuesta
de su amigo Aracil, un hombre caracterizado por un gran sentido de la realidad y que propone
superar, sin entusiasmo, todos losproblemas de la mejor manera posible.

Este texto consta de una estructura de oposición. Es un ejemplo de argumentación entre la


opinión de Andrés, intelectual, y la posición práctica de Aracil.

3. Comentario crítico:

Guión previo: Antes de empezar el comentario deberíamos hacer un guión con las ideas más
importantes del texto. Por ejemplo, resaltar la tesis de Baroja (la nefasta situación de la universidad
española) y los argumentos que utiliza para llegar a ese convencimiento: ausencia de rigor científico,
plagio de libros extranjeros, poca claridad y precisión, poco entusiasmo docente. Y apuntamos
también que el protagonista de esta novela es un personaje "alter ego" del autor, idea esta que no se
nos puede olvidar.

(Introducción:)

Este texto es un fragmento de El árbol de la ciencia, obra de Pío Baroja publicada en 1911, y se
encuentra en la primera parte, la titulada "La vida de un estudiante en Madrid". Esta novela es una
de las que mejor refleja la situación española que se vivió durante la transición del siglo XIX al XX. Con
tintes autobiográficos, ya que el protagonista es un ‘alter ego' del autor, narra la vida de Andrés
Hurtado desde sus años de estudiante de medicina hasta su fracaso matrimonial y su muerte.

Pío Baroja (1872-1956) pertenece a la Generación del 98, grupo de autores que comparten una
visión pesimista de la sociedad y el ansia de mejora de España para aproximarse a Europa en
todos los sentidos.

(Comentario crítico de las ideas del texto:)

En este texto se nos muestra una de esas ideas: la crítica al sistema educativo español, al que
Baroja considera desfasado y deplorable.

La universidad es presentada por Andrés (y, por tanto, por el autor) como productora de
decepciones en estudiantes inicialmente ilusionados con sus estudios. Tienen la culpa de ello los
malos libros, plagios de obras extranjeras, sin estructura ni método, y los malos profesores, más
interesados en la política que en la educación.

El joven Andrés, apasionado por sus estudios de medicina, se dispone a comenzar un nuevo
curso. Pronto se da cuenta de que nada es como había esperado y se decepciona al comprobar que
en esas condiciones nada puede despertar su interés. Andrés busca ahondar en la ciencia de la vida,
pero aquella chapuza de libro no le ofrece una idea clara del mecanismo de la vida. Por su parte, el
catedrático sólo provoca aburrimiento (más adelante dirá Baroja que los profesores son la causa del
embrutecimiento metódico de la juventud estudiosa). En conclusión, Hurtado no ve otra alternativa
que la de asimilar la Fisiología como una asignatura "obstáculo", es decir, de esas que sólo interesa
aprobar por aprobar para sacar adelante la carrera. Así termina Andrés coincidiendo con su amigo
Aracil.
Baroja superpone dos ideas fundamentales en la novela, representadas en el árbol de la
ciencia y en el árbol de la vida. Andrés es un hombre racional, que busca el conocimiento. Aracil es el
hombre práctico. Andrés sufre precisamente por ese afán de conocer, pues a mayor saber, mayor
dolor (Schopenhauer). De ahí el consejo de su tío Iturrioz: o limitarse a la contemplación o actuar en
un círculo pequeño.

El desencanto de la universidad es otro paso más en la trayectoria de Andrés, quien incapaz de


encontrar un sentido a la vida, acabará suicidándose. El árbol de la vida ha triunfado sobre el árbol de
la ciencia.

(Conclusión:) En conclusión, podemos afirmar que El árbol de la ciencia es una novela típica del 98: el
protagonista es un inadaptado social que hace de "alter ego" del autor. A través de este personaje,
Baroja realiza una crítica constante a la sociedad finisecular (la de la Restauración) en todos sus
ámbitos: la universidad y la calle, el pueblo y la ciudad. En esta labor de crítica social Baroja coincide
con otros novelistas de su generación, como Unamuno y Valle-Inclán, especialmente.

Es cierto que Baroja tenía una visión muy pesimista del hombre y de la sociedad, pero la
situación que describe en el texto debe acercarse bastante a la realidad del momento, pues sabemos
que Baroja describe ambientes conocidos previamente por él y los estudios de medicina de Andrés
son los del propio autor. Cómo no compartir la opinión de Andrés sobre la influencia que ejercen los
profesores. De todos es sabido que una asignatura puede ser la más apasionante o la más aburrida
del mundo según quién y cómo te la explique. Y también compartimos la opinión de Andrés y de
Aracil de que en caso de que las asignaturas no sean tal como las esperamos, debemos
sobreponernos y trabajar para superar el "obstáculo".

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— (…) Lo que hace a la sociedad malvada es el egoísmo del hombre, y el egoísmo es algo natural, es
una necesidad de la vida. ¿Es que supones que el hombre de hoy es menos egoísta y cruel que el de
ayer? Pues te engañas. ¡Si nos dejaran!; el cazador que persigue zorras y conejos cazaría hombres si
pudiera. (…) ¿Es que tú crees que el egoísmo va a desaparecer? Desaparecería la Humanidad. ¿Es
que supones, como algunos sociólogos ingleses y los anarquistas, que se identificará el amor de
uno mismo con el amor de los demás?

—No; yo supongo que hay formas de agrupación social, unas mejores que otras, y que se deben
ir dejando las malas y tomando las buenas.

—Esto me parece muy vago. A una colectividad no se la moverá jamás diciéndole: Puede haber una
forma social mejor. Es como si a una mujer se le dijera: Si nos unimos, quizá vivamos de una
manera soportable. No; a la mujer y a la colectividad hay que prometerles el paraíso; (…) En todas
partes y en todas épocas los conductores de hombres son prometedores de paraísos.

—Sí, quizá; pero alguna vez tenemos que dejar de ser niños; alguna vez tenemos que mirar a
nuestro alrededor con serenidad. ¡Cuántos terrores no nos ha quitado de encima el análisis! Ya no
hay monstruos en el seno de la noche, ya nadie nos acecha. Con nuestras fuerzas vamos siendo
dueños del mundo.

(Pío Baroja, El árbol de la ciencia.) 9


1. Resumen.

Andrés y su tío Iturrioz discuten sobre el hombre y la sociedad. Por un lado Iturrioz cree que el
hombre es, ha sido y será siempre egoísta por naturaleza, ya que si el egoísmo desapareciera, la
sociedad dejaría de existir. Andrés responde que hay distintas formas de agrupamiento en la
sociedad, a lo que Iturrioz le contesta que una sociedad mejorará mediante personas que prometan
lo mejor, que serán los líderes. Finalmente, Andrés responde que no podremos depender siempre de
ese líder, ya que analizando nuestro alrededor eliminamos los miedos y las supersticiones y
descubrimos los misterios del mundo.

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Nos encontramos ante un diálogo entre dos personajes que muestran distintas visiones de la
sociedad. Iturrioz considera que nos encontramos ante una sociedad en la que el hombre es egoísta
por naturaleza. Andrés responde argumentando que hay buenas y malas sociedades y conseguiremos
cambiar a mejor si sabemos elegir lo adecuado. Iturrioz concibe este cambio como una utopía, ya que
los que mueven la sociedad solo prometen sueños. Aun así, Andrés lo ve posible, pero siempre y
cuando los individuos maduren y se conciencien de la realidad.

2a. Tema.

 El tema del texto es el diálogo que mantienen Andrés y su tío Iturrioz sobre la
naturaleza humana.
 El tema del que se habla es el comportamiento del ser humano en las sociedades.

2b. Organización de las ideas del texto.

Este texto tiene una estructura de diálogo, en el que se comparan las ideas de Iturrioz y de su
sobrino Andrés. En él se distinguen tres partes:

 La primera parte (primer párrafo) recoge el tema del egoísmo del hombre en la sociedad,
expuesto por Iturrioz.
 En la segunda parte (segundo y tercer párrafos) Andrés e Iturrioz discuten sobre las
distintas formas de sociedad y sus líderes.
 En la tercera (cuarta parte), Andrés propone el análisis de nuestro alrededor como medio para
eliminar los misterios del mundo.

------------------------------------

Las ideas del texto se organizan en cuatro párrafos. En cada uno de ellos Iturrioz o Andrés exponen
sus ideas sobre la sociedad, por lo que el texto presenta una estructura comparativa.

En el primer párrafo Iturrioz afirma que el hombre es egoísta por naturaleza.

En el segundo, Andrés defiende que hay grupos sociales y que hay que elegir el mejor grupo.

En el tercero, Iturrioz expresa que en cada masa social siempre habrá líderes que conduzcan a
paraísos.

Y en el cuarto párrafo Andrés termina diciendo que los niños alguna vez mirarán el mundo con lógica
y sentido común.

3. Comentario crítico sobre el contenido del texto.


Estamos ante un texto de El árbol de la ciencia, novela de Pío Baroja publicada en 1911.
Concretamente, el fragmento pertenece a la cuarta parte del libro, titulada “Inquisiciones”,
intermedio reflexivo de la obra en la que Andrés y su tío Iturrioz hablan de la vida desde un punto
de vista filosófico.

El árbol de la ciencia es una de las novelas más representativas de la crisis existencial que se
produjo en el tránsito del siglo XIX al siglo XX en España. Con muchos tintes autobiográficos, esta
obra narra la vida y evolución psicológica de Andrés Hurtado, desde sus años de estudiante de
Medicina hasta los de su fracaso profesional y vital.

En este fragmento el autor refleja dos opiniones distintas acerca de la sociedad. Iturrioz tiene
una visión naturalista del mundo y presenta al hombre como un ser que actúa para sobrevivir y
permanecer; por eso, el hombre es egoísta y cruel, sólo piensa en sí mismo y busca su propio
provecho. Y la sociedad seguirá siendo malvada, porque el hombre no va a cambiar nunca, a pesar de
lo que suponen algunos sociólogos ingleses y los anarquistas. Se presenta el egoísmo como un rasgo
propio del ser humano, ya que si este desapareciera, desaparecería con él la Humanidad. Iturrioz,
como Baroja, manifiesta una visión de las personas bastante pesimista.

Andrés representa un punto de vista algo más optimista, pues identifica el problema de la
sociedad con la forma de agrupación, aunque al final se ve obligado a dar la razón a su tío y a afirmar
que los hombres deben madurar, saber mirar a su alrededor con serenidad para no dejarse llevar por
los “prometedores de paraísos”.

El punto de vista de Iturrioz representa al Baroja que escribió la novela y cómo este veía el
mundo. El otro, el de Hurtado, manifiesta la posición de un Baroja más joven. En cualquier caso, es la
visión de una persona con poca fe en la sociedad y en el ser humano.

En definitiva, Baroja nos presenta al hombre como un ser malvado por naturaleza, egoísta y cruel. Sin
embargo, yo creo que todo ser humano se forma a partir de la sociedad en la que crece, y si esta
sociedad es cruel e intolerante, el hombre –que en mi opinión es bueno por naturaleza- siente como
necesidad básica la de preservar su supervivencia y bienestar antes que la de cualquier otro. Por
tanto, el hombre es un ser egoísta cuando ve en peligro cualquiera de sus necesidades. La
desigualdad social existe, y esta desigualdad provoca envidia, que lleva al hombre a querer conseguir
lo que no tiene, y una vez que lo consigue, el hombre es egoísta porque quiere mantener aquello que
tanto esfuerzo le ha costado conseguir.

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Podríamos decir que Andrés Hurtado, protagonista de la obra, es el “alter ego” de Baroja, es decir, el
otro yo del autor. El antagonista, Iturrioz, es otro “alter ego” de Baroja. Mientras Hurtado representa
las ideas del autor joven, activo y con ganas de cambiar el mundo, Iturrioz representa al Baroja
maduro, contemplativo y reflexivo.

