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Testimonio De Graciela Daleo, ex detenida

“Todo lo hicimos a partir de un iniciador común: Sentir el sufrimiento y la miseria de los otros como propio. Sentimos el dolor y
la bronca por la explotación ajena y la propia y la voluntad de hacer algo para que las cosas cambien.
Por la revolución integral pusimos en juego múltiples formas de organización y lucha: el centro de estudiantes, la comisión
barrial, el partido revolucionario, la organización político militar, el movimiento y el frente, la agrupación sindical y las
coordinadoras de gremios en lucha, las cátedras universitarias y los medios de comunicación; la lucha armada y la lucha electoral,
la acción política y reivindicativa.
El objetivo no era poner arriba lo que estaba abajo y viceversa, sino reorganizar la sociedad sin que hubiera “arriba y abajo”. Por
eso, avanzar hacia formas más justas de organización social, hacer la revolución, necesariamente implica formularla a favor de unos
y en contra de otros. Si los obreros deben ser dueños de las fábricas donde trabajan y la tierra para el que la labra, la burguesía
debe perder la propiedad de las fábricas y la oligarquía los millones de hectáreas que posee.
Cada acto, hasta el más simple, tenía que ver con la construcción de una sociedad justa, del “hombre nuevo”, la idea fue imponer
el “nosotros” por sobre el “yo”. Las nuestras fueron opciones vitales desde el deseo profundo de vivir nosotros y los otros en un
mundo mejor. Aprendimos que el mundo no cambiaría porque sí, sino sólo si los pueblos, sus hombres y mujeres, nos poníamos a
hacerlo con voluntad e inteligencia. Decidimos vivir y morir por conseguirlo.
Por eso el sistema nos dictó como destino el desaparecer e hizo todo lo posible por conseguirlo. Desaparecer como personas,
como militantes, como generación. Desaparecer como pueblo organizado con sueños y proyectos de transformación. Recordar y
aprender lo que pasó en esa época es, de alguna manera, un ejercicio de aparición. Hacer aparecer lo que algunos pretendieron
destruir, hacer aparecer la posibilidad de luchar por vivir en un mundo con justicia, sin pobreza ni desigualdad.”

Testimonio citado en: Eduardo Anguita y Martín Caparrós, La Voluntad Tomo 3, Editorial Planeta, 1998

Testimonio De Graciela Daleo, ex detenida

“Todo lo hicimos a partir de un iniciador común: Sentir el sufrimiento y la miseria de los otros como propio. Sentimos el dolor y
la bronca por la explotación ajena y la propia y la voluntad de hacer algo para que las cosas cambien.
Por la revolución integral pusimos en juego múltiples formas de organización y lucha: el centro de estudiantes, la comisión
barrial, el partido revolucionario, la organización político militar, el movimiento y el frente, la agrupación sindical y las
coordinadoras de gremios en lucha, las cátedras universitarias y los medios de comunicación; la lucha armada y la lucha electoral,
la acción política y reivindicativa.
El objetivo no era poner arriba lo que estaba abajo y viceversa, sino reorganizar la sociedad sin que hubiera “arriba y abajo”. Por
eso, avanzar hacia formas más justas de organización social, hacer la revolución, necesariamente implica formularla a favor de unos
y en contra de otros. Si los obreros deben ser dueños de las fábricas donde trabajan y la tierra para el que la labra, la burguesía
debe perder la propiedad de las fábricas y la oligarquía los millones de hectáreas que posee.
Cada acto, hasta el más simple, tenía que ver con la construcción de una sociedad justa, del “hombre nuevo”, la idea fue imponer
el “nosotros” por sobre el “yo”. Las nuestras fueron opciones vitales desde el deseo profundo de vivir nosotros y los otros en un
mundo mejor. Aprendimos que el mundo no cambiaría porque sí, sino sólo si los pueblos, sus hombres y mujeres, nos poníamos a
hacerlo con voluntad e inteligencia. Decidimos vivir y morir por conseguirlo.
Por eso el sistema nos dictó como destino el desaparecer e hizo todo lo posible por conseguirlo. Desaparecer como personas,
como militantes, como generación. Desaparecer como pueblo organizado con sueños y proyectos de transformación. Recordar y
aprender lo que pasó en esa época es, de alguna manera, un ejercicio de aparición. Hacer aparecer lo que algunos pretendieron
destruir, hacer aparecer la posibilidad de luchar por vivir en un mundo con justicia, sin pobreza ni desigualdad.”

Testimonio citado en: Eduardo Anguita y Martín Caparrós, La Voluntad Tomo 3, Editorial Planeta, 1998

Testimonio De Graciela Daleo, ex detenida

“Todo lo hicimos a partir de un iniciador común: Sentir el sufrimiento y la miseria de los otros como propio. Sentimos el dolor y
la bronca por la explotación ajena y la propia y la voluntad de hacer algo para que las cosas cambien.
Por la revolución integral pusimos en juego múltiples formas de organización y lucha: el centro de estudiantes, la comisión
barrial, el partido revolucionario, la organización político militar, el movimiento y el frente, la agrupación sindical y las
coordinadoras de gremios en lucha, las cátedras universitarias y los medios de comunicación; la lucha armada y la lucha electoral,
la acción política y reivindicativa.
El objetivo no era poner arriba lo que estaba abajo y viceversa, sino reorganizar la sociedad sin que hubiera “arriba y abajo”. Por
eso, avanzar hacia formas más justas de organización social, hacer la revolución, necesariamente implica formularla a favor de unos
y en contra de otros. Si los obreros deben ser dueños de las fábricas donde trabajan y la tierra para el que la labra, la burguesía
debe perder la propiedad de las fábricas y la oligarquía los millones de hectáreas que posee.
Cada acto, hasta el más simple, tenía que ver con la construcción de una sociedad justa, del “hombre nuevo”, la idea fue imponer
el “nosotros” por sobre el “yo”. Las nuestras fueron opciones vitales desde el deseo profundo de vivir nosotros y los otros en un
mundo mejor. Aprendimos que el mundo no cambiaría porque sí, sino sólo si los pueblos, sus hombres y mujeres, nos poníamos a
hacerlo con voluntad e inteligencia. Decidimos vivir y morir por conseguirlo.
Por eso el sistema nos dictó como destino el desaparecer e hizo todo lo posible por conseguirlo. Desaparecer como personas,
como militantes, como generación. Desaparecer como pueblo organizado con sueños y proyectos de transformación. Recordar y
aprender lo que pasó en esa época es, de alguna manera, un ejercicio de aparición. Hacer aparecer lo que algunos pretendieron
destruir, hacer aparecer la posibilidad de luchar por vivir en un mundo con justicia, sin pobreza ni desigualdad.”

Fuente: Testimonio citado en: Eduardo Anguita y Martín Caparrós, la Voluntad Tomo 3, Editorial Planeta, 1998

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