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COMP

Nunca se insistirá lo bastante en la inmensa necesidad que los seres humanos tenemos de ser
realmente escuchados, tomados en serio, comprendidos…

Por ello en reflexión, creo que nadie puede crecer en libertad y vivir en plenitud sin sentirse
comprometido al menos por una persona… Quien quiera conocerse como es debido tiene que
abrirse a un confidente libremente elegido y por ende merecedor de tal confianza.

Un sano cultivo de relación con Dios, me brindara la capacidad de llegar a un autoconocimiento, de


continuar trabajando en la aceptación personal con toda la extensión de la palabra.

Lo cual representa a mi modo de ver las cosas una estabilidad emocional que únicamente se lograra
mediante un conjunto de situaciones, pues “estar bien” no depende solamente de un estado de
ánimo, sino es querer estarlo. De ahí que la ecuanimidad o cualidad por la cual se tiene siempre el
mismo buen animo todos los días, sin cambios ni desbalances, se hace una linda característica de
una personalidad bien trabajada. Y así la persona encuentra el ánimo para seguir nutriendo su vida
de una profunda adhesión de fe y oración. Hay que darle raíces a la vida, sino llegara el primer viento
y bota, sopla, y te derrumba y así te tira hasta dejarte sin nada de que levantarse, más puede la
persona tener la capacidad de reconocer sentimientos o percepciones que bien pueden ser dirigidos
hacia Dios.

Así también, es indudable tener presente que en el interior de ninguna persona existe la persona
perfectamente acabada, fija, verdadera y real, precisamente porque ser persona implica
necesariamente hacerse persona, existir en proceso, pues todas estas cosas que me definen como
persona están cambiando constantemente, (persona) implica más bien un proceso dinámico.

Por lo cual considero que esta prueba a superar, se puede lograr con la búsqueda constante de la
justicia, de la fidelidad a la palabra dada para los demás como a uno mismo, de la gentileza en el
trato, de la mesura en las relaciones y en los comportamientos, así como cuidar y conservar siempre
las buenas maneras. (que a manera personal lo antes mencionado son un foco amarillo en mi
persona ya que mi temperamento me lleva a reaccionar y engancharme rápidamente).

Pero podemos entender que el cultivo de la serenidad no es un cerrar los ojos y soportar
pasivamente todo aquello que no lleva a Dios, implica ante todo generar una apertura para los
demás y construir sobre esa base de un conocimiento verdadero y adecuado de la persona en su
presente y en su pasado, evitando prejuicios o suposiciones ingenuas y auxiliarse unos a otros a
decirse la verdad sobre sí mismos. Identificando con caridad aquello que tiene necesidad de
purificación y crecimiento.

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