Iturrioz defiende la idea de que la sociedad es mala porque en sí el hombre es muy egoísta y cruel.
Debido a esta actitud, los seres humanos son incapaces de unirse a los demás, ya que sólo se
preocupan de sí mismos. Además, la sociedad es hedonista y sólo se mueve si se le promete el placer,
el paraíso. 11
Hurtado difiere de Iturrioz, ya que supone que la sociedad sí se mueve hacia formas sociales mejores
con el fin de progresar, y que si miramos con serenidad a nuestro alrededor y lo analizamos,
podemos encontrar en la sociedad un ápice de armonía.

En conclusión, el autor refleja un gran pesimismo en esta novela. Tanto Iturrioz como Andrés,
piensan que la vida es algo doloroso y feo, pero yo pienso que aunque puede tener muchos
momentos de dolor, siempre hay algo por lo que luchar, y que debemos disfrutar de los
pequeños detalles, que son los que embellecen la vida. Tampoco estoy de acuerdo con Hurtado en su
opinión de que el conocimiento es creador de insatisfacción e infelicidad. Yo creo que el
conocimiento es algo indispensable para ser feliz y obrar bien; además, sólo cuando poseemos
conocimiento somos capaces de decidir por nosotros mismos, sin tener que dejarnos llevar por los
“prometedores de paraísos”.

Del texto se desprenden dos ideas principales, la postura de desconfianza en el ser humano que
mantiene Iturrioz, y la de Andrés, que como buen científico que es, pretende no perder la esperanza
en que el hombre pueda cambiar a mejor algún día.

Desde el comienzo de la novela, en su etapa universitaria, Baroja –a través de Andrés- mantiene


un pesimismo y una crítica social constantes. El pesimismo es consecuencia de la crisis existencial de
la época. Si Andrés adopta la postura racionalista y cientifista propias de un médico como él, su tío
Iturrioz mantiene la contraria, a pesar de ser médico él también. Este toma las ideas irracionalistas
del autor aprendidas en la lectura de filósofos alemanes como Nietzsche o Schopenhauer. La
naturaleza es hostil y solo lo artificial es bueno, por lo que tenemos que limitarnos a contemplar (la
inacción). Esta filosofía se expone en la cuarta parte del libro, “Inquisiciones”, donde se oponen el
predominio de la inteligencia que apoya Andrés y el predominio de la voluntad como fuerza motriz
de la vida.

Al final de la novela se ve cómo el poder científico, el de la razón y la experiencia, el deseo de


conocer, acaban siendo derrotados por la fuerza oscura de la vida que le ha sido impuesta de manera
imprevisible. El árbol de la vida, “inmenso y frondoso” ha triunfado sobre el árbol de la ciencia,
“mezquino y torpe”.

Como conclusión, podemos afirmar que el pesimismo y la crisis existencial que el autor plasma en
este libro son un reflejo de la realidad del momento, de la crisis general que se vivía en aquellos
últimos años del siglo XIX, ya que en la actualidad la mayoría de las personas no son tan dramáticas,
ni existen esos dos polos opuestos a los que recurre el autor: el contemplativo absoluto y el activo. A
mi juicio, hoy día las personas somos más moderadas, gracias a que la educación ha cambiado, la
ciencia ha avanzado, las prestaciones sociales han mejorado, la pobreza ha disminuido, etc. Estos
cambios han posibilitado que la sociedad sea más solidaria y mejor.

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EL ÁRBOL DE LA CIENCIA: PASO POR SAN JUAN DE DIOS

[Andrés Hurtado, estudiante de Medicina, realiza unos cursos en el Hospital de San Juan de Dios, donde es
testigo de episodios que le indignan.]

I parte. Capítulo 10 (Paso por San Juan de Dios)

Hurtado no podía soportar la bestialidad de aquel idiota de las patillas blancas. Aracil se reía de las
indignaciones de su amigo.

Una vez Hurtado decidió no volver más por allá. Había una mujer que guardaba constantemente en el
regazo un gato blanco. Era una mujer que debió haber sido muy bella, con ojos negros, grandes,
sombreados, la nariz algo corva y el tipo egipcio. El gato era, sin duda, lo único que le quedaba de un pasado
mejor. Al entrar el médico, la enferma solía bajar disimuladamente al gato de la cama y dejarlo en el suelo;
el animal se quedaba escondido, asustado, al ver entrar al médico con sus alumnos; pero uno de los días el
médico le vio y comenzó a darle patadas.

—Coged a ese gato y matarlo —dijo el idiota de las patillas blancas al practicante.

El practicante y una enfermera comenzaron a perseguir al animal por toda la sala; la enferma miraba
angustiada esta persecución.

—Y a esta tía llevadla a la guardilla —añadió el médico.

La enferma seguía la caza con la mirada, y cuando vio que cogían a su gato, dos lágrimas gruesas corrieron
por sus mejillas pálidas.

— ¡Canalla! ¡Idiota! —exclamó Hurtado, acercándose al médico con el puño levantado.

—No seas estúpido! —dijo Aracil—. Si no quieres venir aquí, márchate.

—Sí, me voy, no tengas cuidado; por no patearle las tripas a ese idiota miserable.

Desde aquel día ya no quiso volver más a San Juan de Dios.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia.

1.- Organización de las Ideas.

Estamos ante un texto narrativo que presenta la siguiente organización:

Introducción que da pie al relato (líneas 1-2): intransigencia de Andrés frente a la tolerancia de Aracil.

Episodio que demuestra lo anterior y que responde a la estructura de una narración: - Planteamiento (líneas 3-
8): Presentación de los personajes y motivo del enfrentamiento entre ellos: el gato.

- Nudo (líneas8-18): Reacción primera de Andrés ante la persecución del gato por parte del médico (insultos)
frente a la prudencia de Aracil.

- Desenlace (línea 19): Reacción última de Andrés: decisión de no volver al hospital.

Ya hemos visto que, en general, el texto es una anécdota que sigue una estructura narrativa. En ella hay que
resaltar que la introducción al relato en sí (línea 3) va precedida por el desenlace de la historia- lo que altera la
linealidad de la estructura-en el que vuelve a insistir al final (línea 19). El texto adopta así una secuencia
circular y queda cerrado. En él se mezclan la narración con el estilo directo que nos acerca más a los hechos.

2.- Tema y Resumen.

Tema. Intransigencia de Andrés ante la injusticia, contra la cual no lucha.

Resumen.

Andrés Hurtado abandona unas prácticas médicas en el hospital de San Juan de Dios porque un médico trató
de una forma injusta y canallesca a una enferma allí hospitalizada. Esta tenía un gato en el que volcaba su
cariño y no molestaba a nadie; pero el médico lo descubrió y ordenó que lo mataran sin ni siquiera hablar con
la paciente.

3.- Comentario Crítico del contenido.

Estamos ante un texto perteneciente a El árbol de la ciencia de Pío Baroja autor de la Generación Modernista
que presenta los rasgos específicos de la Generación del 98. Dentro de la novela el fragmento pertenece a la
Primera Parte- Familia y estudios de las siete de las que consta.

Partiendo del tema del que trata el texto son varios los aspectos del contenido que se pueden comentar,
empezando por el personaje que protagoniza la novela y en cuya reacción se centra este pasaje: Andrés
Hurtado, considerado como un Alter Ego del propio Baroja de quien ha heredado parte de su biografía y de su
filosofía. En este fragmento el autor deja claro su sentido de la justicia, que le lleva a indignarse ante los
hechos que presencia, pero también su intransigencia y su carácter violento que, sin embargo, pese a lo que
podría esperarse, sólo llevan a abandonar la lucha y, en definitiva, a la no-acción. Si extrapolamos los hechos,
vemos que esto mismo ocurrió al grupo de intelectuales noventayochistas: criticaron muchos aspectos de
España pero no quisieron o no supieron actuar para atajar los males que ellos mismos diagnosticaron, por lo
que el texto resulta muy emblemático. Por otra parte, este y otros hechos provocarían en Andrés un profundo
desencanto frente a la práctica médica, lo que le llevaría a abandonarla igual que hiciera su creador, Pío
Baroja.
Este hecho le da pie a Baroja para centrar su crítica en la Medicina Española, la mala formación de sus
médicos, su falta de humanidad y su alejamiento del enfermo, a la vez que muestra el mundo como un campo
de batalla en el que sólo sobreviven los más fuertes. Esta idea, aunque con otros argumentos, la desarrollará el
autor en otras novelas suyas como, por ejemplo, las pertenecientes a su trilogía La lucha por la vida.

Baroja debió de conocer profundamente este mundo y, de hecho, en varias partes de la obra aborda el mundo
de la Medicina desde diferentes perspectivas: el paso de Andrés por la Facultad de Medicina, la muerte de su
hermano Luisito, su trabajo en Alcolea o la muerte de su mujer y su hijo. En todos los casos, la experiencia
tiene resultados negativos, lo que producirá en el personaje una enorme decepción que le irá afectando
progresivamente y que le llevará al suicidio final. En este aspecto se diferencian Baroja y su alter ego pues,
como sabemos, el autor no se suicidó sino que se limitó a abandonar la medicina para siempre. Realmente no
estaba muy equivocado en sus apreciaciones ya que algunos de estos males que él denuncia en su novela
todavía persisten; así, aunque la Medicina afortunadamente ha cambiado mucho y el mundo que refleja el
texto es hoy inimaginable, la idea de fondo persiste: la práctica médica está más deshumanizada delo que se
quisiera y el médico se olvida, a veces, del enfermo que se convierte en un número de la Seguridad Social.
Frente a Andrés se encuentra Aracil, un personaje bastante unido al protagonista a lo largo de la novela
aunque es totalmente opuesto a él; se podría decir que mientras uno encarna la filosofía pesimista de
Shopenhauer, el otro representa el vitalismo arrollador de Nietzsche. También en este caso muestra un
espíritu acomodaticio frente a la intransigencia de Andrés y de su postura se vale Baroja para destacar un
rasgo del carácter de su personaje central que es lo que realmente le interesa. Esta forma de definir a un
personaje en oposición al contrario es un rasgo típico de la novela barojiana en general.

En cierto modo, la protagonista pasiva del episodio es una mujer de la que el narrador hace una descripción
llena de ternura. Esto es curioso, pues Baroja era considerado como un gran misógino que miraba a las
mujeres con desprecio, pese a haber creado espléndidos tipos de mujeres como Lulú. Sin embargo, en esta
ocasión nos presenta a la mujer como una víctima y esto es lo que provoca su postura e indignación. No
actuará así con otras mujeres de la novela como Nini o su madre que representan arquetipos odiados por el
autor.

En definitiva, podemos decir que, a pesar del carácter anecdótico del texto que comentamos, este encierra
una profunda significación y abre muchas puertas para el pensamiento; esto es, la actuación del personaje
recuerda a la del Grupo del 98 y nos remite, a su vez, a la idea que Baroja tenía de la sociedad y de la vida.

Relaciona la visión crítica y pesimista de la Sanidad de la época. Compara la visión de la sanidad de Baroja
con la sanidad española actual

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¿Hay que indignarse porque una araña mate a una mosca? -siguió diciendo Iturrioz-. Bueno. Indignémonos.
¿Qué vamos a hacer? ¿Matarla? Matémosla. Eso no impedirá que sigan las arañas comiéndose a las moscas.
¿Vamos a quitarle al hombre esos instintos fieros que te repugnan? ¿Vamos a borrar esa sentencia del poeta
latino: Homo homini lupus, el hombre es un lobo para el hombre? Está bien. En cuatro o cinco mil años lo
podremos conseguir. El hombre ha hecho de un carnívoro como el chacal, un omnívoro como el perro; pero
se necesitan muchos siglos para eso. No sé si habrás leído que Spallanzani había acostumbrado a una
paloma a comer carne y a un águila a comer y digerir pan. Ahí tienes el caso de esos grandes apóstoles
religiosos y laicos; son águilas que se alimentan de pan en vez de alimentarse de carnes palpitantes; son
lobos vegetarianos. Ahí tienes el caso del hermano Juan…

-Ese no creo que sea un águila, ni un lobo. -Será un mochuelo o una garduña; pero de instintos perturbados.

-Sí, es muy posible -repuso Andrés- ; pero creo que nos hemos desviado de la cuestión; no veo la
consecuencia. -La consecuencia a la que yo iba era ésta: que ante la vida no hay más que dos soluciones
prácticas para el hombre sereno: o la abstención y la contemplación indiferente de todo, o la acción
limitándose a un círculo pequeño. Es decir, que se puede tener el quijotismo contra una anomalía; pero
tenerlo contra una regla general, es absurdo. -De manera que, según usted, el que quiera hacer algo tiene
que restringir su acción justiciera a un medio pequeño.

-Claro, a un medio pequeño; tú puedes abarcar en tu contemplación la casa, el pueblo, el país, la sociedad,
el mundo, todo lo vivo y todo lo muerto; pero si intentas realizar una acción, y una acción justiciera, tendrás
que restringirte hasta el punto de que todo te vendrá ancho, quizá hasta la misma conciencia.

-Es lo que tiene de bueno la filosofía -dijo Andrés con amargura-; le convence a uno de que lo mejor es no
hacer nada.

Pío Baroja, El árbol de la ciencia (1911)


Escriba un breve resumen del texto

Iturrioz y Andrés dialogan. El primero afirma que es inútil luchar para cambiar los instintos fieros del ser
humano, y que son extraordinarios los casos en los que eso se logra, ejemplificándolo con ejemplos de otros
animales. Sostiene que las opciones son o no hacer nada mostrando indiferencia, o actuar limitándose a un
círculo pequeño. Andrés manifiesta decantarse por la segunda posibilidad.

Indique el tema y la organización de las ideas del texto.

La imposibilidad de cambiar la crueldad humana. El texto aparece organizado como un diálogo en el que
prevalecen las intervenciones de Iturrioz, siendo las réplicas de Andrés pretextos para formular la teoría de
que es imposible cambiar la crueldad humana y de que únicamente es posible restringir la lucha a cuestiones
concretas. Como conclusión, Andrés queda convencido de que lo mejor es no hacer nada.

Comentario crítico sobre el contenido del texto.

Nos encontramos ante un texto literario, perteneciente al género narrativo, concretamente un fragmento de
la novela de Pío Baroja (autor de la Generación del 98) titulada El árbol de la ciencia. Como forma de
expresión, predomina el diálogo, aunque la mayor parte de las intervenciones adquieren la forma de la
exposición-argumentación. Las ideas de Iturrioz, es decir, es imposible cambiar la crueldad humana y hay que
restringir la lucha a cuestiones concretas aparecen razonablemente argumentadas; no obstante, la conclusión
de Andrés de que lo mejor es no hacer nada, creo que no tiene un sustento sólido en las palabras del texto,
porque igual que opta por esa opción podía haber sacado otra bien distinta: lo mejor es que cada uno se
dedique a luchar contra las injusticias que se produzcan en su círculo. Esta actitud pone de manifiesto el
escepticismo y nihilismo de Andrés, que se ven corroborados a lo largo del conjunto de la obra y en el
desenlace de la misma: el suicidio como única salida. El diálogo se nos presenta en estilo directo y nos permite
conocer a los personajes. El registro lingüístico empleado es culto (latinismo Homo homini lupus, o la
referencia a Spallanzani). No obstante, podemos afirmar que el texto es adecuado. El autor ha elegido de entre
las posibilidades lingüísticas a su alcance una apropiada para cumplir con su intención comunicativa y para
hacer creíbles a los personajes. También podemos afirmar que se trata de un texto coherente ya que no
presenta contradicciones entre sus partes, los enunciados se relacionan entre sí creando un mensaje global y
no contradice los principios de verdad de la realidad. Además, el texto está bien cohesionado (reiteración
fónica (abundancia de interrogaciones que le sirven para exponer sus argumentos al responder Iturrioz a sus
propias preguntas); también abundan los marcadores textuales como sí, pero, es decir, de manera que, claro,
claramente al servicio de la explicación y los argumentos de Iturrioz; los campos semánticos como el de los
animales, apareciendo mosca, araña, lobo, garduña, etc.; reiteración léxica de la palabra hombre con su valor
genérico de ser humano, deixis como ahí, que además se repite; catáfora; anáfora... . En cuanto a cuestiones
semánticas, llama la atención la gran abundancia de términos referidos a animales. En orden de aparición
serían araña, mosca, hombre (para Iturrioz es un animal más), lobo, chacal, perro, paloma, águila, mochuelo,
garduña, resaltando de muchos la dificultad de cambiar su naturaleza: o es imposible hacerlo. Otra cuestión
semántica que llama la atención es la connotación del término quijotismo, que parece provocar contradicción
en las opiniones de Iturrioz. Cuando parece dar una salida a la negatividad de sus ideas (es imposible cambiar
nada, dicho de una manera exagerada), afirmando que se puede luchar en aspectos o círculos restringidos,
califica estas acciones como quijotescas (quijotismo), lo que le confiere a este intento una matiz de locura e
inutilidad. Podríamos decir, por otra parte, que el texto va dirigido a un público indeterminado, que sería el
lector de literatura. Los temas que aparecen en este fragmento, pueden resultar interesantes, pero creo que
en una sociedad tan pragmática y utilitarista como la que nos ha tocado vivir poca gente se plantea esas
cuestiones, y menos aún optan por el camino que optó Andrés Hurtado. Creo que hay que intentar aportar
cada uno lo que pueda dentro de sus posibilidades, pero nunca renunciar a la lucha contra todo aquello que
resulte injusto. La primera y más importante de las funciones de la literatura, y que identificaríamos
generalmente con la intención del autor, es la de crear belleza y proporcionar goce estético. Además, El árbol
de la ciencia es básicamente una novela de protesta política y social con un importante alcance existencial,
como puede apreciarse en el fragmento. En la novela se pone de manifiesto el malestar de la época y, en
concreto, la ideología de la Generación del 98 a la que pertenecía Baroja. Se critica: el ambiente cultural que
existía en la época; al gobierno por su poco interés para invertir en ciencia; la crueldad humana (tema de este
fragmento); la miseria moral; el carácter español (individualismo, falso patriotismo, etc.); a los ricos por
explotar a los pobres, y a los pobres por dejarse explotar por los ricos; la bohemia y el romanticismo inútiles;
etc. Andrés Hurtado, personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que
constituirán una sucesión de desengaños, tiene muchas cosas en común con el propio Baroja, tantas que en
algunos fragmentos de sus memorias Baroja transcribe casi literalmente pasajes de El árbol de la ciencia. El
fragmento resulta muy interesante porque hace que nos detengamos o nos planteemos cosas que no nos
paramos a analizar frecuentemente.

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El pueblo no tenía el menor sentido social; las familias se metían en sus casas, como los trogloditas en su
cueva. No había solidaridad; nadie sabía ni podía utilizar la fuerza de la asociación. Los hombres iban al
trabajo y a veces al casino. Las mujeres no salían más que los domingos a misa […].

Muchas veces a Hurtado le parecía Alcolea una ciudad en estado de sitio. El sitiador era la moral, la moral
católica. Allí no había nada que no estuviera almacenado y recogido: las mujeres, en sus casas; el dinero, en
las carpetas; el vino, en las tinajas. [...] Esta perfección se conseguía haciendo que el más inepto fuera el que
gobernara. La ley de selección en pueblos como aquél se cumplía al revés. El cedazo iba separando el grano
de la paja, luego se recogía la paja y se desperdiciaba el grano. Algún burlón hubiera dicho que este
aprovechamiento de la paja entre españoles no era raro. Por aquella selección a la inversa resultaba que los
más aptos allí eran precisamente los más ineptos […].

La política de Alcolea respondía perfectamente al estado de inercia y desconfianza del pueblo. Era una
política de caciquismo, una lucha entre dos bandos contrarios, que se llamaban el de los Ratones y el de los
Mochuelos; los Ratones eran liberales, y los Mochuelos, conservadores. En aquel momento dominaban los
Mochuelos. El Mochuelo principal era el alcalde, un hombre delgado, vestido de negro, muy clerical, cacique
de formas suaves, que suavemente iba llevándose todo lo que podía del Municipio. El cacique liberal del
partido de los Ratones era don Juan, un tipo bárbaro y despótico, corpulento y forzudo, con unas manos de
gigante, hombre que cuando entraba a mandar, trataba al pueblo en conquistador. Este gran Ratón no
disimulaba como el Mochuelo; se quedaba con todo lo que podía, sin tomarse el trabajo de ocultar
decorosamente sus robos. Alcolea se había acostumbrado a los Mochuelos y a los Ratones, y los consideraba
necesarios. Aquellos bandidos eran los sostenes de la sociedad; se repartían el botín: tenían unos para otros
un tabú especial como el de los polinesios. Andrés podía estudiar en Alcolea todas esas manifestaciones del
árbol de la vida, y de la vida áspera manchega: la expansión de egoísmo, de la envidia, de la crueldad, del
orgullo. A veces pensaba que todo esto era necesario; pensaba también que se podía llegar, en la
indiferencia intelectualista, hasta disfrutar contemplando estas expansiones, formas violentas de la vida.
¿Por qué incomodarse, si todo está determinado, si es fatal, si no puede ser de otra manera? -se
preguntaba-. ¿No era científicamente un poco absurdo el furor que le entraba muchas veces al ver las
injusticias del pueblo? Por otro lado, ¿no estaba también determinado, no era fatal el que su cerebro tuviera
una irritación que le hiciera protestar contra aquel estado de cosas violentamente?
Pío Baroja, El árbol de la ciencia (1911)

RESUMEN El narrador expone la situación social y política de un pueblo español, dominado por el egoísmo, la
cerrazón, la influencia de la moral católica, la ineptitud de los gobernantes, el caciquismo y la corrupción
política. Andrés Hurtado reflexiona con pesimismo ante esta situación, contra la cual piensa que es absurdo
luchar.

TEMA Y ESTRUCTURA Crítica durísima a la situación social y política de un pueblo español. El texto puede
dividirse en tres partes: 1ª) Descripción de la situación social de Alcolea (líneas 1-7). 2ª) Descripción de la
situación política de Alcolea (líneas 8-28). 3ª) Reflexión pesimista de Andrés (líneas 29-36).

COMENTARIO CRÍTICO Se trata de un texto literario, fragmento de una novela, en el que, más que narrar, se
expone o describe de manera muy crítica la situación de ese pueblo español y se reflexiona sobre ello. Esto
hace que el texto esté más cerca del discurso expositivo-argumentativo que del propiamente narrativo. El
fragmento pertenece a El árbol de la ciencia, la novela más representativa de Baroja, y se sitúa en el momento
en que el protagonista, Andrés Hurtado, se ha trasladado a Alcolea como médico, en lo que podemos
considerar como una experiencia más de su aprendizaje en la vida. Está escrito con un estilo sencillo, en léxico
y sintaxis, muy característico de la técnica narrativa rápida y espontánea de Pío Baroja. Alcolea es en el texto
un pueblo simbólico, que está reflejando la situación común de un pueblo español a principios del siglo XX. En
la descripción crítica de la sociedad insolidaria y cerrada de Alcolea, el narrador recurre a un vocabulario de
connotaciones muy negativas, a comparaciones despectivas (“como los trogloditas en su cueva”) y a imágenes
degradadoras que llaman la atención, como sucede al comparar a Alcolea con una ciudad sitiada por la moral
católica. Todo ello nos transmite la impresión de un pueblo anquilosado, cerrado al exterior, muerto. Más
despiadada es la visión que nos ofrece de su situación política. Critica la “selección” de los gobernantes (“los
más aptos eran allí los más ineptos”). Censura el caciquismo, fenómeno bien evidente en la política española
de la época, y la alternancia en el poder pactada por los dos partidos, conservadores y liberales (“mochuelos y
ratones”). Estas animalizaciones despectivas, la adjetivación usada para caracterizar a sus alcaldes (“muy
clerical”, “bárbaro y despótico”, “bandidos”, etc.) y las actuaciones depravadas de estos, con robos constantes
al municipio, dejan clara la intención sarcástica del narrador. Andrés Hurtado, como en otros momentos de la
novela, reflexiona y extrae conclusiones, que responden a su espíritu angustiado y pesimista. Va inclinándose
cada vez más por situarse a un lado, por la “no acción”: “¿Por qué incomodarse, si todo está determinado, si es
fatal, si no puede ser de otra manera?” La influencia del pensamiento pesimista de Schopenhauer parece clara.
El narrador emplea un tono variado. Adopta un tono burlesco cuando censura la sociedad y la política del
pueblo (con rasgos tan extremados en la descripción de los caciques que están cerca del esperpento de Valle-
Inclán). Y se torna serio, reflexivo, acorde con el espíritu del protagonista, al apuntar los pensamientos de
Andrés Hurtado. La intención del autor no ofrece dudas. Es Baroja, inconformista radical, quien está detrás de
esta crítica clamando contra tantas injusticias de su época. Se considera El árbol de la ciencia como una de las
novelas más “noventayochistas”, una de las que mejor definen el espíritu de la crisis del fin del siglo. El
fragmento comentado lo muestra bien. Hay, por un lado, una crítica concreta a la situación de España (el tema
de España, característico del 98); y hay, por otro, un protagonista, Andrés Hurtado, “alter ego” del autor, que
ante la crisis ideológica general, adopta una actitud pesimista (son los llamados “conflictos existenciales” del
98, evidentes también en la obra de Machado, Unamuno, etc.). Pero el texto de Baroja nos parece de plena de
actualidad. Algunos de los asuntos que critica siguen estando presentes, aunque sea de otra forma, en la
realidad española de hoy: las costumbres cerradas de los pueblos, la influencia de la Iglesia, la ineptitud de los
gobernantes... Hay uno, quizás, que nos llama la atención por su actualidad. Nos referimos a la corrupción
política. Hay hoy en España muchos “mochuelos” y muchos “ratones” que, como dice Baroja, de forma suave o
brutal, siguen saqueando la economía de nuestros municipios. Y ante ello debemos optar por la protesta
radical, y no caer en ese fatalismo pesimista que aquí exhibe Andrés Hurtado.

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—Ir a un sentido de justicia universal —prosiguió Iturrioz— es perderse; adaptando el principio de Fritz
Müller de que la embriología de un animal reproduce su genealogía, o como dice Haeckel, que la ontogenia
es una recapitulación de la filogenia, se puede decir que la psicología humana no es más que una síntesis de
la psicología animal. Así se encuentran en el hombre todas las formas de la explotación y de la lucha: la del
microbio, la del insecto, la de la fiera... ¡Ese usurero que tú me has descrito, el tío Miserias!, ¡qué de
avatares no tiene en la zoología! Ahí están los acinétidos chupadores que absorben la substancia
protoplasmática de otros infusorios; ahí están todas las especies de aspergilos que viven sobre las
substancias en descomposición. Estas antipatías de gente maleante, ¿no están admirablemente
representadas en ese antagonismo irreductible del bacilo del pus azul con la bacteridia carbuncosa?

—Sí, es posible —murmuró Andrés. —Y entre los insectos, ¡qué de tíos Miserias!, ¡qué de Victorios!, ¡qué de
Manolos los Chafandines, no hay! Ahí tienes el “ichneumon”, que mete sus huevos en una lombriz y la
inyecta una substancia que obra como el cloroformo; el “sphex”, que coge las arañas pequeñas, las agarrota,
las sujeta y envuelve en la tela y las echa vivas en las celdas de sus larvas para que las vayan devorando; ahí
están las avispas, que hacen lo mismo arrojando al “spoliarium” que sirve de despensa para sus crías, los
pequeños insectos paralizados por un lancetazo que les dan con el aguijón en los ganglios motores; ahí está
el “estafilino” que se lanza a traición sobre otro individuo de su especie, le sujeta, le hiere y le absorbe los
jugos; ahí está el “meloe”, que penetra subrepticiamente en los panales de las abejas, se introduce en el
alvéolo en donde la reina pone su larva, se atraca de miel y luego se come a la larva; ahí está...

—Sí, sí, no siga usted más; la vida es una cacería horrible.

—La naturaleza es lo que tiene; cuando trata de reventar a uno, lo revienta a conciencia. La justicia es una
ilusión humana.

Pío Baroja: El árbol de la ciencia (1911).

1. Según la organización de sus ideas, el texto podría dividirse en tres partes: La primera se extendería desde
el comienzo hasta la línea cuarta. En ella, se expone brevemente la tesis o idea principal (la justicia universal es
imposible) apoyada en dos argumentos de autoridad. La segunda abarcaría desde la línea cuarta hasta la
decimonovena. En esta parte se aportan ejemplos que refuerzan la tesis (la vida animal es una constante lucha
ajena a la justicia). La tercera ocupa desde la línea vigésima hasta el final. Estas tres líneas repiten la tesis de
que la naturaleza es cruel y, en cierto modo, injusta. La estructura textual de este fragmento es encuadrada, ya
que la tesis o idea principal aparece al comienzo del texto y se repite al final del mismo.

2. El tema del fragmento es la ausencia de justicia en el proceso natural de lucha por la supervivencia. Iturrioz
dialoga con Andrés acerca del gran parecido entre la psicología de los animales y de los humanos en cuanto a
la tendencia a luchar por la vida propia a costa de la de los demás. En su argumentación cita numerosísimos
ejemplos de animales que se aprovechan de otros para desarrollarse (al igual que personas del entorno de
Andrés explotan a sus semejantes con el mismo propósito). Finalmente, el sobrino confirma la opinión del tío
sobre la falta de justicia y la crueldad de la naturaleza.
3. Nos encontramos ante un texto novelístico del escritor Pío Baroja, autor de la Generación del 98, en el que
se reúnen las características de este movimiento literario en cuanto a la preocupación y la denuncia de los
problemas de España, el pesimismo filosófico ante la situación histórica y la sencillez de estilo. “El árbol de la
ciencia” es su libro más logrado y forma parte de “La raza”, una de sus muchas trilogías. En esta novela, el
joven médico Andrés Hurtado busca un sentido a la vida dentro de una España socialmente caótica e
intelectualmente pobre. Su pasión por la ciencia y la filosofía le llevarán a buscar ratos de conversación en casa
de su tío Iturrioz, también médico y filósofo aficionado. El fragmento que nos ocupa recoge uno de los diálogos
en los que Iturrioz pretende convencer a Andrés sobre el carácter naturalmente “injusto” del ser humano.
Mediante argumentos de biología y zoología (sobre todo, ejemplos de microorganismos e insectos), los
personajes llegan a la conclusión de que la vida es una lucha cruel por la supervivencia individual. Esta opinión
(que podría ser la del propio Baroja) sería el fundamento biológico de actitudes antisociales de egoísmo y
abuso como las que muestran algunos personajes del libro (por ejemplo, el Chafardín y el tío Miserias, citado
en el texto). Analizando la época histórica que vivió el autor, no es difícil caer en el pesimismo de considerar la
vida como “una cacería cruel”. No olvidemos que la situación político-social de finales del S.XIX era poco
propicia a la igualdad y solidaridad humanas. El excesivo poder de la iglesia y el ejército y la falta de
democracia, llevaban a situaciones de injusticia basada en la desigualdad social entre ricos y pobres. Aparte de
a los acontecimientos históricos (la pérdida de las últimas colonias españolas y el consiguiente
desmoronamiento del “Imperio español”), Baroja achaca los males citados a una causa ideológico-moral: la
mentalidad semita del pueblo español. Para él, nuestra cultura “arrastraba” una tradición bíblica de miedo a la
autoridad divina y al castigo, la cual no era sino una herramienta de sometimiento legal diseñada desde el
poder. Dicha mentalidad llevaba aparejada actitudes como la superioridad del hombre sobre la mujer y la
resignación cristiana ante los abusos de los demás, entre otras. Después de este análisis, mi opinión sólo
coincide parcialmente con la del autor (puesta en boca de sus personajes) sobre que la vida sea una cruel y
egoísta lucha por la supervivencia. Ha pasado casi un siglo desde aquella afirmación y, afortunadamente algo
ha cambiado en España (en lo político y social, respecto a sí misma y respecto a Europa). Hemos dado el salto
de la dictadura a la democracia y hemos superado el aislamiento en el que se encontraba el país. La miseria y
el hambre se han reducido, la solidaridad ha aumentado… Pero, ¿y la mentalidad? ¿Seguimos bajo el yugo del
“egoísmo semita” que nos tienta a aprovecharnos de los demás mediante la manipulación y el engaño?
Mirémonos a nosotros mismos, miremos a nuestro entorno, sigamos viviendo y pensando en ello, eso sí, sin
amargarnos, sin perder el optimismo y la esperanza en la instituciones democráticas (sus escuelas, hospitales,
servicios sociales, etc.) que tanto trabajo nos ha costado conseguir.

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Tú quieres una síntesis que complete la cosmología y la biología; una explicación del Universo físico y moral.
¿No es eso?

—Sí. —¿Y en dónde has ido a buscar esa síntesis?

—Pues en Kant, y en Schopenhauer sobre todo.

—Mal camino —repuso Iturrioz—; lee a los ingleses; la ciencia en ellos va envuelta en sentido práctico. No
leas esos metafísicos alemanes; su filosofía es como un alcohol que emborracha y no alimenta. ¿Conoces el
“Leviathan” de Hobbes? Yo te lo prestaré si quieres.

—No; ¿para qué? Después de leer a Kant y a Schopenhauer, esos filósofos franceses e ingleses dan la
impresión de carros pesados, que marchan chirriando y levantando polvo.
—Sí, quizá sean menos ágiles de pensamiento que los alemanes; pero en cambio no te alejan de la vida.

—¿Y qué? —replicó Andrés—. Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de
no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a dónde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida?
¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo
como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de
paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el
pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la existencia.

PÍO BAROJA. El árbol de la ciencia

1. ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS DEL TEXTO El texto es un fragmento de la conversación entre Andrés
Hurtado e Iturrioz que constituye la cuarta parte de la novela El árbol de la ciencia. Recoge la dicotomía entre
los filósofos ingleses y franceses, preferidos por Iturrioz, y los alemanes, aparentemente más cercanos a la
visión de la existencia de Hurtado. La primera parte del diálogo presenta ya esa contraposición entre ambos
estilos de filosofía: el pensamiento de los filósofos ingleses y franceses tiene un sentido práctico, y aunque
Iturrioz admite que “quizá sean menos ágiles de pensamiento que los alemanes”, recomienda su lectura a
Andrés: “¿Conoces el Leviathan de Hobbes? Yo te lo prestaré si quieres”. Hurtado, sin embargo, prefiere a los
filósofos alemanes, más cercanos a su idea de ciencia y conocimiento: “Después de leer a Kant y
Schopenhauer, esos filósofos franceses e ingleses dan la impresión de carros pesados…” La segunda parte del
diálogo la ocupa una extensa intervención de Andrés, en la que expone su visión de la existencia: • La falta de
sentido de la existencia humana, que conduce a la angustia y la desesperación. • La imposibilidad de conjugar
vida y pensamiento (que más tarde simbolizarán el árbol de la vida y el árbol de la ciencia). • La estupidez y
esterilidad son las características de la vida (visión influida por el darwinismo). El texto presenta una estructura
dialogada, definida por la alternancia de puntos de vista y la reducción de la función del narrador a mínimas
referencias a las voces de los interlocutores a través de la utilización de verbos “dicendi”: repuso, replicó.

2a. TEMA DEL TEXTO La visión desencantada y pesimista de la existencia del protagonista, Andrés Hurtado. Se
corresponde con la temática existencial de la novela.

2b. RESUMEN DEL TEXTO Hurtado e Iturrioz conversan acerca de sus preferencias filosóficas: mientras el
segundo defiende el vitalismo de los filósofos ingleses y franceses, Andrés se inclina por la agilidad de
pensamiento y la valoración de la ciencia y la verdad de los alemanes. Utiliza este debata para argumentar su
negativa visión de la vida y su defensa del conocimiento como única actitud vital posible.

3. COMENTARIO CRÍTICO El texto pertenece a la parte IV, “Inquisiciones”, de El árbol de la ciencia. Esta novela
es una de las más representativas de su autor, Pío Baroja. Baroja es el novelista por excelencia del grupo
noventayochista. Sus novelas son una mezcla entre el pesimismo existencia más radical y el vitalismo
individualista de algunos de sus personajes. En sus novelas desarrolla generalmente un esquema de
aprendizaje vital de los protagonistas. Su producción es muy extensa, repartida en trilogías. Se le ubica dentro
de la Generación del 98, grupo literario que surge en España en el cambio de siglo, caracterizado por sus
preocupaciones políticas (el tema de España) y existenciales, a tono con la crisis de fin de siglo, así como por la
superación, en la novela, de la estética realista. El árbol de la ciencia narra la vida de su protagonista, Andrés
Hurtado, desde que comienza a estudiar Medicina hasta su suicidio tras la muerte de su mujer y su hijo. Se
estructura en siete partes, a la cuarta de las cuales pertenece el texto. Las tres primeras recogen los años de
aprendizaje de Andrés, hasta la muerte de su hermano. Tras la pausa digresiva de la cuarta parte, las tres
últimas narran sus experiencias como médico en el campo y la ciudad, su matrimonio con Lulú y las muertes
de ésta, su hijo y el propio Hurtado. La novela desarrolla un doble tema, unidos en la trayectoria vital del
personaje (que es, además, muy autobiográfica, con múltiples vivencias del propio Baroja). Por una parte, es
una novela social; por otra, una novela existencial. Ambas típicamente noventayochistas. La dimensión social
se fundamenta en la descripción de la realidad española de la época, que Baroja hace desde una perspectiva
absolutamente crítica: pobreza cultural, atraso científico (especialmente en los capítulos centrados en su
etapa universitaria), desigualdad social, inmovilismo y egoísmo del mundo rural, miseria y despreocupación en
la ciudad… El sentido existencial es el fundamental en la novela. El protagonista tiene una visión
absolutamente pesimista y desencantada de la vida, no sólo de la suya propia, sino de la existencia humana en
general. Este pesimismo nace de sus propios conflictos interiores y de su experiencia de la realidad. No
encuentra en la vida ningún sentido o explicación. Precisamente el texto se centra en esta dimensión
existencial de la novela. Predomina en él la exposición por parte de Andrés de su negativa concepción de la
existencia, resultado de su falta de sentido: “la vida es estúpida”, afirma. Como consecuencia, no existe para él
un plan director, un propósito que oriente su vida en una determinada dirección: “¿Qué se hace con la vida?
¿Qué dirección se le da?” Todo ello conduce inevitablemente a la angustia, la desesperación de no saber qué
hacer con la vida. Esta actitud del protagonista se extiende no sólo a su propia existencia, sino que es aplicable
a la existencia humana en general, como él mismo intuye cuando dice que la vida es estúpida “creo que en
todas partes”. Cuestionarse por el sentido de la existencia es una de las reflexiones fundamentales que el ser
humano se ha planteado a lo largo de la historia. Podría decirse, en cierto modo, que es un atributo
específicamente humano, un rasgo diferenciador de otros seres. Los animales existen, en un sentido literal del
término, pero para el hombre es necesaria la explicación de su propia existencia, tal vez por nuestra conciencia
de la mortalidad, que nos empuja a dotar de trascendencia a lo que sería, sin ella, una mera existencia
temporal, un simple tránsito por la vida entre dos eternidades. Paradójicamente, la búsqueda de la verdad, del
conocimiento –el “árbol de la ciencia”-, nos aleja, según Baroja, de la vida. Si ésta tuviera un sentido, o fuera
tan valiosa en sí misma que no lo necesitara, el pensamiento sería un proceso placentero que nos procuraría la
felicidad. Sin embargo, Hurtado considera imposible conjugar vida y ciencia, existencia y verdad, felicidad y
conocimiento. Optar por la vida es, seguramente, el único medio de ser feliz, pero sólo siendo egoísta,
irracional o loco, como más adelante afirmará Iturrioz. La lucidez de la verdad y el conocimiento sólo pueden
conducir a la infelicidad. El texto muestra a la filosofía como el complemento a la ciencia en esa búsqueda del
sentido de la existencia: aparece como el tercer componente, junto a la biología y la cosmología, de la síntesis
que proporcione al hombre una explicación “del Universo físico y moral”. No obstante, al hombre ha recurrido
a otros caminos de explicación de la realidad o de búsqueda de sentido. Es cierto que la ciencia ha llevado a
una comprensión racional y objetiva de la realidad, tanto en sus aspectos más pequeños como en las
dimensiones cósmicas. Aunque curiosamente, el avance en los descubrimientos científicos ha ido generando
más interrogantes que respuestas, como da buena muestra la propia época de Baroja, en la que se empiezan a
formular concepciones científicas que rompen con las tradicionales: Einstein, Planck, Heisenberg… Por otra
parte, la filosofía ha sido el camino de la interpretación metafísica y ética de la realidad. Los filósofos han dado
respuesta a las preguntas humanas desde perspectivas diferentes a la ciencia, aunque a veces los dos campos
han llegado a interseccionar. Hurtado recurre a ambos, desea esa “síntesis” en la que hallar una fórmula que le
permita dotar de sentido a su existencia. Deja de lado otras posibilidades, como la religión –la búsqueda de la
trascendencia- o el arte. En conclusión, se trata de un texto muy representativo de la obra a la que pertenece,
en el que aparece uno de los temas fundamentales de la novela. La evolución del personaje irá acorde,
progresivamente, a esta visión pesimista de la existencia, y los acontecimientos de su vida no irán sino dándole
la razón hasta conducirlo al suicidio.
- ¿Pero puede saber nadie cómo será su descendencia? Ahí tengo yo un amigo enfermo,
estropeado, que ha tenido hace poco una niña, sana, fortísima.

- Eso es muy posible. Es frecuente que un hombre robusto tenga hijos raquíticos, y al contrario;
pero no importa. La única garantía de la prole es la robustez de los padres.

- Me choca en un antiintelectualista como usted esa actitud tan de intelectual –dijo Andrés.

- A mí también me choca en un intelectual como tú esa actitud de hombre de mundo. Yo te


confieso, para mí nada tan repugnante como esa bestia prolífica, que entre vapores de alcohol va
engendrando hijos que hay que llevar al cementerio o que si no van a engrosar los ejércitos del
presidio y de la prostitución. Yo tengo verdadero odio a esa gente sin conciencia, que llena de
carne enferma y podrida la tierra. Recuerdo una criada de mi casa: se casó con un idiota borracho,
que no podía sostenerse a sí mismo porque no sabía trabajar. Ella y él eran cómplices de chiquillos
enfermizos y tristes, que vivían entre harapos, y aquel idiota venía a pedirme dinero creyendo que
era un mérito ser padre de su abundante y repulsiva prole. La mujer, sin dientes, con el vientre
constantemente abultado, tenía una indiferencia animal para los embarazos, los partos y las
muertes de los niños. ¿Se ha muerto uno? Pues se hace otro, decía cínicamente. No, no debe ser
lícito engendrar seres que vivan en el dolor.

Desde un punto de vista externo, el fragmento constituye un diálogo entre Andrés Hurtado y su tío
Iturrioz. Cada uno interviene en dos ocasiones; aunque es Iturrioz quien cierra el texto y lo hace de
forma más extensa. Las intervenciones se relacionan al concluir, continuar o contraponer el
contenido a lo anterior, así se consigue la fluidez propia del diálogo. Se utilizan también pronombres
y determinantes con valor deíctico (“eso es…”, “esa actitud”, “a mí también”) y recurrencias léxico-
semánticas (descendencia-prole, hijos-padres; engendrar-
embarazo-parto) que dan cohesión al texto.
Desde un punto de vista interno, se pueden distinguir dos partes:
- Primera (1º párrafo). Andrés expone una cuestión (idea principal) acerca de la descendencia a raíz
de un hecho paradójico ocurrido a un amigo suyo: “¿Pero puede saber nadie cómo será su
descendencia?”
- Segunda (resto del texto). Dialogan Andrés y su tío en la búsqueda de una respuesta para esa
cuestión. Así, ante el asombro de Andrés, su tío Iturrioz argumenta su punto de vista (ideas
secundarias) y sentencia: “no debe ser lícito engendrar seres que vivan en el dolor”.
De esta forma, atendiendo a la organización de las ideas del texto, podemos afirmar que presenta
una estructura pregunta-respuesta o problema-solución, pues, tal como ya se ha expuesto, al
principio, se establece la pregunta; a continuación, se argumenta; y, finalmente, se cierra el texto con
la respuesta

Indique el tema del texto.

Debate sobre la legitimidad de engendrar descendencia destinada a la miseria y al dolor

Resuma el texto
Andrés Hurtado se pregunta acerca de la arbitrariedad en lo concerniente a la salud de la
descendencia a raíz de algunos casos ocurridos. Ante esto, su tío Iturrioz opina que el único criterio
válido es la salud de los padres y argumenta, a través de ejemplos, que no debería admitirse la
procreación si no existe esa premisa.

Comentario crítico

El fragmento pertenece a la novela El árbol de la ciencia, del famoso escritor Pío Baroja,
perteneciente a la Generación del 98. Plasma en su obra las preocupaciones existenciales suyas y de
la sociedad a la que pertenece. Autor escéptico y pesimista, logra equiparar su propia crisis espiritual
a la de la España de su tiempo. Así, el personaje principal de esta obra, alter ego del autor, a lo largo
de toda la historia, trata de vivir huyendo del engaño y la adversidad, adoptando una postura creída,
potente, vigorosa y rebelde, influida por Shopenhauer y por ciertas ideas de Kant a la hora de
afrontar los problemas cotidianos. Esta
presencia de la filosofía está ampliamente reflejada en las diversas conversaciones que mantiene con
su tío Iturrioz. En concreto, el diálogo que recoge este texto pertenece a la séptima parte de la obra,
titulada “La experiencia del hijo” y es el último debate tío-sobrino que se nos presenta en la obra, que
ya se acerca vertiginosamente a su trágico final que,

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Andrés, por las tardes, visitaba a su tío Iturrioz. Se lo encontraba casi siempre en su azotea
leyendo o mirando las maniobras de una abeja solitaria o de una araña.
—Ésta es la azotea de Epicuro —decía Andrés riendo.
Muchas veces tío y sobrino discutieron largamente. Sobre todo, los planes ulteriores de Andrés
fueron los más debatidos.
Un día la discusión fue más larga y más completa:
— ¿Qué piensas hacer? —le preguntó Iturrioz.
—¡Yo! Probablemente tendré que ir a un pueblo de médico.
—Veo que no te hace gracia la perspectiva.
—No; la verdad. A mí hay cosas de la carrera que me gustan; pero la práctica, no.
Si pudiese entrar en un laboratorio de fisiología, creo que trabajaría con entusiasmo.
— ¡En un laboratorio de fisiología! ¡Si los hubiera en España!
— ¡Ah, claro!, si los hubiera. Además no tengo preparación científica. Se estudia de mala
manera.
—En mi tiempo pasaba lo mismo —dijo Iturrioz—. Los profesores no sirven más que para el
embrutecimiento metódico de la juventud estudiosa. Es natural. El español todavía no sabe
enseñar; es demasiado fanático, demasiado vago y casi siempre demasiado farsante. Los
profesores no tienen más finalidad que cobrar su sueldo y luego pescar pensiones para pasar el
verano.
— Además falta disciplina.
— Y otras muchas cosas. Pero, bueno, ¿tú qué vas a hacer? ¿No te entusiasma visitar?
— No.
— ¿Y entonces qué plan tienes?
— ¿Plan personal? Ninguno.
— Demonio. ¿Tan pobre estás de proyectos?
— Sí, tengo uno; vivir con el máximum de independencia. En España en general no se paga el
trabajo, sino la sumisión. Yo quisiera vivir del trabajo, no del favor.
Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto.

Desde un punto de vista interno, se pueden distinguir tres partes:


- Primera (“Andrés… debatidos”). Enmarca la situación. En la terraza de Iturrioz, tío de Andrés, se reúnen
ambos con frecuencia y, últimamente, se centran en discutir acerca del futuro profesional de Andrés (idea
principal).
- Segunda (“Un día… - No”). Se nos presenta de forma directa la discusión que un día cualquiera tiene lugar y
que, según el narrador es más larga. En ella, podemos observar los detalles de la situación en la que se
encuentra Andrés: falta de vocación, falta de desarrollo científico en España y falta de formación en los
estudiantes, lo que achaca al profesorado especialmente. (Ideas secundarias).

Indique el tema del texto.

Desorientación de Andrés respecto a su futuro profesional y crítica del sistema.

Resuma el texto.

Andrés discute, en numerosas ocasiones, con su tío Iturrioz acerca de su futuro profesional. Una de estas
conversaciones, en la que se pone de manifiesto su ausencia de vocación, deriva en una crítica a la falta de
recursos, a la deficiente enseñanza por parte del profesorado y, por último, al enchufismo.

Comentario crítico del contenido del texto.

Se trata de un fragmento de la obra El árbol de la ciencia, de Pío Baroja. En ella, a través del personaje central,
Andrés, se muestra una dura crítica a la situación de España y un carácter existencial que, como se observa en
el texto, carece de ilusiones y de afán de cambio de esa sociedad que critica. Coincide con la ideología de la
Generación del 98 a la que pertenecía Baroja, en la que se critica el ambiente cultural (en el fragmento, la
educación) que existía en la época, al gobierno por su poco interés para invertir en ciencia, la miseria moral, el
carácter español (individualismo, falso patriotismo…), a los ricos por explotar a los pobres y a los pobres por
dejarse explotar por los ricos, la bohemia y el romanticismo inútiles… Este fragmento pertenece al comienzo
de la cuarta parte del libro, en la que Andrés, ya finalizados sus estudios, debe decidir qué hacer. En esta parte,
bastante extensa, debate con su tío Iturrioz sobre filosofía (“—Ésta es la azotea de Epicuro —decía Andrés
Desde un punto de vista externo, el texto combina una breve narración, al principio, con un extenso diálogo en
estilo directo, en el que acaban por dejar de utilizarse los verbos dicendi (“decía, preguntó, dijo”). Se relacionan
entre sí a través del contenido (discusión sobre su futuro, que deriva en la educación), mediante recurrencias
léxicas (discutieron, debatidos, discusión, planes, plan…) y semánticas (médico, carrera, laboratorio de
fisiología, preparación científica, enseñar, falta disciplina, proyectos…) y mediante preguntas y respuestas.
riendo.”) y se presenta en ella toda la ideología de Baroja a través de la confrontación entre estos dos
personajes. Es un intermedio reflexivo que divide la novela en dos partes.
La forma de elocución escogida es un ejemplo magistral de la especial técnica narrativa de Baroja.
En ella, la narración casi se diluye para hacer avanzar la acción a través del diálogo directo casi exclusivamente.
Así, desaparece la alusión a los personajes que intervienen lo que obliga al lector a estar atento a quién dice
qué, pues los verbos dicendi y el narrador dejan de estar presentes. Esto nos permite afirmar que el texto se
adecua al género narrativo con las peculiaridades propias de su excepcional autor: un narrador externo y
testigo retransmite la conversación que tiene lugar (“Andrés por las tardes visitaba…”, “Muchas veces tío y
sobrino discutieron…”). Se sitúa la acción en un tiempo interno bastante impreciso (“por las tardes, un día…),
solo sabemos que Andrés ya ha acabado sus estudios (“planes ulteriores”). Los personajes que aparecen son el
principal, Andrés Hurtado, y su tío Iturrioz, personaje secundario importante en la formación ideológica de
nuestro protagonista. En cuanto al espacio, bastan unos trazos (“Se lo encontraba casi siempre en su
azotea…”). Se observa, en todo momento, el estilo característico de Baroja: pinceladas sueltas, el diálogo
como motor, improvisación de la acción…
La vigencia de los temas tratados es manifiesta, pues los males criticados por Andrés y su tío (la educación, la
falta de progreso y la pésima situación económica) aún perduran hoy en día, incluso acentuados por una crisis
económica que va más allá de los límites de nuestro país y que no parece tener un fin inminente. Podemos
constatar cómo sigue siendo la educación uno de los ámbitos más criticados: las altas tasas de abandono
escolar, los malos resultados en comparación con otros países europeos, la incapacidad de los políticos para
alcanzar un pacto por la educación…
El problema de la motivación en el alumnado está también relacionado con este asunto y presente en el
debate actual: cómo cambiar las metodologías, cómo mejorar la formación del profesorado, tanto técnica
como psicológica… En este mismo sentido, igualmente llama mi atención la alusión al atraso en España (“¡Si los
hubiera en España!”) y me enfurece ver cómo, también en estos tiempos, los recortes en educación y en
investigación no hacen sino agravar las diferencias con otros países cercanos y limitar las posibilidades de
desarrollo de la juventud.
Percibo que la intención del autor en este fragmento es mover a la reflexión acerca de las decisiones que los
jóvenes tienen que tomar respecto a su futuro y, al mismo tiempo, criticar las dificultades que el propio
sistema les ocasiona. Por ello, creo que Baroja se mueve desde la crítica de lo más personal (la falta de
vocación, de pasión y de determinación en el protagonista) hasta la de lo más coyuntural y genérico (el pésimo
estado de la educación). Considero que logra su finalidad, pues, al ir leyendo el texto, no he podido evitar
pensar que muchos de mis compañeros y yo mismo estamos en una situación parecida (debemos decidir sobre
nuestro futuro) y me asombran los paralelismos que encuentro entre el texto y mi realidad, a pesar de los más
de cien años que nos separan.
Opino que la originalidad del texto, en cuanto al contenido, no existe. Baroja es un ejemplo más, en lo que a la
crítica de España o a la presencia del existencialismo se refiere, entre los de su generación; en Unamuno,
Azorín o Valle también encontramos esto, si bien es cierto que cada autor enfoca el tema desde su propia
perspectiva. Además, creo que la finalidad educativa y la crítica de determinadas actitudes son una constante
en la tradición literaria. Pienso en los cuentos de El Conde Lucanor o El libro del buen amor, en la historia de El
Lazarillo de Tormes, en los dramas de nuestros grandes autores barrocos, en el teatro neoclásico… así hasta
llegar al s. XX y a nuestros días. Encuentro un deseo de educar al lector. Hoy en día, también comparten esta
misión el cine y la televisión. Series como Física y Química o películas como La ola son ejemplos de una
actitud crítica ante el sistema educativo actual.
La subjetividad, sin duda, es absoluta. El autor plasma su modo de pensar y de concebir la vida y la realidad. En
este fragmento en concreto, y en la cuarta parte de la obra en general, Baroja utiliza a Iturrioz para ir
desgranando su pesimismo existencial y su desencanto a través de la voz de Andrés (“Si pudiese… creo que
trabajaría…”). Además, como es una constante en la obra, se ceba en la crítica de España (“¡Si los hubiera en
España!”, “se estudia de mala manera”, “El español todavía no sabe enseñar; es demasiado fanático,
demasiado vago y casi siempre demasiado farsante”).
Como ideas secundarias, cabe mencionar la actitud pasiva de Andrés, típica de los intelectuales del tiempo
externo en que está ambientada la novela, en contraposición con la de su tío, que opta por la práctica, por lo
positivo; aunque ambos coinciden en la idea de una España corrupta y en decadencia. Las dos posturas forman
parte de la ideología de Baroja y también las encontramos en la teoría del filósofo alemán Nietzsche, que
priorizaría el nihilismo activo que tiene Iturrioz, ante la pasividad de Andrés, que no reacciona ante la realidad
y vive inserto en un mundo de desengaños. En mi opinión, las dos posturas presentadas por Baroja deberían
encontrar el término medio que estableció nuestro filósofo Ortega y Gasset con la teoría del punto de vista, en
el que prima la relación entre la razón (Andrés) y la vida (Iturrioz): “¿Tan pobre estás de proyectos?”) que han
de ir juntas y complementarse. En dicha teoría, todos los puntos de vista importan y comportan la integridad
de una verdad: la verdad no solo es razón ni vida aparte, sino razón vital.
En conclusión, Baroja pone ante nuestros ojos una crítica que bien podría ser de hoy en boca de un personaje
que bien podría estar entre nosotros. Me admira, sin duda, la actualidad de lo expuesto.
Sin embargo, quiero dejar claro que no comparto la falta de pasión de Andrés en su vida ni su incapacidad para
ofrecer algún tipo de solución ante los problemas que denuncia. Una vez más, me parece estar ante una
actitud que detesto. Aprecio la inteligencia y la clarividencia en las personas; pero, si observo que todo se
queda en las meras palabras, entonces, para mí, deja de tener valor. Además, aun siendo verdad que nos
encontremos con un sistema que no funciona o con falta de medios o con un profesorado que no parece tener
interés por enseñar… ¿dejaremos que eso determine el resto de toda nuestra vida? No me agrada pensar en
una juventud que se rinde, a la que parece darle igual su futuro, una juventud envejecida: no quiero formar
parte de ella. Por tanto, a lo que este texto me empuja es a tratar de comprometerme con la realidad de la
que formo parte a través de la elección de unos estudios que me harán más feliz porque, en un futuro, gracias
a ellos, podré realizarme y llegar a ser mejor persona. A eso aspiro.

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El tren echó a andar.


El hombrecito negro sacó una especie de túnica amarillenta, se envolvió en ella, se puso un
pañuelo en la cabeza y se tendió a dormir. El monótono golpeteo del tren acompañaba el soliloquio
interior de Andrés; se vieron a lo lejos varias veces las luces de Madrid en medio del campo,
pasaron tres o cuatro estaciones desiertas, y entró el revisor. Andrés sacó su billete, el joven alto
hizo lo mismo, y el hombrecito, después de quitarse su balandrán, se registró los bolsillos y mostró
un billete y un papel.
El revisor advirtió al viajero que llevaba un billete de segunda.
El hombrecito de negro, sin más ni más, se encolerizó, y dijo que aquello era una grosería;
había avisado en la estación su deseo de cambiar de clase; él era un extranjero, una persona
acomodada, con mucha plata, sí, señor, que había viajado por toda Europa y toda América, y sólo
en España, en un país sin civilización, sin cultura, en donde no se tenía la menor atención al
extranjero, podían suceder cosas semejantes.
El hombrecito insistió y acabó insultando a los españoles. Ya estaba deseando dejar este país,
miserable y atrasado; afortunadamente, al día siguiente estaría en Gibraltar, camino de América.
El revisor no contestaba; Andrés miraba al hombrecito, que gritaba descompuesto, con aquel
acento meloso y repulsivo, cuando el joven rubio, irguiéndose, le dijo con voz violenta:
—No le permito hablar así de España. Si usted es extranjero y no quiere vivir aquí, váyase
usted a su país pronto, y sin hablar, porque si no, se expone usted a que le echen por la ventanilla,
y voy a ser yo; ahora mismo.
—¡Pero, señor! —exclamó el extranjero—. Es que quieren atropellarme...
—No es verdad. El que atropella es usted. Para viajar se necesita educación, y viajando con
españoles no se habla mal de España.
—Si yo amo a España y el carácter español —exclamó el hombrecito—. Mi familia es toda
española. ¿Para qué he venido a España si no para conocer a la madre patria?
—No quiero explicaciones. No necesito oírlas —contestó el otro con voz seca, y se tendió en el
diván como para manifestar el poco aprecio que sentía por su compañero de viaje.
Andrés quedó asombrado; realmente aquel joven había estado bien.
Él, con su intelectualismo, pensó qué clase de tipo sería el hombre bajito, vestido de negro; el
otro había hecho una afirmación rotunda de su país y de su raza.

Señale y explique la organización de las ideas contenidas en el texto.

Desde un punto de vista externo, el texto combina párrafos narrativos con las intervenciones en estilo directo,
algunas introducidas por verbos dicendi (“exclamó, contestó...”). La cohesión viene dada por recurrencias
léxico-semánticas (“el hombrecito negro-el extranjero; viajero, había viajado, viajar...; tren, estaciones, revisor,
billete...”) y las distintas modalidades oracionales propias de un diálogo (aseveraciones, exclamaciones,
preguntas y respuestas).
Desde un punto de vista interno, se diferencian tres partes:
- Primera (“El tren… papel”). Contextualiza la situación: un viaje en tren. (Idea secundaria).
- Segunda (“El revisor… viaje”). Un incidente ocasional (en un vagón de primera viaja un
pasajero con un billete de segunda) es el motivo que da pie al enfrentamiento dialéctico entre un extranjero
que critica distintos aspectos de España y un joven que, de forma tajante, le replica. (Idea principal).
Por tanto, atendiendo a la organización de las ideas, podemos decir que el texto presenta una estructura
cronológica, ya que, en primer lugar, presenta unos hechos, después desarrolla el conflicto y, finalmente,
incluye una pequeña reflexión que cierra la escena que se nos ha relatado.

Indique el tema del texto.

Asombro de Andrés ante la defensa de España realizada por un joven viajero tras la crítica vertida por un
extranjero.

Reflexión de Andrés ante el debate en su presencia entre un extranjero, crítico con España, y un joven,
defensor de su país.

Resuma el texto.

En el viaje en tren hacia Alcolea un pasajero se queja de la ineptitud de los españoles porque en la estación se
cometió un error al darle un billete de segunda y no de primera como él quería. El viajero despotrica de
España a la que considera incivilizada e inculta respecto a Europa y América. Otro viajero lo acalla
contundentemente. Andrés aplaude interiormente esta intervención

Comentario crítico del contenido del texto

Este texto pertenece al género narrativo, concretamente es un fragmento de la novela de Pío Baroja titulada El
árbol de la ciencia. Se caracteriza por su protesta política y social y por su marcado carácter existencial. En la
obra, se pone de manifiesto el malestar de la época y la ideología de la Generación del 98 a la que pertenecía
Baroja. Se critica el ambiente cultural que existía en la época, al gobierno por su poco interés para invertir en
ciencia, la crueldad humana, la miseria moral, la incultura, el carácter español, temas de estas líneas, a los
ricos por explotar a los pobres y a los pobres por dejarse explotar por los ricos, la bohemia y el romanticismo
inútiles… Andrés Hurtado, personaje perdido en un mundo absurdo y en medio de circunstancias adversas que
constituirán una sucesión de desengaños, tiene mucho en común con el propio Baroja. Estas líneas, en
concreto, corresponden a la quinta parte (la experiencia del pueblo), en el viaje que realiza el protagonista
para incorporarse como médico en Alcolea del Campo.
Desde mi punto de vista, incluir dentro de la narración (“insistió”), otras modalidades discursivas como la
descripción (“túnica amarillenta”) y el diálogo (“No le permito hablar así de España”) es un acierto, ya que así
el lector puede comprender mejor el trasfondo del texto y, además hace que el relato resulte más ágil. La
adecuación al género narrativo es magistral: destacan la presencia de un narrador omnisciente (“el revisor no
contestaba”) que, a veces, utiliza el estilo indirecto libre y adopta, sin abandonar la tercera persona, el punto
de vista y el discurso conversacional del personaje (“El hombrecito insistió y acabó insultando a los españoles.
Ya... América.”), la caracterización física (“un pañuelo en la cabeza”) y la psíquica (“él, con su intelectualismo”),
elementos espaciales (“el tren echó a andar”, “... en medio del campo”...).

La actualidad del texto es innegable. La imagen de España fuera de nuestro país está plagada, en muchas
ocasiones, de tópicos referidos a la lenta e ineficaz gestión de las instituciones, el exceso de burocracia, la
pereza y falta de profesionalidad de quienes están al servicio del público...; y se asocia a toros, flamenco,
fiestas y jaranas... El perfil que muchos turistas, después de pasar una temporada aquí, se llevan y trasladan a
sus conciudadanos es un lastre que arrastramos y que todavía, aunque hemos progresado en muchos campos,
se deja notar. En los últimos años, pueblos como Gandía o ciudades como Barcelona, Mallorca, Ibiza,
conocidos y elegidos por su diversión nocturna, atraen, a pesar de su patrimonio cultural y natural, a un
denominado “turismo de borrachera” y es común oír que España vende “fiesta”.

Asimismo, el extranjero recuerda al inmigrante que tiene que buscar en otro país unas mejores condiciones de
vida (…”una persona acomodada, con mucha plata”) y que, cuando viaja a la tierra de sus familiares (“Mi
familia es toda española. ¿Para qué he venido a España si no es para conocer a la madre patria?”), encuentra
un desfase en ámbitos importantes, dificultades y aspectos que le llaman la atención negativamente (“… había
avisado en la estación que quería cambiar de clase”) por haber sobrevalorado, tal vez, a la “madre patria”.

La intención de Baroja es mostrar, a través de la visión de un extranjero, la época en la que él vivió, atrasada,
inculta, poco civilizada, y hacer una defensa del patriotismo. Sin embargo, desde mi punto de vista, ni el
ataque del hombrecito de negro, ni la defensa que hace el joven de España y de los españoles están bien
argumentados, sino que ambos se rigen por la vehemencia y optan por la violencia verbal (“se encolerizó,
acabó insultando, gritaba...”). No obstante, la confrontación permite al lector reflexionar (finalidad) y tomar
conciencia de que ser patriota no consiste en levantar la voz (“...el joven rubio, irguiéndose, le dijo con voz
violenta...”) o arrollar a quien tiene otro punto de vista (“Es que quieren atropellarme...), sino en ser capaz de
dejar atrás los prejuicios (“Ya estaba deseando dejar este país, miserable y atrasado...”) y construir unos
pilares sólidos fundamentados en el trabajo bien hecho, la diligencia, la eficacia (“...había avisado en la
estación de su deseo de cambiar de clase”), la educación (“... váyase a su país pronto...”), la solidaridad (“Si yo
amo a España y el carácter español”), el respeto (...se tendió en el diván como para manifestar el poco aprecio
que sentía por su compañero de viaje”) y la tolerancia; valores que, a mi juicio, no aparecen en estas líneas.

Este fragmento recoge la crítica hacia el carácter español y pone de manifiesto la preocupación por España,
compartida por la Generación del 98: España estaba enferma y, para combatir la enfermedad, primero había
que diagnosticarla, aunque para eso fuera necesario zarandear al enfermo, solo así podrán erradicarse los
males. Comparto con el autor la idea de que sin civilización y sin cultura no se pueden erradicar la miseria y el
atraso de un país; sin embargo, difiero en que la solución esté en simplemente denunciarlo o sacudir las
conciencias. La prueba más fehaciente es que todavía arrastramos las secuelas de los problemas que azotaban
a la España que Baroja nos presenta.

Como ideas secundarias, voy a comentar, en primer lugar, el hecho de que Andrés Hurtado no intervenga
(“Andrés miraba al hombrecito que gritaba”) en el conflicto. El que simplemente se sorprenda y se congratule
en silencio con las palabras del joven en defensa de España (“...realmente aquel joven había estado bien”)
ratifica una vez más su “inacción” y a mí esta postura me parece absurda, pues teorizar sin más, sin tratar de
cambiar o comprometerse con la realidad no me parece la una opción de vida constructiva y comprometida
con la realidad. En segundo lugar, la idea de que España debe abrirse a Europa, sostenida por los intelectuales
de la época (Ortega y Gasset), tendría que compensarse con la de que Europa debe abrirse a España
(Unamuno), porque defiendo la inclusión de las culturas, el enriquecimiento mutuo sin exclusiones. En tercer
lugar, el falso patriotismo (“Si yo amo a España...”), ya que me recuerda a esas personas que parecen ser
españolas solo cuando les conviene, por ejemplo, la corriente patriótica que se genera cuando algún equipo
español gana alguna competición, exaltación preocupante por lo efímera y parcial que es. Por último, me ha
llamado la atención del extranjero que descalifica a los españoles sin darse cuenta de que, con sus modales y
palabras, se está descalificando a sí mismo.

En conclusión, pienso que por naturaleza somos inconformistas, nos guiamos por prejuicios, censuramos por
vicio, etiquetamos a primera vista y nos quejamos de todo. Ante ello, el texto me ha hecho reflexionar y darme
cuenta de que, en muchas ocasiones y en muchos aspectos, somos nosotros mismos los que frenamos
constantemente las oportunidades para avanzar, progresar o cambiar y que la salida no está en menospreciar
a quienes son o representan otra forma de pensar o actuar, sino en, desde la sombra, intentar construir cada
uno nuestra propia historia para contribuir a la Historia de la España que todos anhelamos.

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Generalmente el motivo de las discusiones era político; don Pedro se burlaba de los
revolucionarios, a quien dirigía todos sus desprecios e invectivas, y Andrés contestaba insultando a
la burguesía, a los curas y al ejército.
Don Pedro aseguraba que una persona decente no podía ser más que conservador. En los partidos
avanzados tenía que haber necesariamente gentuza, según él.
Para don Pedro el hombre rico era el hombre por excelencia; tendía a considerar la riqueza, no
como una casualidad, sino como una virtud; además suponía que con el dinero se podía todo.
Andrés recordaba el caso frecuente de muchachos imbéciles, hijos de familias ricas, y demostraba
que un hombre con un arca llena de oro y un par de millones del Banco de Inglaterra en una isla
desierta no podría hacer nada; pero su padre no se dignaba atender estos argumentos.

Las discusiones de casa de Hurtado se reflejaban invertidas en el piso de arriba entre un señor
catalán y su hijo. En casa del catalán, el padre era el liberal y el hijo el conservador; ahora que el
padre era un liberal cándido y que hablaba mal el castellano, y el hijo un conservador muy burlón y
mal intencionado. Muchas veces se oía llegar desde el patio una voz de trueno con acento catalán,
que decía:
—Si la Gloriosa no se hubiera quedado en su camino, ya se hubiera visto lo que era España.
Y poco después la voz del hijo, que gritaba burlonamente
—¡La Gloriosa! ¡Valiente mamarrachada!
—¡Qué estúpidas discusiones! —decía Margarita con un mohín de desprecio, dirigiéndose a su
hermano Andrés—. ¡Como si por lo que vosotros habléis se fueran a resolver las cosas! A medida
que Andrés se hacía hombre, la hostilidad entre él y su padre aumentaba.
El hijo no le pedía nunca dinero; quería considerar a don Pedro como a un extraño.

Organización de las ideas contenidas en el texto

Desde un punto de vista externo, el texto combina el estilo indirecto -habla el narrador- (“A medida que
Andrés se hacía hombre…”) con el directo -intervenciones de los personajes, introducidas por un verbo
dicendi- (“¡La Gloriosa! ¡Valiente mamarrachada!”). Se relacionan entre sí a través del contenido (discusiones
políticas), mediante recurrencias léxicas (rico, ricas, riqueza…) y semánticas (revolucionario-liberal-
conservador; padre-hijo-hermano; castellano-catalán…).

Desde un punto de vista interno, se pueden distinguir dos partes:


- Primera (“Generalmente… valiente mamarrachada”). Presenta dos situaciones que muestran las discusiones
políticas (idea principal), con sus ejemplos, entre padres e hijos, expuestas en paralelo, pero con postura
invertidas: por un lado, la mantenida entre don Pedro y su hijo Andrés; y, por otro, la mantenida entre el señor
catalán y su hijo.

- Segunda (“¡Qué estúpidas… extraño”). Margarita sostiene que estas discusiones son vanas al ser solo teóricas
(idea principal). Termina el fragmento poniendo de relieve el alejamiento progresivo entre don Pedro y su hijo
Andrés (idea principal).

De esta forma, atendiendo a la organización de las ideas del texto, podemos afirmar que presenta una
estructura de causa-consecuencia, ya que se presentan las diferencias políticas como la causa de un
distanciamiento cada vez mayor entre padre e hijo.

Indique el tema del texto

Las disputas políticas y su repercusión en el deterioro de la relación de Andrés con su padre.

Distanciamiento entre Andrés y su padre por la política.

Resuma el texto

D. Pedro, conservador, y su hijo Andrés, liberal, discuten sobre la forma que tienen de ver la vida social y
política española. En el piso superior de su casa, otro padre liberal discute con su hijo conservador sobre lo que
habría podido ser España de haber triunfado la Gloriosa. Margarita considera que estas disputas son una
tontería, son solo teorías que no llevan a nada. Toda esta situación aleja cada vez más a padre e hijo.
Comentario crítico del contenido del texto

Se trata de un fragmento de la obra El árbol de la ciencia, de Pío Baroja. Se caracteriza por su protesta política
y social (como puede apreciarse en el fragmento) y por su marcado carácter existencial. En la obra, se pone de
manifiesto el malestar de la época y la ideología de la Generación del 98 a la que pertenecía Baroja. Se critica
el ambiente cultural que existía en la época, al gobierno por su poco interés para invertir en ciencia, la miseria
moral, el carácter español (individualismo, falso patriotismo…), a los ricos por explotar a los pobres y a los
pobres por dejarse explotar por los ricos, la bohemia y el romanticismo inútiles…
Este fragmento pertenece a la primera parte del libro, en la que se presenta a Andrés, estudiante de Medicina,
a su familia, así como a las personas y la sociedad que lo rodean. En concreto, a través principalmente de los
personajes de D. Pedro y Margarita, padre y hermana respectivamente del protagonista, Baroja plasma su
crítica. En el primer caso, por concebir “la riqueza no como casualidad sino como una virtud” y que “con el
dinero se podía todo”; en el segundo, porque Margarita, con su opinión (“¡qué estúpidas discusiones!”,
“¡Como si por lo que vosotros habléis se fueran a resolver las cosas!”) alude a la pasividad y la inacción.

Desde mi punto de vista, ha sido un acierto la forma de elocución escogida: la narración, con un tono
argumentativo, que se combina con el diálogo. Un narrador nos presenta en pasado (“se
burlaba…contestaba…”) los distintos puntos de vista de dos personajes (ahí está la argumentación de ambos:
Don Pedro y Andrés); también, a través del diálogo, tanto indirecto (“Andrés contestaba insultando…”) como
directo (“-¡La Gloriosa!...”), se deja patente la opuesta opinión de sus vecinos del piso de arriba (igualmente
padre e hijo) y la postura de Margarita con su categórica conclusión (“¡Qué estúpidas discusiones!”), en un
intento de llamar la atención de su hermano Andrés y provocar en él un cambio de actitud. Con todo esto, el
lector puede conseguir una visión más clara y sentirse identificado, o no, con lo que el autor ha expuesto.

El texto se adecua perfectamente al género narrativo. Así, un narrador externo y omnisciente observa desde
fuera y desde un plano superior lo que sucede (“Don Pedro aseguraba que…”), muestra unos hechos, en este
caso las discusiones políticas entre padre e hijo que son la causa de un distanciamiento y aversión cada vez
mayores. Se sitúa la acción en un tiempo externo posterior a la Gloriosa (1868). Se nos presentan unos
personajes: el principal, Andrés Hurtado; algunos secundarios: don Pedro, su padre, y Margarita, su hermana;
y, como parte del coro de personajes, los vecinos catalanes. En cuanto al espacio, no se nos dan más datos que
“de casa de Hurtado” y “en el piso de arriba”. Se observa, en todo lo comentado, el estilo de Baroja que, en su
consideración de la novela como fruto de la improvisación, de una forma impresionista, a través de pinceladas
sueltas, nos va configurando el mundo que rodea a nuestro protagonista, su personalidad y su forma de
pensar.

Los temas tratados en el fragmento son de una enorme actualidad. Tanto las discusiones políticas, como las
diferencias generacionales siguen vigentes en ámbitos de la vida cotidiana (escolar, familiar, laboral). Existen
en España conservadores, progresistas y quienes, como Margarita, se abstienen de implicarse en política
porque piensan que, independientemente de quien gobierne, todo continuará igual. Entiendo que en España
haría falta otra Gloriosa, revolución de 1868 que hoy nadie recuerda pero que eliminó el poder de la reina
Isabel II junto con su caciquismo y corrupción. Los gobiernos actuales, sean del signo que sean, son corruptos,
como comprobamos a diario en radio y televisión, por lo que deberíamos tomar partido en la búsqueda de uno
que no lo fuera y no quedarnos en discusiones estériles PP o PSOE, República o Monarquía…

Es cierto que, en algunas ocasiones, los hijos se dejan influir o están marcados por las ideas de sus padres.
Otras veces, por el contrario, optan por posturas enfrentadas, como reflejan estas líneas; sin embargo, no
parecen los argumentos expuestos suficientemente fundamentados para que la crisis familiar entre Andrés y
su padre se acentúe. Para comprender la hostilidad entre ambos, es fundamental haber leído la novela. El
acierto de Baroja ha sido que, a través de la controversia familiar, totalmente ineficaz porque sus discusiones
son vanas al mantenerse en un plano teórico, los lectores participemos de la situación decadente de aquella
época y nos demos cuenta de que aún no hemos logrado salir de ella. Podemos extraer de este fragmento una
enseñanza: si dos bandos se descalifican (“muchachos imbéciles, hijos de familias ricas”… “en una isla
desierta”) e insisten en una confrontación llena de tópicos o añoranza de “futuribles” de lo que se da por
hecho que ocurriría o de lo que podría haber sido y no fue (“Si la Gloriosa no se hubiera quedado en su
camino…”) y no buscan puntos de encuentro ni se unen en un proyecto común, es imposible que un país
pueda resurgir. Cabe reseñar que, en este fragmento y en toda la obra, la mujer, mucho más práctica que el
hombre, es quien critica la inoperancia discursiva de los varones.

La intención del fragmento es, como la de la obra en su conjunto, una crítica de la sociedad y de la
imperfección humana que aboca al autor a un pesimismo existencial, reflejado en el protagonista de esta obra.
Considero que la finalidad la logra, pues, tanto en este texto como en la totalidad de la novela, se produce una
continua reflexión del lector, que, casi a la fuerza, se ve obligado a tener en consideración los razonamientos
de Andrés respecto de los distintos temas que van apareciendo.

Por tanto, la subjetividad del texto es absoluta, pues el autor plasma en su obra su modo de pensar y de
concebir la vida y la realidad. Con la selección de datos que ha realizado el narrador que tienen la función de
explicar, más que lo que hacen, su carácter, su forma de pensar y su “inacción”, y con las apreciaciones que
incluye en ocasiones, como al presentar al señor catalán como “un liberal cándido y que hablaba mal el
castellano”, con “voz de trueno”, y a su hijo como “un conservador muy burlón y mal intencionado” o “el
mohín de desprecio” con el que Margarita se dirige a su hermano, condiciona la percepción que el lector
obtiene de ellos. Así mismo, queda patente la simpatía por lo liberal y el antiburguesismo, anticlericalismo y
antimilitarismo (rechazo del orden tradicional) por parte de Andrés (y del propio autor) que, como sabemos,
partiendo de ideas cercanas al anarquismo, evolucionó hacia un escepticismo total.

En conclusión, Baroja quiso reflejar el mundo tal y como él lo veía y esto, aun hoy en día, consigue llegar al
lector, incluso con esa visión tan pesimista en la que muchas personas se ven reflejadas. Comparto la ideología
de Baroja; aunque no creo que este mundo sea un valle de lágrimas al que el hombre viene a sufrir. Considero
que la vida son aquellas circunstancias que se te dan y con las que debes aprender a ser feliz. Baroja muestra,
en mi opinión, la visión de un chico muy débil que no pudo enfrentarse al mundo porque, como se ve en el
texto, parecía que el mundo se enfrentaba a él. Por último, estoy de acuerdo con Margarita, no es la palabrería
la que transforma el mundo, sino nuestra capacidad de reaccionar y actuar para que las situaciones cambien y
mejoren.

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En verano sobre todo, Andrés quedaba reventado. Aquella gente de las casas de vecindad,
miserable, sucia, exasperada por el calor, se hallaba siempre dispuesta a la cólera. El padre o la
madre que veía que el niño se le moría, necesitaba descargar en alguien su dolor, y lo descargaba
en el médico. Andrés, algunas veces oía con calma las reconvenciones, pero otras veces se
encolerizaba y les decía la verdad: que eran unos miserables y unos cerdos; que no se levantaría
nunca de su postración por su incuria y su abandono.

Iturrioz tenía razón: la naturaleza humana no sólo hacía el esclavo, sino que daba el espíritu
de la esclavitud.

Andrés había podido comprobar en Alcolea como en Madrid que, a medida que el individuo
sube, los medios que tiene de burlar las leyes comunes se hacen mayores. Andrés pudo evidenciar
que la fuerza de la ley disminuye proporcionalmente al aumento de medios del triunfador. La ley
es siempre más dura con el débil. Automáticamente pesa sobre el miserable. Es lógico que el
miserable por instinto odie la ley

Aquellos desdichados no comprendían todavía que la solidaridad del pobre podía acabar
con el rico, y no sabía más que lamentarse estérilmente de su estado.
Indique la tesis o idea principal de texto y mencione algunas ideas secundarias.

Tesis: La situación social de las clases humildes.

Ideas secundarias: El dolor y la impotencia de los pobres.

La ley es siempre más dura con el débil por lo que éste odia la ley.

La solidaridad del pobre puede acabar con el rico.

La naturaleza humana no solo hacía al esclavo sino que daba el espíritu de la esclavitud.

Analice sintácticamente:

Aquellos desdichados no comprendían todavía que la solidaridad del pobre podía acabar con el
rico, y no sabían más que lamentarse de su estado.

Aquellos desdichados no comprendían todavía que la solidaridad del pobre podía acabar con el rico, y
no sabían más que lamentarse de su estado. (Aquellos desdichados) No junto a más que constituyen
una locución adverbial discontinua cuyo significado es ‘solamente’.

Comentario crítico

Exponga su punto de vista sobre las desigualdades sociales, sus causas y consecuencias; la función
de la justicia o cualquier otro aspecto, sugerido por el texto o relacionado con él que considere de
interés.

(En el Comentario crítico se valorará la articulación y coherencia de la respuesta, la complejidad y


madurez de los argumentos empleados, el rigor para exponer y razonar las propias ideas; la riqueza
léxica, la ortografía y la presentación del ejercicio.)

En la respuesta a esta pregunta se espera que expongas tus ideas personales. Solamente te
sugerimos algunos aspectos que pensamos merece la pena tratar.

- Causas de las desigualdades sociales. Diferencias entre la época del texto y la época actual.
- Evolución de las desigualdades sociales.
- Situación en la actualidad.
- El reparto de la riqueza. El tercer mundo. El primer mundo.
- Soluciones a las desigualdades sociales en el tercer mundo.
- Los sistemas económicos y políticos globales: su responsabilidad en las injusticias sociales.
- Las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales como medios de igualación social.
- La importancia de la educación en la desaparición de las desigualdades

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